VIVENCIA DE LA ESPIRITUALIDAD
Este tema que vamos a desarrollar es fruto de la observación de la vida, la
propia y la de lo que nos rodea. Van mezclados conceptos esotéricos,
espirituales, expresiones y dichos muy usuales, y vivencias propiamente
dichas. Se hace notar que cuando el hombre pierde el poder de observación
también pierde la capacidad de sintetizar, y esto nos lleva al principio de “como
es arriba es abajo”, para lo cual hay que observar, analizar, discernir,
discriminar y correlacionar.
En principio todos somos buenos, y nos lo creemos con
facilidad, y si es posible que los demás lo sepan, mejor. Menos mal que Alguien
dijo una gran frase: “Por sus obras los conoceréis” y si por las obras tenemos
que conocernos, entiendo que tendremos que tratar de saber cuales son esas
obras de unos y otros, y no para criticarlas, pero sí para reconocernos en la
realidad más auténtica, para conocer en toda su extensión a nuestro hermano
peregrino en el camino, siempre con absoluto respeto, pero sin
equívocos. Si quiero construir un palacio buscaré un buen
arquitecto y conoceré sus obras, y si lo que tengo es que defender un
litigio me buscaré un buen abogado que no es simplemente un título, sino que
debe estar respaldado por un buen curriculum profesional, y en todo,
tengo que cuidarme de saber el terreno que piso, porque debo evitar
pisar el fango creyéndome que estoy en la arena de la playa. Aquí estamos
hablando de algo muchísimo más importante que las distintas profesiones
con las que nos manejamos como seres humanos; hablamos de espiritualidad, y el
respeto y aceptación hacia todos, no implica que dejemos de investigar la
calidad del terreno que nos sustenta.
Vamos a hacer un pequeño repaso de esas vivencias de las que somos testigos
y otras veces los propios protagonistas. Vamos a exponer algo de la vida
práctica que pudiera parecer que no es precisamente esotérico
y seguramente que en verdad no lo es, pero no porque no pueda ni tenga que
serlo, sino porque como “la energía sigue al pensamiento” y nuestros
pensamientos los dirigimos casi exclusivamente a lo que ven nuestros ojos
físicos, así es imposible vivir el esoterismo. Vamos a intentar no entrar en
personalismos, pero sí a reflejar expresiones y vivencias que se nos dan a
diario. El análisis, discernimiento y discriminación de las vivencias propias y
ajenas, debemos hacerlo en nuestra soledad y silencio, y en público, intentaremos
que la exposición sea lo más impersonal y constructiva posible. Como
principio, todo nos lo podemos aplicar en la medida que nos corresponda y ojalá
que seamos capaces de ver aquello que nos interesa corregir.
Vivimos en un mundo de espejismos y tenemos que trabajar para salir de
ellos, para ser lo que realmente somos, para llegar a esa esencia. Tenemos que
reafirmarnos cada día porque de lo contrario seremos un personaje más de dichos
espejismos, “¡El gran teatro del mundo!”. Es sorprendente oír decir, dentro del
mundo esotérico, expresiones justificativas para dejar de prestar algún
servicio: que los primeros obligados son la familia, porque esotéricamente cada
uno tiene que aceptar y resolver lo que le toca, porque es su karma,” etc.,
etc. Y nos llamamos espirituales, o esotéricos, o creyentes, da igual el
nombre. Y nos olvidamos de las palabras de Cristo cuando le dijo al joven rico,
ante su pregunta de “Maestro ¿qué tengo que hacer para ser perfecto?: ¡cumple
los Mandamientos!. Maestro ya lo hago. Pues vende lo que tienes y
repártelo a los pobres”. El joven se marchó con gesto triste. Nosotros no
ponemos el gesto triste, nos justificamos alegremente y utilizamos el mismo
lenguaje y razonamientos que emplea cualquier persona que no esté metida
en el mundo espiritual. ¿Nos damos cuenta de que todo cuanto la vida nos va
mostrando nos está pidiendo una respuesta?.
Cristo utilizaba mucho la simbología y podemos recordar frases como: “No se
puede servir a dos señores”. “No juzgad, Perdonad, No te he dado los talentos
para que los entierres, Mi Reino no es de este mundo”, … . Sin embargo
parece que frases tan sencillas y tan claras no las entendemos y en nuestra
vida brillan por su ausencia. Sí que rebuscamos frases del más elevado nivel
que a lo mejor ni siquiera entendemos, pero que nos hacen quedar como muy
espirituales, o al menos como muy cultos.
Con todo esto tenemos que tener un gran cuidado, porque si el esoterismo es
la ciencia que estudia la raíz más profunda de todas las cosas, estamos hablando
de la verdad, y la verdad es lo más grande para que nos atrevamos a jugar con
ella. Podemos confundir cultura con conocimientos espirituales, y este tipo de
conocimientos con sabiduría, y para nada es lo mismo. Podemos tener mucha
cultura y ningún conocimiento espiritual, y podemos tener conocimientos
espirituales y no tener sabiduría. Por eso, si lo que buscamos es la verdad, no
podemos ni engañar, ni engañarnos, ni dejarnos engañar, y todo esto lo
estamos permitiendo cuando no estudiamos, no meditamos, ni analizamos, ni
discernimos, ni discriminamos. Mi apoyo absoluto y sin reservas a la cultura y
los conocimientos, pero tenemos que ser conscientes de que con cultura se puede
jugar mucho con las palabras y los simples conocimientos se pueden manipular,
porque una persona exclusivamente culta, incluso con conocimientos
espirituales, puede parecer espiritual sin serlo, con el consiguiente
perjuicio para los que así se lo creen. Adquirimos ciertos conocimientos
esotéricos y espirituales y somos capaces de manejarlos a nuestro antojo para
confundir y manipular a quien se ponga por delante. Volvemos a repetir
que “por sus obras los conoceréis”. Y hay que decir que analizar y
discernir no significa criticar, simplemente nos ayudará a hacer el camino, a reconocer
a los otros caminantes y respetándolos, poder determinar a quien tenemos
que ayudar y quien nos puede prestar su ayuda.
Todo es espíritu y todo es energía, y las energías que son muy diversas y
complejas, se mueven de acuerdo a la Ley de Causa y Efecto, bajo la dirección
espiritual, a fin de complementar el Plan. Esta declaración es de una
importancia fundamental, ya que nos lleva al mundo de los significados
haciéndonos ver que todo efecto tiene su causa, luego nada de lo que ocurre, en
cualquier nivel, es casualidad, y si no es casualidad deberíamos prestar
atención para investigar y actuar adecuadamente ante cada acontecimiento de
nuestras vidas, ya sea que nos afecte directa o indirectamente.
Cristo nos enseñó el camino y se mezclaba con todos, con los doctores de la
ley, con los ignorantes, con los pobres, con los enfermos, con los ladrones y
con las prostitutas, con todos compartía lo mejor de sí mismo, y a pesar de
todo fue humillado, negado y crucificado, y aun así murió perdonando y amando.
No tuvo la vivienda habitual y una segunda vivienda, incluso una tercera. No
vivía como un rey mientras los demás se morían de hambre. No explotaba sus
talentos en beneficio propio, ni decía esto es mío porque me lo he ganado yo.
Sí que dijo ¿quiénes son mi padre, mi madre y mis hermanos?; éstos son todos
mis hermanos, señalando a la multitud, y “lo que hagáis a uno de éstos a mí me
lo hacéis”. Es el amor incondicional. ¿Acaso somos nosotros más que
Cristo para gozar de tantos privilegios…, o lo estaremos entendiendo muy mal?
Si queremos llegar a ser verdaderos esotéricos, si queremos vivir en la
esencia, tendremos que desterrar de nuestro vocabulario las palabras “lo mío” y
“lo tuyo”.
Se oye decir que la espiritualidad se vive uniéndonos al universo, viendo a
Dios en el campo, en cada piedra, en cada planta, en el agua, en cada
animal, y en el hombre mismo, y es cierto, ahí está Dios, y buscando esa unión
han sido muchos los que han dejado familia, amigos, entorno y
trabajo, para vivir aislados del mundanal ruido. Sin embargo no tenemos
que huir del entorno que nos va tocando vivir; nosotros somos responsables de
ese entorno, ahí tenemos nuestro desarrollo y nuestro servicio; y nuestro
trabajo, familia, amistades, problemas, y alegrías, son los justos y
necesarios para nuestra evolución, aunque no nos gusten. Por eso no podemos
darles la espalda sino afrontarlos con valentía, discerniendo, discriminando y
tomando las decisiones correctas, aunque nos equivoquemos, porque el que
nunca se equivoca es el que nunca hace nada. Hay que tomar decisiones y
definirnos.
Ningún avance es posible sin la vivencia de la vida espiritual, sin el
alineamiento, integración y fusión con el alma y para ello tenemos que recurrir
a cosas muy elementales que seguramente las dejamos pasar porque pensamos que
ya estamos muy elevados. Tenemos que vivir desde los cimientos hasta los planos
más altos de la espiritualidad, sin saltarnos escalones, porque entre los
cimientos y la cima del edificio hay pisos y estructuras que lo sostienen y si
no fuera así, se nos podría caer. Como espiritualidad y materia están
íntimamente ligados, deberíamos pensar en la responsabilidad que tenemos de
ganarnos la vida con nuestro propio esfuerzo, pero también todos tenemos la
obligación de servir y compartir y el que más tiene más tendrá que dar de
cualquier cosa que tenga.
No es necesario decir cuantas justificaciones nos buscamos para zafarnos de
lo que la vida nos pone por delante y no de casualidad. Para eso nos las
pintamos solos, lo mismo que para buscar culpables. ¿Para qué buscamos
culpables si solamente podemos mandarnos a nosotros mismos; si los demás son
tan libres como nosotros y van a hacer lo que les venga en gana?. Con el
uso de nuestro libre albedrío haremos lo que queramos, pero no es justo
confundir dando la apariencia de buenos. Lo que realmente tenemos que
hacer es redimir y purificar la materia y dar ese correcto
testimonio de los seres espirituales que somos, adquiriendo esa suprema
virtud de la Responsabilidad espiritual, la cual tiene en cuenta, por encima de
todo, el bien del conjunto, exigiendo en ocasiones el sacrificio de la parte
individual.
EL TODO, LA UNIDAD, todos la conformamos, desde el reino humano
a los subhumanos, participando de la integración planetaria, tanto de
forma individual como colectiva, todo absolutamente está interrelacionado.
En este caminar se deben ver a las personas tal y cual son, sin idealismos
y sin sobrestimar ni subestimar “Por sus obras los conoceréis”. Somos
compañeros de camino, cada uno en su punto evolutivo y así hemos de
considerarlo, aceptarlo y vivirlo, sabiendo que evolución no significa
conocimientos, si estos no van respaldados por el diario vivir.
La trascendencia de la vida, la sabiduría, y la espiritualidad solo
se pueden vivir plenamente cuando hayamos alcanzado un estado de profunda paz y
serenidad, que no caerá del cielo, hay que ganarlo.
Vida, Verdad, Espiritualidad, podríamos decir que son sinónimos de lo
mismo: “DIOS, EL TODO, LA UNIDAD”, que llegaremos a descubrir con el
despertar de la conciencia que es el resultado de la respuesta ante la relación
espíritu/materia. Nuestro nivel de conciencia va a determinar nuestras obras y
pensamientos. De ahí que con frecuencia, personas que parece que estamos en el
mismo camino, tengamos criterios tan distintos, porque nuestro conocimiento,
servicio y consecuentemente nuestro nivel de conciencia es muy diferente.
¿Realmente queremos entender nuestra misión? ¿No podemos tener
dinero?. Ojalá que hubiera muchos discípulos administrando la energía del
dinero, siendo buenos empresarios, conscientes de que ese es su
gran servicio a la humanidad, crear trabajo para que sea el medio de vida
de muchos de sus semejantes y el suyo propio, y no para enriquecerse
individualmente. Y ojalá que también los que tenemos que vivir con nuestro
jornal sepamos buscárnoslo y ganárnoslo. Podemos expandir más y más nuestro
nivel de conciencia colaborando con el Plan de Dios, o podemos seguir
creándonos karma, porque cuando ya hemos llegado a ciertos conocimientos y no
respondemos adecuadamente, nos creamos karma.
“El camino del sacrificio es siempre el camino de la alegría”, y tenemos
que ir quitando velos para poder verlo y vivirlo sin miedos. Puede
parecer que es muy devocional, pero no, porque lo devocional y místico termina
cuando empieza la vivencia, la experimentación que nos permite vivir desde lo
más profundo de nuestro ser hasta lo más externo, unidos a la voluntad divina.
Cada cual tiene sus propios talentos y deberá saber cuál es su servicio. Las
correctas meditaciones nos harán ver el servicio a prestar; la oportunidad
se nos pondrá por delante y nuestra respuesta la decidimos nosotros, y
ojalá que sea fruto de la impersonalidad, del buen discernimiento y
discriminación, y no del egoísmo.
Hay quien opina que para vivir la espiritualidad solo hacen
falta “sentimientos”, y otros simplemente que “estar atentos”,
y otros que necesitan poco porque tienen una gran facilidad para “recibir inspiraciones
o conectar con su alma…” También hay quien piensa y dice que los
esotéricos trabajamos desde el grupo interno, moviendo las energías
y que no tenemos que hacer más. Podría haber algo de verdad en todo ello, pero
sin servicio no hay redención ni purificación de la materia y en consecuencia
tampoco llega la luz. Los maestros no nos captan para su grupo si no hemos
desarrollado el trabajo que LA VIDA nos ha puesto por delante, y este trabajo
no tiene que ser el que más nos gusta, hemos tenido que demostrar que no damos
la espalda y que somos capaces de actuar, servir y expresar la luz del alma, y
que moviendo esas energías que ellos precipitan somos capaces de materializar
el Reino de Dios en la tierra, sin erigirnos en jueces de nadie, jueces solo de
nosotros mismos.
El gran mandato Hermético es: “Hombre, Conócete a ti mismo”, y al así
hacerlo, reconocer mi Yo en todos lo demás Yoes. ¿Cómo podemos conocernos
sin conocer las leyes divinas, sin unirnos a la divinidad, a la fuente de toda
la creación para una investigación segura?.
El dinero que tanto nos ata, es una energía más a la que tenemos
excesivo cariño, de ahí que desde el pasado la venimos utilizando
en favor de la necesidad personal y familiar, lo cual nos hace ser sus
esclavos. Es bien significativa la frase de Cristo: “es más difícil que un rico
entre en el Reino de los Cielos que un camello por el ojo de una aguja”.
Del dinero y todas las demás energías somos administradores y por
consiguiente aquí tenemos otra gran responsabilidad y oportunidad. A veces
no solamente hace mal uso del dinero el que lo administra mal, sino el
que no explota todos sus talentos para poder sobrevivir.
Hay una gran ley contenida en las palabras: "a quienes todo lo dan,
todo les será dado"... Entonces seremos y no lucharemos
tanto por llegar a ser; daremos y no combatiremos
constantemente y no viviremos tan profundamente en el mundo de los
sentidos; antepondremos sensata e inteligentemente y como un procedimiento
normal, el servicio a los demás.
Si nos atrevemos a vivir la espiritualidad trabajando desde el lado
interno de la vida, hasta lo más exterior, LA NUEVA CORRIENTE DE VIDA FLUIRÁ y
éste sería nuestro gran trabajo para la humanidad, hacer fluir esa corriente de
VIDA.
Ana.