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sábado, 21 de septiembre de 2013

CREACIÓN Y DISIPACIÓN DEL ESPEJISMO




CREACIÓN Y DISIPACIÓN DEL ESPEJISMO
Recopilación de textos del Maestro D.K. “El Tibetano”


Al resumir alguna información que he dado respecto a los cuatro aspectos del espejismo, quisiera que estudien cuidadosa­mente la siguiente clasificación:

1       Un sentido incipiente de Maya apareció en la época lemu­riana, pero no existían el verdadero espejismo ni la ilu­sión.

2       El Espejismo apareció en los primeros días Atlantes.

3       La Ilusión apareció entre los seres humanos más avanza­dos, en posteriores días Atlantes, y será el factor que con­trolará a nuestra raza Aria. 

4      El Morador en el Umbral llegará a su pleno poder al final de esta raza, la Aria, y en las vidas de todos los iniciados, antes de pasar la tercera iniciación.

5      Los reinos subhumanos de la naturaleza están libres de la ilusión y del espejismo, pero se hallan sumergidos en el maya mundial.

6      El Buda y Sus 900 arhats asestaron el primer golpe al es­pejismo mundial cuando Él promulgó las Cuatro Nobles Verdades. El Cristo asestó el segundo golpe al enseñar la na­turaleza de la responsabilidad individual y la hermandad. El próximo golpe será asestado por el Nuevo Grupo de Ser­vidores del Mundo, dirigido por el Cristo y Sus discípulos, simbólicamente descritos: "El Cristo y sus 9.000 iniciados".

Las cuatro notas clave para la solución del espejismo son: Intuición... Iluminación... Inspiración... El Ángel de la Presencia. 

Llamaré la atención sobre el hecho de que todo el problema con­cierne al uso o abuso de la fuerza o energía, y que muchos con­ceptos se aclararán en sus mentes si comprenden tres cosas:

1.    Que el hombre común, en su vida diaria, y el aspirante en el Sendero de Probación o Purificación, trabajan con las fuerzas de la vida en los tres planos del esfuerzo humano, más el principio de vida mismo.

2.    Que el discípulo comienza a discriminar entro fuerzas y energías. En el Sendero del Discipulado empieza a trabajar con la energía del alma, la cual oportunamente domina las fuerzas.

3.    Que el iniciado trabaja en el Sendero de Iniciación aplican­do la energía y aprende a distinguir entre la energía de la vida, las energías del alma y las fuerzas del mundo feno­ménico.

Quisiera recalcar otro punto, y es que la naturaleza de esas fuerzas y energías y su empleo y control, deben ser comprendidos y desarrollados con toda paciencia, en el plano físico. La teoría se ha de convertir en una realidad, y la lucha que tiene lugar en los niveles sutiles de los planos astral y menta! debe librarse en la conciencia cerebral. Es allí donde se aplica la teoría. A medi­da que estas realizaciones y actividades internas se convierten en parte práctica de la vida del discípulo y su conciencia incipiente percibe con toda claridad sus consecuencias, con el tiempo llegan a formar parte de su equipo de cualidades. En realidad, integra y sintetiza experiencias en los tres mundos y se convierte en un  Maestro por medio de la maestría consciente. Capta el hecho de que todo lo que aparece y sucede se debe a la circulación y a la mutación constante de fuerza. Descubre cómo estas fuerzas inter­actúan en su propia experiencia  y naturaleza, comprendiendo entonces el hecho fundamental de que sólo esas fuerzas, que él mismo puede usar y dominar en su propia vida como individuo, pueden ser empleadas por él en la actividad grupal, y para disi­par el espejismo mundial. Como ilustración podría decirse que:

1.    Por el alineamiento y consiguiente contacto se evoca, des­pierta y emplea la intuición, siendo el gran agente disipador que desciende desde el plano de la intuición (el plano bú­dico), por medio del alma y del cerebro, al corazón del dis­cípulo.

2.    Por el alineamiento y el consiguiente contacto, se evoca, despierta y emplea la energía del alma, siendo el gran agente disipador que desciende desde los niveles del alma (los niveles superiores del plano mental), por medio de la mente, al cerebro del discípulo, iluminando el plano astral.

3.    Estos dos tipos de energía espiritual actúan distintamente sobre las fuerzas de la personalidad, y la conciencia cerebral del discípulo debe comprender sus propósitos y actividades, a medida que trabaja en el plano físico.

4.    Sólo entonces la luz de la intuición y la luz del alma pueden volver al plano astral mediante el esfuerzo consciente y la inteligente y dinámica voluntad del discípulo servidor.

Reflexionen sobre estos puntos porque trazan el camino a seguir y el servicio a prestar.

Ante todo, estas instrucciones deben tener un valor práctico definido y darle al estudiante la sensación de que comprende me­jor el mundo sutil de las corrientes de fuerzas mentales en que habita y los medios que debe emplear además de la técnica a seguir, si es que va a allanar su camino desde la oscuridad y confusión para seguir adelante hacia la luz y la armonía. Nuestro estudio también ha de ser comparativo, debiendo el lector tener en cuenta que no se hallará capacitado para distinguir la verdad o aislar ese aspecto de la enseñanza que es para él de suprema im­portancia, hasta no aplicar lo que es útil y estar debidamente seguro de si es víctima de la ilusión o del espejismo. En último análisis, debe saber en qué punto se encuentra antes de dar el próximo y necesario paso adelante. El discípulo es la víctima, y esperemos que también sea el disipador del espejismo y de la ilu­sión, de allí la complejidad de su problema y la sutileza de sus di­ficultades. A la vez debe tener en cuenta (para su fortalecimiento y estímulo) que cada parte del espejismo disipado y cada ilusión reconocida y superada allana el camino a los que le siguen, sim­plificando así el camino a sus condiscípulos. Por excelencia, es el gran Servicio a prestar, y sobre este aspecto les llamo la atención. Por eso trato en estas instrucciones de esclarecer la cuestión.

Uno de los problemas que enfrenta el aspirante es reconocer el espejismo y ser consciente de los espejismos que acechan su camino y de las  ilusiones que erigen un muro entre él y la luz. Ya es bas­tante poder reconocer que el espejismo y la ilusión existen. La mayoría no son conscientes de su existencia. Muchas personas buenas no los ven, divinizan sus espejismos y consideran sus ilusiones como posesiones muy apreciadas y arduamente conquis­tadas.

Sin embargo, el reconocimiento lleva en sí sus propios proble­mas, debido a la incapacidad del discípulo común para liberarse de la facultad de crear espejismos, desarrollada en el pasado, encon­trando demasiado difícil mantener una adecuada proporción y un sentido exacto de los valores, respecto a las verdades del plano mental. El discípulo puede adquirir arduamente la verdad y cap­tar un principio de la realidad y luego circundarlos con las fá­ciles ilusiones de la mente, la cual recién ha comenzado a descu­brirse a sí misma. Los espejismos de naturaleza emocional pueden surgir y agruparse alrededor del ideal, puesto que todavía no está esclarecido y predispuesto a atraer hacia sí aquello que –emocio­nal y sensiblemente— cree ser y poseer.

Ilustraré este punto desde dos ángulos, los cuales se hallan den­tro del ámbito del discipulado o se enfrentan en el Sendero de Probación. Los denominaré la “ilusión del poder" y el "espejismo de la autoridad". Estas palabras demostrarán que uno será en­frentado en el plano astral y el otro en el mental.

El Espejismo de la Autoridad es colectivo en la mayoría de los casos. Tiene sus raíces en la psicología colectiva e indica que la hu­manidad todavía está en la etapa de la infancia, donde el hombre  es protegido de sí mismo por la imposición de algunas reglas, con­junto de leyes, edictos autoritarios emanados del control guber­namental, régimen oligárquico o la dictadura de un individuo. Es­to obliga al género humano, hasta donde es posible juzgarlo, a obe­decer fórmulas fijas y estandariza las actividades del hombre re­gimentando su vida y trabajo.  

Cuando el espejismo de la autoridad se transfiere a la concien­cia espiritual del hombre, tenemos un estado de cosas como el período de la inquisición en sus peores aspectos, la autoridad ecle­siástica con su énfasis puesto sobre la organización, gobierno y castigos o la indiscutible férula de algún maestro. Pero, al igual que a toda persona que no ha recibido alguna de las iniciaciones superiores, puede, con el tiempo, llegar a enamorarse de su libertad y entonces automática­mente penetrar en el espejismo de su ideal de libertad –ideal que él ha creado—, llegando así a convertirse en prisionero de la libertad. Rechaza toda autoridad, excepto la que él llama "autoridad de su propia alma", olvidando que el contacto con su alma es todavía intermitente. Reclama el derecho de valerse por sí mismo. Goza de la nueva libertad que ha hallado. Olvida que habiendo desistido de la autoridad de una enseñanza y de un maestro, tiene que apren­der a aceptar la autoridad del alma y del grupo de almas con el cual está afiliado por su karma, su tipo de rayo, su elección y por la inevitabilidad de los efectos de la unificación. Quienes nos ocupamos de él y lo observamos desde las claras cumbres de la realización, vemos cómo gradualmente es envuelto por las volutas de niebla y espejismo que paulatinamente surgen a su alrededor mientras se convierte en un "prisionero de la bru­ma de la libertad", regocijándose en lo que estima la realidad de su independencia. Cuando su visión se haya esclarecido y su as­pecto mental esté más desarrollado y evolucionado, sabrá que la Ley que rige al grupo tiene que imponerse, y se impondrá sobre él, y que el control de la naturaleza inferior sólo puede ser reem­plazado por el control del alma, control grupal que opera bajo la Ley que rige al grupo. Ha luchado para salir del conjunto de los que buscan el Camino, hasta llegar al Camino mismo. Por lo tanto ha avanzado más que las masas, pero no está solo, aun­que así lo crea. Descubrirá que muchos recorren el mismo cami­no, y su número crecerá constantemente a medida que progrese. La regla de la interacción del viajero y el reconocimiento grupal del trabajo y el servicio, preponderarán sobre él, hasta que des­cubra que es un miembro del Nuevo Grupo de Servidores del Mundo trabajando bajo ciertas condiciones que constituyen las reglas que rigen la actividad del grupo. Finalmente, penetrará en los lugares si­lenciosos donde moran los Maestros de Sabiduría, y trabajará a la par de Ellos con ritmo grupal, obedeciendo así las leyes del reino espiritual, leyes subjetivas de Dios.

Repetidas veces, al recorrer el Camino, se rebelará contra el control y caerá nuevamente en el espejismo de su supuesta liber­tad. Puede liberarse del control de la personalidad y también del de las personalidades, pero nunca puede liberarse de la Ley de Servicio y de la constante interacción entre un hombre y otro y un alma y otra. Ser libre significa permanecer en la clara y límpida luz del alma, que básica e intrínsecamente es conciencia grupal.

Por lo tanto, cuando se sienten embargados por la incertidum­bre y la inquietud, deseando y exigiendo libertad para hollar el Sendero, sin la imposición de autoridad alguna, tengan cuidado que no sea el espejismo que produce el deseo de verse libres de los impactos grupales y asegúrense de que no están tratando –como almas sensibles— de hallar una vía de escape. Aplico esta frase en su sentido psicológico moderno. Formúlense las siguientes pre­guntas: ¿Son de tanta importancia para mí y para otros, la como­didad y la paz mental, que, por obtenerlas, me veo impulsado a sacrificar la integridad del grupo? ¿Constituye mi propia satis­facción interna, una excusa adecuada para postergar el propó­sito grupal planeado? Pues ciertamente, lo postergará. Cualquier cosa que decidan constituirá, a su vez, una decisión responsable, con consiguientes reacciones sobre el grupo.


(27-VIII-2013) - MARTES TARDE - 3 PARTE DE 3- ESTANCIA III - Primeras te...

jueves, 19 de septiembre de 2013

MODO DE DESPERTAR LA INTUICIÓN




MODO DE DESPERTAR LA INTUICIÓN
Texto del Maestro D.K. “El Tibetano”

La intuición puede ser impulsada a la actividad de muy diver­sas maneras, y una de las más útiles y poderosas es el estudio y la interpretación de los símbolos.

Los símbolos constituyen la forma externa y visible de las rea­lidades espirituales internas; cuando se ha obtenido la facilidad de descubrir la realidad que se halla en cualquier forma específica, significa el despertar de la intuición. A través de los que pertene­cen al primer rayo, denominado el "Rayo destructor", fluye el poder del primer aspecto, el poder de dar fin. Tenderán a destruir a medida que construyen debido a la errónea orientación de la energía, al exceso de energía hacia una dirección determinada, o a la mala aplicación de la energía cuando trabajan en ellos mis­mos o con otros. Muchas personas de primer rayo se enorgullecen de esto y se escudan tras la excusa de que por pertenecer al primer rayo poseen inevitablemente la tendencia a destruir. Esto no es verdad. Los constructores ‑todas las personas que pertenecen al segundo rayo‑ deben aprender a destruir cuando son impulsados por el amor grupal y actúan bajo la influencia de la Voluntad o el aspecto de primer rayo. Los destructores deben aprender a construir, actuando siempre bajo el impulso del amor grupal y utilizando el poder afectivo en forma desape­gada. Ambos grupos, constructores y destructores, deben cons­tantemente trabajar desde el punto de vista de la realidad y del núcleo interno de la verdad y "permanecer siempre en el centro".

El estudio de los símbolos ayuda a lograrlo y, cuando se rea­liza con fe y constancia, efectúa tres cosas:

1.     Desarrolla el poder de penetrar detrás de la forma y lle­gar a la realidad subjetiva.

2.     Produce una estrecha integración entre alma‑mente‑ce­rebro; una vez lograda, se obtiene más rápidamente la in­tuición y, por lo tanto, la iluminación y la verdad.

3.      Ejerce presión sobre ciertas zonas aletargadas del cerebro, activando las células cerebrales, siendo ésta la primera eta­pa en la experiencia del aspirante. En la mayoría de los verdaderos aspirantes despierta el centro entre las cejas, mientras que el centro en la cima de la cabeza vibra muy suavemente pero no está en completo funcionamiento, de­biendo despertarse plenamente antes de que los aspirantes estén a la altura de su máxima oportunidad.

Insistiré sobre la necesidad de que mantengan ante sí, como meta, el propósito de llegar al concepto subyacente en cualquier símbolo que estudien. Dicho concepto siempre debe ser sintético. No puede ser detallado ni fraccionado; quizás se llegue a él por el estudio de los detalles y el significado de algunas fracciones o partes del símbolo en consideración. Sin embargo, cuando han fi­nalizado el análisis no deben sentirse satisfechos hasta haber re­sumido el significado del símbolo en una idea, concepto, significado o nombre sintéticos

Los símbolos deben ser estudiados de tres maneras:

a.                 Exotéricamente. Implica el estudio de su forma, sus líneas, por lo tanto, su significado numérico y también sus formas seccionales ‑me refiero a sus modificaciones, por ejemplo: cubos, triángulos, estrellas y su mutua interrelación.

b.                Conceptualmente. Implica llegar a la idea subyacente, que puede estar expresada en su nombre, llegar a su significado, que surge en la conciencia a través de la meditación, y a su significación total o parcial. Mientras realizan esto deben recordar que la idea implica la intención abstracta o superior; que el significado es esa intención expresada en términos de la mente concreta; que su significación es más bien la cualidad emotiva y puede decirse que constituye el tipo de deseos que despierta en ustedes.

c.                 Esotéricamente. Implica el efecto que produce la fuerza o energía y la calidad de vibración que podría despertar en alguno de los centros, quizás en el cuerpo astral o sólo en la mente.

      Si este estudio es emprendido correctamente, conducirá al des­arrollo de la intuición y su consiguiente manifestación en el plano físico como iluminación, comprensión y amor,

En primer lugar el objetivo del estudio del simbolismo es ca­pacitar al estudiante para sentir su cualidad y hacer contacto con ese algo vibrante que se halla detrás de ese conjunto de líneas, color y forma, de lo cual el símbolo está compuesto.

Para algunas personas este estudio resulta relativamente fácil, pero no para la mayoría, lo cual indica la falta de algo que debe ser llenado, empleando esas facultades que en la actualidad están dormidas. Siempre es desagradable despertar las facultades laten­tes y requiere un gran esfuerzo y determinación para no ser des­viados por las reacciones de la personalidad. A muchos les resulta difícil comprender en qué forma el desentrañamiento del significa­do de un símbolo puede proporcionar el medio para poner en acti­vidad funcionante las aletargadas facultades búdicas o intuitivas. La lectura de símbolos, "lectura espiritual” como nuestro antiguo maestro Patanjali la llama, es un arte refinado. El poder para in­terpretar símbolos siempre precede a la verdadera revelación. Cap­tar la verdad representada por una línea o serie de líneas que compo­nen una forma simbólica, no es todo lo que se ha de hacer. Una buena memoria puede recordar que una serie de líneas, formando un triángulo o una serie de triángulos, significa la trinidad o cual­quier serie de triplicidades dentro de la manifestación macro o microcósmica. Pero esa actividad y exactitud de la memoria de nada servirá para despertar las células cerebrales aletargadas o para activar la intuición. Debe recordarse (y aquí se hace evidente el valor de cierto conocimiento de ocultismo académico o técnico) que el plano donde se manifiesta la intuición y se halla activa la conciencia intuitiva, es el plano búdico o intuitivo. Dicho plano es la analogía superior del astral o emocional, el plano de la percep­ción sensoria a través de una sentida identificación con el objeto de la atención o atracción. Es evidente por lo tanto que, si se quiere activar la facultad intuitiva por el estudio de símbolos, el estudian­te debe sentir o estar en cierta manera identificado con la natu­raleza cualitativa del símbolo y con la naturaleza de esa realidad que la forma simbólica oculta. Deben tratar de estudiar ese aspecto de la lectura de símbolos.

Los estudiantes deberán investigar, por consiguiente, después de haber estudiado debidamente el aspecto forma, qué produce el símbolo en ellos, qué sentimientos evoca, qué aspiraciones despier­ta y qué sueños, ilusiones y reacciones registran conscientemente. Ésta es la etapa intermedia entre la lectura exotérica del símbolo y la comprensión conceptual. Luego hay otra etapa posterior, inter­media entre la comprensión conceptual y la captación y aplicación esotéricas, la cual se denomina "reconocimiento sintético". Habien­do estudiado la forma y percibido su significado emotivo, se pasa a la etapa en que es captada la idea básica del símbolo y, de allí, a la comprensión sintética de su propósito. Esto conduce al verda­dero esoterismo, que es la aplicación práctica de su sintético poder viviente a los resortes de la vida y a la acción individuales.

Les pediría que no sólo interpreten el símbolo inteligentemente sino también que reconozcan la reacción más sutil de su sensibili­dad sensoria hacia el símbolo. Estudien cuatro símbolos por año. Primero, encarando el símbolo desde su aspecto forma, tratando de familiarizarse con su aspecto externo, líneas, triángulos, cua­drados, círculos, cruces y las demás formas que lo componen; al hacerlo esfuércense por comprenderlo desde el punto de vista del intelecto, empleando la memoria y el conocimiento que poseen para interpretarlo exotéricamente.

En cuanto se familiaricen con el símbolo y sin esfuerzo puedan recordarlo, traten de percibir su cualidad, hacer contacto con su vibración y observar el efecto emocional que les produce. Esto puede variar cada día o permanecer invariable. Sean honestos al observar esta reacción astral hacia el símbolo y vean a dónde con­ducen esas reacciones, recordando que no provienen de la intuición sino que son reacciones del cuerpo sensorio o astral.

Finalmente, tomen nota de lo que constituye para ustedes la cualidad básica del símbolo; luego (igual que en la meditación) eleven el tema al reino de la mente, procuren concentrarse en él con mente atenta y enfocada. Esto los llevará al reino de los con­ceptos.

MAPA DE LOS VIAJES INICIÁTICOS DE HELENA PETROVNA BLAVATSKY. (última versión)

miércoles, 18 de septiembre de 2013

¿QUÉ ES LA INTUICIÓN?




DEFINICIÓN DE LA INTUICIÓN
Texto de D.K. “El Tibetano”



 La intuición no es un sentimiento de amor hacia las personas que signifique comprenderlas. Mucho de lo que se llama intuición sólo es un reconocimiento de similitudes y la posesión de una aguda mente analítica. Las personas inteligentes que han vivido mu­cho tiempo, han tenido muchas experiencias, haciendo contacto con un sin número de personas, pueden, siempre que estén intere­sadas en ello, darse cuenta fácilmente de los problemas y las mo­dalidades de los demás. Esto no debe confundirse con intuición.

La intuición no está relacionada con el siquismo superior o inferior; tener una visión, oír la voz del silencio, reaccionar pla­centeramente a cualquier enseñanza, no significa que actúe la intuición. Tampoco es ver símbolos, pues esto es un tipo especial de percepción y también implica poseer la capacidad de sintonizar la Mente Universal en ese estrato de su actividad que produce las formas‑cánones sobre las que se basan todos los cuerpos etéricos. Intuición no es sicología inteligente ni amoroso deseo de prestar ayuda, producida por la interacción entre la personalidad, regi­da por una fuerte orientación del alma, y el alma consciente del grupo.

Intuición es comprensión sintética, prerrogativa del alma, que sólo es posible cuando el alma, en su propio nivel, va en dos di­recciones: hacia  la Mónada y hacia la integrada, y quizás momentáneamente coordinada y unificada personalidad. Es el primer indicio de una profunda unificación subjetiva que llegará a su consumación en la tercera iniciación.

Intuición es captar comprensivamente el principio de universa­lidad; cuando existe, se pierde, por lo menos momentáneamente, todo sentido de separatividad. En su punto álgido se reconoce co­mo ese Amor Universal que no tiene relación con el sentimiento ni con la reacción afectiva, sino que predominantemente se iden­tifica con todos los seres. Entonces se conoce la verdadera compa­sión y no existe el espíritu de crítica. Sólo entonces puede verse el germen divino latente en todas las formas.

Intuición es luz, y cuando actúa, el mundo se ve como luz y la luz existente en los cuerpos de todas las formas se hace gradual­mente visible. Esto trae consigo la capacidad de hacer contacto con el centro de luz de cada forma, estableciéndose así también una relación esencial, quedando relegado a segundo término el sentido de superioridad y separatividad.

Por lo tanto, el desarrollo de la intuición trae aparejado tres cualidades:

 Iluminación. Por iluminación no me refiero a la luz de la ca­beza. Ella es incidental y fenoménica; muchas personas verdade­ramente intuitivas desconocen por completo esta luz. La luz a que me refiero es la que ilumina el Camino, "la luz del intelecto" que significa realmente lo que ilumina la mente y puede reflejarse en el mecanismo mental cuando ella se mantiene "firme en la luz". Ésta es la "Luz del Mundo", realidad que existe eternamente, pero que sólo puede ser descubierta cuando la luz interna indi­vidual es reconocida como tal. Es la "Luz de las Edades” que bri­lla cada vez más hasta que el Día sea con nosotros. Intuición, por lo tanto, es reconocer  internamente, por propia experiencia. y no en teoría, nuestra total identificación con la Mente Universal y que somos parte integrante de la gran Vida del mundo y que participa­mos de la Existencia que persiste eternamente.

Comprensión. Debe ser considerada en su sentido literal, signi­ficando la facultad de entender y penetrar las cosas y también el poder de receso o la capacidad de apartarse de la eterna identifica­ción con la vida de la forma. Quisiera señalar que apartarse es relativamente fácil para los que poseen muchas de las cualidades de primer rayo. El problema consiste en apartarse en sentido esotéri­co, evitando al mismo tiempo el sentido de separatividad, aislamien­to y superioridad. Es fácil para las personas que pertenecen al pri­mer rayo resistir a la tendencia de identificarse con otros. Tener verdadera comprensión implica poseer una acrecentada capacidad de amar a todos los seres y no obstante, al mismo tiempo, mantener un desapego personal, que puede basarse fácilmente en la incapa­cidad de amar o en la preocupación egoísta por la propia comodi­dad ‑física, mental o espiritual y sobre todo emocional. Las perso­nas que pertenecen al primer rayo temen a la emoción y la des­precian, pero a veces tienen que entrar en un estado emotivo antes de poder emplear correctamente la sensibilidad emotiva.

Comprensión implica hacer contacto con la vida como persona­lidad integrada, más la reacción egoica a los propósitos y planes del grupo. Supone la unificación alma‑personalidad, amplia experien­cia y una acelerada actividad del principio crístico interno. La com­prensión intuitiva es siempre espontánea. El razonamiento, para llegar a la comprensión, no constituye una actividad de la intuición.

Amor. Como ya se ha dicho, no es un sentimiento afectivo ni tampoco poseer una disposición amorosa; ambos aspectos son inci­dentales y correlativos. Cuando se desarrolla la intuición tanto el afecto como la exteriorización del espíritu amoroso se expresarán en su forma más pura, pero aquello que produce esto es algo mu­cho más profundo y abarcante. Es esa captación sintética e incluyente de la vida y necesidades de todos los seres (he elegido estas dos palabras con toda intención), elevada prerrogativa de un divi­no Hijo de Dios. Rechaza todo lo que erige barreras, formula críticas y produce separación. No hace distinciones, aunque valora la necesidad y produce en aquél que ama como alma, una identificación inmediata con lo amado.

Estas tres palabras resumen las tres cualidades o aspectos de la intuición, y pueden ser resumidas por la palabra universalidad o sentido de unicidad universal.

¿No es esto lo que ansían alcanzar todos los aspirantes? y ¿no es algo que cada uno de ustedes, peculiarmente, necesita como indi­viduo? Cuando existe, hay una inmediata descentralización del dramático "yo", esa capacidad para relacionarse siempre como cen­tro de todos los acontecimientos, fenómenos y trabajo grupal.

No puedo extenderme más sobre el tema de la Intuición. Es una cuestión muy amplia y muy abstrusa. Lo único que puedo hacer es exponer sus tres aspectos y luego insistir sobre la nece­sidad de someterse a ese entrenamiento y a esa disciplina que producirán en la vida, amor, luz y comprensión. Cuando se cap­ta la teoría y se realizan los ajustes correctos y el trabajo nece­sario, la personalidad se hace magnética y las células cerebrales que se hallan alrededor de la glándula pineal, que hasta entonces han estado aletargadas, se despiertan y vibran. El núcleo de cada célula del cuerpo es un punto de luz, y cuando la luz de la intui­ción es percibida, la luz celular responderá inmediatamente. La constante afluencia de la luz de la intuición hará surgir a la luz del día,  hablando esotéricamente, toda célula cuya constitución le permita responder.


(27-VIII-2013)-MARTES TARDE-2 PARTE DE 3- ESTANCIA III - Primeras tentat...

martes, 17 de septiembre de 2013

LA LEY DEL SERVICIO




LA LEY DEL SERVICIO




La Ley del Servicio rige el futuro. En la antigüedad el aspirante se dedicaba a servir a su propia alma, poniendo el énfasis sobre la propia salvación individual, siendo lo único que consideraba. Luego vino el período en que el servicio al Maestro y a la propia alma se consideraba de primordial interés; se servía al Maestro y se acentuaba el deber hacia él, porque contribuía a la salvación del individuo. Hoy se emite una nueva nota - la nota del progreso sirviendo a la raza y practicando el olvido de sí mismo.

Algún día llegarán a comprender que la Ciencia del Servicio tiene mayor importancia que la Ciencia de la Meditación, porque el esfuerzo y la ardua actividad del discípulo servidor evocan los poderes del alma, hace de la meditación un requisito esencial y es el método - más avanzado que cualquier otro - para invocar a la Tríada espiritual, intensificar la vida espiritual, forzar la construcción del antakarana y conducir a una serie graduada de renunciamientos hasta llegar a la Gran Renunciación, que libera al discípulo para toda la eternidad.

Llegamos así a considerar la tercera Ley del Alma que rige toda la actividad del alma. Es la Ley del Servicio. Sin embargo, antes de entrar a dilucidar este tema, trataré de exponer tres cosas que merecen cuidadosa atención:

Primero, el resultado de todo contacto efectuado en la meditación y la medida de nuestra realización, estarán determinados por el consiguiente servicio prestado a la raza. Si hay correcta comprensión, habrá necesariamente correcta acción.

Las tres grandes ciencias que tendrán preponderancia en la Nueva Era y llevarán a la humanidad de lo irreal a lo real y de la aspiración a la realización, son:

I.          La ciencia de la Meditación, la futura ciencia de la mente.

II.         La ciencia del Antakarana o la ciencia de erigir el puente, entre la mente superior y la inferior.

III.        La ciencia del Servicio, definida técnica de unificación. Consideraremos ahora los amplios delineamientos generales de esta ciencia, porque es el principal factor liberador en la vida del discípulo.

Segundo, esta Ley del Servicio no puede ser evadida. Eludirla trae el consiguiente castigo, si se hace conscientemente. La capacidad de servir marca una definida etapa de progreso en el Sendero y, hasta no llegar a esa etapa, no puede prestarse un servicio espontáneo brindado con amor y guiado por la sabiduría. Hasta ese momento lo único que habrá serán buenas intenciones, diversidad de móviles y frecuente fanatismo.

Tercero, esta Ley del Servicio la expresó plenamente, por primera vez, el Cristo hace dos mil años...

La era pisceana preparó lenta, muy lentamente, el camino para la divina expresión del servicio, que será la gloria de los siglos venideros. Hoy el mundo está llegando firmemente a comprender que “ningún hombre vive para sí mismo” y que sólo cuando el amor, sobre el cual se ha escrito y hablado tanto, se exterioriza como servicio, el hombre puede estar a la altura de su capacidad innata.

No es fácil servir. Recientemente el hombre comienza a aprender a servir.

El servicio generalmente se interpreta como algo muy deseable, pero raras veces se comprende cuán difícil es servir. Implica sacrificar tiempo, todo aquello que nos interesa y las propias ideas; requiere un trabajo excesivamente arduo, porque necesita un esfuerzo deliberado, sabiduría consciente y habilidad para trabajar sin apego. Estas cualidades no las logra fácilmente el aspirante común; sin embargo, la tendencia a servir es una actitud que posee hoy una vasta mayoría de personas en el mundo. Tal es el éxito obtenido por el proceso evolutivo.

A menudo se considera que servir consiste en lograr que las personas adopten el punto de vista de aquel que sirve, porque para el seudo servidor es bueno, verdadero y útil y, lógicamente, creerá que será bueno, verdadero y útil para todos. Muchos creen que servir es darle algo al pobre, al afligido, al enfermo y al desgraciado, porque consideran que deben ayudarlos, sin comprender que esta ayuda se ofrece primordialmente porque se sienten incómodos ante las condiciones afligentes y, por lo tanto, deben esforzarse por mejorar tales condiciones a fin de sentirse nuevamente cómodos. Esta forma de prestar ayuda, alivia el propio malestar, aunque no logre liberar ni aliviar a los que sufren.

El servicio demuestra con frecuencia un temperamento preocupado o superactivo, o bien una disposición de autosatisfacción que lleva a su poseedor a realizar ingentes esfuerzos para cambiar las condiciones y convertirlas en lo que él cree que debe ser, obligando así a las personas a estar de acuerdo con lo que el servidor cree que debe hacerse.

También el servicio puede surgir del deseo fanático de seguir los pasos del Cristo, el gran Hijo de Dios que “hizo el bien” y dio el ejemplo para que siguiéramos Sus pasos. Por lo tanto estas personas sirven por el sentido de obediencia y no por el sentimiento espontáneo de exteriorizarse hacia el necesitado. Allí no existe esa cualidad esencial de prestar servicio, y todo se reduce a tentativas. El servicio puede similarmente efectuarse por un profundo y arraigado deseo de alcanzar la perfección espiritual, considerada una de las facultades necesarias para el discipulado, y el que quiere llegar a ser un discípulo debe servir. Esta teoría es correcta, pero carece de la sustancia viviente del servicio. El ideal es correcto, verdadero y meritorio, pero el móvil que subyace en él es completamente erróneo. El servicio puede ser prestado porque está de moda y se ha convertido en una costumbre el estar ocupado haciéndolo de algún modo. La marea sube. Todo el mundo sirve activamente en sociedades de beneficencia, en empresas filantrópicas, en la Cruz Roja, en instituciones de elevación cultural y en la tarea de aliviar las malas condiciones del mundo. Servir está en boga. Servir da la sensación de poder, conquista amigos y es una forma de actividad grupal y, con frecuencia, beneficia mucho más al servidor (en el sentido mundano) que al servido. 

Sin embargo, a pesar de los móviles erróneos y las falsas aspiraciones, se presta un constante y espontáneo servicio. La humanidad va hacia una correcta comprensión de lo que significa servir.



Cuando el yo personal inferior se subordina a los ritmos superiores y obedece a la nueva Ley del Servicio, entonces la vida del alma comienza a fluir a través del hombre y llega a los demás: el efecto que produce en su familia y en su grupo inmediato se demuestra en real comprensión y en prestar verdadera ayuda. A medida que se aplique esa corriente de vida afluirá con más fuerza y se extenderá desde el pequeño grupo familiar circundante hasta quienes se hallan en las inmediaciones. Entonces se hace posible una amplia serie de contactos hasta que, oportunamente (si han vivido varias vidas influidos por la Ley del Servicio), el efecto de la vida afluyente puede llegar a ser nacional y mundial. Pero esto no debe ser planeado y tampoco se luchará para imponerlo como un fin en sí mismo. Será una expresión natural de la, vida del alma, adquiriendo forma y orientación de acuerdo al rayo a que pertenece el hombre y a la expresión de su vida pasada, y estará coloreada y ordenada por las condiciones ambientales - de tiempo, período, raza, edad. Será una corriente viviente y una acción espontánea, y la vida, el poder y el amor demostrados, provenientes de los niveles del alma, tendrán una fuerza poderosa y atractiva sobre las unidades del grupo con las cuales el discípulo puede entrar en contacto en los tres mundos de expresión del alma. No existen Otros mundos, actualmente, donde el alma pueda expresarse a sí misma. Nada puede impedir o detener el poder de esta vida de servicio natural y amoroso, excepto en esos casos en que se entromete la personalidad. El servicio, tal como lo entienden los Instructores del aspecto interno de la vida, es tergiversado y alterado y luego se convierte en intromisión; se trasforma en ambición; se realiza el esfuerzo a fin de que otros sirvan en la forma que nosotros creemos que debe servirse, y se trueca en amor al poder, que obstaculiza el verdadero servicio en vez de convertirlo en amor a nuestros semejantes. Existe una etapa peligrosa en toda vida cuando se capta la teoría del servicio y se reconoce la ley superior; entonces la cualidad imitadora de la personalidad, su naturaleza simiesca y el anhelo que proporciona la aspiración de grado superior, pueden fácilmente confundir la teoría con la realidad, y las acciones externas de la vida de servicio con la natural y espontánea afluencia de la vida del alma a través de su mecanismo de expresión.

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