CENTROS:
LOS CENTROS DE FUERZA Y EL FUEGO SERPENTINO 2ª Parte (C.W. Leadbeater)
(Force-Centres and The Serpent-Fire,
1910)
EL
FUEGO SERPENTINO
YA
sabemos que esta ígnea serpiente, llamada en sánscrito kundalini, es la
manifestación física de una de las grandes fuerzas del universo, una de las
energías del Logos. También sabemos que la electricidad es otra energía del
Logos, en sus diversas modalidades de calor, luz y movimiento. Otra energía del
Logos es la vitalidad llamada prana que
no puede transmutarse en ninguna de las antes mencionadas modalidades
energéticas. Por lo tanto, cabe decir que la vitalidad y la electricidad son
los extremos inferiores de dos corrientes de energía del Logos.
La
serpiente ígnea o kundalini puede considerarse como el extremo también inferior
de otra corriente del Logos, como la manifestación en el plano físico de otro
de los múltiples aspectos de su poder.
Al igual que
el prana o vitalidad, el kundalini existe en todos los planos conocidos; pero
sólo trataremos de su expresión en la materia etérea. No puede transmutarse en
vitalidad ni en electricidad, y ni una ni otra de ambas parecen afectarla. Yo
he visto un cuerpo humano cargado nada menos que con 1.250.000 voltios, de
suerte que al extender el brazo hacia la pared brotaban llamas de sus dedos sin
molestia alguna, y a pesar de ser tan enorme el potencial eléctrico, no
produjo efecto alguno en la serpiente ígnea.
La Voz
del Silencio llama al kundalini "fuerza ígnea" y "madre del
mundo". Por extraños que parezcan estos nombres están justificados, porque
en verdad es como fuego líquido que fluye por el cuerpo en dirección espiral a
modo de movimiento serpentino. En cuanto al nombre de "madre del
mundo" se le da porque activa nuestros diversos vehículos, de suerte que
se nos abren uno tras otro los mundos
superiores.
En el
cuerpo del hombre, está localizada la serpiente ígnea en la base del espinazo,
según ya dijimos; pero en el hombre vulgar permanece latente y dormida durante
toda la existencia terrena; y en verdad vale más dejarla dormir hasta que la
moralidad del hombre llegue a suficiente nivel y su voluntad sea lo bastante
recia para gobernarla y sus pensamientos de sobra puros para arrostrar sin
peligro su actualización. Nadie ose jugar. Conviene advertir que por grande que
sea el potencial eléctrico no perjudica al cuerpo humano con tal que esté
absolutamente aislado; pero el más leve contacto con un objeto lo
electrocutaría al instante. N. del T. esta ígnea fuerza sin concretas
instrucciones de un maestro experto en su manejo, porque entraña gravísimos
peligros, algunos de ellos de índole física, y su desgobernada actuación
produce íntimos dolores, desgarra los tejidos y aun puede ocasionar la muerte.
Sin embargo, este es el menor mal resultante de su imprudente operación, pues
también puede estropear los vehículos superiores.
Uno de
los más frecuentes efectos de la prematura actualización de la serpiente ígnea
es que entonces fluye cuerpo abajo en vez de cuerpo arriba, excitando con ello
groserísimas pasiones, con tal intensidad que no le cabe al hombre resistirlas
porque se ha puesto en acción una fuerza contra la cual está tan perdido como
el nadador ante las fauces de un tiburón. Tales son los sátiros y monstruos de
depravación que se hallan entre las garras de una fuerza incomparablemente
superior a toda humana resistencia. Acaso adquieran algunos poderes
supernormales; pero les pondrán en contacto con un bajo orden de evolución
incompatible con la humana, y para emanciparse de tan horrible esclavitud
necesitarán más de una encarnación. En verdad que no exagero el horror de
semejante estado, como acaso hiciera quien de oídas lo contara sin testimonio
personal. Yo mismo he tratado a individuos sujetos a tan espantosa suerte, y
con mis propios ojos vi lo que les sucedía. Hay una escuela de magia negra que
adrede emplea siniestramente el kundalini con objeto de vivificar los bajos
centros dinámicos que jamás emplean los discípulos de la Buena Ley.
Aparte de
este peligro capital, entraña otros muchos de siniestra índole la prematura
actualización de la serpiente ígnea, porque intensifica en general la
naturaleza del hombre y estimula las malas y bajas cualidades mucho más
fácilmente que las buenas. Por ejemplo,
en el cuerpo mental se despierta luego la ambición y no tarda en hincharse
extraordinariamente. Cabe en lo posible que también despierte poderoso talento,
pero irá acompañado de un orgullo satánico como no se concibe en el hombre
vulgar. No presuma el hombre de poder habérselas con toda fuerza que en su
cuerpo se levante, porque la serpiente ígnea no es una fuerza ordinaria, sino
algo irresistible. Desde luego que ningún inexperto debe intentar siquiera
despertarla, y si por acaso la despertara algún accidente, ha de consultar
enseguida con un entendido en la cuestión.
Echará de
ver el lector que de propósito he omitido la explicación del modo de actualizar
la serpiente ígnea ni tampoco señalé el orden en que una vez actualizada pasa
por los diversos centros dinámicos, pues no puede intentarse en modo alguno sin
expreso mandato del Maestro, quien cuidará de su discípulo durante las diversas
etapas del experimento. Solemnemente prevengo a todos los estudiantes contra
cualquier conato en el sentido de despertar esta tremendísima fuerza sin
adecuada tutela, porque yo mismo he presenciado muchos casos de las terribles
consecuencias de una ignorante y mal aconsejada intromisión en estas gravísimas
materias. La fuerza ígnea es una tremenda realidad, uno de los fenómenos
capitales de la naturaleza, y no es cosa de juego ni que se pueda manejar a la
ligera, sino tan peligrosa en manos inexpertas como en las de un niño la
dinamita.
Verdaderamente
se ha dicho de ella: "Libera, a los yoguis y esclaviza a los
insensatos."
En
cuestiones como ésta, se figuran algunos estudiantes que habrá para ellos
particular excepción de las leyes naturales o que la especial intervención de
la Providencia les librará de los efectos de su locura. Seguramente que no
sucederá nada de esto, y quien insensatamente provoque una explosión es muy
fácil que resulte su primera víctima. Muchas tribulaciones y desengaños se
ahorrarían los estudiantes si comprendieran que en todo cuanto con el ocultismo
se relaciona significamos exacta y literalmente lo que decimos, y que es
aplicable a todos los casos sin excepción. Las leyes capitales del universo no
conocen el favoritismo.
Muchos
desean ensayar el mayor número posible de experimentos porque se creen aptos
para recibir las más elevadas enseñanzas y adelantar cuanto quiera en su
desarrollo; pero pocos se resignan a ir mejorando pacientemente su carácter, a
dedicar tiempo y trabajo a una labor útil a la Sociedad, y esperar a que un
Maestro le advierta que ya está en disposición de recibir cuanto otros anhelan.
No pierde su perpetua oportunidad el viejo aforismo: "Buscad primero el
reino de Dios y su justicia, y lo demás se os dará por añadidura."
Hay
casos, en que el fuego brota espontáneamente y se nota un pesado ardor; y otros
casos, aunque raros, en que se actualiza por sí mismo. En este último caso
arriesga ocasionar mucho dolor porque los centros dinámicos no están dispuestos
a su paso y habría de abrírselo quemando gran parte de tegumento etéreo con el
consiguiente dolor.
Cuando la
serpiente ígnea despierta de por sí o accidentalmente, suele precipitarse por
el interior de la columna vertebral en vez de seguir la dirección serpentina en
que el ocultista está acostumbrado a guiarla. Si es posible, ha de ponerse en
obra la voluntad para detener el flujo ígneo; pero si no es posible, como suele
ocurrir, tampoco hay que alarmarse, porque probablemente se escapará por la
cabeza difundiéndose en el ambiente sin producir otro daño que una ligera
debilidad. Lo peor que puede ocurrir es una temporánea pérdida de conciencia.
El verdadero y más terrible peligro no está en que el fuego se precipite hacia
arriba, sino que fluya hacia abajo e interiormente.
Respecto
al desarrollo oculto, la principal función de la serpiente ígnea es que al
pasar por los centros dinámicos, según dijimos, los vivifica y constituye en
puerta de tránsito entre los cuerpos
físico y astral. Dice La Voz del Silencio que cuando la serpiente ígnea llega
al centro dinámico de entre cejas y del todo lo vivifica, confiere al hombre la
facultad de oír la voz del Maestro, que en este caso significa la voz del ego o
Yo superior. El motivo de esta afirmación es que el cuerpo pituitario, en
ordenada actividad, forma un perfecto enlace con el vehículo astral, de modo
que por él puede recibirse toda comunicación interna.
No es
esto sólo. Todos los centros dinámicos superiores se han de despertar de suerte
que respondan a cualesquiera influencias de los subplanos astrales; pero este
desarrollo lo adquirirá cada individuo a su debido tiempo, aunque no en la
presente encarnación si es la primera vez que estudia atentamente el asunto.
Algunos hindúes podrán lograrIo porque sus cuerpos son más adaptables por
herencia que otros; pero la mayoría habrán de esperar toda otra ronda.
El
dominio de la serpiente de fuego se ha de intentar repetidamente en cada
encarnación, puesto que se renuevan los vehículos; pero lograda enteramente una
vez, no cuesta gran cosa la reiteración del intento.
Conviene
recordar que la serpiente ígnea actúa de distinto modo según el tipo del
individuo, y así algunos verán al ego sin oír su voz. Además, la relación con
el ego abarca varios grados, pues para la personalidad significa la influencia
del ego y para el ego significa el poder de la mónada, mientras que para la
mónada significa la consciente expresión del Logos.
No caerá
fuera de propósito que exponga aquí mi experiencia individual en el asunto.
Hace veinticinco años, la primera vez que residí en la India, no me esforcé en
despertar el fuego ni en verdad sabía mucho acerca de él, pues opinaba que para
ello era necesario haber nacido con un cuerpo físico especial que yo no poseía.
Pero cierto día me insinuó un Maestro determinada clase de meditación para
evocar la fuerza ígnea. Desde luego obedecí la insinuación y al cabo de tiempo
obtuve éxito. Sin embargo, no me cabe duda de que el Maestro vigiló el
experimento y me hubiera auxiliado en caso de peligro. Me han dicho que algunos
ascetas hindúes enseñan esta práctica a sus discípulos manteniéndolos sin cesar
bajo su cuidadosa vigilancia. Pero yo no conozco personalmente a ninguno ni
debo tener confianza en ellos mientras no me los recomiende alguien de cuyo
verdadero conocimiento esté yo convencido.
Me
preguntan muchos lo que deben hacer para despertar esta fuerza Les aconsejo que hagan lo que yo hice. Les
recomiendo que se entreguen a la obra teosófica y esperen a recibir expreso
mandato del Maestro, que se encargará de su desarrollo psíquico, prosiguiendo
entretanto los acostumbrados ejercicios de meditación. No han de preocuparse en
lo más mínimo de si lograrán dicho desarrollo en la presente o en la próxima encarnación,
sino que deben considerar la materia desde el punto de vista del ego y no de la
personalidad, con la absoluta certeza de que los Maestros están siempre a la
mira de a quien pueden ayudar, de modo que es de todo punto imposible que nadie
escape a su observación, y que indudablemente darán sus instrucciones cuando
las consideren oportunas.
Nunca he
oído decir que la edad del individuo ponga límite a su desarrollo psíquico
mientras goce de perfecta salud, porque esta condición es necesaria a fin de
que el cuerpo pueda soportar el esfuerzo, que es mucho más violento de cuanto
les cupiera imaginar a quienes nunca lo intentaron.
Una vez
levantada la fuerza debe gobernarse rigurosamente y pasar por los centros
dinámicos en sucesión distinta para cada tipo de individuos. También es preciso
que si la fuerza ha de tener eficacia se mueva de cierto modo que el Maestro
explicará oportunamente.
El
Velo que separa los Planos
Ya
dijimos que los centros etéreos y astrales están en muy íntima correspondencia;
pero entre ellos e interpenetrándolos de suerte no fácilmente descriptible hay
una tupida tela compuesta de una capa de átomos físicos muy comprimidos y
empapados en una peculiar modalidad de la fuerza vital. La vida divina que
desciende normalmente del plano astral al físico está tonalizada de modo que
pasa sin dificultad a través de esta tela, que no obstante opone infranqueable
obstáculo al paso de cuantas fuerzas no pueden servirse de la materia atómica
de los planos físico y astral. Esta tela es la protección proporcionada por la
naturaleza para impedir la prematura comunicación entre los planos dichos, que
sería seguramente perjudicial.
Esta tela
o membrana no consiente que en condiciones normales recordemos con toda
claridad lo que nos ha sucedido durante el sueño y también ocasiona la
momentánea inconsciencia que siempre acompaña a la muerte. Sin esta
misericordiosa protección, el hombre vulgar que nada sabe de la fuerza ígnea y
está desprevenido para habérselas con ella, podría ser víctima de alguna
entidad astral que en cualquier momento le pusiera frente a fuerzas superiores
a la suya, y estaría expuesto a su constante obsesión si tratara dicha entidad
de apoderarse de sus vehículos.
Desde
luego se comprende que todo daño sufrido por esta membrana es realmente
desastroso. De varios modos puede sobrevenir el daño, lo que nos induce a
prevenirlo por cuantos medios dispongamos. Puede sobrevenir el daño por
accidente o por continuada torpeza en la práctica. Una violenta conmoción en el
plano astral, como, por ejemplo, un repentino y terrible espanto, puede
desgarrar este delicado organismo y producir la locura.
Por
supuesto que hay otros casos en que también el miedo puede ocasionar la locura.
El mismo
efecto causará un violentísimo acceso de cólera, así como toda intensa emoción
de índole siniestra que determine una especie de estallido en el cuerpo astral.
Los
nocivos hábitos que mayor daño hacen a esta membrana protectora son: el
alcohol, los narcóticos y el deliberado empeño en abrir por medio de
comunicaciones espiritistas las puertas que la naturaleza mantiene cerradas.
Algunos alcaloides y bebidas, sobre todo el alcohol y todos los narcóticos,
incluso el tabaco, contienen ciertas materias volátiles que se transfieren del
plano físico al astral.
Estas
volatilizadas substancias atraviesan en contradirección los centros dinámicos y
si mucho se repite este paso dañan gravemente y acaban por destruir la delicada
membrana. Esta destrucción puede efectuarse de dos diferentes modos según el
tipo del individuo y la proporción de los constituyentes de sus cuerpos etéreo
y astral. En primer lugar, el roce de las substancias volatilizadas endurecen
los átomos de la membrana de suerte que estropean grandemente su pulsación y
los incapacitan para seguir vitalizados por la modalidad de energía que los
cohesiona en la membrana, resultando de ello que ésta se osifica e impide la
transmisión entre ambos planos físico y astral.
En los
beodos habituales se observan los efectos de ambos modos de deterioro. Los
afectados por el roce abrasador de las substancias volatilizadas caen en el
delirium tremens, en la obsesión o en la locura. Sin embargo, son casos
relativamente raros. Más frecuente es el segundo modo de deterioro cuyos
resultados son la debilitación general de las facultades, que se sumen en el
grosero materialismo y la brutalidad, con pérdida de todo noble sentimiento y
del propio dominio. El hombre así degradado carece de dignidad, olvida todos
sus deberes, no tiene concepto de sus responsabilidades, hasta el punto de que
si cuando sobrio amaba a su esposa e hijos, una vez beodo no reparará en
disipar en la satisfacción de su apetito el dinero que debiera invertir en el
sostén de su familia. El afecto y la dignidad se desvanecieron por completo.
La
segunda clase de efectos se echan de ver en los esclavos del tabaco, quienes
persisten en el vicio aunque saben perfectamente bien que molesta y repugna a
sus convivientes. El deterioro de la membrana se nota asimismo en que es el
único hábito vicioso de que un caballero no se abstiene, aunque comprenda que
ofende a los demás, demostrando con ello grave mella en la delicadeza de
sentimientos.
Según
dijimos, todas las impresiones que pasan del plano astral al físico o viceversa
se transfieren directamente por los subplanos atómicos; pero cuando el alcohol
o los narcóticos debilitan o deterioran la membrana, no sólo inficionan todas
las materias atómicas sino también la materia astral de los segundo y tercero
subplanos, inutilizándolas como medio transmisor, de suerte que la única
comunicación remanente entre el astral y el físico es la producida por alguna
fuerza del séptimo subplano astral cuya violenta vibración halla respuesta en
el físico. Y sabido es que en el séptimo subplano astral sólo hay repulsivas y
malignas influencias.
Pero
aunque la naturaleza tome tales precauciones para proteger los centros
dinámicos, no pretende en modo alguno que siempre estén vigorosamente cerrados.
Hay un medio a propósito para abrirlos. Acaso fuera más exacto decir que la
intención de la naturaleza no es que las puertas se abran más de lo que están
en su actual posición, sino que el hombre debe perfeccionarse hasta el punto de
aumentar el flujo que pasa por la puerta según ya está.
También
el té y el café contienen estas materias, aunque en cantidad tan infinitesimal
que es necesario abusar mucho para sentir sus
efectos.
Sin
embargo, la conciencia del hombre ordinario no puede utilizar materia atómica
pura en el cuerpo físico ni el astral; y por lo tanto, en condiciones normales
es incapaz de establecer a voluntad comunicación consciente entre ambos planos.
El procedimiento adecuado para lograrlo es purificar los vehículos astral y
físico hasta que se vivifique por completo su materia atómica, de modo que
sirvan de medio transmisor a las comunicaciones entre ambos. Entonces la
membrana mantiene en el más alto grado su posición y actividad, y ya no es un
obstáculo para la perfecta comunicación, al propio tiempo que continúa
impidiendo el contacto entre los subplanos inferiores que darían paso a todo
linaje de siniestras influencias.
Por estas
razones aconsejamos siempre al estudiante que no provoque sino que espere el
desarrollo de las facultades psíquicas hasta que en el natural curso de los
acontecimientos las reciba en consecuencia del desarrollo de su carácter, como
seguramente las recibirá según se infiere del estudio de los centros de fuerza.
Esta es
la evolución natural; este es el único medio positivamente seguro para obtener
todos los beneficios y evitar todos los peligros. Este es el Sendero que
nuestros Maestros hollaron en el pasado, y por lo tanto es hoy nuestro sendero.
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