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jueves, 16 de septiembre de 2021

LA EDAD DE LOS DISCÍPULOS D.K. Los Años de Oportunidad


Los Años de Oportunidad 

 



Sin embargo, durante un período de la vida o encarnación, gran parte de la atención se centra necesariamente en el actual punto de percepción, el mundo del esfuerzo y la demanda diarios. Con que gusto entonces, los discípulos deberían darle la bienvenida a la llegada de ese período al que generalmente se conoce como “vejez” y que en la mente de los hombres está vinculado con la limitación. Aquí, en este período de “la vejez”, comienzan a darse los años de oportunidad. Estos son años en los que el discípulo es libre de llevar su programa de entrenamiento a un nivel superior, de centrar su percepción de la conciencia mucho más permanentemente fuera de las necesidades inmediatas. Ahora es la época en que los deberes externos, los compromisos e intereses, son las expresiones temporales de una vida llevada conscientemente más allá (¿o será por encima o hacia adentro?) de estas obligaciones limitantes.

 

Las palabras poco importan. El hecho es que el alma entra en sí misma. Es libre para dominar (con muy poca interrupción) sus vehículos tan cuidadosamente integrados; para inundarlos con vida divina, duradera y eterna a medida que demuestra su realidad por medio de la apariencia fenoménica.

 

Estos no son conceptos poéticos que expresan la forma en que la juventud percibe una vejez idealizada. Representan la verdadera experiencia de un estudiante que ha caminado el Sendero durante un largo período en la vida y ahora enfrenta esos aparentemente desolados años que piden a gritos ser explotados por su riqueza espiritual.

 

El Tibetano dice rotunda y categóricamente que la fatiga física no necesariamente incapacita, de manera alguna, la utilidad del discípulo, ya que ellos tienen una curiosa capacidad para continuar con su trabajo sin importar lo que pueda ocurrirles físicamente. Ellos aprenden a vivir con discapacidades físicas, en condiciones adversas, y aun así mantienen su trabajo en un alto nivel.

 

Parte del entrenamiento de un discípulo consiste en aprender a sintonizar, reconocer y precipitar esas ideas divinas emergentes con las cuales la Jerarquía aspira sembrar el pensamiento de la humanidad. Luego, estas deben traducirse en los conceptos que condicionarán el pensamiento humano en el próximo ciclo. Esa labor exige un entrenado sentido de sincronización, la capacidad para abstenerse de la acción precipitada o prematura. Esto ilumina claramente la oportunidad presentada a los discípulos “mayores” que se han entrenado a sí mismos en la paciencia y han aprendido a través de la experiencia lo engañosos que son los valores del tiempo que condicionan mucha parte de la acción externa.

 

En su libro El Discipulado en la Nueva Era, Vol. II, págs. 433-4 (Ed. Sirio), el Tibetano expone con gran claridad las razones por las cuales un discípulo debe continuar su trabajo en las últimas etapas de una encarnación, avanzando “a pesar de la fatiga y del creciente ‘crujir’ del mecanismo humano”. Simplificando, estas razones son:

 

Debe esforzarse por continuar el mismo ritmo de servicio y de vida fructífera cuando –libre del cuerpo físico- se encuentre más allá. No debe haber interrupción en ese servicio.

 

Debe esforzarse, hasta donde sea posible, por mantener la continuidad de su conciencia como discípulo activo, sin permitir interrupción alguna entre su actual punto de tensión y el que sobreviene después de la experiencia de la muerte.

 

Debe esforzarse por cerrar el episodio de la experiencia de esta vida, a fin de evidenciar que es miembro de un Ashrama; no debe permitir interrupción alguna en la relación establecida ni que cese la afluencia de la vida ashrámica a través del discípulo, al mundo de los hombres.Esta actividad no es fácil debido al natural y normal deterioro del vehículo físico a medida que envejece, lo cual requiere una concentración definida del esfuerzo, acrecentando así la tensión en la que vive siempre un discípulo.

 

Después de estas tres “necesidades” hay una triple declaración que define con una claridad casi cruel las alturas hacia las que los discípulos deben escalar, alturas de las que ni la edad física ni el cansancio físico deberían permitirse ser limitantes.

 

“Para cualquier discípulo en mi Ashrama”, nos dice, “el problema en este momento de crisis mundiales particularmente urgente, por las siguientes razones:

 

a. Por intermedio de mi Ashrama, que trabaja bajo la inspiración del Maestro KH, se divulgará una nueva presentación esotérica de la verdad, esto convertirá en exotérica la enseñanza más antigua.

 

b. Los discípulos en mi Ashrama tienen la doble responsabilidad de mantenerse firmes para preservar el conocimiento.Esta firmeza de ninguna manera debe abandonarse cuando la vejez se acerca, ni debe permitirle desaparecer por la transición de la misma muerte.El Maestro de un Ashrama trabaja mediante el pensamiento consciente e ininterrumpido de un grupo fusionado de discípulos.El servicio activo externo de un grupo de discípulos no es de mucha importancia (aunque tiene necesariamente un propósito vital) como el coherente e integrado pensamiento grupal, tan poderoso para efectuar cambios en la conciencia humana.

 

Leyendo estas palabras, ¿Cómo puede un discípulo mirar sus años de “vejez” de otra manera que no sea como una época de oportunidad espléndida y especializada, como un bono de tiempo para utilizarlo con gran generosidad a medida que continúa su búsqueda interminable?

 

c. El punto final de esta trilogía coloca el énfasis en los terribles reajustes en la conciencia humana “incidentales a la inauguración de una nueva cultura, civilización y religión mundiales” y enfatiza la oportunidad de preservar intacto y libre de todo deterioro su “estado mental” durante los años que restan de esta vida, a través del proceso de disolución, y así hasta la liberación en el más allá.No es una tarea fácil mantener consciente esta integridad; requiere comprensión y un esfuerzo deliberado.

 

Como si todo esto no fuera suficiente incentivo para la perseverancia, tenemos esta súplica adicional del Tibetano:

 

Les pediré que, al transcurrir la vida y al acercarse el momento eventual e inevitable de abandonar el cuerpo,  se aferren cada vez más al conocimiento que poseen de la Jerarquía y pasen al más allá totalmente consagrados al Plan jerárquico. Esto no es simplemente una sugerencia de mi parte, sino que trato de llamarles la atención sobre el concepto de la continuidad espiritual del conocimiento y de la actitud correctamente orientada. Entonces no se perderá tiempo; podrán lograr la verdadera continuidad de conciencia, pues es uno de los factores que servirá para mantener unido a este grupo de discípulos.

 

Y adicionalmente tenemos la promesa de que “Cuando el estudiante o discípulo vuelva a la encarnación, el conocimiento impartido (almacenado en el contenido del alma) estará entonces útilmente disponible”.

 

Aquí se muestra el tipo y el alcance del trabajo que los Maestros aspiran lograr a través de sus discípulos para la humanidad. Es un trabajo que pueden trazar e indicar, para el cual existe un entrenamiento disponible, pero que en último análisis, debe hacerse a través de y llevado a cabopor sus discípulos. Y sobre todo, posiblemente a través de aquellos discípulos de larga data quienes habiendo trabajado durante muchos años, están ahora en el punto en el que puede darse un cambio vital de conciencia, haciendo posible los nuevos y necesarios reconocimientos y realizaciones. Por esto debemos recordar que es el discípulo quien ha establecido un contacto utilizable con su alma (del que puede beneficiarse en cualquier momento que lo decida) y puede empezar a registrar impresiones que le lleguen directamente del Maestro.

 

Volviendo nuevamente al Maestro Tibetano, se nos dice que una de sus funciones es “introducir ideas en la mente del hombre y hacer descender al reino de las palabras ciertos conceptos que están surgiendo, de modo de comenzar a ejercer influencia en el nivel superior de los pensadores, los cuales son responsables de precipitar profundamente las ideas en la conciencia humana”.

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