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viernes, 27 de septiembre de 2013

EL CONTROL DE LA PALABRA.- D.K. "EL TIBETANO"





CONTROL DE LA PALABRA
Textos del Maestro D.K. “El Tibetano”






Se ha dicho que “el principal agente por el cual gira fenoménicamente la rueda de la naturaleza, es el sonido”, porque el sonido o palabra original pone en vibración la materia de la cual están hechas todas las formas, e inicia esa actividad que caracteriza los átomos de la sustancia.

La literatura y las escrituras de todas las naciones antiguas y las grandes religiones, dan testimonio de la eficacia del sonido en la producción en todo lo que es tangible y visible. Los indúes dicen en forma muy hermosa que “el Gran Cantor construyó los mundos, y el Universo es Su canción”. Esta es otra forma de expresar la misma idea. Si esto es comprendido y se entiende parcialmente la ciencia de este concepto, la significación de nuestras propias palabras y la emisión del sonido al hablar, constituirá casi un acontecimiento de suprema importancia.


El sonido o lenguaje y el empleo de las palabras, han sido considerados por los filósofos antiguos --y en forma acrecentada por los pensadores modernos—como los agentes más elevados que el hombre ha utilizado para moldearse a sí mismo y a su medio ambiente. El pensamiento, el lenguaje y la actividad resultante en el plano físico, forman la triplicidad que hacen del hombre lo que es y lo sitúan donde está.

El propósito del lenguaje es revestir el pensamiento y ponerlo a disposición de los demás. Cuando hablamos, evocamos un pensamiento y le damos vida, haciendo audible lo que está oculto dentro de nosotros. El lenguaje revela, y el correcto lenguaje puede crear una forma que encierre un propósito benéfico, así como el lenguaje incorrecto puede crear una forma que tenga un objetivo maligno. Sin darnos cuenta, hablamos incesante e irresponsablemente día tras día; empleamos palabras; multiplicamos sonidos, y nos rodea­mos de mundos de formas creadas por nosotros mismos. Por lo tanto es esencial pensar antes de hablar y recordar el precepto, “Antes de hablar, se debe adquirir conocimiento”. Después de pensar, seleccionemos esas correc­tas palabras que expresen el correcto pensamiento, tratando de pronunciarlas correctamente, dando el valor exacto y la verdadera cualidad de tono a cada palabra emitida.

Entonces, mediante la palabra hablada, crearemos una forma mental que corporificará la idea que tenemos en la mente. Así nuestras palabras no llevarán la discordia, sino que agregarán su parte a ese gran acorde armoni­zador o palabra unificadora, cuya pronunciación es finalmente función del género humano. El lenguaje incorrecto separa, y es interesante tener presente que la palabra, el símbolo de la unidad, es divina, mientras que el lenguaje, en sus numerosas diversificaciones, es humano.

A medida que prosigue la evolución y la familia humana se eleva a su verdadera posición, en el gran plan del universo, será cultivado cada vez más el lenguaje exacto y correcto, porque pensaremos antes de hablar o, como ha dicho un gran instructor, “por la meditación rectificaremos los errores del lenguaje incorrecto”, siendo más evidente la significación de las palabras-for­mas, de los verdaderos y correctos sonidos y de la cualidad vocal.  

Uno de los más grandes instrumentos para el desarrollo práctico, y que está al alcance de todos, es la PALABRA. Quien cuida sus palabras y sólo habla con fines altruistas, con el objeto de difundir la energía del amor por medio del lenguaje, domina rápidamente los pasos iniciales y se prepara para la iniciación. La palabra es la manifestación más esotérica que existe, el medio de la creación y el vehículo para la fuerza. En la parquedad de las palabras, entendiéndolo esotéricamente, está la conservación de la fuerza. En la utili­zación de las palabras, bien elegidas y habladas, radica la distribución de la fuerza del amor del sistema solar, esa fuerza que conserva, fortalece y estimula. Sólo a quien conozca parcialmente estos dos aspectos de la palabra, se le podrá confiar su permanencia ante el Iniciador, y extraerá de esa presencia ciertos sonidos y secretos, que le son impartidos bajo la promesa de guardar silencio.

El discípulo debe aprender a permanecer silencioso ante el mal, a callar ante los sufrimientos del mundo, sin perder tiempo en quejas inútiles y en demostraciones de dolor, sino tratar de aligerar la carga del mundo, y trabajar sin perder energías en palabras. Sin embargo, debe hablar cuando es necesa­rio el estímulo; emplear la palabra con fines constructivos; expresar la fuerza del amor del mundo, a medida que fluye a través de él, a fin de aliviar o aligerar la carga, recordando que, a medida que la raza progresa, el elemento de amor y su expresión entre los sexos, se trasladarán a un plano superior. Entonces, por medio de la palabra hablada, no por la expresión en el plano físico, como sucede hoy, se llegará a comprender el verdadero amor que une a quienes son uno solo en el servicio y en la aspiración. Entonces el amor entre los individuos de la familia humana utilizará la palabra para la creación en todos los planos, y la energía que ahora se manifiesta en la mayoría, a través de los centros inferiores o genitales, se trasladará al centro laríngeo. Este es todavía un lejano ideal, pero algunos ya pueden vislumbrarlo y procuran, mediante el servicio mancomunado, la cooperación amorosa, la unicidad en aspiración, el pensamiento y el esfuerzo, dar forma y configuración y este ideal, aunque inadecuadamente.  

Que el estudiante se pregunte a sí mismo, si la posición que mantuvo mentalmente y las palabras que pronunció en algún momento especial, fueron impulsadas por el deseo de imponer su voluntad sobre los oyentes. Esta imposición de su voluntad podría ser correcta o incorrecta. Si fue correcta, significa que habló bajo el impulso de su voluntad espiritual, que sus palabras estarían de acuerdo con el propósito e intención de su alma y regidas por el amor y, por lo tanto, deberían ser constructivas, provechosas y paliativas. Entonces su actitud sería de desapego y sin ningún deseo de aprisionar la mente de su hermano. Pero si sus palabras fueron inducidas por propia voluntad y por el deseo de imponer sus ideas sobre otras personas y destacarse ante su presencia y obligarlas a estar de acuerdo con sus conclusiones, su método será entonces destructivo, dominador, agresivo, violento, descortés, torpe e irritable, según sus tendencias e inclinaciones personales.  

Hablando simbólicamente, y sin extenderme sobre las significaciones, podría decirse que un ashrama tiene tres círculos (no me refiero aquí a los grados o rangos):

I.          El circulo de los que no guardan silencio y se hallan cerca de la puerta externa. Sus voces no deben penetrar demasiado para no perturbar el ashrama.

II.         El círculo de aquellos que conocen la ley del silencio, considerándola muy rígida. Están en la puerta central y no pronuncian palabra. Desconocen aún el silencio del ashrama.

III.        El círculo de quienes viven en el silencioso lugar secreto. No emplean palabras, pero emiten sonidos, y cuando hablan - pues lo hacen - los hombres escuchan.

Esta triple presentación del poder equilibrador del habla y del silencio, son los efectos comprendidos en la obediencia oculta - que en sí es la respuesta voluntaria al poder de la vida ashrámica, a la mente y al amor del Maestro del ashrama...

...así sabrá cuándo hablar y cuándo guardar silencio, recordando que al eliminar la posesividad y toda referencia de sí mismo reducirá la conversación a sus esenciales puntos espirituales.  

Que cada uno obtenga el control de la palabra, que ha sido a menudo su meta, pero raras veces lo lograron, y recuerden que el factor más poderoso para controlar la palabra es un corazón amoroso. La charla desordenada y desbocada, una conversación plena de odio, una insinuación cruel, una sospecha, la atribución de móviles erróneos y malintencionados a personas y pueblos y la diversidad de actitudes que separaron a las numerosas naciones del mundo, abundan en la actualidad y llevaron a la actual situación angus­tiosa. Es muy fácil adoptar las mismas costumbres de hablar y pensar que prevalecen a nuestro alrededor y participar de las habladurías y demostra­ciones de odio. Cuídense esforzadamente de esto y no digan nada que pueda encender el odio y la suspicacia respecto a cualquier raza, persona, grupo o líder de grupos y naciones. Deberán precaverse cuidadosamente para, aun en defensa de lo que personal o nacionalmente puedan aprobar, no dejarse llevar por el odio y quebrantar la ley del amor - única ley que puede salvar verdaderamente al mundo. Quizás la clave para el éxito en esta línea sea el silencio de un corazón amoroso.

jueves, 26 de septiembre de 2013

LA TÉCNICA DE LA FUSIÓN





LA TÉCNICA DE LA FUSIÓN
Textos deol Maestro D.K. “El Tibetano”


Nos ocuparemos del control que, constante e incesantemente, ejerce el alma sobre la personalidad. Por lo tanto trataremos de esa etapa de la iniciación que pone fin al sendero de desarrollo de la humanidad, iniciando un ciclo de exis­tencia del cual nada sabemos ni podemos saber, excepto que el Maestro liberado comienza a actuar en forma dual: como miembro de la Jerarquía, que colabora con el Plan y se ocupa de la salva­ción de la humanidad y luego como discípulo de Sanat Kumara. La tarea de Sanat Kumara, respecto a los Maestros, consiste en prepararlos para hollar el Camino de la Evolución superior. Cuan­do llega a ser posible, entonces la "atención" (empleo esta palabra inadecuada a falta de otra mejor) se traslada espiritualmente del alma y del Ángel de la Presencia, a la misteriosa Presencia mis­ma; hasta ahora esto sólo ha sido presentido y confusamente visua­lizado. El Maestro ‑liberado de los tres y de los cinco mundos de la evolución humana y de la así denominada evolución super­humana‑ posee los dones de la omnipresencia y de la omniciencia. Es consciente de la unidad subyacente, realizada por la naturaleza real de la Vida Una y del Ser que compenetra toda la manifesta­ción; ha dominado también todas las técnicas, modos y métodos de actividad posibles, de control y de fusión. Pero, habiendo desarro­llado esas capacidades, comienza a darse cuenta débilmente de lo que condiciona al Ser Uno, sintiendo energías y contactos que son extraplanetarios y de los cuales ha sido totalmente inconsciente. El conocimiento le llega después de la quinta iniciación.

Tiene ante sí la obtención de una serie de percepciones más elevadas y, a fin de recoger la recompensa de esos posibles contac­tos, ha de dominar técnicas y métodos de desarrollo que lo harán omnipotente y, por lo tanto, expresará el más elevado de los tres aspectos divinos. Este desarrollo pondrá a su alcance poderes y experiencias que sólo pueden ser manipulados y comprendidos por la actividad científica de la VOLUNTAD, y ello debe ser desarro­llado desde un punto de tensión, enfocado en la "Mónada", en lo  que pueda significar esta palabra. ¿Saben lo que esto significa? Estoy seguro que no. Únicamente los Maestros de Sabiduría tienen alguna comprensión de los desarrollos finales y sólo en el sentido de una aspiración plenamente volitiva ‑un aspecto de la aspira­ción, caracterizado por la voluntad consciente, así como la aspi­ración del discípulo está caracterizada por el deseo sublimado. Sin embargo esto se halla más allá de la comprensión del discípulo común; su único valor consiste en describir la infinita oportunidad que se presenta en cada etapa y punto de crisis en el interminable Camino.


Ahora nos ocuparemos del gran punto de crisis, con el cual se enfrenta el discípulo, cuando trata de resolver el último par de opuestos, previamente a ciertas iniciaciones mayores; significa en­frentar la personalidad con el Ángel de la PRESENCIA. No es necesario que defina los dos aspectos de la naturaleza del discí­pulo, porque esencialmente es eso. Ya se ha dicho, y también lo saben, que el Morador en el Umbral es la personalidad totalmente desarrollada ‑la suma total de todo el pasado y la conjunta pre­sentación de todos los problemas no resueltos en el plano físico, todos los deseos reprimidos, todas las características y cualidades latentes, todos los aspectos del pensamiento y de la propia volun­tad, todos los poderes inferiores y antiguos hábitos (tanto malos como buenos), de cualquiera de los tres cuerpos. Éstos son traídos en su totalidad a la superficie de la conciencia para que sean tra­tados allí de tal modo, que rompan el control que ejercen. Entonces el discípulo se libera para recibir las iniciaciones finales. Este pro­ceso no es consumado en un determinado enfrentamiento de las dos fuerzas antagónicas, sino como un triple proceso que abarca cada uno de los períodos que preceden a las tres primeras inicia­ciones o (desde el ángulo de la Jerarquía) antes de las dos ini­ciaciones en el umbral y de la primera iniciación mayor, la Transfiguración.

Durante muchas vidas el discípulo ha morado en el umbral, siendo él mismo el Morador. Detrás del portal que se abre lenta­mente percibe la vida, la corporificación espiritual y la realidad del Ángel. Entre él y esa puerta hay una tierra ardiente, enfrenta a ésta, y sabe que ha de cruzarla si quiere pasar por la puerta. Allí sabrá si su voluntad será suficientemente fuerte para someter su yo personal a los fuegos de la purificación final. El yo personal está ya muy desarrollado; es un instrumento útil que el alma puede emplear, un agente bien entrenado para prestar servicio, siendo esencialmente un equipo adecuado y útil. Sin embargo, tie­ne sus debilidades, que en cualquier momento pueden convertirse en puntos de crisis; también tiene sus puntos débiles que pueden ser trasmutados con relativa facilidad en puntos de tensión, y es totalmente un instrumento con el cual se puede contar y prestar un buen servicio. ¿Puede y debe ser él sacrificado para que, hablando esotéricamente, su vida se pierda y se lo reemplace por la consa­gración y la devoción? A todos los discípulos les resulta difícil resolver, comprender y llevar a la práctica este problema. Única­mente atravesando la tierra ardiente tres veces consecutivas, se destruyen todos los obstáculos que impiden el empleo libre de la voluntad. La relación existente entre el Angel y el Morador debe ser llevada a una plena expresión por medio de la voluntad. Me refiero a la voluntad espiritual y a sus tres aspectos, que deben ser puestos en actividad antes de que la voluntad divina comience a ejercer control. El discípulo une los dos aspectos de su natura­leza con plena conciencia y con clara intención por medio de un acto volitivo planeado; dicho acto produce un punto de tensión en el "centro de la tierra ardiente, en el cual ambos pueden unirse", tal como lo establecen los antiguos

miércoles, 25 de septiembre de 2013

LA TÉCNICA DE LA DIVINA INDIFERENCIA (Textos del Maestro D.K. “El Tibetano”)





LA TÉCNICA DE LA DIVINA INDIFERENCIA
Textos del Maestro D.K. “El Tibetano”



Entre los estudiantes existe la tendencia, cuan­do piensan en los centros, a identificarlos con el cuerpo físico y no con el cuerpo etérico. Esto se refiere más bien a la ubicación, en la mayoría de los casos, lo cual es un error. Los aspirantes de­bieran evitar toda concentración sobre el cuerpo físico y aprender gradualmente,a ubicar su foco de atención en el cuerpo etérico. El cuerpo físico es activo y poderoso, y debería ser considerado cada vez más como un autómata, influido y dirigido por:

1.     El cuerpo vital y las fuerzas de maya, o por la inspiración que emana desde puntos    de tensión espiritual.

2.     El vehículo astral y las fuerzas del espejismo, o por el amo consciente y sensible que emana desde el alma.

3.     La mente y las fuerzas de la ilusión en los tres mundos,  o por la iluminación que viene de fuentes superiores a la vida.

4.     El alma, como vehículo de la impresión monádica, hasta el momento en que ha sido construido el antakarana, ese puen­te construido con materia mental, que oportunamente unirá a la Mónada y a la personalidad.

Uno de los problemas que han de resolver los discípulos es cono­cer la fuente del incentivo o impulso, de la impresión o inspira­ción que —vía el cuerpo etérico— impulsan al cuerpo físico a la actividad en el plano físico, demostrando así la cualidad, el pro­pósito y el punto de tensión del hombre encarnado, y manifes­tando la naturaleza del hombre tal como es, en un punto dado de la escala evolutiva. De acuerdo a las tensiones y a los impulsos indicados, así será la actividad de los centros. Por lo tanto, podrán ver que gran parte de mi enseñanza invierte los usuales procedi­mientos ocultistas. No enseño la manera de despertar los centros, porque el correcto impulso, la firme reacción a los impulsos superiores  y el reconocimiento práctico de las fuentes de inspiración, impulsarán a los centros, automáticamente y sin peligro, a la actividad necesaria y apropiada. Éste es un sensato método de desarrollo y, aunque lento, no conduce a un desarrollo prematuro y produce un desenvolvimiento íntegro; permite al aspirante con­vertirse verdaderamente en el Observador, y saber con seguridad lo que está haciendo; conduce a cada centro a un punto de res­puesta espiritual y luego establece el ritmo ordenado y cíclico de una naturaleza inferior controlada. Es verdad y posible que los ejercicios de respiración puedan tener lugar oportunamente en el entrenamiento del discípulo, pero serán autoiniciados como resul­tado de una vida rítmica y del constante y correcto empleo de la Palabra Sagrada OM. Cuando un discípulo en meditación emite el OM siete veces por ejemplo, equivale a un ejercicio de respi­ración; cuando puede enviar la energía generada, a uno u otro de los centros, en alas del pensamiento consciente y planeado, está pro­duciendo cambios y reajustes dentro del mecanismo que manipula fuerza, y cuando esto puede realizarse con facilidad y con la mente mantenida en un punto de "tensión totalmente mental” el discí­pulo se halla bien encaminado para desplazar todo su foco de aten­ción del mundo de la ilusión, del espejismo y de maya hacia el reino del alma, en el mundo de la "luz clara y fría" y en el reino de Dios.

Cuando también agrega a esto la comprensión y la práctica de la Técnica de la Indiferencia, está libre y liberado, y en todo momento es esencialmente el Observador y el Empleador del meca­nismo de manifestación.

¿Qué significa esta técnica? ¿Qué es indiferencia? Me pregunto si comprenden el significado de la palabra “indiferencia". En reali­dad significa adoptar una actitud neutral hacia aquello que se considera el no yo; involucra el rechazo de lo similar; indica el reconocimiento de una diferenciación básica; significa la negativa a identificarse con lo que no sea una realidad espiritual, hasta donde se percibe y conoce, en un punto dado en tiempo y espacio. Por lo tanto, es algo mucho más fuerte y vital que lo que común­mente significa esta palabra. Constituye un rechazo activo, sin concentrarse en aquello que es rechazado. Ésta es una afirmación importante y merece una cuidadosa consideración. Concierne al punto de tensión desde el cual trabaja el discípulo o aspirante observador. El punto de tensión se convierte en la fuente de donde emana cierto tipo de energía que afluye al cuerpo etérico y lo atraviesa, sin ser afectado por maya o por la concentración de diversas fuerzas, de las cuales el cuerpo etérico está compuesto. Indiferencia, técnicamente comprendida, significa un descenso directo de un punto a otro, sin desviación ni distorsión. La entidad manifestante, el discípulo, permanece sólida y firme en este punto de tensión y lo primero que hace es asegurarse dónde se halla, en qué plano se encuentra y cuál es la fuerza de tensión de la que ha de depender. Lo siguiente consiste en descubrir si lo que trata de impartir al cuerpo físico, para producir efectos en el mundo externo del experimento y la experiencia, está distorsionado por cualquier tipo de ilusión, detenida su expresión por el espejismo o propenso a ser desviado por las fuerzas incontroladas y el maya, que ellas producen. Esto no lo comprueba identificándose, en cada etapa descendente, con los obstáculos y posibles obstrucciones, sino intensificando su punto de tensión, recordando constantemente la verdad, por un proceso de proyección, de que él es el Yo y no el no‑yo; esta proyección consiste en el envío de energía, cualificada y reconocida; desde el punto de tensión directamente y sin des­viarse, hacia el cuerpo vital, desde donde puede hallar su camino a los siete centros de control.
     
      Aquí aplica la técnica de la indiferencia, y si no lo hace, lo que trata de expresar puede ser detenido y demorado por la fuerza etérica o por los velos de maya. Trabaja, por consiguiente, desde un punto de intensa concentración; rehusa "apegarse" a cualquier forma o plano, cuando proyecta la energía en y a través de los tres mundos. Cuando descubre que el progreso ha sido detenido y de­morado por la ilusión activa o el espejismo, se "desapega" cons­cientemente de tales contactos y se prepara para la etapa final de indiferencia y de rechazo de todas las fuerzas, excepto aquéllas que él ‑conscientemente y con determinado propósito‑ trata de emplear en el plano físico.

En último análisis, el punto de tensión para el discípulo medio se halla en niveles mentales, implicando la mente iluminada y un creciente contacto con el alma, siendo entonces capaz de:

a.    "Ver" con claridad por medio de la luz del alma, demostran­do un desarrollado sentido de los valores, pudiendo así disipar la ilusión.

b.    Proyectar luz conscientemente sobre el plano astral, disi­pando así el espejismo.

c.     Derramar la energía de la luz a través del cuerpo etérico y arraigar la luz o energía en los centros adecuados, porque habrá total indiferencia y no se identificará con maya.

En lo que respecta al iniciado, el proceso se lleva a cabo primero desde un punto de tensión dentro del alma, y luego desde un punto de tensión en la Tríada espiritual. Sin embargo, en todos los casos, una vez dentro del "círculo infranqueable" de los tres mun­dos, la energía rectora produce los resultados descritos:

1.     La dispersión de la ilusión.

2.     La disipasión del espejismo.

3.     La conquista de maya.

Cuando el aspirante lee estas simples aclaraciones de un proceso difícil, parece algo sencillo y fácil de lograr, pero ello en sí es una ilusión. No se supera tan fácilmente una milenaria identificación con el aspecto forma de la vida; la tarea que tiene ante sí el discí­pulo es extensa y ardua, pero promete un éxito eventual, siempre que piense con claridad, tenga un serio propósito y realice un tra­bajo científico planeado.

domingo, 22 de septiembre de 2013

OBEDIENCIA ESOTÉRICA




OBEDIENCIA ESOTÉRICA
Textos del Maestro D.K. “El Tibetano”

¿Cuál es esa obediencia esotérica de que tanto oímos hablar? No es lo que muchos grupos esotéricos creen. Tampoco es el control ejercido por una organización externa, dedicada al seudo trabajo esotérico. No son las condiciones impuestas por un ins­tructor de determinada categoría, ni consiste en cambiar el con­junto de ideas que nos aprisionan, por otro de mayor importan­cia o alcance. Una prisión, ya sea una pequeña celda o una isla solitaria de vasta extensión, de la cual es imposible escapar, cons­tituyen siempre una prisión.

La autoridad a la cual respondemos los Instructores del as­pecto interno, es de naturaleza dual, y ustedes (como unidades de un grupo) recién empiezan a responder. ¿A qué responden?

1.    Al lento surgimiento de la comprensión de la "luz que está más allá", empleando esta frase como símbolo. Esta luz de distinto atractivo para cada individuo. Sin embargo es UNA LUZ. Pero su reconocimiento revela nuevas leyes y responsabilidades, nuevos deberes y obligaciones y nue­vas relaciones con otros, los cuales constituyen la autoridad a la que nadie puede escapar aunque pueden desobedecerla, en tiempo y espacio, durante un período temporario.

2.    A la autoridad de las Reglas del Camino impuesta cuando se pasa del Sendero de Probación al Sendero del Discipulado. Sin embargo es UN CAMINO. En este "estrecho sendero del filo de la navaja", se aprende a caminar con disciplina, discreción y  carencia de deseos, experimentados al unísono con los condiscípulos.

Breve y sucintamente, ¿cuáles son las Reglas del Camino? Per­mítanme proporcionarles las seis reglas más simples, pidién­doles recordar que no son impuestas autoritariamente por una arbitraria Junta de Directores, corno lo sería un instructor o los instructores de grupos (de los cuales, lógicamente, yo podría ser uno), sino que es el resultado de las condiciones que imperan en el Sendero; llevan en sí la garantía de la propia alma del hombre y son el resultado de la experiencia de millones de viajeros que recorren ese sendero. Les daré las seis reglas (tal como las he dado a otros aspirantes)* en su forma antigua y simbólica y las traduciré, lo mejor que pueda, de los antiguos registros que exis­ten en el Aula de la Sabiduría y están a disposición de los discí­pulos dedicados, como ustedes.


(Reglas del Camino)

1.El Camino se recorre a la plena luz del día, la cual es pro­yectada sobre el Sendero por Aquellos que saben y guían. Nada puede ocultarse, y en cada vuelta de ese camino el hombre debe enfrentarse a sí mismo.

2.En el Camino lo oculto es revelado. Cada uno ve y conoce la villanía del otro. No encuentro otra palabra para traducir la antigua palabra que designa la estupidez y la vileza no reveladas, la burda ignorancia y el propio interés, caracte­rísticas sobresalientes del aspirante común. Sin embargo a pesar de esa gran revelación, no es posible volver atrás, des­preciar a  los demás ni vacilar en el Camino. El Camino va hacia el día.

3.Ese Camino no se recorre solo. No hay prisa ni apremio. No hay tiempo que perder. Cada peregrino, sabiéndolo, apre­sura sus pasos y se encuentra rodeado por sus semejantes. Algunos logran pasar adelante, él los sigue. Otros caminan detrás, él marca el paso. No camina solo.

4.Tres cosas debe evitar el peregrino. Llevar un capuchón o velo, que oculte su rostro a los demás, un cántaro que sólo contenga suficiente agua para sus propias necesidades y un báculo sin horqueta.

5.Cada Peregrino en el Camino, debe llevar consigo lo nece­sario; un brasero para dar calor a sus semejantes; una lámpa­ra para iluminar su corazón y mostrar a sus semejantes la na­turaleza de su vida oculta; una talega con oro que no ha de esparcir por el Camino sino compartirlo con los demás; una  vasija cerrada donde guarda todas sus aspiraciones para arrojarlas a los pies de Aquel que espera en el portal para darle la bienvenida.

6.A medida que el Peregrino recorre el Camino debe tener el oído atento, la mano dadivosa, la lengua silenciosa. el corazón casto, la voz áurea, el pie ligero y el ojo, que ve en la luz, abierto. Él sabe que no camina solo.

La Ilusión del Poder es quizás una de las primeras y más serias pruebas que se le presenta al aspirante y también uno de los mejo­res ejemplos de este "gran error"; por lo tanto, les pido que lo con­sideren como algo contra lo cual deben precaverse cuidadosamente.

La palabra ilusión es utilizada frecuentemente con ligereza para significar falta de conocimiento, opiniones variables, espejismos, in­comprensión, confusión síquica, predominio de los poderes síquicos inferiores y muchas otras formas de ilusión mundana. Pero ha llegado el momento en que debe ser empleada con un desarrollado sentido de discriminación por el discípulo; él debe conocer y comprender con claridad la naturaleza de ese miasma fenoménico en el cual actúa la humanidad. A los efectos de la claridad y con el fin de distinguir más definida y efectivamente los tipos de ilu­sión en que se mueve el alma, y de los cuales tiene que liberarse, será necesario que dividamos la Gran Ilusión (con sus di­versos aspectos) en sus partes componentes, en tiempo y espa­cio; esto intenté hacerlo parcialmente cuando definí las palabras  Maya, Espejismo, Ilusión y el Morador en el Umbral. Les pido que mantengan con claridad en sus mentes estas diferencias, y que estudien con cuidado la clasificación dada con anterioridad.

La mente del hombre (que está len­tamente llegando a ser el centro de su conciencia y la mayor realidad de su existencia) se hace consciente de este nuevo e inexplorado mundo de ideas, se apodera de alguna idea o con­junto de ideas y trata de apropiarse de ellas. Al principio, en la mayoría de las personas y especialmente en el tipo místico común, la comprensión de las ideas es vaga y nebulosa y, frecuentemente, llega a ellas mediante la comprensión de otro. La iluminación, pro­ducida por el débil contacto con el alma, es considerada por el inexperto neófito como una maravilla suprema y de vital im­portancia. Las ideas con que ha hecho contacto le parecen porten­tosas, excepcionalmente insólitas y vitalmente necesarias para la humanidad.

La idea que ha surgido en su conciencia, por el parcial despertar de su intuición, será distorsionada de dis­tintas maneras al descender a la conciencia cerebral. Su contri­bución, para materializar la idea y trasformarla en un programa práctico y activo, es todavía completamente inadecuada. El equipo aún es deficiente e inexacto. La manera en que se produce esta distorsión y el descenso de la idea puede describirse como: El paso de una idea del plano de la intuición al cerebro.

Aporto esta entrevista porque nos puede ayudar a pensar (sin entrar en la crítica) que no podemos ni debemos, hacernos dependientes de ninguna personalidad, por elevada que nos parezca. Lo más importante es LA VERDAD , y la verdad por sí misma tiene lógica y tiene sabiduría; y desde luego no tiene por qué satisfacer a la personalidad (físico, emocional y mental); tenemos que trascender todo eso, pero no por un simple deseo que sería imposible, sino por nuestro amor e intención de llegar a LA VERDAD, traducido diariamente en: “Estudio, Meditación y Servicio”.

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