LA TÉCNICA DE LA DIVINA INDIFERENCIA
Textos del Maestro D.K. “El
Tibetano”
Entre los
estudiantes existe la tendencia, cuando piensan en los centros, a
identificarlos con el cuerpo físico y no con el cuerpo etérico. Esto se refiere
más bien a la ubicación, en la mayoría de los casos, lo cual es un error. Los
aspirantes debieran evitar toda concentración sobre el cuerpo físico y
aprender gradualmente,a ubicar su foco de atención en el cuerpo etérico. El
cuerpo físico es activo y poderoso, y debería ser considerado cada vez más como
un autómata, influido y dirigido por:
1.
El cuerpo vital y las fuerzas de maya, o por la
inspiración que emana desde puntos de
tensión espiritual.
2.
El vehículo astral y las fuerzas del espejismo, o por
el amo consciente y sensible que emana desde el alma.
3.
La mente y las fuerzas de la ilusión en los tres
mundos, o por la iluminación que viene
de fuentes superiores a la vida.
4.
El alma, como vehículo de la impresión monádica, hasta
el momento en que ha sido construido el antakarana, ese puente construido con
materia mental, que oportunamente unirá a la Mónada y a la personalidad.
Uno de los problemas que han de resolver los discípulos es conocer la
fuente del incentivo o impulso, de la impresión o inspiración que —vía el
cuerpo etérico— impulsan al cuerpo físico a la actividad en el plano físico,
demostrando así la cualidad, el propósito y el punto de tensión del hombre
encarnado, y manifestando la naturaleza del hombre tal como es, en un punto dado
de la escala evolutiva. De acuerdo a las tensiones y a los impulsos indicados,
así será la actividad de los centros. Por lo tanto, podrán ver que gran parte
de mi enseñanza invierte los usuales procedimientos ocultistas. No enseño la
manera de despertar los centros, porque el correcto impulso, la firme reacción
a los impulsos superiores y el
reconocimiento práctico de las fuentes de inspiración, impulsarán a los
centros, automáticamente y sin peligro, a la actividad necesaria y apropiada.
Éste es un sensato método de desarrollo y, aunque lento, no conduce a un
desarrollo prematuro y produce un desenvolvimiento íntegro; permite al
aspirante convertirse verdaderamente en el Observador, y saber con seguridad
lo que está haciendo; conduce a cada centro a un punto de respuesta espiritual
y luego establece el ritmo ordenado y cíclico de una naturaleza inferior
controlada. Es verdad y posible que los ejercicios de respiración puedan tener
lugar oportunamente en el entrenamiento del discípulo, pero serán autoiniciados
como resultado de una vida rítmica y del constante y correcto empleo de la
Palabra Sagrada OM. Cuando un discípulo en meditación emite el OM siete veces
por ejemplo, equivale a un ejercicio de respiración; cuando puede enviar la
energía generada, a uno u otro de los centros, en alas del pensamiento
consciente y planeado, está produciendo cambios y reajustes dentro del
mecanismo que manipula fuerza, y cuando esto puede realizarse con facilidad y
con la mente mantenida en un punto de "tensión totalmente mental” el discípulo
se halla bien encaminado para desplazar todo su foco de atención del mundo de
la ilusión, del espejismo y de maya hacia el reino del alma, en el mundo de la
"luz clara y fría" y en el reino de Dios.
Cuando también agrega a esto la comprensión y la práctica de la Técnica de
la Indiferencia, está libre y liberado, y en todo momento es esencialmente el
Observador y el Empleador del mecanismo de manifestación.
¿Qué significa esta técnica? ¿Qué es indiferencia? Me pregunto si comprenden
el significado de la palabra “indiferencia". En realidad significa
adoptar una actitud neutral hacia aquello que se considera el no yo; involucra
el rechazo de lo similar; indica el reconocimiento de una diferenciación
básica; significa la negativa a identificarse con lo que no sea una realidad
espiritual, hasta donde se percibe y conoce, en un punto dado en tiempo y
espacio. Por lo tanto, es algo mucho más fuerte y vital que lo que comúnmente
significa esta palabra. Constituye un rechazo activo, sin concentrarse en
aquello que es rechazado. Ésta es una afirmación importante y merece una
cuidadosa consideración. Concierne al punto de tensión desde el cual trabaja el
discípulo o aspirante observador. El punto de tensión se convierte en la fuente
de donde emana cierto tipo de energía que afluye al cuerpo etérico y lo
atraviesa, sin ser afectado por maya o por la concentración de diversas
fuerzas, de las cuales el cuerpo etérico está compuesto. Indiferencia,
técnicamente comprendida, significa un descenso directo de un punto a otro, sin
desviación ni distorsión. La entidad manifestante, el discípulo, permanece
sólida y firme en este punto de tensión y lo primero que hace es asegurarse
dónde se halla, en qué plano se encuentra y cuál es la fuerza de tensión de la
que ha de depender. Lo siguiente consiste en descubrir si lo que trata de
impartir al cuerpo físico, para producir efectos en el mundo externo del
experimento y la experiencia, está distorsionado por cualquier tipo de ilusión,
detenida su expresión por el espejismo o propenso a ser desviado por las
fuerzas incontroladas y el maya, que ellas producen. Esto no lo comprueba
identificándose, en cada etapa descendente, con los obstáculos y posibles
obstrucciones, sino intensificando su punto de tensión, recordando
constantemente la verdad, por un proceso de proyección, de que él es el Yo y no
el no‑yo; esta proyección consiste en el envío de energía, cualificada y
reconocida; desde el punto de tensión directamente y sin desviarse, hacia el
cuerpo vital, desde donde puede hallar su camino a los siete centros de
control.
Aquí aplica la técnica de la indiferencia,
y si no lo hace, lo que trata de expresar puede ser detenido y demorado por la
fuerza etérica o por los velos de maya. Trabaja, por consiguiente, desde un
punto de intensa concentración; rehusa "apegarse" a cualquier forma o
plano, cuando proyecta la energía en y a través de los tres mundos. Cuando
descubre que el progreso ha sido detenido y demorado por la ilusión activa o
el espejismo, se "desapega" conscientemente de tales contactos y se
prepara para la etapa final de indiferencia y de rechazo de todas las fuerzas,
excepto aquéllas que él ‑conscientemente y con determinado propósito‑ trata de
emplear en el plano físico.
En último
análisis, el punto de tensión para el discípulo medio se halla en niveles
mentales, implicando la mente iluminada y un creciente contacto con el alma,
siendo entonces capaz de:
a.
"Ver" con claridad por medio de la luz del
alma, demostrando un desarrollado sentido de los valores, pudiendo así disipar
la ilusión.
b.
Proyectar luz conscientemente sobre el plano astral,
disipando así el espejismo.
c.
Derramar la energía de la luz a través del cuerpo
etérico y arraigar la luz o energía en los centros adecuados, porque habrá
total indiferencia y no se identificará con maya.
En lo que respecta al iniciado, el proceso se lleva a
cabo primero desde un punto de tensión dentro del alma, y luego desde un punto
de tensión en la Tríada espiritual. Sin embargo, en todos los casos, una vez
dentro del "círculo infranqueable" de los tres mundos, la energía
rectora produce los resultados descritos:
1. La dispersión
de la ilusión.
2. La disipasión
del espejismo.
3. La conquista
de maya.
Cuando el aspirante lee estas simples aclaraciones de
un proceso difícil, parece algo sencillo y fácil de lograr, pero ello en sí es
una ilusión. No se supera tan fácilmente una milenaria identificación con el
aspecto forma de la vida; la tarea que tiene ante sí el discípulo es extensa y
ardua, pero promete un éxito eventual, siempre que piense con claridad, tenga
un serio propósito y realice un trabajo científico planeado.
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