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miércoles, 25 de enero de 2017

LAS LEYES DIVINAS (Extraído de las enseñanzas del Maestro D.K.)

LAS LEYES DIVINAS (Extraído de las enseñanzas del Maestro D.K.)
Por Ana Castro Valle



Las leyes que determinan la actividad de la Naturaleza y rigen los movimientos de la materia, unas veces destruyendo, otras organizando, y que producen las más variadas formaciones orgánicas e inorgánicas, son eternas e inmutables. Esto forma parte de la “Sabiduría Perenne”

La comprensión de la sabiduría perenne significa superar nuestras  limitaciones  basadas,  tanto  en el desconocimiento de las leyes que rigen el cosmos como en el desconocimiento de nuestro propio ser, el microcosmos. La principal ley que necesitamos interiorizar aquí en este plano material en que habitamos es la ley general de la evolución. No sólo porque ella es la explicación fundamental del universo y de nuestro devenir sino porque nos entrega las líneas centrales del mapa de la existencia.

La existencia así como la vida y la creación no podrían tener cabida sin un orden. El equilibrio es necesario y para eso es imprescindible una intencionalidad.

¿Quién determina las leyes naturales?
La ignorancia tiene un precio, siempre doloroso.
La ley divina es la propia ley natural por la que se rige el universo.

Si somos verdaderos discípulos llegaremos a comprender estas leyes. Si no fuera así nuestro desarrollo estaría pendiente de producirse, ya que estas leyes solo nos representarían palabras y más palabras. Por estas leyes se rige el Universo y quien se rige por ellas lo consigue todo.

No hablamos de conocer las leyes por el simple hecho de conocerlas, sino del conocimiento que necesitamos adquirir, entender y comprender, haciéndolo nuestro,  para poder vivir coherentemente de acuerdo con estas leyes.

Podemos  pensar  que  sí,  que  nos  regimos  por  leyes divinas, que las conocemos y que ya estamos preparados, que no necesitamos ni leer, ni estudiar, ni discernir, ni discriminar, ni servir. O sea que ignorantemente nos sentimos felices pensando que lo sabemos todo y, seguramente, nos puede faltar mucho para salir de tanto espejismo como nos rodea, y uno de ellos podría ser nuestras  propias  creencias,  y  dejaremos  de  tener creencias cuando lleguemos al SER, a nuestra esencia, y eso no se consigue por arte de magia, hay que ejercitar la voluntad y el amor.

Estas leyes esconden el secreto y la esencia de la vida y encierran  un  programa  a  desarrollar: el  progreso  del espíritu que trata de manifestarse. Nuestra misión, a través de las vidas, es desarrollar el espíritu en su plenitud, única manera de conformar la UNIDAD en su perfección y de que se establezca el Plan de Dios en la tierra.

Siempre ha habido seres más avanzados que han sabido lo relacionado con estas leyes o principios, pero ya no son necesarias aquellas organizaciones secretas poseedoras de estos conocimientos. Todavía puede haber quien se otorga esa categoría de poseedor de la verdad, y autoridad, que los demás tienen que seguir porque tal o cual entidad es quien tiene la verdad y nos va a salvar. Sin embargo, la humanidad, cada día más, está desarrollando su mente y va adquiriendo  la  capacidad  necesaria  para  saber  los pasos que tiene que dar para tener acceso a estos principios, entenderlos, comprenderlos y vivir conforme a ellos. Para ello es absolutamente indispensable nuestro trabajo para, por nosotros mismos, llegar a la raíz, a la causa de todas las cosas, sin necesidad de que nadie nos equivoque, incluso con la mejor de las intenciones. Es nuestro deber y obligación explotar nuestros talentos, para que cuando creamos, que sea con absoluto convencimiento, y la creencia será sustituida por el SER.

Cuando se reconozca que el hombre común sólo ha sido hasta ahora plenamente consciente en el plano físico, semiconsciente en el emocional y que ahora comienza a desarrollar la conciencia en el plano mental, se evidenciará que su comprensión de las informaciones cósmicas sólo puede ser rudimentaria.

Este tema podríamos tratarlo desde diferentes ángulos.

Una versión nos habla de una inteligibilidad racional en el cosmos. Puede encontrarse en las leyes de la física, que son las reglas fundamentales por las que se rige la naturaleza.  Y  aquí  nos  podríamos  hacer  una  pregunta:

¿Cuál puede ser la raíz de estas leyes?, que son, que están y que simplemente se nos presentan como una realidad que es, y que como tal hay que aceptarla.

Los físicos se han dedicado a describir fenómenos sin importarles  su  origen.  Se  daba  por  supuesto  que  esas leyes matemáticas inmutables, absolutas y universales existen, sin dar mayor importancia a su raíz, simplemente son, y las razones, aparentemente, no parece que haya que prestarles ninguna atención, porque los hechos son.

Parece ser que en este siglo XXI, el debate entre círculos científicos y espiritualistas pudiera hacerse posible y las posturas son más cercanas, más beligerantes y desapasionadas.  Posiblemente  sea  algo  importantísimo que estemos poniendo en práctica: el desarrollo de la mente, que nos permite dialogar.

Hay un principio fundamental: “Como Es Arriba, es Abajo”. Una ley oculta y clave para la comprensión esotérica del Universo, es la llamada Ley de las Correspondencias o de las Analogías, configurada en el principio “Como es arriba, es abajo”, al que hemos hecho referencia. Esto significa que  el  Microcosmos,  el  Ser  Humano,  es  una  réplica perfecta y completa en la cual se refleja el Macrocosmos. O lo  que  es  lo  mismo,  el  Ser  Humano,  reproduce íntegramente la naturaleza, la constitución y las leyes fundamentales que rigen el Macrocosmos. “En nosotros está la fórmula exacta y sintética del Universo”.  He aquí la justificación de “hombre conócete a ti mismo y conocerás el Universo”

Así también se puede entender el significado profundo de esta frase “Dios creo al Hombre a Su imagen y semejanza”. Es una imagen y semejanza en su sentido más auténtico y profundo. Desde esta luz se pueden comprender las palabras del salmo repetidas en el evangelio de S. Juan: “Sois todos dioses e hijos del Altísimo”. Seguimos hablando de analogías.

¿Cómo llegaremos a conocernos a nosotros mismos; podremos echarnos a dormir, pensar que ya lo sabemos todo, que todo es bien fácil, que solamente tenemos que amar….?   Más bien se tendría que decir que no, y seguramente las palabras de Cristo de “poner la otra mejilla”, podrían referirse a hacer el camino, cayéndonos y levantándonos una y otra vez hasta aprender cada mensaje de la vida. Seguramente que así llegaremos a conocernos a nosotros, las leyes y el Universo. Por otra parte ¿acaso sabemos  lo  que  es  amar,  y  acaso  amamos;  estamos explotando todos nuestros talentos para conocer, entender y comprender, y poder actuar en consecuencia, o nos conformamos con lo que nos cuentan?

Toda la sabiduría formará parte de nuestro haber en la medida que hollemos el sendero de retorno a la casa del Padre; el premio del “ciento por uno” es una realidad, pero no nos tocará en una tómbola, todo hay que ganarlo.


LA LEY

¿Qué es la Ley divina? Es la determinación tanto en las cosas más   insignificantes como en las más importantes,  la voluntad y el propósito divinos. Está más allá del conocimiento  del  hombre,  y  algún  día  la  masa comprenderá que todas las leyes de la naturaleza tienen su contraparte espiritual y que funcionan universalmente, sin elegidos, todos somos iguales y por lo tanto no hay excepciones.

El sabio rige en lo inferior y sirve en lo superior.  Obedece a las leyes que están por encima de él, y en las que están por debajo de él ordena.  De esta manera el hombre forma parte del principio en vez de oponerse al mismo. El sabio se sumerge en la Ley y colabora sin ser un esclavo.

Todo está en el TODO, y el TODO está en todas las cosas. El que esto comprende, ha adquirido gran conocimiento.

Hay muchas leyes que debemos conocer y reflexionar en detalle: Ley de Reencarnación, Ley del Karma o de Causa y Efecto, Ley de Evolución, las Leyes del Alma, etc.,  y todas absolutamente todas rigen el Universo y todos estamos sujetos a ellas y debemos conocerlas, observarlas y cumplirlas.

La violación de la ley, de forma consciente o inconsciente, tiene sus consecuencias.

El cuerpo humano no escapa a esas leyes naturales inmutables.   Toda   enfermedad   es   el   resultado   de   la violación de estas leyes naturales. Las personas se enferman porque en esta vida o en anteriores han descuidado los principios fundamentales que nos rigen.

Algunas personas exigen salud perfecta, bienestar de todo tipo y creen tener derecho a ello, olvidándonos de que todos los efectos tienen sus causas. Todo está regulado por la ley Divina y aprendemos con el cumplimiento de la ley.

Los hombres deciden por sí mismos la acción directa, hacen su propia elección y ejercen sin impedimento el libre albedrío que todos poseemos.

El Cristo y la Jerarquía espiritual nunca han infringido el derecho divino de los hombres a tomar sus propias decisiones, ejercer su libre albedrío y alcanzar la libertad, luchando por ella en forma individual, nacional o inter- nacional. Cuando la verdadera libertad reine en la tierra veremos el fin de las tiranías: política, religiosa y económica. No nos referimos a la democracia moderna como una condición que satisface la necesidad, porque la democracia es en la actualidad una filosofía anhelante y un ideal no logrado. Se habla del período que ciertamente vendrá,   en  que  gobernarán  personas  iluminadas,  las cuales no tolerarán el autoritarismo de la iglesia ni el totalitarismo  de  ningún  sistema  político;  tampoco aceptarán o permitirán que ningún grupo ni “ser” alguno les diga lo que deben creer para ser salvados, ni cuál es el gobierno que deben aceptar. Cuando la verdad sea dicha a los pueblos y éstos puedan juzgar y decidir libremente, por sí mismos, veremos un mundo mejor.

La Jerarquía, debido al divino principio del libre albedrío en la humanidad, no puede predecir cómo actuarán los hombres en momentos de crisis, ni puede obligar a seguir la buena senda de la vida contra el deseo del ser humano, porque las buenas acciones deben llegar desde lo más profundo  del  pensamiento  y  sentimientos  humanos  y surgir como un esfuerzo libre y no dirigido; la Jerarquía no puede dar los pasos que impidan a los hombres cometer errores, pues los hombres por los errores cometidos se dan cuenta "a través del mal, que es mejor el bien".


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