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domingo, 8 de febrero de 2015

ENSEÑANZA (MAESTRO D.K., “EL TIBETANO”)


ENSEÑANZA  (D.K. “EL TIBETANO”)



Los iniciados reciben directamente instrucciones de los Maestros o de algunos de los grandes devas o ángeles. Estas enseñanzas se imparten generalmente por la noche, en clases poco numerosas o, si la ocasión lo justifica, individualmente en el estudio particular del Maestro. Lo antedicho se aplica a los iniciados encarnados o a quienes están en los planos internos. Si están en los niveles causales reciben instrucción, en cualquier momento que se considere aconsejable, directamente del Maestro al ego (alma).

A los discípulos encarnados se los instruye en grupos, en el ashrama (grupo) del Maestro, o en clases, durante la noche. Aparte de estas reuniones regulares, y con el objeto de recibir enseñanza directa  por un motivo especial, el Maestro puede llamar a Su estudio a un discípulo para una entrevista privada, o cuando quiere ver a un discípulo para alentarlo, prevenirlo o decidir si su iniciación es conveniente. La mayor parte de la tutela de un discípulo está en manos de algún iniciado o discípulo avanzado, que vigila a su hermano menor y es responsable, ante el Maestro, de su progreso, informándolo regularmente. El karma es, en gran parte, el árbitro de esta relación.  

Todos los instructores que aceptan discípulos para ser entrenados y tratan de utilizarlos en el servicio mundial, emplean el mismo método: exponen un hecho (muchas veces velado en palabra u oculto en un símbolo) dejando luego que el discípulo haga sus deducciones. De esta manera se desarrolla la facultad de discriminar, método esencial que libera al Espíritu de las ligaduras de materia y le enseña a discernir entre la ilusión y lo que ella vela.  

Hay muchas cosas contra las cuales, deben luchar los instructores de los planos internos, debido a la lentitud de los procesos mentales de estudiantes en cuerpo físico. Quienes aspiran a este difícil trabajo deben observarse a sí mismos con mucho cuidado y mantener la paz y la serenidad internas y la elasticidad mental, que les permita ser de alguna utilidad para proteger y guiar a la humanidad.  

El desasosiego de la vida diaria pide a los instructores de los niveles egoicos llegar a ustedes. Procuren permanecer serenos durante el trascurso de la vida, y obtener la calma interna en el trabajo y en el esfuerzo, en los planes y en las aspiraciones. Retráiganse constantemente en el trabajo interno, cultivando la respuesta a los planos superiores. Los Maestros necesitan un perfecto y constante aplomo interno, de parte de quienes tratan de utilizar.

El grupo de instructores con quienes pueden estar en contacto los aspirantes comunes y los discípulos en probación, en el plano mental, son hombres de pasiones similares, pero con mayor experiencia en el sendero y un autocontrol más sabio de sí mismos. No trabajan con aspirantes por sentir afecto personal, sino porque la necesidad es tan grande que buscan a quienes puedan ser entrenados. La actitud mental requerida es rápida captación, habilidad de registrarlo y no dudar hasta tener mayor conocimiento. Luego se le urge al aspirante dudar de todo.  

Cuando ha dominado de esta manera una lección, preparada, y cuando el estudiante sabe una determinada serie de lecciones, se gradúa y recibe una iniciación. El grupo que él instruye se beneficia por el paso dado, porque cada discípulo lleva consigo, en forma peculiar e indefinida, a quienes instruye. El beneficio sobre una unidad repercute en el conjunto. En forma similar el Maestro lleva consigo a Sus discípulos hacia adelante y hacia arriba.  

A la luz de su propia intuición y mente iluminada (desarrollados y llevados a la utilidad por la meditación) traten de extraer para sí ese aspecto de la enseñanza apropiada y que puede ayudarlos, interpretándola a la luz de su propio progreso y necesidad.

Los días de contacto con la personalidad, atención de la personalidad y mensajes personales, hace tiempo que han terminado, excepto en el valle de la ilusión que está en el plano astral. Estas son palabras duras, pero ningún verdadero discípulo las interpretará mal. Por su propia y profunda experiencia y lucha,  sabe que es así. Lo importante es el grupo de Maestros, la Jerarquía como un todo y su interacción con la humanidad.  

Gran parte de ellas pregonarán su condición de escuelas esotéricas, pero nada impartirán de carácter realmente esotérico. Sólo atraerán a los incrédulos y tontos. Ya existen muchas que así se desempeñan. Otras que impartirán entrenamiento esotérico y ocultista se abstendrán de promulgar toda indicación al respecto, sin embargo, proporcionarán la enseñanza necesaria. La Ciencia de la Meditación y la construcción consciente del antakarana serán las dos etapas preliminares del programa esotérico. La verdadera enseñanza sobre la meditación y construcción del puente de luz entre la Tríada y la personalidad, es la enseñanza más avanzada impartida hasta ahora.

Sin embargo, la humanidad ya está preparada para un desarrollo extremadamente rápido, y esta preparación se irá demostrando crecientemente en el período de posguerra, debiendo prepararse para ello los discípulos del mundo. Los factores que lo harán factible son dos, siendo el primero el tremendo estímulo de la guerra, sus exigencias y consecuencias, ha proporcionado a la conciencia humana, y el segundo, la entrada de almas muy avanzadas desde el año 1925, las cuales estarán preparadas para dar el entrenamiento e instrucción necesarios cuando llegue el momento propicio; poseen el conocimiento cuando vienen a la encarnación y saben, en forma normal y lógica, lo que el moderno estudiante de esoterismo está luchando por captar y comprender.  

Todo entrenamiento esotérico o espiritual, debe ser auto-aplicado, y esto es tan cierto para el Cristo, como para el más humilde aspirante.  

El verdadero educador debe ser honesto y sincero con todos los buscadores. Su tiempo (hasta donde está limitado por la ecuación tiempo en el plano físico) es demasiado valioso para desperdiciarlo en cortesías sociales o en abstenerse de criticar cuando se persigue un buen propósito. Debe confiar totalmente en la sinceridad de aquellos a quienes enseña. Censurar y señalar las fallas y los errores no siempre resulta útil, porque puede servir no sólo para aumentar la responsabilidad, provocar el antagonismo o incredulidad, o causar depresión, tres de los resultados más indeseables de la crítica.

 Los que pertenecen al rayo de la enseñanza deben aprender a enseñar enseñando. No hay método más seguro, siempre que vaya acompañado de un profundo amor personal, aunque al mismo tiempo impersonal, hacia quienes deben ser instruidos. Sobre todo quisiera señalar que se ha de inculcar el espíritu grupal, primera expresión del verdadero amor.  

La información sobre la Jerarquía debería seguir las siguientes líneas:

1. Poner el énfasis sobre la evolución de la humanidad y particular atención a su meta, la perfección. No es la perfección idealista del místico visionario, sino el control del instrumento, el hombre en encarnación, por el alma interna e influyente. Debería acrecentarse más el conocimiento de la constitución del hombre.

2. Enseñar la relación del alma individual con todas las almas y al mismo tiempo reconocer que el tan esperado reino de Dios es simplemente la aparición en la Tierra de hombres controlados por el alma, que en la vida cotidiana pasan por sus diversas etapas.

3. Por el reconocimiento de esta relación puede deducirse la realidad de la Jerarquía espiritual y acentuarse la normalidad de Su existencia. Será evidente el hecho de que el reino siempre ha estado presente, pero no reconocido, debido a que relativamente pocas personas pueden expresar aún su cualidad.

4. Cuando este reconocimiento se haya generalizado, la idea (permanentemente presente en este momento en la conciencia humana en todas partes) y el buen sentido, testimoniarán la realidad de la Presencia de Quienes alcanzaron la meta; la demostración de Su divinidad será considerada normal, constituyendo un objetivo universal y es la garantía de la realización futura de la humanidad; entonces podrán ser demostrados los distintos grados de la divina expresión, abarcando desde el discípulo en probación, a través de los discípulos, hasta Quienes lograron la maestría y ascendieron hasta el Cristo, incluyéndolo.

5. Así, gradualmente, la idea o el concepto sobre la existencia corpórea de los Maestros, será inculcado y paulatinamente será aceptado; se desarrollará una nueva actitud hacia el Cristo que incluirá todo lo mejor que el pasado nos ha dado, pero que integrará a los hombres para que consideren en forma más sensata y aceptable todo el problema.

6. Llegará el momento en que se aceptará la presencia en la Tierra del Cristo como Guía de la Jerarquía y Regente del reino de Dios; los hombres comprenderán también la verdad de la actual afirmación revolucionaria de que en ningún momento Él la ha dejado.

7. Se pondrá también acrecentadamente el énfasis sobre el Plan en desarrollo, y los hombres tendrán que reconocerlo por el estudio de la evolución de la familia humana, la detenida consideración de los procesos históricos y el análisis comparativo de antiguas y modernas civilizaciones y culturas. El hilo del propósito será observado y seguido siglo tras siglo, integrando no sólo la historia de un solo y completo relato de la revelación de las cualidades divinas por intermedio de la humanidad, sino integrando con ella y en ella, todas las filosofías mundiales, el tema central de todo arte creador y el simbolismo de la arquitectura y de las conclusiones de la ciencia.  

En realidad, la humanidad nunca ha vivido de acuerdo a la enseñanza dada. La impresión espiritual impartida por el Cristo, el Buda o Krishna (transmitida a la masa por sus discípulos), no ha sido expresada como se esperaba. Los hombres no viven de acuerdo a lo que ya saben; tampoco utilizan en forma práctica la información que poseen; su luz está en cortocircuito; no se disciplinan; los controla el deseo codicioso y la ambición ilegal, y no el conocimiento interno.

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