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martes, 3 de septiembre de 2013

QUINTA INICIACIÓN: "LA REVELACIÓN"




La Quinta Iniciación Mayor
“LA REVELACIÓN Y LA RESURRECCIÓN”

F. Redondo


“Una iniciación es una expansión de conciencia, un medio de abrir la mente y el corazón al reconocimiento de lo que ya existe en la realidad. Como proceso viviente, la iniciación es experimentada por todas las formas de vida, grandes y pequeñas, desde lo universal hasta lo particular.”
           
Después de la cuarta Iniciación, ya no queda mucho por hacer. El dominio del sexto subplano prosigue rápidamente, y se coordina la materia de los subplanos superiores del búdico. Se admite al iniciado en más estrecho trato con la Logia y su contacto con los devas es más completo. Va agotando rápidamente los recursos de la Sala de la Sabiduría, y dominando los más intrincados planes y esquemas. Se convierte en adepto en cuanto se refiere al color y al sonido; puede operar con la ley en los tres mundos, y entrar en contacto con su mónada con mayor libertad que la de la mayoría de la especie humana para entrar en contacto con el Ego. Tiene también a su cargo mucho trabajo; enseña a discípulos, ayuda en muchos planes y reúne bajo su dirección a quienes han de auxiliarle en tiempos venideros. Esto se refiere tan sólo a los que se quedan en este mundo para ayudar a la humanidad.

El iniciado pasa entonces por la Quinta Iniciación simbolizada por la Resurrección del Cristo y llaga a ser el Jivamnukta, la "vida liberada" del Hindú; el asekha, el que ya nada tiene que aprender, según el Budismo. Habiendo cumplido el ciclo de humanidad y llenado el ideal del Divino Humano, es ahora el Hombre Perfecto, Maestro de la vida y de la muerte, libre de todas las ligaduras que puedan atarle, y con todos los poderes conferidos a él en los cielos y en la tierra. Ha nacido por la última vez y ha alcanzado la salvación final. Ha llegado a ser "un pilar en el templo de mi Dios el cual jamás saldrá de allí", y ha logrado ya “la estatura de la plenitud del Cristo”.

Habiendo cumplido su peregrinación, el Adepto ve, ahora ante sí, según ya se dijo, siete caminos, siete senderos de gloria y de poder, que lo conducirán hacia los grandes reinos de la vida superfísica, todos los cuales, excepto uno, lo libran para siempre de la carga de la carne humana, y se extienden muy lejos de nuestra tierra. A medida que él contempla estos siete senderos, dentro de la exquisita música que lo rodea, surge un sonido de angustia y de dolor, escucha Él el grito del mundo en su miseria, en su obscuridad, en su agotamiento espiritual, en su degradación moral, el grito de la humanidad esclavizada, y mira la incierta búsqueda del ignorante, del desamparado y del ciego. Entonces, movido a compasión y por su antigua simpatía hacia la humanidad de la cual Él es ya una flor, se vuelve hacia atrás, hacia el mundo que ha dejado, y en lugar de desechar el peso de la carne lo toma de nuevo, para soportarla aún, a fin de poder ayudar a la humanidad. Hollando el Sendero de Santidad, Él ha alcanzado la perfección, ha vencido a la muerte y conquistado la inmortalidad. Ha logrado la Libertad y vive ahora en lo Eterno. Pero, siendo perfecto, permanece Él para ayudar a quienes somos aún imperfectos; habiendo Él realizado la Eternidad, se queda entre las sombras del tiempo hasta que nosotros también la realicemos.
Y si él decide, observando y meditando sobre esos siete caminos que se presentan ante él, recorrer el que transcurre en nuestra vida y evolución planetaria, se convierte en lo que nosotros llamamos MAESTRO DE SABIDURÍA, un lazo entre Dios y el Hombre; un Espíritu liberado, deseoso de soportar aún el fardo de la carne, a fin de no perder el contacto con la humanidad que ama, y de ponerse a sí mismo al servicio de ella por el acto supremo de renunciación, permaneciendo en la esclavitud hasta que estén libres, y yendo al Nirvana cuando todos puedan ir mano a mano con él. Él y otros como él, elevándose en grado, más allá del grado de sabiduría y poder superhumanos, forman la Oculta Jerarquía que consta de los Guardianes del mundo, Quienes permanecen con nosotros para dirigir, enseñar, guiar y definitivamente ayudar a la humanidad a lo largo del difícil camino de la evolución humana.

Se dice que cuando uno de nuestra Humanidad alcanza la Perfección. Toda la Naturaleza se estremece de gozosa reverencia y se siente conquistada. La estrella de plata titila la nueva a las flores nocturnas, el arroyuelo la murmura a los guijarros, las obscuras olas del Océano la bramarán a las batidas rocas, las perfumadas brisas la cantan a los valles, los soberbios pinos susurran misteriosamente: "un Maestro ha surgido, un Maestro del día". Un Maestro puede trabajar a través de un cuerpo físico  o no, como lo juzgue conveniente. Funciona, ahora en un cuerpo de luz que posee, su propio tipo de sustancia. Sin embargo, el Maestro puede construir un cuerpo que le permitirá acercarse a Sus discípulos que entran y también a los que han recibido las iniciaciones superiores; cuando es necesario construirá normalmente Su cuerpo a semejanza de la forma humana, haciéndolo instantáneamente y por un acto de la voluntad. La mayoría de los Maestros que trabajan definidamente con la humanidad, conservan el antiguo cuerpo en que recibieron la quinta iniciación, o sino construyen, con sustancia física, el "mayavirupa" o cuerpo de maya. Este cuerpo aparecerá en la forma que tuvo originalmente al recibir la iniciación.

Cuando hemos alcanzado el estado Crístico, ¿se han regenerado todas las células de nuestro cuerpo? Durante la última fase del proceso evolutivo -el Sendero de Iniciación- tiene lugar una transformación en la estructura celular de los sucesivos cuerpos del iniciado. Se absorbe cada vez más materia de naturaleza subatómica (es decir de luz) que gradualmente reemplaza a la materia de sustancia atómica. En la quinta iniciación -la Resurrección- el proceso se ha completado, y el Maestro realizado en Dios ha logrado Su meta sobre este planeta: Él y Su cuerpo son perfectos e “incorruptibles”, como se denomina en la Biblia cristiana.

1 comentario:

  1. El iniciado pasa entonces por la Quinta Iniciación simbolizada por la Resurrección del Cristo y llaga a ser el Jivamnukta, la "vida liberada" del Hindú; el asekha, el que ya nada tiene que aprender, según el Budismo. Habiendo cumplido el ciclo de humanidad y llenado el ideal del Divino Humano, es ahora el Hombre Perfecto, Maestro de la vida y de la muerte, libre de todas las ligaduras que puedan atarle, y con todos los poderes conferidos a él en los cielos y en la tierra. Ha nacido por la última vez y ha alcanzado la salvación final. Ha llegado a ser "un pilar en el templo de mi Dios el cual jamás saldrá de allí", y ha logrado ya “la estatura de la plenitud del Cristo”.

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