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viernes, 27 de junio de 2014

DOCTRINA DEL CORAZÓN (ACV)

DOCTRINA DEL CORAZÓN (ACV)
No es extraño que los corazones se sientan hoy abrumados por la gran tensión de las corrientes que se entrecruzan: de las naciones, de las personalidades, del mundo y también ¡cómo no! aquellas que se infiltran del mundo sutil. Las enseñanzas del corazón nos acercan al Conocimiento, lo Bueno y lo Bello, induciéndonos a evocar el poder del bien, afirmar el poder del conocimiento y reconocer y practicar el principio creador de la benevolencia. El corazón representa el templo de la humanidad. La salvación de la humanidad reside en la fuerza motriz del corazón que no puede ser reemplazada por ningún otro centro. El corazón no es una morada de ídolos; es el punto focal de la vida que nos relaciona con los mundos más distantes. 
Existen dos tipos de conocimiento: La Doctrina del Ojo y la Doctrina del Corazón. 
La Doctrina del Ojo está constituida por lo que "aprendemos" del mundo exterior, y tiene su fundamento en la observación (los cinco sentidos) y el razonamiento. Es el conocimiento intelectual. También se lo conoce como conocimiento exotérico, o lo que es lo mismo: conocimiento visible, público. 
Llegamos a un punto en el que nuestra mente no es suficiente, ha sido necesaria e indispensable hasta llegar a donde estamos, pero percibimos que nos faltan respuestas que con solo la mente no podemos conseguir. Seguramente que nuestro Ser nos está empujando a “La Doctrina del Corazón” que  está constituida por una serie de "vivencias" interiores muy profundas, que tienen su fundamento en la Conciencia y la Reflexión íntima, y que pueden entenderse como "intuición". Es un conocimiento que no puede transmitirse en forma verbal ni escrita. 
Sin demasiada tecnología me atrevería a decir que la doctrina del corazón es la doctrina del amor, cuando llegamos a concebir, ver y vivir el amor en su autenticidad, estamos tratando de La Doctrina del Corazón. Es la Ley con mayúsculas, la Ley de Leyes. Con la Ley del Amor no haría falta ninguna otra Ley, ya que el amor auténtico es tan compasivo y tan generoso que sabe, puede hacerlo, y darlo todo, sin recibir mandatos, sin órdenes, porque se habrá llegado al Amor- Sabiduría (también con mayúsculas). Cuando nos aproximamos a la Doctrina del Corazón nos estamos acercando a la esencia,  a LA VIDA. 
La Doctrina del Corazón es la creencia en el Mundo Sutil, "más allá del ámbito terrenal", el cual nos acerca a la esencia de la vida (esfera de Fuego). Una creencia es un articulo de fe substanciado en la esperanza por hechos evidentes y sin embargo intangibles. Tiene un fundamento muy superior a aquello que algunos aprendimos y que se nos decía que “fe es creer sin ver”. Afortunadamente ya hay algunos que saben que “la fe es la substancia de las cosas esperadas y la evidencia de las cosas no vistas”. 
El corazón es una de las dos polaridades definidas por la experiencia auto-consciente. Cabeza y corazón, luz y amor necesitan coexistir en equilibrio dinámico en cada etapa del sendero para que la verdadera paz o unidad sea hallada en él. Todo está inseparablemente interconectado en el universo. El Amor relaciona todo lo que existe. El Amor es Pura Relación. La Luz es el medio de relación y contacto. El Pensamiento es el complemento de radiación y propulsivo de la fuerza receptiva y magnética del Amor. Observar,  ver a través del alma, es proyectar la propia conciencia, que es Luz, en otra conciencia amorosamente expectante. La Luz revela al Amor y el Amor revela la Luz, en la relación entre Conocedor y Conocido. Luz-Amor es la auténtica sustancia de las cosas esperadas, la evidencia de las cosas no vistas. 
La cognición iluminada es el único camino para conocer verdaderamente lo Real  y establecer relaciones verdaderamente causales entre los distintos acontecimientos. Así se revela el Propósito Divino. De este modo, la unidad y la paz son reconocidas en absoluta simplicidad. 
La Disciplina del corazón es  fuente de discernimiento amoroso. Actuar y hablar desde el corazón representará que las afirmaciones del corazón servirán siempre para equilibrar las negaciones de la cabeza. El discernimiento es el correcto equilibrio entre la sensibilidad del corazón que afirma y la selectividad de la cabeza que niega. 
Cuando decimos que las energías del plexo solar deben ser transferidas al Corazón, estamos hablando del proceso evolutivo, ya que las energías del plexo solar, hasta ahora expresión de la potente naturaleza de los deseos que nutre la vida emocional de la personalidad, en este proceso, llega el momento en que son transmutadas y reorientadas, para finalmente ser conducidas al centro cardíaco. Se obtiene como resultado la comprensión de la conciencia, el amor y el propósito grupales, que hacen del aspirante un Servidor de la humanidad y un asociado de los Hermanos Mayores de la Raza. Esto representa un gran esfuerzo y trabajo, obligándonos a purificar las emociones y deseos, pasando estas energías al centro cardíaco. 
En este proceso evolutivo se va a llegar al desarrollo de los poderes psíquicos, o poderes del alma. Llegado este momento actuaremos como magos blancos, colaborando con el Plan  Divino, porque habremos conseguido vivir en el amor y actuar desde el amor, lo cual implica olvido de sí mismo,  inofensividad y correcta palabra; deja de haber separatividad y todo lo que invoquemos será  siempre para el bien común  y nunca para el yo separado. 
Los poderes psíquicos se van a manifestar cuando desde el AMOR invocamos luz, paz, justicia, etc., para la humanidad. Aquí hay que tener abierto el centro del corazón. 
En este intento por vivir el discipulado y la Doctrina del Corazón, vamos  a hacer referencia a las Cuatro Nobles Verdades: 
1ª: El dolor.
2ª: La causa del dolor.
3ª: La cesación del dolor.
4ª: El sendero que conduce a la cesación del dolor. 
La primera Verdad la explicaba Buda de este modo: toda la vida del hombre en el mundo es una vida que, o bien está llena de dolor, o en cualquier momento está expuesta a padecerlo. 
En la segunda de estas Verdades, se pasa a investigar cuál es la causa del dolor y después de un cuidadoso análisis llega a la conclusión de que la causa de todo dolor es el deseo inferior. 
Así pasamos a la Tercera Noble Verdad, la cesación del dolor y, naturalmente, el modo de escapar del dolor es rechazar y combatir este deseo inferior. Así pues, Buda dice que si conseguimos fijar nuestros pensamientos en lo superior y aprender a separar nuestros deseos de los niveles inferiores, todo dolor cesará para nosotros, y disfrutaremos de calma y serenidad.
La Cuarta Noble Verdad nos expone el método por medio del cual esta carencia de deseo puede ser obtenida. El sendero para obtener esto, dice, contiene ocho etapas, por cuyo motivo en la literatura budista se habla constantemente de él como del “Noble Óctuple Sendero” que implica: Recto Entendimiento, Recto Pensamiento, Recto Lenguaje, Recta Acción, Recta Vida, Recto Esfuerzo, Recta Atención y Recta Concentración. 
Aún la misma Jerarquía, con todo su conocimiento, visión y comprensión, y con todos sus recursos, no puede ejercer coerción ni predecir lo que hará el género humano. Puede estimular y estimula la recta acción; puede indicar e indica la posibilidad y la responsabilidad; puede enviar y envía sus instructores y discípulos para educar y conducir a la raza; pero en ningún momento ni situación da órdenes o asume el control. Puede extraer  el bien  del mal y lo hace iluminando situaciones e indicando la solución de un problema, pero la Jerarquía no puede ir más allá de esto. Si asumiera un control autoritario, se desarrollaría una raza de autómatas y no una raza de hombres responsables.  A cualquier precio el hombre debe aprender a permanecer y a actuar solo. Recorrer el Camino en paz y que posea la luz y el poder para servir, es el deseo del corazón. Llegar a la Doctrina del Corazón y experimentar la soledad aumenta a medida que el aspirante se aparta del mundo. Siempre llega un intervalo donde el discípulo siente un aparente e intenso aislamiento, pero es sólo una ilusión. Hay que saber que no se  está solo. La soledad, es una de las primeras cosas que  indican a los discípulos que se están preparando para la iniciación. Nos referimos a la soledad que se produce cuando el discípulo aceptado se convierte en discípulo consagrado y abandona la vida de concentración en el plano físico, y de identificación con las formas.  
A todo discípulo le es revelado un determinado tipo de soledad espiritual, constituyendo una prueba de desapego oculto que todo discípulo debe dominar. Esta soledad debe enfrentarla y comprenderla, y tiene como resultado dos cosas: primero, saber cuál es la exacta etapa alcanzada en la escala de la evolución o en el sendero y, segundo, la percepción intuitiva de la etapa evolutiva lograda por aquellos con quienes entramos en contacto en el camino de la vida. Muy pocos se atreven a ver a sus semejantes tal como son en realidad, por temor a las críticas - pues es muy difícil desarrollar verdaderamente la comprensión amorosa que permite realmente ver en las personas sus defectos y sus virtudes, sus pequeñeces y sus grandezas, y amarlas como antes y aún más. En esta soledad no hay morbosidad, retiro ni  separatividad.  Sólo existe el “lugar donde permanece el discípulo, desapegado y sin temor, y a ese lugar de total quietud llega el Maestro y desaparece la soledad”. 
Seguro que antes o después vamos a llegar a “La Doctrina del Corazón”, para lo cual tendremos que superar las experiencias necesarias que tienen su fundamento en la Conciencia y la Reflexión íntima, y que se expresa como "intuición". Es algo que no nos podemos transferir; tendremos que vivirlo. Por esto se lo conoce como conocimiento esotérico, que significa "oculto", "escondido", "secreto". Que no está oculto a nadie, ni tampoco se guarda en secreto, pero al que solamente puede llegar el que ha trabajado la transmutación de sus cuerpos, ha redimido la materia y se ha abierto ese gran ventanal que le da acceso a la doctrina del Corazón. No se puede decir que esta es la época de la doctrina del corazón o del Agni Yoga; puede serlo, pero para el que haya realizado el trabajo previo: redimir la materia o transmutación de los cuerpos. 
La lectura atenta y meditativa de esta doctrina nos va a permitir  penetrar en lo más profundo del corazón, en donde los sabios de todos los tiempos hallaron el manantial silente de toda posible sabiduría. La medida de lo pequeño y de lo grande en la vida humana es justificada desde el centro místico del corazón. Tal como decía en cierta ocasión el Maestro K. H. "... la inteligencia humana está capacitada para medir las pequeñas verdades, el Amor, que es síntesis de nuestro Universo, trata de descubrir la Verdad, la esencia del propio Dios". 
Ciencia del Corazón, es un intento jerárquico de hacer que "las pequeñas voluntades de los hombres", reconozcan que en su pequeño corazón se halla la simiente de la Sabiduría de todas las épocas y que deben refugiarse constantemente en este íntimo Santuario si quieren hallar la paz y la serenidad de sus vidas. No hay poder alguno en el Universo, por elevado que sea, que pueda resistir los impulsos serenos del corazón. El Corazón es el Sendero Secreto que lleva al devoto por las balsámicas praderas de la Compasión y del Servicio desinteresado, abrazando la vía unitiva amorosa por encima de las conjeturas de la mente. Es la calidad envolvente e inclusiva de la experiencia de Compasión Universal, que sirve de puente seguro sobre el que el Peregrino Espiritual avanza arduamente mirando por sus hermanos en la travesía; ocupándose de curar las heridas y consolar  los desahucios de la vida. 
Es el AMOR, y ojalá que pronto, mejor que tarde, podamos decir: 
EN EL CENTRO DE TODO AMOR PERMANEZCO 
Y se nos abrirán todas las puertas, descubriremos LA VERDAD. 
Llegar verdaderamente a la Doctrina del Corazón, al Agni Yoga, al Conocimiento Directo, requiere haber desarrollado, explotado, superado y trascendido las energías de cada uno de los cuerpos:  Físico,  Emocional y Mental. Sin esta superación es imposible llegar a la Doctrina del Corazón, al Agni Yoga que es EL AMOR. El conocimiento directo debe disponer de un vehículo de expresión perfecto y no se puede llegar sin haber redimido plenamente la materia. 
Se dicen otras cosas por ahí, pero nosotros escuchemos la voz del alma.



Ana Castro.

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