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viernes, 20 de diciembre de 2013

LAS DEUDAS KÁRMICAS DEL INDIVIDUO (D.K. “EL TIBETANO”)



LAS DEUDAS KÁRMICAS DEL INDIVIDUO

(D.K. “EL TIBETANO”)



Hemos estudiado (quizás sin darnos cuenta de sus implicacio­nes) el primer punto bajo este encabezamiento. Concierne a las deudas kármicas del individuo, provenientes de los vehículos sub­jetivos y de toda la personalidad.

Cuando tratamos las causas sicológicas de las enfermedades que surgen de los vehículos sutiles en los tres mundos, o que se deben a la tensión del discípulo cuando se esfuerza por hollar el sendero, en realidad nos ocupamos del karma o el efecto de las causas in­ternas de los acontecimientos, del equipo y de las circunstancias en el plano físico. Vimos que los cuerpos internos, vía el cuerpo etérico, condicionan la manifestación externa del hombre y que la enfermedad o la salud dependían mayormente de ellos, y que son la causa kármica inmediata de la existencia en el plano físico. Si extendemos la idea hasta incluir encarnaciones anteriores -como debe inevitablemente suceder- entonces llegamos a la conclusión que la condición de estos cuerpos internos, sus limitaciones o su riqueza, sus defectos y acerbo y sus tendencias generales síqui­cas y sicológicas, son heredadas de vidas anteriores y por lo tanto responsables de la presente situación terrena. En consecuencia, simplemente hemos retrotraído aún más atrás las causas de las condiciones actuales y -si quisiéramos- podríamos penetrar en un campo de mucha complejidad y detalle sin extraer nada de va­lor. Todo el problema de rememorar las encarnaciones pasadas contiene infinitas posibilidades, y cuando empleo la palabra “infi­nita” pongo inmediatamente el tema fuera del alcance de la mente finita, lo cual significa que tratamos algo que no es posible ma­nejar racionalmente.

El karma fue, para la humanidad infantil y el individuo sub­desarrollado, una cuestión grupal. El hombre era miembro de un grupo, sin la menor idea de las implicaciones y responsabilidades involucradas. Más adelante, cuando el proceso de individualiza­ción adquirió un carácter y propósito más efectivos y un temperamento más pronunciado, el karma fue también más personal y definido y el hombre se halló en posición de iniciar más causas y agotar más efectos. Al no estar enteramente desarrollada e inte­grada la personalidad, estaba aún involucrado en la vida grupal, y las interrelaciones se fueron ampliando. Posteriormente la perso­nalidad se convirtió en el creador consciente de sus propias causas y en el consciente participante de los efectos. En el sendero, el karma del grupo elegido, del individuo y de aquellos con quienes el hombre elige asociarse a través de la unidad del propósito espi­ritual, lo envuelve, y así se agrega otro factor a los anteriores tipos de responsabilidad kármica. Más adelante aún, el karma de los tres mundos es enfrentado, superado y rechazado; al mismo tiem­po, al karma vinculado a la iniciación de las causas, mediante el servicio mundial, se añade el que el individuo ya ha experimen­tado, compartiendo la responsabilidad kármica de la Jerarquía misma. A estas etapas:

1.                              al karma grupal elemental -del hombre primitivo,
2.                              al karma individual del hombre autoconsciente en evolu­ción,
3.                              al karma relacionado con la vida del discípulo y
4.                              al karma jerárquico,

 se debe agregar el bien conocido Karma de Retribución, con el cual está ya familiarizado el discípulo; a éste también debe agre­garse el karma nacional y racial, más el karma educativo corres­pondiente a todo discípulo que ansía ingresar a un ashrama a fin de prepararse para la iniciación.

Tenemos también el Karma de Recompensa en contraposición al de Retribución; este tipo de karma a menudo se olvida, pero se lo conocerá mejor en el futuro ciclo mundial. La humanidad ha ago­tado mucho mal karma, y el karma basado en causas iniciadas posteriormente no generarán efectos tan terribles corno las del pasado. No todo karma es malo, a pesar de lo que el hombre cree. Gran parte es punitivo y doloroso, debido a la ignorancia de la humanidad y al inferior grado de desarrollo. Cuando la retribu­ción kármica es aguda y terrible, tal como sucede hoy en la espan­tosa experiencia mundial, indica que la humanidad ha alcanzado un punto donde las consecuencias pueden ser distribuidas equitativamente en gran escala. El karma acarrea muy poco sufrimiento cuando, por ignorancia, conduce a la irresponsabilidad y a la total carencia de reflexión, no existiendo sentido de culpabilidad acerca de les acontecimientos. Podrán existir condiciones desdichadas y circunstancias dolorosas, pero se carece de la capacidad de respon­der a tales condiciones con análogo dolor, y hay muy poca reac­ción mental por el proceso de la retribución kármica. Esto debería tenerse presente. La raza aria está ahora desarrollada mentalmente  en tan amplia escala, que el karma es verdaderamente terrible y doloroso, y se manifiesta a través de las condiciones mundiales. Al mismo tiempo el actual y difundido sufrimiento indica el extenso y exitoso desarrollo humano, siendo el signo más esperanzado y prometedor. En esta idea reside la clave de la carga tan pesada de mal karma que los buenos, santos y sacrificados servidores de la raza sobrellevan en este ciclo mundial.

 En consecuencia, resulta imposible, dentro de los límites de este tratado, dilucidar más profundamente el tema del karma, cuando produce los innumerables tipos de dolencias humanas, incluyendo la enfermedad, siendo ésta una de sus manifestaciones. El tema es demasiado vasto, extremadamente complicado y muy confuso en sus efectos. Todo lo que puedo hacer es afirmar el hecho de que las acciones y reacciones pasadas han establecido en vidas anteriores un ritmo kármico de tal naturaleza, que hoy están implicados todos los aspectos de la naturaleza inferior, y entre los efectos más comu­nes y corrientes tenemos aquel en que entra en vigencia la gran Ley de Retribución, la enfermedad. Los curadores y los seudome­tafísicos deberían considerar cuidadosamente este punto.



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