EL SENTIDO DE LA VIDA
Llega la primavera con su promesa eterna de vida abundante.
Aprovechemos su energía y busquemos en nuestro mundo interno el sentido de
nuestra vida. Cuando me doy cuenta que lo más valioso que tenemos es
imponderable, sutil, inmaterial, pienso que nuestra sociedad materialista,
mercantilista, recolectora de cosas puede pasar por alto el verdadero
significado de estar aquí, en este planeta, en este tiempo, con aquellos que
nos acompañan, que llegan a nuestra vida. La vida está llena de significado,
de contenido; porque la vida está llena de alma, de conciencia.
La
ciencia física moderna señala que la materia es energía. Y la energía ¿acaso no
es una cierta información que contiene un patrón de comportamiento? Entonces,
la vida está compuesta de energía/información,
paquetes de conciencia que circulan por el cosmos y crean la apariencia de ser
formas, cuando realmente son contenidos, significados, información.
Es
fácil entender que todo es energía, que todo es información, en lo micro, en el
mundo atómico, pero cuando queremos comprender este hecho en nuestro mundo
concreto, cotidiano, ya no nos parece tan obvio; sin embargo, si observamos
bien, nos daremos cuenta que todo lo que sucede en nuestra vida tiene un
significado, que nada sucede por azar. Parece que el poeta lo entendió bien al
decir que cuando cae una hoja tiembla una estrella... El problema existencial
se presenta cuando las cosas y los sucesos pierden significado. “Cuando no
le encuentro significado a la vida, me suicido” – siempre he creído
que el suicida piensa así. ¿Será por eso que ante la falta de significado que
aqueja nuestra civilización nos estamos suicidando colectivamente, como nos
advierten los ecologistas a cada rato?
Recuperar el
significado de la vida es la tarea más urgente que tenemos. Y lo logramos
cuando buscamos en el ser, en la vida, en la existencia misma y no en el tener,
no importa ni la calidad ni la cantidad.
En el mundo existen los que no paran de comprar y comen tanto
que siempre están a dieta, los que no tienen con qué comprar y los que no
tienen qué comprar, pero todos tienen dentro, el ansia de tener. El tener se ha
convertido en el trasfondo de nuestra cultura. Sus monumentos emblemáticos son
los Centros Comerciales y los Bancos. Del arte en busca de lo divino, expresado
magistralmente, por ejemplo, en las Catedrales Góticas, hemos pasado a los
gigantescos Bancos y centros de comercio, de arquitectura imponente y de gran
belleza. Todo el arte que en un tiempo dedicamos a lo divino, ahora se lo
dedicamos al dinero... La vida está llena de símbolos, la vida nos habla,
y nos da señales. La sincronicidad es su lenguaje. Lo podemos percibir cuando
desarrollamos ese poder de observación, esa atención profunda que nace de una
mente supremamente atenta y un corazón amoroso.
Hemos iniciado un nuevo tiempo con
una nueva ciencia y una vieja civilización. La
nueva ciencia nos dice que todo es energía, que el Universo se asemeja más a un
pensamiento que a una máquina, que la vida de una partícula está condicionada
por la relación con otra, que no existen en el Universo elementos aislados, que
todo es relación – pero administramos la vida sin tener en cuenta estos
descubrimientos, por lo tanto, no nos afectan. Y entonces vemos una ciencia
económica producir más pobreza que nunca, tanto que uno de sus más inminentes
pensadores, premio Nobel de economía, Joseph Stiglitz denuncia a las grandes
organizaciones que nacieron para ayudar a los países en desarrollo y ahora
administran la riqueza del mundo como lo son El Banco Mundial y el Fondo
Monetario Internacional y dice que tienen que hacer ajustes significativos en
sus políticas;“…se necesitan políticas para un crecimiento sostenible,
equitativo y democrático. El desarrollo no consiste en ayudar a unos pocos
individuos a enriquecerse o en crear un puñado de absurdas industrias
protegidas que sólo benefician a la élite del país.”
Conocemos
esta historia, las cifras nos asustan, por eso miramos para otro lado y
seguimos la carrera loca del consumidor, sin pensar mucho porque – pueda
ser que me tenga que comprometer, o lo que es peor, cambiar mi estilo de
vida – Y seguimos dando tumbos sin darnos cuenta del maravilloso
mundo de significados que se nos escapa segundo a segundo. Entonces decimos que
la vida es dura, árida y cruel; sí, porque perdió su razón de ser – una vida
carente de significado es la muerte.
Cuando
la medicina entra en el mundo de significados y trabaja considerando todas las
dimensiones humanas opera milagros. ¿Cómo será cuando la economía mundial
considere al ser humano como sujeto y no objeto, cuando su intención sea lograr
la mayor felicidad posible para la humanidad y deje de ser el servil
instrumento en manos de los codiciosos del mundo?
“Vivan más en el mundo de los significados y menos en el mundo de las
apariencias” pidió a sus discípulos el Maestro D.K. porque el
mundo de los significados es el mundo del alma, de las realidades espirituales,
de lo eterno, de lo que tiene más grado de verdad. Y como el alma lo impregna
todo, cada cosa que existe en el mundo material tiene un significado oculto.
Nuestra tan querida personalidad no es más que un símbolo del alma.
Y el símbolo vale por lo que representa. Cuando el símbolo pierde su
significado pasa a ser una figura carente de propósito, como nuestra vida
“moderna”, llena de despropósitos...
Un
eminente pensador daba una conferencia y una señora muy elegante le preguntó:
“Dígame Doctor, qué puedo hacer para aliviar la pobreza”. El contestó –
¿Cuántos pares de zapatos tiene usted, Señora?
Nuestro
estilo de vida moderno se ha convertido en un despropósito. Y cuando se pierde
el propósito se pierde el rumbo. Y entonces necesitamos más y más cosas para
tapar nuestro errático modo de vida.
No
podemos pedir, como Mafalda, que el planeta se detenga para bajarnos, pero sí
podemos descubrir el verdadero planeta, el de los significados, el de los
valores, el de la abundante vida. Está en cada comprensión extraída de la
vida, en cada uno de los sucesos acaecidos; está en la respuesta cuando un
médico se pregunta: ¿qué significa ser médico?; cuando un maestro de escuela se
pregunta: ¿qué es ser un maestro? No hay que leerse todos los libros de
sabiduría para responder a las cuestiones básicas de la vida porque están
grabadas en nuestro fuero interno. Es cuestión de reflexionar, estar atentos,
observar y silenciar un poco los ruidos que produce el deseo de tener para
escuchar la dulce voz del alma y no dejar que pase un acontecimiento sin preguntarnos:
¿qué me quiere decir la vida?
¿Puede
haber algo más urgente que recuperar el sentido de la vida? No importa si eres
joven o tienes mucha juventud acumulada, hay que saber para qué
estamos aquí y vivir de acuerdo. Este mundo tan concreto no es sino un
reflejo, una sombra de aquel. Cuando unamos el cielo y la tierra y veamos lo
divino en lo cotidiano, cuando cada milagro de la naturaleza asombre al alma
humana, cuando entendamos que hemos venido a amar y llenar de luz el
mundo, entonces tendremos el mundo justo que todos hemos soñado.
Y
a modo de despedida quiero volver a citar al Maestro D.K. “¿Puedo
exhortarles a que vivan más continuamente en el mundo de significados y menos
en el mundo de las apariencias? Es un mundo más real y menos ilusorio. Cuando
la comprensión se haya desarrollado, cuando los hombres hayan aprendido a ver
debajo de la superficie y cultivado la verdadera visión, entonces afluirán
constantemente las cualidades del alma en todas las formas y el poder de la
naturaleza forma será relegado a segundo término. La Humanidad tendrá el
privilegio de ser quien revele este mundo de significados, y todos los
verdaderos estudiantes deberían ser precursores en este campo.”
Estas
palabras del Maestro han calado hondo en mi alma y reflexionando en ellas he
encontrado caminos internos que me develan un mundo tan maravilloso que está
esperando ser descubierto por cada uno de nosotros. Toca ser valiente y osado
como Cristóbal Colón. Montarnos en nuestras tres carabelas: el cuerpo, las
emociones y la mente y navegar en el océano de significados para descubrir el
Nuevo Mundo, el maravilloso y mágico mundo del alma.
La
vida es como un río caudaloso. No podemos desviarlo pero podemos dejar de ser
espectadores y lanzarnos al agua – y vivir.
Carmen Santiago