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lunes, 25 de noviembre de 2013

EL CENTRO AJNA PARA LOS DISCÍPULOS E INICIADOS. D.K. “El Tibetano”



EL CENTRO AJNA PARA LOS DISCÍPULOS E INICIADOS
D.K. “El Tibetano”



Aquí tenemos una gran triplicidad de energías de gran po­der actualmente, debido a que la expresión del tercer aspec­to de la inteligencia activa ha alcanzado esas alturas por medio de la conciencia y desenvolvimiento humanos.

Está relacionado con la personalidad por el hilo creador, con el alma por el hilo de la conciencia y con la mónada por el sutratma o hilo de vida. No está relacionado con ninguno de los aspectos divinos por medio del antakarana, pues ese hilo que une directamente la mónada y la personalidad (y por último separado del alma) introduce sencillamente la expresión monádica de la vida en la cabeza, el centro co­ronario. Entonces se establece la conciencia directa entre la mónada y la personalidad y viene a la existencia una gran dualidad. Vida, Conciencia y Forma se enfocan enton­ces creadora y activamente en la cabeza, y su actividad es dirigida desde la cabeza por intermedio de los dos centros de la misma. El centro ajna sólo entra en actividad crea­dora cuando se ha construido el antakarana. En las prime­ras etapas el centro laríngeo es el agente creador, y el centro sacro está activo en los períodos primitivos. Aquí hay algo muy interesante que recordar. La construcción del antakarana sólo llega a ser genuinamente posible cuando la vida creadora del aspirante cambia desde el centro sacro al laríngeo y se hace activa y expresiva. La nuca es el símbolo de este “puente” vinculador, pues relaciona la ca­beza -sola y aislada- con el torso dual, que incluye lo que está arriba del diafragma y lo que está abajo -sim­bolizando el alma y la personalidad unidas, fusionadas y  mezcladas en una. La cabeza es el símbolo de lo que Pa­tanjali describe como el estado de “unidad aislada”.

Es el centro por el cual el aspecto inteligente de la humani­dad se enfoca creadoramente y  por el que fluye la energía creadora de ese gran centro planetario denominado huma­nidad. Los tres centros mayores planetarios son Shamballa, Jerarquía y Humanidad. Cuando se haya alcanzado la per­fección, entonces la energía de la voluntad, del poder y del propósito de Shamballa, afluirá libremente a través del cen­tro coronario; las energías de amor-sabiduría de la Jerarquía afluirán a través del centro cardiaco, y la energía de la humanidad se enfocará a través del centro laríngeo, actuando el centro ama como agente de las tres. Entonces tendrá lugar una nueva actividad por parte de la humanidad, que con­siste en relacionar los tres reinos superhumanos con los tres suhhumanos, estableciendo así la nueva tierra y el nuevo cielo. Entonces la humanidad habrá culminado su meta evo­lutiva en esta Tierra.

El centro laríngeo es específicamente el órgano de la PA­LABRA creadora. Registra la intención o propósito creador del alma, trasmitido por la afluencia de energía desde el centro ama; la fusión así realizada de las dos energías con­ducirá a algún tipo de actividad creadora. Ésta es la analogía superior de la creatividad del centro sacro. En ese centro se encierran las energías creadoras negativa y positiva, personificadas independientemente en los organismos masculino y femenino, los cuales se ponen en relación por un acto creador, conscientemente realizado, aunque todavía sin un propósito muy definido.

La glándula tiroides es la exteriorización física densa de es­te centro. A esta glándula se la considera hoy de suprema importancia para el bienestar del ser humano común. Su propósito es resguardar la salud, balancear el equilibrio cor­póreo en algunos aspectos importantes de la naturaleza fí­sica, y simboliza  el tercer aspecto de la inteligencia y de la sustancia impregnada por la mente. En realidad, tiene vincu­lación con el Espíritu Santo o el tercer aspecto divino en manifestación, “influyendo” (como La Biblia lo expresa) sobre la Madre, la Virgen María. Las paratiroides simboli­zan a María y José y su relación con el influyente Espíritu Santo. Oportunamente se llegará a determinar que existe una estrecha relación fisiológica entre la glándula tiroides y la pineal, entre la paratiroides y los dos lóbulos del cuerpo pituitario, lo cual convierte a la zona de la garganta y de la cabeza en un solo sistema relacionado.

Así como la cabeza simboliza la naturaleza esencialmente dual de Dios manifestado, así el centro laríngeo simboliza la triple naturaleza de la divina expresión. La naturaleza dual aparece como fusionada y mezclada en la cabeza por la relación que existe entre los dos centros y sus dos reflejos físico densos. Las tres grandes energías puestas en acción durante la actividad creadora divina realizan una actividad unificada por la plena expresión de la energía que fluye a través del centro laríngeo, del órgano de la palabra y de los dos pulmones. En esta relación tenemos: la vida o el aliento, la palabra o el alma, y el centro laríngeo de la sustancia en actividad.

Este loto de la garganta está invertido en las primeras eta­pas de la evolución, y sus pétalos se extienden hacia los hom­bros, e incluyen los dos pulmones o parte de ellos. Durante el ciclo de la vida del alma, lentamente se da vuelta, y sus pétalos se extienden hacia arriba hasta las dos orejas, e in­cluyen a la médula oblongada y a la glándula carótida. Esta glándula está más estrechamente relacionada  con la glándula tiroides que con las otras dos glándulas de la cabeza.

En consecuencia será evidente de qué manera zonas enteras del organismo físico pueden ser llevadas a un funcionamiento activo y correcto, y también vitalizadas y conservadas en buena y verda­dera condición, por algún tipo de actividad del centro más cercano a la zona del cuerpo en consideración. Será también evidente que las deficiencias y la enfermedad pueden ser el resultado de la inactividad de un centro.

El Centro Cardiaco. Está localizado entre los omóplatos, sien­do, en estos días y época, el centro que recibe mayor atención de Quienes son responsables del desenvolvimiento de la con­ciencia humana. En verdad, puede decirse que el rápido desarro­llo de este loto constituyó una de las razones por las cuales no pudo evitarse la guerra mundial. En un sentido, fue un aconte­cimiento necesario (dado el ciego egoísmo de la totalidad de la humanidad), porque era imprescindible hacer desaparecer to­das las antiguas formas de gobierno, de la religión y del crista­lizado orden social. La humanidad ha llegado ahora a la etapa de conciencia e interrelación grupales de un tipo profundamente espiritual, y se requerían nuevas formas por las cuales este nuevo espíritu pudiera funcionar más adecuadamente:

-          El centro cardíaco corresponde al “corazón del Sol” y por lo tanto a la fuente espiritual de luz y amor.

-          El centro del corazón funciona activamente después de la segunda iniciación, la cual marca la consumación del  proceso por el cual la naturaleza emocional (con su destacada cualidad del deseo) es puesta bajo el control del alma, y el deseo del yo inferior personal ha sido trasmutado en amor. Es el órgano para la distribución de la energía jerárquica, que afluye por intermedio del alma al centro cardíaco de todos los aspirantes, discípulos e iniciados; de esta manera dicha energía queda disponible y trae dos resultados:

La regeneración de la humanidad por medio del amor.

La relación, firmemente establecida, entre la humanidad que evoluciona rápidamente y la Jerarquía. De esta ma­nera dos grandes centros planetarios, la Jerarquía y la Humanidad, son puestos en íntimo contacto y relación.

Según dice La Biblia: “el amor de Dios se derrama por todas partes” en el corazón humano, y su poder transformador, magnético y radiatorio, es esencial para la reconstrucción del mundo y el establecimiento del nuevo orden mundial. En la actualidad se pide a los discípulos que cavilen y refle­xionen sobre el desarrollo del centro cardíaco y la inteligente relación entre la humanidad y la Jerarquía, con la consiguiente respuesta humana a la energía del amor, porque “como el hombre piensa en su corazón, así es él”. Sólo puede pensar con el corazón cuando las facultades mentales se han desarrollado adecuadamente y han llegado a una etapa bas­tante elevada de desenvolvimiento Sentir con el corazón, frecuentemente se lo confunde con pensar. La capacidad de pensar con el corazón es resultado del proceso de transmutación del deseo en amor, durante la tarea de elevar las fuerzas del plexo solar al centro cardíaco. Pensar con el corazón también indica que el aspecto superior del centro cardíaco, el loto de doce pétalos situado en el centro del loto de mil pétalos, ha alcanzado un punto de real actividad. La refle­xión, como resultado del correcto sentimiento, sustituye a la sensibilidad personal. Nos proporciona los primeros y tenues indicios de ese estado de ser característico de la mónada, que no puede denominarse conciencia, tal como entendemos el término.

El centro cardiaco se relaciona esencialmente con la perso­nalidad, cuando es dominado el proceso de alineamiento con el alma, proceso que hoy se enseña en las nuevas y sólidas escuelas esotéricas y ha sido acentuado en la Escuela Arcana desde el comienzo; éste es el procedimiento (caracterizado por la correcta orientación, concentración y meditación) que relaciona la personalidad con el alma y con la Jerarquía. La relación con la Jerarquía tiene lugar automáticamente en cuanto se lleva a cabo este alineamiento y se establece contacto directo con el alma. La conciencia de la personalidad es reemplazada por la conciencia grupal, y la entrada de la energía jerárquica se produce como consecuencia natural, pues todas las almas sólo son aspectos de la Jerarquía. Esta establecida relación, con su consiguiente interacción (mag­nética e irradiatoria), trae la destrucción final del cuerpo del alma o cuerpo causal, cuando la relación alcanza el punto más elevado de intensificado reconocimiento.

En consecuencia, es ese centro, en el cuerpo físico, por cuyo intermedio actúa la Jerarquía, siendo también el agente del alma. Cuando empleo la palabra “alma” no sólo me refiero al alma individual del hombre sino también al alma del Lo­gos planetario, siendo ambas el resultado de la unión espí­ritu y materia, de los aspectos Padre y Madre. Sólo la iniciación puede revelar este gran misterio.

El centro cardíaco registra la energía del amor. Aquí podría establecerse que, cuando finalmente se ha construido el an­takarana, los tres aspectos de la  Tríada espiritual hallarán cada uno un punto de contacto en el mecanismo etérico del iniciado que actúa en el plano físico. El iniciado llega a ser una fusión del alma y la personalidad, a través de la cual puede afluir la plena vida de la mónada.

1.                              El centro coronario se convierte en punto de contacto para la voluntad espiritual, Atma.

2.                              El centro cardíaco se trasforma en agente de amor espi­ritual, Budi.

3.                              El centro laríngeo es la expresión de la mente univer­sal, Manas.

Durante el trabajo que realiza el iniciado, cuando cumple el propósito divino de acuerdo al plan, el centro ajna se con­vierte en el agente directriz o distribuidor de las energías fusionadas del hombre divino. El centro cardíaco correspon­de al “fuego solar” dentro del sistema solar, siendo de cua­lidad magnética y de actividad radiatoria. Es el órgano de la energía que produce inclusividad.

Su exteriorización física densa es la glándula timo. Poco se sabe en la actualidad respecto a esta glándula, aunque mu­cho se aprenderá cuando los investigadores acepten y expe­rimenten la hipótesis que presenta la ciencia esotérica y cuando el centro cardíaco se desarrolle y la glándula timo vuelva a su actividad adulta funcionante. Esto no ha sucedido todavía. Tampoco se ha establecido aún la naturaleza  de su secreción; los efectos de esta glándula son mejor cono­cidos desde el ángulo sicológico que del físico. La moderna sicología, cuando se asocia a la medicina, reconoce que la excesiva actividad de esta glándula hace que una persona sea amoral e irresponsable. Cuando la raza de los hombres aprenda la naturaleza de la responsabilidad, tendremos los primeros indicios del alineamiento con el alma, de la descentralización de la personalidad y de la conciencia grupal y luego -paralelo a este desarrollo- hallaremos que la glándula timo llegará a actuar correctamente. En la actua­lidad, el desequilibrio general del sistema endocrino, milita en contra del pleno funcionamiento, y sin riesgo, de la glán­dula timo en la persona adulta. Hay todavía una relación no reconocida entre la glándula pineal y la timo, lo mismo que entre ambas y el centro ubicado en la base de la columna vertebral. A medida que la Tríada espiritual entra en actividad por intermedio de la personalidad, estos tres cen­tros y sus tres exteriorizaciones trabajarán en síntesis, ri­giendo y dirigiendo al entero hombre. A medida que la glándula pineal vuelva a desempeñar plenamente su fun­ción adulta (y esto no sucede con el hombre adulto), la divina voluntad al bien se hará sentir y se cumplirá el divi­no propósito; cuando la glándula timo en forma similar en­tre en actividad en la persona adulta, se evidenciará la buena voluntad y comenzará a desarrollarse el plan divino. Éste es el primer paso hacia el amor, las correctas relaciones hu­manas y la paz. La buena voluntad ya está haciendo sentir su presencia en el mundo, indicando que el centro cardíaco inicia su actividad y comprobando que el centro cardíaco de la cabeza comienza a desplegarse como resultado de la cre­ciente actividad del centro cardiaco a lo largo de la columna vertebral.

Es el órgano de fusión, así como el centro coronario es el órgano de síntesis. A medida que el centro cardiaco entra en actividad, el aspirante individual es atraído lentamente a una relación cada vez más estrecha con su alma, entonces se producen dos expansiones de conciencia que él las inter­preta corno eventos o acontecimientos: 


Es atraído al Ashrama de uno de los Maestros, de acuerdo al rayo de su alma, convirtiéndose en discípulo aceptado, en sentido técnico. El Maestro es el centro cardíaco del Ashrama y puede ahora llegar hasta Su discípulo por medio del alma, porque ese discípulo, mediante el alinea­miento y el contacto, ha puesto su corazón en estrecha armonía con el alma. Entonces responde al corazón de todas las cosas, que en lo que concierne a la humanidad actualmente es la Jerarquía.

Es atraído para que sirva y se relacione estrechamente con la humanidad. Su creciente sentido de responsabili­dad, debido a la actividad del corazón, lo lleva a servir y a trabajar. Eventualmente también se convierte en el corazón de un grupo’ u organización -pequeña al princi­pio, llega a ser mundial a medida que su poder espiritual se desarrolla y él piensa en términos de grupo y de hu­manidad. Ambas relaciones por su parte son reciprocas. Así el aspecto amor de la divinidad se hace activo en los tres mundos y el amor se anda en la tierra y ocupa el lugar de la emoción, del deseo y de los aspectos materia­les del sentimiento. Observen esta frase.

En las primeras etapas del desarrollo, tanto del individuo como de la raza, el loto invertido del corazón con sus doce pétalos se extiende hacia abajo al centro plexo solar. Éste, desde la época atlante, se ha dado vuelta y sus pétalos se extienden ahora hacia arriba, hacia el siguiente centro a lo largo de la columna vertebral, el cardíaco, debido a las ener­gías que ascienden lentamente desde el centro plexo solar, las cuales tratan de evadirse de la “prisión de las regiones inferiores” mediante un proceso de transmutación.

 Como resultado de lo antedicho el centro cardiaco comienza a desarrollarse lentamente y a darse vuelta. Esta reversión de los “centros lotos” siempre se produce como efecto de una actividad dual, el empuje desde abajo y la atracción desde arriba.

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