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viernes, 25 de julio de 2014

CENTROS: LOS CENTROS DE FUERZA Y EL FUEGO SERPENTINO 2ª Parte (C.W. Leadbeater)


CENTROS: LOS CENTROS DE FUERZA Y EL FUEGO SERPENTINO 2ª Parte (C.W. Leadbeater)
(Force-Centres and The Serpent-Fire, 1910)

EL FUEGO SERPENTINO



YA sabemos que esta ígnea serpiente, llamada en sánscrito kundalini, es la manifestación física de una de las grandes fuerzas del universo, una de las energías del Logos. También sabemos que la electricidad es otra energía del Logos, en sus diversas modalidades de calor, luz y movimiento. Otra energía del Logos es la vitalidad llamada prana  que no puede transmutarse en ninguna de las antes mencionadas modalidades energéticas. Por lo tanto, cabe decir que la vitalidad y la electricidad son los extremos inferiores de dos corrientes de energía del Logos.

La serpiente ígnea o kundalini puede considerarse como el extremo también inferior de otra corriente del Logos, como la manifestación en el plano físico de otro de los múltiples aspectos de su poder.

Al igual que el prana o vitalidad, el kundalini existe en todos los planos conocidos; pero sólo trataremos de su expresión en la materia etérea. No puede transmutarse en vitalidad ni en electricidad, y ni una ni otra de ambas parecen afectarla. Yo he visto un cuerpo humano cargado nada menos que con 1.250.000 voltios, de suerte que al extender el brazo hacia la pared brotaban llamas de sus dedos sin molestia alguna, y a pesar de ser tan enorme el potencial eléctrico, no produjo efecto alguno en la serpiente ígnea.

La Voz del Silencio llama al kundalini "fuerza ígnea" y "madre del mundo". Por extraños que parezcan estos nombres están justificados, porque en verdad es como fuego líquido que fluye por el cuerpo en dirección espiral a modo de movimiento serpentino. En cuanto al nombre de "madre del mundo" se le da porque activa nuestros diversos vehículos, de suerte que se nos  abren uno tras otro los mundos superiores.

En el cuerpo del hombre, está localizada la serpiente ígnea en la base del espinazo, según ya dijimos; pero en el hombre vulgar permanece latente y dormida durante toda la existencia terrena; y en verdad vale más dejarla dormir hasta que la moralidad del hombre llegue a suficiente nivel y su voluntad sea lo bastante recia para gobernarla y sus pensamientos de sobra puros para arrostrar sin peligro su actualización. Nadie ose jugar. Conviene advertir que por grande que sea el potencial eléctrico no perjudica al cuerpo humano con tal que esté absolutamente aislado; pero el más leve contacto con un objeto lo electrocutaría al instante. N. del T. esta ígnea fuerza sin concretas instrucciones de un maestro experto en su manejo, porque entraña gravísimos peligros, algunos de ellos de índole física, y su desgobernada actuación produce íntimos dolores, desgarra los tejidos y aun puede ocasionar la muerte. Sin embargo, este es el menor mal resultante de su imprudente operación, pues también puede estropear los vehículos superiores.

Uno de los más frecuentes efectos de la prematura actualización de la serpiente ígnea es que entonces fluye cuerpo abajo en vez de cuerpo arriba, excitando con ello groserísimas pasiones, con tal intensidad que no le cabe al hombre resistirlas porque se ha puesto en acción una fuerza contra la cual está tan perdido como el nadador ante las fauces de un tiburón. Tales son los sátiros y monstruos de depravación que se hallan entre las garras de una fuerza incomparablemente superior a toda humana resistencia. Acaso adquieran algunos poderes supernormales; pero les pondrán en contacto con un bajo orden de evolución incompatible con la humana, y para emanciparse de tan horrible esclavitud necesitarán más de una encarnación. En verdad que no exagero el horror de semejante estado, como acaso hiciera quien de oídas lo contara sin testimonio personal. Yo mismo he tratado a individuos sujetos a tan espantosa suerte, y con mis propios ojos vi lo que les sucedía. Hay una escuela de magia negra que adrede emplea siniestramente el kundalini con objeto de vivificar los bajos centros dinámicos que jamás emplean los discípulos de la Buena Ley.

Aparte de este peligro capital, entraña otros muchos de siniestra índole la prematura actualización de la serpiente ígnea, porque intensifica en general la naturaleza del hombre y estimula las malas y bajas cualidades mucho más fácilmente que las buenas.  Por ejemplo, en el cuerpo mental se despierta luego la ambición y no tarda en hincharse extraordinariamente. Cabe en lo posible que también despierte poderoso talento, pero irá acompañado de un orgullo satánico como no se concibe en el hombre vulgar. No presuma el hombre de poder habérselas con toda fuerza que en su cuerpo se levante, porque la serpiente ígnea no es una fuerza ordinaria, sino algo irresistible. Desde luego que ningún inexperto debe intentar siquiera despertarla, y si por acaso la despertara algún accidente, ha de consultar enseguida con un entendido en la cuestión.

Echará de ver el lector que de propósito he omitido la explicación del modo de actualizar la serpiente ígnea ni tampoco señalé el orden en que una vez actualizada pasa por los diversos centros dinámicos, pues no puede intentarse en modo alguno sin expreso mandato del Maestro, quien cuidará de su discípulo durante las diversas etapas del experimento. Solemnemente prevengo a todos los estudiantes contra cualquier conato en el sentido de despertar esta tremendísima fuerza sin adecuada tutela, porque yo mismo he presenciado muchos casos de las terribles consecuencias de una ignorante y mal aconsejada intromisión en estas gravísimas materias. La fuerza ígnea es una tremenda realidad, uno de los fenómenos capitales de la naturaleza, y no es cosa de juego ni que se pueda manejar a la ligera, sino tan peligrosa en manos inexpertas como en las de un niño la dinamita.

Verdaderamente se ha dicho de ella: "Libera, a los yoguis y esclaviza a los insensatos."

En cuestiones como ésta, se figuran algunos estudiantes que habrá para ellos particular excepción de las leyes naturales o que la especial intervención de la Providencia les librará de los efectos de su locura. Seguramente que no sucederá nada de esto, y quien insensatamente provoque una explosión es muy fácil que resulte su primera víctima. Muchas tribulaciones y desengaños se ahorrarían los estudiantes si comprendieran que en todo cuanto con el ocultismo se relaciona significamos exacta y literalmente lo que decimos, y que es aplicable a todos los casos sin excepción. Las leyes capitales del universo no conocen el favoritismo.

Muchos desean ensayar el mayor número posible de experimentos porque se creen aptos para recibir las más elevadas enseñanzas y adelantar cuanto quiera en su desarrollo; pero pocos se resignan a ir mejorando pacientemente su carácter, a dedicar tiempo y trabajo a una labor útil a la Sociedad, y esperar a que un Maestro le advierta que ya está en disposición de recibir cuanto otros anhelan. No pierde su perpetua oportunidad el viejo aforismo: "Buscad primero el reino de Dios y su justicia, y lo demás se os dará por añadidura."

Hay casos, en que el fuego brota espontáneamente y se nota un pesado ardor; y otros casos, aunque raros, en que se actualiza por sí mismo. En este último caso arriesga ocasionar mucho dolor porque los centros dinámicos no están dispuestos a su paso y habría de abrírselo quemando gran parte de tegumento etéreo con el consiguiente dolor.

Cuando la serpiente ígnea despierta de por sí o accidentalmente, suele precipitarse por el interior de la columna vertebral en vez de seguir la dirección serpentina en que el ocultista está acostumbrado a guiarla. Si es posible, ha de ponerse en obra la voluntad para detener el flujo ígneo; pero si no es posible, como suele ocurrir, tampoco hay que alarmarse, porque probablemente se escapará por la cabeza difundiéndose en el ambiente sin producir otro daño que una ligera debilidad. Lo peor que puede ocurrir es una temporánea pérdida de conciencia. El verdadero y más terrible peligro no está en que el fuego se precipite hacia arriba, sino que fluya hacia abajo e interiormente.

Respecto al desarrollo oculto, la principal función de la serpiente ígnea es que al pasar por los centros dinámicos, según dijimos, los vivifica y constituye en puerta  de tránsito entre los cuerpos físico y astral. Dice La Voz del Silencio que cuando la serpiente ígnea llega al centro dinámico de entre cejas y del todo lo vivifica, confiere al hombre la facultad de oír la voz del Maestro, que en este caso significa la voz del ego o Yo superior. El motivo de esta afirmación es que el cuerpo pituitario, en ordenada actividad, forma un perfecto enlace con el vehículo astral, de modo que por él puede recibirse toda comunicación interna.

No es esto sólo. Todos los centros dinámicos superiores se han de despertar de suerte que respondan a cualesquiera influencias de los subplanos astrales; pero este desarrollo lo adquirirá cada individuo a su debido tiempo, aunque no en la presente encarnación si es la primera vez que estudia atentamente el asunto. Algunos hindúes podrán lograrIo porque sus cuerpos son más adaptables por herencia que otros; pero la mayoría habrán de esperar toda otra ronda.

El dominio de la serpiente de fuego se ha de intentar repetidamente en cada encarnación, puesto que se renuevan los vehículos; pero lograda enteramente una vez, no cuesta gran cosa la reiteración del intento.

Conviene recordar que la serpiente ígnea actúa de distinto modo según el tipo del individuo, y así algunos verán al ego sin oír su voz. Además, la relación con el ego abarca varios grados, pues para la personalidad significa la influencia del ego y para el ego significa el poder de la mónada, mientras que para la mónada significa la consciente expresión del Logos.

No caerá fuera de propósito que exponga aquí mi experiencia individual en el asunto. Hace veinticinco años, la primera vez que residí en la India, no me esforcé en despertar el fuego ni en verdad sabía mucho acerca de él, pues opinaba que para ello era necesario haber nacido con un cuerpo físico especial que yo no poseía. Pero cierto día me insinuó un Maestro determinada clase de meditación para evocar la fuerza ígnea. Desde luego obedecí la insinuación y al cabo de tiempo obtuve éxito. Sin embargo, no me cabe duda de que el Maestro vigiló el experimento y me hubiera auxiliado en caso de peligro. Me han dicho que algunos ascetas hindúes enseñan esta práctica a sus discípulos manteniéndolos sin cesar bajo su cuidadosa vigilancia. Pero yo no conozco personalmente a ninguno ni debo tener confianza en ellos mientras no me los recomiende alguien de cuyo verdadero conocimiento esté yo convencido.

Me preguntan muchos lo que deben hacer para despertar esta fuerza  Les aconsejo que hagan lo que yo hice. Les recomiendo que se entreguen a la obra teosófica y esperen a recibir expreso mandato del Maestro, que se encargará de su desarrollo psíquico, prosiguiendo entretanto los acostumbrados ejercicios de meditación. No han de preocuparse en lo más mínimo de si lograrán dicho desarrollo en la presente o en la próxima encarnación, sino que deben considerar la materia desde el punto de vista del ego y no de la personalidad, con la absoluta certeza de que los Maestros están siempre a la mira de a quien pueden ayudar, de modo que es de todo punto imposible que nadie escape a su observación, y que indudablemente darán sus instrucciones cuando las consideren oportunas.

Nunca he oído decir que la edad del individuo ponga límite a su desarrollo psíquico mientras goce de perfecta salud, porque esta condición es necesaria a fin de que el cuerpo pueda soportar el esfuerzo, que es mucho más violento de cuanto les cupiera imaginar a quienes nunca lo intentaron.
Una vez levantada la fuerza debe gobernarse rigurosamente y pasar por los centros dinámicos en sucesión distinta para cada tipo de individuos. También es preciso que si la fuerza ha de tener eficacia se mueva de cierto modo que el Maestro explicará oportunamente.

El Velo que separa los Planos

Ya dijimos que los centros etéreos y astrales están en muy íntima correspondencia; pero entre ellos e interpenetrándolos de suerte no fácilmente descriptible hay una tupida tela compuesta de una capa de átomos físicos muy comprimidos y empapados en una peculiar modalidad de la fuerza vital. La vida divina que desciende normalmente del plano astral al físico está tonalizada de modo que pasa sin dificultad a través de esta tela, que no obstante opone infranqueable obstáculo al paso de cuantas fuerzas no pueden servirse de la materia atómica de los planos físico y astral. Esta tela es la protección proporcionada por la naturaleza para impedir la prematura comunicación entre los planos dichos, que sería seguramente perjudicial.

Esta tela o membrana no consiente que en condiciones normales recordemos con toda claridad lo que nos ha sucedido durante el sueño y también ocasiona la momentánea inconsciencia que siempre acompaña a la muerte. Sin esta misericordiosa protección, el hombre vulgar que nada sabe de la fuerza ígnea y está desprevenido para habérselas con ella, podría ser víctima de alguna entidad astral que en cualquier momento le pusiera frente a fuerzas superiores a la suya, y estaría expuesto a su constante obsesión si tratara dicha entidad de apoderarse de sus vehículos.

Desde luego se comprende que todo daño sufrido por esta membrana es realmente desastroso. De varios modos puede sobrevenir el daño, lo que nos induce a prevenirlo por cuantos medios dispongamos. Puede sobrevenir el daño por accidente o por continuada torpeza en la práctica. Una violenta conmoción en el plano astral, como, por ejemplo, un repentino y terrible espanto, puede desgarrar este delicado organismo y producir la locura.

Por supuesto que hay otros casos en que también el miedo puede ocasionar la locura.

El mismo efecto causará un violentísimo acceso de cólera, así como toda intensa emoción de índole siniestra que determine una especie de estallido en el cuerpo astral.

Los nocivos hábitos que mayor daño hacen a esta membrana protectora son: el alcohol, los narcóticos y el deliberado empeño en abrir por medio de comunicaciones espiritistas las puertas que la naturaleza mantiene cerradas. Algunos alcaloides y bebidas, sobre todo el alcohol y todos los narcóticos, incluso el tabaco, contienen ciertas materias volátiles que se transfieren del plano físico al astral.

Estas volatilizadas substancias atraviesan en contradirección los centros dinámicos y si mucho se repite este paso dañan gravemente y acaban por destruir la delicada membrana. Esta destrucción puede efectuarse de dos diferentes modos según el tipo del individuo y la proporción de los constituyentes de sus cuerpos etéreo y astral. En primer lugar, el roce de las substancias volatilizadas endurecen los átomos de la membrana de suerte que estropean grandemente su pulsación y los incapacitan para seguir vitalizados por la modalidad de energía que los cohesiona en la membrana, resultando de ello que ésta se osifica e impide la transmisión entre ambos planos físico y astral.

En los beodos habituales se observan los efectos de ambos modos de deterioro. Los afectados por el roce abrasador de las substancias volatilizadas caen en el delirium tremens, en la obsesión o en la locura. Sin embargo, son casos relativamente raros. Más frecuente es el segundo modo de deterioro cuyos resultados son la debilitación general de las facultades, que se sumen en el grosero materialismo y la brutalidad, con pérdida de todo noble sentimiento y del propio dominio. El hombre así degradado carece de dignidad, olvida todos sus deberes, no tiene concepto de sus responsabilidades, hasta el punto de que si cuando sobrio amaba a su esposa e hijos, una vez beodo no reparará en disipar en la satisfacción de su apetito el dinero que debiera invertir en el sostén de su familia. El afecto y la dignidad se desvanecieron por completo.

La segunda clase de efectos se echan de ver en los esclavos del tabaco, quienes persisten en el vicio aunque saben perfectamente bien que molesta y repugna a sus convivientes. El deterioro de la membrana se nota asimismo en que es el único hábito vicioso de que un caballero no se abstiene, aunque comprenda que ofende a los demás, demostrando con ello grave mella en la delicadeza de sentimientos.

Según dijimos, todas las impresiones que pasan del plano astral al físico o viceversa se transfieren directamente por los subplanos atómicos; pero cuando el alcohol o los narcóticos debilitan o deterioran la membrana, no sólo inficionan todas las materias atómicas sino también la materia astral de los segundo y tercero subplanos, inutilizándolas como medio transmisor, de suerte que la única comunicación remanente entre el astral y el físico es la producida por alguna fuerza del séptimo subplano astral cuya violenta vibración halla respuesta en el físico. Y sabido es que en el séptimo subplano astral sólo hay repulsivas y malignas influencias.

Pero aunque la naturaleza tome tales precauciones para proteger los centros dinámicos, no pretende en modo alguno que siempre estén vigorosamente cerrados. Hay un medio a propósito para abrirlos. Acaso fuera más exacto decir que la intención de la naturaleza no es que las puertas se abran más de lo que están en su actual posición, sino que el hombre debe perfeccionarse hasta el punto de aumentar el flujo que pasa por la puerta según ya está.

También el té y el café contienen estas materias, aunque en cantidad tan infinitesimal que es necesario abusar mucho para sentir sus  efectos.

Sin embargo, la conciencia del hombre ordinario no puede utilizar materia atómica pura en el cuerpo físico ni el astral; y por lo tanto, en condiciones normales es incapaz de establecer a voluntad comunicación consciente entre ambos planos. El procedimiento adecuado para lograrlo es purificar los vehículos astral y físico hasta que se vivifique por completo su materia atómica, de modo que sirvan de medio transmisor a las comunicaciones entre ambos. Entonces la membrana mantiene en el más alto grado su posición y actividad, y ya no es un obstáculo para la perfecta comunicación, al propio tiempo que continúa impidiendo el contacto entre los subplanos inferiores que darían paso a todo linaje de siniestras influencias.

Por estas razones aconsejamos siempre al estudiante que no provoque sino que espere el desarrollo de las facultades psíquicas hasta que en el natural curso de los acontecimientos las reciba en consecuencia del desarrollo de su carácter, como seguramente las recibirá según se infiere del estudio de los centros de fuerza.


Esta es la evolución natural; este es el único medio positivamente seguro para obtener todos los beneficios y evitar todos los peligros. Este es el Sendero que nuestros Maestros hollaron en el pasado, y por lo tanto es hoy nuestro sendero.

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