ESCUCHAR
Más allá del ruido las palabras.
KRISHNAMURTI
El escuchar es un arte
que no se obtiene fácilmente, pero en él hay belleza y gran comprensión.
Escuchamos con distintas
intensidades de nuestro ser, pero nuestro escuchar es siempre con una idea preconcebida
o desde un punto de vista particular.
No escuchamos
simplemente; se interpone siempre la pantalla de nuestros propios pensamientos,
de nuestras conclusiones, de nuestros prejuicios.
Para escuchar tiene que
haber quietud interna, una atención relajada; hay que estar libre del esfuerzo
de adquirir.
Este estado alerta y, no
obstante, pasivo, puede escuchar lo que está más allá de la conclusión verbal.
Las palabras confunden;
son sólo medios exteriores de comunicación; pero para comunicarnos más allá del
ruido de las palabras, en el escuchar tiene que haber una pasividad alerta.
Los que aman pueden
escuchar; pero es extremadamente raro encontrar a alguien que escuche.
Casi todos vamos tras de
resultados, queremos alcanzar metas; estamos siempre venciendo y conquistando;
en consecuencia, no escuchamos.
Sólo cuando uno escucha,
oye la canción profunda de las palabras.
Escuchar sin el
pensamiento.
No sé si alguna vez ha
escuchado a un pájaro. Escuchar algo requiere que su mente esté quieta; no con
una quietud mística, sino simplemente quietud.
Yo le estoy diciendo
algo; para escucharme, usted tiene que estar quieto, no tener toda clase de
ideas zumbando en su mente.
Cuando mire una flor
mírela, no la nombre, no la clasifique, no diga que pertenece a tal especie;
cuando hace todo esto, deja de mirarla. Por eso digo que escuchar es una de las
cosas más difíciles que hay: escuchar al comunista, al socialista, al diputado,
al capitalista, a cualquiera, a su esposa, a sus hijos, a su vecino, al
conductor del autobús, al pájaro… simplemente, escuchar.
Sólo cuando escucha sin
la idea, sin el pensamiento, está usted directamente en contacto; estando en
contacto, sabrá si lo que él está diciendo es verdadero o falso; no tendrá que
discutir al respecto.
El escuchar trae consigo
libertad.
Cuando hacemos un
esfuerzo para escuchar, ¿estamos escuchando? Ese esfuerzo mismo, ¿no es una
distracción que impide el escuchar? Cuando usted escucha algo que le causa
deleite, ¿hace un esfuerzo?
No podemos percibir la
verdad, ni ver lo falso como falso, mientras nuestra mente está ocupada, de
cualquier forma que sea, con el esfuerzo, la comparación, la justificación o la
condena.
El escuchar es, en sí
mismo, una acción completa; el puro acto de escuchar trae su propia libertad.
Pero ¿estamos realmente interesados en escuchar, en transformar nuestra
confusión interna?
Si usted escuchara… en
el sentido de estar alerta a sus conflictos y contradicciones, sin forzarlos
dentro de ningún patrón particular de pensamiento, tal vez estos conflictos y
estas contradicciones podrían cesar por completo. Vea, estamos constantemente
tratando de ser esto o aquello, de lograr un estado especial, de capturar una
clase de experiencia y de evitar otra, de modo tal que la mente está siempre
ocupada con algo; jamás está quieta para escuchar el ruido de sus propias
luchas y dificultades.
Sea sencillo… y no trate
de llegar a ser alguna cosa o de capturar alguna experiencia.
Escuchar sin esfuerzo
Ahora me está usted
escuchando; no hace un esfuerzo para prestar atención, sólo está escuchando; y
si en lo que escucha hay verdad, hallará que dentro de usted ocurre un cambio
notable, un cambio no premeditado ni ansiado; tiene lugar una transformación,
una revolución completa en la que rige sólo la verdad y no las creaciones de su
mente.
Y, si me permite
sugerirlo, usted debe escuchar de esa manera todo; no sólo lo que estoy
diciendo, sino también lo que dicen otras personas, escuchar a los pájaros, el
silbato de una locomotora, el ruido del autobús que pasa. Encontrará que cuanto
más lo escucha todo, mayor es el silencio, y ese silencio no es roto entonces
por el ruido. Sólo cuando ofrece resistencia a algo, cuando coloca una barrera
entre usted mismo y aquello que no desea escuchar, sólo entonces existe una
lucha.
Escúchese a sí mismo
Usted tiene que
escucharse a sí mismo y no al que le habla.
Si escucha al que le
habla, él se vuelve su líder, su método para comprender, lo cual es un horror,
una abominación, ya que así ha establecido la jerarquía de la autoridad.
Por lo tanto, lo que
usted hace aquí es escucharse a sí mismo.
Está mirando el cuadro
que pinta el que le habla; ése es su propio cuadro, no el de él. Si eso está
bien claro, que usted se está mirando a sí mismo, entonces puede que diga:
«Bien, me veo tal como soy, y no quiero hacer nada al respecto», y ahí se
termina la cosa. Pero si dice: «Me veo tal como soy, y tiene que haber un
cambio», entonces comienza a elaborar su propia comprensión, lo cual es por
completo diferente de aplicar lo que dice el que le habla.
Si, en cambio, mientras
uno está hablando usted se escucha a sí mismo, gracias a ese escuchar hay
claridad, hay sensibilidad; ese escuchar hace que la mente se sane, se
fortalezca. Sin obedecer ni resistir, se torna despierta, intensa. Únicamente
un ser humano así puede dar origen a una nueva generación, a un mundo nuevo.
J. Krishnamurti (Espiritualidad del Amor espiritual)
No hay comentarios:
Publicar un comentario