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jueves, 30 de mayo de 2019

EVOLUCIÓN Y PROCESO: 5. “LEY DE LA REENCARNACIÓN”


EVOLUCIÓN Y PROCESO: 5.  “LEY DE LA REENCARNACIÓN”



¿Sería posible para los seres humanos cumplir su  misión en la tierra con una sola vida? ¿Cuál es esta misión, nos lo hemos preguntado?  Deberíamos saberlo.


REENCARNACIÓN: “NACER, MORIR, RENACER DE NUEVO Y PROGRESAR SIN FIN, TAL ES LA LEY”

Recopilación y reflexiones sobre la Reencarnación



La reencarnación es el regreso del alma o “Ego” a la vida corporal, pero en otro cuerpo formado para él y que puede o no, tener algo en común, en apariencia, con sus cuerpos anteriores. Es una Ley que confirma que la muerte no existe, sino que es el proceso por el cual se abandona una existencia para pasar a otra, después de un periodo más o menos largo de tiempo.

Por medio de la reencarnación se explica de manera natural y concluyente el destino de los seres (hoy de los hombres que formamos la humanidad y que antes pasamos por los demás Reinos; más adelante de los seres subhumanos cuando se humanicen o alcancen  la individualización). Su objetivo es la oportunidad dada a todos los seres creados, para que, tomando cuerpos materiales, puedan experimentar y   evolucionar en planos densos, paso a paso, en la escala del progreso.

El Ego o Alma es el verdadero individuo durante toda la evolución, en todas las vidas. No le afectan los nacimientos ni las muertes y cada vida es como un día de su verdadera vida. El cuerpo es una vestidura que asume. Pero no solo se reviste de cuerpo físico, se reviste también de cuerpo mental para expresar sus pensamientos concretos (los abstractos son del mundo mental superior), y de un velo de materia astral (el cuerpo astral) instrumento de sus pasiones y emociones.

Después de haberse revestido de los dos cuerpos astral y mental, está en disposición de asumir un infantil cuerpo humano y nacer. Cuando el cuerpo humano está gastado se invierte el procedimiento: al morir se despoja primero del cuerpo físico, después del astral (dependiendo su permanencia en el mundo astral de las pasiones y emociones que alimentó), y finalmente del mental. La permanencia en el mundo mental (devachán) suele ser larga; dura hasta que tras un periodo de descanso y bienestar, experimenta el deseo de volver a descender y de reconocerse plenamente vivo, por lo que vuelve a tomar cuerpo mental, astral y físico.

Los cuerpos que ahora asume son distintos, por lo que no recuerda las otras vidas; el cerebro de esa nueva personalidad  es como un disco virgen.

El Ego (alma) solo recuerda las vidas pasadas cuando está en su propio mundo, el espiritual, pero las olvida al nacer; a veces se filtran reminiscencias; pero aunque no recuerde, sí manifiesta las cualidades que vigorizó en experiencias anteriores. Cada cual es lo que él mismo se hizo en las vidas pasadas.

Todo el proceso de materializaciones tiene por finalidad el adelanto del Ego o Alma, el cual, al revestirse de materia es capaz de recibir vibraciones que le hacen evolucionar. La proporción del tiempo que el Ego pasa en las etapas física, astral y mental, dependen del grado de adelantamiento y de lo que sea necesario para ello. El tiempo que pasa en el astral después de desencarnar, es lo que los cristianos llaman purgatorio, porque es un lugar de purificación. El infierno como lugar eterno no existe ¿Qué padre castiga a un hijo eternamente?

Tanto el tiempo de purificación como el de descanso en el Devachán (Paraíso), no son lugares, sino estados de conciencia.

La creencia en la Reencarnación o pluralidad de existencias es conocida y sostenida desde la Prehistoria, al menos desde diez mil años antes de Cristo en la antigua civilización India y contemplada en los antiguos Vedas. Antes de la escritura, cuando las creencias se transmitían oralmente, ya se afirmaba la inmortalidad del alma y la vuelta de ésta de nuevo al mundo corporal. Esta creencia fue después reflejada en la escritura. En todos los libros sagrados de la India encontramos que la creencia en la Reencarnación está fuertemente arraigada y forma un pilar fundamental de la religión. Así se refleja en los Vedas, el Bhagavad Gita, etc.

Krisna, hacia el año tres mil antes de nuestra Era, dijo: “Yo y vosotros hemos tenido muchos nacimientos. Los míos no son conocidos sino por mí, pero vosotros no conocéis siquiera los vuestros”.

Para los Budistas la Ley de la Reencarnación es uno de sus dos ejes supremos, junto con la Ley del Karma  o Ley de Causa y Efecto, con las cuales se explica la igualdad de oportunidades para todos.

También los egipcios creían que la muerte era un cambio en su estado presente y el tránsito hacia otra vida mayor en otro cuerpo material. Hace tres mil años antes de Cristo, los egipcios enseñaban la doctrina de la reencarnación. “El Libro de los muertos”, su texto sagrado más importante, describe el viaje que hace el alma inmortal a través de los diversos estados que suceden a la muerte, hasta tomar un cuerpo físico de nuevo.

Grecia fue una civilización convencida de que hay una vida individual después de la muerte y de la existencia del principio espiritual, preexistente al nacimiento y sobreviviente a la muerte, que renace en vidas sucesivas. La doctrina de las vidas sucesivas la encontramos en Pitágoras, Sócrates, Platón, Apolonio, Empédocles y otros muchos.

Pitágoras enseñaba que “Una vida en la carne solo es un eslabón en la larga cadena de la evolución del alma”. Sócrates y Platón decían que “Las almas toman nuevos cuerpos para repetir una y otra vez sus existencias físicas, con el fin de progresar y adquirir sabiduría”. En el siglo III de nuestra Era, los filósofos neoplatónicos como Porfirio, Orígenes, Plotino y otros, en diferentes templos neoplatónicos enseñaban la misma doctrina.

En el Corán, el libro sagrado por excelencia de los árabes, leemos: “Alá nos hace regresar muchas veces hasta que volvamos a El”.

El judaísmo, la religión basada en las enseñanzas de Moisés, también creía en la reencarnación. Los hebreos mantenían esta creencia, porque les fue predicada por los profetas en diversas enseñanzas, hoy poco conocidas por su nula divulgación. La Cábala  judía viene a representar el conocimiento oculto del Antiguo Testamento. Parece provenir de rabinos de la Edad Media y en ella aparece la creencia de vidas sucesivas. El Zohar (Biblia de los cabalistas) presenta la reencarnación como un largo viaje purificador. El Zohar dice: “El Espíritu de origen divino, puede reunirse así a la perfección de la divinidad;  son numerosas las peregrinaciones, puesto que todas las almas pasan por vicisitudes múltiples.... ¡Cuán variadas y misteriosas son las leyes de la transmigración que se ejercen sobre las almas!”. La enseñanza de la Cábala ha tenido siempre un carácter esotérico (la ciencia que estudia la raíz más profunda de todas las cosas). Tal vez sea por eso que la pluralidad de vidas sucesivas no haya alcanzado entre los hebreos una expansión popular, quedando restringida a grupos de iniciados.

En los celtas vemos reflejada la idea de las vidas sucesivas cuando en el combate contra los romanos, los druidas permanecían inmóviles como estatuas recibiendo las heridas sin huir ni defenderse porque esperaban encontrar en otra parte del mundo un cuerpo nuevo y joven.

La mayoría de los sabios, eruditos y gente de cultura de la antigua Roma, daban por hecho la reencarnación, viéndola como la manera más lógica de explicar la muerte física. Grandes personajes como Jámbico, Cicerón, Virgilio y Porfirio, por poner solo algunos ejemplos, creían en ella.

También creían en ella los primeros cristianos, hasta el año 553 de nuestra Era, en que fue anatematizada por el Catolicismo en el Segundo Concilio de Constantinopla.

Y ya metidos en el Nuevo Testamento, es el propio Cristo quien nos enseña la Ley cósmica de las existencias sucesivas, cuando al preguntarle sus discípulos por la venida de Elías, El les contesta: “Elías ha venido ya y no lo han reconocido, sino que han hecho con él cuanto han querido”. Entonces entendieron los discípulos que les había hablado de Juan el Bautista. Aquí el Mesías afirma que Juan es el Elías que había de venir, o sea el alma del profeta Elías reencarnado en Juan Bautista.

El Evangelio de San Marcos aún lo aclara más, pues dice:....  “Os digo que ELIAS HA VENIDO YA  EN LA PERSONA DEL BAUTISTA”.

También en el Evangelio del ciego de nacimiento, cuando le preguntan “¿quién pecó él o sus padres?” los discípulos están aludiendo a la Ley del Karma por la cual se compensan delitos de vidas anteriores.

Extraña e indigna que esta verdad siga siendo tergiversada por los grandes jerarcas de iglesias institucionalizadas, pero el admitir la doctrina reencarnacionista supondría la caída de los viejos dogmas.

El principio de la reencarnación es una consecuencia de la Ley de Evolución por la que van pasando los espíritus (Mónadas) para llegar a la perfección. Todos deben pasar por el proceso de numerosas encarnaciones, con el objetivo de conseguir su progreso mediante luchas y tribulaciones en los mundos materiales.

La Reencarnación está fundada en la Ley de Causa y Efecto o Ley de Causalidad, la cual expresa que toda acción crea una causa que producirá un efecto de la misma naturaleza. De esta manera el espíritu sencillo e ignorante en los planos inferiores, aunque omnisciente en el suyo, tiene la oportunidad de desarrollar conocimientos y poderes en los planos más densos y, al recibir y desarrollar la mente, adquiere con ella la libertad para obrar, forjando según sus obras, su felicidad futura.

Los continuos renacimientos le dan una explicación razonable a tantas desigualdades sociales, tan difíciles para algunos, mientras que otros viven situaciones fáciles y regaladas. ¿Por qué hay tantos seres deformes, enfermos, discapacitados, al mismo tiempo que otros se hallan llenos de belleza y salud? ¿Cómo comprender que existen ricos y pobres, fuertes y débiles; que algunos mueran a temprana edad y otros vivan muchos años?. La causa es que la Ley de Causa y Efecto nos devuelve el bien y el mal que hemos hecho durante nuestras encarnaciones anteriores. No es un castigo, sino las consecuencias, la reacción justa de las leyes violadas, y una lección que vamos aprendiendo como almas en la escuela de la vida que es para ella cada reencarnación.

La reencarnación nos explica el por qué de nuestra situación presente, de nuestros sufrimientos y alegrías, y nos ofrece un sentimiento de esperanza en el porvenir, al brindarnos los medios de enmendar nuestras faltas a través de las pruebas y de las circunstancias que se presentan durante la encarnación.

Tan solo la pluralidad de existencias puede explicar las grandes desigualdades entre las almas.

La vida del espíritu es una sola e inmortal, las vidas físicas son numerosas y se repiten hasta alcanzar la perfección.

La evolución se desarrolla a través de ciclos que ha de realizar el ser espiritual, en los mundos que por evolución le correspondan. En cada ciclo vivirá el alma unas circunstancias con las que aprenderá aquello a lo que se ha comprometido antes de nacer. Muchas veces nos vemos obligados a repetir (como los malos estudiantes) en encarnaciones sucesivas la misma lección, pues volvemos a enfrentarnos con las pruebas que no supimos superar en la encarnación anterior, en cuyo caso volvemos a vivir circunstancias similares.

El tiempo que media entre una encarnación y otra no está fijado cronológicamente, aunque hay libros que indican que el tiempo será igual a veinte veces el tiempo de vida, pero son varios y muy variados los factores que influyen en ello.

Al disponer de libre albedrío, unas almas, generalmente las menos evolucionadas, encarnan más frecuentemente por deseo de vivir. Otros se demoran más en el mundo espiritual, pues cuando el alma más se purifica y su inteligencia se desarrolla, los intervalos entre una existencia y otra son mayores, salvo cuando vienen de modo voluntario a ayudar al desarrollo del Plan espiritual.

Las primeras fases de la vida humana, cuando el alma ha superado los Reinos inferiores de evolución, las pasa en las bestialidades de los reinos primitivos. En el estado salvaje raras veces infringe las leyes de la vida, pues se mueve por el instinto, pero cuando entra en estados más evolucionados, comienza a ser más consciente de sus actos, se acentúa su egoísmo y se vuelve más responsable de los actos cometidos, endureciendo su alma con todo tipo de pasiones materiales y groseras: envidia, ambición, deseos de poder, etc.  Pero es en estas etapas en las que toma consciencia del bien y del mal, a través del dolor y de toda clase de sufrimientos que tendrá que pasar  cada vez que haga un acto que vaya contra la Ley del Amor.

Poco a poco el alma irá aprendiendo y ascendiendo vida a vida el largo camino que le separa de la verdadera felicidad, hasta que a través del DESAPEGO, se vaya liberando de las trabas materiales que lo esclavizan y lo atan al mundo irreal de maya (deseos), de los espejismos y de las falsas ilusiones.


LA MEMORIA EXTRACEREBRAL

Una pregunta lógica, escuchada frecuentemente ante las primeras nociones de este tema es: “Si ya hemos vivido antes, en otros cuerpos y épocas diferentes, ¿por qué no guardamos recuerdos?”.

1º.-  Por misericordia divina. Con toda seguridad en épocas remotas, todos hemos cometido tropelías, estando nuestra historia pasada llena de odios, venganzas, crímenes, injusticias y bestialidad.

Tener conciencia de todo ello solo nos acarrearía graves desequilibrios psíquicos que en nada nos beneficiarían en nuestra vida actual. De esta forma, renaciendo en un ambiente diferente, con una nueva vida por realizar y olvidados de nuestro pasado, la perspectiva cambia completamente. Quizás las personas con las que convivimos como amigos o familiares, han podido ser en vidas anteriores nuestros enemigos; acordándonos sería imposible nuestra convivencia y no podríamos resolver con ellos posibles deudas kármicas.

2º.-  Desde un punto de vista material y físico, cuando un alma vuelve a encarnar, el cerebro del cuerpo nuevo está virgen al nacer de pensamientos o memorias. La memoria que poseemos de las demás vidas está en el subconsciente.

Al tomar el alma contacto con la materia, en la persona que va a ser su madre, tiene lugar una especie de turbación que hace que el alma se desconecte de las vibraciones y sensaciones que le atan al pasado, ya que su capacidad vibratoria queda progresivamente reducida. De ahora en adelante usará un nuevo cerebro físico, quedando aislado el subconsciente donde permanecen grabados y archivados todos sus recuerdos de vidas pasadas.


A veces puede ocurrir que afloren ideas y capacidades o conocimientos que el alma ha asimilado en otras vidas (recordemos el caso de Mozart, dando un concierto a los siete años). A esto se le suele llamar reminiscencias y tenemos pruebas de ellas en esas personas que poseen unas capacidades intelectivas, sensibles para apreciar las bellezas del arte, naturaleza, etc. Todo ello es consecuencia del grado de evolución el espíritu que las anima, que trae a su existencia actual conocimientos adquiridos en vidas pasadas. La sensibilidad ante una puesta de sol, un amanecer, ese sentimiento que demostramos de amor y admiración hacia la naturaleza, esa vivencia que nos hace ser uno con lo que nos rodea, es una manifestación de cierto grado de evolución. Cuanto más evolucionamos más respeto y amor manifestamos por todo cuanto nos rodea, pues somos más conscientes del valor que tienen   todas las cosas creadas que hacen nuestra andadura por la rueda de vidas más llevadera.


El diccionario Rosacruz define así la Reencarnación:


“La Ley de Reencarnación o Renacimiento enseña que cada alma es una parte integrante de Dios, y que está desarrollando todas las posibilidades divinas, así como la semilla desarrolla una planta, que por medio de existencias repetidas en un cuerpo terrestre, que va mejorando de calidad gradualmente, esas posibilidades latentes se van desarrollando en poderes dinámicos, que nadie se pierde por este proceso pues toda la humanidad alcanzará la meta de la perfección y reunión con Dios. La Ley de Renacimiento que afirma la encarnación repetida en vehículos de creciente perfección, está en perfecto acuerdo con la evolución y los fenómenos de la naturaleza. Mirando la vida desde el punto de vista ético, encontramos que la Ley de Renacimiento, junto con la de Causa y Efecto, su compañera es la única teoría que satisface la justicia y está en armonía con los hechos de la vida  que vemos en torno nuestro. Si la Ley de Causa y Efecto es verdadera, entonces el renacimiento periódico es una consecuencia lógica de absoluta necesidad. Así pues, si lo comprendemos o no, tanto si nos agrada como si nos desagrada, estamos encerrados dentro de un círculo y debido a nuestras acciones del pasado, constreñidos a que éstas accionen y reaccionen sobre nosotros hasta que desarrollemos una fuerza superior a la que ahora nos está sojuzgando.

Nosotros pues, no estamos aquí por el capricho de Dios. EL NO NOS HA COLOCADO A UNOS EN UN JARDÍN Y A OTROS EN UN DESIERTO, ni tampoco ha dado a unos un cuerpo saludable de modo que puedan vivir libres de dolores y enfermedades, mientras que a otros los ha colocado en tan mísero estado que  nunca se ven libres del dolor; sino que lo que somos, lo somos debido a nuestra negligencia o diligencia (y hay que tener humildad para reconocerlo), y lo que seamos en el futuro depende de lo que nosotros queramos ser y no del capricho de Dios o de un destino inexorable. La enseñanza Rosacruz dice que nacemos en el lugar más apropiado, de acuerdo con las experiencias obtenidas en vidas anteriores, y que en todos los casos sin excepción, obtenemos justamente lo que hemos merecido; y que todas las experiencias que se ponen ante nosotros, son precisamente las que necesitamos y las que nos dan el ímpetu   adecuado para el próximo paso de desenvolvimiento. Para obtener desarrollo, es necesario para el Ego o Alma, renacer en un cuerpo físico muchas veces. Cuando toda la experiencia de cualquier vida ha sido asimilada espiritualmente en los mundos superiores, el espíritu siente el impulso de alcanzar nuevas experiencias, y este deseo le empuja irresistiblemente a la reencarnación.

En una sola vida el hombre no podría alcanzar la perfección.

Reencarnación y Karma en las Sagradas Escrituras


Hasta el siglo cuarto los cristianos creían en la reencarnación, al igual que los judíos, los egipcios, los hindúes, los tibetanos, etc. Pero los Padres de la Iglesia decidieron que esta creencia no haría más que retrasar y alargar las cosas, que los hombres no tendrían prisa en mejorarse, y entonces creyeron que suprimiendo la reencarnación empujarían a la gente a perfeccionarse en una sola vida. Obviamente se equivocaron y con su eliminación de la creencia a la reencarnación ahogaron más al hombre en su ignorancia. Vamos a mostrar una serie de versículos que demuestran definitivamente la EXISTENCIA Real y profunda, que sobre el Karma y la Reencarnación forman parte intrínseca de las Sagradas Escrituras. Un verdadero estudio sobre la Biblia nos muestra un sin fin de ellas.


Veamos pues algunos ejemplos:


En el Antiguo Testamento en un versículo de Jeremías (I, 4 y 5,) dice: “Vino, pues, palabra de Jehová a mí, diciendo: «Antes que te formara en el vientre, te conocí, y antes que nacieras, te santifiqué, te di por profeta a las naciones»”. Es sólo un ejemplo al que aluden varios Padres de la Iglesia como relacionado con la PREEXISTENCIA del Alma antes del nacimiento. Tanto Orígenes como Jerónimo claramente se refieren a la afirmación de que antes de que Jeremías naciera fue santificado como Profeta. Orígenes señala especialmente la circunstancia de que la Justicia Divina no podría serlo a menos que un hombre, santificado como profeta, o nacido para hacer un gran servicio al mundo, hubiera merecido aquella preeminencia por una anterior vida de rectitud, o hubiera escalado esa bendita elevación como resultado de meritorias acciones de su pasado. Luego tenemos la bien definida afirmación en Malaquías, (IV, 5) de que "Elías regresaría". Hay otro interesante pasaje en el Libro de la "Sabiduría de Salomón" en el cual dice éste: Yo fui un niño de aguda viveza y tuve un Espíritu bueno. En verdad, por ser bueno, vine a un cuerpo inmaculado...” (IX, 5). He aquí la  afirmación explícita de que, puesto que Salomón ya era un espíritu bueno, vino a un cuerpo sin lacras.


Cristo dijo: “Sed perfectos como vuestro Padre Celestial es perfecto”. ¿Qué podemos pensar de esta frase?, o Cristo habla sin pensar al pedir a hombres tan imperfectos que se eleven en algunos años hasta la perfección del padre celestial, o en realidad esta frase también sobreentiende la reencarnación. Jesús no pensaba que el hombre fuese capaz de ser prefecto en una sola existencia, sino que sabía que a medida que anhelase esta perfección y trabajase para obtenerla, después de muchas encarnaciones, terminaría consiguiendo su objeto. Dice también el Cristo: “No es superior el discípulo a su maestro, pero cada uno, cuando llegue a la perfección, será como un Maestro” (Lucas VI, 40).


Sin lugar a dudas encontramos numerosos testimonios en los EVANGELIOS que nos muestran con toda seguridad la afirmación de esta Ley. Uno de esos ejemplos más notables lo tenemos en la historia de Juan Bautista, que como dijimos anteriormente era una reencarnación del Profeta Elías. He aquí el argumento: “Un día Jesús supo que Juan Bautista había sido encarcelado; y el texto dice simplemente: “Jesús al saber que Juan fue entregado, se retiró a Galilea”. Algún tiempo después Juan Bautista fue decapitado por orden de Herodes. Después de la TRANSFIGURACIÓN, en el Evangelio de San Mateo agrega: “(Mateo 17) 10Entonces sus discípulos le preguntaron, diciendo: —¿Por qué, pues, dicen los escribas que es necesario que Elías venga primero? 11Respondiendo Jesús, les dijo: —A la verdad, Elías viene primero y restaurará todas las cosas. 12Pero os digo que Elías ya vino, y no lo conocieron, sino que hicieron con él todo lo que quisieron; así también el Hijo del hombre padecerá a manos de ellos. 13Entonces los discípulos comprendieron que les había hablado de Juan el Bautista”. Entonces ahí está, Cristo lo dijo claro, Juan Bautista fue sin dudas la reencarnación de Elías. Pero además, ampliando el argumento, nuestra pregunta es, ¿por qué Juan Bautista tuvo la desgracia de ser decapitado? ¿Por qué Jesús no intervino de ninguna manera ante tan trágico suceso? Para responder a estas preguntas hay que conocer cuales fueron las verdaderas CAUSAS que originaron tal suceso, y para conocerlas debemos investigar la vida pasada de Juan Bautista, cuando era el profeta Elías, el cual aunque tremendamente espiritual tuvo sus momentos de ira, y en uno de esos arrebatos violentos  mando decapitar a muchos profetas del Dios Baal, luego incluso para él, la Ley del Karma puso a cada cual en su sitio merecido, aunque en este caso la Ley espero a la siguiente encarnación como Elías.


Sin embargo cuando Elías reencarno como Juan Bautista, él tampoco era consciente de ello, por tal razón en el evangelio de San Juan él niega que fuera Elías, incluso niega que fuera un profeta, pero eso no es de extrañar, ya que por lo general uno no suele recordar sus vidas pasadas, pero el Cristo sí que conocía el hecho y así lo testimonio.


También Cristo enunció, en el huerto de Getsemaní esta Ley capital cuando Pedro, precipitándose sobre el siervo de Caifás, le corto la oreja, Jesús le dijo: “Pedro; devuelve tu espada a su vaina, porque aquellos que tomen la espada, perecerán por ella“. El que a espada mata a hierro muere. Pero esto no siempre sucede en una misma existencia, sin embargo, la veracidad con que Jesús enunció esta Ley es demostrada con el tiempo. Esta Gran Ley universal también fue muy bien descrita en las palabras de Jesús cuando dijo: “El que siembra rayos cosechara tempestades”…



LA REENCARNACION Y EL DOMINIO DE LA IGLESIA CATÓLICA EN LA HISTORIA (Por José Mejía R.)


La reencarnación se convirtió en anatema para el cristianismo a partir del siglo II de nuestra era y la génesis de la eliminación de esta doctrina provino de Flavio Valerio Constantino, sanguinario y despótico emperador romano que intentó unificar al cristianismo para su propio provecho en el Concilio de Nicea y luego de su sucesor Justiniano 1 y de su esposa, la ignorante Teodora. Como justificación de estos acontecimientos se aducen razones de carácter socio-político-religioso y de dominación ejercida por estos emperadores y la avidez suya de imponer el absolutismo hegemónico de Roma, por lo que bizantino decidió "acabar con todas las sectas"o iglesias no romanas instauradas por el mismo Pablo, las que se generaron a partir de la revolución religiosa cristiana. Las facciones religiosas derivadas principalmente de la controversia arriana, es decir, el debate sobre la naturaleza divina de Jesús y la negación a aceptar la soberanía absoluta del emperador romano, pretextando razones de terminar con el cisma cristiano se negaban a anexarse la naciente y pujante religión católica romana; entonces se persiguieron y exterminaron a muchas de ellas y se apostataron grandes verdades y postulados místicos emanados de la filosofía profunda tales como la reencarnación, muchas de las que en sus escritos estructuraría dos siglos atrás el sabio teólogo, padre de la iglesia primitiva y príncipe de la erudición cristiana, Orígenes de Alejandría, el cual gozaba de gran autoridad póstuma, entre ellos la creencia y afirmación de la reencarnación. Toda esta conspiración fue sentenciada y elevada a catequesis y dogma de la religión católica romana en el Concilio de Bizancio en el año 543 D.C y perfeccionada, diez años después en el posterior, nefasto y manipulado Concilio de Constantinopla mientras regentaba el Papa Vigilio, entusiasta seguidor y estudioso de Orígenes y del menos conocido pero prolífico escritor teólogo Tertuliano. Estos acontecimientos dieron paso al dominio absoluto de la Iglesia Católica Romana y al sojuzgamiento de los pueblos mediante el concurso de dogmas que nacieron de cálculos políticos y de poder e instaura instauraron fementidas creencias que hasta ahora persisten en gran parte de la humanidad. 

No obstante, consideramos que esta no fue la única causa para que se hayan vedado las creencias de los cristianos acerca de la Ley del Renacimiento y de su adlátere la Ley de la Consecuencia o Compensación, pues, desde una visión más universal, es un hecho que todo acontecimiento que se produce en la Tierra, ya fue antes establecido en los Cielos. Investigaciones en los planos invisibles de iniciados occidentales indican que los sublimes Ángeles del Destino, que están a cargo de la evolución de los pueblos y de sus habitantes, indujeron en estos influyentes seres y en otras instancias históricas para que de cierta manera ocurran estos hechos, porque en esos momentos era necesario para los destinos de la humanidad ocultar estas realidades al los pueblos occidentales -que luego serían los herederos del cristianismo-, para que concentrasen sus energías y esfuerzos en el adelantamiento material y dominio de la naturaleza visible y solo se orientasen en la consideración de la realidad de una sola corta vida, tal como equivocadamente creen hasta ahora los actuales cristianos: la dualidad cielo-infierno como premio y castigo por siempre para un espíritu nuevo que por primera vez llega a la existencia material, sufriente o gozoso eternamente en base a lo que su cuerpo hizo en ese corto periodo de tiempo (lo que se ocasiona de la expiación o resolución de los errores, fallas y defectos humanos de esa sola existencia), fueron el burdo resultados de la ley de la Consecuencia mal interpretada y se establecieron como artículos de fe en el credo cristiano, con lo cual, aunque en un principio la Iglesia utilizó estos dogmas para, mediante el temor, sojuzgar a las masas ignorantes, el progreso material se aceleró en un comienzo de forma lenta pero sostenida y luego con el paso de los siglos enormemente, en virtud del concurso de la ciencia y la revolución industrial y tecnológica en siglos venideros en esta parte del planeta, en contraposición a los pueblos orientales que vivían y evolucionaban más por medio del sojuzgamiento a las leyes eternas que comentamos y que, por un entendimiento igualmente intransigente, ocasionó una especie de lasitud vital, manteniéndose por ende durante un largo periodo a esa parte de la raza humanan en la más tórrida pobreza y retraso material.

En los últimos sesenta años se han incorporado finalmente como un segmento dinámico y de creciente influencia en el escenario global contemporáneo y se han constituido en motor poderoso y activo en la civilización del mundo actual. Otra vez el denominado mal actuando como un bien en formación.

Por otro lado, creo que ya ha llegado el momento de que en una época como la actual en la que el hombre está inmerso en el nadir de la materia y que ha alcanzado la cúspide del materialismo, se sepulten las creencias erróneas y se reunifique la verdad y gracias a esto el individuo comience a vislumbrar con claridad y alegría su futuro estelar y las infinitas posibilidades como ser humano, para que de esta manera regrese su mirada hacia la espiritualidad y prosiga su evolución en forma más ética y altruista. Las enseñanzas de las escuelas de misterios nos dicen, como contraparte a los enunciados dogmáticos de la Iglesia que cada alma es una parte integral de Dios, la que trata de obtener experiencia mediante repetidas experiencias en cuerpos de creciente perfección y que, por consiguiente, muere y nace muchas veces.

En cada vida obtiene un poco más de sabiduría a través de la experiencia, y así va progresando de la nesciencia a la omnisciencia, de la impotencia a la omnipotencia” en una tarea que le llevará de la imperfección a la perfección, cuando el renacimiento deje de ser necesario y cada individuo se convierta en un adalid de las verdades e ideales espirituales, mediante el conocimiento que el camino de la reencarnación expresa poéticamente en la biblia cristiana: ”El espíritu tira hacia el mediodía… rodea el norte, va girando de continuo y a sus ciclos torna el espíritu de nuevo” ...”los rios todos van a la mar y la mar no se hincha.. al lugar de donde los ríos vinieron, allí tornan para correr de nuevo” Eclesiastés 1:6 y 1: 7.

Quien quiera revisar más sobre estos temas en forma audiovisual, sugiero que vea unos cortos vídeos en el orden que se lista aquí:
En Mateo 10:26,6, el Cristo nos dice: “nada hay encubierto que no haya de ser manifestado; ni oculto que no haya de saberse”. Y su veredicto tiene razón, inclusive desde el punto de vista científico, aunque muchos se muestren escépticos, ya que todo acto, todo pensamiento, el más mínimo movimiento, quedan registrados en la Memoria de la Naturaleza o lo que se llama en oriente el Archivo Akásico. La ciencia actual está corroborando que existe esta ultra dimensión y en la Teoría del Todo (TOE por sus siglas en inglés) se intenta recabar estas realidades y muchas mentes lúcidas van entendiendo y aceptando lo que esta teoría del campo unificado y el enunciado de La Place en que se fundamenta proponen, lo que el confundido y veleidoso Stephen Hawkins, basado en el no muy convincente Teorema de la Incompletitud de Gödel, declara que no es posible. Laplace dice que: 

“Se podría concebir un intelecto que en cualquier momento dado conociera todas las fuerzas que animan la naturaleza y las posiciones de los seres que la componen; si este intelecto fuera lo suficientemente vasto como para someter los datos a análisis, podría condensar en una simple fórmula el movimiento de los grandes cuerpos del universo y del átomo más ligero; para tal intelecto nada podría ser incierto y el futuro así como el pasado estarían frente sus ojos.” 

Laplace : Essai philosophique sur les probabilités, introducción. 1814. 
Léase también al filósofo científico húngaro Ervin Laszlo en su libro de fácil y fascinante lectura: ”La ciencia y el campo Akásico” (Una teoría integral del Todo) disponible gratuitamente en Internet. 

Finalmente y por otro lado, el hecho que algunas personas no crean que existan leyes supra morales, no les exime de enterarse de ellas y ser objeto de sometimiento a sus consecuencias. Las leyes o principios espirituales que aquí se esbozan no tienen -al igual que las otras de carácter irrefutable-ningún origen humano ni son privativas de ninguna filosofía, credo o religión y son tan universales como todo principio y ley científica, tal como la ley de la gravitación universal, las leyes de los gases, de la termodinámica, las leyes de Coulomb o Faraday, por ejemplo, y su existencia es independiente de las apetencias o veleidades de los hombres. Nosotros, lo que hacemos es acatarlas o no y someternos a sus efectos, según nuestro proceder. 

Nuestro deber es estar por encima de ellas, en el sentido de que cumpliéndolas siempre, seguramente prescindiremos de las mismas si las hemos incorporado permanentemente, por así decirlo, en nuestra consciencia y modo de vida. Pongo un ejemplo: existe el mandamiento de no robar. Si he sido un ladrón en el pasado y decido por voluntad propia y porque considero justo y bueno para mí y para los demás no hurtar jamás y nunca más lo hago, estoy por sobre la ley que generó el mandamiento y ya no la necesito, pues he incorporado ese mandato moral en mi ser y por tanto me he convertido en ley en mí mismo. El simpar germano, filósofo a tiempo completo, Emmanuel Kant dilucida lo mismo en el enunciado de su imperativo categórico y muy ampliamente en sus voluminosos escritos lo que sucintamente acabo de expresar. El mayor objetivo de la reencarnación es precisamente el de que el espíritu regrese a la perfección, pero con cualidades anímicas potencializadas gracias a las experiencias, luz y sabiduría que obtiene y acumula en cada vida, lo que, de paso, elimina la creencia, esa sí absurda por imposible, de la metempsicosis o transmigración de las almas a organismos inferiores.
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H.P. Blavatsky dice (entre otras cosas) en su Glosario Teosófico, sobre este tema: La reencarnación enseña que el Alma, el principio viviente o parte inmortal del hombre, después de la muerte del cuerpo en el que residía, pasa sucesivamente a otros cuerpos, de suerte que para un mismo individuo hay una pluralidad de existencias, o mejor dicho, una existencia única de duración ilimitada, con periodos alternativos de vida objetiva y subjetiva, de actividad y reposo, comúnmente llamados “vida” y “muerte”, comparados en cierto modo a los periodos de vigilia y sueño de la vida terrestre; cada una de estas existencias en la tierra, es por decirlo así, un día en la Gran Vida Individual.

Esta creencia ha sido generalmente aceptada, no solo en los países orientales sino en muchos occidentales, en los que los filósofos como Platón, exponen en sus obras la idea de que el Alma humana transmigra a formas de animales. Pero la filosofía esotérica rechaza totalmente semejante afirmación, por ser irracional y porque se opone abiertamente a las leyes fundamentales de la Naturaleza. El Ego o Alma humana no puede encarnar sino en formas humanas, pues solo éstas ofrecen las condiciones mediante las cuales son posibles sus funciones; no puede retroceder hacia el animal, pues eso sería en contra de la Ley de Evolución.

Cierto es que el hombre puede degradarse y llegar a ser hasta peor moralmente que cualquier animal, pero no puede hacer dar vueltas a la rueda del tiempo ni hacerla girar en dirección contraria. La naturaleza nos abre puertas delante de nosotros, pero las que dejamos atrás se cierran irresistiblemente como una cerradura para la cual no tenemos llave. Para formarse idea de la reencarnación hay que comprender bien cual es la parte del hombre que encarna. Desde luego no se trata del cuerpo, lo que verdaderamente encarna es la entidad individual e imperecedera del hombre, el Alma inmortal.

La doctrina de la reencarnación es la única que nos ofrece una explicación clara, lógica y satisfactoria del gran número de problemas y enigmas que ponen en tortura la inteligencia humana, tales como las diferencias de carácter, los diversos instintos, las tendencias innatas de las diversas personas, el talento y las disposiciones naturales que presentan para las ciencias y las artes; las enormes e irritantes desigualdades de nacimiento y fortuna, las aparentes injusticias que vemos a cada paso en la tierra, etc.

De lo expuesto se deduce que debe haber necesariamente una causa, una ley que regule de una manera justa y precisa las condiciones de cada encarnación o existencia, y esta ley es el Karma, doctrina gemela de la Reencarnación, ley inflexible que ajusta sabia y equitativamente a cada causa su debido efecto. En virtud de la ley kármica, las buenas y malas consecuencias de todos los actos, palabras y pensamientos del hombre, reaccionan sobre él con la misma fuerza con que obraron, y así es que tarde o temprano, en la presente o en venideras existencias, cada cual recoge exactamente igual que lo que ha sembrado.



REENCARNACIÓN:

La creencia en la Reencarnación o pluralidad de existencias es conocida y sostenida desde la Prehistoria, al menos desde diez mil años antes de Cristo en la antigua civilización India y contemplada en los antiguos Vedas. Antes de la escritura, cuando las creencias se transmitían oralmente, ya se afirmaba la inmortalidad del alma y la vuelta de ésta de nuevo al mundo corporal. Esta creencia fue después reflejada en la escritura. En todos los libros sagrados de la India encontramos que la creencia en la Reencarnación está fuertemente arraigada y forma un pilar fundamental de la religión. Así se refleja en los Vedas, el Bhagavad Gita, etc.


Krisna, hacia el año tres mil antes de nuestra Era, dijo: “Yo y vosotros hemos tenido muchos nacimientos. Los míos no son conocidos sino por mí, pero vosotros no conocéis siquiera los vuestros”.


Para los Budistas la Ley de la Reencarnación es uno de sus dos ejes supremos, junto con la Ley del Karma o Ley de Causa y Efecto, con las cuales se explica la igualdad de oportunidades para todos.


También los egipcios creían que la muerte era un cambio en su estado presente y el tránsito hacia otra vida mayor en otro cuerpo material. Hace tres mil años antes de Cristo, los egipcios enseñaban la doctrina de la reencarnación. “El Libro de los muertos”, su texto sagrado más importante, describe el viaje que hace el alma inmortal a través de los diversos estados que suceden a la muerte, hasta tomar un cuerpo físico de nuevo.


Grecia fue una civilización convencida de que hay una vida individual después de la muerte y de la existencia del principio espiritual, preexistente al nacimiento y sobreviviente a la muerte, que renace en vidas sucesivas. La doctrina de las vidas sucesivas la encontramos en Pitágoras, Sócrates, Platón, Apolonio, Empédocles y otros muchos.


Pitágoras enseñaba que “Una vida en la carne solo es un eslabón en la larga cadena de la evolución del alma”. Sócrates y Platón decían que “Las almas toman nuevos cuerpos para repetir una y otra vez sus existencias físicas, con el fin de progresar y adquirir sabiduría”. En el siglo III de nuestra Era, los filósofos neoplatónicos como Porfirio, Orígenes, Plotino y otros, en diferentes templos neoplatónicos enseñaban la misma doctrina.


En el Corán, el libro sagrado por excelencia de los árabes, leemos: “Alá nos hace regresar muchas veces hasta que volvamos a El”.

El judaísmo, la religión basada en las enseñanzas de Moisés, también creía en la reencarnación. Los hebreos mantenían esta creencia, porque les fue predicada por los profetas en diversas enseñanzas, hoy poco conocidas por su nula divulgación. La Cábala judía viene a representar el conocimiento oculto del Antiguo Testamento. Parece provenir de rabinos de la Edad Media y en ella aparece la creencia de vidas sucesivas. El Zohar (Biblia de los cabalistas) presenta la reencarnación como un largo viaje purificador. El Zohar dice: “El Espíritu de origen divino, puede reunirse así a la perfección de la divinidad; son numerosas las peregrinaciones, puesto que todas las almas pasan por vicisitudes múltiples.... ¡Cuán variadas y misteriosas son las leyes de la transmigración que se ejercen sobre las almas!”. La enseñanza de la Cábala ha tenido siempre un carácter esotérico (la ciencia que estudia la raíz más profunda de todas las cosas). Tal vez sea por eso que la pluralidad de vidas sucesivas no haya alcanzado entre los hebreos una expansión popular, quedando restringida a grupos de iniciados.


En los celtas vemos reflejada la idea de las vidas sucesivas cuando en el combate contra los romanos, los druidas permanecían inmóviles como estatuas recibiendo las heridas sin huir ni defenderse porque esperaban encontrar en otra parte del mundo un cuerpo nuevo y joven.

La mayoría de los sabios, eruditos y gente de cultura de la antigua Roma, daban por hecho la reencarnación, viéndola como la manera más lógica de explicar la muerte física. Grandes personajes como Jámbico, Cicerón, Virgilio y Porfirio, por poner solo algunos ejemplos, creían en ella.

También creían en ella los primeros cristianos, hasta el año 553 de nuestra Era, en que fue anatematizada por el Catolicismo en el Segundo Concilio de Constantinopla.


Y ya metidos en el Nuevo Testamento, es el propio Cristo quien nos enseña la Ley cósmica de las existencias sucesivas, cuando al preguntarle sus discípulos por la venida de Elías, El les contesta: “Elías ha venido ya y no lo han reconocido, sino que han hecho con él cuanto han querido”. Entonces entendieron los discípulos que les había hablado de Juan el Bautista. Aquí el Mesías afirma que Juan es el Elías que había de venir, o sea el alma del profeta Elías reencarnado en Juan Bautista.


El Evangelio de San Marcos aún lo aclara más, pues dice:.... “Os digo que ELIAS HA VENIDO YA EN LA PERSONA DEL BAUTISTA”.


También en el Evangelio del ciego de nacimiento, cuando le preguntan “¿quién pecó él o sus padres?” los discípulos están aludiendo a la Ley del Karma por la cual se pagan delitos de vidas anteriores.





REENCARNACIÓN: CITAS BÍBLICAS:

HE QUÍ UNA PEQUEÑA MUESTRA DE CITAS BÍBLICAS SOBRE LA REENCARNACIÓN EN LA BIBLIA CRISTIANA. (EL QUE TENGA OJOS PARA VER QUE VEA...) 


No te maravilles de lo que dije, os es necesario nacer de nuevo” (juan 3, 7)

Dijo jesús a sus discípulos: “salí del Padre y he venido al mundo otra vez, dejo el mundo y voy al Padre” (Juan. 16, 28, 29)

El hombre cuando envejece es como una vestidura, y como una vestidura dios los envuelve y son mudados, pero su espíritu es el mismo” (Salmos 102, 26-27)

Y aun ellos, si no permanecían en incredulidad, serán injertados, pues poderoso es Dios para volverlos a injertar”(Romanos 11,23)

Entonces sus discípulos le preguntaron diciendo: ¿por qué pues dicen los escribas que es necesario que Elías venga primero? Respondiendo Jesús les dijo: a la verdad, Elías viene primero, y restaurará todas las cosas. Mas os digo, que Elías ya vino y no lo conocieron, sino que hicieron con él todo lo que quisieron; entonces los discípulos comprendieron que les había hablado de Juan el Bautista” (Mateo 17, 10- 13)

No sabéis que sois templo de Dios y que el espíritu de Dios mora en vosotros? Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es” (Corintios 3, 16-17).


INTERVALOS ENTRE ENCARNACIONES (D.K.)


1. Los intervalos de la vida, o esos períodos en que el hombre espiritual está fuera de encarnación y se ha retirado dentro de la conciencia egóica (alma). Prácticamente no existen para el que está poco evolucionado; pasan cíclicamente y con asombrosa rapidez dentro y fuera de encarnación. Durante el progreso, se alargan constantemente los períodos fuera de la encarnación, hasta el punto en que son mucho más extensos que los pasados en expresión externa. 


2. Durante épocas los hombres han abusado y empleado incorrectamente una función otorgada por Dios han traído a la existencia con demasiada rapidez millares de seres humanos que aún no estaban preparados para experimentar esta encarnación, y necesitaban intervalos más extensos entre los nacimientos para asimilar ciertas experiencias. Las almas que no han evolucionado todavía encarnan rápidamente; las más evolucionadas requieren períodos más extensos para cosechar los frutos de la experiencia. Estas almas son las que pueden ser traídas prematuramente a la encarnación, porque están abiertas al poder atractivo magnético de quienes viven en el plano físico. El proceso está de acuerdo a la ley; las almas no evolucionadas progresan bajo la ley grupal, como lo hacen los animales, mientras que las que están algo más evolucionadas son susceptibles a la atracción de los entes humanos, y las ya evolucionadas vienen a la encarnación de acuerdo a la ley del servicio, y por deliberada elección de sus almas conscientes. 


3. Un ejemplo de esta inexacta y tonta tentativa de arrojar luz sobre la teoría del renacimiento, puede observarse en el límite de tiempo impuesto, a las almas humanas desencarnadas, entre una encarnación y otra y al renacimiento físico dicen que los años de ausencia dependen de la edad del alma que ha partido y el lugar que ocupa en la escala de evolución. Dicen que si el alma es muy avanzada, su ausencia del plano físico es prolongada, mientras que sucede todo lo contrario. Las almas avanzadas y las que están desarrollando aceleradamente su capacidad intelectual, retornan con gran rapidez debido a su respuesta sensible a la atracción que ejercen las obligaciones, intereses y responsabilidades, ya establecidos en el plano físico. 


4. El hombre reencarna sin apremio de tiempo. Encarna de acuerdo a las exigencias de las deudas kármicas, a la atracción de lo que el inició como alma, y porque ha sentido la necesidad de cumplir obligaciones instituidas; también encarna por un sentido de responsabilidad y para cumplir con los requisitos impuestos por un anterior quebrantamiento de leyes que rigen las correctas relaciones humanas. 


5. Cuando la vida de la personalidad ha sido plena y rica, pero no ha alcanzado la etapa en que el yo personal puede colaborar conscientemente con el Ego (alma), la personalidad atraviesa por períodos nirvánicos cuya duración depende del interés en la vida y de la capacidad del hombre para reflexionar sobre sus experiencias. Más tarde, cuando el Ego domina la vida de la. personalidad, el hombre se interesa en cosas más elevadas, y el nirvana del alma se convierte en su meta. Ya no le interesa el devachán. Empero, aquellos que están en el Sendero (ya sea el de probación o el de Iniciación) por regla general no van al devachán, sino que encarnan inmediatamente al girar Ia rueda de la vida, lo cual ahora sucede por la colaboración consciente, entre el yo personal y el Yo divino o Ego.

1 comentario:

  1. Continuamos con esta serie de enseñanzas que están extraídas de la Sabiduría Eterna y éste es su origen. Estamos ya en el número 5, En la primera parte y donde pone mis iniciales: ACV (Ana Castro Valle) es lo que yo he extraído de estas enseñanzas y lo que mi conciencia hoy por hoy percibe como Verdad. Hay una segunda parte que la complemento con citas importantes de las enseñanzas de la Sabiduría Eterna y por lo tanto menciono su autor. Vamos a continuar publicando bajo este título de "EVOLUCIÓN Y PROCESO" y en este caso concreto me salgo de mi criterio de publicar textos cortos, porque ésto es, para el que así lo quiera, un documento de estudio, del que cada cual debe extraer sus conclusiones, no las que yo digo. En todo debemos ser nosotros quienes determinemos y aquí juega un papel fundamental nuestro nivel de conciencia.

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