LOS
CENTROS Y EL SISTEMA GLANDULAR
D.K.
“El Tibetano”
Es
evidente que la enfermedad (cuando no es de origen grupal o resultado del karma
planetario o debido a un accidente) surge de la actividad o inactividad de los
centros. Ésta es una verdad básica, dada en forma sencilla. Los centros, como
ya saben, rigen el sistema endocrino, que a su vez controla las siete zonas
principales del cuerpo físico y es responsable del correcto funcionamiento de
todo el organismo, produciendo efectos fisiológicos y sicológicos.
La
importancia de este sistema glandular no se puede sobrestimar. Es una réplica
en miniatura de la constitución septenario del universo y el medio de expresión
e instrumento de contacto para las fuerzas de los siete rayos, los Siete
Espíritus ante el Trono de Dios. Acerca de esta verdad actualmente no
reconocida, se construirán los métodos de la medicina y de la curación, en la
civilización futura.
Las
glándulas constituyen un gran sistema vinculador en el cuerpo; ponen todas las
partes del cuerpo físico en mutua relación y también relacionan al hombre con
el cuerpo etérico -tanto individual
como planetario- y análogamente con la corriente sanguínea, el portador del
principio vida a todas las partes del cuerpo. Por consiguiente, existen cuatro
agentes principales de distribución en el cuerpo físico; son unidades
completas en si mismas, contribuyen a la vida funcional y orgánica del cuerpo,
están estrechamente interrelacionadas y producen resultados fisiológicos y
sicológicos de acuerdo a su potencia, a la respuesta de los centros a la
afluencia superior, a la etapa de evolución alcanzada y a la libre expresión o
inexpresión de las energías entrantes. Los cuatro agentes de distribución de
energía son:
1.El
vehículo etérico,
con sus miríadas de líneas de fuerza y de energía entrante y saliente y su
respuesta a los impactos de la energía proveniente del medio ambiente, como
también del hombre espiritual interno y sus cuerpos sutiles, compenetra todo el
cuerpo físico. En él se hallan los siete centros como puntos focales de
recepción y distribución; son los receptores de siete tipos de energía, y las
distribuyen por todo el pequeño sistema humano.
2.El
sistema nervioso
y sus diversas y entrelazadas directivas. Es una red relativamente tangible de
energías y fuerzas, expresión externa de la red interna, vital y dinámica del
cuerpo etérico y los millones de nadis o el prototipo de los nervios que
subyacen en el cuerpo sustancial. Esos nervios y plexos y sus innumerables ramificaciones
son los aspectos negativos de las energías positivas que condicionan o tratan
de condicionar al hombre.
3.El
sistema endocrino
es la tangible y exotérica expresión de la actividad del cuerpo vital y sus
siete centros. Los siete centros de fuerza se encuentran en la misma zona en
que están localizadas las siete glándulas principales, y cada centro de fuerza provee, de acuerdo a la
enseñanza esotérica, el poder y la vida de la correspondiente glándula que, en
realidad, es su exteriorización.
Centros Glándulas
Centro coronario Glándula
pineal
Centro ajna Cuerpo
pituitario
Centro laríngeo Glándula
tiroides
Centro cardiaco Glándula
timo
Centro plexo solar Páncreas
Centro sacro Gónadas
Centro sacro Gónadas
Centro en la base de la columna
vertebral Glándulas
adrenales
Estos
tres sistemas están muy estrechamente relacionados y constituyen directivas de
energías y fuerzas entrelazadas, esencialmente vitales, energéticas, dinámicas
y creadoras, siendo básicamente interdependientes, y de ellas depende toda la
salud interna del organismo físico. Responden primero a cualquiera de los dos
cuerpos (emocional o mental), luego a la personalidad integrada y su rayo, y
finalmente al rayo del alma, cuando comienza a asumir el control. Son en
realidad responsables de la construcción del cuerpo físico y -después del
nacimiento- condicionan su cualidad sicológica, y esto a su vez produce el
desarrollo del hombre físico. También son los agentes de los tres aspectos
divinos de toda manifestación: vida-cualidad-apariencia
4.La
corriente sanguínea.
Portadora del principio vida y de las energías y fuerzas combinadas de los tres
sistemas mencionados. Esta idea será algo novedosa para el ortodoxo. La
relación del sistema circulatorio de la sangre con el sistema nervioso, no ha
sido aun adecuadamente investigada por la medicina moderna. Sin embargo, mucho
se ha realizado para relacionar al sistema glandular con la sangre.
Únicamente
cuando estos cuatro sistemas interrelacionados sean considerados como un todo
integrado y como cuatro aspectos de un sistema vital circulatorio, emergerá la
verdad. Sólo cuando sean reconocidos como los cuatro agentes principales
distribuidores de los rayos combinados del hombre individual se captará la verdadera
naturaleza del fenómeno material. Podría agregar aquí que:
1.
El
vehículo etérico, desde el ángulo circulatorio, es regido por la Luna, cuando
vela a Vulcano.
2.
El
sistema nervioso está regido por Venus.
3.
El
sistema endocrino está regido por Saturno.
4.
La
corriente sanguínea está regida por Neptuno.
Estos cuatro sistemas son en realidad la
manifestación de los cuatro aspectos de la materia en su expresión inferior o
estrictamente física. Hay otros aspectos de expresión de la sustancia fundamental,
pero estos cuatro son los de mayor importancia.
Cada
uno de ellos es esencialmente dual, y cada dualidad corresponde al rayo del
alma o al de la personalidad, por lo tanto cada uno es positivo y negativo, y
pueden ser descritos como una unidad de resistente fuerza y de energía
dinámica; cada uno es una combinación de ciertos aspectos de la materia y de
la sustancia, siendo la materia el aspecto relativamente estático y la
sustancia el agente relativamente fluido que la dota de cualidad. Su
interacción, relación y función unificadas, constituyen la expresión del
Principio de la Vida una, y cuando han alcanzado un punto de fusión perfecta,
síntesis o actividad coordinada, entonces aparece “esa vida más abundante” de
que Cristo hablara y de la cual nada sabemos. Los cuatro aspectos de la materia
constituyen también la analogía de los cuatro atributos divinos, lo mismo que
de los tres aspectos divinos.
La analogía de este dualismo básico de toda la
manifestación también se mantiene, constituyendo así el nueve de la iniciación
-los tres, los cuatro y los dos. Esta analogía del proceso iniciático es sin
embargo lo opuesto, porque significa iniciación en el tercer aspecto creador,
el aspecto materia y el mundo de la actividad inteligente. No es iniciación en
el segundo aspecto o aspecto alma, como sucede con las iniciaciones
jerárquicas, para las cuales el discípulo se prepara. Es la iniciación del alma
en la experiencia de la encarnación física, en la existencia del plano físico
y en el arte de funcionar como ser humano. La puerta que conduce a esta
experiencia es el “Portal de Cáncer”. La iniciación en el reino de Dios se hace
a través del “Portal de Capricornio”. Estos cuatro atributos y los tres
aspectos de la materia, más su actividad dual, son la analogía de los cuatro
aspectos de la personalidad y de la Tríada espiritual y su dual relación
activa. En esta declaración se halla oculta la clave de la liberación.
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