¿CÓMO RECONOCEREMOS A CRISTO EN SU VENIDA?
Max Heindel
Cristo dijo: Estén atentos para que ningún hombre los engañe;
pues muchos vendrán en mi nombre, diciendo: yo soy el Cristo; y engañarán a
muchos. Y si algún hombre les dice: aquí está Cristo; o allí está Él; no le
crean pues surgirán falsos Cristos y falsos profetas y mostrarán signos y
señales para seducir, de ser posible, hasta a los propios elegidos. . .
entonces verán al Hijo del Hombre venir entre las nubes con gran Poder y
Gloria. . . Él enviará a sus ángeles y congregará a sus elegidos desde los
cuatro vientos. . .Más acerca del día y la hora de su venida ningún hombre lo
sabe, ni los ángeles que están en el cielo, ni el propio Hijo, sino el Padre.
De estos pasajes vemos que cuidado debemos tener de no ser
engañados por los impostores, más existe suficiente luz para guiarnos en lo
correcto, y se indican ciertos signos por los que podremos reconocer al Cristo
de entre los imitadores. El signo más concluyente de los impostores es que no
importa que tan inteligentes sean sus artilugios, ellos vendrán ataviados de
sus cuerpos físicos. Hay buenas razones de porqué...
Cristo no vendrá en un cuerpo físico
Tal vehículo no soportaría la tremenda vibración de tan magno
espíritu. Recuérdese de las Escrituras que usualmente Jesús se apartaba de sus
discípulos. En esas oportunidades, le urgía entregar el cuerpo de Jesús a los
esenios, quienes eran hombres de nuestra evolución y médicos esotéricos
expertos, conocedores del cuidado del cuerpo humano. Restauraron el tono, y
mantuvieron así el cuerpo unido por tres años. Del Gólgota el cuerpo fue
llevado al sepulcro, y como la fuerza cohesiva fue retirada, los átomos
simplemente se dispersaron a los cuatro vientos, y cuando la tumba fue abierta,
solo se encontró las vestiduras.
Sería difícil obtener un vehículo físico para el Segundo
Advenimiento de la misma manera que el primero, pero podría por supuesto ser
logrado. Bajo la ley de que el espíritu debe salir cuando éste entra, solo el
mismo cuerpo de Jesús serviría, y como éste se ha destruido, es imposible que
Cristo apareciese en un vehículo físico. Por lo tanto como se dijo, la posesión
de tal cuerpo señala al simulador e impostor.
Mas, suponiendo que esta “ley” es solo un producto de la
imaginación del escritor, y la Ley de Analogía que respalda esta suposición es
una mera coincidencia, nuestro argumento seguiría respaldado por la Biblia,
independientemente de toda otra evidencia. Cristo dijo: “Si os dicen – Creedlo,
Él está en el desierto, no vayáis. Esta en una caverna secreta, no lo creáis”.
Pues Cristo no se hallará en ningún lugar físico. Pablo también declaró en
forma enfática, que la “carne y la sangre” no pueden heredar el reino. Si
seremos “revestidos con una mansión desde el Cielo”, ¿por qué el líder de la
Nueva Dispensación tendría un cuerpo físico?.
Pero la Biblia no abandona este asunto diciéndonos que no
busquemos a Cristo. El dijo
enfáticamente: “ el Hijo del Hombre vendrá entre las nubes.” Cuando al
final Él dejó a sus discípulos, “Él fue llevado y una nube lo ocultó fuera de
su vista. Mientras ellos miraban fijamente al Cielo, donde iba Jesús, se les
aparecieron dos hombres vestidos de blanco que les dijeron: Él vendrá como lo
han visto subir al Cielo.” (Hechos I, 10
- 11). Pablo nos dice: “ El mismo Señor
descenderá del Cielo...entonces nosotros... seremos llevados a las nubes al
encuentro del Señor en el aire.” (1 Tes. IV, 16 - 17). Juan vio el primer cielo
y tierra pasar-- el mar se secó y una Ciudad Santa descendió del Cielo del que
el mismo Cristo era su regente. Estas cosas son manifiestamente imposibles en
el plano físico. Un cuerpo de carne y hueso no puede ascender en el aire, y con
énfasis Pablo asevera que la “carne y la sangre” no pueden heredar el Reno de
Dios. Si no podemos entrar en ese ropaje, ¿por qué en un universo con leyes,
Cristo, el líder, podría usar un cuerpo físico?.
Si podemos averiguar qué clase de vehículo Él usará, también
tendríamos que saber cómo reconocerlo y como estaríamos nosotros constituidos
pues, “seríamos semejante a Él” según Juan: “Amados, ahora somos hijos de Dios,
aunque no se ha manifestado lo que seremos al fin, mas sabemos que cuando Él
aparezca, seremos semejantes a Él.” (1 Juan III, 2) Pablo dice: “Nuestra
comunidad (la palabra griega es politeuma – patria o comunidad – y es utilizada
por el apóstol en referencia al nuevo cielo y nueva tierra) está en el Cielo de
donde vendrá el Salvador, el Señor Jesucristo, quien cambiará nuestro cuerpo
miserable y lo hará semejante a Su glorioso cuerpo.” (Fil. III, 20 - 21 )
El cuerpo que Cristo usó luego de los acontecimientos del
Gólgota fue capaz de entrar en una habitación con las puertas cerradas, puesto
que apareció ante Sus discípulos y le permitió a Tomás tocarlo. ¿Podrían los
falsos cristos hacer esto?. Creo que no.
Esa hazaña requiere un vehículo más sutil que el físico, y
ninguna cantidad de sofismas puede evadir este argumento, de que Cristo usará
un vehículo más sutil que el físico. La Biblia nos enseña que Cristo usó tal
vehículo sutil después de su resurrección, que ascendió al Celo en él, que Él
regresará en ese mismo cuerpo, y que seremos cambiados a un estado similar al
suyo en lo que a esto respecta.
Surge ahora la pregunta final: la Biblia ¿nos enseña en
definitiva lo que es ese vehículo y hay alguna información de donde podamos
obtener el conocimiento definitivo y acabado acerca de este nuevo vehículo?.
Por nuestra respuesta iremos al inimitable capítulo 15 de la primera Carta a
los Corintios, donde Pablo enseña la teoría del Renacimiento por medio del
átomo simiente tan claramente como lo hace la Escuela de Sabiduría Occidental.
En la versión inglesa del versículo 44, se lee: “Existe un
cuerpo natural y existe un cuerpo espiritual”, pero el Nuevo Testamento no fue
escrito en inglés, y como la traducción no conocía las enseñanzas íntimas, no
tenían idea como traducir la palabra griega en éste caso, pues les pareció sin
sentido, y la tradujeron como la entendían. Sin embargo, dejaré que lo
traduzcan ustedes mismos, aunque no sean eruditos griegos. La palabra que
se usa allí
traducida como “cuerpo
natural”, es soma psuchicon. Soma es una palabra griega
que todos concordamos en traducir
como cuerpo- y no hay dudas acerca de ello. Pero
Psuchicon-psuche- (psiche) – el alma – un cuerpo alma, ellos nunca lo habían
oido, posiblemente les sonase ridículo, así es que tradujeron esta palabra como
“cuerpo natural”. Es cierto que Pablo dice en la Primera Carta a los
Tesalonicenses, 5:23, que todo el
ser del hombre es
espíritu, alma y cuerpo, mas probablemente consideraban al alma y al
espíritu como sinónimos. Sin embargo hay una enorme diferencia, como se explica
en Los Misterios Rosacruces.
El cuerpo alma es el vehículo al que Pablo se refiere como el
que tendremos al reunirnos con Cristo. Está compuesto de éter y por lo tanto,
capaz de levitar y pasar por paredes de cualquier densidad que sea permeable al
éter. Actualmente los Auxiliares Invisibles lo usan como Cristo lo hacía.
Al primer pensamiento, parece muy extraño que vayamos al
encuentro del Señor “en el aire” y que dejemos atrás esta Tierra. Mas no es
extraño cuando consideramos que el camino de la evolución se ha desarrollado de
adentro hacia fuera, que hubo un tiempo en la Época Lemúrica que esta Tierra
estuvo en un estado primitivo y que cuando el hombre vivía en la zona
cristalizada que se había formado, que se había formado en la corteza
primitiva, en un cuerpo que recién se estaba cristalizando; y que vivió en la
Época Atlante, en las cuencas terrestres bajo una neblina espesa que se erguía
sobre la Tierra que se enfriaba, tal cual lo relata el Génesis en el capítulo
II. La humanidad se llamaba, según se cuenta en la historia popular germana los
“Niebelungen” (nibelungos) – Niebel significa niebla y Ungen niños: Niños de la
Niebla. Tenemos en la historia
bíblica como fueron
guiados por sus
maestros, como esta atmósfera nebulosa terrestre se condensó
cuando se enfrió el planeta, y finalmente como las aguas cayeron del cielo en
lo que se ha dado en llamar “el diluvio”.
Sabemos que aquel hombre abandonó las tierras bajas, que se
inundaron con el agua condensada, o sea el mar, y entraron en una era de
desarrollo bajo las condiciones actuales, que vio el arco iris por primera vez,
que cuando el sol brillo por encima de las nubes, se le dijo que mientras ese
signo permaneciese la sucesión de cambios que conocemos como estaciones
continuarían. Tanto tiempo
como tengamos esta condición atmosférica, esta era de
alternancias continuaría. Despacio, pero con firmeza, estamos subiendo a las
zonas altas de la Tierra; buscamos niveles más y más elevados.
Tan alto como ascienda la evolución de las razas, más alto
querrán elevarse en el aire, y gradualmente dejarán atrás las tierras bajas Así
como fue en los
días de Noé,
el día vendrá
donde habrá un
gran cambio cósmico. Cristo se
refiere a este cambio al hablar sobre Su venida donde dice: “Como sucedió en
los días de Noé, así sucederá en los días del Hijo del Hombre.” La gente vivirá
como entonces. Ellos se casaban y se daban en matrimonio, comían y bebían y se
prestaban a la vida mundana. Mas de pronto, el diluvio descendió sobre la
antigua Atlántida, y los vehículos que tenían, ya no le prestaban más utilidad,
necesitaron vehículos con los que pudiesen acomodarse a las nuevas condiciones
atmosféricas, tal como un bebé que cuando nace se debe acomodar inmediatamente;
de respirar bajo el agua, a respirar en la atmósfera húmeda y nublada. Aquellos
que no estuvieran adaptados físicamente se ahogaban.
Cristo dice que una condición similar se encontrará a Su
regreso. Aquellos que vivieron en la Atlántida, no se percataron de los
desarrollos fisiológicos que se dieron en algunos, que los capacitaron de
respirar agua a respirar aire directamente por los pulmones. Similarmente se
está operando un cambio en la humanidad que no es observado por aquellos que no
han cultivado la visión espiritual. Es el hecho de que una atmósfera áurica
rodea a cada ser humano. Sabemos que a veces sentimos la presencia de una persona
que no vemos, y lo sentimos porque existe esta atmósfera fuera de nuestro
cuerpo denso. Gradualmente va cambiando y se va haciendo más dorada hacia el
oeste. Tan lejos como vayamos con el sol, tanto más se incrementa este color
dorado – el color de Cristo y los que se asemejan a Cristo, o sea los santos a
quienes los pintores los han pintado con un halo. Gradualmente cuando nos vamos
haciendo semejantes a Él y este Soma Psuchicon o cuerpo alma se forma, queda
listo el “atuendo de bodas”.
Una cantidad creciente de personas está siendo capaz de
funcionar en este vehículo, y cada vez más son los que están listos para el día
del Cristo. Este cambio no se consigue con ningún proceso físico, sino con el
servicio por amor que conocemos en el mundo occidental como altruismo, que está
impregnando la sociedad más y más. Nos estamos haciendo más y más humanos, nos
estamos volviendo más y más crísticos, aunque estamos lejos de ser perfectos.
Aunque el día de la venida de Cristo no sea en este siglo, ni el próximo, ni
siquiera en este milenio, sin embargo podemos ver un cambio espiritual en la
humanidad, y depende de nosotros acelerar el día del Cristo, pues como Él dijo,
“ese día ningún hombre lo conoce”. Ningún hombre puede decir cuando un número
suficiente habrá
desarrollado el Soma Psuchicon de tal forma que seamos capaces
de hacer el trabajo que Él está haciendo por nosotros.
Hemos descendido hasta el valle del materialismo, y por nuestra
salvación fue necesario que Cristo entrase a la Tierra para ayudarnos desde
adentro. Por nuestra causa gime y se esfuerza allí, esperando que se
manifiesten los hijos de Dios, y esto depende de si aceleramos o retrasamos ese
día. Cada uno de nuestros actos tiene un efecto y cada uno de nosotros tiene
una labor que hacer en este mundo, y cuanto más pronto lo aprendamos, mejor
será para nosotros. No saldremos al exterior para hallar al Cristo- No se lo
hallará allí. Él mismo dijo: “No vayáis al desierto”. No lo busques en esos
lugares, el Cristo se forma en el interior. El cuerpo alma que de a poco es
capaz de levantarse sobre las colinas, está luchando por ser reconocido dentro
de cada aspirante a una vida superior. Como dice Fausto:
“¡Ay de mi!, dos almas se alojan en mi pecho;
y luchan alli, por un reino sin repartir. Uno a la Tierra, con
deseo apasionado,
y los órganos que se aferran, aún se adhieren;
Sobre la niebla la otra aspira,
con sacro ardor, a esferas más puras".
Amigos, en cada uno de nosotros existe la lucha que avanza entre
la naturaleza superior y la inferior. Pablo luchó la batalla, y cada alma que
busca debe lucharla. Pero no piensen que se va al gran mundo a luchar y
encontrar. Sir Launfal se alejó de su casa en su juventud, y pasó toda su vida
buscando el Santo Grial. Cuando regresó a su propio castillo, encontró al mismo
mendigo que desdeñosamente había dejado a su partida, y cuando actuó en la
forma correcta, cuando el espíritu de servicio entró en él, entonces el Cristo
se le apareció.
"Partió en dos su única corteza de pan, rompió el hielo en
la orilla del arroyuelo, y dió de comer y de beber al leproso."
Y el Salvador, parado delante suyo, le dijo: “Este es mi cuerpo
y esta es mi sangre.”
"La Santa Cena se efectúa ciertamente en cualquier cosa
cuando participamos de las necesidades de otro."
No es lo que damos, sino lo que compartimos lo que cuenta.
Aquellos que solo dan lo que les sobra, las cosas que no necesitan, las cosas
que son un estorbo para ellos, las cosas que no consideran como una pérdida;
ellos no saben lo que es dar. “la dádiva sin el dador es estéril.” Ese es el
punto, al menos que nos demos a nosotros mismos, nuestras dádivas no tienen
valor. “No existe amor más grande que el de un hombre dando su vida por un
amigo” Este no es un simple acto de dar la vida por un amigo, sino un acto de
autosacrificio. “Estaba hambriento y me diste de comer. Estaba sediento y me
diste de beber...estaba enfermo y me visitaste. “ Este es el único requisito.
Aprendámoslo. Nadie necesita ir lejos, está justo aquí.
Conocemos aquel pequeño poema acerca de dejar que nuestra luz
brille justo donde
estamos. Cada uno de
nosotros no puede
ser una estrella, cada uno de
nosotros no puede brillar, cada uno de nosotros no puede ser un líder, pero
cada uno puede hacer tan solo un poco, tan solo encender su pequeña antorcha y
dejar que se disipe algo de oscuridad a su alrededor. Eso es todo lo que
tenemos que hacer, y si hacemos esto, encontraremos que esa antorcha será como
una estrella ardiente que nos guía hacia Cristo en Su venida, entonces
estaremos seguros de conocerlo, pues habremos encontrado la respuesta de
nuestro interior. Se dice que lo conoceremos porque seremos semejante a Él, y
como Él no tiene un cuerpo físico con cual venir, nosotros tendremos que desarrollar
nuestro vehículo del alma, el Soma Psuchicon, para que cuando Él aparezca,
podamos recibirlo ataviados con el dorado “atuendo de bodas”.
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