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viernes, 6 de diciembre de 2013

LA LEY DE LA VIDA GRUPAL (D.K.)



LA LEY DE LA VIDA GRUPAL (D.K.)


 Nuestras relaciones grupales deben ser observadas y reconocidas. El hombre no sólo debe cumplir amorosamente sus obligaciones familiares y nacionales, sino pensar en términos más amplios abarcando a la humanidad misma, y así expresar la Ley de la Hermandad. La hermandad es una cualidad grupal. Los niños que nacen ahora vienen equipados con un sentido más profundo del grupo y una conciencia grupal más desarrollada que hasta hoy. Resolverán sus propios problemas incluso el del sexo y se interrogarán a sí mismos si se les presenta un situación difícil. ¿Tenderá mi acción hacia el bien grupal? ¿Se dañará o sufrirá el grupo si hago esto o aquello? ¿Se beneficiará y obtendrá progreso e integración y unidad el grupo? Toda acción que no esté a la altura de los requisitos grupales será automáticamente rechazada. En la dilucidación de los problemas el individuo o ente, aprenderá a subordinar lentamente el bien y los placeres personales a las condiciones y requisitos grupales. La comprensión de la Ley del Renacimiento, la buena voluntad hacia todos los hombres, expresándose como inofensividad, y el deseo de lograr la buena voluntad grupal, llegarán a ser gradualmente factores determinantes en la conciencia racial y nuestra civilización se adaptará con el tiempo a estas nuevas condiciones.   
Los diversos aspectos de la vida de Dios son interdependientes y ninguno progresa hacia una mayor comprensión sin beneficiar a todo el grupo.  

ELIGIENDO A LOS CORRECTOS TRABAJADORES 
Su trabajo inmediato es encontrar personas adecuadas e inspirarlas. Se lo está entrenando para dirigir a los hombres y guiar a los aspirantes en el trabajo de construcción de la nueva era, en la que están empeñados los Grandes Seres. Tiene que aprender a discernir, a comprender y a elegir correctamente mediante el experimento, el fracaso y el éxito. Sí, hermano mío, todos los hombres son almas, pero no todos los hombres están preparados para servir desinteresadamente. Juzgar acertadamente al considerar a otros, es una cualidad necesaria. Para llevar a cabo la tarea que trata de vitalizar, no busque a los amables, gentiles, bondadosos y suaves, porque las personas muy buenas son frecuentemente ignorantes y perezosas. Busque a esas almas fuertes que responden a la necesidad de la humanidad y reaccionan  ante  el  impulso  del  amor  (que  con  tanta  abundancia  usted derrama), pero que sean capaces de pensar en términos, firmes, con planeamiento vital, actividad consecutiva y que no pierdan tiempo en bellos sueños visionarios. El místico visionario percibe el ideal, pero como no utiliza la mente, no contemporiza con las ideas maravillosas que pueden materializarse en un futuro lejano y en el actual período de apremiante necesidad. Busque a quienes no tienen un trasfondo de segundo rayo semejante al suyo, pero que le otorguen su confianza y amor, porque reconocen su sabiduría, conocen su vinculación interna con la Jerarquía y se apoyan en su experiencia y en la fuerza de su alma. No atraiga a las personas amables y delicadas, débiles y bien intencionadas, gentiles pero ineficaces, para hacer el trabajo que usted quiere realizar. Busque almas fuertes, mediante las cuales pueda aprender a trabajar. Busque a aquellos que puedan colaborar con el Plan y también a compañeros trabajadores, fuera de las filas de los sicológicamente angustiados y anormales... Debe abstenerse de incluirlos en la estructura que construya para los Grandes Seres, porque no estando preparados, serían pobres piedras en el edificio y eslabones débiles en su trabajo. Tiene que construir para el futuro. Simbólicamente, le digo: Busque a quienes han fusionado su cabeza y su corazón y sobre cuya frente resplandece el símbolo místico del constrictor. 
Que pueda integrarse más libre y plenamente en el trabajo de la Gran Logia Blanca, y entre en un compañerismo más íntimo y en relación más estrecha con los constructores de la nueva era, es el ardiente deseo y la plegaria de su amigo, su hermano y su instructor. 
Cuando pueda mantenerse con más firmeza en el ser espiritual y trabaje más definida y conscientemente con el aspecto alma, y menos absorbentemente con la personalidad, su vida se simplificará y algunos de sus excepcionales problemas de la personalidad desaparecerán. Sólo entonces su alma atraerá a quienes puedan ser sus verdaderos colaboradores. 
Le haré aquí una insinuación: No busque a quienes sean espirituales en potencia, pero que no lo son todavía en expresión; busque almas maduras que no necesiten su ayuda sino su colaboración, así como usted necesita de la de ellos. Usted buscó sus colaboradores entre aquellos a quienes usted ayuda, pero allí no los encontrará. 
Una de las cosas más difíciles para los aspirantes humildes es comprender ese momento peculiar de la vida en que deben capacitarse para emprender un trabajo más discernidor, así como los instructores en el aspecto interno  aprendimos a hacerlo. No trabajamos con quienes piden nuestra ayuda; dejamos que nuestros discípulos o instructores de grado inferior se ocupen de las “luces menores”. Nos limitamos a  entrenar a  las almas fuertes, a las personas de gran fortaleza, cuyas vidas puedan enfocarse en la radiación y a quienes su respuesta y esfuerzo justifiquen nuestro empeño. A muchos de los que están alrededor suyo, hermano mío, les impartió mucha fuerza y enseñanza, pero tienden a confundir la pasividad de su enseñanza y a aceptar su fuerza, en vez de emprender la difícil tarea de lograr la divina autoconfianza y la innata, que no puede ser prestada, fortaleza. Deje que esas personas se vayan y - manteniéndose como centro radiante de fuerza magnética -atraiga hacia sí a quienes colaboran con el Plan, y no a los que consumen su energía. Estudie la lista de aquellos a quienes trató de ayudar y abandónelos a sus propias almas. No se preocupe por sus críticas, dedíquese en cambio a realizar un trabajo más importante, que se le presentará cuando se haya liberado de las pegajosas manos de aspirantes bien intencionados, pero mentalmente débiles. Entonces, alrededor de la estrella, que es su alma, habrá muchos “puntos luminosos”. Algunas veces me resultó difícil encontrarlo, debido a la obscuridad de quienes lo rodeaban y casi sofocaban, al aferrarse a usted. Manténgase libre.


jueves, 5 de diciembre de 2013



LOS CENTROS Y LAS ENFERMEDADES (D.K. “EL TIBETANO”)


Cuando Las energías constructoras del alma están activas en el cuerpo, entonces hay salud, amplia interacción, pura y correcta actividad. Cuando los constructores son los señores lunares y los que trabajan controlados por la Luna, a las órdenes del yo personal inferior, entonces hay enfermedad, mala salud y muerte. 
Esta regla es muy sencilla, pero da la clave de las causas de la enfermedad y la razón de una establecida inmortalidad; será entendida con gran claridad y comprensión dentro de pocos años, y reemplazará a infundados y falsos sistemas idealistas denominados Unity, Mental Science y Christian Science. Estos sistemas presentan como posibilidades inmediatas y demostrables, la intención de la liberación  de las limitaciones naturales y materiales que hoy controlan todas las formas, ignoran el factor tiempo y pasan por alto los procesos evolutivos y también el punto de desarrollo de la persona implicada; su posición está basada en el deseo, ansioso e innato del ser humano común, de comodidad y armonía física, disimulando el innato egoísmo de su presentación de la verdad con el concepto de que todo es para la eterna gloria de Dios. Indudablemente, desaparecerán las enfermedades y los impedimentos físicos de cualquier tipo, pero esto sólo sucederá cuando el alma del individuo controle, y el yo personal inferior se convierta en un autómata del alma, tal como el cuerpo físico es en la actualidad el autómata de la naturaleza emocional, de la mente y, ocasionalmente (y sólo muy ocasionalmente para la mayoría de las personas), del alma. 
Sólo cuando el alma, consciente y en colaboración con la personalidad, construya el templo del cuerpo y luego lo mantenga totalmente iluminado, desaparecerán las enfermedades; esta construcción sin embargo es un proceso científico, y en las primeras etapas del discipulado (o sea el momento en que el alma comienza a aferrarse a su instrumento, la personalidad) conduce inevitablemente al conflicto, a una creciente tensión, y frecuentemente se agravan las enfermedades y la desarmonía. Esta desarmonía y enfermedad conduce necesariamente a dificultades y sus consiguientes efectos indeseables, que serán superados, pero -durante este reajuste- mientras se registran y expresan, habrá mucha angustia física y sicológica y grandes dificultades, mayores y menores, que la humanidad parece haber heredado. 
En la humanidad poco evolucionada, el conflicto (desde el ángulo de la conciencia) es prácticamente nulo, porque es menos susceptible a las enfermedades sutiles que emanan de los tres sistemas vinculadores, pero al mismo tiempo responde mayormente a las tres enfermedades naturales, a las infecciosas y contagiosas y a las grandes epidemias que azotan naciones y grandes zonas planetarias. A medida que la humanidad va evolucionando, las enfermedades se hacen más personales (si puedo expresarlo así) y no están tan definidamente relacionadas con el rebaño o la masa. Las enfermedades tienen su origen dentro de las personas mismas y aunque pueden estar relacionadas con las enfermedades de las masas, se fundamentan en causas individuales. 
Cuando un hombre sale de la masa común y entra en el sendero de probación, llegando así a ser un aspirante al discipulado, entonces las enfermedades de la carne y la desarmonía de su triple sistema, además de la corriente transportadora, constituyen un problema consciente que el mismo aspirante debe resolver; esto le revelará la necesidad de construir en forma consciente y creadora.
La doctrina de la reencarnación adquiere aquí gran valor; el discípulo comenzará a establecer esas condiciones, a crear esas  formas y a construir esos vehículos que, en otra vida, le serán más apropiados y el alma podrá controlarlos, convirtiéndose en instrumentos más adecuados para llevar adelante el proceso del perfeccionamiento que el alma demanda. Señalaré que el discípulo no se concentra en ningún momento sobre el cuerpo físico ni trabaja físicamente para eliminar las enfermedades o la desarmonía. Comienza con la sicología que el alma enseña, empezando por las causas que producen efectos en el plano físico. Es un proceso más lento pero perdurable. Gran parte de los sistemas de extremada autosugestión, vinculados a la Christian Science y la Unity, tienen sólo efectos temporarios y están basados en un proceso científico de supresión y negación de los factores existentes. No están basados en la verdad. En una vida posterior esa supresión surgirá nuevamente con mayor potencia y continuará acrecentándose hasta quedar totalmente ignorada, poniéndose el énfasis de la vida sobre el contacto con el alma,  y la presión de la misma se exteriorizará en servicio a los demás. 
Referente a la enfermedad física y su relación con los centros (considerándolos como puntos focales para las energías que llegan de cualquier fuente) seria de utilidad que hiciera ciertas amplias generalizaciones, recordando que en ellas puede haber excepciones, particularmente en lo que respecta a la buena o mala salud de los discípulos. 
1.         Cada uno de los siete centro mayores rigen o condicionan -desde el ángulo de la materia lo mismo que del alma y del principio vida- la zona del cuerpo físico donde están ubicados cada uno, incluyendo la multitud de centros menores de energía y plexos de fuerza que pueden existir allí. 
2.         Las tres grandes y básicas divisiones manifestadas de la divinidad, se hallan simbólicamente presentes en cada centro: 
a.         El principio vida, el primer aspecto, aparece cuando todo el centro se ha desplegado o despertado esotéricamente. Siempre está presente en latencia, pero no es un factor dinámico que produce un estímulo monádico hasta finalizar el gran ciclo de evolución. 
b.         La cualidad o aspecto del alma aparece gradualmente en el proceso del desenvolvimiento evolutivo y produce, en tiempo y espacio, el efecto definido que el centro ejerce sobre su medio ambiente. Esta cualidad depende del rayo (ya sea de la personalidad o del alma) que origina la energía entrante, o del rayo que rige al cuerpo astral, en el caso de una persona poco evolucionada) y también del grado de evolución y de la influencia radiatoria de otros centros. 
c.         La aparición en el cuerpo etérico de un centro desarrollado o en desarrollo, indica el lugar que ocupa el hombre en la escala de evolución, su afiliación racial y su meta consciente; esta última puede abarcar desde el énfasis puesto sobre la vida sexual y la consiguiente actividad del centro sacro, hasta la meta del iniciado, que pone en actividad el centro coronario. Todo esto produce el consiguiente efecto sobre el tejido circundante, la sustancia y las formas orgánicas dentro del radio de influencia del centro. La zona de influencia varía de acuerdo a la actividad del centro y éste depende del grado evolutivo alcanzado por el individuo y del preponderante tipo de energía al cual él reacciona. 
3.         La energía entrante se trasmuta en fuerzas dentro del centro. Esto implica un proceso de diferenciación, donde la energía primaría involucrada se convierte en energías secundarias, sucediendo automáticamente; la rapidez del proceso de transmutación, la potencia de la resultante acumulación de fuerzas y la actividad radiatoria (que produce resultados condicionantes en el cuerpo físico denso) dependen del grado de desarrollo del centro particular implicado y si está despierto o no. 
4.         Las fuerzas salientes de un centro actúan sobre la contraparte etérica de toda la intrincada red de nervios que constituyen el sistema nervioso. Estas contrapartes, de idénticas analogías subjetivas, se denominan “nadis” en la filosofía hindú; constituyen una compleja y muy extensa red de energías fluídicas, un sistema intangible interno, paralelamente al de los nervios corpóreos, el cual es la exteriorización de un canon interno de energías. No existe todavía un término en ningún idioma para la antigua palabra “nadis’ debido a que la existencia de este sistema subjetivo aun no ha sido reconocida, y en Occidente prevalece el concepto materialista de los nervios como un sistema creado en respuesta a un  ambiente tangible. El concepto de que estos nervios son el resultado físico denso de un mecanismo interno y sensible de respuesta, es todavía muy indefinido y no ha sido reconocido por la moderna ciencia occidental. Cuando esta sustancia sutil (compuesta de hilos de energía) sea reconocida como subyacente en los nervios tangibles, habremos progresado en nuestro acercamiento al problema de la salud y de la enfermedad, acercándonos más al mundo de las causas. Esta red de nadis forma un canon definido de vida que varía de acuerdo al rayo de la personalidad. 
5.         Los nadis determinan por lo tanto la naturaleza y la cualidad del sistema nervioso Con sus extensas redes de nervios y plexos que abarcan todo el cuerpo físico. Los nadis y, por  consiguiente, la red de nervios, están principalmente relacionados con dos aspectos del equipo físico del hombre -los siete centros mayores del cuerpo etérico (el cuerpo sustancial que subyace en el cuerpo físico denso) y la columna vertebral con la cabeza. Debe recordarse que el cuerpo etérico es un cuerpo físico, aunque compuesto de materia más sutil que la que podemos ver y tocar. Esta hecho de sustancia o de aquello que “subyace” o fundamenta cada parte y partícula del vehículo físico denso. Esto más adelante recibirá la atención de los curadores y médicos iluminados de la nueva era. Cuando se reconozca la relación que existe entre los nadis y los nervios, conjuntamente con los centros y la columna vertebral, entonces se producirá una gran revolución en los métodos médicos y psiquiátricos. La experiencia demostrará que cuando se logre una interacción más estrecha entre ambos -los nadis y los nervios- se controlará más rápidamente la enfermedad. 
6.         Los nadis en el cuerpo físico corresponden a la vida o aspecto espíritu; los nervios son la analogía del alma o aspecto cualidad. Lo que se demuestra como su exteriorización conjunta es el sistema endocrino que corresponde a la forma o aspecto materia. Los tres -nadis, sistema nervioso y glándulas- son las analogías materiales de los tres aspectos divinos; responden esotéricamente a estos tres aspectos y hacen que el hombre, en el plano físico, sea lo que es. Los tres están también condicionados (por conducto de los siete centros, como ya hemos visto) por los vehículos astral o mental, o por la personalidad integrada, o por el alma que comienza a utilizar la personalidad como agente transmisor y trasmutador y -al finalizar el sendero del discipulado- por la Mónada, vía el antakarana, empleando este sendero autocreado como un canal directo de comunicación con los siete centros y de allí con el triple sistema de nadis, nervios y glándulas. 
7.         Estos tres sistemas mayores dentro del ser humano, expresan, por medio del cuerpo físico, la condición o grado de desarrollo de los centros. La vida, la cualidad y la energía que representan, son distribuidas por todo el vehículo físico mediante la corriente sanguínea. La ciencia moderna ya está reconociéndolo como una realidad, lo cual indica que la corriente sanguínea distribuye ciertos elementos liberados por las glándulas. Aún no reconoce el hecho de la relación que existe entre las glándulas y los centros, con el sistema intermedio de nadis y nervios. El próximo gran paso que dará la medicina será el reconocimiento de la realidad del cuerpo etérico, sustancia física que subyace en la materia densa. 
8.         Cuando los centros despiertan en el cuerpo, aparece entonces un sistema nervioso altamente eléctrico que responde inmediatamente a la energía conducida por  los nadis, cuyo resultado  será un sistema endocrino bien equilibrado. La vitalidad y la vida que afluirá a través del cuerpo será entonces tan poderosa que automáticamente el cuerpo físico quedará inmune a las enfermeda¬des, ya sean innatas, hereditarias o de origen grupal. Con estas palabras expreso una probabilidad futura y no una posibilidad inmediata. Algún día el hombre coordinará perfectamente los tres sistemas, que responderán físicamente al Canon interno de nadis y centros, y se integrará conscientemente con el alma, y más tarde -por medio del antakarana- con el principio Vida. 
9.         En la actualidad hay un desarrollo desparejo y algunos centros aún no han despertado, otros están sobrestimulados y los centros de abajo del diafragma sobreactivados; en consecuencia tenemos zonas enteras del cuerpo en que los nadis están en estado embrionario, en otras en que están altamente energetizados, pero sus emanaciones detenidas por algún centro que en el trayecto de su actividad aún no ha despertado o -si lo está- todavía no es irradiante. Estas condiciones desparejas producen poderosos efectos sobre el sistema nervioso y las glándulas, conduciendo en algunos casos al sobrestímulo, y en otros a condiciones subnormales, falta de vitalidad, hiperactividad y otras reacciones indeseables que producen inevitablemente enfermedad. Tales enfermedades surgen dentro del cuerpo mismo, como resultado de las tendencias hereditarias inherentes (o debería decir nativas) o predisposiciones existentes en el tejido corpóreo, o aparecen como resultado de la irradiación o no irradiación de los centros, que actúan a través de los nadis; pueden también originarse como resultado de los impactos o contactos externos (tales como enfermedades infecciosas o contagiosas, y epidemias). El sujeto es incapaz de resistirlas debido a que sus centros no están desarrollados. 
10.       Resumiendo: Enfermedad, incapacidad física de todo tipo (lógicamente exceptuando las que se deben a accidentes y, en cierta medida, a condiciones planetarias que provocan epidemias de naturaleza peculiarmente virulenta, como las producidas frecuentemente por la guerra) y los numerosos y diversos aspectos de la mala salud, pueden atribuirse directamente a la condición de los centros, pues ellos determinan la actividad o la pasividad de los nadis, que a su vez afectan al sistema nervioso, haciendo que el sistema endocrino sea lo que es en el individuo, y la corriente sanguínea la responsable de distribuir esta condición a todas las partes del cuerpo.


(19-X-2013)-1ª SESIÓN-LAS ETAPAS DEL DISCIPULADO por Alicia García-Assoc...

miércoles, 4 de diciembre de 2013

LA SEXUALIDAD (ACV)



LA SEXUALIDAD
ACV





En este tema, como en otros muchos, solemos estar en los extremos, y es cierto, no se toca o se habla muy poco espiritualmente de ello. Siempre decimos que es un tema espinoso, y sí que lo es, porque el ser humano tiene pendiente de resolver sus apegos.


En el dinero, en el poder y en el sexo, los extremos parece que son nuestro anclaje. La dualidad está en todo, pero nosotros lo que tenemos que encontrar es el término medio, el equilibrio, y que ese sea nuestro único anclaje.

El sexo es absolutamente necesario para la procreación, y la procreación es absolutamente necesaria para la reencarnación, para que esas almas que están pendientes de terminar su Sendero, el Retorno a la Casa del Padre, puedan terminarlo.

Normalmente para qué se practica el sexo, por puro placer o para contribuir con esas almas que tienen que encarnar?. Todos sabemos nuestra respuesta.

¿Conocemos el objetivo de esta vida terrena, el Plan de Dios para la tierra, para la humanidad?. Vamos a recordar estas palabras: “Mi reino no es de este mundo”. ¿Buscamos por encima de todo el placer de todo tipo?

¿Algunos de los que estamos en el Sendero Espiritual, hemos podido comprobar que a medida que avanzamos seriamente, profundamente (no superficialmente), las apetencias sexuales decaen?; ¿no será por eso de que “mi Reino no es de este mundo”?

¿Sabemos que algún día el ser humano llegará a ser “Andrógino” o lo que es lo mismo, que los dos sexos estarán en el mismo ser? NO HABRÁ SEXO.

Dice Krishnamurti que no hay problema sexual, sino problema mental, y esto cada cual lo interpreta como quiere, y con mucha frecuencia dando rienda suelta a las apetencias. Entiendo que todos los problemas que tenemos son apegos: apego al dinero, al poder, al sexo, a mi casa, a mi coche, a mi familia, a mi estatus, etc., etc.

En todo estamos aprendiendo, y en la medida que aprendemos por medio del conocimiento y sobre todo de las experiencias, nuestros problemas desaparecen, y simplemente tendremos energías que utilizaremos correctamente. ¡OJALÁ QUE ASÍ SEA!

¿Qué buscamos LA VERDAD o satisfacer nuestra personalidad?

¿Qué buscamos, lo fácil, lo atractivo, lo agradable, mi bien personal, o estamos buscando LA VERDAD? ¿Estamos intentando desapegarnos de lo que nos ata?

Se nos habla del Sendero angosto, y Buda nos habla del “Noble Sendero Medio”, el del filo de la navaja. Aun así, nosotros tergiversamos.

CADA CUAL TIENE QUE ENCONTRAR LA VERDAD, SIN ESPERAR QUE NADIE LE RESUELVA LA VIDA.
ACV.

martes, 3 de diciembre de 2013

EL PROBLEMA SEXUAL (KRISHNAMURTI) La Libertad Primera y Última



EL PROBLEMA SEXUAL  (KRISHNAMURTI)
La Libertad Primera y Última

 Pregunta: Sabemos que el sexo es una necesidad física y psicológica ineludible, y él parece ser una causa profunda de caos en la vida personal de nuestra generación. ¿Cómo podemos entendernos con este problema? 
Krishnamurti: ¿Por qué es que cualquier cosa que tocamos la convertimos en problema? Hemos hecho de Dios un problema, hemos hecho del amor, de la relación, del vivir, un problema, y hemos hecho del sexo un problema. ¿Por qué todo lo que hacemos es un problema, un horror? ¿Por qué sufrimos? ¿Por qué se ha convertido el sexo en un problema? ¿Por qué nos allanamos a vivir con problemas, por qué no les ponemos fin? ¿Por qué no morimos para nuestros problemas en lugar de llevarlos con nosotros día tras día, año tras año? El sexo es, por cierto, una cuestión pertinente; pero está la pregunta primordial: ¿por qué hacemos de la vida un problema? El trabajar, el sexo, el ganar dinero, el pensar, el sentir, el vivenciar ‑toda la trama del vivir, bien lo sabéis-, ¿por qué constituye un problema? ¿No es esencialmente porque siempre pensamos desde un punto de vista particular, desde un punto de vista fijo? Siempre pensamos desde un centro hacia la periferia; mas la periferia es el centro para la mayoría de nosotros, de suerte que todo lo que tocamos es superficial. Pero la vida no es superficial, exige ser vivida completamente, y como sólo vivimos superficialmente, conocemos tan sólo la reacción superficial. Cualquier cosa que hagamos en la periferia tiene inevitablemente que crear un problema, y eso es nuestra vida; vivimos en lo superficial, y ahí estamos contentos de vivir con todos los problemas de lo superficial. Así, pues, los problemas existen mientras vivimos en lo superficial, en la periferia, siendo la periferia el "yo", y sus sensaciones, las cuales pueden ser exteriorizadas o hechas subjetivas, que pueden ser identificadas con el universo, con la patria o con alguna otra cosa compuesta por la mente. 
Mientras vivamos dentro del ámbito de la mente, tiene que haber complicaciones, tiene que haber problemas; y eso es todo lo que sabemos. La mente es sensación, la mente es el resultado de sensaciones y reacciones acumuladas, y todo lo que ella toca ha de causar forzosamente miseria, confusión, un interminable problema. La mente es la causa real de nuestros problemas, la mente que funciona de un modo mecánico día y noche, consciente e inconscientemente. La mente es algo sumamente superficial; y hemos pasado generaciones, y pasamos toda nuestra vida cultivando la mente, haciéndola más y más sagaz, más y más sutil, más y más astuta, más y más falsa y tortuosa, todo lo cual resulta manifiesto en todas las actividades de nuestra vida. La naturaleza misma de nuestra mente es ser deshonesta, aviesa, incapaz de enfrentar los hechos; y eso es lo que crea problemas, esa es la cosa que constituye en sí el problema. 
¿Qué entendemos por problema del sexo? ¿Es el acto, o es un pensamiento acerca del acto? No es el acto, por cierto. El acto sexual no es para vosotros un problema en mayor grado que lo es el comer; pero si pensáis en la comida o en cualquier otra cosa el día entero porque no tenéis nada más en qué pensar, ello llega a ser para vosotros un problema. ¿El problema es, pues, el acto sexual o lo es el pensamiento acerca del acto? ¿Y por qué pensáis en él? ¿Por qué lo reforzáis, cosa que evidentemente hacéis? Los cines, las revistas ilustradas, los cuentos que leéis, el modo de vestir de las mujeres, todo ello refuerza vuestro pensamiento sexual.
Y por qué la mente lo refuerza, por qué la mente piensa absolutamente en el acto sexual? ¿Por qué? ¿Por qué ha llegado a ser asunto principal en vuestra vida? Habiendo tantas cosas que llaman y reclaman vuestra atención, prestáis atención completa al pensamiento sexual. ¿Qué ocurre, por qué vuestra mente se halla tan ocupada con eso? Porque eso es un modo de fundamental evasión, ¿no es así? Es una manera de olvidarse completamente de uno mismo. Por el momento, por aquel instante al menos; podéis olvidaros de vosotros mismos ‑y no hay ninguna otra manera de lograr ese olvido. Todo lo demás que hacéis en la vida acentúa el "yo". Vuestros negocios, vuestra religión, vuestros dioses, vuestros dirigentes, vuestras acciones políticas y económicas, vuestras evasiones, vuestras actividades sociales, vuestro ingreso a un partido y repudio de otro, todo eso acentúa y da vigor al "yo". Es decir, un solo acto existe en el cual no hay acentuación del "yo", de suerte que ese acto se convierte en problema, ¿no es cierto? Cuando en vuestra vida hay una sola cosa que sea una vía de escape fundamental, de completo olvido de vosotros mismos si bien por pocos segundos tan sólo, os aferráis a ese acto por ser el único momento en que sois felices. Todo otro asunto que toquéis se convierte en pesadilla, en fuente de sufrimiento y dolor, de suerte que os apegáis a la única cosa que os brinda completo olvido de vosotros mismos, y a la que llamáis felicidad. Mas cuando os aferráis a ella, también ella se vuelve pesadilla, porque entonces deseáis libraros de ella, no queréis ser su esclavo. Y así inventáis ‑de nuevo interviene la mente- la idea de castidad, de celibato, y tratáis de ser célibes, de ser castos, mediante la represión, todo lo cual son operaciones de la mente para aislarse del hecho. Esto, una vez más, acentúa de un modo particular el "yo", que trata de llegar a ser algo, y una vez más os veis atrapados en afanes, en dificultades, en el esfuerzo y el dolor. 
El sexo llega a ser un problema en extremo difícil y complejo mientras no comprendéis la mente que piensa en el problema. El acto en sí jamás puede ser un problema, pero el pensamiento acerca del acto crea el problema. El acto lo protegéis, lo resguardáis; vivís en forma disoluta u os dais rienda suelta en el matrimonio prostituyendo a vuestra esposa, todo lo cual resulta muy respetable en apariencia; y quedáis satisfechos de dejarlo todo en ese estado. Lo cierto es que el problema sólo puede resolverse cuando comprendéis íntegramente el proceso y la estructura del "yo" y de lo "mío": "mi" esposa, "mi" hijo, "mi" propiedad, "mi" coche, "mi" logro, "mi" éxito; y hasta que comprendáis y resolváis todo eso, el sexo seguirá siendo un problema. Mientras seáis ambiciosos ‑en el terreno político, religioso o en cualquier otro-, mientras acentuéis el "yo", el pensador, el experimentador, nutriéndolo de ambición ya sea en nombre de vosotros mismos como individuos o en nombre del país, del partido o de una idea que llamáis religión, mientras haya esa actividad de autoexpansión, tendréis un problema sexual. Vosotros, por una parte, os creáis, os alimentáis y os expandís, mientras por otra parte tratáis de olvidaros de vosotros mismos, de perder la noción de vosotros mismos, así sea por un momento. ¿Cómo pueden existir juntas ambas cosas? Vuestra vida, pues, es una contradicción: acentuación del "yo" y olvido del "yo". La sexualidad no es un problema; el problema es esta contradicción en vuestra vida; y la contradicción no puede ser salvada por la mente, porque la mente misma es una contradicción. La contradicción puede ser comprendida tan sólo cuando comprendéis plenamente el proceso total de vuestra existencia diaria. El ir al cine y observar a las mujeres en la pantalla, el leer libros que estimulan el pensamiento, las revistas con sus imágenes semidesnudas, vuestra manera de mirar a las mujeres, los ojos subrepticios que os atrapan; todas esas cosas alientan a la mente por medios tortuosos a acentuar el "yo"; y al mismo tiempo tratáis de ser buenos, afectuosos, tiernos. Ambas cosas no pueden ir juntas. El hombre que es ambicioso, en lo espiritual o de otro modo, nunca podrá estar sin problemas, porque los problemas sólo cesan cuando el "yo" es olvidado, cuando el "yo" es inexistente; y ese estado de inexistencia del "yo" no es un acto de voluntad, no es una mera reacción. La sexualidad llega a ser una reacción; y cuando la mente procura resolver el problema, sólo torna el problema más confuso, más fastidioso, más doloroso. El acto, pues, no es el problema, sino que lo es la mente, la mente que dice que debe ser casta. La castidad no es de la mente. La mente sólo puede reprimir sus propias actividades, y la represión no es castidad. La castidad no es una virtud, la castidad no puede ser cultivada. El hombre que cultiva la humildad no es por cierto un hombre humilde; podrá llamarle a su orgullo humildad, pero él es un hombre orgulloso, y es por eso que busca volverse humilde. Nunca el orgullo puede llegar a ser humilde, y la castidad no es cosa de la mente; no podéis haceros castos. Sólo conoceréis la castidad cuando haya verdadero amor, y el amor no es de la mente ni una cosa de la mente. 
Así, pues, el problema sexual que tortura a tanta gente a través del mundo, no puede ser resuelto hasta que la mente sea comprendida. No podemos poner fin al pensamiento; pero éste cesa cuando el pensador cesa, y el pensador sólo cesa cuando hay comprensión de todo el proceso. El temor surge cuando hay división entre el pensador y su pensamiento; sólo cuando no hay pensador no hay conflicto en el pensamiento. Lo que está implícito no requiere esfuerzo para comprenderse. El pensador surge del pensamiento; entonces el pensador se empeña por plasmar, por dominar sus pensamientos, o por darles fin. El pensador es un ente ficticio, una ilusión de la mente. Cuando hay comprensión del pensamiento como un hecho, entonces no hay necesidad de pensar en el hecho. Si hay simple y alerta captación sin opción, entonces aquello que está implícito en el hecho empieza a revelarse. Termina, por lo tanto, el pensamiento como hecho. Entonces veréis que los problemas que corren nuestro corazón y mente, dos problemas de nuestra estructura social, pueden ser resueltas. Entonces lo sexual ya no es un problema, tiene su lugar apropiado, no es ni una cosa impura ni una cosa pura. El sexo tiene su lugar, pero cuando la mente le da un lugar predominante, entonces se convierte en un problema. La mente le da a lo sexual el lugar predominante porque no puede vivir sin algo de felicidad, y así lo sexual se vuelve problema; mas cuando la mente comprende todo el problema y así llega a su fin, es decir, cuando el pensamiento cesa, entonces hay creación; y es esa creación lo que nos hace felices. Estar en ese estado de creación es bienaventuranza, porque es un olvido de uno mismo en el que no hay reacción como del "yo". Esta no es una respuesta abstracta al diario problema sexual, es la única respuesta. La mente desconoce el amor, y sin amor no hay castidad; y es porque no hay amor que hacéis de lo sexual un problema.

(25-X-2013)-INTRODUCCIÓN AL ESOTERISMO-10-(LOS ESPEJISMOS-6)

lunes, 2 de diciembre de 2013

CARTAS ROSACRUCES “LA DOCTRINA SECRETA” Carta IV



CARTAS ROSACRUCES  “LA DOCTRINA SECRETA”
Carta IV 

El fundamento de la entera Doctrina Secreta, fundamento del cual resulta el conocimiento de los más profundos misterios del universo, es tan sencillo que su significación puede comprenderla un niño, pero en razón de su simplicidad es universalmente desdeñado y no comprendido por aquellos que anhelan lo complejo y las ilusiones. Ama a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo. Un conocimiento práctico de esta verdad es todo cuanto se requiere para entrar en el templo en donde puede uno obtener la sabiduría divina. 
No podemos conocer la causa de todo bien a menos que nos aproximemos a ella; y no podemos aproximarnos a ella, a menos que la amemos y que por nuestro amor seamos a ella atraídos. No podemos amarla a no ser que la sintamos, y no podemos sentirla a menos que exista en nosotros mismos. Para amar al bien, debemos ser nosotros mismos buenos; para amar al bien sobre todas las cosas, el sentimiento de verdad, el de justicia y el de armonía deben sobrepasar y absorber a cada uno de los otros sentimientos; debemos cesar de vivir en la esfera del yo, que es la del mal, y empezar a vivir en el seno del elemento divino de la humanidad como en un todo; debemos amar aquello que es divino en la humanidad, tanto como aquello que dentro de nosotros mismos es divino. Si es alcanzado este  estado  supremo,  en  el  cual  habremos  olvidado  por  completo  nuestros  egos,  el intelectual y el animal, y en el que gracias a nuestro amor a Dios nos habremos convertido en uno mismo con Dios, no existirán entonces secretos ni en los cielos ni en la tierra que sean inaccesibles para nosotros. 
¿Qué es el conocimiento de Dios más que el conocimiento del bien y del mal? Dios es la causa de todo bien, y el bien es el origen del mal. El mal es la reacción del bien en el mismo sentido en que las tinieblas son la reacción de la luz. El fuego divino del cual procede la luz no es causa de la menor oscuridad, pero la luz que radia del centro flamígero no puede llegar a manifestarse sin la presencia de las tinieblas, ni, sin la presencia de la luz, serían las tinieblas conocidas. 
Existen por consiguiente, dos principios: el principio del bien y el principio del mal, brotando ambos de la misma raíz, en la cual no existe, como quiera que sea, mal alguno; sólo reside en ella el bien absoluto e inconcebible. Es el hombre un producto de la manifestación del principio del bien y únicamente en el bien puede encontrar la felicidad, puesto que la condición que necesita todo ser para ser feliz es el vivir en el elemento al cual su naturaleza pertenece. Aquellos que han nacido en el bien serán felices en el bien; aquellos que han nacido para el mal, nada desearán más que el mal. Aquellos que han nacido en la luz, buscarán la luz, y los que pertenecen a las tinieblas, sólo buscarán las tinieblas. Siendo el hombre un hijo de la luz, no será feliz mientras exista en su naturaleza una sombra de tinieblas. El hombre cuyo principio fundamental es el bien no encontrará la paz mientras exista en su interior una chispa tan sólo de mal. 
El alma del hombre es como un jardín, en el cual existen sembradas un número casi infinito de semillas diferentes. Estas semillas pueden dar origen a plantas bellas y saludables o a plantas deformes y nocivas. El fuego del cual estas plantas reciben el calor necesario para su desarrollo es la voluntad. Si la voluntad es buena, desarrollará plantas bellas; si es mala, dará lugar a que crezcan plantas deformes. El principal objeto de la existencia del hombre en esta tierra es la purificación de la voluntad y el cultivo de la misma hasta que se convierta en una enérgica potencia espiritual. El único medio para purificar la voluntad es la acción, y para lograrlo, todas nuestras acciones tienen que ser buenas, hasta que el obrar bien se convierta en una mera cuestión de costumbre cuando en la voluntad cese todo deseo hacia el mal. 
¿De qué provecho sería para ti el conocer intelectualmente los misterios de la Trinidad y el poder hablar sabiamente acerca de los atributos del Logos, si en el altar de tu corazón no ardiese el fuego del amor divino y si la Luz del Cristo no brillase en tu templo? Tu inteligencia abandonada por el espíritu que da la vida se desvanecerá y perecerá, y con ella perecerás tú, a menos que la llama del amor espiritual arda en tu corazón con la luz de la conciencia eterna. Si no estás en posesión del amor hacia el bien, más te vale permanecer sumido en la ignorancia, porque así pecarás ignorantemente y no serás responsable de tus actos;  pero  aquellos  que  la  verdad  conocen, y  que  la  desprecian  a  causa  de  su  mala voluntad, son los que sufrirán, puesto que cometen un "pecado imperdonable", conscientemente y a sabiendas, el pecado contra la verdad santa y espiritual. Al verdadero Rosacruz, cuyo corazón arde con el fuego del amor divino hacia el bien, la luz de éste iluminará su mente, le inspirará buenos sentimientos y le hará llevar a efecto buenas acciones. No necesitará de maestro mortal alguno que le enseñe la verdad, porque se encontrará penetrado por el espíritu de sabiduría, que será su verdadero Maestro. 
Todas las ciencias y artes mundanas son despreciables y pueriles ante la excelencia de esta sabiduría divina. La posesión de la sabiduría del mundo no tiene valor permanente; pero la posesión de la sabiduría divina es imperecedera y eterna. No puede en manera alguna existir la sabiduría divina sin el amor divino, porque la sabiduría es la unión del saber espiritual con el amor espiritual, de lo que resulta el poder espiritual. Aquel que no conoce el amor divino no conoce a Dios, porque Dios es la fuente y el centro flamígero del amor. Y por esto se ha dicho que, aunque penetremos todos los misterios, poseamos el entero saber y hagamos obras buenas, si no poseemos amor divino, no sirve de nada, puesto que únicamente por medio del amor podemos conquistar la inmortalidad. 
¿Qué es el amor? Un poder universal que procede del centro del cual el Universo ha sido desenvuelto. En los reinos elemental y animal obra a manera de fuerza ciega de atracción; en el reino vegetal obtiene los rudimentos de los instintos, que en el reino animal se desarrollan por completo; en el reino humano se convierte en pasión, la cual si obra en la dirección debida, hacia su fuente eterna, elevará al hombre hasta un estado divino; pero si es pervertida, lo conducirá a la destrucción. En el reino espiritual, es decir en el del hombre regenerado, el amor se transforma en un poder espiritual, consciente y viviente. Para la mayoría  de  los  hombres  de  nuestra  civilización  actual  el  amor  no  es  más  que  un sentimiento, y el amor verdaderamente divino y poderoso es casi desconocido entre la humanidad. Aquel sentimiento superficial al que los hombres llaman amor es un elemento semianimal, débil e impotente; pero, sin embargo, lo suficientemente poderoso para guiar o extraviar a la humanidad. Podemos elegir entre amar una cosa o no amarla, pero un amor tan superficial no penetra mas allá de los estados superficiales del alma del objeto amado. El poseer el amor divino no depende de la elección, es un don del espíritu que reside en lo interior, es un producto de nuestra propia evolución espiritual, y únicamente los que han llegado a aquel estado pueden poseerlo. No es posible que alguien más que aquel que ha alcanzado este estado de existencia conozca lo que es este amor espiritual y divino; pero aquel que lo ha obtenido sabe que es un poder omnipenetrante que, brotando del centro del corazón y penetrando en el corazón de aquello que se ama, evoca a la vida a los gérmenes de amor allí contenidos. A este Amor espiritual, llámale, si te parece mejor, Voluntad espiritual, Vida espiritual, Luz espiritual, pues es todo esto y mucho más porque todos los poderes espirituales brotan de un solo centro eterno, y culminan por fin otra vez en un poder, a manera del vértice de una pirámide de muchos lados. A este punto, a este poder, a este centro, a esta luz, a esta vida, a este todo se le llama Dios, la causa de todo bien, aunque la palabra es un mero vocablo sin significación para aquellos que no están en posesión de ella, y que ni siquiera pueden concebirla, pues ni sienten ni conocen a Dios en sus propios corazones. 
¿Cómo podemos obtener este poder espiritual de amar, de buena voluntad, de luz y de vida eterna? No podemos amar una cosa a menos que sepamos que es buena; no podemos conocer si una cosa es buena o mala sin sentirla; no podemos sentirla a menos que nos aproximemos a ella; no podemos aproximarnos a una cosa si no la amamos, y giraríamos eternamente en un circulo vicioso sin acercarnos jamás a la eterna verdad si no fuera por la influencia continua del Sol Espiritual de Verdad, que al centro del corazón humano lanza sus rayos, y atrayéndolo instintiva e inconscientemente, transforma el movimiento circular en movimiento en espiral, arrastrando de este modo, debido a la "Luz de gracia", a los hombres hacia aquel centro, a pesar y en contra de sus propias inclinaciones. 
Se  ha  dicho  que  la  inclinación  del  hombre  hacia  el  mal  es  más  fuerte  que  la  que experimenta hacia el bien, y esto es indudablemente cierto, puesto que con el estado presente de la evolución del hombre, sus actividades y tendencias animales son todavía muy fuertes, mientras que sus principios más espirituales y elevados no se han desarrollado lo suficiente para poseer la conciencia de sí mismos y la fuerza consiguiente. Pero mientras las inclinaciones animales del hombre son mas enérgicas que sus propios poderes espirituales, la luz eterna y divina que le atrae hacia el centro es mucho más poderosa, y a menos que el hombre se resista al poder del amor divino, prefiriendo ser absorbido por el mal, será atraído continua e inconscientemente hacia el centro de amor. Por lo tanto, el hombre, aunque hasta cierto punto es víctima indefensa de poderes invisibles, es, sin embargo, hasta el punto en que hace uso de su razón, un agente libre; pero hasta que su razón es perfecta no puede ser por completo libre, y su razón puede únicamente convertirse en perfecta si vibra al unísono y en armonía con la Razón Divina (universal). El hombre por lo tanto sólo puede llegar a ser completamente libre obedeciendo la Ley.
Sólo puede existir una Razón Suprema, una Ley Suprema, una Sabiduría Suprema; en otras palabras UN DIOS, porque la palabra Dios significa el punto culminante de todos los poderes, tanto espirituales como físicos, que existen en el Universo; significa el Centro Unico, del cual todas las cosas, todas las actividades, todos los atributos, facultades, funciones y principios han procedido, y en el cual todos ellos culminarán por fin. El hombre sólo puede esperar la realización de su objeto mientras obre siempre en armonía con la ley universal, puesto que la teoría universalmente reconocida de la supervivencia de los más aptos, y la verdad absoluta de que el fuerte es mas fuerte que el débil, son tan ciertas en el reino del espíritu como en el reino de la mecánica. Una gota de agua no puede por sus propios esfuerzos discurrir en sentido contrario al de la corriente en la cual existe,¿y qué es el hombre, con toda su vanidad y pretensiones de sabiduría, más que una gota en el océano de la vida universal? 
Para poder obedecer la Ley, necesitamos aprender a conocerla; pero ¿en dónde puede uno esperar aprender la ley pura y la ley adulterada, más que en el estudio de la naturaleza espiritual y material, o sea en sus aspectos interno y externo? Sólo existe Un Libro, de cuyo estudio necesita el ocultista, y en el cual la totalidad de la Doctrina Secreta, con todos los misterios, que conocen únicamente los Iniciados, se halla contenida. Es un libro que jamás ha sufrido falsificaciones ni traducciones erróneas; es un libro que nunca ha sido objeto de fraudes piadosos ni de interpretaciones absurdas; es un libro que, sin el menor desembolso, cualquiera y en cualquier lugar puede obtenerlo. Está escrito en un lenguaje que todos pueden comprender importando bien poco cuál sea su nacionalidad. El título de este libro es M., que significa: El Macrocosmo y el Microcosmo de la Naturaleza reunidos en un volumen. El poder leer este libro correctamente exige poderlo hacer no sólo con el ojo de la inteligencia, sino que es necesario además leerlo con el ojo del Espíritu. Si sus páginas son iluminadas solamente por la fría luz de la luna, por la luz del cerebro, parecerán muertas, y aprenderemos únicamente lo que en su superficie figura impreso; pero si la luz divina del amor ilumina sus páginas radiando del centro del corazón, comenzarán a vivir y los siete sellos con que algunos de sus capítulos están sellados, serán rotos, y levantados unos velos tras otros, conoceremos los misterios divinos que el Santuario de la Naturaleza contiene. 
Sin esta luz divina del amor es inútil intentar penetrar en las tinieblas en donde los más profundos misterios permanecen. Aquellos que estudian la naturaleza con la mera luz externa de los sentidos, nada conocerán de ella más que su máscara exterior, en vano pedirán que se les enseñen los misterios que únicamente con la luz del espíritu pueden ser contemplados, porque la luz del espíritu ha brillado eternamente en las tinieblas, pero las tinieblas no la comprendieron. 
¿En dónde podemos esperar encontrar esta luz del espíritu, mas que en el interior de nosotros mismos? El hombre nada puede conocer excepto aquello que ya dentro de sí mismo existe. No puede ver, oír ni percibir cosa alguna externa; puede únicamente contemplar las imágenes y experimentar las sensaciones a que den lugar los objetos exteriores en su conciencia. Todo cuanto pertenece al hombre, excepto su forma externa, es un epítome, una imagen, una contraparte del universo. El hombre es el Microcosmo de la naturaleza, y en él se halla contenido, germinalmente o en un estado mas o menos desarrollado, todo cuanto la naturaleza contiene. En él residen Dios, Cristo y el Espíritu Santo. En él la Trinidad se halla contenida, así como los elementos de los reinos mineral, vegetal, animal y espiritual; él contiene el Cielo, el Infierno y el Purgatorio; todo en él se halla contenido, porque es la imagen de Dios, y Dios es la causa de cada una de las cosas que existen, y nada existe que no sea una manifestación de Dios, y acerca de lo cual pueda dejar de decirse en cierto sentido que sea Dios o la sustancia de Dios. 
La totalidad del universo y todo cuanto el mismo contiene es la manifestación exterior de aquella Causa o Poder interno, al cual los hombres llaman "Dios". Para estudiar las manifestaciones  externas  de  aquel  poder  tenemos  que  estudiar  las  impresiones  que producen en el interior de nosotros mismos. Nada podemos conocer, sea lo que sea, fuera de lo que existe dentro de nosotros mismos, y por lo tanto, aun el estudio de la naturaleza externa no es ni puede ser nada más que el estudio del yo, o en otras palabras, el estudio de las sensaciones internas que causas externas han originado dentro de nosotros mismos. No puede el hombre positivamente y en manera alguna conocer nada excepto aquello que ve, siente o percibe en el interior de sí mismo; todos sus llamados conocimientos acerca de las cosas  exteriores  son  meras  especulaciones  y  suposiciones  o,  todo  lo  más,  verdades relativas. 
Si no es posible que el hombre conozca nada respecto a las cosas externas, excepto aquello que ve, siente o percibe dentro de sí mismo, ¿cómo es posible que pueda saber nada en lo referente a las cosas internas como no sean sus manifestaciones en su propio interior? Todos aquellos que buscan un Dios externo, mientras que niegan a Dios en sus corazones, le buscarán en vano; todos aquellos que adoran a un rey desconocido de la creación, mientras ahogan al rey recién nacido en la cuna de sus propios corazones, adoran una mera ilusión. Si deseamos conocer a Dios y obtener la Sabiduría Divina, tenemos que estudiar la actividad del Divino Principio en el interior de nuestros corazones, escuchar su voz con el oído de la inteligencia y leer sus palabras con la luz de su amor divino, porque el único Dios acerca del cual puede el hombre conocer algo es su propio Dios personal, uno e idéntico con el Dios del Universo. En otras palabras, es el Dios universal entrando en relación con el hombre, en el mismo hombre, y alcanzando personalidad por medio del organismo que llamamos hombre; y así es como Dios se convierte en hombre, y el hombre se transforma en Dios, convirtiéndose de este modo el hombre en un Dios, cuando obtiene el conocimiento perfecto de su propio ego divino, o en otras palabras, cuando Dios se ha hecho consciente de sí mismo y ha logrado en el hombre el conocimiento de sí mismo. 
No puede, por lo tanto, existir Sabiduría Divina sin el conocimiento del propio yo Divino de uno mismo, y aquel que ha encontrado su propio ego divino se ha convertido en sabio. No vayan nuestros especuladores científicos y teológicos a ser tan presumidos como para figurarse que han encontrado a su propio y divino ego. Si lo hubiesen encontrado estarían en posesión de poderes divinos, a los que llaman los hombres "sobrenaturales", porque han llegado a ser casi desconocidos entre la humanidad. Si los hombres hubiesen encontrado sus propios egos divinos, no necesitarían ni más predicadores ni más doctores, ni más libros, ni más instrucciones que su propio Dios interno; pero la sabiduría de nuestros sabios no es de Dios; procede de libros y fuentes externas y falibles. Aquel sentimiento del ego que los hombres experimentan en sí mismos, y al cual llaman su propio yo, no es el del ego divino, es el de su yo animal o intelectual, en el que su conciencia se halla concentrada, y en cada hombre existen un gran número de variedades de estos egos o yoes. Estos perecerán todos, y tienen que desaparecer antes de que el yo Divino, que es universal y omnipresente, pueda entrar en existencia en el hombre. Los hombres no conocen a sus propios yoes, animal y semianimal; de otra manera, su aparición les llenaría de horror. Los nombres de la ambición principal de muchos hombres, son envidia o codicia, sibaritismo o dinero, etc. Estos son los poderes o0 dioses que gobiernan a los hombres y a las mujeres, y a los cuales los hombres se agarran, a los cuales abrazan y acarician, y a los cuales consideran como sus propios  yoes.  Estos  yoes  o  egos  asumen  en  cada  alma  de  hombre  una  forma  que corresponde a su carácter, porque cada carácter corresponde a una forma o la produce. Pero estos yoes son ilusorios. Carecen de vida propia, y se alimentan del principio de vida en el hombre; viven gracias a su voluntad, y perecen con la vida del cuerpo o inmediatamente después. Lo que en el hombre es inmortal, aquello que ha existido siempre y que para siempre existirá, es el Espíritu Divino, y sólo aquellos elementos del hombre que son perfectos y puros, y que se han unido con el espíritu, continuarán viviendo en él y por medio de él. 
Este ego divino no experimenta el sentimiento de separación que domina a nuestros yoes inferiores, es universal como el espacio, no establece distinción alguna entre sí mismo y cualquier otro de los seres humanos, se ve a sí mismo, y se reconoce él mismo en todos los demás seres, vive y siente en otros, pero no muere con los otros, porque siendo ya perfecto, no requiere ya mas transformaciones. Este es el Dios o Brahm, a quien únicamente puede conocer el que se ha convertido en divino, es el Cristo que jamás puede ser comprendido por el Antecristo, que lleva sobre su frente el signo de la Bestia, que simboliza el Intelectualismo  sin  Espiritualidad  o  la  ciencia  sin  amor  divino.  Este  Dios  puede  ser conocido únicamente por medio del poder de la Fe verdadera, la cual significa sabiduría espiritual, la cual penetra hasta el centro ardiente de amor que en el propio corazón de uno existe. Este es el centro de Amor, de Vida y de Luz, el origen de todos los poderes; en él se hallan contenidos todos los gérmenes y misterios, fuente de la revelación divina;y si encuentras tú la luz que desde aquel centro radia, no necesitarás más enseñanzas, pues habrás encontrado la vida eterna y la verdad absoluta. 
El gran error de nuestra época intelectual es el que crean los hombres poder llegar al conocimiento de la verdad por mera especulación intelectual, científica, filosófica o teológica y con sólo el raciocinio. Esto es falso por completo, porque si bien un conocimiento de la teoría oculta debe preceder a la práctica, sin embargo, si la verdad de una cosa no es confirmada, experimentada y realizada por medio de la práctica, un mero conocimiento de la teoría no sirve de nada. ¿De qué le servirá a un hombre el hablar mucho acerca del amor y el repetir a manera de papagayo lo que ha oído, si no siente en su corazón el poder divino del amor? ¿De qué le servirá a uno el hablar sabiamente acerca de la sabiduría mientras no sea él sabio? Nadie puede llegar a ser un buen artista, músico, soldado u hombre político con sólo leer libros; el poder no es obtenido por la mera especulación, sino que requiere práctica. Para conocer el bien, tenemos que pensar y obrar el bien; para experimentar la sabiduría, tenemos que ser sabios. Un amor que no encuentra expresión alguna en acciones, no obtiene fuerza; una caridad que sólo en nuestra imaginación existe, permanecerá siempre imaginaria, a menos que sea expresada por medio de actos. Siempre que tiene lugar una acción, una reacción es la consecuencia. Por lo tanto, la práctica de buenas acciones robustecerá nuestro amor al bien, y en donde tal amor exista, se manifestará en forma de acciones buenas. 
Aquel que obra mal porque no sabe cómo obrar bien es digno de compasión; pero aquel que sabe cómo obrar bien, y que intelectualmente está convencido de que debe obrar así y sin embargo obra mal, es digno de condena. Es, por lo tanto, peligroso para los hombres el recibir instrucción, en lo que a la vida superior se refiere, durante tan largo tiempo como su voluntad sea mala, puesto que después de saber distinguir entre el bien y el mal, si a pesar de esto escogen el sendero del mal, su responsabilidad es todavía mucho mayor. Estas cartas no hubieran sido jamás escritas si no se hubiese esperado que al menos algunos de los lectores no se limitaran a comprender intelectualmente su contenido, sino que entrarían en el camino práctico, cuya puerta es el conocimiento del yo, que conduce por fin a la unión con Dios, y cuya consecuencia primera es el reconocimiento del principio de la Fraternidad Universal de la Humanidad.



domingo, 1 de diciembre de 2013

International Day of Peace :: Septb. 21 (+lista de reproducción)

Krishnamurti,La atención y la libertad interior.www.fkla.org (+lista de ...

LAS DISTINTAS PERCEPCIONES DE LA VERDAD


LAS DISTINTAS PERCEPCIONES DE LA VERDAD



CADA CUAL PERCIBIMOS LA VERDAD Y LA REALIDAD DE UNA FORMA DISTINTA
¿POR QUÉ SI LA VERDAD ES UNA?
ME ATREVO A DECIR QUE LA VERDAD ES UNA, PERO NUESTROS NIVELES DE CONCIENCIA SON DIFERENTES.

TODO ES MUY FÁCIL, DICEN UNOS,
TODO ES MUY DIFÍCIL, DICEN OTROS.
OTROS DICEN: DÉJATE LLEVAR, 
Y OTROS DICE: ESFUÉRZATE.

¿QUÉ ES VERDAD?: DISCIERNE, DISCRIMINA, MEDITA Y SIRVE, Y SI LO HACES BIEN, ENCONTRARÁS LA RESPUESTA.

ACV



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