CARTAS ROSACRUCES
(VII) “LOS HERMANOS”
Lo que sigue
a continuación son
extractos de una
carta (oculta) escrita
a K. von Eckhartshaussen. La carta es de 1801, y
carece de firma.
Para satisfacer tu deseo de obtener noticias acerca del Circulo
Interno de los Hermanos, te comunicamos lo siguiente: no preguntes quiénes son
las personas que han escrito estas cartas; luzca el valor de los escritos por
sus propios méritos. Considera el espíritu con el que están escritas y no
meramente las palabras en ellas contenidas. No nos mueve motivo egoísta alguno;
es la luz que dentro de nosotros existe lo que nos instiga a obrar. Es esta luz
interna la que nos impulsa a escribirte, y nuestras credenciales son las
verdades que poseemos, que serán fácilmente reconocidas por todos aquellos para
quienes la verdad es todo. Te las comunicaremos en la medida en que seas capaz
de recibirlas, y estás en libertad de aceptar o de no aceptar lo que te
digamos; porque la Sabiduría Divina no clama por admisión, es una luz que
brilla con tranquilidad eterna, y que espera pacientemente el día en que es
reconocida y se la admite.
Nuestra comunidad ha existido desde el día primero de la
creación [1] y continuará existiendo hasta el último; es la Sociedad de los
Hijos de la Luz y sus miembros son aquellos que conocen la luz que brilla en el interior y el
exterior de las tinieblas; nosotros conocemos la naturaleza del destino del
hombre; nosotros tenemos una escuela en la cual la misma sabiduría Divina es el
Maestro, y ella enseña a todos aquellos que desean la verdad, por la verdad
misma y no meramente en razón de cualquier beneficio mundano que pueda resultar
de su posesión. Los misterios explicados en aquella escuela, se refieren a cada
una de las cosas que es posible conocer con respecto a Dios, a la Naturaleza y
al Hombre; todos los antiguos sabios han aprendido en nuestra escuela, y
ninguno ha aprendido jamás la sabiduría en otro lugar. Entre sus miembros, los
hay que son habitantes también de otros mundos distintos de éste. Ellos están
esparcidos por el universo entero pero un Espíritu Único es quien los une, y
las diferencias de opiniones entre ellos no existen. Todos estudian un solo
libro, y el método de estudio es para todos el mismo.
Nuestra sociedad se halla compuesta de Elegidos, o sea de
aquellos que buscan la luz y que son capaces de recibirla, y aquel que posee la
mayor receptividad para aquella luz, es nuestro Jefe. Nuestro punto de reunión
es conocido intuitivamente por cada miembro, y fácilmente alcanzado por todos,
importando bien poco el lugar en donde residan. Está muy cerca, y sin embargo
se halla oculto a los ojos del mundo, y nadie puede encontrarlo como no sea un
iniciado. Aquellos que están maduros, pueden entrar; aquellos que no lo están,
tienen que esperar.
Nuestra orden tiene tres grados. Al primero se llega por el
poder de la inspiración divina, al segundo por medio de la iluminación interior
y al tercero y más elevado, gracias a la contemplación y la adoración. En
nuestra Sociedad no existen ni disputas ni controversias, ni especulaciones, ni
sofismas, ni dudas, ni escepticismos, y aquel a quien se le presenta la mejor
oportunidad para hacer el bien, es el más feliz entre nosotros. Estamos en
posesión de los misterios más grandes, y sin embargo, no somos ninguna Sociedad
secreta, porque nuestros secretos son un libro abierto para cada uno que se
encuentre en disposición de leer en él. El secreto no es debido a tener
nosotros poco deseo de enseñar; débese a la debilidad de aquellos que piden que
se les enseñe. Nuestros secretos ni pueden ser comprados por dinero alguno ni
pueden ser públicamente demostrados; son comprensibles únicamente por aquellos
cuyos corazones son capaces de recibir sabiduría y amor fraternal y en quienes
estos poderes han comenzado a despertar. Aquel en quien el fuego sagrado ha
comenzado, es feliz y está contento.
Él percibe la
causa de las
miserias humanas y
la necesidad inevitable del mal y
de los sufrimientos; su visión clara le permite ver el fundamento de todos los
sistemas religiosos y reconoce a estos últimos como modificaciones de verdades
relativas, que no han entrado todavía en equilibrio gracias a no haber obtenido
aún los conocimientos necesarios para ello.
La humanidad vive
en un mundo de
símbolos, cuya significación
no es comprendida todavía por
muchos; pero se acerca el día en que el espíritu viviente que encierran estos
símbolos, será conocido en general y revelados los sagrados misterios. Perfecto
conocimiento de Dios, perfecto conocimiento de la naturaleza y perfecto
conocimiento del hombre, son las tres luces que sobre el altar de la verdad
iluminan el santuario del templo de la sabiduría.
Existe sólo una religión fundamental y una fraternidad universal
tan sólo. Formas externas, sistemas y asociaciones religiosas, todo son
cáscaras bajo las cuales una porción de la verdad permanece oculta, y estas
cosas externas son únicamente verdaderas en la medida en que representan las
verdades que en
su interior encierran.
Son necesarias para
todos aquellos que no han obtenido todavía el poder de reconocer la
verdad invisible e informe, a menos que un símbolo la represente, y el hacerles
comprender poco a poco que la verdad, aunque para ellos invisible, existe, es
dar lugar a que en ellos nazca esta creencia que servirá a manera de base desde
la cual su fe, o sea su conocimiento espiritual, podrá comenzar a
desenvolverse; pero si las formas externas de un sentimiento religioso
representan verdades internas que no existen en aquel sistema, entonces no
representan más que mojigangas desvergonzadas. Existen tantos errores como
formas y teorías existen, porque
las teorías pueden
ser sólo relativamente
ciertas, y siendo
infinita la verdad absoluta, no puede ser circunscrita a
una forma limitada. Los hombres han tomado equivocadamente la forma por el
espíritu, el símbolo por la verdad, y de esta equivocación han brotado errores
infinitos. Estos errores no pueden ser corregidos por medio de denuncias, ni
con ardientes controversias, ni asumiendo una actitud hostil contra aquellos
que viven en el error; las tinieblas no pueden ser desvanecidas combatiéndolas
con armas; es la luz quien acaba con ellas, y allí donde entra el saber, cesa
la ignorancia.
En este siglo presente, que acaba de comenzar, aparecerá la
luz.. Cosas ocultas durante siglos serán conocidas, muchos velos serán
descorridos, y será revelada la verdad que existe en la forma y más allá de
ella; la humanidad como un todo se acercará más a Dios. No podemos decirte
ahora por qué tendrá lugar esto en este siglo; nos limitaremos únicamente a
decir que para cada una de las cosas existe su tiempo y su lugar
correspondiente, y que todas las cosas en el Universo se hallan reguladas por una
ley divina de orden y de armonía. Primero vino el símbolo que contenía la
verdad, vino después la explicación del símbolo, y después de esto, la verdad
misma será recibida y conocida; no de otra manera a un árbol se le ve y se le
percibe después que de la semilla ha brotado, siendo la semilla el símbolo en
el cual su entero carácter permanecía sintetizado. Nuestro deber es prestar
ayuda al nacimiento de la verdad, y abrir las cáscaras en las cuales la verdad
se halla contenida, reavivando en todas partes los jeroglíficos muertos.
Hacemos nosotros esto, no por nuestro propio poder, sino gracias al poder de la
Luz, que obra en nosotros a manera de instrumento.
Nosotros no pertenecemos a secta alguna, no tenemos otra
ambición que satisfacer, no deseamos ser conocidos, ni somos de aquellos a
quienes disgusta el presente estado de cosas en el mundo y que desean gobernar
para imponer sobre la humanidad sus opiniones. No existe persona ni partido
alguno que influya sobre nosotros, ni esperamos premio personal por nuestros
trabajos. Poseemos una Luz, que nos permite conocer los misterios más profundos
de la Naturaleza, y un Fuego poseemos que es el que nos alimenta, y por medio
del cual podemos obrar sobre todas cuantas cosas en la naturaleza existen.
Poseemos las claves para todos los secretos, y el conocimiento del lazo que une
nuestro planeta con los otros mundos. Nuestra ciencia es una Ciencia Universal,
porque abraza el universo entero, y su historia comienza con el día primero de
la creación. Estamos en posesión de todos los antiguos libros de sabiduría.
Todo en la naturaleza se halla sujeto a nuestra voluntad, porque nuestra
voluntad es una con la del Espíritu Universal, que es la potencia motriz del
universo entero, y el origen eterno de toda vida. No necesitamos de informe
alguno, ya sea de hombres, ya sea de libros, porque tenemos el poder de
percibir todo cuanto existe, y el de leer en el libro de la naturaleza, libro
en el cual no existen errores. En nuestra escuela se enseña todo, porque la Luz
que ha producido todas las cosas es nuestro Maestro.
Podemos hablarte de lo más maravilloso que conocemos nosotros,
lo cual está tan por completo fuera del alcance aun del filósofo más erudito de
nuestros tiempos como lo está el Sol de la Tierra; pero que está tan cercano a
nosotros como lo está la luz del espíritu del cual emana; pero no es nuestra
intención el excitar tu curiosidad. Deseamos crear dentro de ti la sed de
sabiduría y el hambre de amor fraternal, a fin de que puedas abrir tus ojos a
la luz, y contemplar por ti mismo la verdad divina. No nos corresponde a
nosotros el acercarnos a ti y abrir tu entendimiento; es el poder de la verdad
misma el que entra en el corazón; es el desposado divino del alma quien llama a
la puerta, y muchos son los que no lo quieren admitir porque se encuentran
sumidos en las ilusiones de la existencia externa.
¿Deseas llegar a ser un miembro de nuestra Sociedad? Si es así,
penetra en tu corazón. ¿Deseas
conocer a los
Hermanos? Si es
así, aprende a
conocer a la divinidad
manifestándose por si misma dentro de tu propia alma. Busca dentro de ti
aquello que es perfecto, inmortal y no está sujeto a cambio alguno, y cuando lo
hayas encontrado, habrás entrado en nuestra Sociedad y nos conocerás a
nosotros. En nuestro círculo no pueden admitirse imperfecciones de ningún
género, y antes de que puedas entrar en él tienes que arrojar de ti todas las
imperfecciones de tu naturaleza. Los elementos corruptibles de tu interior
deben ser consumidos por el fuego del Amor Divino. Debes ser bautizado con el
agua de la verdad, y estar revestido de una sustancia incorruptible que es
producida por pensamientos puros. El interno sensorium debe ser abierto a la
percepción de las verdades espirituales, e iluminada la mente por la sabiduría divina.
Entonces se desarrollarán dentro de tu propia alma grandes poderes, ahora para
ti desconocidos, y podrás entonces vencer el mal. Tu entero ser será restaurado
y transformado en un ser de luz, y tu cuerpo servirá de mansión para el
espíritu divino.
Preguntas tú, ¿cuáles son nuestras doctrinas? No tenemos ninguna
para proclamar, porque cualquiera que sea la que presentemos, no puede ser para
ti más que una opinión dudosa, durante tanto tiempo como carezcas del
conocimiento de ti mismo. Este conocimiento tiene que ser obtenido por medio de
la instrucción externa y debe ir desarrollándose dentro de ti mismo. Interroga
al espíritu divino
en tu interior,
abre tus sentidos
internos a la comprensión de lo que dice, y contestará a
tus preguntas. Todo cuanto podemos hacer es darte algunas teorías para que las
consideres y examines. No para que las creas meramente porque proceden de
nosotros, sin examinarlas antes y quedar de ellas satisfecho, sino para que
puedan servirte a manera de jalones y señales durante tus excursiones por el
laberinto del examen propio.
Una de las proposiciones que deseamos someter a tu consideración
es que la humanidad, como un todo, no será feliz de un modo permanente hasta
que haya absorbido el espíritu de la sabiduría divina y del amor fraternal.
Cuando esto tenga lugar, las coronas de los que rigen el mundo serán razón pura
y no adulterada, sus cetros serán amor; serán ungidos con poder para libertar a
los pueblos de la superstición y de las tinieblas, y las condiciones externas
de la humanidad mejorarán después de que haya tenido lugar el perfeccionamiento
interno. La pobreza, el crimen y la enfermedad desaparecerán entonces.
Otra proposición es que una de las causas por las que no son los
hombres más espirituales e inteligentes, se debe a la grosería y densidad de
las partículas materiales que componen sus cuerpos, que impiden la libre acción del elemento espiritual en
ellos contenido, y que cuanto más groseramente vivan, y cuanto más se dejen
dominar por los placeres sensuales, animales y semianimales, tanto menos serán
capaces de lanzarse en pensamiento a las regiones superiores del mundo ideal y
de percibir las eternas realidades del espíritu. Mira las formas humanas que
por las calles encuentras; repletas de carne llena de impurezas animales y con
el sello de la intemperancia y de la sensualidad impresos en sus rostros, y
pregúntate a ti mismo, si están o no adaptadas para las manifestaciones
internas de la sabiduría divina.
También decimos nosotros que espíritu es sustancia, realidad.
Sus atributos son: indestructibilidad, impenetrabilidad y duración. Materia es
una agregación, que produce la ilusión de la forma; es divisible, penetrable,
corruptible, y está sujeta a cambios continuos. El reino espiritual es un mundo
indestructible actualmente existente, cuyo centro es el Cristo (el Logos) y sus
habitantes son poderes conscientes e inteligentes; el mundo físico es un mundo
de ilusiones, que no contiene verdad absoluta alguna. Cada una de las cosas
existentes dentro del mundo externo son sólo relativas y fenoménicas; es este
mundo, por decirlo así, la pintura sombría del mundo interno y real, producida
por la luz del espíritu viviente que obra en el interior y en el exterior de la
materia animada.
La inteligencia inferior del hombre toma sus ideas prestadas del
reino siempre inestable de lo sensual, y hállase, por lo tanto, sujeta a un
cambio continuo; la inteligencia espiritual del hombre, o sea su intuición, es
un atributo del espíritu, y por lo tanto inmutable y divina. Cuanto más
etéreas, refinadas y movibles sean las partículas que el organismo físico del
hombre constituyen, con tanta mayor facilidad penetrará en ellas la luz divina
de la inteligencia y la sabiduría espiritual.
Un sistema racional de educación tiene que fundarse en un
conocimiento de la constitución física,
psíquica y espiritual
del hombre, y
será únicamente posible
el día en
que sea conocida por completo la
entera constitución del hombre, y no meramente el aspecto material de la misma,
sino además su aspecto espiritual. El aspecto externo de la constitución humana
puede ser estudiado valiéndose de métodos externos, pero el conocimiento de su
organismo invisible puede sólo ser obtenido por medio de la introspección y del
estudio de sí mismo. El más importante consejo que tenemos para darte es, por
lo tanto;
APRENDE A CONOCER TU PROPIO YO
Las proposiciones anteriores son suficientes para que las
medites y examines a la luz del espíritu, hasta que recibas más enseñanzas.
NOTAS:
Se dice que aquellos Hijos de Manu, Nacidos de la Mente que no
procrearon, y cuya misión fue instruir a la humanidad, formaron la primera
Sociedad Oculta, y que todos los Adeptos, desde entonces, trazan su
descendencia a uno y a otro de los Hijos de la Mente del Primer Señor.
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