ENFERMEDADES DE LOS DISCÍPULOS (D.K. “El Tibetano”)
Dividiré en dos partes lo que voy a decir acerca de las
enfermedades de los discípulos: los problemas específicos de los discípulos y
las dificultades incidentales al contacto con el alma.
Es necesario recordar que todo discípulo es susceptible de contraer
los tipos principales de enfermedades, pues al tratar de ser uno con toda la
humanidad, ello incluye por lo tanto todos los males hereditarios de la carne.
Sin embargo, no pueden sucumbir a las flaquezas del hombre común y deben
recordar que las enfermedades cardíacas y nerviosas constituyen su mayor
problema. En conexión con esto los discípulos podrían dividirse en dos grupos
principales: Los que viven arriba del diafragma y por lo tanta están
predispuestos a las enfermedades del corazón, a las dificultades de la tiroides
y de la garganta, y aquellos que están en proceso de transferir las energías de
los centros situados abajo del diafragma
a los de arriba del diafragma. La mayoría de ellos está transfiriendo las
energías del plexo solar al corazón, y la agonía del mundo está acelerando profundamente
el proceso. Dificultades estomacales, hepáticas y respiratorias van a la par de
tales trasferencias.
1. Los Problemas Específicos de los Discípulos.
Estos problemas específicos son, como bien saben, peculiares de
quienes han elevado su conciencia a la vida del alma, fuera de la vida de la
personalidad. Están relacionados
principalmente con la energía, su afluencia, su asimilación o no asimilación, y
su empleo correctamente dirigido. Las otras enfermedades que constituyen la
herencia de la carne en esta época de la evolución humana (pues debe recordarse
que las enfermedades varían de acuerdo a la etapa de evolución y que su
aparición es cíclica), y a las cuales los discípulos pueden sucumbir y
sucumben, no se considerarán aquí; basta decir que las tres principales
enfermedades de la humanidad, a las cuales me he referido, cobran su tributo a
los discípulos, particularmente para lograr que el alma se libere de su
vehículo. Sin embargo, son controladas en tales casos -aunque no lo parezca-
desde los niveles del alma, y el desenlace está planeado como resultado de la
decisión del alma y no por los estragos de la enfermedad. La razón de que estas
tres principales enfermedades, originarias de la vida planetaria en la cual
vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser, ejercen este poder sobre los
discípulos, consiste en que ellos mismos son parte integrante de la vida
planetaria, y en las primeras etapas del reconocimiento de esta unidad están
propensos a ser fácil presa de ellas. Este es un hecho poco conocido o comprendido,
pero explica por qué los discípulos y personas avanzadas son susceptibles a
dichas enfermedades.
Dividiremos estos problemas en cuatro categorías:
1.
Los que están relacionados con la sangre o el aspecto vida,
porque “la sangre es la vida”. Esto produce un efecto especÍfico sobre el
corazón, por lo general sólo de naturaleza funcional. Las enfermedades
orgánicas del corazón se deben a causas más profundamente arraigadas.
2.
Los que son un efecto directo de la energía, actuando sobre el
sistema nervioso y a través de éste, por intermedio del cerebro rector.
3.
Los que están relacionados con el sistema respiratorio y tienen
un origen oculto.
4.
Los que se deben específicamente a la receptividad o no receptividad,
al funcionamiento o no funcionamiento, y a la influencia que ejerce el
centro. Lógicamente éstas caen en siete
grupos, que afectan siete zonas principales del cuerpo. En lo que respecta
al discípulo común, antes de que exista
total control por el alma y dirección monádica, el principal agente rector, vía
el cerebro, es el nervio vago, a lo largo del cual las energías (penetrando por
intermedio del centro coronario) son distribuidas al resto del cuerpo. En
Oriente ha sido creada, por una poderosa escuela esotérica, una ciencia
definida de los centros y su relación con el kundalini. Contiene muchas
verdades y también muchos errores.
He establecido diferencia entre problemas, reacciones físicas y
enfermedades, porque la afluencia, distribución y dirección de la energía no
producen necesariamente enfermedad. Sin embargo, durante el noviciado que
precede a todas las iniciaciones, se producen siempre dificultades y problemas
de todo tipo, ya sea en la conciencia del discípulo o en relación con quienes
están a su alrededor. De ahí que sea afectado su medio ambiente y en consecuencia
su propia acción recíproca.
Debería recordarse, en conexión con esto, que todos los discípulos
son centros de energía en el cuerpo de la humanidad y están en proceso de
convertirse en puntos de energía enfocada y dirigida. Su función y actividad,
siempre e inevitablemente, producen efectos, resultados, despertamientos,
desintegraciones y reorientaciones, en la vida de aquellos que los rodean. En
las primeras etapas producen esto inconscientemente, por eso los resultados,
sobre aquellos con quienes hacen contacto con frecuencia, no son deseables, ni
la energía está dirigida, desviada o retenida inteligentemente. Una intención
inteligente debe existir detrás de toda sabia dirección de la energía. Más
adelante, cuando estén aprendiendo conscientemente a ser y estén convirtiéndose
en centros radiantes de energía curadora, conscientemente dirigida, esta
energía animadora será transmitida y luego empleada constructivamente en líneas
sicológicas y físicas. Sin embargo, en cualquier caso, el discípulo ejerce una eficaz influencia y nunca puede
pasar “inadvertido en su lugar ni dejar de hacer impacto sobre otras almas”,
como se dice esotéricamente. Su influencia, emanación y potente energía,
inevitablemente le acarrean problemas y dificultades, basadas en las relaciones
humanas que ha establecido kármicamente y en las reacciones de aquellos con
quienes hace contacto, ya sea para bien o para mal.
Esencialmente, la influencia de un discípulo de la gran Logia
Blanca es fundamentalmente buena y espiritualmente condicionante;
superficialmente y en sus efectos externos -en particular en lo que concierne
al discípulo- aparecen situaciones difíciles, aparentes separaciones, y emergen
los defectos lo mismo que las virtudes de quienes han sido afectados,
persistiendo a menudo durante muchas vidas, hasta que la persona, así
influenciada, llega a “reconciliarse
ocultamente con la energía emanante.” Reflexionen sobre esto. El reajuste deben
hacerlo quienes han sido influenciados y no el discípulo.
Consideraremos ahora los cuatro problemas desde el ángulo
sicológico y no desde el físico.
a.
Los problemas que surgen debido al despertar del centro cardiaco
del discípulo son quizás los más comunes y con frecuencia los más difíciles de
manejar; están basados en las relaciones vivientes y la interacción de la
energía del amor con las fuerzas del deseo. En las primeras etapas, esta
afluyente fuerza-amor establece contactos con la personalidad, que oscilan
entre las etapas de máxima devoción y extremo odio, por parte de la persona que
ha sido afectada por la energía del discípulo. Esto produce un constante
disturbio en la vida del discípulo, hasta llegar a adaptarse a los efectos de
la distribución de su energía y también a las frecuentes rupturas de relaciones
y reconciliaciones. Cuando el discípulo ha adquirido suficiente importancia
como para llegar a ser el centro organizador de un grupo o estar en posición de
comenzar a formar esotéricamente su propio ashrama (antes de recibir alguna de
las iniciaciones mayores), entonces la dificultad puede ser muy real y
perturbadora. Sin embargo muy poco puede hacer el discípulo, excepto tratar de
regular la saliente energía del amor. El problema continúa fundamentalmente
para aquel que ha sido afectado; los reajustes deben ser hechos por los demás,
como he dicho anteriormente, y el discípulo debe estar preparado para colaborar
al primer indicio de una buena voluntad en reconocer la relación y la intención
de colaborar en el servicio grupal. Este punto deben considerarlo ambas partes,
el discípulo y la persona que reacciona a su influencia. El discípulo está
preparado; el sujeto que responde, generalmente se retira o se acerca, de
acuerdo al anhelo de su alma o de su personalidad, probablemente ocurra esto
último en las primeras etapas. Sin embargo, oportunamente el sujeto presta su
plena comprensión colaboradora con el discípulo, finalizando la difícil
experiencia de la enfermedad.
No me es posible dar detalles explícitos al considerar estos problemas
relacionados con el corazón y la energía vital del discípulo, los cuales están
condicionados por su rayo, la iniciación para la cual se está preparando, y la
calidad, etapa evolutiva y rayo de quienes han sido afectados.
Existen también dificultades y problemas de naturaleza más
sutil, que surgen de la misma causa, pero no localizadas en ciertas relaciones
humanas definidas. Un discípulo sirve, escribe y habla; sus palabras e
influencias compenetran la masa de hombres, despertando en ellos alguna
actividad a menudo buena y espiritual, a veces mala, antagónica y peligrosa. En
consecuencia, no sólo tiene que ocuparse de sus propias reacciones al trabajo
que está realizando, sino, en un sentido general y específico, de las masas a
las que comienza a afectar. Esto no es algo fácil de realizar, particularmente
para un trabajador inexperto en el Plan. Fluctúa entre el plano mental, donde
normalmente intenta actuar, y el plano
astral, donde las masas se hallan enfocadas, y esto lo lleva al reino del
espejismo y al consiguiente peligro. Su conciencia se dirige a quienes trata de
ayudar, a veces como alma (entonces a menudo sobrestimula a quienes lo
escuchan) y otras como personalidad (entonces nutre y aumenta las reacciones de
la personalidad de la masa).
A medida que el tiempo pasa, aprende -mediante las dificultades
que trae el necesario acercamiento cordial- a mantenerse firme en el centro,
emitiendo la nota, dando su mensaje, distribuyendo energía de amor e influyendo
sobre quienes lo rodean, pero él permanece impersonal, sólo como agente rector
y alma comprensiva. Esta impersonalidad (que puede ser definida como una
abstracción de la energía de la personalidad) acarrea sus propios problemas,
como bien saben los discípulos; sin embargo, nada pueden hacer sino esperar que
el tiempo conduzca a los otros hacia una clara comprensión del significado y
sentido esotérico de las rectas relaciones humanas. El problema de quienes
trabajan con individuos y grupos está básicamente relacionado con la energía
del corazón y con la fuerza vivificadora de su vida personificada. En conexión
con este problema y su reacción sobre el discípulo, pueden ocurrir ciertas
dificultades físicas, y de éstas me ocuparé en breve.
Debo puntualizar que también pueden aparecer las dificultades
del ritmo y los problemas vinculados con la vida cíclica del discípulo. El
corazón y la sangre están esotéricamente relacionados y simbólicamente definen
la vida palpitante del alma que se manifiesta en el plano físico, en la
exteriorización y abstracción de la vida dual del discípulo: cada fase presenta
su propio problema. Una vez que el discípulo ha dominado el ritmo de su vida
externa e interna y ha organizado sus reacciones de manera que puede extraer de
ellas el máximo significado, sin ser condicionado por ellos, entonces entra en
la vida relativamente sencilla del iniciado. ¿Les asombra esta frase? Debe
recordarse que el iniciado se ha liberado, después de la segunda iniciación, de
las complejidades del control emocional y astral. El espejismo ya no puede
do-minarlo. Puede permanecer firme a pesar de todo lo que haga y sienta. Se da
cuenta que la condición cíclica está relacionada con los pares de opuestos y es
parte de la manifestación de la vida de la existencia misma. Durante el tiempo
que aprende esto pasa a través de grandes dificultades. Como alma, se somete a
una vida de exteriorización, influencia magnética y extroversión. Inmediatamente
después de esto puede llevar una vida de abstracción, sin ningún interés
aparente por sus relaciones y medio ambiente, y expresarse en forma
intensamente introspectiva e introvertida. Quizás luche penosamente entre estos
extremos, a veces durante muchas vidas, hasta que aprende a fusionar y mezclar
ambas expresiones. Llega a comprender con claridad la vida dual del discípulo
aceptado, en sus diversos grados y etapas, y sabe lo que hace. Constante y
sistemáticamente desempeñan una parte útil la exteriorización y abstracción, el
prestar servicio al mundo y el vivir la vida reflexiva.
Mientras va dominando este proceso surgen muchas dificultades
sicológicas que conducen a separaciones sicológicas, profundamente arraigadas o
superficiales. El objetivo de todo desarrollo es integración, integración como
personalidad, integración con el alma, integración en la Jerarquía, integración
con el Todo, hasta lograr la completa unidad e identificación, A fin de dominar
esta ciencia de integración cuya meta básica es la identificación con la
Realidad Una, el discípulo progresa de una unificación a otra, cometiendo
errores, llegando con frecuencia a un completo desaliento, identificándose con
lo indeseable, hasta que como personalidad-alma repudia las anteriores
relaciones, y debe pagar continuamente
el fervor mal aplicado, la aspiración distorsionada, el efecto abrumador del
espejismo y las numerosas condiciones sicológicas y desarreglos físicos que
deben surgir mientras se subsanan las separaciones, se logra la correcta
identificación y se establece la debida orientación.
Durante este proceso básico, necesario e ineludible, se lleva a
cabo un definido trabajo en el cuerpo etérico. El discípulo aprende a elevar
las energías, extraídas de los centros inferiores, al plexo solar y de allí al
centro cardíaco, reenfocando así las energías arriba del diafragma, en vez de
hacerlo abajo del diafragma. Esto conduce frecuentemente a grandes
complicaciones, porque -des¬de el ángulo de la personalidad- el centro plexo
solar es el más poderoso, siendo el lugar donde se distribuyen las fuerzas de
la personalidad. Este proceso de descentralización y “elevación” de la
conciencia inferior a la superior, trae las principales dificultades a las que
está sujeto el discípulo. Este proceso también se está llevando a cabo hoy en
todo el mundo, causando la espantosa dislocación de los asuntos humanos,
culturas y civilizaciones. Todo el enfoque de la conciencia humana está
cambiando; la vida egoísta (característica del hombre centralizado en sus
deseos y consecuentemente en el centro plexo solar) cede su lugar a la vida
descentralizada del hombre altruista (centrado en su yo alma), consciente de sus relaciones y
responsabilidades con el Todo y no con la parte. Esta sublimación de la vida
inferior en la superior es uno de los momentos más importantes para el
individuo y la raza. Una vez que el discípulo individual y también la
humanidad, que simboliza al discípulo del mundo, hayan dominado el proceso de
trasferencia, veremos establecido el nuevo orden del servicio individual
mundial y, por lo tanto, la llegada del tan esperado nuevo orden.
La circulación de la
corriente sanguínea es el símbolo de estos procesos, y la clave del
establecimiento del orden mundial se halla oculta en dicha simbología -la libre
circulación de todo lo necesario para cada parte de la gran estructura de la
humanidad. La sangre es la vida, y el libre intercambio, la libre
participación, la libre circulación de todo lo que se requiere para un correcto
vivir humano, caracterizará al mundo futuro. Estas condiciones no existen, el
cuerpo de la humanidad está enfermo y su vida interna desorganizada. En vez de
la libre circulación del aspecto vida en todas partes, ha existido separación,
congestión, estancamiento y canales obstruidos. Ha sido necesaria la terrible
crisis actual para que la humanidad perciba esta condición enfermiza, la enorme
extensión del mal y descubra que las enfermedades de la “sangre de la
humanidad” (simbólicamente entendida) son tan graves que se requieren las más
drásticas medidas -dolor, agonía, desesperación y terror- para lograr su
curación.
Los curadores deberán recordar esto, y tener presente que los
discípulos, los hombres buenos y los aspirantes, comparten esta enfermedad
universal de la humanidad, la cual deberá cobrar tributo, sicológica o
fisiológicamente, o ambos. El malestar es de origen muy antiguo y de arraigados
hábitos, e inevitablemente afecta al vehículo físico del alma. Estar exento de
los efectos de las enfermedades humanas no indica superioridad espiritual. Simplemente
podría indicar lo que uno de los Maestros denominó como “las profundidades del
egoísmo y la autosatisfacción espirituales”. El iniciado de tercer grado puede
considerar que está exento, pero sólo se debe a que está completamente liberado
del espejismo y ningún aspecto de la vida de la personalidad tiene poder sobre
él. Todos los tipos de rayos que rigen al individuo están sujetos simi¬larmente
a estos problemas particulares. Sin embargo, los que pertenecen al séptimo rayo
son más susceptibles a los problemas, dificultades y enfermedades incidentales
de la corriente sanguínea, que ningún otro tipo. La razón es que éste rayo
tiene que ver con la expresión y
manifestación de la vida en el plano físico y con la organización de la
relación entre espíritu y materia en la forma. Por lo tanto concierne hoy,
mientras se trata de crear el nuevo orden, a la libre circulación y la
consiguiente y destinada¬ liberación de la humanidad de las enfermedades y
problemas del pasado. Es interesante recordar esto y sería útil para los
estudiantes, en esta época -si desean colaborar inteligentemente con los acontecimientos
del día- reunir y estudiar todo lo que he escrito acerca del séptimo Rayo de
Orden Ceremonial y Magia.
b.
Las enfermedades del sistema nervioso producidas por la
afluencia de energía a todas las partes del cuerpo, ya sea dirigida por la
personalidad, algún aspecto del yo inferior personal, o por el alma, vía el
cerebro, son muchas, y se agudizan a medida que el discípulo se acerca a la
iniciación o se convierte en un iniciado. Al margen de los males sicológicos
que esto produce, existen otras numerosas condiciones, debidas a esta afluencia
de tuerza. El discípulo, por ejemplo, llega a estar excesivamente estimulado y
por consiguiente superactivo; sufre un desequilibrio y con esto no me refiero
al desequilibrio mental (aunque puede ocurrir) sino al superdesarrollo e hiperexpresión
de alguna parte de su naturaleza. Puede llegar a estar exageradamente superorganizado
por medio de algún centro hiperactivo, o suborganizado e inactivo. Por lo tanto
está sujeto al desequilibrio del sistema glandular, con todas las dificultades derivadas.
La sobrestimulación o el subdesarrollo, en lo que concierne a los centros, generalmente
afecta a las glándulas, y éstas a su vez producen las dificultades del
carácter, que lógicamente también traen problemas ambientales, así como
impedimentos de la personalidad.
Esto llega a convertirse en un círculo vicioso y todo se debe a
la errónea dirección de la fuerza y su afluencia, desde uno de los vehículos de
la personalidad a su correspondiente centro (por ejemplo, la fuerza astral y su
relación con el plexo solar), apareciendo los problemas que conciernen a la
salud, el carácter y a la influencia que ejerce. La actividad excesivamente
radiante de algún centro llama la atención y el discípulo es víctima de su
propia obra. Me ocuparé de éstas más extensamente cuando considere las
enfermedades que surgen de estas cuatro categorías.
Dichas dificultades son de tipo general, pero afectan principalmente
a los discípulos de segundo y sexto rayos. A los primeros, porque el segundo
rayo es el rayo constructor y por lo tanto con-cierne predominante a la
manifestación externa y a la utilización de todos los centros, y a los otros,
porque es primordialmente el rayo de tensión, tensión que puede convertirse en
el más ma¬ligno fanatismo o en la más altruista devoción. Es innecesario decir
que todos los rayos presentan los mismos problemas, pero el segundo rayo tiene
que ver mayormente con la actividad del alma a través de todos los centros
(ubicados arriba y abajo del diafragma), teniendo el cardíaco como principal
centro de atención. El sexto rayo tiene
una estrecha relación con el centro plexo solar como lugar de distribución y de
reorientación de la fuerza vital en la personalidad. Continuamente recuerden
esto.
c.
Los problemas vinculados con el sistema respiratorio están
relacionados con el corazón y por lo tanto con el establecimiento del ritmo y
contacto correctos con el medio ambiente. Inhalar el aliento de la vida y
compartir el aire con los demás seres humanos, significa un centro individual
de vida y la participación también en la vida general de todos. A estos
problemas de la existencia individual o separada y de su opuesto, está
íntimamente relacionada la Palabra Sagrada u el OM. Podría expresarse con las palabras de un manual ocultista sobre
oraciones, dado a los discípulos avanzados:
“Quien vive regido por el sonido AUM se conoce a sí mismo.
Quien vive entonando el OM conoce a su hermano. Quien conoce el
SONIDO, conoce todo”.
Luego, en el lenguaje críptico y simbólico del iniciado, el
manual continúa:
“El aliento de vida se convierte en la causa de la muerte para
quien vive dentro de un cascarón. Existe, pero no es; el aliento entonces se
retira y asciende en espiral hacia el todo”.
“Quien exhala el OM no sólo se conoce a si mismo. Sabe que el
aliento es prana, vida y fluido vinculador. Los males de la vida son suyos,
porque constituyen el sino del hombre, no generado en un cascarón porque el
cascarón no existe.”
“Quien es el SONIDO y lo emite, no conoce enfermedad ni tampoco
la mano de la muerte”.
En estas pocas palabras se resume todo el problema que
corres¬ponde al tercer grupo de problemas y enfermedades, los cuales están
relacionados con la circulación de la energía del alma, la energía del amor, y
nada tienen que ver con la circulación de la esencia de la vida. Estas dos
energías básicas, a medida que actúan sobre las fuerzas de la personalidad,
acarrean la totalidad de los problemas heredados por la humanidad. Producidos
por la falta de amor, de vida, y por no emitir ni trasmitir correctamente la
nota del alma y del rayo. El secreto para la construcción de un canal puro
(empleando una fraseología mística, pero no ocultista) está considerado en el
primer grupo de problemas, y el establecimiento de correctas relaciones por la
correcta enunciación de la nota atractiva del alma, está considerado en los dos
últimos grupos.
Este tercer grupo de
dificultades, problemas y enfermedades, corresponde lógicamente a esas personas
que pertenecen a todos los rayos, pero las de primer rayo tienen una marcada
predisposición a estas perturbaciones específicas. Al mismo tiempo, cuando emplean
correctamente sus poderes latentes, pueden superar, por el correcto empleo del
OM y finalmente del SONIDO, los problemas incidentales y las dificultades,
mucho más fácilmente que las de otros rayos. Aquí se refiere a la Palabra
Perdida de la Masonería y al SONIDO del Nombre Inefable.
Los sonidos AUM y OM y el SONIDO mismo, están relacionados con
la vibración y sus diferentes y variados efectos. El secreto de la Ley de
Vibración se está revelando progresivamente a medida que las personas aprenden
a emitir la PALABRA en sus tres aspectos. Los estudiantes harían bien en
reflexionar sobre la diferencia que existe entre el aliento y el sonido, entre
el proceso de la respiración y el proceso de creación de la actividad
vibratoria. Están relacionados, pero son diferentes. Uno se relaciona con el
Tiempo, el otro con el espacio, y (como lo expone El Antiguo Comentario) “el
sonido, sonido final aunque iniciador, concierne a aquello que no es ni Tiempo
ni Espacio; está más allá del Todo manifestado, Fuente de todo lo que es y sin
embargo es nada” (o ninguna cosa. A.A.B.)
Por esta razón los discípulos que pertenecen al cuarto rayo
pueden comúnmente progresar mediante el poder de la intuición y la comprensión
del OM. Este rayo de armonía a través del conflicto (el conflicto de los pares
de opuestos), necesariamente está relacionado con la introducción de esa
actividad vibratoria que llevará a la unidad, a la armonía y rectas relaciones
y a la liberación de la intuición.
d.
Los problemas incidentales a la actividad o inactividad de los
centros son quizás los más importantes desde el punto de vista de la
enfermedad, porque los centros rigen el sistema
glandular, y las glándulas tienen una relación directa con la corriente sanguínea,
condicionando también las principales y más importantes zonas del cuerpo
humano; tienen un efecto fisiológico y sicológico sobre la personalidad y sus
contactos y relaciones internas y externas. La reacción es principalmente
física pero los efectos son mayormente sicológicos, por lo tanto me extenderé
sobre este cuarto grupo principalmente, trataré las enfermedades de los
discípulos y daré algunas instrucciones definidas sobre los centros, lo cual
indicará más claramente que en ninguna otra parte, las causas de muchos males
humanos y dificultades físicas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario