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miércoles, 12 de febrero de 2014

LUCIFER ¿QUÉ HAY EN UN NOMBRE? [Artículo por H. P. Blavatsky]



LUCIFER ¿QUÉ HAY EN UN NOMBRE?
[Artículo por H. P. Blavatsky]
Por qué la revista se llama “LUCIFER”


He aquí un artículo de  H. P. Blavatsky, que nos puede ilustrar mucho sobre el tema de Lucifer y los Ángeles Caídos. La ignorancia es un gran enemigo de LA VERDAD, y los que la buscamos debemos perder cualquier miedo para que LA VERDAD brille. 
Mi agradecimiento a un compañero del camino, J.R.S., que me ha facilitado el artículo. A.C.V.

¿Qué hay en un nombre?  Muy a menudo  hay en él más que lo que un profano está preparado para entender, o el místico erudito para poder explicar. Hay una invisible,  secreta,  pero muy potente  influencia  que acompaña  cada nombre y "la va dejando dondequiera  que va." Carlyle concibió que "no solo hay  mucho,  sino,  casi  todo,  está  en  los  nombres."  Además,  escribió  lo siguiente: "Si yo pudiera desarrollar toda la influencia que llevan los nombres, los cuales son la más importante de todas las vestiduras, sería un segundo gran Trismegistus."

El nombre o título de una revista que comienza ya con un objeto definido, es, por  consiguiente,  de  suma  importancia;  pues,  ciertamente  es,  la  semilla invisible, la cual, o bien crecerá "para convertirse en un árbol, capaz de cubrirlo todo,"  los  frutos  del  cual  dependerán  de  la  naturaleza  de  los  resultados producidos por el objeto original, o el árbol marchitará y morirá. Estas consideraciones demuestran que el nombre de la presente revista—aunque ambiguo  a  los  oídos  del  Cristiano  ortodoxo—no  se  debe  a  una  selección descuidada, sino surgió como consecuencia de mucho pensar en un nombre apropiado, y fue adoptado como el mejor símbolo que expresa ese objeto y con esta perspectiva los resultados.

El  primero  y  más  importante,  o  si  no  el  solo  objeto  de  la  revista,  está expresado en la línea de la 1ra Epístola a los Corintios, en su primera página. Es para traer luz a "las cosas ocultas en la oscuridad," (iv. 5); mostrar en su verdadero  aspecto  y  sus  significados  originales  y  reales,  cosas  y  nombres, hombres con sus acciones y costumbres; y finalmente luchar todo prejuicio, hipocresía y engaño en cada nación, en cada clase social, así como en cada departamento  de  la  vida.  Una  tarea  difícil  pero  no  impracticable  ni  inútil, aunque sea un experimento.

De modo que, para una empresa  de esta naturaleza,  no podría  encontrarse mejor título que aquel que se escogió. "Lucifer," es la clara estrella-matutina, la precursora del glorioso sol del mediodía—el "Eosphoros" de los griegos. Brilla tímidamente al amanecer para ganar fuerzas y deslumbrarnos la vista después del crepúsculo de la tarde con su propio hermano "Hesperos"—la estrella vespertina,  o  el  planeta  Venus.  No  existe  símbolo  más  apropiado  para  el presente trabajo—lanzar un rayo de la verdad sobre todo lo que está oculto por oscuros prejuicios, debido a erróneas concepciones sociales o religiosas, precisamente por esa idiota costumbre que existe, en que, una vez que alguna acción,  cosa,  o  nombre  ha  sido  marcado,  difamado  con  invenciones,  no obstante   injustas,   hace   que  personas   vistas   como   respetables,   decidan apartarse  sin  atreverse  siquiera  a  examinarlo  bajo  cualquier  otro  aspecto, excepto  ese  que  está  sancionado  por  la opinión  pública.  De modo  que  ese esfuerzo, hacer que los débiles de corazón se enfrenten a la verdad, es asistido eficazmente por un título perteneciente a la categoría de nombres marcados.

Lectores considerados como religiosos devotos pueden argüir que "Lucifer" es aceptado por todas las iglesias como uno de los numerosos nombres del Diablo. De acuerdo con la magnífica ficción de Milton, Lucifer es Satanás, el ángel "rebelde,"  enemigo  de  Dios  y  de  los  hombres.  Aunque,  si  uno  analiza  la rebelión, se va a encontrar que ésta no es más que una afirmación de libre- albedrío y de libre pensamiento, igual que si Lucifer hubiese nacido en el siglo XIX. El epíteto de "rebelde" es una calumnia teológica, a la par con esa otra denigración de Dios por los Predestinarios,  la que convierte a la deidad en un demonio  "Todo-Poderoso,"  peor que el mismo  Espíritu  "rebelde."  "Un Diablo Todo-Poderoso  deseoso  de  que  lo  'cumplimenten'  como  todo  misericordioso cuando él está esforzándose en actuar con la más diabólica crueldad," como escribió  J.  Cotter  Morison.  Ambos,  el  preordinario  y  predeterminario  Dios- demonio, y su subordinado agente, son una fabricación humana; son dos de los más, moralmente  repulsivos y horribles dogmas teológicos, que las pesadillas de monjes, con aversión a la luz, han llegado a desarrollar alguna vez, de sus deseos inmundos.

Ellos  se remontan  a la edad  Medieval,  un período  de oscurantismo  mental, durante el cual casi todos los prejuicios y supersticiones presentes fueron inculcados a la fuerza en la mente humana, de esta forma los han hecho casi imposibles de desarraigar en algunos casos, uno de los cuales es el presente prejuicio que estamos discutiendo.

Tan  profundamente  enraizado  está  el concepto  formado  de  antemano,  y la aversión al nombre Lucifer—el cual no significa nada más que "portador de la luz" (de lux, lucis, "luz", y ferre "traer")1 aún entre las clases educadas, que por razón de adoptar el título para la revista, los editores tienen la perspectiva ante ellos de una larga lucha contra el prejuicio del público. Tan absurdo y ridículo es ese prejuicio, que parece que nadie se ha llegado a preguntar, cómo es que Satanás llegó a ser llamado un "portador de la luz," a menos que los rayos plateados de la estrella-matutina puedan en alguna forma sugerir el resplandor de las llamas infernales. Esto no es más que, como Henderson demostró, "una de esas perversiones vergonzosas de escritos sagrados que estos adquieren con frecuencia,  y que  pueden  ser  rastreados  a una  propensión  a buscar  en  un pasaje determinado,  más que lo que en realidad contiene—una  disposición  a ser influenciado por sonido en vez del sentido, y una fe implícita en la interpretación  recibida"—la  cual  no  es  una  de  las  debilidades  de  nuestra presente era. Con todo eso, el prejuicio está allí, para vergüenza  de nuestro siglo.

Esto no se puede evitar. Las dos editoras estarían siendo desleales  ante sus propios ojos, traidoras al mismo espíritu de la obra que estamos proponiendo, si ellas cedieran  a la presión  y huyeran  de la batalla.  Si se está decidido  a combatir los prejuicios, y sacudir las telarañas de la superstición y del materialismo,  de los más nobles ideales de nuestros  antepasados,  uno tiene que prepararse para hacerle frente a la oposición. "La corona del reformador y del innovador es una corona de espinas" ciertamente. Si se fuera a rescatar la Verdad en toda su casta nudez del pozo casi sin fondo, adonde fue arrojada por todos los subterfugios e hipócritas convenciones sociales, no se debe titubear al descender a la oscuridad, por la boca ancha del pozo. No importa de que forma los murciélagos ciegos—habitantes  de las tinieblas y que odian la luz—vayan a tratar al intruso en su lóbrega morada. A no ser que uno sea el primero en hacer uso del espíritu  y el valor que predica  a los demás,  será considerado como un hipócrita y uno que se ha apartado de sus propios principios.

Apenas habíamos acordado con el título, cuando las primeras premoniciones de lo que nos esperaba, aparecieron  en el horizonte, en materia de oposición al título  escogido.   Una  de  las  editoras   recibió   y  anotó   ciertas   objeciones caldeantes.  Las  escenas  que  siguen  a  continuación  son  bosquejos  de  la naturaleza.

I

Un  Bien-conocido   Novelista.  Dígame  sobre  su  nueva  revista.  ¿Qué  clase  de personas piensa atraer?

Editor. Ninguna clase en particular: esperamos apelar al público en general. Novelista. Me alegra saber eso. Por vez primera seré uno del público, ya que no entiendo su tema en lo más mínimo, y quisiera entenderlo. Pero debe recordar que si su público la va a entender, éste por necesidad va a ser muy pequeño. La gente habla de ocultismo en estos días, de la misma manera que hablan de muchas otras cosas, sin tener la más mínima idea de lo que esto significa. Somos tan ignorantes y—con tantos prejuicios.

Editor. Exactamente. Eso es lo que llama a la existencia a la nueva revista. Nos proponemos educarle y desenmascarar cada prejuicio.

Novelista.  Realmente  es buena  noticia  para  mí,  pues  deseo  ser  educado.  ¿Qué nombre le va a dar a su revista?

Editor. Lucifer.

Novelista. ¡Qué dice! ¿Es que piensa educarnos en el vicio? Conocemos bastante de eso. Sabemos que abundan los ángeles caídos. Puede que reciba popularidad, pues ahora están de moda las palomas manchadas,  mientras  que los ángeles de alas blancas  se  consideran  aburridos.  Pero  así  y  todo  dudo  que  pueda  enseñarnos mucho.

II

Un Hombre de Mundo (en tono bajo, pues la escena es una cena con invitados). He oído que piensa comenzar una revista, basada en ocultismo. Sabe, esto me agrada mucho. Por regla general no hablo mucho sobre estos temas, pero sin embargo, durante mi vida me han ocurrido cosas extrañas que no pueden explicarse de una manera ordinaria. Espero que usted profundice y nos incluya explicaciones.

Editor.  Por  supuesto  que  trataremos.  Es  mi  impresión  que  cuando  en  alguna medida, el ocultismo es comprendido,  sus leyes son aceptadas por todos como la única inteligible explicación de la vida.

U. H. M. Justamente,  quisiera  saberlo  todo  sobre  ese tema,  le aseguro  por mi honor,  la vida es un misterio.  Me consta  que abundan  otros curiosos  como  yo. Estamos  en  una  edad  que  está  afligida  con  la  misma  enfermedad  Yankee  de "querer saber." Verá cómo le voy a conseguir cantidad de subscriptores. ¿Cómo es que se va a llamar la revista?

Editor. Lucifer—y (anticipándose  por la experiencia previa) no tome el nombre en su sentido erróneo. Es el espíritu divino el cual se sacrificó por la humanidad—fue la acción  de  Milton  lo  que  lo  hizo  estar  asociado  con  el  diablo.  Somos  enemigos declarados  de  todos  los  prejuicios,  y  está  muy  apropiado  que  ataquemos  un prejuicio  como  éste—el  de  Lucifer.  Usted  sabe,  él  es  la  Estrella  Matutina—el Portador de la Luz. . . . .

U. H. M. (interrumpiendo).  Yo sé todo eso—al  menos  no lo sé, sino acepto  sus buenas razones para escoger ese título. Pero su primer objetivo es tener lectores; supongo  que  usted  desea  que  el  público  compre  su  revista.  Eso  está  en  el programa, ¿no es así?
Editor. Por supuesto.

U. H. M. Pues bien, escuche la advertencia de un hombre versado en los caminos del mundo. No marque su revista desde sus comienzos,  con el color equivocado. Sin embargo, es evidente que si uno se pone a pensar y analiza de donde deriva y de su significado, se da cuenta que Lucifer es una excelente palabra. Pero el público no se va a detener a pensar en derivaciones y significados; y la primera impresión es la más importante. Nadie le va a comprar la revista si la llama Lucifer.

III

Una  Señora  de Sociedad  Interesada  en Ocultismo.  Me  interesa  saber  algo  más sobre la pequeña revista, pues he interesado  a un gran número de personas  en ella, aún con lo poco que me ha dicho. Pero se me hace difícil explicar su verdadero propósito. ¿Cuál es?
Editor. Tratar y dar un poco de luz a aquellos que la desean.

U. S. S. Pues bien, esta es una manera bien simple de ponerla, y me va a ser muy útil. ¿Cómo se va a llamar la revista?

Editor. Lucifer.

U. S. S. (Después de una pausa) No lo puedo creer.

Editor. ¿Por qué no?

U. S. S. ¡Sus asociaciones son espantosas! ¿Qué objeto tiene el usar ese nombre? Suena como un chiste de mal gusto lanzado contra la revista por sus enemigos. Editor. Pero, usted sabe, Lucifer significa  el Portador  de la Luz, es simbólico  del Espíritu Divino—

U. S. S. Eso no importa—deseo hacerle bien a la revista y darla a conocer, y usted no puede esperar que yo entre en explicaciones cada vez que mencione su título? ¡Imposible!  La vida es muy corta y ocupada.  Además,  produciría  un mal efecto; todos pensarían de mí que soy una pedante, y no podría hablar, pues no resistiría que pensaran eso de mí. Se lo pido de favor, no la llame Lucifer. Nadie sabe el simbolismo de la palabra; lo que significa hoy en día es el diablo, nada más o nada menos.

Editor.  Pero  eso  es  un  gran  error,  y  uno  de  los  primeros  prejuicios  que  nos proponemos luchar en contra. Lucifer es el claro, el puro heraldo de la mañana— Señora (interrumpiendo). Yo pensaba que usted iba a hacer algo más interesante y más importante que blanquear personajes mitológicos. Vamos a tener que ir a la escuela de nuevo, o leer el Diccionario Clásico del Dr.Smith. ¿Qué uso va a tener una vez que todo esto se haga? Yo creía que nos iba a decir cosas de nuestras vidas y cómo hacer para mejorarlas.  Supongo  que Milton escribió  sobre Lucifer, ¿no?—pero ya nadie lee a Milton. Por favor dénos un título moderno que signifique algo humano.

IV

Un Periodista  (pensativamente,  al tiempo que enrollaba  un cigarrillo).  Si, es una buena idea, esta revista suya. Nos vamos a divertir con ella, como es de esperarse: y la vamos a hacer trizas en los diarios. Sin embargo, todos la vamos a leer, porque secretamente todos tenemos apetito por todo lo misterioso. ¿Cómo la va a llamar?

Editor. Lucifer.

Periodista  (encendiendo  un fósforo). ¿Por qué no la llama La Mecha? Igualmente apropiado y no tan pretencioso.

El  "Novelista,"   el  "Hombre   de  Mundo,"   la  "Señora   de  Sociedad,"   y  el "Periodista," deberían ser los primeros en instruirse. Una mirada rápida al verdadero y primitivo carácter de Lucifer no les puede hacer daño, sino quizá, curarlos  de  un  poco  de  prejuicio  ridículo.  Deben  estudiar  a  Homero  y  la Teogonía de Hesiodo, para que puedan hacerle justicia a Lucifer, "Eosphoros y Hesperos," la bella Estrella de la Mañana y de la Tarde. Si hay mejores cosas que hacer en esta vida que "blanquear  personajes  mitológicos,"  es más que inútil  calumniar  y pintarlos  con  el negro  de la infamia,  además,  demuestra tener una mente estrecha; y nada de esto honra a nadie.

Poner reparos al título de LUCIFER, solamente porque sus "asociaciones son espantosas"  se puede perdonar—si  es posible perdonarlo en alguna ocasión— sólo en el caso de un misionero  norteamericano  ignorante,  miembro  de una secta disidente, en el que su pereza natural y falta de educación lo inclinaría a preferir labrar las mentes de los infieles, tan ignorantes  como él, en vez de laborar los campos de siembra de su padre. En el clérigo inglés, sin embargo, quienes todos reciben una educación más o menos clásica, y estando supuestamente versados en toda la sofistería teológica y casuística, este tipo de oposición es absolutamente imperdonable. No solamente huele a hipocresía y engaño, sino que los coloca a ellos en un peldaño aún más bajo que a ese que ellos  llaman  el  ángel  apóstata.  Cuando  tratan  de  mostrar  que  el  Lucifer teológico, caído por la idea de que Ambicionar  vale  la  pena  para  reinar,  aunque  en  el  Infierno; Mejor reinar en el Infierno que servir en el Cielo.

Están virtualmente poniendo en práctica el supuesto crimen del cual de buena gana lo acusan. Prefieren reinar sobre el espíritu de las masas utilizando perniciosas  MENTIRAS,  productivas  de muchas maldades,  en vez de servir al cielo al servir la VERDAD. Esas prácticas sólo son dignas de Jesuitas.

Pero sus sagrados escritos son los primeros en contradecir sus interpretaciones y las asociaciones de Lucifer, la Estrella Matutina, con Satanás. Capítulo XXII de Revelación, verso 16th, dice: "Yo, Jesús...soy la raíz...y la brillante Estrella Matutina" (ρθρινοS  "sale temprano"): de aquí Eosphoros, o en latín Lucifer. El oprobio atado a este nombre es mucho más reciente, la Iglesia Romana se vio forzada  a cubrir  su difamación  teológica  mediante  su doble  interpretación— como de costumbre. Nos dicen que Cristo, es la "Estrella Matutina," el divino Lucifer;  y  Satanás  el  usurpator  del  Verbum,  el  "Lucifer  infernal."2   "El  gran Arcángel Miguel, conquistador de Satanás, es idéntico en el paganismo3 con Mercurio-Mithra, a quien, después de defender el Sol (simbólico de Dios) de los ataques de Venus-Lucifer,  se le dio posesión de este planeta, et datus est ei locus Luciferi. Y debido a que el Arcángel Miguel es el 'Angel del Rostro,' y 'el Vicario del Verbum' es considerado ahora en la Iglesia Romana como el regente de ese planeta Venus que 'el vencido enemigo había usurpado'." Angelus faciei Dei sedem superbi humilis obtinuit, dice Cornelius à Lapide (en Vol. VI, p. 229).

Esto explica por qué uno de los primeros Papas fue nombrado  Lucifer, como Yonge  y datos eclesiásticos  prueban.  Por eso es que el título escogido  para nuestra revista está tan asociado con ideas divinas y piadosas como con la supuesta rebelión del héroe del "Paraíso Perdido" de Milton. Al tomar el nombre de  Lucifer,  lanzamos  el primer  rayo  de  luz  y de  verdad  sobre  un  prejuicio ridículo que no debería tener cabida en esta "era de datos concretos y descubrimientos." Nosotros laboramos por la verdadera Religión y Ciencia, en el interés de los hechos y contra la ficción y el prejuicio. Es nuestro deber, al igual que el deber de la Ciencia física—profesada como su misión—lanzar luz o datos reales en la Naturaleza hasta ahora rodeados por la oscuridad de la ignorancia. Y al considerarse  justamente  a la ignorancia  como  el principal  promotor  de superstición,  ese trabajo  es, por consiguiente,  noble  y beneficioso.  Pero  las Ciencias  naturales  son  sólo  un  aspecto  de  CIENCIA  y  VERDAD.  Ciencias psicológicas  y  morales,  o  teosofía,  el  conocimiento   de  la  verdad  divina, dondequiera que ésta se encuentre, son aún más importantes con respecto al hombre, y la Ciencia real no debería limitarse solamente al aspecto físico de la vida y la naturaleza, ya que ésta es una abstracción de cada hecho, una comprensión   de   cada   verdad   dentro   del   alcance   de   la   inteligencia   e investigación  humana.  "La  ciencia  profunda  y exacta  de  Shakespeare  en  la filosofía mental" (Coleridge), ha probado ser más beneficiosa hacia el verdadero filósofo en el estudio del corazón humano—por  eso, en promover la verdad— que la más exacta, pero con certeza, menos profunda, ciencia de cualquier Miembro de la Real Institución.

Sin embargo, esos lectores que no están convencidos que la Iglesia no tenía derecho a lanzar un estigma sobre una bella estrella, y que lo hizo debido a la necesidad de explicar por cuenta de una de sus numerosas apropiaciones del Paganismo,   con  todas  sus  concepciones   poéticas  de  las  verdades  en  la Naturaleza,  les  pedimos  que  lean  nuestro  artículo  "Historia  de  un  Planeta." Quizá, después  de su lectura, se den cuenta de cómo Dupuis fue justificado cuando aseguró que "todas las teologías tienen su origen en la Astronomía." Con los modernos Orientalistas cada mito es solar. Este es un prejuicio más y una concepción  formada  de antemano  en favor del materialismo  y la ciencia física. Esta ha de ser una de nuestras  obligaciones,  combatirlo  junto con la mayoría del resto.


Lucifer, Septiembre de 1887

Notas

1  Fue Gregorio el Grande quien por primera vez aplicó este pasaje de Isaías, 'Cómo  has  podido  caer  desde  el Cielo,  Lucifer,  hijo  de  la  mañana,'  etc.,  a Satanás, y desde entonces la audaz metáfora del profeta, la cual se refería, después de todo, a un rey Asirio enemigo de los Israelitas, ha sido aplicado a Satanás.

2   Las  Memorias  de  Mirville  a  la  Academia  de  Francia,  Vol.  IV,  citando  al
Cardenal Ventura


3 Parecería que el paganismo que duró largos milenios hubiera copiado de antemano los dogmas Cristianos que estaban por venir.

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