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jueves, 14 de noviembre de 2013

SENSIBILIDAD A LA IMPRESIÓN (A.B.)




SENSIBILIDAD A LA IMPRESIÓN
(Del libro “El Alma y su Mecanismo, A.B.)



1. El discípulo en el plano físico y el instructor interno (sea uno de los Grandes Seres o el “Maestro en el Corazón”) necesitan conocerse y acostum­brarse a sus propias vibraciones. Hay muchas cosas contra las cuales deben luchar los instructores en los planos internos, debido a la lentitud de los procesos mentales de los estudiantes en cuerpo físico. Pero la confianza y la fe establecerán la correcta vibración, lo cual finalmente producirá un trabajo exacto. La falta de fe, de tranquilidad, de dedicación y la inquietud emocional, obstaculizarán. Quienes actúan en el aspecto interno necesitan mucha pa­ciencia para trabajar con las personas, pues carecen de mejor material. Una imprudencia física puede impedir al cuerpo físico ser receptivo; una preocu­pación o ansiedad puede hacer vibrar al cuerpo astral a un ritmo que imposibilite la buena recepción del propósito interno; el prejuicio, la crítica y el orgullo, pueden inutilizar al cuerpo mental. Quienes aspiran a este difícil trabajo deben observarse a sí mismos con mucho cuidado y mantener la paz y la serenidad internas, y la elasticidad mental, que les permita ser de alguna utilidad para proteger y guiar a la humanidad.
Por lo tanto, se pueden dar las siguientes reglas:
-          Es esencial hacer un esfuerzo para llegar a una absoluta pureza de móvil.

-          Poseer la capacidad de penetrar en el silencio de los altos lugares. La quietud de la mente depende de la ley del ritmo. Si vibramos en muchas direcciones y registramos los pensamientos que vienen de todas partes, esta ley no nos afectará. Se debe restablecer la estabili­dad y el aplomo antes de lograr el equilibrio. La ley de vibración y el estudio de la sustancia atómica están estrechamente entrelazados. Cuando se tenga un mayor conocimiento sobre estos átomos y su acción, reacción e interacción, las personas podrán controlar sus cuerpos científicamente, sincronizando las leyes de la vibración y del ritmo. Son las mismas, aunque no iguales...

-          Recuerden siempre que el desasosiego de la vida diaria impide a los instructores de los niveles egoicos llegar a ustedes. Procuren perma­necer serenos durante el transcurso de la vida, y mantener la calma interna en el trabajo y en el esfuerzo, en los afanes y en las aspiracio­nes. Retráiganse constantemente en el trabajo interno, cultivando la respuesta a los planos superiores: Los Maestros necesitan un perfec­to y constante aplomo interno, de parte de quienes tratan de utilizar, aplomo que mantiene la visión, mientras desempeña su trabajo externo en el plano físico, con la concentrada atención del cerebro físico, sin ser desviada en manera alguna por la receptividad interna. Esto involucra una doble actividad.

-          Aprendan a controlar el pensamiento. Es necesario vigilar lo que se piensa. Éstos son días en que toda la raza está llegando a ser sensible y telepática y a responder al intercambio mental. Se acerca el mo­mento en que los pensamientos serán de propiedad pública y se presentirá lo que los demás piensan. Por lo tanto, el pensamiento debe ser cuidadosamente vigilado. Quienes hacen contacto con las verdades superiores y son sensibles a la Mente Universal, tienen que proteger algunos de sus conocimientos de la intromisión de otras mentes. Los aspirantes deben aprender a inhibir ciertos pensamien­tos y evitar que algunos conocimientos se filtren en la conciencia pública, cuando están en contacto con sus semejantes.  

2. La sensibilidad..., no significa que ustedes son “almas sensibles” - esta acepción generalmente significa que son susceptibles, autocentrados y están siempre a la defensiva. Me refiero más bien a la capacidad que les permita expandir su conciencia hasta abarcar círculos cada vez más amplios de contacto; me refiero a la habilidad de mantenerse despiertos, alertas, agudos, para reconocer las relaciones y reaccionar rápidamente a las necesidad; estar atentos a la vida mental, emocional y físicamente; desarrollar con rapidez el poder de observar simultáneamente en los tres planos de los tres mundos. No me interesan las relaciones personales cuando conciernen a la errónea sus­ceptibilidad de su personalidad hacia la depresión, autoconmiseración, de­fensa, ni a la llamada susceptibilidad a los desaires, a la incomprensión, al desagrado por las condiciones ambientales, al orgullo herido y cosas por el estilo. Todas causan confusión y abren las compuertas de la propia conmise­ración. No necesitan que yo me ocupe de ellas, porque son conscientes de las mismas y pueden manejarlas si desean. Tales defectos interesan sólo en la medida que afectan a la vida del grupo; deben manejarlos con cuidado, percibir el peligro desde lejos y tratar de evitarlo. La sensibilidad que deseo ver desarrollada es esa viveza para el contacto con el alma, la impresionabi­lidad a la “voz del Instructor”, la vivencia al impacto de las nuevas ideas y a la delicada respuesta intuitiva. Tales .son las características del verdadero discípulo. Lo que se debe cultivar es la sensibilidad espiritual, y esto será posible cuando aprendan a trabajar por medio de los centros que están arriba del diafragma y a trasmutar la actividad del plexo solar (que tanto predomina en el hombre común) convirtiéndola en actividad del corazón y en servicio a sus semejantes.  

3. El desarrollo de la sensibilidad es difícil de comprender. Los miembros del grupo de un Maestro y Su Ashrama tienen que llegar a ser más sensibles - sensibles al Maestro y a Sus consagrados trabajadores. No se puede ser sensible ni llegar a ser ordenado por un proceso o entrenamiento ordenado. Muchos hombres y mujeres son sensibles, pero lo ignoran, debido a que se preocupan demasiado de las cosas externas y objetivas y de la vida de la forma. Lo explicaré de otra manera. Lo que se dicen a sí mismos y a los demás - mediante las palabras o los actos de su vida - es tan bullicioso que les dificulta ser lo que son y reconocerse como seres espirituales. El Maestro puede llegar a conocerlos a ustedes por los momentos tranquilos de aspira­ción, por lo que demostraron durante años como su tendencia fija en la vida, y por la forma en que reaccionan en momentos de crisis o tensión, lo cual Le sirve de guía. La tarea del Maestro consiste en estimular al discípulo para que en todo instante sea lo que el Maestro sabe que él es en sus momentos más elevados. Quizás es una forma sencilla y casi infantil de explicarlo, pero da una idea general de lo que deseo significar. El Maestro lo hace debido a la gran necesidad mundial, especialmente en estos momentos, de trabajadores descentralizados, progresistas, amorosos e inteligentes. Muchos alcanzarán. la etapa en que pueden llegar a ser sensibles, si logran acallar las ruidosas afirmaciones de la personalidad y permiten penetrar la luz del alma. Sólo así se puede conocer y tomar contacto con el Maestro. Cuando lleguen a olvidarse de sí mismos y de sus reacciones, interpretaciones y demandas personales, entonces descubrirá cómo y en qué forma el Maestro trata de impresionar a los discípulos y al grupo al que ustedes pueden estar afiliados. Entonces serán sensibles a esa impresión y facilitarán, según se dice, la actividad del Maestro por medio de un profundo y sincero interés en la vida esotérica, excluyendo la propia individualidad y también la del Maestro. Muchos métodos podrán entonces ser revelados, que ayudarán a establecer la interacción entre el discípulo y el Maestro.  

4. Gradualmente, a medida que el discípulo adquiere verdadera libertad de pensamiento y el poder de ser receptivo a la impresión de la mente abstracta, acopia para sí una reserva de pensamientos que están a su dispo­sición cuando necesita ayudar a otras personas y para su creciente servicio mundial. Más adelante, se hace sensible a la impresión de la Jerarquía. Al principio es puramente ashrámica, pero luego, cuando el discípulo es un Maestro, se transforma en impresión jerárquica; entonces el Plan es la sustancia dinámica que suministra el contenido de la reserva del pensamiento de la cual él puede abastecerse. Esta afirmación es de única y excepcional impor­tancia. Posteriormente, se sensibiliza a la impresión de Shamballa, y la cualidad de la Voluntad que complementa el Propósito planetario, se suma al contenido del conocimiento adquirido. Sin embargo, lo que trato de recalcar aquí es la existencia de una creciente reserva de pensamiento que el discípulo ha creado en respuesta a las distintas impresiones, a las cuales se hace cada vez más sensible: las ideas, conceptos y objetivos espirituales, de los cuales es cada vez más consciente, los va formulando constantemente en pensamientos con sus correspondientes formas mentales, aprendiendo así a abastecerse de ellos, a medida que trata de servir a sus semejantes. Así se encuentra en posesión de una reserva de sustancia mental resultante de su propia actividad mental y de su receptividad innata, lo cual le suministra material para la enseñanza y es “fuente de conocimiento”, de la que puede extraer lo necesario para ayudar a otros.

El punto esencial que se ha de captar es que la sensibilidad a la impresión constituye un desarrollo normal y natural, paralelo al desenvolvimiento espi­ritual. Les di una clave de todo el proceso cuando dije que:

“Sensibilidad a la impresión significa engendrar un aura magnética sobre la cual pueden actuar las impresiones más elevadas”.

Quisiera que reflexionaran profundamente sobre estas palabras. Cuando el discípulo comienza a demostrar la cualidad del alma y el segundo aspecto divino se posesiona de él, controlando y matizando toda su vida, entonces se desarrolla automáticamente la sensibilidad superior, convirtiéndose en un imán para las ideas y conceptos espirituales; primero atrae a su campo de conciencia el delineamiento y más tarde los detalles del Plan jerárquico; llega así oportunamente a ser consciente del Propósito planetario cuyas impresio­nes no ha de. Buscar ni aprender a distinguir laboriosamente; tampoco ha de captar ni aferrarse a ellas. Se introducen en el campo de su conciencia porque él ha creado un aura magnética que las invoca en su mente y las atrae. Esta aura magnética comienza a formarse en cuanto se hace contacto con el alma; el aura se ahonda y expande a medida que estos contactos son más frecuentes, convirtiéndose finalmente en un estado habitual de conciencia; entonces se halla siempre y a voluntad en relación con su alma, el segundo aspecto divino.

Esta aura constituye en realidad la reserva de la sustancia mental, de la actual puede depender espiritualmente. El punto de unión se encuentra en el plano mental. Entonces el discípulo no está controlado por la naturaleza astral, sino que trata de construir el Antakarana, por el cual pueden fluir las impresiones superiores; aprende a no disipar esta afluencia sino a acumular, dentro de su aura (aquello con lo que se ha circundado), el conocimiento y la sabiduría que considera necesarios para servir a sus semejantes. Un discípulo es un centro magnético de luz y conocimiento mientras mantiene su aura magnética en un estado de receptividad. Entonces invoca constantemen­te, en los niveles superiores, las impresiones que pueden ser evocadas y puestas en “actividad distribuidora” mediante lo inferior y aquello que demanda ayuda. Por lo tanto, a su debido tiempo, el discípulo se convierte en una diminuta analogía de la Jerarquía, porque puede invocar a Shamballa y es fácilmente evocado por la demanda humana.  

5. El aura que cada uno ha creado alrededor del núcleo central del “Yo o alma en encarnación”, es un fragmento de la super alma una, que trae el ser a la manifestación.  

Registro de Impresiones.

1. La capacidad para interpretar las impresiones registradas, se adquiere a medida que el aura mental se desarrolla bajo la influencia de la “mente mantenida firme en la luz del alma”; el discípulo aprende que toda verdad registrada es susceptible de innumerables interpretaciones y que ellas se revelan, con más claridad, a medida que pasa una iniciación tras otra y desarrolla la respuesta consciente. La capacidad para invocar se manifiesta vida tras vida, e involucra la invocación de la respuesta consciente del ánima  mundi o del alma subconsciente de todas las cosas, como también de la conciencia humana y del contacto superconsciente del mundo.

Esta capacidad se desarrolla a medida que el estudiante recorre el Sendero del Discipulado, hallando con frecuencia en las primeras etapas mucha confusión, siquismo astral y falsas interpretaciones. No debe preocu­parse demasiado, pues todo lo que se requiere es experiencia, que se adquiere por medio del experimento y su expresión en la vida diaria. En ningún caso, el conocido axioma de que se aprende a través de un sistema de prueba y de error, ha sido tan aplicable como en la vida y experiencia del discípulo en probación. Cuando llega a ser un discípulo aceptado, disminuye el número de errores, aunque las pruebas (o sea, el empleo experimental de las nume­rosas y distintas energías) sean muchas y por lo tanto abarquen un campo más amplio de actividades.

El Proceso de Registro se fundamenta en lo que podría denominarse: acercamiento invocador desde una extensa zona de posibles contactos. El discípulo tiene que aprender a diferenciar entre los numerosos impactos que llegan a su aura sensible. En las etapas iniciales la mayoría de los impactos son registrados inconscientemente, aunque el registro sea agudo y exacto; sin embargo, el objetivo consiste en registrar conscientemente; esto se efectúa manteniendo con constancia y firmeza la actitud del Observador, que se desarrolla obteniendo el desapego - el desapego del Observador de todos los deseos y ansias que conciernen al yo separado.  

2. Por lo general, en las primeras etapas, el único deseo del discípulo es registrar impresiones de la Jerarquía, prefiriéndolas a las impresiones de su propia alma o de los factores humanos que lo rodean, sus semejantes, o el medio ambiente y las circunstancias que éstos crean. Anhela lo que podría­mos denominar la “impresión vertical”. Este móvil, por ser en gran parte autocentrismo, hace que el discípulo se introduzca introspectivamente en sí mismo, siendo ésta la etapa en que muchos aspirantes se convierten en prisioneros, hablando en sentido astral, porque registran en su aura magné­tica las múltiples formas mentales motivadas astralmente por lo que ellos creen, esperan y suponen que les impartirá la “impresión vertical”. Estable­cen fácilmente contacto con las contrapartes astrales de los mundos superiores que están reflejados (por lo tanto, distorsionados) en el plano astral; allí se registra un mundo de espejismo formado por los deseos erróneos y egoístas y los pensamientos ansiosos de los devotos bien intencionados. No es necesario que me extienda sobre esto. Todos los discípulos - en alguna etapa de su entrenamiento - tienen que abrirse camino a través de este aspecto del espejismo, y al hacerlo, depuran e intensifican el aura magnética, clarificando simultáneamente el mundo astral que los circunda, con el que están en contacto. También aprenden que el anhelo de registrar impresiones jerárquicas debe trocarse en el anhelo de poner a disposición de la humanidad su aura magnética; entonces aprenden a registrar la necesidad humana y a comprender dónde es posible ayudar y servir a sus semejantes. Mediante este registro consciente de las demandas invocadoras que proceden del mundo de los contactos horizontales, el aura magnética del discípulo se libera de las formas mentales que lo obstaculizan y absorben, como también de los deseos, aspiraciones y anhelos que hasta ahora le han impedido registrar correcta­mente. El discípulo deja de crearlas, y las formas mentales creadas se desva­necen o atrofian por falta de atención.

Posteriormente, cuando el discípulo en probación se convierte en discípulo aceptado y se le permite participar en actividades ashrámicas, entonces agrega a ello la capacidad de registrar la impresión jerárquica; sin embargo, podrá hacerlo después que ha aprendido a registrar la impresión que le llega de su propia alma (impresión vertical) y la del mundo circundante de los hombres (impresión horizontal). Cuando ha obtenido ciertas iniciaciones importantes, su aura magnética será capaz de registrar impresiones provenientes de los reinos subhumanos de la naturaleza. Finalmente, cuando se convierte en un Maestro de Sabiduría y, por lo tanto, en un miembro del quinto reino de la naturaleza, su aura magnética recibirá la impresión horizontal del mundo de la vida y actividad jerárquicas; la impresión vertical la recibirá en los niveles superiores de la Tríada espiritual, y por último de Shamballa. Entonces la humanidad será para él lo que los reinos subhumanos fueron para el cuarto reino, el humano, cuando constituía el campo de su impresión horizontal registra­da.

Inspiración.

1. La inspiración implica otro aspecto de desarrollo. La inspiración es análoga a la mediumnidad, pero totalmente egoica. Utiliza la mente como medio para transmitir al cerebro lo que el alma sabe. La mediumnidad describe generalmente el proceso cuando está confinado totalmente en los niveles astrales. En el plano egoico esto implica la inspiración. Reflexionen sobre esta definición porque explica mucho.  

2. Fuentes de inspiración:
Los que se preparan para le iniciación deben inevitablemente trabajar solos. Recuérdenlo. Como saben, hay tres fuentes de inspiración que indican al discípulo - que lucha en el plano físico - su meta:          
1. Su propia alma                  por el contacto directo, como resultado del alineamiento.
2. El Maestro                          por la impresión, como resultado de la sensibilidad.
3. El grupo ashrámico           por el servicio prestado, como resultado de la interacción.
Posteriormente, a medida que progresa el discípulo-iniciado y construye el Antakarana, la energía de la Vida una que emana de la mónada, despierta el cuarto tipo de inspiración. A estas fuentes espirituales de inspiración debe agregarse otras menores, como la impresión mental telepáticamente registra­da, proveniente de la multitud de pensadores y mentes.

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