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sábado, 6 de octubre de 2018

DEFINICIÓN DE LA INTUICIÓN Texto de D.K. “El Tibetano”


DEFINICIÓN DE LA INTUICIÓN
Texto de D.K. “El Tibetano”




 La intuición no es un sentimiento de amor hacia las personas que signifique comprenderlas. Mucho de lo que se llama intuición sólo es un reconocimiento de similitudes y la posesión de una aguda mente analítica. Las personas inteligentes que han vivido mu­cho tiempo, han tenido muchas experiencias, haciendo contacto con un sin número de personas, pueden, siempre que estén intere­sadas en ello, darse cuenta fácilmente de los problemas y las mo­dalidades de los demás. Esto no debe confundirse con intuición.

La intuición no está relacionada con el psiquismo superior o inferior; tener una visión, oír la voz del silencio, reaccionar pla­centeramente a cualquier enseñanza, no significa que actúe la intuición. Tampoco es ver símbolos, pues esto es un tipo especial de percepción y también implica poseer la capacidad de sintonizar la Mente Universal en ese estrato de su actividad que produce las formas‑cánones sobre las que se basan todos los cuerpos etéricos. Intuición no es psicología inteligente ni amoroso deseo de prestar ayuda, producida por la interacción entre la personalidad, regi­da por una fuerte orientación del alma, y el alma consciente del grupo.

Intuición es comprensión sintética, prerrogativa del alma, que sólo es posible cuando el alma, en su propio nivel, va en dos di­recciones: hacia  la Mónada y hacia la integrada, y quizás momentáneamente coordinada y unificada personalidad. Es el primer indicio de una profunda unificación subjetiva que llegará a su consumación en la tercera iniciación.

Intuición es captar comprensivamente el principio de universa­lidad; cuando existe, se pierde, por lo menos momentáneamente, todo sentido de separatividad. En su punto álgido se reconoce como ese Amor Universal que no tiene relación con el sentimiento ni con la reacción afectiva, sino que predominantemente se iden­tifica con todos los seres. Entonces se conoce la verdadera compa­sión y no existe el espíritu de crítica. Sólo entonces puede verse el germen divino latente en todas las formas.

Intuición es luz, y cuando actúa, el mundo se ve como luz y la luz existente en los cuerpos de todas las formas se hace gradual­mente visible. Esto trae consigo la capacidad de hacer contacto con el centro de luz de cada forma, estableciéndose así también una relación esencial, quedando relegado a segundo término el sentido de superioridad y separatividad.

Por lo tanto, el desarrollo de la intuición trae aparejado tres cualidades:

 Iluminación. Por iluminación no me refiero a la luz de la ca­beza. Ella es incidental y fenoménica; muchas personas verdade­ramente intuitivas desconocen por completo esta luz. La luz a que me refiero es la que ilumina el Camino, "la luz del intelecto" que significa realmente lo que ilumina la mente y puede reflejarse en el mecanismo mental cuando ella se mantiene "firme en la luz". Ésta es la "Luz del Mundo", realidad que existe eternamente, pero que sólo puede ser descubierta cuando la luz interna indi­vidual es reconocida como tal. Es la "Luz de las Edades” que bri­lla cada vez más hasta que el Día sea con nosotros. Intuición, por lo tanto, es reconocer  internamente, por propia experiencia. y no en teoría, nuestra total identificación con la Mente Universal y que somos parte integrante de la gran Vida del mundo y que participa­mos de la Existencia que persiste eternamente.

Comprensión. Debe ser considerada en su sentido literal, signi­ficando la facultad de entender y penetrar las cosas y también el poder de receso o la capacidad de apartarse de la eterna identifica­ción con la vida de la forma. Quisiera señalar que apartarse es relativamente fácil para los que poseen muchas de las cualidades de primer rayo. El problema consiste en apartarse en sentido esotéri­co, evitando al mismo tiempo el sentido de separatividad, aislamien­to y superioridad. Es fácil para las personas que pertenecen al pri­mer rayo resistir a la tendencia de identificarse con otros. Tener verdadera comprensión implica poseer una acrecentada capacidad de amar a todos los seres y no obstante, al mismo tiempo, mantener un desapego personal, que puede basarse fácilmente en la incapa­cidad de amar o en la preocupación egoísta por la propia comodi­dad ‑física, mental o espiritual y sobre todo emocional. Las perso­nas que pertenecen al primer rayo temen a la emoción y la des­precian, pero a veces tienen que entrar en un estado emotivo antes de poder emplear correctamente la sensibilidad emotiva.

Comprensión implica hacer contacto con la vida como persona­lidad integrada, más la reacción egoica a los propósitos y planes del grupo. Supone la unificación alma‑personalidad, amplia experien­cia y una acelerada actividad del principio Crístico interno. La com­prensión intuitiva es siempre espontánea. El razonamiento, para llegar a la comprensión, no constituye una actividad de la intuición.

Amor. Como ya se ha dicho, no es un sentimiento afectivo ni tampoco poseer una disposición amorosa; ambos aspectos son inci­dentales y correlativos. Cuando se desarrolla la intuición tanto el afecto como la exteriorización del espíritu amoroso se expresarán en su forma más pura, pero aquello que produce esto es algo mu­cho más profundo y abarcante. Es esa captación sintética e incluyente de la vida y necesidades de todos los seres (he elegido estas dos palabras con toda intención), elevada prerrogativa de un divi­no Hijo de Dios. Rechaza todo lo que erige barreras, formula críticas y produce separación. No hace distinciones, aunque valora la necesidad y produce en aquél que ama como alma, una identificación inmediata con lo amado.

Estas tres palabras resumen las tres cualidades o aspectos de la intuición, y pueden ser resumidas por la palabra universalidad o sentido de unicidad universal.

¿No es esto lo que ansían alcanzar todos los aspirantes? y ¿no es algo que cada uno de ustedes, peculiarmente, necesita como indi­viduo? Cuando existe, hay una inmediata descentralización del dramático "yo", esa capacidad para relacionarse siempre como cen­tro de todos los acontecimientos, fenómenos y trabajo grupal.

No puedo extenderme más sobre el tema de la Intuición. Es una cuestión muy amplia y muy abstrusa. Lo único que puedo hacer es exponer sus tres aspectos y luego insistir sobre la necesidad de someterse a ese entrenamiento y a esa disciplina que producirán en la vida, amor, luz y comprensión. Cuando se cap­ta la teoría y se realizan los ajustes correctos y el trabajo necesario, la personalidad se hace magnética y las células cerebrales que se hallan alrededor de la glándula pineal, que hasta entonces han estado aletargadas, se despiertan y vibran. El núcleo de cada célula del cuerpo es un punto de luz, y cuando la luz de la intui­ción es percibida, la luz celular responderá inmediatamente. La constante afluencia de la luz de la intuición hará surgir a la luz del día,  hablando esotéricamente, toda célula cuya constitución le permita responder.


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