FILOSOFÍA DE LA FRATERNIDAD ROSA CRUZ DE MAX HEINDEL.
LECCIÓN 6
Razonemos
sobre la sentencia del anti-religioso Voltaire: El hombre y sus religiones han
evolucionado juntamente en igual grado. La más remota religión de cualquier
raza ha sido siempre tan salvaje como el pueblo gobernado por ella, pero a
medida que los pueblos se civilizaban, sus religiones se hacían más elevadas.
La ley del cuerpo es posible que sea la supervivencia de los más aptos, pero la
ley de la evolución del espíritu exige el sacrificio. Es evidente que todo lo
que empuja al hombre hacia una más elevada norma de conducta respecto de los
demás hombres, tiene que proceder de adentro. Nadie negará que semejante fuerza
exista aunque no sea siempre comprendida. El egoísmo es reemplazado lenta, pero
seguramente por el altruismo. En el pecho de todo ser humano la fuerza
altruista de Cristo obra como un fermento. Gradualmente transformará al salvaje
en un hombre civilizado, y con el tiempo, a este último en un dios. Immanuel
Kant sentenciaba, en su mandato a priori o imperativo categórico, muy adherido
a la verdad a : “obrar siempre de tal manera que la máxima de nuestras acciones
sea erigida por nuestra voluntad a la categoría de ley universal de la
naturaleza”. Pero su cumplimiento demanda actos volitivos y libres “desde
adentro” de gran sacrificio desprovistos de egoísmo y solo deben perseguir el
bien común en desmedro de los impulsos o la fuerza que nace del cuerpo
emocional y de la mente inferior y que conduce al hombre a buscar solo su
propia supervivencia y, entonces, a favor de la otra, la Altruista del Cristo,
en un lento proceso que se inicia desde el ser primitivo para evolucionar
paulatinamente hasta el dios inmanente en nosotros, y en concomitancia armónica
con las leyes de la naturaleza que son las de Señor.
Los
grados del ascenso del hombre a Dios son cuatro. Primeramente, sin darse
cuenta, el hombre fue sometido a la influencia de los altos Seres quienes
guiaban su primitiva evolución. Después él fue colocado bajo el gobierno de
mensajeros divinos o reyes a los que él podía ver, y cuyas órdenes tuvo que
acatar. Luego se le enseñó que debía someterse a las leyes de un Dios al que no
pudo ver, y finalmente, tiene que aprender a ser superior a las órdenes, a ser
su propia ley, y por medio de la conquista de su propio ser, vivir en armonía
con las leyes de la naturaleza, que son las leyes de Dios.
La
religión de la raza era aquella que fue preciso desarrollar en primer lugar;
ella fue dada al hombre por el Dios o el Espíritu de la Raza. Esta religión
inculcaba cierto grado de altruismo por medio de sacrificios, por lo cual, sin
embargo, el Espíritu de la Raza se convertía en protector y conservador de su
pueblo. El Judaísmo, el Taoísmo, el Confucionismo y otras semejantes son
religiones de raza. Los Espíritus de raza son arcángeles que están elaborando
así una fase de su evolución. Las religiones de raza son religiones de
separación, y todas inculcan tendencias egoístas a cuenta de otras razas,
porque en este grado de desarrollo la humanidad aprende mejor sus lecciones por
medio de separación. El patriotismo es el principio esencial del Espíritu de
raza. Pero si la "unidad fundamental de cada uno con todos," y una
era de amor se han de realizar alguna vez, las religiones de raza deben ser
reemplazadas por una más universal, tal como la religión cristiana.
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Las
religiones de raza o Jehovísticas implican el sacrificio de sus frutos
materiales y el acatamiento de las leyes al pueblo elegido, a los “propios”, a
cambio de recompensas tangibles. Son religiones separatistas. La religión
unificante cristiana da un paso gigantesco, enorme y pide el sacrificio
indistinto personal a favor de los “ajenos”, y el desprendimiento del egoísmo y
el amar permanentemente a los otros, al prójimo, convertido en semejante, como
a si mismo, a cambio de una felicidad futura basada en la fe. Esta religión, ya
lo dijo Cristo, completa la Ley Mosaica, establece la “ley interna” basada en
el Amor e instaura la doctrina del arrepentimiento y el perdón de los pecados,
en contraposición a la ley del Talión.
Y
Voltaire tiene razón al decir que una religión mal entendida exacerba a sus
miembros calenturientos hast causar delirios. Desde un punto de vista
esotérico, el esfuerzo misional, sea de Oriente a Occidente o viceversa,
generalmente no es deseable, por ser contrario al paso de la evolución. El
trabajo de los misioneros fomenta los intereses de civilización y cultura hasta
cierto punto por el intercambio de ideas y métodos entre distintas razas, pero
desde el punto de vista religioso solo, no da grandes resultados. Generalmente
cuando un espíritu está preparado para una religión avanzada, nace en un país
donde esta religión prevalece. Los grandes conductores de la humanidad que
están encargados de nuestro desarrollo, nos prestan toda la ayuda necesaria. Existen
razones excelentes por las cuales la Biblia, conteniendo las doctrinas
cristiana y judía, ha sido dada a los pueblos de occidente. Era la Suprema
Sabiduría la que nos dio esta religión doble, y ningún otro sistema es
actualmente acomodado a nuestras necesidades especiales.
La
ciencia moderna ha sido una gran ayuda para dominar el mundo material, y ocupa
su puesto legítimo como educadora de la raza humana. Pero cuando se divorcia de
la religión y se hace enteramente materialista, resulta temporalmente una
amenaza para la humanidad. Hubo un tiempo cuando la religión, el arte y la
ciencia estaban unidos y se enseñaban en los templos de los Misterios, hasta en
los tiempos de la antigua Grecia. Pero como el nuestro es el plano de la
separación y especialización, han sido separados intencionalmente durante
cierto tiempo. A su debido tiempo serán unidas de nuevo, y entonces obtendremos
perfecta satisfacción por medio del corazón, de la inteligencia y de los
sentidos. El corazón gozará del aspecto devocional y ceremonial de la religión;
la inteligencia hallará satisfacción en su aspecto científico, y la parte
estética de nuestra naturaleza quedará satisfecha por el empleo del arte
variado en el servicio de los templos del porvenir.
Cuando
un hombre haya espiritualizado su ser bajo la influencia de la futura religión
científica y artísticamente, habrá también aprendido el dominio sobre sí mismo
y se habrá convertido en servidor altruista para todos los demás mortales.
Entonces será un guardián seguro del poder del pensamiento. Será capaz de
formar ideas correctas, las cuales podrá cristalizar inmediatamente en cosas
útiles. Esto se realizará por medio de la laringe, que pronunciará la PALABRA
CREADORA. Todas las cosas de la naturaleza fueron al principio precipitadas en
la existencia por esta PALABRA. (Juan 1:1-3).El sonido, o el pensamiento
hablado, será nuestra próxima fuerza de manifestación, una fuerza que nos
convertirá en hombres-dioses, cuando gracias a la enseñanza que actualmente
recibimos, nos hayamos puesto en condiciones para emplear tan grande poder para
el bien de todos, sin mirar a nuestro propio interés.
Ref:
Curso Suplementario de Filosofía de la Fraternidad Rosacruz de Max Heindel.
Lección 6
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