LA VIDA Y SU ORIGEN
Por José Mejía R. Febrero de 2014
La
Vida: faltarían espacio
y tiempo para
dilucidar este asunto,
todavía complejo para la mente materialista y científica, pero accesible
a la persona que ve también con los ojos del espíritu. Hablar de la Vida es
hablar de la creación misma.
Antes de trazar un ligero esbozo sobre
este tema, es necesarísimo entender que
todo lo que ocurre y se hace en el mundo material, primero ocurre y se hace en
el mundo espiritual.
También decir que en armonía con el
axioma hermético: "Como arriba es abajo" y viceversa, los Sistemas
Solares nacen, mueren y tornan a nacer nuevamente, siguiendo ciclos de
actividad y reposo, semejante al hombre.”
Y, es además imperativo forzar una
abstracción mental en el sentido de dar
como posible, factible la hipótesis ya manejada por la astrofísica
contemporánea de los multiversos, o universos paralelos, por lo que la muy controversial aunque
generalizada teoría cosmológica del Big Bang y
toda las premisas necesarias alrededor de ella para que la teoría sea
válida y se pueda sustentar, conocidas como singularidades , (verbigracia: no
hay nada antes del Big Bang, por lo que hablar ni de tiempo ni espacio atrás de
este punto cero no es admisible), quedan al menos en entredicho y en suspenso.
(Ver:
https://www.academia.edu/5673067/Espacio-Tiempo.)
Con estas premisas haré un abstracto
de lo que intentamos exponer. Nadie más
que Max Heindel para explicar estos temas y de su obra principal, el Concepto
Rosacruz del Cosmos, extraigo algunos
párrafos que son fundamentales:
“Podemos emplear un buen ejemplo para
ilustrar la construcción de un Cosmos. Supongamos un hombre que desea hacer una
casa para habitarla. En primer término elegirá un sitio apropiado, y entonces
procederá a construir la casa, dividiéndola en varias áreas destinadas a
ciertos propósitos. Hace una cocina, un comedor, dormitorios y cuarto de baño y
las arregla de manera que sirvan para el objeto a que están destinadas.
Cuando Dios desea crear, busca un sitio
apropiado en el espacio, el que llena con su propia aura, compenetrando cada
átomo de la Sustancia-Raíz Cósmica de esa porción particular de espacio con Su
vida, despertando de esa manera las actividades latentes en cada átomo
indivisible.
Esta Sustancia-Raíz Cósmica es una
expresión del polo negativo del Espíritu Universal, mientras que el Gran Ser
Creador que llamamos Dios (de quien, como espíritus, formamos parte) es una
expresión de la energía positiva del mismo Espíritu Universal Absoluto. Todo
cuanto vemos en torno nuestro en el Mundo Físico es el resultado de la acción
mutua de esos dos polos. Los océanos, la tierra, todo cuanto vemos
manifestándose como formas minerales, vegetales, animales y humanas, son
espacio cristalizado, emanados de esa Sustancia Espiritual negativa, que es lo
que únicamente existía en la aurora del Nuevo Día de Manifestación. Tan
seguramente como la concha dura y silícea del caracol son los jugos
solidificados de su blando cuerpo, así también todas las formas son
cristalizaciones en torno al polo negativo del Espíritu. Dios extrae de la
Sustancia-Raíz Cósmica su esfera inmediata, y de esta manera la sustancia
comprendida dentro del Cosmos naciente se hace más densa que la que está en el
Espacio Universal entre Sistemas Solares.
Cuando Dios ha preparado así el material
para su Habitación, lo pone en orden. Cada parte del sistema queda compenetrado
por su Conciencia, pero con una modificación diferente de esa conciencia en
cada parte o división.
La Sustancia-Raíz Cósmica es puesta en
vibración a diversos grados de intensidad y, por lo tanto, está diferentemente
constituida en las distintas divisiones o regiones.
Lo que antecede sirve para enseñarnos la
forma en la que los Mundos vienen a
la existencia y
su ajuste para
servir a los
diferentes propósitos de la
evolución, exactamente lo mismo que cuando arreglamos una casa para que se
adapte a las necesidades de nuestra vida física diaria.
Respecto a nuestros mundos más cercanos,
se dice que en el principio de un Día de Manifestación, cierto Gran Ser
(llamado en Occidente Dios, pero con otros nombres en otros países), se aísla a
Sí Mismo en cierta porción de
espacio, en la que se crea un Sistema
Solar para la evolución y aumento de su propia conciencia.
Incluye en su propio Ser huestes de
gloriosas Jerarquías, de para nosotros, inconmensurables poder y esplendor
espiritual. Esas jerarquías son el fruto de las pasadas manifestaciones de ese
mismo Ser y también de otras Inteligencias, de decrecientes grados de
desarrollo hasta las que aún no han adquirido un estado de conciencia tan
elevada como el de nuestra humanidad actual. Por lo tanto, estas últimas no
podrán acabar su evolución en este sistema, (animales, vegetales y minerales
actuales presentes, que son parte de la Tierra- jmr)
En Dios – ese Gran Ser colectivo-
existen seres inferiores de toda clase de inteligencias y de estados de
conciencia, desde la omnisciencia hasta la inconsciencia, más profunda aún que
la del trance profundo.”
Bien, entonces, si hemos logrado
entender este proceso, se nos aclara un poco el panorama de cómo la vida evoluciona en el cosmos, en una recurrencia
infinita, que no comenzó, cuando se creó este universo sino que éste es uno de
tantos ciclos de noches cósmicas, caos y creación durante inmemoriales eones de constante y mejorada
involución-evolución.
Con respecto a la vida en la Tierra, el
proceso es similar, excepto que ésta, como el planeta en que ha devenido, sí
tiene un “principio” más cercano, que es común al de los otros planetas que
conforman el Sistema Solar al que pertenecemos. Y eso es posible, por virtud de
que el Universo se va creando y transformando sostenidamente y, tal como la
ciencia ortodoxa lo afirma y comprueba, se crean y destruyen sistemas solares,
estrellas, planetas, satélites, asteroides, etc., en concordancia con los
principios que se afirmó en los primeros párrafos de esta apretadísima
síntesis.
Seguimos: “Durante el período de
manifestación con el que estamos relacionados, esos seres de varios grados
están trabajando para adquirir más experiencia que la que poseían al principio
de este período de existencia.
Aquellos que, en manifestaciones
anteriores, habían alcanzado el más alto grado de desarrollo, obran sobre los
que aún no han desarrollado conciencia alguna. Inducen en ellos un estado de
conciencia propia, con la cual pueden seguir trabajando en lo sucesivo. Los que
ya habían principiado su evolución en un Día de Manifestación anterior, pero
que no han progresado hasta llegar a un grado superior cuando aquél terminó,
prosiguen ahora su tarea nuevamente, de igual manera que nosotros proseguimos
nuestro trabajo cada mañana después de la noche de reposo anterior.
Todos estos seres, sin embargo, no
continúan su tarea desde el primer momento de manifestación. Algunos deben
esperar hasta que los seres que les preceden hayan creado las condiciones que
son necesarias para su progreso ulterior. No hay ningún proceso instantáneo en
la Naturaleza. Todo es un desarrollo extraordinariamente lento, un
desenvolvimiento que, aunque lentísimo es absolutamente seguro y alcanzará la
suprema perfección. De igual manera que hay estados progresivos en la vida
humana: Infancia, adolescencia, virilidad y decrepitud, así también en el
macrocosmos existen los diferentes estados correspondientes a los varios
períodos de vida microcósmica.”
“ Un niño no puede hacerse cargo de los
deberes del padre o de la madre. Su adormecida mente y su condición física lo
hacen incapaz de ejecutar semejante trabajo. Y lo mismo es cierto en esos seres
poco desarrollados al principio de la manifestación. Tienen que esperar hasta
que los más desarrollados hayan creado las condiciones necesarias para ello.
Cuanto más inferior es el grado de inteligencia de un ser evolucionante, tanto
más depende de la ayuda externa.
En el Principio, los seres más elevados
-los que han progresado más obran sobre los que tienen mayor grado de
inconciencia. Más tarde, los guían hacia algunas entidades menos desarrolladas,
las que pueden llevar ese trabajo un poco más adelante. Por último se despierta
la conciencia de sí, del yo. La vida evolucionante se ha convertido en humana.
Desde el punto en que la propia
conciencia individual del Ego se manifiesta, debe seguir adelante para extender
y expansionar su conciencia sin ayuda exterior alguna. La experiencia y el
pensamiento tienen que tomar entonces el lugar de los instructores externos, y
la gloria, poder y esplendor que puede adquirir son ilimitados.
El período de tiempo dedicado a la adquisición
de la conciencia de sí, del yo y a la construcción de los vehículos por cuyo
intermedio se manifiesta el espíritu del hombre, se denomina
"Involución".
El subsiguiente período de existencia,
durante el cual el ser humano desarrolla su conciencia propia hasta convertirla
en divina omnisciencia, se llama "Evolución".
La Fuerza interna del ser evolucionante
que hace de la evolución lo que es y no un simple desenvolvimiento de
posibilidades latentes, en germen; la que hace que la evolución de cada
individuo difiera de la de los demás; la que suministra el elemento de
originalidad y da lugar a la facultad que el ser evolucionante debe cultivar
para convertirse en un Dios, esa Fuente se llama "Genio" y su
manifestación es la "Epigénesis".
Finalmente, hay un punto fundamental
que es necesario señalar: “Los
científicos materialistas se han visto burlados en sus esfuerzos para descubrir
el origen de la vida, cómo surgieron cosas vivientes de la materia antes
muerta. En realidad, de acuerdo con la explicación oculta de la evolución, la
cuestión debería ser: Cómo se originaron las cosas "muertas." La Vida
fue anterior a las formas muertas. Ella construyó sus cuerpos de la substancia
vaporosa y sutil, mucho antes de condenarse en la corteza sólida de la Tierra.
Únicamente cuando la Vida ha abandonado a las formas pueden éstas
cristalizarse, endurecerse y morir. El carbón mineral no es otra cosa que el
cuerpo cristalizado de los cuerpos vegetales, lo mismo que el coral es la
cristalización de las formas animales. La vida deja las formas y las formas
mueren. La vida
nunca vino a una forma a despertarla y
animarla. Fue la vida la que se retiró de las
formas y las formas murieron.
Así es como
aparecieron las cosas "muertas."
"Nunca ha nacido el espíritu y
nunca dejará de ser. Nunca hubo tiempo en que
no fuera, pues principio y
fin solo con
ensoñaciones. El espíritu permanece siempre sin nacer y sin
morir, y la muerte no puede afectarlo absolutamente. Así como uno se saca el
vestido ya usado y tomando Otro dice: "Este me pondré hoy," así
también deja el espíritu su vestido de carne y va en busca de otro nuevo."
Es la vida la que construye las formas y
las emplea por un tiempo para progresar con su ayuda. Cuando su utilidad ha
cesado, la vida se va y entonces las formas que deja quedan muertas. De manera,
pues, que la pregunta debió ser expresada así: "¿Cómo se originó la
muerte?," ya que la vida es y no tiene origen ni terminación”
José Mejía R. Febrero de 2014
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