OCULTISTAS Y
MÍSTICOS (D.K.)
El sendero del conocimiento es el del ocultista y del sabio; el del amor es el del místico y del santo. El acercamiento por medio de la cabeza o del corazón no depende del rayo, pues ambos caminos deben ser conocidos; el místico deberá convertirse en ocultista; el ocultista blanco ha sido el místico santificado. El verdadero conocimiento es amor inteligente, porque es la fusión del intelecto y la devoción. La unidad se siente en el corazón; su aplicación inteligente a la vida debe ser desarrollada mediante el conocimiento.
En el pasado se aplicó muchas veces el método del corazón, y en esta encarnación el desenvolvimiento mental es de primordial importancia.
En el pasado se aplicó muchas veces el método del corazón, y en esta encarnación el desenvolvimiento mental es de primordial importancia.
El místico no es
necesariamente un ocultista, pero el ocultista abarca al místico. El misticismo
es sólo un paso en el sendero del ocultismo.
Al descubrir dentro de sí mismo el reino de Dios y estudiar las
leyes de su propio ser, el místico se hace experto en las leyes que rigen al
universo, del cual es parte. El ocultista reconoce el reino de Dios en la
naturaleza o en el sistema, y se considera a sí mismo como ínfima parte del
gran Todo y regido por las mismas leyes.
Expresándome más sencillamente, a fin de que todos me entiendan,
diré: después de la iniciación el místico se fusiona con el ocultista, porque
se ha convertido en estudiante de la ley oculta; debe trabajar con la materia
en su manipulación y empleo; debe dominar y controlar todas las formas
inferiores de la manifestación y aprender las reglas de acuerdo a las cuales
trabajan los devas constructores. El sendero místico previamente a la
iniciación, puede ser denominado sendero de probación. Antes de que el
ocultista pueda manejar inteligentemente la materia del sistema solar debe
haber dominado las leyes que rigen el microcosmos y, aunque se halla
naturalmente en el sendero ocultista, deberá aún descubrir el Dios dentro de su
propio ser, antes de poder aventurarse, sin peligro, a entrar en el sendero de
la ley oculta.
El místico trata de trabajar desde el plano emocional al
intuicional, y de éste a la Mónada o Espíritu. El ocultista trabaja de lo
físico a lo mental, de allí a Atma o Espíritu. Uno trabaja en la línea del
Amor, el otro en la línea de la Voluntad. El místico no logra la finalidad de
su ser ‑el amor demostrado en acción‑ a no ser que coordine el todo mediante
el empleo de la voluntad inteligente; en consecuencia, se ha de convertir en
ocultista.
El ocultista también fracasa y se convierte en un exponente
egoísta del poder, actuando por medio de la inteligencia, a no ser que
encuentre, mediante un amor impulsor, un propósito para esa voluntad y
conocimiento que le proporcione un móvil adecuado para todo lo que trata de
realizar.
El místico se concentra sobre abstracciones y atributos más que
sobre aspectos, y en la vida más que en lo concreto. El místico aspira, arde,
armoniza, ama y trabaja por medio de la devoción. Medita tratando de eliminar
la mente concreta en su totalidad y aspira a pasar del plano de la emoción al
de la intuición.
Adolece de los defectos de su tipo, soñador, visionario, falto
de sentido práctico, emotivo, y carece de la cualidad mental llamada
discernimiento. Es intuitivo, propenso a ser mártir y a autosacrificarse.
El místico elimina o trata de trascender la mente en
el proceso de encontrar el Yo. El ocultista, mediante el interés inteligente
puesto en las formas, que velan al Yo, y el empleo del principio
mente, en sus dos niveles, llega al mismo punto. Reconoce las
envolturas que velan. Se dedica al estudio de las leyes que rigen el sistema
solar manifestado. Se concentra en el objetivo pero, en los primeros años,
puede a veces pasar por alto el valor de lo subjetivo. Llega eventualmente a la
vida central eliminando, mediante el conocimiento y el control consciente, una
envoltura tras otra. Medita sobre la forma hasta que la pierde de vista y su
creador llega a ser todo en el todo.
Las notas clave de la vida ocultista han sido, como corresponde,
el conocimiento, el acercamiento mental al problema de la divinidad, el reconocimiento
de la divina inmanencia y el hecho de que "así como El es, así somos
nosotros. Sin embargo, allí no existe un sentido de dualidad. La meta consiste
en lograr una identificación aprobada y determinada que convierte al hombre en
lo que es, un Dios y, con el tiempo, Dios en manifestación. Esto no es lo mismo
que unión mística.
No obstante, el tema es místico e, innatamente subjetivo. Ha de
llegar el momento en que el místico apreciará y seguirá el camino de la cabeza
y no sólo el del corazón. Aprenderá a perder su sentido del Amado cuando sepa
que el y el amado son uno, y que la visión debe desaparecer y desaparecerá a
medida que la trasciende (observen esta frase) por medio del proceso mayor
de identificación a través de la iniciación.
El ocultista, a su vez, debe aprender a incluir la experiencia
mística con plena comprensión y conciencia como si fuera un ejercicio de
recapitulación antes de trascenderla y pasar a una síntesis e inclusividad de
la cual el acercamiento místico es sólo el comienzo, del que el místico es
inconsciente.
El místico es propenso a creer que el ocultista sobrestima el
camino del conocimiento, y repite volublemente aquello de que la mente es el
matador de lo real y que nada puede aportarle el intelecto. Similarmente el
ocultista tiende a despreciar el camino místico y a considerar "que ha
dejado muy atrás" el método místico. Ambos deben aprender a hollar el
camino de la sabiduría. El místico deberá llegar, e inevitablemente llegará, a
ser ocultista, le guste o no el proceso. Finalmente no podrá eludirlo; el
ocultista no lo será verdaderamente hasta que recupere la
experiencia mística y la traduzca en términos de síntesis. Observen la
estructura de las palabras que empleo en este último párrafo, porque servirán
para elucidar el tema. Por lo tanto, empleo las palabras "místico y
mística" en esta parte del tratado para describir al hombre inteligente y
muy mental y los procesos que utiliza en el Sendero del Discipulado.
En la actualidad el llamado no fue hecho a los místicos sino a
los estudiantes ocultistas, a los hombres y mujeres de claro pensar y no al fanático
o aquel que sólo ve el ideal y no enfrenta con éxito las situaciones ni
las cosas tal como son y, por lo tanto, es incapaz de llegar a
la necesaria e inevitable consagración.
La primera iniciación podría ser considerada como la meta y la
recompensa de la experiencia mística; ésta no es fundamentalmente
una experiencia ocultista en el verdadero sentido del término, porque raras
veces es exactamente comprendida o se prepara conscientemente para ella, como
es el caso de las iniciaciones posteriores, razón por la cual las primeras dos
iniciaciones no son consideradas mayores.
El camino místico conduce a la primera iniciación.
Habiendo cumplido su propósito, se renuncia a él, entonces se sigue el
"camino iluminado " esotérico, que conduce a las zonas iluminadas de
los estados superiores de conciencia.
Como se ve, ambos caminos son esenciales; actualmente el camino
místico es el de la mayoría, y un grande y creciente número de místicos surgirá
de las masas humanas modernas; paralelamente a éste, el camino esotérico atrae
cada vez más a los intelectuales del mundo. Su experiencia no es básicamente
religiosa, tal como el clero ortodoxo comprende la palabra. El camino de la
ciencia es profundamente necesario para el género humano, como lo es el de la
religión, pues Dios se encuentra igualmente en ambos caminos. El camino
científico conduce al aspirante al mundo de las energías y fuerzas, el verdadero
mundo del esfuerzo ocultista, revelador de la Mente Universal y la actuación de
esa gran Inteligencia que creó al universo manifestado. El "nuevo
hombre" que ha llegado al nacimiento en la primera iniciación, debe hollar
y hollará el camino ocultista o científico, que lo conduce inevitablemente
fuera del mundo del misticismo, llevándolo a la segura y científica percepción
de Dios como vida o energía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario