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lunes, 2 de septiembre de 2013

La Cuarta Iniciación Mayor “LA RENUNCIACIÓN y LA CRUCIFIXIÓN”




La Cuarta Iniciación Mayor
“LA RENUNCIACIÓN y LA CRUCIFIXIÓN”

F. Redondo



“Una iniciación es una expansión de conciencia, un medio de abrir la mente y el corazón al reconocimiento de lo que ya existe en la realidad. Como proceso viviente, la iniciación es experimentada por todas las formas de vida, grandes y pequeñas, desde lo universal hasta lo particular.”
           
En la terminología budista se llama Arhat al que ha recibido la cuarta iniciación, y significa el capaz, el benemérito, el venerable, el perfecto. Los hinduistas le llaman el paramahamsa, el que está más allá del hamsa. Los libros orientales encomian muchísimo al iniciado de la cuarta porque conocen que se halla en altísimo nivel. En la simbología cristiana la cuarta iniciación está representada por las angustias sufridas en el huerto de Getsemaní, la crucifixión. La cuarta iniciación difiere de las demás en su extraño doble aspecto de sufrimiento y victoria. La Crucifixión con todos los sufrimientos que la precedieron sirvió para simbolizar el aspecto aflictivo, mientras que el aspecto gozoso está representado por la Resurrección y el triunfo sobre la muerte. En esta etapa siempre hay sufrimiento físico, astral y mental, ludibrio de las gentes, hostilidad del mundo y aparente fracaso, pero también hay siempre en los planos superiores, el esplendente triunfo desconocido para el mundo exterior. La especial índole del sufrimiento que aflige al candidato en esta cuarta iniciación elimina cuantos residuos kármicos puedan interponerse todavía en su camino, y la paciencia y alegría con que lo soporte contribuirán valiosamente a fortalecerle el carácter y ayudarle a determinar su grado de utilidad en la obra que le aguarda. El antiguo proverbio que dice “no hay corona sin cruz” puede interpretarse en el sentido de que sin el descenso del hombre a la materia, sin atarse a ella como a una cruz, sería imposible para él resucitar y recibir la corona de gloria.

Desde esta cuarta etapa es consciente el arhat en el plano búdico aunque actúe en el físico, y al dejar este último durante el sueño o el éxtasis, se transfiere su conciencia a la inefable gloria del plano nirvánico.

Entre la Tercera y Cuarta Iniciaciones, existe El Golfo del Silencio; durante el cual el iniciado se siente sólo, suspendido en el vacío, sin nada en la tierra en qué confiar, sin nada en el cielo a qué aclamar, y aún con la visión de lo supremo enturbiada y apocada, según se simboliza por la Agonía en el Huerto. Siguiendo adelante, a través de las etapas de la Pasión, se ve a sí mismo traicionado, negado, rechazado, sostenido sobre la cruz de la agonía para que todos los hombres se burlen de él y lo desprecien; escucha la censura de sus enemigos: "Salvó a otros y Él mismo no pudo salvarse", prorrumpe en aquel grito desgarrador del corazón: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?" Sé encuentra a sí mismo en aquella completa soledad para siempre, y al perder al Dios fuera de Él, lo encuentra finalmente dentro de sí.  Entonces se cumple la Cuarta Iniciación (la crucifixión y la resurrección del Cristo) Ya es quien ha llegado a ser el Cristo crucificado y, por consiguiente, el auxiliador del mundo. Para él, la soledad terminó por completo porque ha encontrado la Vida Una y la conoce para siempre. Llegó a ser, de acuerdo con la fraseología Hindú, el "Pararnahansa", "aquel que está más allá del Yo y Él", donde ya no existe ni aún la distinción entre "'Yo" y "Él", sino donde únicamente existe el "Uno"; y, de acuerdo con la nomenclatura Budista, el "Arhat", el Venerable, el Perfecto, el Digno, sin ninguna otra encarnación obligatoria para él. En lo sucesivo su conciencia del plano Búdico subsiste mientras permanece aún en el cuerpo físico y cuando abandona ese cuerpo durante el sueño o trance, pasa instantáneamente a la inenarrable gloria del plano Nirvánico.

La Iniciación de la Crucifixión tiene un rasgo instructivo sobresaliente, conservado para nosotros en el nombre dado frecuentemente a la cuarta iniciación: La Gran Renunciación. Una enorme experiencia es concedida al iniciado en este momento; comprende (porque ve y sabe) que el antakarana ha sido exitosamente completado y que allí hay una línea directa de energía desde la Tríada espiritual hasta su mente y cerebro, vía el antakarana. Esto pone en el primer plano de su conciencia, el reconocimiento repentino y asombroso de que el alma misma, el cuerpo egóico en su propio nivel, y lo que durante edades ha sido la supuesta fuente de su existencia, su guía y mentor, ya no es necesario; como personalidad fusionada con el alma tiene ahora relación directa con la Mónada el Espíritu.

La evolución misma es un proceso de abandono, de renunciación. El símbolo de todo este proceso es la Crucifixión, la Gran Renunciación. Ésta, la cuarta iniciación, probablemente sea la más culminante de las cinco que conducen a la Maestría. No necesariamente la más difícil, sino la más culminante. Se dice que la más difícil es la segunda, como cual-quiera que se acerque a ella sabrá de sobra, por tenérselas que ver con el cuerpo astral, y con todos sus poderosos mecanismos de respuesta. Es muy difícil controlar todo eso, y recibir, por tanto, la segunda iniciación. Pero la culminante, la que realmente alcanza la divinidad a la que aspiramos, es la cuarta iniciación.

En la cuarta iniciación, el alma misma, el Ángel solar que ha sido el divino intermediario entre la Mónada, y su reflejo en el plano  físico, la personalidad, ya no se necesita más, y entonces el Ángel Solar emprende el vuela al Sol, a su hogar, dejando al hombre en perfecta comunicación con Su Verdadero Ser.

3 comentarios:

  1. En la simbología cristiana la cuarta iniciación está representada por las angustias sufridas en el huerto de Getsemaní, la crucifixión. La cuarta iniciación difiere de las demás en su extraño doble aspecto de sufrimiento y victoria. La Crucifixión con todos los sufrimientos que la precedieron sirvió para simbolizar el aspecto aflictivo, mientras que el aspecto gozoso está representado por la Resurrección y el triunfo sobre la muerte.

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  2. Álvaro Rodrigues Dias2 de septiembre de 2013, 12:51

    La Gran Renunciación, terrible sufrimiento, pero la liberación total.
    Nada nos detiene a los planos inferiores, la materialidad de todas las virtudes y los vicios era completamente anulada.Todo encarnaciones pasadas, son meras ilusiones ante la que recibe el Gran Renunciación.
    Dos libertaçiones es el proceso de Sí mismo y nuestro querido Ángel Solar, que ha estado con nosotros durante eones sacrificio

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  3. Así es Álvaro, en espiritualidad todo hay que ganarlo, todo hay que trabajarlo, y así es el avance, personal e intransferible, cada cual tiene que hacerse su propio camino, pero efectivamente, la cuarta Iniciación, según se nos dice y podemos vislumbrar, debe ser de un sufrimiento tremendo, con una gran compensación, LA LIBERACIÓN.

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