Los Años de Oportunidad
Las
palabras poco importan. El hecho es que el alma entra en sí misma. Es libre
para dominar (con muy poca interrupción) sus vehículos tan cuidadosamente
integrados; para inundarlos con vida divina, duradera y eterna a medida que
demuestra su realidad por medio de la apariencia fenoménica.
Estos
no son conceptos poéticos que expresan la forma en que la juventud percibe una
vejez idealizada. Representan la verdadera experiencia de un estudiante que ha
caminado el Sendero durante un largo período en la vida y ahora enfrenta esos
aparentemente desolados años que piden a gritos ser explotados por su riqueza
espiritual.
El
Tibetano dice rotunda y categóricamente que la fatiga física no necesariamente
incapacita, de manera alguna, la utilidad del discípulo, ya que ellos tienen
una curiosa capacidad para continuar con su trabajo sin importar lo que pueda
ocurrirles físicamente. Ellos aprenden a vivir con discapacidades físicas, en
condiciones adversas, y aun así mantienen su trabajo en un alto nivel.
Parte
del entrenamiento de un discípulo consiste en aprender a sintonizar, reconocer
y precipitar esas ideas divinas emergentes con las cuales la Jerarquía aspira
sembrar el pensamiento de la humanidad. Luego, estas deben traducirse en los
conceptos que condicionarán el pensamiento humano en el próximo ciclo. Esa labor
exige un entrenado sentido de sincronización, la capacidad para abstenerse de
la acción precipitada o prematura. Esto ilumina claramente la oportunidad
presentada a los discípulos “mayores” que se han entrenado a sí mismos en la
paciencia y han aprendido a través de la experiencia lo engañosos que son los
valores del tiempo que condicionan mucha parte de la acción externa.
En su
libro El Discipulado en la Nueva Era, Vol. II, págs. 433-4 (Ed. Sirio), el
Tibetano expone con gran claridad las razones por las cuales un discípulo debe
continuar su trabajo en las últimas etapas de una encarnación, avanzando “a
pesar de la fatiga y del creciente ‘crujir’ del mecanismo humano”.
Simplificando, estas razones son:
Debe
esforzarse por continuar el mismo ritmo de servicio y de vida fructífera cuando
–libre del cuerpo físico- se encuentre más allá. No debe haber interrupción en
ese servicio.
Debe
esforzarse, hasta donde sea posible, por mantener la continuidad de su
conciencia como discípulo activo, sin permitir interrupción alguna entre su
actual punto de tensión y el que sobreviene después de la experiencia de la
muerte.
Debe
esforzarse por cerrar el episodio de la experiencia de esta vida, a fin de
evidenciar que es miembro de un Ashrama; no debe permitir interrupción alguna
en la relación establecida ni que cese la afluencia de la vida ashrámica a
través del discípulo, al mundo de los hombres.Esta actividad no es fácil debido
al natural y normal deterioro del vehículo físico a medida que envejece, lo
cual requiere una concentración definida del esfuerzo, acrecentando así la
tensión en la que vive siempre un discípulo.
Después
de estas tres “necesidades” hay una triple declaración que define con una
claridad casi cruel las alturas hacia las que los discípulos deben escalar,
alturas de las que ni la edad física ni el cansancio físico deberían permitirse
ser limitantes.
“Para
cualquier discípulo en mi Ashrama”, nos dice, “el problema en este momento de
crisis mundiales particularmente urgente, por las siguientes razones:
a.
Por intermedio de mi Ashrama, que trabaja bajo la inspiración del Maestro KH,
se divulgará una nueva presentación esotérica de la verdad, esto convertirá en
exotérica la enseñanza más antigua.
b.
Los discípulos en mi Ashrama tienen la doble responsabilidad de mantenerse
firmes para preservar el conocimiento.Esta firmeza de ninguna manera debe
abandonarse cuando la vejez se acerca, ni debe permitirle desaparecer por la
transición de la misma muerte.El Maestro de un Ashrama trabaja mediante el pensamiento
consciente e ininterrumpido de un grupo fusionado de discípulos.El servicio
activo externo de un grupo de discípulos no es de mucha importancia (aunque
tiene necesariamente un propósito vital) como el coherente e integrado
pensamiento grupal, tan poderoso para efectuar cambios en la conciencia humana.
Leyendo
estas palabras, ¿Cómo puede un discípulo mirar sus años de “vejez” de otra
manera que no sea como una época de oportunidad espléndida y especializada,
como un bono de tiempo para utilizarlo con gran generosidad a medida que
continúa su búsqueda interminable?
c. El
punto final de esta trilogía coloca el énfasis en los terribles reajustes en la
conciencia humana “incidentales a la inauguración de una nueva cultura,
civilización y religión mundiales” y enfatiza la oportunidad de preservar
intacto y libre de todo deterioro su “estado mental” durante los años que
restan de esta vida, a través del proceso de disolución, y así hasta la
liberación en el más allá.No es una tarea fácil mantener consciente esta
integridad; requiere comprensión y un esfuerzo deliberado.
Como
si todo esto no fuera suficiente incentivo para la perseverancia, tenemos esta
súplica adicional del Tibetano:
Les
pediré que, al transcurrir la vida y al acercarse el momento eventual e
inevitable de abandonar el cuerpo, se
aferren cada vez más al conocimiento que poseen de la Jerarquía y pasen al más
allá totalmente consagrados al Plan jerárquico. Esto no es simplemente una
sugerencia de mi parte, sino que trato de llamarles la atención sobre el
concepto de la continuidad espiritual del conocimiento y de la actitud
correctamente orientada. Entonces no se perderá tiempo; podrán lograr la
verdadera continuidad de conciencia, pues es uno de los factores que servirá
para mantener unido a este grupo de discípulos.
Y
adicionalmente tenemos la promesa de que “Cuando el estudiante o discípulo
vuelva a la encarnación, el conocimiento impartido (almacenado en el contenido
del alma) estará entonces útilmente disponible”.
Aquí
se muestra el tipo y el alcance del trabajo que los Maestros aspiran lograr a
través de sus discípulos para la humanidad. Es un trabajo que pueden trazar e
indicar, para el cual existe un entrenamiento disponible, pero que en último
análisis, debe hacerse a través de y llevado a cabopor sus discípulos. Y sobre
todo, posiblemente a través de aquellos discípulos de larga data quienes
habiendo trabajado durante muchos años, están ahora en el punto en el que puede
darse un cambio vital de conciencia, haciendo posible los nuevos y necesarios
reconocimientos y realizaciones. Por esto debemos recordar que es el discípulo
quien ha establecido un contacto utilizable con su alma (del que puede
beneficiarse en cualquier momento que lo decida) y puede empezar a registrar
impresiones que le lleguen directamente del Maestro.
Volviendo
nuevamente al Maestro Tibetano, se nos dice que una de sus funciones es
“introducir ideas en la mente del hombre y hacer descender al reino de las
palabras ciertos conceptos que están surgiendo, de modo de comenzar a ejercer
influencia en el nivel superior de los pensadores, los cuales son responsables
de precipitar profundamente las ideas en la conciencia humana”.
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ResponderEliminarLA EDAD DE LOS DISCÍPULOS D.K. Los Años de Oportunidad
ResponderEliminarLes pediré que, al transcurrir la vida y al acercarse el momento eventual e inevitable de abandonar el cuerpo, se aferren cada vez más al conocimiento que poseen de la Jerarquía y pasen al más allá totalmente consagrados al Plan jerárquico. Esto no es simplemente una sugerencia de mi parte, sino que trato de llamarles la atención sobre el concepto de la continuidad espiritual del conocimiento y de la actitud correcta de servicio. Entonces no se perderá tiempo y así lograr la verdadera continuidad de conciencia.
Y adicionalmente tenemos la promesa de que “Cuando el estudiante o discípulo vuelva a la encarnación, el conocimiento impartido estará entonces útilmente disponible”.
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