LA LEY DEL SERVICIO
La Ley del Servicio rige el futuro. En la antigüedad el aspirante se dedicaba a servir a su propia alma, poniendo el énfasis sobre la propia salvación individual, siendo lo único que consideraba. Luego vino el período en que el servicio al Maestro y a la propia alma se consideraba de primordial interés; se servía al Maestro y se acentuaba el deber hacia él, porque contribuía a la salvación del individuo. Hoy se emite una nueva nota - la nota del progreso sirviendo a la raza y practicando el olvido de sí mismo.
Algún día llegarán a comprender que la Ciencia del Servicio
tiene mayor importancia que la Ciencia de la Meditación, porque el esfuerzo y
la ardua actividad del discípulo servidor evocan los poderes del alma, hace de
la meditación un requisito esencial y es el método - más avanzado que cualquier
otro - para invocar a la Tríada espiritual, intensificar la vida espiritual,
forzar la construcción del antakarana y conducir a una serie graduada de
renunciamientos hasta llegar a la Gran Renunciación, que libera al discípulo
para toda la eternidad.
Llegamos así a considerar la tercera Ley del Alma que rige toda
la actividad del alma. Es la Ley del Servicio. Sin embargo, antes de entrar a
dilucidar este tema, trataré de exponer tres cosas que merecen cuidadosa
atención:
Primero, el resultado de todo contacto efectuado en la
meditación y la medida de nuestra realización, estarán determinados por el
consiguiente servicio prestado a la raza. Si hay correcta comprensión, habrá
necesariamente correcta acción.
Las tres grandes ciencias que tendrán preponderancia en la Nueva
Era y llevarán a la humanidad de lo irreal a lo real y de la aspiración a la
realización, son:
I. La ciencia de
la Meditación, la futura ciencia de la mente.
II. La ciencia del
Antakarana o la ciencia de erigir el puente, entre la mente superior y la
inferior.
III. La ciencia del
Servicio, definida técnica de unificación. Consideraremos ahora los amplios
delineamientos generales de esta ciencia, porque es el principal factor
liberador en la vida del discípulo.
Segundo, esta Ley del Servicio no puede ser evadida. Eludirla
trae el consiguiente castigo, si se hace conscientemente. La capacidad de
servir marca una definida etapa de progreso en el Sendero y, hasta no llegar a
esa etapa, no puede prestarse un servicio espontáneo brindado con amor y guiado
por la sabiduría. Hasta ese momento lo único que habrá serán buenas
intenciones, diversidad de móviles y frecuente fanatismo.
Tercero, esta Ley del Servicio la expresó plenamente, por
primera vez, el Cristo hace dos mil años...
La era pisceana preparó lenta, muy lentamente, el camino para la
divina expresión del servicio, que será la gloria de los siglos venideros. Hoy
el mundo está llegando firmemente a comprender que “ningún hombre vive para sí
mismo” y que sólo cuando el amor, sobre el cual se ha escrito y hablado tanto,
se exterioriza como servicio, el hombre puede estar a la altura de su capacidad
innata.
No es fácil servir. Recientemente el hombre comienza a aprender
a servir.
El servicio generalmente se interpreta como algo muy deseable,
pero raras veces se comprende cuán difícil es servir. Implica sacrificar
tiempo, todo aquello que nos interesa y las propias ideas; requiere un trabajo
excesivamente arduo, porque necesita un esfuerzo deliberado, sabiduría
consciente y habilidad para trabajar sin apego. Estas cualidades no las logra
fácilmente el aspirante común; sin embargo, la tendencia a servir es una
actitud que posee hoy una vasta mayoría de personas en el mundo. Tal es el
éxito obtenido por el proceso evolutivo.
A menudo se considera que servir consiste en lograr que las
personas adopten el punto de vista de aquel que sirve, porque para el seudo
servidor es bueno, verdadero y útil y, lógicamente, creerá que será bueno,
verdadero y útil para todos. Muchos creen que servir es darle algo al pobre, al
afligido, al enfermo y al desgraciado, porque consideran que deben ayudarlos,
sin comprender que esta ayuda se ofrece primordialmente porque se sienten
incómodos ante las condiciones afligentes y, por lo tanto, deben esforzarse por
mejorar tales condiciones a fin de sentirse nuevamente cómodos. Esta forma de
prestar ayuda, alivia el propio malestar, aunque no logre liberar ni aliviar a
los que sufren.
El servicio demuestra con frecuencia un temperamento preocupado
o superactivo, o bien una disposición de autosatisfacción que lleva a su poseedor
a realizar ingentes esfuerzos para cambiar las condiciones y convertirlas en lo
que él cree que debe ser, obligando así a las personas a estar de acuerdo con
lo que el servidor cree que debe hacerse.
También el servicio puede surgir del deseo fanático de seguir
los pasos del Cristo, el gran Hijo de Dios que “hizo el bien” y dio el ejemplo
para que siguiéramos Sus pasos. Por lo tanto estas personas sirven por el
sentido de obediencia y no por el sentimiento espontáneo de exteriorizarse
hacia el necesitado. Allí no existe esa cualidad esencial de prestar servicio,
y todo se reduce a tentativas. El servicio puede similarmente efectuarse por un
profundo y arraigado deseo de alcanzar la perfección espiritual, considerada
una de las facultades necesarias para el discipulado, y el que quiere llegar a
ser un discípulo debe servir. Esta teoría es correcta, pero carece de la
sustancia viviente del servicio. El ideal es correcto, verdadero y meritorio,
pero el móvil que subyace en él es completamente erróneo. El servicio puede ser
prestado porque está de moda y se ha convertido en una costumbre el estar
ocupado haciéndolo de algún modo. La marea sube. Todo el mundo sirve
activamente en sociedades de beneficencia, en empresas filantrópicas, en la
Cruz Roja, en instituciones de elevación cultural y en la tarea de aliviar las
malas condiciones del mundo. Servir está en boga. Servir da la sensación de
poder, conquista amigos y es una forma de actividad grupal y, con frecuencia,
beneficia mucho más al servidor (en el sentido mundano) que al servido.
Sin embargo, a pesar de los móviles erróneos y las falsas
aspiraciones, se presta un constante y espontáneo servicio. La humanidad va
hacia una correcta comprensión de lo que significa servir.
Cuando el yo personal inferior se subordina a los ritmos
superiores y obedece a la nueva Ley del Servicio, entonces la vida del alma
comienza a fluir a través del hombre y llega a los demás: el efecto que produce
en su familia y en su grupo inmediato se demuestra en real comprensión y en
prestar verdadera ayuda. A medida que se aplique esa corriente de vida afluirá
con más fuerza y se extenderá desde el pequeño grupo familiar circundante hasta
quienes se hallan en las inmediaciones. Entonces se hace posible una amplia
serie de contactos hasta que, oportunamente (si han vivido varias vidas
influidos por la Ley del Servicio), el efecto de la vida afluyente puede llegar
a ser nacional y mundial. Pero esto no debe ser planeado y tampoco se luchará
para imponerlo como un fin en sí mismo. Será una expresión natural de la, vida
del alma, adquiriendo forma y orientación de acuerdo al rayo a que pertenece el
hombre y a la expresión de su vida pasada, y estará coloreada y ordenada por
las condiciones ambientales - de tiempo, período, raza, edad. Será una
corriente viviente y una acción espontánea, y la vida, el poder y el amor
demostrados, provenientes de los niveles del alma, tendrán una fuerza poderosa
y atractiva sobre las unidades del grupo con las cuales el discípulo puede
entrar en contacto en los tres mundos de expresión del alma. No existen Otros
mundos, actualmente, donde el alma pueda expresarse a sí misma. Nada puede
impedir o detener el poder de esta vida de servicio natural y amoroso, excepto
en esos casos en que se entromete la personalidad. El servicio, tal como lo
entienden los Instructores del aspecto interno de la vida, es tergiversado y
alterado y luego se convierte en intromisión; se trasforma en ambición; se
realiza el esfuerzo a fin de que otros sirvan en la forma que nosotros creemos
que debe servirse, y se trueca en amor al poder, que obstaculiza el verdadero
servicio en vez de convertirlo en amor a nuestros semejantes. Existe una etapa
peligrosa en toda vida cuando se capta la teoría del servicio y se reconoce la
ley superior; entonces la cualidad imitadora de la personalidad, su naturaleza
simiesca y el anhelo que proporciona la aspiración de grado superior, pueden
fácilmente confundir la teoría con la realidad, y las acciones externas de la
vida de servicio con la natural y espontánea afluencia de la vida del alma a
través de su mecanismo de expresión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario