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miércoles, 1 de enero de 2014

ENFRENTANDO PROBLEMAS (VBA.)



ENFRENTANDO PROBLEMAS



(Reflexiones tomadas de la conferencia de Vicente Beltrán Anglada “El aspirante Espiritual Frente al Caos Social”, enero de 1983, Barcelona.)

-¡ Un problema! - ¿Cómo lo soluciono?, ¿esquivándolo?, ¿Buscando una forma en el pasado?, ¿Buscando una fórmula religiosa, científica, psicológica, para esa prueba inmediata?

-¡Todo cambia!, lo que hay es una prueba trascendente; quizás mañana no tenga valor. El mismo problema hoy y mañana cambia fundamentalmente.

-¿Qué vamos a hacer?. Estar serenamente expectantes. El hecho de estar muy atentos a una situación es lo que trae por consecuencia la liberación del problema.

-La tendencia es querer enfrentar solos el problema agobiante; pero debemos buscar ayuda, invocando al Ser Interno, que es lo que nos libera.

-El propio Yo, el Ser Interno, complementa todo cuanto somos y cuanto hacemos; es la actividad suprema y es el poder que puede solucionar cualquier problema.

-Los mayores problemas se solucionan cuando prestamos atención interna, y no externa, sin la participación del pequeño “yo”, porque él y el problema son la misma cosa.


-La solución a un problema viene cuando empleamos la serena expectación, la atención concentrada y serena, que no se altera, que no se inmuta, por grande que éste parezca.

-Hay que darse cuenta de que no hay problema, por grande que sea, que no tenga una solución.

-La base de la solución de un problema es no rehuir el problema; rehuirlo es no ser consciente del mismo.

-Buscamos elementos externos para arreglar un problema, sin darnos cuenta que todo cuanto venga de afuera forma parte del problema.

-Si ponemos el problema como centro de atención, llegamos a formar un “triángulo” entre nuestro pequeño yo, el problema y el Yo Superior; habrá una relación eléctrica que disolverá el problema.
-Un problema siempre es la voz de Dios tratando de hacerse sentir en nuestra vida.

-El yo inferior ha creado el problema y está interesado en solucionarlo. Por otra parte está aquel Ser, el Yo Superior, más allá de nuestra concepción, que puede solucionarlo de raíz.

-La solución del problema, de raíz, no es otra cosa que el Yo Superior, que sólo se puede manifestar cuando estemos serenos, cuando estemos muy atentos y observantes.

-El problema está creado por nosotros y dentro de esta línea horizontal no lo podemos superar; pero si ascendemos, si creamos una vertical y creamos un vértice superior, construimos un triángulo.

-En el triángulo, creado entre el Yo Superior, el yo inferior y el problema, está la solución completa; no una solución de emergencia, sino aquello que puede curar este problema para siempre.

-Todos los problemas están concatenados y constituyen una cadena de hechos; si rompemos alguna de las mallas (eslabones) de esta cadena, resultará que todo lo demás se disolverá.

-Nunca saldamos un problema de raíz, por completo, sino que lo hacemos siempre a medias tintas, de una manera muy personal y al mismo tiempo muy superficial.

-El yo inferior está dentro del remolino de un problema; él ha creado el remolino y constituye parte del remolino y, por lo tanto, constituye parte del problema.

-Cuanto más esfuerzo se pone para resolver el problema, éste siempre queda irresoluto; se mitigará sus asperezas, perderá relieve, pero, fundamentalmente, surgirá nuevamente en otra situación.

-Se trata de que quitemos de raíz todo tipo de problemas, gestados dentro de las estructuras del “yo” que hemos creado con el tiempo. Busquemos la solución en el plano superior.


-El problema, el que sea, es el resultado de la lucha del “yo” contra el ambiente, contra las circunstancias, contra sí mismo o contra quienes les rodean. Hay que surgir triunfantes si nos dirigimos hacia arriba.

-Si el pequeño yo mira hacia lo alto, sin dejar de ver el problema, pidiendo ayuda diciendo: “dame fuerzas para luchar contra esto”, nos llegará la solución.

-Invoquemos a nuestro Yo Superior ante cualquier problema y, creando el triángulo, todo se solucionará.
Vicente Beltrán Anglada

"La Verdad ha de presentarse de tal manera que
convenza sin atar y que atraiga aún sin convencer...
y  esto  sólo  puede  realizarlo  el  lenguaje  del  corazón".




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