La Cuarta Iniciación Mayor
“LA RENUNCIACIÓN y LA
CRUCIFIXIÓN”
F. Redondo
“Una iniciación es una expansión de conciencia, un medio de
abrir la mente y el corazón al reconocimiento de lo que ya existe en la
realidad. Como proceso viviente, la iniciación es experimentada por todas las
formas de vida, grandes y pequeñas, desde lo universal hasta lo particular.”
En la terminología budista se llama Arhat al que ha recibido la
cuarta iniciación, y significa el capaz, el benemérito, el venerable, el
perfecto. Los hinduistas le llaman el paramahamsa, el que está más allá del
hamsa. Los libros orientales encomian muchísimo al iniciado de la cuarta porque
conocen que se halla en altísimo nivel. En la simbología cristiana la cuarta
iniciación está representada por las angustias sufridas en el huerto de
Getsemaní, la crucifixión. La cuarta iniciación difiere de las demás en su
extraño doble aspecto de sufrimiento y victoria. La Crucifixión con todos los
sufrimientos que la precedieron sirvió para simbolizar el aspecto aflictivo,
mientras que el aspecto gozoso está representado por la Resurrección y el
triunfo sobre la muerte. En esta etapa siempre hay sufrimiento físico, astral y
mental, ludibrio de las gentes, hostilidad del mundo y aparente fracaso, pero
también hay siempre en los planos superiores, el esplendente triunfo
desconocido para el mundo exterior. La especial índole del sufrimiento que
aflige al candidato en esta cuarta iniciación elimina cuantos residuos kármicos
puedan interponerse todavía en su camino, y la paciencia y alegría con que lo
soporte contribuirán valiosamente a fortalecerle el carácter y ayudarle a
determinar su grado de utilidad en la obra que le aguarda. El antiguo proverbio
que dice “no hay corona sin cruz” puede interpretarse en el sentido de que sin
el descenso del hombre a la materia, sin atarse a ella como a una cruz, sería
imposible para él resucitar y recibir la corona de gloria.
Desde esta cuarta etapa es consciente el arhat en el plano
búdico aunque actúe en el físico, y al dejar este último durante el sueño o el
éxtasis, se transfiere su conciencia a la inefable gloria del plano nirvánico.
Entre la Tercera y Cuarta Iniciaciones, existe El Golfo del
Silencio; durante el cual el iniciado se siente sólo, suspendido en el vacío,
sin nada en la tierra en qué confiar, sin nada en el cielo a qué aclamar, y aún
con la visión de lo supremo enturbiada y apocada, según se simboliza por la
Agonía en el Huerto. Siguiendo adelante, a través de las etapas de la Pasión,
se ve a sí mismo traicionado, negado, rechazado, sostenido sobre la cruz de la
agonía para que todos los hombres se burlen de él y lo desprecien; escucha la
censura de sus enemigos: "Salvó a otros y Él mismo no pudo salvarse",
prorrumpe en aquel grito desgarrador del corazón: "Dios mío, Dios mío,
¿por qué me has abandonado?" Sé encuentra a sí mismo en aquella completa
soledad para siempre, y al perder al Dios fuera de Él, lo encuentra finalmente
dentro de sí. Entonces se cumple la
Cuarta Iniciación (la crucifixión y la resurrección del Cristo) Ya es quien ha
llegado a ser el Cristo crucificado y, por consiguiente, el auxiliador del
mundo. Para él, la soledad terminó por completo porque ha encontrado la Vida
Una y la conoce para siempre. Llegó a ser, de acuerdo con la fraseología Hindú,
el "Pararnahansa", "aquel que está más allá del Yo y Él",
donde ya no existe ni aún la distinción entre "'Yo" y "Él",
sino donde únicamente existe el "Uno"; y, de acuerdo con la
nomenclatura Budista, el "Arhat", el Venerable, el Perfecto, el
Digno, sin ninguna otra encarnación obligatoria para él. En lo sucesivo su
conciencia del plano Búdico subsiste mientras permanece aún en el cuerpo físico
y cuando abandona ese cuerpo durante el sueño o trance, pasa instantáneamente a
la inenarrable gloria del plano Nirvánico.
La Iniciación de la Crucifixión tiene un rasgo instructivo
sobresaliente, conservado para nosotros en el nombre dado frecuentemente a la
cuarta iniciación: La Gran Renunciación. Una enorme experiencia es concedida al
iniciado en este momento; comprende (porque ve y sabe) que el antakarana ha
sido exitosamente completado y que allí hay una línea directa de energía desde
la Tríada espiritual hasta su mente y cerebro, vía el antakarana. Esto pone en
el primer plano de su conciencia, el reconocimiento repentino y asombroso de
que el alma misma, el cuerpo egóico en su propio nivel, y lo que durante edades
ha sido la supuesta fuente de su existencia, su guía y mentor, ya no es
necesario; como personalidad fusionada con el alma tiene ahora relación directa
con la Mónada el Espíritu.
La evolución misma es un proceso de abandono, de renunciación.
El símbolo de todo este proceso es la Crucifixión, la Gran Renunciación. Ésta,
la cuarta iniciación, probablemente sea la más culminante de las cinco que
conducen a la Maestría. No necesariamente la más difícil, sino la más
culminante. Se dice que la más difícil es la segunda, como cual-quiera que se
acerque a ella sabrá de sobra, por tenérselas que ver con el cuerpo astral, y
con todos sus poderosos mecanismos de respuesta. Es muy difícil controlar todo
eso, y recibir, por tanto, la segunda iniciación. Pero la culminante, la que
realmente alcanza la divinidad a la que aspiramos, es la cuarta iniciación.
En la cuarta iniciación, el alma misma, el Ángel solar que ha
sido el divino intermediario entre la Mónada, y su reflejo en el plano físico, la personalidad, ya no se necesita
más, y entonces el Ángel Solar emprende el vuela al Sol, a su hogar, dejando al
hombre en perfecta comunicación con Su Verdadero Ser.
En la simbología cristiana la cuarta iniciación está representada por las angustias sufridas en el huerto de Getsemaní, la crucifixión. La cuarta iniciación difiere de las demás en su extraño doble aspecto de sufrimiento y victoria. La Crucifixión con todos los sufrimientos que la precedieron sirvió para simbolizar el aspecto aflictivo, mientras que el aspecto gozoso está representado por la Resurrección y el triunfo sobre la muerte.
ResponderEliminarLa Gran Renunciación, terrible sufrimiento, pero la liberación total.
ResponderEliminarNada nos detiene a los planos inferiores, la materialidad de todas las virtudes y los vicios era completamente anulada.Todo encarnaciones pasadas, son meras ilusiones ante la que recibe el Gran Renunciación.
Dos libertaçiones es el proceso de Sí mismo y nuestro querido Ángel Solar, que ha estado con nosotros durante eones sacrificio
Así es Álvaro, en espiritualidad todo hay que ganarlo, todo hay que trabajarlo, y así es el avance, personal e intransferible, cada cual tiene que hacerse su propio camino, pero efectivamente, la cuarta Iniciación, según se nos dice y podemos vislumbrar, debe ser de un sufrimiento tremendo, con una gran compensación, LA LIBERACIÓN.
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