LA
GRAN INVOCACIÓN, LA ESPADA DE DIOS
Engañosamente, la Gran Invocación
en su presentación inmediata es una composición de palabras sencillas y suaves; sin embargo, detrás de las palabras está la fuerza conductora de una potencia inmensa de efectos mágicos e impresionantes llevados a cabo en las alas del pensamiento y palabras. |
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Wendy Boyd
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EL MAESTRO JESÚS DIJO: “No vine a traer la paz sino una espada.” Esto es una forma de llamar la atención y, al mismo tiempo, una afirmación desafiante, aunque el sentido de expectativa asociada con Su reaparición descansa principalmente sobre la idea de que definitivamente la paz es lo que Él traerá. De hecho, muchos asumen que es Su tarea divina traer la paz, poner fin a los problemas mundiales y que, por esto, la humanidad está exenta de toda responsabilidad. Igualmente existe una tendencia a imaginar que en Su reaparición se manifestará en la misma forma que Él tomó antes como Jesús de Nazaret. Aunque la apariencia que tomará es aún desconocida, parece razonable que la primera señal de este evento será un despertar en la consciencia humana –esto es, primero Él estará presente en la consciencia misma. Conforme el corazón y la mente humana descubren, experimentan y expresan cada vez más el principio Crístico a través de la correcta acción y las correctas relaciones humanas, Él reaparecerá. Una forma en la cual se puede ver que esto está sucediendo es a través de los miles que han pasado por la primera iniciación, El “nacimiento de Cristo en la caverna del corazón”. Por lo tanto, la espada que Él trae es digna de examen, porque tiene diversas implicaciones tanto como símbolo y como energía.
EL MAESTRO JESÚS DIJO: “No vine a traer la paz sino una espada.” Esto es una forma de llamar la atención y, al mismo tiempo, una afirmación desafiante, aunque el sentido de expectativa asociada con Su reaparición descansa principalmente sobre la idea de que definitivamente la paz es lo que Él traerá. De hecho, muchos asumen que es Su tarea divina traer la paz, poner fin a los problemas mundiales y que, por esto, la humanidad está exenta de toda responsabilidad. Igualmente existe una tendencia a imaginar que en Su reaparición se manifestará en la misma forma que Él tomó antes como Jesús de Nazaret. Aunque la apariencia que tomará es aún desconocida, parece razonable que la primera señal de este evento será un despertar en la consciencia humana –esto es, primero Él estará presente en la consciencia misma. Conforme el corazón y la mente humana descubren, experimentan y expresan cada vez más el principio Crístico a través de la correcta acción y las correctas relaciones humanas, Él reaparecerá. Una forma en la cual se puede ver que esto está sucediendo es a través de los miles que han pasado por la primera iniciación, El “nacimiento de Cristo en la caverna del corazón”. Por lo tanto, la espada que Él trae es digna de examen, porque tiene diversas implicaciones tanto como símbolo y como energía.
Que Él solo y sin ayuda traerá la paz y solucionará los
problemas de la humanidad no es solamente una ilusión peligrosa, que refuerza
la apatía y la dependencia, sino que también fomenta el espejismo de ver a
Cristo en una forma estrictamente astral, altamente cargada con fervor
aspiracional o emocional. Entonces existe una parte importante que la espada
está desarrollando, cortando y desenraizando primero las ilusiones y espejismos
que rodean las formas mentales distorsionadas con relación a Cristo. La Gran
Invocación, como espada de la verdad, le señala a la consciencia directamente
la realidad –el centro donde la mente, el corazón y la voluntad de Dios son
conocidos y experimentados. La invocación unida por Su retorno a la Tierra, en
la segunda estrofa, trata sobre la liberación de una energía esencial, la
energía de amor, más que por la aparición de una forma divina, no importa cuan
excelsa sea. Para esto, la Jerarquía ha usado palabras como una fórmula que
instantáneamente eleva el corazón y la mente sobre las formas astrales en torno
de Cristo, y con ello ubica la consciencia en un estado impersonal, un estado
de la mente y del ser de consciencia realmente grupal.
Engañosamente, la Gran Invocación, en su presentación inmediata,
es una composición de palabras suaves y sencillas; sin embargo, detrás de las
palabras está la fuerza conductora de una potencia inmensa y de efectos
totalmente mágicos e impresionantes, llevados a cabo en las alas del
pensamiento y de la palabra. Una de las lecciones más rudimentarias que el
discípulo debe aprender es el control de la palabra, especialmente porque el
uso nocivo del lenguaje puede abrir la puerta a los elementos más perjudiciales
de las fuerzas astrales. En este contexto estamos considerando el poder de las
palabras, símbolos e imágenes y cómo pueden ser usadas para invocar energías
espirituales y crear determinados efectos. Al decir la Gran Invocación tenemos
claro, ya sea que estemos solos o en grupo, que son las fuerzas más elevadas de
luz, amor y poder las que deseamos invocar. En cierto sentido, es poesía
intuitiva, donde que la forma y la estructura usada promueve las cuatro cualidades
de la intuición, iluminación, comprensión y amor. Como se ha dicho, precipita
el efecto y expone la causa –invocando la realidad a través de la intuición
como lo opuesto a la ilusión.
La Palabra como la Espada
Es interesante darse cuenta que “ espada” ( sword,
en inglés) se convierte en palabra ( word, en inglés) cuando la
letra “s” es eliminada y se puede decir que a través de la Gran Invocación
estamos manejando Su palabra en el nombre de Cristo como el Representante
Divino de la Voluntad de Dios.
La forma que toma la Gran Invocación se basa en una serie de
palabras que sirven como el vehículo activador a través del cual el mensaje
encapsulado del Plan Divino puede ser cumplido. Por lo tanto, se puede decir
que todo individuo o grupo que usa la Gran Invocación toma la espada/palabra y
ayuda en la “creación-destrucción” de los obstáculos que impiden el sendero de
Su retorno: por una parte, destruyendo las barreras, y por otra, penetrando la materia etérica a través del
poder de la correcta palabra para crear la forma y construir el sendero que se
debe tomar –un sendero esculpido con verdad, amor y la intención unida. La Gran
Invocación está entrenando el corazón y la mente en el diestro arte del manejo
de la espada/palabra en el combate espiritual para que las fuerzas de la luz,
el amor y el poder puedan surgir triunfantes en la Tierra.
Sin embargo, la espada, como Excalibur, aún tiene que ser
extraída de la piedra, de la piedra concreta de la mente inferior. La Gran
Invocación se puede ver como el Excalibur que es liberado de la piedra y surge
a la vida para todos aquellos que aplican la voluntad-al-bien para usarla –la
espada en la piedra está esperando ser empuñada y cumplir su destino, la
promesa del paraíso recuperado. Aunque la leyenda de Arturo está más allá del
ámbito de este trabajo, hay algunos paralelos interesantes entre los símbolos
clave de Excalibur/Arturo y la Gran Invocación/Reaparición de Cristo. Por
ejemplo, un tema –la creencia de que Arturo no está muerto y retornará- permanece
enraizada en la mente popular a través de los siglos. Las primeras referencias
provienen desde las áreas celtas en un poema Galés, el cual advierte
crípticamente, “La tumba de Arturo es un misterio hasta el día del juicio”; se
menciona un combatiente que escapó a Bodwin (Cornualles) en 1113, porque un
francés se burló de un hombre de esa localidad, por asegurar que Arturo estaba
vivo; son alusiones a una creencia obstinada entre las personas de que él
retornaría. Adicionalmente, Arturo se convirtió en la encarnación del ideal del
caballero cristiano recibiendo su herida mortal a manos de su sobrino Mordred,
un caballero falso y traidor, el Judas de Camelot, quien abrió la puerta al
mal. En el tema de las palabras, símbolos y sus implicaciones es interesante
darse cuenta que la palabra mal ( evil, en inglés) es vida (
live, en inglés) escrita al revés.
Arturo puede ser comparado, al compartir una función similar,
con el principio Crístico en cuanto que su presencia o aparición es la clave
para liberar la espada de la roca. En este contexto es representativa de la
transición desde la “adherencia” de la mente concreta inferior, a la velocidad
más rápida y superior de la intuición, dando a la Gran Invocación un efecto
transformador en el plano mental.
La leyenda dice que solamente Arturo, de corazón muy puro, podía
sacar la espada de la roca, y esto corresponde al requerimiento de un centro
cardiaco desarrollado y purificado como una base esencial para el uso del
aspecto voluntad con relación al trabajo esotérico. Similarmente, la Gran
Invocación, como Excalibur/Arturo, trabaja más efectivamente cuando es manejada
con un corazón y motivo puro.
La Espada de Mercurio
Otro ejemplo del uso de la espada, y su correspondencia
simbólica del trabajo preparatorio, se encuentra en la historia de Hércules
como el discípulo mundial. Antes de que Hércules empezara sus doce trabajos,
los dioses le dieron ciertos dones. Se nos ha dicho que “Con lenguaje agraciado
y brillante ingenio llegó Mercurio, llevando una espada de raro diseño, que él
ofreció a Hércules en un estuche de plata. Él la ató en el muslo de Hércules,
pidiéndole que la mantuviera afilada y brillante. “Debe dividir y cortar,” dijo
Mercurio, “y debe moverse con precisión y adquirida destreza.” 1
También se nos ha dicho que “el don de una espada que vino de
Mercurio, el mensajero de los dioses, es de profunda importancia, porque la
espada es el símbolo de la mente que divide, separa y corta. A través de su
uso, Mercurio añadió a los demás dones concedidos a Hércules el análisis mental
y la discriminación. * 2. A Mercurio también se le llama el
mensajero alado y está asociado con la comunicación; en esencia él es el
“mensajero del cielo” o, en este contexto, el mensajero de la Jerarquía,
resumiendo el poder de la palabra hablada en conjunción con la técnica de la
invocación. La versión Griega de Mercurio es Hermes, que significa “interprete
o mediador”; ciertamente, parecería ser una interrelación de estas habilidades
requeridas si la humanidad, como el discípulo mundial, va a actuar como
embajador de la Jerarquía al presentar la Gran Invocación a los demás.
Los alquimistas equipararon a Mercurio con los conceptos
relacionados de fluidez y transmutación y, a causa de su fluidez (como en el
caso de todos los líquidos), el uso de la Gran Invocación es uno de los
procesos más alquímicos que ocurren cuando transmuta la materia en espíritu,
elevándola desde lo inferior a los superior y desde lo transitorio a lo
estable. Se nos ha dicho que Mercurio es “supremamente mental,” siendo el
principal agente del tercer aspecto de inteligencia activa y al mismo tiempo
encarnando el segundo aspecto de amor-sabiduría, en particular el aspecto
sabiduría. Se refiere a él como una energía dual, en la medida que expresa
tanto la mente concreta como la mente abstracta de Dios. Otro punto de interés
es que la mente concreta inferior fue desarrollada en el primer sistema solar y
la mente abstracta superior o intuitiva, la razón pura, se está desarrollando
en este sistema. Por lo tanto, al decir la Gran Invocación y distribuyéndola y
llevándola a la atención del público estamos ayudando en este proceso en una
escala Cósmica. La energía de Mercurio es de naturaleza sintetizadora,
reuniendo mente-sabiduría expresándose a través del alma humana. Adicionalmente,
Mercurio rige el puente o antakarana.
Las implicaciones de Mercurio son muchas, incluso el sistema
nervioso está controlado por esta energía, porque los nervios son los
mensajeros en el plano biológico. También, como un punto de interés, el famoso
médico herbario y astrólogo Nicolás Culpeper (1616-1654) asignó hierbas,
raíces, flores y semillas a sus planetas regentes, percibiendo que éstas
contenían las virtudes del planeta para propósitos medicinales y de sanación.
En su libro él cita "Dios está en todo, Su imagen está impresa en cada
hierba.” Aquellas hierbas regidas por Mercurio eran particularmente benéficas
para las “enfermedades del cerebro" como la calaminta o menta de montaña;
igualmente dijo que el eneldo “fortalece el cerebro.”
Otros símbolos
La espada, en esencia, está compuesta de una hoja y una
guarnición; es por lo tanto un símbolo de “conjunción,” especialmente como en
la edad media, cuando toma la forma de una cruz. En términos astrológicos, una
conjunción es la cercanía o proximidad de dos cuerpos celestes, encontrándose o
pasando, o la presencia en la misma parte de los cielos de dos cuerpos
celestes. Podría decirse que una correspondencia similar está ocurriendo
conforme Piscis se aleja de su larga influencia y es reemplazada por la energía
entrante de Acuario, causando un sentido de dos energías cruzándose, incluso
chocando, hasta que la transición desde un ciclo de sexto rayo a un ciclo de
séptimo rayo sea plenamente establecido.
En términos de la espada y en relación con los romanos, ellos
creían que el hierro a causa de su asociación con Marte podía proteger contra
los espíritus malignos. Su significado simbólico principal, sin embargo, es de
una herida y el poder para herir y, no obstante, es el motivo detrás de la herida
lo que la hace buena o mala. Por ejemplo, un doctor puede infligir dolor para
tratar una herida o un soldado toma una vida para poder salvar cientos de
vidas. Ya que quienes dicen la Gran Invocación no están manejando la espada
para herir sino para sanar, la espada entonces es la aliada del discípulo en la
lucha para liberar a los “prisioneros del planeta”. Para este efecto, la espada
de la invocación puede penetrar y perforar el mundo material dentro de lo
espiritual y descargar la evocación esperada de las fuerzas redentoras. Sobre
este tema, las armas de guerra pueden ser símbolos positivos y la espada
permanece como símbolo de la justicia y de la autoridad superior. Mientras la
daga representa el falo y la masculinidad en general en la cultura megalítica,
la espada es la contraparte de la rueca, la cual es el símbolo femenino de la
continuidad de la vida. La espada y la rueca simbolizan, respectivamente, la
muerte y la fertilidad, los dos opuestos que constituyen el simbolismo básico
de la montaña, y la montaña tiene la forma semejante a un triángulo, la firma
sagrada de Dios.
Esto relaciona el propósito de la invocación, el cual es crear
puntos de tensión similares a la espada en los picos de la montaña de energía
triangular, a través de los cuales la demanda expresada puede aumentar y subir
a los cielos. A su vez, las cuatro estrofas que compilan la Gran Invocación
están situadas como cuatro montañas sólidas dentro del terreno de la mente
grupal. En la filosofía china las montañas permanecen juntas dando la imagen de
quietud; el éxito de la Invocación y la evocación resultante están vinculadas a
la habilidad para fusionarse con el “punto inmóvil en el centro” prioritario a
la liberación de la “conjunta intención” grupal. De esta forma la mente, como una
gran montaña bañada en la luz del sol, se mantiene firme en la luz del alma y
alineada al esfuerzo e intención Jerárquica. A este respecto estamos alineando
el esfuerzo grupal con la “constancia, exactitud y poder” que el Cristo y la
Jerarquía Espiritual adoptan cuando dicen la Gran Invocación y como una fuerza
unida toman las espadas y por lo tanto la(s) palabra(s) de Dios.
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1. Los Trabajos de
Hércules, por Alice A. Bailey
Artículo extraído de Lucis Trust.
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