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miércoles, 18 de diciembre de 2013

LOS CENTROS Y EL SISTEMA GLANDULAR (D.K. “El Tibetano”)



LOS CENTROS Y EL SISTEMA GLANDULAR
D.K. “El Tibetano”


Es evidente que la enfermedad (cuando no es de origen grupal o resultado del karma planetario o debido a un accidente) surge de la actividad o inactividad de los centros. Ésta es una verdad básica, dada en forma sencilla. Los centros, como ya saben, rigen el sistema endocrino, que a su vez controla las siete zonas principa­les del cuerpo físico y es responsable del correcto funcionamiento de todo el organismo, produciendo efectos fisiológicos y sicológicos.

La importancia de este sistema glandular no se puede sobresti­mar. Es una réplica en miniatura de la constitución septenario del universo y el medio de expresión e instrumento de contacto para las fuerzas de los siete rayos, los Siete Espíritus ante el Trono de Dios. Acerca de esta verdad actualmente no reconocida, se cons­truirán los métodos de la medicina y de la curación, en la civili­zación futura.

Las glándulas constituyen un gran sistema vinculador en el cuerpo; ponen todas las partes del cuerpo físico en mutua relación y también relacionan al hombre con el cuerpo  etérico -tanto indi­vidual como planetario- y análogamente con la corriente sanguí­nea, el portador del principio vida a todas las partes del cuerpo. Por consiguiente, existen cuatro agentes principales de distribu­ción en el cuerpo físico; son unidades completas en si mismas, contribuyen a la vida funcional y orgánica del cuerpo, están es­trechamente interrelacionadas y producen resultados fisiológicos y sicológicos de acuerdo a su potencia, a la respuesta de los cen­tros a la afluencia superior, a la etapa de evolución alcanzada y a la libre expresión o inexpresión de las energías entrantes. Los cuatro agentes de distribución de energía son:

1.El vehículo etérico, con sus miríadas de líneas de fuerza y de energía entrante y saliente y su respuesta a los impactos de la energía proveniente del medio ambiente, como también del hombre espiritual interno y sus cuerpos sutiles, compenetra todo el cuerpo físico. En él se hallan los siete centros como puntos focales de recepción y distribución; son los receptores de siete tipos de energía, y las distribuyen por todo el pequeño sistema humano.

2.El sistema nervioso y sus diversas y entrelazadas directivas. Es una red relativamente tangible de energías y fuerzas, expresión externa de la red interna, vital y dinámica del cuerpo etérico y los millones de nadis o el prototipo de los nervios que subyacen en el cuerpo sustancial. Esos nervios y plexos y sus innumerables ra­mificaciones son los aspectos negativos de las energías positivas que condicionan o tratan de condicionar al hombre.

3.El sistema endocrino es la tangible y exotérica expresión de la actividad del cuerpo vital y sus siete centros. Los siete centros de fuerza se encuentran en la misma zona en que están localizadas las siete glándulas principales, y  cada centro de fuerza provee, de acuerdo a la enseñanza esotérica, el poder y la vida de la corres­pondiente glándula que, en realidad, es su exteriorización.

Centros                                                                                      Glándulas
Centro coronario                                                                      Glándula pineal
Centro ajna                                                                               Cuerpo pituitario
Centro laríngeo                                                                         Glándula tiroides
Centro cardiaco                                                                        Glándula timo
Centro plexo solar                                                                    Páncreas
Centro sacro                                                                              Gónadas
Centro en la base de la columna vertebral                             Glándulas adrenales

Estos tres sistemas están muy estrechamente relacionados y constituyen directivas de energías y fuerzas entrelazadas, esen­cialmente vitales, energéticas, dinámicas y creadoras, siendo bási­camente interdependientes, y de ellas depende toda la salud inter­na del organismo físico. Responden primero a cualquiera de los dos cuerpos (emocional o mental), luego a la personalidad integrada y su rayo, y finalmente al rayo del alma, cuando comienza a asu­mir el control. Son en realidad responsables de la construcción del cuerpo físico y -después del nacimiento- condicionan su cualidad sicológica, y esto a su vez produce el desarrollo del hombre físico. También son los agentes de los tres aspectos divinos de toda mani­festación: vida-cualidad-apariencia

4.La corriente sanguínea. Portadora del principio vida y de las energías y fuerzas combinadas de los tres sistemas menciona­dos. Esta idea será algo novedosa para el ortodoxo. La relación del sistema circulatorio de la sangre con el sistema nervioso, no ha sido aun adecuadamente investigada por la medicina moderna. Sin embargo, mucho se ha realizado para relacionar al sistema glandular con la sangre.

Únicamente cuando estos cuatro sistemas interrelacionados sean considerados como un todo integrado y como cuatro aspectos de un sistema vital circulatorio, emergerá la verdad. Sólo cuando sean reconocidos como los cuatro agentes principales distribuidores de los rayos combinados del hombre individual se captará la ver­dadera naturaleza del fenómeno material. Podría agregar aquí que:


1.                  El vehículo etérico, desde el ángulo circulatorio, es regido por la Luna, cuando vela a Vulcano.
2.                  El sistema nervioso está regido por Venus.
3.                  El sistema endocrino está regido por Saturno.
4.                  La corriente sanguínea está regida por Neptuno.

 Estos cuatro sistemas son en realidad la manifestación de los cuatro aspectos de la materia en su expresión inferior o estricta­mente física. Hay otros aspectos de expresión de la sustancia funda­mental, pero estos cuatro son los de mayor importancia.

Cada uno de ellos es esencialmente dual, y cada dualidad corres­ponde al rayo del alma o al de la personalidad, por lo tanto cada uno es positivo y negativo, y pueden ser descritos como una unidad de resistente fuerza y de energía dinámica; cada uno es una combi­nación de ciertos aspectos de la materia y de la sustancia, siendo la materia el aspecto relativamente estático y la sustancia el agente relativamente fluido que la dota de cualidad. Su interacción, rela­ción y función unificadas, constituyen la expresión del Principio de la Vida una, y cuando han alcanzado un punto de fusión per­fecta, síntesis o actividad coordinada, entonces aparece “esa vida más abundante” de que Cristo hablara y de la cual nada sabemos. Los cuatro aspectos de la materia constituyen también la analo­gía de los cuatro atributos divinos, lo mismo que de los tres as­pectos divinos.

 La analogía de este dualismo básico de toda la manifestación también se mantiene, constituyendo así el nueve de la iniciación -los tres, los cuatro y los dos. Esta analogía del proceso iniciático es sin embargo lo opuesto, porque significa iniciación en el tercer aspecto creador, el aspecto materia y el mundo de la actividad inte­ligente. No es iniciación en el segundo aspecto o aspecto alma, como sucede con las iniciaciones jerárquicas, para las cuales el discípulo se prepara. Es la iniciación del alma en la experiencia de la encar­nación física, en la existencia del plano físico y en el arte de funcio­nar como ser humano. La puerta que conduce a esta experiencia es el “Portal de Cáncer”. La iniciación en el reino de Dios se hace a través del “Portal de Capricornio”. Estos cuatro atributos y los tres aspectos de la materia, más su actividad dual, son la analogía de los cuatro aspectos de la personalidad y de la Tríada espiritual y su dual relación activa. En esta declaración se halla oculta la clave de la liberación.



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