EL ENTRENAMIENTO DE LOS PSÍQUICOS (D.K. “El
Tibetano”)
Del libro “La Exteriorización de la
Jerarquía”
Ante todo debe tenerse presente que la
mediumnidad y el psiquismo negativo e ignorante, reducen a sus exponentes al
nivel de un autómata; es peligroso y no aconsejable, porque priva al hombre de
su libre albedrío y su positivismo, y milita en contra de su actuación como ser
humano libre e inteligente. El hombre, en estos casos, no actúa como canal de
su propia alma, es algo mejor que un animal instintivo, si literalmente no es
un cascarón vacío, el cual puede ser ocupado y utilizado por una entidad obsesora.
Al hablar así me refiero al tipo más bajo de mediumnidad animal que existe en
exceso en estos días y preocupa a las mejores mentes de los movimientos que
fomentan la mediumnidad. La mediumnidad puede ser buena y correcta cuando se
adopta una actitud enfocada, plenamente consciente, donde el médium, a
sabiendas e inteligentemente, desocupa su cuerpo para dar entrada a una entidad
de la cual es plenamente consciente y que se posesiona de él, permitiéndole
conscientemente servir a algún fin espiritual y ayudar a sus semejantes. Pero
¿cuántas veces se ve este tipo de mediumnidad? Muy pocos médium conocen la
técnica que rige la entrada y salida de una entidad animadora, ni saben cómo
llevar a cabo este trabajo, de modo de no dejar en ningún momento de ser
conscientes de lo que están haciendo y del propósito de su actividad. Con
definida intención ceden momentáneamente su cuerpo a otra alma, para que preste
servicio, conservando su propia integridad todo el tiempo. La expresión más
elevada de este tipo de actividad fue la cesión de su cuerpo por el discípulo
Jesús para ser empleado por el Cristo. En la palabra servicio está contenida
toda la historia y protección. Cuando esta verdadera mediumnidad sea mejor
comprendida, el médium entrará y saldrá de su cuerpo en plena conciencia
vigílica a través del orificio situado en la cima de la cabeza y no como sucede
ahora, en la mayoría de los casos, a través del plexo solar, sin tener
conocimiento de la transacción ni recuerdo de lo transcurrido.
Entonces entrará momentáneamente el
nuevo ocupante mediante la vibración sincronizada a través del orificio de la
cabeza y el consiguiente empleo del instrumento, facilitado para prestar algún
tipo de servicio. Pero este procedimiento nunca deberá seguirse para satisfacer
la vana curiosidad o un sufrimiento análogamente vano, basado en la soledad y
en la autoconmiseración personales. En la actualidad muchos de los médium de
tipo inferior son explotados por el público curioso o infeliz, y por esos
peculiares seres humanos cuya conciencia está centrada totalmente abajo del
diafragma y cuyo plexo solar es en realidad su cerebro (como lo es el del
animal), viéndose obligados a actuar como médium para satisfacer el amor a la
sensación o el ansia de consuelo de sus semejantes, igualmente ignorantes.
También hay médium, de orden superior,
que ofrecen sus vidas para servir a las almas avanzadas que están en el más
allá, a fin de que sus semejantes las conozcan, de allí que tanto aquí como en
el más allá, hay almas que reciben ayuda y se les da la oportunidad de oír o de
servir. Pero también se beneficiarían mediante un entrenamiento más inteligente
y una comprensión más exacta de la técnica de su trabajo y la organización de
sus cuerpos. Entonces serían mejores canales e intermediarios más seguros.
Ante todo, los psíquicos del mundo
deberán captar la necesidad de controlar y no de ser controlados; comprender
que todo lo que hacen puede ser hecho por cualquier discípulo entrenado de la
Sabiduría Eterna, si la ocasión lo exige y las circunstancias justifican tal
despliegue de fuerza. Los psíquicos son fácilmente engañados. Por ejemplo, es
evidente que existe en el plano astral una forma mental de mí mismo, vuestro
hermano Tibetano. Quienes han recibido las instrucciones mensuales del grado de
discípulos, los que han leído los libros que di al mundo con la ayuda de
A.A.B. y también aquellos que trabajan
en mi grupo personal de discípulos natural y automáticamente, han ayudado a
construir esta forma mental astral. No soy yo, ni está ligada a mí, tampoco la
empleo. Me he disociado definitivamente de la misma y no la uso como medio para
entrar en contacto con quienes enseño, porque decidí trabajar totalmente en
niveles mentales, limitando por ello, sin duda, mi campo de contactos, pero
aumentando la efectividad de mi trabajo. Esta forma mental astral es una
distorsión de mi persona y de mi trabajo, y es inútil decirlo que se parece a
un cascarón animal energetizado.
Debido a que esta forma contiene mucha
sustancia emocional y también cierta cantidad de sustancia mental, puede tener
un amplio atractivo, y su validez es análoga a la de todos los cascarones con
los que se entra en contacto, por ejemplo en las sesiones mediumnímicas, y se
presenta como si fuera yo, y cuando la intuición no está despierta la ilusión
es completa y real. Por lo tanto, los devotos pueden sintonizarse con gran
facilidad con esta forma ilusoria y ser totalmente engañados. Su vibración es
de un orden relativamente elevado. Su efecto mental es como una bella parodia
de mí mismo y sirve para poner a los devotos engañados en con-tacto con los
papiros de la luz astral, que son el reflejo de los registros akáshicos, los
cuales se trasforman en los rollos etéricos donde está inscripto el plan para nuestro
mundo y del cual, quienes enseñamos, extraemos datos y gran parte de nuestra
información. Esto lo distorsiona y aminora la luz astral. Debido a que esta
imagen es distorsionada, actúa en los tres mundos de la forma y carece de una
fuente valedera superior a la de la forma que contiene en sí las simientes de
la separatividad y del desastre. De ella emanan ciertos tipos de alabanza, las
ideas de separatividad, los pensamientos que nutren la ambición y fomentan el
amor al poder y esos gérmenes de deseo y de anhelo personal que dividen a los
grupos. Las consecuencias son muy penosas para los que han sido engañados así.
Quisiera señalar además, que la
mediumnidad de trance, tal como se la llama, debe ser inevitablemente
reemplazada por esa mediumnidad del hombre o la mujer clarividente o
clariaudiente en el plano astral y que, por lo tanto, en plena conciencia
vigílica y con el cerebro físico alerta y activo, puede ofrecerse como intermediario
entre los hombres que poseen cuerpos en el plano físico (y, por lo tanto, son
ciegos y sordos en niveles sutiles) y quienes han descargado sus cuerpos, y están
impedidos de toda comunicación física. Este tipo de psíquico puede comunicarse
con ambos grupos, y su valor y utilidad como médium está más allá de todo cálculo
cuando tiene una mente centrada o altruista, pura y dedicada al servicio. Pero
en el entrenamiento al que se sometan deberán evitar los actuales métodos
negativos y, en vez de “tratar de desarrollar la mediumnidad” en un silencio
vacuo y expectante, deben esforzarse por actuar positivamente como almas, y
permanecer consciente e inteligentemente en posesión del mecanismo inferior de
sus cuerpos; además deben saber qué centro de ese cuerpo emplean mientras
trabajan psíquicamente, y aprender a observar, como almas, el mundo de ilusión
en el cual emprenden el trabajo; desde su posición elevada y pura deben ver con
nitidez, oír con claridad e informar con exactitud, y de este modo servir a su
era y generación, haciendo del plano astral un lugar bien conocido de actividad
familiar y acostumbrando al género humano a llevar una existencia donde sus
semejantes experimenten, vivan y sigan el sendero.
No puedo explayarme sobre la técnica de
dicho entrenamiento. El tema es demasiado vasto para un breve artículo. Pero sí
digo, enfáticamente, que es necesario un entrenamiento más cuidadoso y sensato
y el empleo más inteligente del conocimiento que, si se lo busca, está.
disponible. Apelo a todos los que se interesan en desarrollar el conocimiento
psíquico a fin de estudiar, pensar, experimentar, enseñar y aprender, hasta el
momento en que el nivel de los fenómenos psíquicos haya sido elevado de su
actual posición de ignorancia especulativa y negativa a otra de firme
seguridad, de probada técnica y de expresión espiritual. Exhorto a los movimientos
tales como las Sociedades de Investigaciones Psíquicas del mundo y al vasto
movimiento espiritista, para que pongan el énfasis sobre la expresión divina y
no sobre los fenómenos; que aborden el tema desde el ángulo del servicio, y
lleven sus investigaciones al reino de la energía y cesen de brindar al público
lo que éste desea. La oportunidad que se les ofrece es grande y la necesidad de
su trabajo vital. El servicio prestado ha sido real y esencial, pero si estos
movimientos quieren aprovechar la afluencia entrante de energía espiritual,
deben trasladar su atención a la esfera de los valores verdaderos. El
entrenamiento del intelecto y la presentación al mundo de un grupo de psíquicos
inteligentes, debería ser uno de los objetivos principales, entonces el plano
astral será para ellos sólo una etapa en el camino a ese mundo donde se
encuentran todos los Guías y Maestros espirituales y desde donde todas las
almas vienen a la encarnación y vuelven del lugar de experiencia y experimento.
Quizás se pregunten qué terreno debería
abarcar este entrenamiento. Sugeriría que la enseñanza se diera sobre la
naturaleza del hombre y el propósito y los objetivos del alma; podría ofrecerse
también entrenamiento sobre la técnica de expresión, y darse además una
cuidadosa instrucción sobre el empleo de los centros del cuerpo etérico, y el
desarrollo de la capacidad para mantener incólume la actitud del observador
positivo, que es siempre el factor director controlante. Deberá hacerse un
cuidadoso análisis del tipo y del carácter del psíquico y luego aplicar métodos
diferenciados y adecuados para que pueda progresar con menor dificultad. Las
escuelas y clases de entrenamiento, que tratan de desarrollar al estudiante,
deben ser graduadas de acuerdo a la etapa de evolución y deberá evitarse el
ingreso en un grupo, con la esperanza optimista que algo sobrenatural le
suceda.
La meta para el psíquico negativo de
grado inferior debería ser el entrenamiento de la mente y el cierre del plexo
solar, hasta el momento en que pueda funcionar como verdadero mediador; si esto
involucra la cesación temporaria de sus poderes mediumnímicos (y, por lo tanto,
de su explotación comercial), entonces tanto mejor para él, considerándoselo
como alma inmortal, espiritualmente útil, que tiene también un destino
espiritual.
La instrucción dada al médium y psíquico
inteligente debe conducirlo a una plena comprensión de sí mismo y de sus
poderes; debería desarrollar esos poderes con cuidado y sin riesgo y estar bien
afianzado en la posición del factor controlante positivo. Sus poderes
clarividentes y clariaudientes deberían ser gradualmente perfeccionados,
cultivándose la correcta interpretación de lo que ve, con lo cual entra en
contacto en el plano de la ilusión, el astral.
Veremos así emerger gradualmente en el
mundo un gran grupo de psíquicos entrenados cuyos poderes son comprendidos,
actuando en el plano astral con tanta inteligencia como cuando lo hacen en el
plano físico, y preparándose para expresar los poderes psíquicos superiores
–percepción y telepatía espirituales. Estas personas constituirán oportunamente
un grupo de almas vinculadoras, mediando entre les que no pueden ver ni oír en
el plano astral, por ser prisioneros del cuerpo físico, y los que son igualmente
prisioneros del plano astral, por carecer del mecanismo físico de respuesta.
Por lo tanto, la gran necesidad no es de
que cesemos de consultar y entrenar a nuestros psíquicos y médiums, sino de que
los entrenemos correctamente y los protejamos inteligentemente, vinculando así,
por su intermedio, los dos mundos, el físico y el astral. *
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