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lunes, 12 de agosto de 2013

REVELACIÓN




REVELACIÓN

Durante los períodos finales del ciclo de encarnaciones, donde el hombre hace malabarismos con los pares de opuestos y que, a través de la discriminación está siendo consciente de la realidad y de la irrealidad, surge en su mente la comprensión de que él mismo es una Existencia inmortal, un Dios imperecedero y una parte de lo Infinito. Cada vez se hace más evidente el eslabón entre el hombre en el plano físico y este Regidor interno, hasta que sobreviene la gran revelación. Llega un momento en la existencia del hombre en que se encara conscientemente con su yo real, y sabe que él es ese yo en realidad y no en teoría. Adquiere conciencia del Dios interno, no por medio del oído ni de su atención a la voz interna que dirige y controla, denominada la "voz de la conciencia", sino por medio de la percepción y de la visión directa. Ahora responde no sólo a lo que oye sino también a lo que ve.

Gran parte de la verdadera revelación, desde la época de Cristo, ha llegado al mundo por medio de la ciencia...las revelaciones básicas y funda­mentales de la ciencia son tan divinas como las de la religión, pero ambas han sido tergiversadas para satisfacer la demanda humana. Se aproxima la época en que la ciencia dirigirá todos sus esfuerzos en curar las heridas sufridas por la humanidad y en construir un mundo mejor y más feliz.

Las revelaciones de la ciencia aunque, con frecuencia, están enfocadas en un hombre o una mujer, constituyen específicamente más que las denomina­das revelaciones de la religión, el resultado del esfuerzo grupal y de la actividad grupal entrenada. Por lo tanto la revelación llega en dos formas:

Mediante el esfuerzo, la aspiración y la realización de un hombre que se encuentra tan cercano a la Jerarquía y tan imbuído en la conciencia divina, que puede recibir el mensaje directamente desde la Fuente divina central. Se ha unido a las filas de los grandes Intuitivos y trabaja libremente en el mundo de las Ideas divinas. Conoce bien Su misión; elige Su esfera de actividad deliberadamente y aísla la verdad o las verdades que juzga apropiadas a la necesidad de la época. Viene como un Mensajero del Altísimo; lleva una dramática y conmovedora vida de servicio, y simboliza en los acontecimientos de Su vida ciertas verdades básicas que ya han sido reveladas, pero que El reactualiza pictóricamente.

Mediante el esfuerzo que realiza un grupo de buscadores, tales como los investigadores científicos de cada país, que unidos buscan luz para resolver los problemas de la manifestación o para lograr los medios de aliviar el sufrimiento humano. El esfuerzo del grupo, a menudo eleva a un hombre en aras de su aspiración no realizada, el cual puede entonces penetrar en el mundo de las Ideas divinas y hallar allí el ansiado remedio o la llave, descubriendo intuitivamente de este modo un secreto largamente buscado. El descubrimiento, es de primordial importancia, es una revelación, como lo son las verdades presentadas por los Instructores del mundo. ¿Quién puede decir que la afirmación de que Dios es Amor, tiene mayor valor que la afirmación de que Todo es Energía?. El camino que sigue luego la revelación es el mismo en ambos casos, después la ilusión se posesiona de las revelaciones, aunque ‑aquí hay algo sobre lo cual quisiera que reflexionen‑ hay menos ilusión respecto a las revelaciones de la ciencia que a las revelaciones de lo que la humanidad denomina más definidamente verdades espirituales. Existe una razón en el hecho de que el desarrollo de la mente del hombre y su sensibilidad hacia la verdad han aumentado enormemente desde la última gran revelación espiri­tual, dada por Cristo, hace dos mil años. Asimismo, las revelaciones de la ciencia son en gran parte el resultado de la tensión grupal, enfocada oportu­namente en un receptor intuitivo, siendo por ello protegida la revelación.

Vamos de una luz a otra y de una revelación a otra, hasta que salimos del reino de la luz y entramos en el reino de la vida que es, todavía para nosotros, plena oscuridad.

Es evidente que esta acrecentada luz, trae consigo una constante serie de revelaciones que, como todo lo demás en el mundo de la experiencia humana, despliega ante los ojos, primero, el mundo de las formas, luego el mundo de los ideales y después la naturaleza del alma, de las ideas y de la divinidad. He elegido unas pocas palabras que encierran la revelación y simbolizan su carácter. Pero todas estas revelaciones constituyen una gran revelación uni­ficada que va abriéndose lentamente ante los ojos de la humanidad. La luz del yo inferior personal revela al hombre el mundo de las formas, de la materia, del instinto, del deseo y de la mente; la luz del alma revela la naturaleza de la relación que existe entre estas formas de vida y el mundo de lo amorfo, y el conflicto entre lo real y lo irreal. La luz de la intuición despliega, ante la visión del alma, dentro de la personalidad, la naturaleza de Dios y la unidad del Todo. La inquietud que proporciona el deseo por lo material, tratando de ser satisfecho en los tres mundos, cede su lugar oportunamente a esa aspiración para establecer contacto con el alma y lograr la vida del alma. A su vez, esto es reconocido como un paso dado hacia esas grandes experien­cias fundamentales que denominamos las cinco iniciaciones mayores, las cuales revelan al hombre el hecho, hasta entonces ignorado, de su insepara­bilidad y de la relación de su voluntad individual con la voluntad divina.

El Misterio de las Edades está al borde de ser revelado, y a través de la revelación del alma, el misterio que está oculto será revelado. Las escrituras del mundo, como ya sabemos, siempre han profetizado que al fin de la era se revelará lo que es secreto, y emergerá a la luz del día lo que hasta entonces estuvo oculto y velado. Nuestro presente ciclo es el fin de la era; los próximos doscientos años verán la abolición de la muerte, tal como ahora comprende­mos esa gran transición, y el establecimiento de la realidad de existencia del alma. El alma será conocida como un ente y como impulso motivador y centro espiritual que está detrás de las formas manifestadas.

Todo el sistema de revelación ocultista o esotérica está basado en la maravillosa doctrina de interdependencia, vinculación consciente y ordena­da, y trasmisión de energía de un aspecto de la divina manifestación a otro; en todas partes y a través de todo, existe circulación, trasmisión de energía y métodos para pasar la energía de una forma a otra, siempre por medio de un mecanismo adecuado.

6. El propósito que subyace en la revelación
Detrás de las sucesivas revelaciones de la divinidad en el trascurso de las épocas, descubrimos un propósito significativo; todas son aspectos de la Gran Revelación y lo comprobarán por sí mismos. Mediante los procesos revelatorios, la divinidad está surgiendo lentamente en la conciencia humana.

El objetivo del proceso evolutivo, al que deben someterse todas las vidas de nuestro planeta, ha sido desarrollar esta sensibilidad, lo cual hará posible la revelación y podría decirse que (desde un ángulo definido) la meta de toda experiencia ha sido la revelación; cada revelación "acerca más al iniciado al Corazón del Sol, donde todas las cosas son conocidas y sentidas y, por su intermedio, todas las formas, todos los seres y todas las cosas, pueden ser anegados en amor". Reflexionen sobre estas palabras, porque la analogía microscómica de la realidad macrocósmica está colmada de valor educativo. Procuren que "toda lección aprendida cada día, que toda revelación captada y comprendida, colmen de amor sus corazones y les permita amar a sus semejantes con ardor y calidez".

Ha habido muchas revelaciones del propósito divino a través de las edades, cada una de las cuales alteró excepcionalmente el punto de vista Y el canon de vida de los hombres de todas partes.
Una vez que el iniciado ha penetrado hasta donde la revelación es posible, logra automáticamente la necesaria fijeza, concentración, aplomo, polarización y enfoque, que le permitirán traducir en términos y símbolos lo revelado, e impartir la significación a los intelectuales con los cuales trabajan principalmente todos los iniciados.
La revelación raras veces irrumpe en toda su belleza en la conciencia del discípulo; es un proceso de gradual y constante desarrollo.

La revelación no es sólo la prerrogativa y recompensa del iniciado que se va realizando, sino que adopta acrecentadamente nuevas formas y renova­dos delineamientos para los Maestros que alcanzaron la realización.

CATECISMO:
¿Qué ves tú, oh discípulo, en el Sendero?
Sólo a mí mismo, oh Maestro de mi vida.

Obsérvate más detenidamente y habla nuevamente. ¿Qué ves tú?
Un punto de luz que crece y decrece, haciendo más oscuras las tinieblas.

Mira con intenso deseo hacia las tinieblas y, cuando brille la luz, aprovecha la oportunidad ¿Qué aparece ahora?
Un espectáculo horrible, oh Maestro de mi vida. Me desagrada. No es verdad. Yo no soy esto o aquello. Esta cosa maligna y egoísta no soy yo. Yo no soy esto.

Con la voluntad, el poder y el ardiente deseo, enciende la luz y, cuando brille, relata la visión que pueda aparecer. ¿Qué ves tú?

Más allá de las tinieblas, revelada por la luz, una forma radiante haciendo ademanes para que me acerque. ¿Quién es este Ser afable, de pie en la oscuridad y en la luz? ¿Es y puede ser yo mismo?

¿Qué alborea ante tu vista cuando permaneces en el Camino, oh exhausto y cansado discípulo, aunque victorioso en la luz?

Una forma radiante y fulgurante que es mi Yo, mi alma. Un lóbrego y sombrío personaje, sin embargo, anciano y sabio, experimentado y triste. Este es mi yo, mi yo inferior, mi antigua apariencia, experimentada en los caminos de la tierra. Ambos se enfrentan y, entre ellos, la tierra ardiente...Se mueven y fusionan...el Sendero llega a su fin. El camino se extiende adelante. Se desarrolla la vista y aparece la realidad de la luz.

¿Qué puedes revelar ahora, oh Servidor en el Camino?
La revelación viene a través mío, oh Señor de la vida. No la puedo ver.

¿Por qué no puedes verla? ¿Qué impide su captación?
Nada lo impide. No busco la visión porque he visto. Mi tarea es revelar. Sólo me busco a mí mismo.

¿Qué va hacia ti para que lo reveles? ¿Qué tienes tú que revelar?
Sólo lo que durante eones ha existido y ha estado aquí. La Unicidad de la Presencia, la zona de amor; el viviente, amoroso, sabio e incluyente Uno, que abarca todo y es todo, sin dejar nada afuera.

¿A quién debe llegar esta revelación, oh Servidor del mundo de las cosas vivientes ?
A todos los que están incluidos en la viviente y amorosa Presencia; a aquellos que aún sin saberlo mantienen esa Presencia y perdurarán eterna­mente, como perdura esa Presencia.

¿Quiénes son los que viven dentro de esa Presencia y no lo saben?
Somos yo y tú, no obstante soy yo mismo y todos aquellos con quienes entro en contacto. Son los residentes en cada forma, que quizás consideran que la forma es todo y, viviendo en tiempo y espacio, no ven la luz o la vida dentro de la forma, se ocultan detrás y dentro de los velos existentes entre los cuatro y el cinco (los cuatro reinos de la naturaleza y el reino de Dios. A.A.B.), y no ven nada más. A ellos debo revelarles la verdad.

¿Cómo desempeñarás esta tarea, la más ardua de todas, oh triunfante discípulo?
Dejando ver que yo soy la verdad; viviendo como un fragmento de esa presencia, y viendo las partes del todo. Así la revelación llega a los cuatro por el quinto.


¿QUÉ ES QUÉ, O QUIÉN ES QUIÉN?.  El que tenga ojos para ver y oidos para oir...........



1 comentario:

  1. Gran parte de la verdadera revelación, desde la época de Cristo, ha llegado al mundo por medio de la ciencia...las revelaciones básicas y funda­mentales de la ciencia son tan divinas como las de la religión, pero ambas han sido tergiversadas para satisfacer la demanda humana. Se aproxima la época en que la ciencia dirigirá todos sus esfuerzos en curar las heridas sufridas por la humanidad y en construir un mundo mejor y más feliz.

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