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lunes, 30 de diciembre de 2013

¿CÓMO RECONOCEREMOS A CRISTO EN SU VENIDA? (Max Heindel)



¿CÓMO RECONOCEREMOS A CRISTO EN SU VENIDA?
Max Heindel



Cristo dijo: Estén atentos para que ningún hombre los engañe; pues muchos vendrán en mi nombre, diciendo: yo soy el Cristo; y engañarán a muchos. Y si algún hombre les dice: aquí está Cristo; o allí está Él; no le crean pues surgirán falsos Cristos y falsos profetas y mostrarán signos y señales para seducir, de ser posible, hasta a los propios elegidos. . . entonces verán al Hijo del Hombre venir entre las nubes con gran Poder y Gloria. . . Él enviará a sus ángeles y congregará a sus elegidos desde los cuatro vientos. . .Más acerca del día y la hora de su venida ningún hombre lo sabe, ni los ángeles que están en el cielo, ni el propio Hijo, sino el Padre.

De estos pasajes vemos que cuidado debemos tener de no ser engañados por los impostores, más existe suficiente luz para guiarnos en lo correcto, y se indican ciertos signos por los que podremos reconocer al Cristo de entre los imitadores. El signo más concluyente de los impostores es que no importa que tan inteligentes sean sus artilugios, ellos vendrán ataviados de sus cuerpos físicos. Hay buenas razones de porqué...

Cristo no vendrá en un cuerpo físico

Tal vehículo no soportaría la tremenda vibración de tan magno espíritu. Recuérdese de las Escrituras que usualmente Jesús se apartaba de sus discípulos. En esas oportunidades, le urgía entregar el cuerpo de Jesús a los esenios, quienes eran hombres de nuestra evolución y médicos esotéricos expertos, conocedores del cuidado del cuerpo humano. Restauraron el tono, y mantuvieron así el cuerpo unido por tres años. Del Gólgota el cuerpo fue llevado al sepulcro, y como la fuerza cohesiva fue retirada, los átomos simplemente se dispersaron a los cuatro vientos, y cuando la tumba fue abierta, solo se encontró las vestiduras.

Sería difícil obtener un vehículo físico para el Segundo Advenimiento de la misma manera que el primero, pero podría por supuesto ser logrado. Bajo la ley de que el espíritu debe salir cuando éste entra, solo el mismo cuerpo de Jesús serviría, y como éste se ha destruido, es imposible que Cristo apareciese en un vehículo físico. Por lo tanto como se dijo, la posesión de tal cuerpo señala al simulador e impostor.

Mas, suponiendo que esta “ley” es solo un producto de la imaginación del escritor, y la Ley de Analogía que respalda esta suposición es una mera coincidencia, nuestro argumento seguiría respaldado por la Biblia, independientemente de toda otra evidencia. Cristo dijo: “Si os dicen – Creedlo, Él está en el desierto, no vayáis. Esta en una caverna secreta, no lo creáis”. Pues Cristo no se hallará en ningún lugar físico. Pablo también declaró en forma enfática, que la “carne y la sangre” no pueden heredar el reino. Si seremos “revestidos con una mansión desde el Cielo”, ¿por qué el líder de la Nueva Dispensación tendría un cuerpo físico?.

Pero la Biblia no abandona este asunto diciéndonos que no busquemos a Cristo. El dijo   enfáticamente: “ el Hijo del Hombre vendrá entre las nubes.” Cuando al final Él dejó a sus discípulos, “Él fue llevado y una nube lo ocultó fuera de su vista. Mientras ellos miraban fijamente al Cielo, donde iba Jesús, se les aparecieron dos hombres vestidos de blanco que les dijeron: Él vendrá como lo han visto subir al Cielo.” (Hechos I,  10 - 11). Pablo nos dice:       “ El mismo Señor descenderá del Cielo...entonces nosotros... seremos llevados a las nubes al encuentro del Señor en el aire.” (1 Tes. IV, 16 - 17). Juan vio el primer cielo y tierra pasar-- el mar se secó y una Ciudad Santa descendió del Cielo del que el mismo Cristo era su regente. Estas cosas son manifiestamente imposibles en el plano físico. Un cuerpo de carne y hueso no puede ascender en el aire, y con énfasis Pablo asevera que la “carne y la sangre” no pueden heredar el Reno de Dios. Si no podemos entrar en ese ropaje, ¿por qué en un universo con leyes, Cristo, el líder, podría usar un cuerpo físico?.

Si podemos averiguar qué clase de vehículo Él usará, también tendríamos que saber cómo reconocerlo y como estaríamos nosotros constituidos pues, “seríamos semejante a Él” según Juan: “Amados, ahora somos hijos de Dios, aunque no se ha manifestado lo que seremos al fin, mas sabemos que cuando Él aparezca, seremos semejantes a Él.” (1 Juan III, 2) Pablo dice:   “Nuestra comunidad (la palabra griega es politeuma – patria o comunidad – y es utilizada por el apóstol en referencia al nuevo cielo y nueva tierra) está en el Cielo de donde vendrá el Salvador, el Señor Jesucristo, quien cambiará nuestro cuerpo miserable y lo hará semejante a Su glorioso cuerpo.” (Fil. III, 20 - 21 )

El cuerpo que Cristo usó luego de los acontecimientos del Gólgota fue capaz de entrar en una habitación con las puertas cerradas, puesto que apareció ante Sus discípulos y le permitió a Tomás tocarlo. ¿Podrían los falsos cristos hacer esto?. Creo que no.

Esa hazaña requiere un vehículo más sutil que el físico, y ninguna cantidad de sofismas puede evadir este argumento, de que Cristo usará un vehículo más sutil que el físico. La Biblia nos enseña que Cristo usó tal vehículo sutil después de su resurrección, que ascendió al Celo en él, que Él regresará en ese mismo cuerpo, y que seremos cambiados a un estado similar al suyo en lo que a esto respecta.

Surge ahora la pregunta final: la Biblia ¿nos enseña en definitiva lo que es ese vehículo y hay alguna información de donde podamos obtener el conocimiento definitivo y acabado acerca de este nuevo vehículo?. Por nuestra respuesta iremos al inimitable capítulo 15 de la primera Carta a los Corintios, donde Pablo enseña la teoría del Renacimiento por medio del átomo simiente tan claramente como lo hace la Escuela de Sabiduría Occidental.

En la versión inglesa del versículo 44, se lee: “Existe un cuerpo natural y existe un cuerpo espiritual”, pero el Nuevo Testamento no fue escrito en inglés, y como la traducción no conocía las enseñanzas íntimas, no tenían idea como traducir la palabra griega en éste caso, pues les pareció sin sentido, y la tradujeron como la entendían. Sin embargo, dejaré que lo traduzcan ustedes mismos, aunque no sean eruditos griegos. La palabra  que  se  usa  allí  traducida  como  “cuerpo  natural”,  es  soma psuchicon. Soma es una palabra griega que todos concordamos en traducir

como cuerpo- y no hay dudas acerca de ello. Pero Psuchicon-psuche- (psiche) – el alma – un cuerpo alma, ellos nunca lo habían oido, posiblemente les sonase ridículo, así es que tradujeron esta palabra como “cuerpo natural”. Es cierto que Pablo dice en la Primera Carta a los Tesalonicenses, 5:23, que  todo  el  ser  del  hombre es  espíritu, alma y cuerpo, mas probablemente consideraban al alma y al espíritu como sinónimos. Sin embargo hay una enorme diferencia, como se explica en Los Misterios Rosacruces.
El cuerpo alma es el vehículo al que Pablo se refiere como el que tendremos al reunirnos con Cristo. Está compuesto de éter y por lo tanto, capaz de levitar y pasar por paredes de cualquier densidad que sea permeable al éter. Actualmente los Auxiliares Invisibles lo usan como Cristo lo hacía.

Al primer pensamiento, parece muy extraño que vayamos al encuentro del Señor “en el aire” y que dejemos atrás esta Tierra. Mas no es extraño cuando consideramos que el camino de la evolución se ha desarrollado de adentro hacia fuera, que hubo un tiempo en la Época Lemúrica que esta Tierra estuvo en un estado primitivo y que cuando el hombre vivía en la zona cristalizada que se había formado, que se había formado en la corteza primitiva, en un cuerpo que recién se estaba cristalizando; y que vivió en la Época Atlante, en las cuencas terrestres bajo una neblina espesa que se erguía sobre la Tierra que se enfriaba, tal cual lo relata el Génesis en el capítulo II. La humanidad se llamaba, según se cuenta en la historia popular germana los “Niebelungen” (nibelungos) – Niebel significa niebla y Ungen niños: Niños de la Niebla. Tenemos en la historia  bíblica  como  fueron  guiados  por  sus  maestros,  como  esta atmósfera nebulosa terrestre se condensó cuando se enfrió el planeta, y finalmente como las aguas cayeron del cielo en lo que se ha dado en llamar “el diluvio”.

Sabemos que aquel hombre abandonó las tierras bajas, que se inundaron con el agua condensada, o sea el mar, y entraron en una era de desarrollo bajo las condiciones actuales, que vio el arco iris por primera vez, que cuando el sol brillo por encima de las nubes, se le dijo que mientras ese signo permaneciese la sucesión de cambios que conocemos como   estaciones   continuarían.   Tanto   tiempo   como   tengamos   esta condición atmosférica, esta era de alternancias continuaría. Despacio, pero con firmeza, estamos subiendo a las zonas altas de la Tierra; buscamos niveles más y más elevados.

Tan alto como ascienda la evolución de las razas, más alto querrán elevarse en el aire, y gradualmente dejarán atrás las tierras bajas Así como fue  en  los  días  de  Noé,  el  día  vendrá  donde  habrá  un  gran  cambio cósmico. Cristo se refiere a este cambio al hablar sobre Su venida donde dice: “Como sucedió en los días de Noé, así sucederá en los días del Hijo del Hombre.” La gente vivirá como entonces. Ellos se casaban y se daban en matrimonio, comían y bebían y se prestaban a la vida mundana. Mas de pronto, el diluvio descendió sobre la antigua Atlántida, y los vehículos que tenían, ya no le prestaban más utilidad, necesitaron vehículos con los que pudiesen acomodarse a las nuevas condiciones atmosféricas, tal como un bebé que cuando nace se debe acomodar inmediatamente; de respirar bajo el agua, a respirar en la atmósfera húmeda y nublada. Aquellos que no estuvieran adaptados físicamente se ahogaban.

Cristo dice que una condición similar se encontrará a Su regreso. Aquellos que vivieron en la Atlántida, no se percataron de los desarrollos fisiológicos que se dieron en algunos, que los capacitaron de respirar agua a respirar aire directamente por los pulmones. Similarmente se está operando un cambio en la humanidad que no es observado por aquellos que no han cultivado la visión espiritual. Es el hecho de que una atmósfera áurica rodea a cada ser humano. Sabemos que a veces sentimos la presencia de una persona que no vemos, y lo sentimos porque existe esta atmósfera fuera de nuestro cuerpo denso. Gradualmente va cambiando y se va haciendo más dorada hacia el oeste. Tan lejos como vayamos con el sol, tanto más se incrementa este color dorado – el color de Cristo y los que se asemejan a Cristo, o sea los santos a quienes los pintores los han pintado con un halo. Gradualmente cuando nos vamos haciendo semejantes a Él y este Soma Psuchicon o cuerpo alma se forma, queda listo el “atuendo de bodas”.

Una cantidad creciente de personas está siendo capaz de funcionar en este vehículo, y cada vez más son los que están listos para el día del Cristo. Este cambio no se consigue con ningún proceso físico, sino con el servicio por amor que conocemos en el mundo occidental como altruismo, que está impregnando la sociedad más y más. Nos estamos haciendo más y más humanos, nos estamos volviendo más y más crísticos, aunque estamos lejos de ser perfectos. Aunque el día de la venida de Cristo no sea en este siglo, ni el próximo, ni siquiera en este milenio, sin embargo podemos ver un cambio espiritual en la humanidad, y depende de nosotros acelerar el día del Cristo, pues como Él dijo, “ese día ningún hombre lo conoce”. Ningún hombre puede decir cuando un número suficiente habrá

desarrollado el Soma Psuchicon de tal forma que seamos capaces de hacer el trabajo que Él está haciendo por nosotros.

Hemos descendido hasta el valle del materialismo, y por nuestra salvación fue necesario que Cristo entrase a la Tierra para ayudarnos desde adentro. Por nuestra causa gime y se esfuerza allí, esperando que se manifiesten los hijos de Dios, y esto depende de si aceleramos o retrasamos ese día. Cada uno de nuestros actos tiene un efecto y cada uno de nosotros tiene una labor que hacer en este mundo, y cuanto más pronto lo aprendamos, mejor será para nosotros. No saldremos al exterior para hallar al Cristo- No se lo hallará allí. Él mismo dijo: “No vayáis al desierto”. No lo busques en esos lugares, el Cristo se forma en el interior. El cuerpo alma que de a poco es capaz de levantarse sobre las colinas, está luchando por ser reconocido dentro de cada aspirante a una vida superior. Como dice Fausto:

“¡Ay de mi!, dos almas se alojan en mi pecho;
y luchan alli, por un reino sin repartir. Uno a la Tierra, con deseo apasionado,
y los órganos que se aferran, aún se adhieren;
Sobre la niebla la otra aspira,
con sacro ardor, a esferas más puras".

Amigos, en cada uno de nosotros existe la lucha que avanza entre la naturaleza superior y la inferior. Pablo luchó la batalla, y cada alma que busca debe lucharla. Pero no piensen que se va al gran mundo a luchar y encontrar. Sir Launfal se alejó de su casa en su juventud, y pasó toda su vida buscando el Santo Grial. Cuando regresó a su propio castillo, encontró al mismo mendigo que desdeñosamente había dejado a su partida, y cuando actuó en la forma correcta, cuando el espíritu de servicio entró en él, entonces el Cristo se le apareció.

"Partió en dos su única corteza de pan, rompió el hielo en la orilla del arroyuelo, y dió de comer y de beber al leproso."

Y el Salvador, parado delante suyo, le dijo: “Este es mi cuerpo y esta es mi sangre.”

"La Santa Cena se efectúa ciertamente en cualquier cosa cuando participamos de las necesidades de otro."

No es lo que damos, sino lo que compartimos lo que cuenta. Aquellos que solo dan lo que les sobra, las cosas que no necesitan, las cosas que son un estorbo para ellos, las cosas que no consideran como una pérdida; ellos no saben lo que es dar. “la dádiva sin el dador es estéril.” Ese es el punto, al menos que nos demos a nosotros mismos, nuestras dádivas no tienen valor. “No existe amor más grande que el de un hombre dando su vida por un amigo” Este no es un simple acto de dar la vida por un amigo, sino un acto de autosacrificio. “Estaba hambriento y me diste de comer. Estaba sediento y me diste de beber...estaba enfermo y me visitaste. “ Este es el único requisito. Aprendámoslo. Nadie necesita ir lejos, está justo aquí.

Conocemos aquel pequeño poema acerca de dejar que nuestra luz brille  justo  donde  estamos. Cada  uno  de  nosotros  no  puede  ser  una estrella, cada uno de nosotros no puede brillar, cada uno de nosotros no puede ser un líder, pero cada uno puede hacer tan solo un poco, tan solo encender su pequeña antorcha y dejar que se disipe algo de oscuridad a su alrededor. Eso es todo lo que tenemos que hacer, y si hacemos esto, encontraremos que esa antorcha será como una estrella ardiente que nos guía hacia Cristo en Su venida, entonces estaremos seguros de conocerlo, pues habremos encontrado la respuesta de nuestro interior. Se dice que lo conoceremos porque seremos semejante a Él, y como Él no tiene un cuerpo físico con cual venir, nosotros tendremos que desarrollar nuestro vehículo del alma, el Soma Psuchicon, para que cuando Él aparezca, podamos recibirlo ataviados con el dorado “atuendo de bodas”.


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