EVOLUCIÓN Y PROCESO: 5. “LEY DE LA REENCARNACIÓN”
¿Sería posible para los seres humanos cumplir
su misión en la tierra con una sola
vida? ¿Cuál es esta misión, nos lo hemos preguntado? Deberíamos saberlo.
REENCARNACIÓN: “NACER, MORIR, RENACER DE NUEVO Y
PROGRESAR SIN FIN, TAL ES LA LEY”
Recopilación y reflexiones sobre la Reencarnación
La reencarnación es el regreso del alma o “Ego” a la vida
corporal, pero en otro cuerpo formado para él y que puede o no, tener algo en
común, en apariencia, con sus cuerpos anteriores. Es una Ley que confirma que
la muerte no existe, sino que es el proceso por el cual se abandona una
existencia para pasar a otra, después de un periodo más o menos largo de
tiempo.
Por medio de la reencarnación se explica de manera
natural y concluyente el destino de los seres (hoy de los hombres que formamos
la humanidad y que antes pasamos por los demás Reinos; más adelante de los
seres subhumanos cuando se humanicen o alcancen la individualización). Su
objetivo es la oportunidad dada a todos los seres creados, para que, tomando
cuerpos materiales, puedan experimentar y evolucionar en planos
densos, paso a paso, en la escala del progreso.
El Ego o Alma es el verdadero individuo durante toda la
evolución, en todas las vidas. No le afectan los nacimientos ni las muertes y
cada vida es como un día de su verdadera vida. El cuerpo es una vestidura que
asume. Pero no solo se reviste de cuerpo físico, se reviste también de cuerpo
mental para expresar sus pensamientos concretos (los abstractos son del mundo
mental superior), y de un velo de materia astral (el cuerpo astral) instrumento
de sus pasiones y emociones.
Después de haberse revestido de los dos cuerpos astral y
mental, está en disposición de asumir un infantil cuerpo humano y nacer. Cuando
el cuerpo humano está gastado se invierte el procedimiento: al morir se despoja
primero del cuerpo físico, después del astral (dependiendo su permanencia en el
mundo astral de las pasiones y emociones que alimentó), y finalmente del
mental. La permanencia en el mundo mental (devachán) suele ser larga; dura
hasta que tras un periodo de descanso y bienestar, experimenta el deseo de
volver a descender y de reconocerse plenamente vivo, por lo que vuelve a tomar
cuerpo mental, astral y físico.
Los cuerpos que ahora asume son distintos, por lo que no
recuerda las otras vidas; el cerebro de esa nueva personalidad es como un
disco virgen.
El Ego (alma) solo recuerda las vidas pasadas cuando está
en su propio mundo, el espiritual, pero las olvida al nacer; a veces se filtran
reminiscencias; pero aunque no recuerde, sí manifiesta las cualidades que
vigorizó en experiencias anteriores. Cada cual es lo que él mismo se hizo en
las vidas pasadas.
Todo el proceso de materializaciones tiene por finalidad
el adelanto del Ego o Alma, el cual, al revestirse de materia es capaz de
recibir vibraciones que le hacen evolucionar. La proporción del tiempo que el
Ego pasa en las etapas física, astral y mental, dependen del grado de
adelantamiento y de lo que sea necesario para ello. El tiempo que pasa en el
astral después de desencarnar, es lo que los cristianos llaman purgatorio,
porque es un lugar de purificación. El infierno como lugar eterno no existe
¿Qué padre castiga a un hijo eternamente?
Tanto el tiempo de purificación como el de descanso en el
Devachán (Paraíso), no son lugares, sino estados de conciencia.
La creencia en la Reencarnación o pluralidad de
existencias es conocida y sostenida desde la Prehistoria, al menos desde
diez mil años antes de Cristo en la antigua civilización India y contemplada en
los antiguos Vedas. Antes de la escritura, cuando las creencias se transmitían
oralmente, ya se afirmaba la inmortalidad del alma y la vuelta de ésta de nuevo
al mundo corporal. Esta creencia fue después reflejada en la escritura. En
todos los libros sagrados de la India encontramos que la creencia
en la Reencarnación está fuertemente arraigada y forma un pilar
fundamental de la religión. Así se refleja en los Vedas, el Bhagavad Gita, etc.
Krisna, hacia el año tres mil antes de nuestra Era, dijo:
“Yo y vosotros hemos tenido muchos nacimientos. Los míos no son conocidos sino
por mí, pero vosotros no conocéis siquiera los vuestros”.
Para los Budistas la Ley de la
Reencarnación es uno de sus dos ejes supremos, junto con la
Ley del Karma o Ley de Causa y Efecto, con las cuales se explica la
igualdad de oportunidades para todos.
También los egipcios creían que la muerte era un cambio
en su estado presente y el tránsito hacia otra vida mayor en otro cuerpo
material. Hace tres mil años antes de Cristo, los egipcios enseñaban la
doctrina de la reencarnación. “El Libro de los muertos”, su texto sagrado más
importante, describe el viaje que hace el alma inmortal a través de los
diversos estados que suceden a la muerte, hasta tomar un cuerpo físico de
nuevo.
Grecia fue una civilización convencida de que hay una
vida individual después de la muerte y de la existencia del principio
espiritual, preexistente al nacimiento y sobreviviente a la muerte, que renace
en vidas sucesivas. La doctrina de las vidas sucesivas la encontramos en
Pitágoras, Sócrates, Platón, Apolonio, Empédocles y otros muchos.
Pitágoras enseñaba que “Una vida en la carne solo es un
eslabón en la larga cadena de la evolución del alma”. Sócrates y Platón decían
que “Las almas toman nuevos cuerpos para repetir una y otra vez sus existencias
físicas, con el fin de progresar y adquirir sabiduría”. En el siglo III de
nuestra Era, los filósofos neoplatónicos como Porfirio, Orígenes, Plotino y
otros, en diferentes templos neoplatónicos enseñaban la misma doctrina.
En el Corán, el libro sagrado por excelencia de los
árabes, leemos: “Alá nos hace regresar muchas veces hasta que volvamos a El”.
El judaísmo, la religión basada en las enseñanzas de
Moisés, también creía en la reencarnación. Los hebreos mantenían esta creencia,
porque les fue predicada por los profetas en diversas enseñanzas, hoy poco
conocidas por su nula divulgación. La Cábala judía viene a
representar el conocimiento oculto del Antiguo Testamento. Parece provenir de
rabinos de la Edad Media y en ella aparece la creencia de vidas
sucesivas. El Zohar (Biblia de los cabalistas) presenta la reencarnación como
un largo viaje purificador. El Zohar dice: “El Espíritu de origen divino, puede
reunirse así a la perfección de la divinidad; son numerosas las
peregrinaciones, puesto que todas las almas pasan por vicisitudes múltiples....
¡Cuán variadas y misteriosas son las leyes de la transmigración que se ejercen
sobre las almas!”. La enseñanza de la Cábala ha tenido siempre un
carácter esotérico (la ciencia que estudia la raíz más profunda de todas las
cosas). Tal vez sea por eso que la pluralidad de vidas sucesivas no haya
alcanzado entre los hebreos una expansión popular, quedando restringida a
grupos de iniciados.
En los celtas vemos reflejada la idea de las vidas
sucesivas cuando en el combate contra los romanos, los druidas permanecían
inmóviles como estatuas recibiendo las heridas sin huir ni defenderse porque
esperaban encontrar en otra parte del mundo un cuerpo nuevo y joven.
La mayoría de los sabios, eruditos y gente de cultura de
la antigua Roma, daban por hecho la reencarnación, viéndola como la manera más
lógica de explicar la muerte física. Grandes personajes como Jámbico, Cicerón,
Virgilio y Porfirio, por poner solo algunos ejemplos, creían en ella.
También creían en ella los primeros cristianos, hasta el
año 553 de nuestra Era, en que fue anatematizada por el Catolicismo en el
Segundo Concilio de Constantinopla.
Y ya metidos en el Nuevo Testamento, es el propio Cristo
quien nos enseña la Ley cósmica de las existencias sucesivas, cuando
al preguntarle sus discípulos por la venida de Elías, El les contesta: “Elías
ha venido ya y no lo han reconocido, sino que han hecho con él cuanto han
querido”. Entonces entendieron los discípulos que les había hablado de Juan el
Bautista. Aquí el Mesías afirma que Juan es el Elías que había de venir, o sea
el alma del profeta Elías reencarnado en Juan Bautista.
El Evangelio de San Marcos aún lo aclara más, pues
dice:.... “Os digo que ELIAS HA VENIDO YA EN LA PERSONA
DEL BAUTISTA”.
También en el Evangelio del ciego de nacimiento, cuando
le preguntan “¿quién pecó él o sus padres?” los discípulos están aludiendo
a la Ley del Karma por la cual se compensan delitos de vidas anteriores.
Extraña e indigna que esta verdad siga siendo
tergiversada por los grandes jerarcas de iglesias institucionalizadas, pero el
admitir la doctrina reencarnacionista supondría la caída de los viejos dogmas.
El principio de la reencarnación es una consecuencia
de la Ley de Evolución por la que van pasando los espíritus (Mónadas)
para llegar a la perfección. Todos deben pasar por el proceso de numerosas
encarnaciones, con el objetivo de conseguir su progreso mediante luchas y
tribulaciones en los mundos materiales.
La Reencarnación está fundada en la Ley de
Causa y Efecto o Ley de Causalidad, la cual expresa que toda acción crea una
causa que producirá un efecto de la misma naturaleza. De esta manera el
espíritu sencillo e ignorante en los planos inferiores, aunque omnisciente en
el suyo, tiene la oportunidad de desarrollar conocimientos y poderes en los
planos más densos y, al recibir y desarrollar la mente, adquiere con ella la
libertad para obrar, forjando según sus obras, su felicidad futura.
Los continuos renacimientos le dan una explicación
razonable a tantas desigualdades sociales, tan difíciles para algunos, mientras
que otros viven situaciones fáciles y regaladas. ¿Por qué hay tantos seres
deformes, enfermos, discapacitados, al mismo tiempo que otros se hallan llenos
de belleza y salud? ¿Cómo comprender que existen ricos y pobres, fuertes y
débiles; que algunos mueran a temprana edad y otros vivan muchos años?. La
causa es que la Ley de Causa y Efecto nos devuelve el bien y el mal
que hemos hecho durante nuestras encarnaciones anteriores. No es un castigo,
sino las consecuencias, la reacción justa de las leyes violadas, y una lección
que vamos aprendiendo como almas en la escuela de la vida que es para ella cada
reencarnación.
La reencarnación nos explica el por qué de nuestra
situación presente, de nuestros sufrimientos y alegrías, y nos ofrece un
sentimiento de esperanza en el porvenir, al brindarnos los medios de enmendar
nuestras faltas a través de las pruebas y de las circunstancias que se presentan
durante la encarnación.
Tan solo la pluralidad de existencias puede explicar las
grandes desigualdades entre las almas.
La vida del espíritu es una sola e inmortal, las vidas
físicas son numerosas y se repiten hasta alcanzar la perfección.
La evolución se desarrolla a través de ciclos que ha de
realizar el ser espiritual, en los mundos que por evolución le correspondan. En
cada ciclo vivirá el alma unas circunstancias con las que aprenderá aquello a
lo que se ha comprometido antes de nacer. Muchas veces nos vemos obligados a
repetir (como los malos estudiantes) en encarnaciones sucesivas la misma
lección, pues volvemos a enfrentarnos con las pruebas que no supimos superar en
la encarnación anterior, en cuyo caso volvemos a vivir circunstancias similares.
El tiempo que media entre una encarnación y otra no está
fijado cronológicamente, aunque hay libros que indican que el tiempo será igual
a veinte veces el tiempo de vida, pero son varios y muy variados los factores
que influyen en ello.
Al disponer de libre albedrío, unas almas, generalmente
las menos evolucionadas, encarnan más frecuentemente por deseo de vivir. Otros
se demoran más en el mundo espiritual, pues cuando el alma más se purifica y su
inteligencia se desarrolla, los intervalos entre una existencia y otra son
mayores, salvo cuando vienen de modo voluntario a ayudar al desarrollo del Plan
espiritual.
Las primeras fases de la vida humana, cuando el alma ha
superado los Reinos inferiores de evolución, las pasa en las bestialidades de
los reinos primitivos. En el estado salvaje raras veces infringe las leyes de
la vida, pues se mueve por el instinto, pero cuando entra en estados más
evolucionados, comienza a ser más consciente de sus actos, se acentúa su
egoísmo y se vuelve más responsable de los actos cometidos, endureciendo su
alma con todo tipo de pasiones materiales y groseras: envidia, ambición, deseos
de poder, etc. Pero es en estas etapas en las que toma consciencia del
bien y del mal, a través del dolor y de toda clase de sufrimientos que tendrá
que pasar cada vez que haga un acto que vaya contra la Ley del
Amor.
Poco a poco el alma irá aprendiendo y ascendiendo vida a
vida el largo camino que le separa de la verdadera felicidad, hasta que a
través del DESAPEGO, se vaya liberando de las trabas materiales que lo
esclavizan y lo atan al mundo irreal de maya (deseos), de los espejismos y de
las falsas ilusiones.
LA MEMORIA EXTRACEREBRAL
Una pregunta lógica, escuchada frecuentemente ante las
primeras nociones de este tema es: “Si ya hemos vivido antes, en otros cuerpos
y épocas diferentes, ¿por qué no guardamos recuerdos?”.
1º.- Por misericordia divina. Con toda seguridad en
épocas remotas, todos hemos cometido tropelías, estando nuestra historia pasada
llena de odios, venganzas, crímenes, injusticias y bestialidad.
Tener conciencia de todo ello solo nos acarrearía graves
desequilibrios psíquicos que en nada nos beneficiarían en nuestra vida actual.
De esta forma, renaciendo en un ambiente diferente, con una nueva vida por
realizar y olvidados de nuestro pasado, la perspectiva cambia completamente.
Quizás las personas con las que convivimos como amigos o familiares, han podido
ser en vidas anteriores nuestros enemigos; acordándonos sería imposible nuestra
convivencia y no podríamos resolver con ellos posibles deudas kármicas.
2º.- Desde un punto de vista material y físico,
cuando un alma vuelve a encarnar, el cerebro del cuerpo nuevo está virgen al
nacer de pensamientos o memorias. La memoria que poseemos de las demás vidas
está en el subconsciente.
Al tomar el alma contacto con la materia, en la persona
que va a ser su madre, tiene lugar una especie de turbación que hace que el
alma se desconecte de las vibraciones y sensaciones que le atan al pasado, ya
que su capacidad vibratoria queda progresivamente reducida. De ahora en
adelante usará un nuevo cerebro físico, quedando aislado el subconsciente donde
permanecen grabados y archivados todos sus recuerdos de vidas pasadas.
A veces puede ocurrir que afloren ideas y capacidades o
conocimientos que el alma ha asimilado en otras vidas (recordemos el caso de
Mozart, dando un concierto a los siete años). A esto se le suele llamar
reminiscencias y tenemos pruebas de ellas en esas personas que poseen unas
capacidades intelectivas, sensibles para apreciar las bellezas del arte,
naturaleza, etc. Todo ello es consecuencia del grado de evolución el espíritu
que las anima, que trae a su existencia actual conocimientos adquiridos en
vidas pasadas. La sensibilidad ante una puesta de sol, un amanecer, ese
sentimiento que demostramos de amor y admiración hacia la naturaleza, esa
vivencia que nos hace ser uno con lo que nos rodea, es una manifestación de
cierto grado de evolución. Cuanto más evolucionamos más respeto y amor
manifestamos por todo cuanto nos rodea, pues somos más conscientes del valor
que tienen todas las cosas creadas que hacen nuestra andadura por
la rueda de vidas más llevadera.
El diccionario Rosacruz define así la Reencarnación:
“La Ley de Reencarnación o Renacimiento enseña que cada
alma es una parte integrante de Dios, y que está desarrollando todas las
posibilidades divinas, así como la semilla desarrolla una planta, que por medio
de existencias repetidas en un cuerpo terrestre, que va mejorando de calidad
gradualmente, esas posibilidades latentes se van desarrollando en poderes
dinámicos, que nadie se pierde por este proceso pues toda la humanidad
alcanzará la meta de la perfección y reunión con Dios. La Ley de
Renacimiento que afirma la encarnación repetida en vehículos de creciente
perfección, está en perfecto acuerdo con la evolución y los fenómenos de la
naturaleza. Mirando la vida desde el punto de vista ético, encontramos
que la Ley de Renacimiento, junto con la de Causa y Efecto, su
compañera es la única teoría que satisface la justicia y está en armonía con
los hechos de la vida que vemos en torno nuestro. Si la Ley de
Causa y Efecto es verdadera, entonces el renacimiento periódico es una
consecuencia lógica de absoluta necesidad. Así pues, si lo comprendemos o no,
tanto si nos agrada como si nos desagrada, estamos encerrados dentro de un
círculo y debido a nuestras acciones del pasado, constreñidos a que éstas
accionen y reaccionen sobre nosotros hasta que desarrollemos una fuerza
superior a la que ahora nos está sojuzgando.
Nosotros pues, no estamos aquí por el capricho de Dios.
EL NO NOS HA COLOCADO A UNOS EN UN JARDÍN Y A OTROS EN UN DESIERTO, ni tampoco
ha dado a unos un cuerpo saludable de modo que puedan vivir libres de dolores y
enfermedades, mientras que a otros los ha colocado en tan mísero estado
que nunca se ven libres del dolor; sino que lo que somos, lo somos debido
a nuestra negligencia o diligencia (y hay que tener humildad para reconocerlo),
y lo que seamos en el futuro depende de lo que nosotros queramos ser y no del
capricho de Dios o de un destino inexorable. La enseñanza Rosacruz dice que
nacemos en el lugar más apropiado, de acuerdo con las experiencias obtenidas en
vidas anteriores, y que en todos los casos sin excepción, obtenemos justamente
lo que hemos merecido; y que todas las experiencias que se ponen ante nosotros,
son precisamente las que necesitamos y las que nos dan el ímpetu
adecuado para el próximo paso de desenvolvimiento. Para obtener desarrollo, es
necesario para el Ego o Alma, renacer en un cuerpo físico muchas veces. Cuando
toda la experiencia de cualquier vida ha sido asimilada espiritualmente en los
mundos superiores, el espíritu siente el impulso de alcanzar nuevas
experiencias, y este deseo le empuja irresistiblemente a la reencarnación.
En una sola vida el hombre no podría alcanzar la
perfección.
Reencarnación y Karma en las Sagradas Escrituras
Hasta el siglo cuarto los cristianos
creían en la reencarnación, al igual que los judíos, los egipcios, los hindúes,
los tibetanos, etc. Pero los Padres de la
Iglesia decidieron que esta creencia
no haría más que retrasar y alargar las cosas, que los hombres no tendrían
prisa en mejorarse, y entonces creyeron que suprimiendo la reencarnación
empujarían a la gente a perfeccionarse en una sola vida. Obviamente se
equivocaron y con su eliminación de la creencia a la reencarnación ahogaron más
al hombre en su ignorancia. Vamos a mostrar una serie de versículos que
demuestran definitivamente la EXISTENCIA Real y
profunda, que sobre el Karma y la
Reencarnación forman parte
intrínseca de las Sagradas Escrituras. Un verdadero estudio sobre la
Biblia nos muestra un sin fin de
ellas.
Veamos pues algunos ejemplos:
En el Antiguo Testamento en un versículo de Jeremías (I, 4
y 5,) dice: “Vino, pues, palabra de Jehová a mí, diciendo: «Antes que te
formara en el vientre, te conocí, y antes que nacieras, te santifiqué, te di
por profeta a las naciones»”. Es sólo un ejemplo al que aluden varios
Padres de la
Iglesia como relacionado con la PREEXISTENCIA del
Alma antes del nacimiento. Tanto Orígenes como Jerónimo claramente se refieren
a la afirmación de que antes de que Jeremías naciera fue santificado como
Profeta. Orígenes señala especialmente la circunstancia de que la
Justicia Divina no podría serlo a
menos que un hombre, santificado como profeta, o nacido para hacer un gran
servicio al mundo, hubiera merecido aquella preeminencia por una anterior vida
de rectitud, o hubiera escalado esa bendita elevación como resultado de
meritorias acciones de su pasado. Luego tenemos la bien definida afirmación en
Malaquías, (IV, 5) de que "Elías regresaría". Hay otro
interesante pasaje en el Libro de la "Sabiduría de Salomón" en
el cual dice éste: “Yo fui un niño
de aguda viveza y tuve un Espíritu bueno. En verdad, por ser bueno, vine a un
cuerpo inmaculado...” (IX, 5). He aquí la afirmación explícita
de que, puesto que Salomón ya era un espíritu bueno, vino a un cuerpo sin
lacras.
Cristo dijo: “Sed perfectos como
vuestro Padre Celestial es perfecto”. ¿Qué podemos pensar de esta frase?, o
Cristo habla sin pensar al pedir a hombres tan imperfectos que se eleven en
algunos años hasta la perfección del padre celestial, o en realidad esta frase
también sobreentiende la reencarnación. Jesús no pensaba que el hombre fuese
capaz de ser prefecto en una sola existencia, sino que sabía que a medida que
anhelase esta perfección y trabajase para obtenerla, después de much as
encarnaciones, terminaría consiguiendo su objeto. Dice también el Cristo: “No
es superior el discípulo a su maestro, pero cada uno, cuando llegue a la
perfección, será como un Maestro” (Lucas VI, 40).
Sin lugar a dudas encontramos numerosos testimonios en los EVANGELIOS que
nos muestran con toda seguridad la afirmación de esta Ley. Uno de esos ejemplos
más notables lo tenemos en la historia de Juan Bautista, que como dijimos
anteriormente era una reencarnación del Profeta Elías. He aquí el
argumento: “Un día Jesús supo que Juan Bautista había sido encarcelado;
y el texto dice simplemente: “Jesús al saber que Juan fue entregado, se
retiró a Galilea”. Algún tiempo después Juan Bautista fue decapitado por orden de Herodes. Después de la TRANSFIGURACIÓN ,
en el Evangelio de San Mateo agrega: “(Mateo 17) 10Entonces
sus discípulos le preguntaron, diciendo: —¿Por qué, pues, dicen los escribas
que es necesario que Elías venga primero? 11Respondiendo Jesús,
les dijo: —A la verdad, Elías viene primero y restaurará todas las cosas. 12Pero
os digo que Elías ya vino, y no lo conocieron, sino que hicieron con él todo lo
que quisieron; así también el Hijo del hombre padecerá a manos de ellos. 13Entonces
los discípulos comprendieron que les había hablado de Juan el Bautista”.
Entonces ahí está, Cristo lo dijo claro, Juan Bautista fue sin dudas la
reencarnación de Elías. Pero además, ampliando el argumento, nuestra pregunta
es, ¿por qué Juan Bautista tuvo la desgracia de ser decapitado? ¿Por qué Jesús
no intervino de ninguna manera ante tan trágico suceso? Para responder a estas
preguntas hay que conocer cuales fueron las verdaderas CAUSAS que
originaron tal suceso, y para conocerlas debemos investigar la vida pasada de
Juan Bautista, cuando era el profeta Elías, el cual aunque tremendamente
espiritual tuvo sus momentos de ira, y en uno de esos arrebatos violentos
mando decapitar a muchos profetas del Dios Baal, luego incluso para él, la
Ley del Karma puso a cada cual en su
sitio merecido, aunque en este caso la
Ley espero a la siguiente
encarnación como Elías.
Sin embargo cuando Elías reencarno como Juan Bautista, él
tampoco era consciente de ello, por tal razón en el evangelio de San Juan él
niega que fuera Elías, incluso niega que fuera un profeta, pero eso no es de
extrañar, ya que por lo general uno no suele recordar sus vidas pasadas, pero
el Cristo sí que conocía el hecho y así lo testimonio.
También Cristo enunció, en el huerto de Getsemaní esta Ley
capital cuando Pedro, precipitándose sobre
el siervo de Caifás, le corto la oreja, Jesús le dijo: “Pedro; devuelve tu
espada a su vaina, porque aquellos que tomen la espada, perecerán por ella“. El
que a espada mata a hierro muere. Pero esto no siempre sucede en una misma
existencia, sin embargo, la veracidad con que Jesús enunció esta Ley es
demostrada con el tiempo. Esta Gran Ley universal también fue muy bien descrita
en las palabras de Jesús cuando dijo: “El que siembra rayos cosechara
tempestades”…
LA REENCARNACION Y EL DOMINIO DE LA IGLESIA CATÓLICA EN
LA HISTORIA (Por José Mejía R.)
La
reencarnación se convirtió en anatema para el cristianismo a partir del siglo
II de nuestra era y la génesis de la eliminación de esta doctrina provino de
Flavio Valerio Constantino, sanguinario y despótico emperador romano que
intentó unificar al cristianismo para su propio provecho en el Concilio de
Nicea y luego de su sucesor Justiniano 1 y de su esposa, la ignorante Teodora.
Como justificación de estos acontecimientos se aducen razones de carácter
socio-político-religioso y de dominación ejercida por estos emperadores y la
avidez suya de imponer el absolutismo hegemónico de Roma, por lo que bizantino
decidió "acabar con todas las sectas"o iglesias no romanas
instauradas por el mismo Pablo, las que se generaron a partir de la revolución
religiosa cristiana. Las facciones religiosas derivadas principalmente de la
controversia arriana, es decir, el debate sobre la naturaleza divina de Jesús y
la negación a aceptar la soberanía absoluta del emperador romano, pretextando
razones de terminar con el cisma cristiano se negaban a anexarse la naciente y
pujante religión católica romana; entonces se persiguieron y exterminaron a
muchas de ellas y se apostataron grandes verdades y postulados místicos
emanados de la filosofía profunda tales como la reencarnación, muchas de las
que en sus escritos estructuraría dos siglos atrás el sabio teólogo, padre de
la iglesia primitiva y príncipe de la erudición cristiana, Orígenes de
Alejandría, el cual gozaba de gran autoridad póstuma, entre ellos la creencia y
afirmación de la reencarnación. Toda esta conspiración fue sentenciada y
elevada a catequesis y dogma de la religión católica romana en el Concilio de
Bizancio en el año 543 D.C y perfeccionada, diez años después en el posterior,
nefasto y manipulado Concilio de Constantinopla mientras regentaba el Papa
Vigilio, entusiasta seguidor y estudioso de Orígenes y del menos conocido pero
prolífico escritor teólogo Tertuliano. Estos acontecimientos dieron paso al
dominio absoluto de la Iglesia Católica Romana y al sojuzgamiento de los
pueblos mediante el concurso de dogmas que nacieron de cálculos políticos y de
poder e instaura instauraron fementidas creencias que hasta ahora persisten en
gran parte de la humanidad.
No
obstante, consideramos que esta no fue la única causa para que se hayan vedado
las creencias de los cristianos acerca de la Ley del Renacimiento y de su
adlátere la Ley de la Consecuencia o Compensación, pues, desde una visión más
universal, es un hecho que todo acontecimiento que se produce en la Tierra, ya
fue antes establecido en los Cielos. Investigaciones en los planos invisibles
de iniciados occidentales indican que los sublimes Ángeles del Destino, que
están a cargo de la evolución de los pueblos y de sus habitantes, indujeron en
estos influyentes seres y en otras instancias históricas para que de cierta
manera ocurran estos hechos, porque en esos momentos era necesario para los
destinos de la humanidad ocultar estas realidades al los pueblos occidentales
-que luego serían los herederos del cristianismo-, para que concentrasen sus
energías y esfuerzos en el adelantamiento material y dominio de la naturaleza
visible y solo se orientasen en la consideración de la realidad de una sola
corta vida, tal como equivocadamente creen hasta ahora los actuales cristianos:
la dualidad cielo-infierno como premio y castigo por siempre para un espíritu
nuevo que por primera vez llega a la existencia material, sufriente o gozoso
eternamente en base a lo que su cuerpo hizo en ese corto periodo de tiempo (lo
que se ocasiona de la expiación o resolución de los errores,
fallas y defectos humanos de esa sola existencia), fueron el burdo resultados
de la ley de la Consecuencia mal interpretada y se establecieron como artículos
de fe en el credo cristiano, con lo cual, aunque en un principio la Iglesia
utilizó estos dogmas para, mediante el temor, sojuzgar a las masas ignorantes,
el progreso material se aceleró en un comienzo de forma lenta pero sostenida y
luego con el paso de los siglos enormemente, en virtud del concurso de la
ciencia y la revolución industrial y tecnológica en siglos venideros en esta
parte del planeta, en contraposición a los pueblos orientales que vivían y evolucionaban
más por medio del sojuzgamiento a las leyes eternas que comentamos y que, por
un entendimiento igualmente intransigente, ocasionó una especie de lasitud
vital, manteniéndose por ende durante un largo periodo a esa parte de la raza
humanan en la más tórrida pobreza y retraso material.
En
los últimos sesenta años se han incorporado finalmente como un segmento
dinámico y de creciente influencia en el escenario global contemporáneo y se
han constituido en motor poderoso y activo en la civilización del mundo actual.
Otra vez el denominado mal actuando como un bien en formación.
Por
otro lado, creo que ya ha llegado el momento de que en una época como la actual
en la que el hombre está inmerso en el nadir de la materia y que ha alcanzado
la cúspide del materialismo, se sepulten las creencias erróneas y se reunifique
la verdad y gracias a esto el individuo comience a vislumbrar con claridad y
alegría su futuro estelar y las infinitas posibilidades como ser humano, para
que de esta manera regrese su mirada hacia la espiritualidad y prosiga su
evolución en forma más ética y altruista. Las enseñanzas de las escuelas de
misterios nos dicen, como contraparte a los enunciados dogmáticos de la Iglesia
que cada alma es una parte integral de Dios, la que trata de obtener
experiencia mediante repetidas experiencias en cuerpos de creciente perfección
y que, por consiguiente, muere y nace muchas veces.
En
cada vida obtiene un poco más de sabiduría a través de la experiencia, y así va
progresando de la nesciencia a la omnisciencia, de la impotencia a la
omnipotencia” en una tarea que le llevará de la imperfección a la perfección,
cuando el renacimiento deje de ser necesario y cada individuo se convierta en
un adalid de las verdades e ideales espirituales, mediante el conocimiento que
el camino de la reencarnación expresa poéticamente en la biblia cristiana: ”El
espíritu tira hacia el mediodía… rodea el norte, va girando de continuo y a sus
ciclos torna el espíritu de nuevo” ...”los rios todos van a la mar y la mar no se
hincha.. al lugar de donde los ríos vinieron, allí tornan para correr de nuevo”
Eclesiastés 1:6 y 1: 7.
Quien
quiera revisar más sobre estos temas en forma audiovisual, sugiero que vea unos
cortos vídeos en el orden que se lista aquí:
En Mateo 10:26,6, el Cristo nos
dice: “nada hay encubierto que no haya de ser manifestado; ni oculto que no
haya de saberse”. Y su veredicto tiene razón, inclusive desde el punto de vista
científico, aunque muchos se muestren escépticos, ya que todo acto, todo
pensamiento, el más mínimo movimiento, quedan registrados en la Memoria de la
Naturaleza o lo que se llama en oriente el Archivo Akásico. La ciencia actual
está corroborando que existe esta ultra dimensión y en la Teoría del Todo (TOE
por sus siglas en inglés) se intenta recabar estas realidades y muchas mentes
lúcidas van entendiendo y aceptando lo que esta teoría del campo unificado y el
enunciado de La Place en que se fundamenta proponen, lo que el confundido y
veleidoso Stephen Hawkins, basado en el no muy convincente Teorema de la
Incompletitud de Gödel, declara que no es posible. Laplace dice que:
“Se
podría concebir un intelecto que en cualquier momento dado conociera todas las
fuerzas que animan la naturaleza y las posiciones de los seres que la componen;
si este intelecto fuera lo suficientemente vasto como para someter los datos a
análisis, podría condensar en una simple fórmula el movimiento de los grandes
cuerpos del universo y del átomo más ligero; para tal intelecto nada podría ser
incierto y el futuro así como el pasado estarían frente sus ojos.”
Laplace
: Essai philosophique sur les probabilités, introducción. 1814.
Léase
también al filósofo científico húngaro Ervin Laszlo en su libro de fácil y
fascinante lectura: ”La ciencia y el campo Akásico” (Una teoría integral del
Todo) disponible gratuitamente en Internet.
Finalmente
y por otro lado, el hecho que algunas personas no crean que existan leyes supra
morales, no les exime de enterarse de ellas y ser objeto de sometimiento a sus
consecuencias. Las leyes o principios espirituales que aquí se esbozan no
tienen -al igual que las otras de carácter irrefutable-ningún origen humano ni
son privativas de ninguna filosofía, credo o religión y son tan universales
como todo principio y ley científica, tal como la ley de la gravitación
universal, las leyes de los gases, de la termodinámica, las leyes de Coulomb o
Faraday, por ejemplo, y su existencia es independiente de las apetencias o
veleidades de los hombres. Nosotros, lo que hacemos es acatarlas o no y
someternos a sus efectos, según nuestro proceder.
Nuestro
deber es estar por encima de ellas, en el sentido de que cumpliéndolas siempre,
seguramente prescindiremos de las mismas si las hemos incorporado
permanentemente, por así decirlo, en nuestra consciencia y modo de vida. Pongo
un ejemplo: existe el mandamiento de no robar. Si he sido un ladrón en el
pasado y decido por voluntad propia y porque considero justo y bueno para mí y
para los demás no hurtar jamás y nunca más lo hago, estoy por sobre la ley que
generó el mandamiento y ya no la necesito, pues he incorporado ese mandato
moral en mi ser y por tanto me he convertido en ley en mí mismo. El simpar
germano, filósofo a tiempo completo, Emmanuel Kant dilucida lo mismo en el
enunciado de su imperativo categórico y muy ampliamente en sus voluminosos
escritos lo que sucintamente acabo de expresar. El mayor objetivo de la
reencarnación es precisamente el de que el espíritu regrese a la perfección,
pero con cualidades anímicas potencializadas gracias a las experiencias, luz y
sabiduría que obtiene y acumula en cada vida, lo que, de paso, elimina la
creencia, esa sí absurda por imposible, de la metempsicosis o transmigración de
las almas a organismos inferiores.
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H.P. Blavatsky dice (entre otras cosas) en su Glosario
Teosófico, sobre este tema: La reencarnación enseña que el Alma, el principio
viviente o parte inmortal del hombre, después de la muerte del cuerpo en el que
residía, pasa sucesivamente a otros cuerpos, de suerte que para un mismo
individuo hay una pluralidad de existencias, o mejor dicho, una existencia
única de duración ilimitada, con periodos alternativos de vida objetiva y
subjetiva, de actividad y reposo, comúnmente llamados “vida” y “muerte”,
comparados en cierto modo a los periodos de vigilia y sueño de la vida
terrestre; cada una de estas existencias en la tierra, es por decirlo así, un
día en la Gran Vida Individual.
Esta creencia ha sido generalmente aceptada, no solo en
los países orientales sino en muchos occidentales, en los que los filósofos
como Platón, exponen en sus obras la idea de que el Alma humana transmigra a
formas de animales. Pero la filosofía esotérica rechaza totalmente semejante
afirmación, por ser irracional y porque se opone abiertamente a las leyes
fundamentales de la Naturaleza. El Ego o Alma humana no puede
encarnar sino en formas humanas, pues solo éstas ofrecen las condiciones
mediante las cuales son posibles sus funciones; no puede retroceder hacia el
animal, pues eso sería en contra de la Ley de Evolución.
Cierto es que el hombre puede degradarse y llegar a ser
hasta peor moralmente que cualquier animal, pero no puede hacer dar vueltas a
la rueda del tiempo ni hacerla girar en dirección contraria. La naturaleza nos
abre puertas delante de nosotros, pero las que dejamos atrás se cierran
irresistiblemente como una cerradura para la cual no tenemos llave. Para
formarse idea de la reencarnación hay que comprender bien cual es la parte del
hombre que encarna. Desde luego no se trata del cuerpo, lo que verdaderamente
encarna es la entidad individual e imperecedera del hombre, el Alma inmortal.
La doctrina de la reencarnación es la única que nos
ofrece una explicación clara, lógica y satisfactoria del gran número de
problemas y enigmas que ponen en tortura la inteligencia humana, tales como las
diferencias de carácter, los diversos instintos, las tendencias innatas de las
diversas personas, el talento y las disposiciones naturales que presentan para
las ciencias y las artes; las enormes e irritantes desigualdades de nacimiento
y fortuna, las aparentes injusticias que vemos a cada paso en la tierra, etc.
De lo expuesto se deduce que debe haber necesariamente una
causa, una ley que regule de una manera justa y precisa las condiciones de cada
encarnación o existencia, y esta ley es el Karma, doctrina gemela de la
Reencarnación, ley inflexible que ajusta sabia y equitativamente a cada causa
su debido efecto. En virtud de la ley kármica, las buenas y malas consecuencias
de todos los actos, palabras y pensamientos del hombre, reaccionan sobre él con
la misma fuerza con que obraron, y así es que tarde o temprano, en la presente
o en venideras existencias, cada cual recoge exactamente igual que lo que ha
sembrado.
REENCARNACIÓN:
La creencia en la Reencarnación o pluralidad de existencias es conocida y sostenida desde la Prehistoria, al menos desde diez mil años antes de Cristo en la antigua civilización India y contemplada en los antiguos Vedas. Antes de la escritura, cuando las creencias se transmitían oralmente, ya se afirmaba la inmortalidad del alma y la vuelta de ésta de nuevo al mundo corporal. Esta creencia fue después reflejada en la escritura. En todos los libros sagrados de la India encontramos que la creencia en la Reencarnación está fuertemente arraigada y forma un pilar fundamental de la religión. Así se refleja en los Vedas, el Bhagavad Gita, etc.
Krisna, hacia el año tres mil antes de nuestra Era, dijo: “Yo y vosotros hemos tenido muchos nacimientos. Los míos no son conocidos sino por mí, pero vosotros no conocéis siquiera los vuestros”.
Para los Budistas la Ley de la Reencarnación es uno de sus dos ejes supremos, junto con la Ley del Karma o Ley de Causa y Efecto, con las cuales se explica la igualdad de oportunidades para todos.
También los egipcios creían que la muerte era un cambio en su estado presente y el tránsito hacia otra vida mayor en otro cuerpo material. Hace tres mil años antes de Cristo, los egipcios enseñaban la doctrina de la reencarnación. “El Libro de los muertos”, su texto sagrado más importante, describe el viaje que hace el alma inmortal a través de los diversos estados que suceden a la muerte, hasta tomar un cuerpo físico de nuevo.
Grecia fue una civilización convencida de que hay una vida individual después de la muerte y de la existencia del principio espiritual, preexistente al nacimiento y sobreviviente a la muerte, que renace en vidas sucesivas. La doctrina de las vidas sucesivas la encontramos en Pitágoras, Sócrates, Platón, Apolonio, Empédocles y otros muchos.
Pitágoras enseñaba que “Una vida en la carne solo es un eslabón en la larga cadena de la evolución del alma”. Sócrates y Platón decían que “Las almas toman nuevos cuerpos para repetir una y otra vez sus existencias físicas, con el fin de progresar y adquirir sabiduría”. En el siglo III de nuestra Era, los filósofos neoplatónicos como Porfirio, Orígenes, Plotino y otros, en diferentes templos neoplatónicos enseñaban la misma doctrina.
En el Corán, el libro sagrado por excelencia de los árabes, leemos: “Alá nos hace regresar muchas veces hasta que volvamos a El”.
El judaísmo, la religión basada en las enseñanzas de Moisés, también creía en la reencarnación. Los hebreos mantenían esta creencia, porque les fue predicada por los profetas en diversas enseñanzas, hoy poco conocidas por su nula divulgación. La Cábala judía viene a representar el conocimiento oculto del Antiguo Testamento. Parece provenir de rabinos de la Edad Media y en ella aparece la creencia de vidas sucesivas. El Zohar (Biblia de los cabalistas) presenta la reencarnación como un largo viaje purificador. El Zohar dice: “El Espíritu de origen divino, puede reunirse así a la perfección de la divinidad; son numerosas las peregrinaciones, puesto que todas las almas pasan por vicisitudes múltiples.... ¡Cuán variadas y misteriosas son las leyes de la transmigración que se ejercen sobre las almas!”. La enseñanza de la Cábala ha tenido siempre un carácter esotérico (la ciencia que estudia la raíz más profunda de todas las cosas). Tal vez sea por eso que la pluralidad de vidas sucesivas no haya alcanzado entre los hebreos una expansión popular, quedando restringida a grupos de iniciados.
En los celtas vemos reflejada la idea de las vidas sucesivas cuando en el combate contra los romanos, los druidas permanecían inmóviles como estatuas recibiendo las heridas sin huir ni defenderse porque esperaban encontrar en otra parte del mundo un cuerpo nuevo y joven.
La mayoría de los sabios, eruditos y gente de cultura de la antigua Roma, daban por hecho la reencarnación, viéndola como la manera más lógica de explicar la muerte física. Grandes personajes como Jámbico, Cicerón, Virgilio y Porfirio, por poner solo algunos ejemplos, creían en ella.
También creían en ella los primeros cristianos, hasta el año 553 de nuestra Era, en que fue anatematizada por el Catolicismo en el Segundo Concilio de Constantinopla.
Y ya metidos en el Nuevo Testamento, es el propio Cristo quien nos enseña la Ley cósmica de las existencias sucesivas, cuando al preguntarle sus discípulos por la venida de Elías, El les contesta: “Elías ha venido ya y no lo han reconocido, sino que han hecho con él cuanto han querido”. Entonces entendieron los discípulos que les había hablado de Juan el Bautista. Aquí el Mesías afirma que Juan es el Elías que había de venir, o sea el alma del profeta Elías reencarnado en Juan Bautista.
El Evangelio de San Marcos aún lo aclara más, pues dice:.... “Os digo que ELIAS HA VENIDO YA EN LA PERSONA DEL BAUTISTA”.
También en el Evangelio del ciego de nacimiento, cuando le preguntan “¿quién pecó él o sus padres?” los discípulos están aludiendo a la Ley del Karma por la cual se pagan delitos de vidas anteriores.
REENCARNACIÓN: CITAS BÍBLICAS:
HE QUÍ UNA PEQUEÑA MUESTRA DE CITAS BÍBLICAS
SOBRE LA REENCARNACIÓN EN LA BIBLIA CRISTIANA. (EL QUE TENGA OJOS PARA VER QUE
VEA...)
No te maravilles de lo que dije, os es
necesario nacer de nuevo” (juan 3, 7)
Dijo jesús a sus discípulos: “salí del Padre y
he venido al mundo otra vez, dejo el mundo y voy al Padre” (Juan. 16, 28, 29)
El hombre cuando envejece es como una
vestidura, y como una vestidura dios los envuelve y son mudados, pero su
espíritu es el mismo” (Salmos 102, 26-27)
Y aun ellos, si no permanecían en incredulidad,
serán injertados, pues poderoso es Dios para volverlos a injertar”(Romanos
11,23)
Entonces sus discípulos le preguntaron
diciendo: ¿por qué pues dicen los escribas que es necesario que Elías venga
primero? Respondiendo Jesús les dijo: a la verdad, Elías viene primero, y
restaurará todas las cosas. Mas os digo, que Elías ya vino y no lo conocieron,
sino que hicieron con él todo lo que quisieron; entonces los discípulos
comprendieron que les había hablado de Juan el Bautista” (Mateo 17, 10- 13)
No sabéis que sois templo de Dios y que el
espíritu de Dios mora en vosotros? Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios
le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es” (Corintios
3, 16-17).
INTERVALOS ENTRE ENCARNACIONES (D.K.)
1. Los intervalos de la vida, o esos períodos en que el hombre espiritual está fuera de encarnación y se ha retirado dentro de la conciencia egóica (alma). Prácticamente no existen para el que está poco evolucionado; pasan cíclicamente y con asombrosa rapidez dentro y fuera de encarnación. Durante el progreso, se alargan constantemente los períodos fuera de la encarnación, hasta el punto en que son mucho más extensos que los pasados en expresión externa.
2. Durante épocas los hombres han abusado y empleado incorrectamente una función otorgada por Dios han traído a la existencia con demasiada rapidez millares de seres humanos que aún no estaban preparados para experimentar esta encarnación, y necesitaban intervalos más extensos entre los nacimientos para asimilar ciertas experiencias. Las almas que no han evolucionado todavía encarnan rápidamente; las más evolucionadas requieren períodos más extensos para cosechar los frutos de la experiencia. Estas almas son las que pueden ser traídas prematuramente a la encarnación, porque están abiertas al poder atractivo magnético de quienes viven en el plano físico. El proceso está de acuerdo a la ley; las almas no evolucionadas progresan bajo la ley grupal, como lo hacen los animales, mientras que las que están algo más evolucionadas son susceptibles a la atracción de los entes humanos, y las ya evolucionadas vienen a la encarnación de acuerdo a la ley del servicio, y por deliberada elección de sus almas conscientes.
3. Un ejemplo de esta inexacta y tonta tentativa de arrojar luz sobre la teoría del renacimiento, puede observarse en el límite de tiempo impuesto, a las almas humanas desencarnadas, entre una encarnación y otra y al renacimiento físico dicen que los años de ausencia dependen de la edad del alma que ha partido y el lugar que ocupa en la escala de evolución. Dicen que si el alma es muy avanzada, su ausencia del plano físico es prolongada, mientras que sucede todo lo contrario. Las almas avanzadas y las que están desarrollando aceleradamente su capacidad intelectual, retornan con gran rapidez debido a su respuesta sensible a la atracción que ejercen las obligaciones, intereses y responsabilidades, ya establecidos en el plano físico.
4. El hombre reencarna sin apremio de tiempo. Encarna de acuerdo a las exigencias de las deudas kármicas, a la atracción de lo que el inició como alma, y porque ha sentido la necesidad de cumplir obligaciones instituidas; también encarna por un sentido de responsabilidad y para cumplir con los requisitos impuestos por un anterior quebrantamiento de leyes que rigen las correctas relaciones humanas.
5. Cuando la vida de la personalidad ha sido plena y rica, pero no ha alcanzado la etapa en que el yo personal puede colaborar conscientemente con el Ego (alma), la personalidad atraviesa por períodos nirvánicos cuya duración depende del interés en la vida y de la capacidad del hombre para reflexionar sobre sus experiencias. Más tarde, cuando el Ego domina la vida de la. personalidad, el hombre se interesa en cosas más elevadas, y el nirvana del alma se convierte en su meta. Ya no le interesa el devachán. Empero, aquellos que están en el Sendero (ya sea el de probación o el de Iniciación) por regla general no van al devachán, sino que encarnan inmediatamente al girar Ia rueda de la vida, lo cual ahora sucede por la colaboración consciente, entre el yo personal y el Yo divino o Ego.
Continuamos con esta serie de enseñanzas que están extraídas de la Sabiduría Eterna y éste es su origen. Estamos ya en el número 5, En la primera parte y donde pone mis iniciales: ACV (Ana Castro Valle) es lo que yo he extraído de estas enseñanzas y lo que mi conciencia hoy por hoy percibe como Verdad. Hay una segunda parte que la complemento con citas importantes de las enseñanzas de la Sabiduría Eterna y por lo tanto menciono su autor. Vamos a continuar publicando bajo este título de "EVOLUCIÓN Y PROCESO" y en este caso concreto me salgo de mi criterio de publicar textos cortos, porque ésto es, para el que así lo quiera, un documento de estudio, del que cada cual debe extraer sus conclusiones, no las que yo digo. En todo debemos ser nosotros quienes determinemos y aquí juega un papel fundamental nuestro nivel de conciencia.
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