CAUSAS Y EFECTOS DE LAS ENFERMEDADES, POR:
MAX HEINDEL
La enfermedad es realmente un fuego, el
Fuego Invisible, que es el Padre tratando de desintegrar las cristalizaciones
que se han ido formando en el cuerpo. Reconocemos fácilmente que la fiebre
pueda ser un fuego; pero la verdad es que los tumores, los cánceres y todas las
demás enfermedades son también efectos de ese fuego invisible que trata de
purificar el sistema y libertarlo de las condiciones que hemos creado al violar
las leyes de la Naturaleza.
Además, podemos decir que la enfermedad
es una manifestación de la ignorancia, único pecado, y que la curación esa
demostración del conocimiento aplicado, que es igualmente la única salvación.
Cristo es la corporación del Principio
de la Sabiduría, y en la misma proporción en que el Cristo se forme en nosotros
alcanzamos la salud. Por consiguiente, el que cura debe ser una persona
espiritual y tratar de infundir en su paciente los elevados ideales que tenga,
para que gradualmente aprenda a conformarse con las leyes de Dios que gobiernan
el Universo, alcanzando así una salud permanente en las vidas futuras, así como
en la actual.
El Antiguo Testamento se abre con el
relato de cómo el ser humano fue desviado por la falsa luz de Lucifer o
Espíritus Luciféricos, lo cual fue la causa de todas las penas y sufrimientos
que hay en el mundo. Y termina con la promesa de que el Sol de la Salvación
surgirá, con la salud en sus alas. Y en el Nuevo Testamento encontramos el Sol
de la Rectitud, de Justicia, la verdadera luz, que vino a salvar al mundo, y el
primer hecho que se relata con respecto a Él es que tuvo una Concepción
inmaculada.
Ahora bien, este punto debe ser
comprendido plenamente: que las pasiones aportadas por Lucifer son las que han
traído el dolor el pecado y el sufrimiento al mundo. Cuando el poder creador se
emplea para gratificar los sentidos, sea en vicio solitario o en compañía, con
o sin matrimonio legal, ese pecado no puede ser perdonado y debe ser expiado.
La Humanidad está actualmente sufriendo en conjunto por ese pecado. Los cuerpos
debilitados, las enfermedades que vemos en torno de nosotros, han sido causados
por siglos de abusos, y hasta que aprendamos a subyugar nuestras pasiones, no
puede existir verdadera salud en la raza humana.
Antes de la impregnación del cuerpo de
deseos con este principio demoníaco, la concepción era inmaculada, constituía
un verdadero sacramento. El ser humano se movía entonces en presencia de los
Ángeles, puros y sin vergüenza. El acto de la fertilización era tan casto como
el de una flor. Por consiguiente, tan pronto como se cometió el primer pecado,
el Ángel mensajero les puso una falda de hojas, para imprimir en ellos el ideal
que tendrían que aprender a vivir, esto es, el de las plantas.
Cuando podemos realizar el acto de la
generación en una forma pura, casta y sin pasión, como lo realizan las plantas,
entonces se produce una concepción inmaculada y nace un Cristo, capaz de sanar
todos los sufrimientos de la humanidad, capaz de conquistar la muerte y
establecer la inmortalidad, una luz verdadera para guiar a la humanidad hacia
su destino y arrancarla a la fascinación del fuego fatuo de la pasión, mediante
el sacrificio de si mimo y de la compasión.
Éste es, pues, el gran ideal hacia el
que nos dirigimos: purificarnos de todo egoísmo e inter-personal.
De ahí que contemplamos el emblema de la
Rosa-cruz como un Ideal. Las siete rosas rojas representan la sangre
purificada; la rosa blanca muestra la pureza de la vida, y la estrella dorada
radiante simboliza la inestimable influencia de la salud, el impulso espiritual
elevador que irradia de todo servidor de la Humanidad.
Hasta que la vida del Cristo nos ilumine
por dentro, no podemos ni comprender ni seguir las leyes de la Naturaleza, y,
por consiguiente, contraemos enfermedades por nuestra ignorante violación de
esas leyes. Para emplear las palabras de Émerson, podríamos decir que una
persona enferma es un pillo en el acto de ser cogido in fraganti: ha violado
las leyes de la Naturaleza. Por esta razón es necesario que el Evangelio del
Cristo sea predicado a todos, que cada uno de nosotros aprenda a amar a Dios
con todo nuestro corazón y toda nuestra alma, y a nuestros hermanos como a
nosotros mismos, porque todo el infortunio del mundo, lo reconozcamos o no,
proviene de un solo y único hecho: nuestro egoísmo. Si las funciones digestivas
sufren desórdenes: ¿a qué se debe? ¿No Será por haber sobrecargado nuestro
organismo, por habernos encolerizado y agotado nuestras fuerzas nerviosas
tratando de obligar a otro a servir nuestros fines egoístas, o porque nos sentíamos
resentidos por no haberlo logrado? En todos los casos se verá que el egoísmo es
la causa primaria de todas las enfermedades y que el egoísmo es el pecado
capital de la ignorancia.
CAUSAS Y EFECTOS DE LAS ENFERMEDADES
INFORMACIÓN EXTRAÍDA DE LOS PRINCIPIOS
OCULTOS DE LA SALUD Y CURACIÓN, SEGUNDA PARTE, CAPÍTULOS IV, V, VI Y VII POR:
MAX HEINDEL
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