NATURALEZA DEL DISCIPULADO
(D.K.)
Del libro “Los doce
trabajos de Hércules”
Ha
sido creado en la mente del aspirante occidental un sentimiento de que el
Sendero es necesariamente un camino de miserias, de autoabnegación y de penas
sin fin. Su actitud es de paciencia activa hasta el tiempo en que él,
misteriosa y milagrosamente se abra paso a un mundo de paz y plenitud, dentro
del cual todas las dificultades llegan a su fin, la carne cesa de molestar y el
demonio tiene un intempestivo final. Y esto, como la recompensa de una humilde
sumisión a la voluntad de un inescrutable creador.
Del
conjunto de hombres, un hombre se adelantó en los días de la antigüedad y
sorprendió el ojo vigilante del Gran Anciano que preside eternamente dentro del
Concilio de la Cámara del Señor. Se volvió hacia el que estaba de pie cerca
suyo y dijo: "¿Quién es esa alma sobre el Sendero de la vida, cuya luz
puede ahora ser vista oscuramente?”. Rápidamente llegó la respuesta: "Esa
es el alma que, en el Sendero de la vida, experimenta y busca la clara luz que
brilla desde el Alto Sitio". "Déjala proseguir sobre su senda, pero
vigila sus pasos"
Puede
ser de valor considerar aquí brevemente qué es el discipulado, palabra
constantemente empleada por los aspirantes, tanto en los países cristianos como
en las religiones orientales. El discípulo puede ser definido como la etapa
final del Sendero de Evolución, y como ese período en la experiencia de un
hombre en el cual él es definidamente autoconsciente. Es la etapa en la cual
sabiamente se compromete a imponer la voluntad del alma (que es esencialmente
la voluntad de Dios) sobre su naturaleza inferior. En este sendero él se somete
a un proceso madurador, para que la flor del alma pueda expandirse rápidamente.
La inevitabilidad de la perfección humana tiene su base en la voluntad para
hollar el Sendero. Esta perfección puede ser alcanzada en dos formas. 4 Puede
ser el resultado de un lento y seguro crecimiento evolutivo, llevado adelante
bajo las leyes de la naturaleza, ciclo tras ciclo, hasta que gradualmente el
Dios oculto pueda ser visto en el hombre y en el universo. 0, ser el resultado
de la aplicación sistematizada y la disciplina por parte del aspirante,
produciendo un más rápido desarrollo del poder y vida del alma. En un análisis
del discipulado, éste ha sido definido como "un disolvente psíquico que
destruye toda la escoria y deja el oro puro". Es un proceso de depuración,
de sublimación y de transmutación, llevado progresivamente hacia adelante hasta
que finalmente el Monte de la Transfiguración y la Iluminación son alcanzados.
Los misterios ocultos y las fuerzas latentes en los seres humanos, necesitan
ser descubiertos y requieren ser utilizados de una manera divina y de acuerdo
con un divino propósito, inteligentemente comprendido. Cuando ellos han sido
así utilizados, el discípulo se halla en armonía Con lo universal y las
similares energías y poderes divinos que sustentan las operaciones del mundo
natural. Así él se convierte en un trabajador bajo el plan de la evolución y un
cooperador con esa gran "nube de testigos", que a través del poder de
sus observaciones, y el resultado de sus logros, constituyen los Tronos,
Principados y Poderes por medio de los cuales la Vida Una guía toda la creación
progresivamente a una gloriosa consumación. Tal es la meta hacia la cual
Hércules trabajó, y tal es la meta de la humanidad toda, cuyo logro final, en
conjunto, será realizado por las muchas individualidades perfeccionadas.
CONNOTACIONES ASTROLÓGICAS
Un
propósito secundario de este estudio es presentar un aspecto de la astrología
que diferirá del expresado habitualmente. Investigaremos la historia de
Hércules a medida que pasaba por los doce signos del zodíaco. En cada signo él
expresaba sus características, y en cada signo, lograba algún conocimiento
nuevo de sí mismo, y a través de ese conocimiento demostraba el poder del signo
y adquiría los dones que el mismo confería. En cada uno de los signos lo
encontraremos venciendo sus tendencias naturales, controlando y gobernando su
destino, y demostrando el hecho de que las estrellas inclinan pero no
controlan. La forma de astrología que, yo creo, reemplazará andando el tiempo,
la clase corriente que trata con horóscopos, es esa sintética presentación de
los acontecimientos cósmicos que tienen sus reflejos en nuestra vida
planetaria, en la vida de la humanidad en conjunto, y en la vida del individuo,
que es siempre el microcosmos del macrocosmos. Este tipo de astrología enfoca
su atención principalmente en el desarrollo del plan de las edades; esto, la
historia lo manifiesta de una manera reducida en cuanto concierne a la humanidad,
y un estudio más amplio de los tiempos y estaciones puede traernos una mayor
comprensión de los propósitos de Dios. Hay un inmenso pasado detrás de la
humanidad; eones y eones han llegado y se han ido, la rueda de la existencia
gira continuamente, y siempre la cinta de la vida se desenvuelve, y nosotros
somos llevados hacia un nuevo aspecto de la meta, y a una visión y realización
más amplias. La concentración en el horóscopo personal y el intenso interés
demostrado por los individuos en sus propios insignificantes asuntos puede ser
natural y normal, pero es, no obstante, miope. Sólo la conciencia de que somos
partes integrantes de un Todo mayor y el conocimiento de la divina suma total
pueden revelar el más vasto propósito. Estas son las ideas que pueden
eventualmente reemplazar nuestras concentraciones personales. Nuestras pequeñas
historias de la vida deben desaparecer en un cuadro mayor.
Astrológicamente
Hércules estableció la historia de la vida de cada 5 aspirantes, y demostró la
parte que debe jugar la unidad en la eterna Empresa. Un gran Maestro oriental
ha expresado en relación con el zodíaco y la astrología este sugestivo
pensamiento: "Que la astrología es una ciencia y una ciencia venidera, es
verdad. Que la astrología en su aspecto supremo y su verdadera interpretación,
capacitaría eventualmente al hombre para enfocar su comprensión y para
funcionar rectamente, es igualmente verdad. Que en las revelaciones que la
astrología hará, andando el tiempo, será encontrado el secreto de la verdadera
coordinación entre el alma y la forma, es también correcto. Pero esa astrología
todavía no ha sido descubierta. Hay demasiadas cosas pasadas por alto y otras
muchas desconocidas para hacer de la astrología la ciencia exacta que muchos
pretenden que sea. La pretensión será cumplida en alguna fecha futura. El
momento no ha llegado todavía.
“La astrología como es practicada ahora, está
condenada a la destrucción debido a la rapidez con que las almas están
controlando sus personalidades. El modelo del horóscopo del alma no estará
basado en nuestro conocimiento tridimensional, pues las leyes de tiempo y
espacio no tienen influencia sobre el alma". (Astrología Esotérica). Por
consiguiente, trataremos en este estudio con una astrología que será no
matemática y que no tendrá relación con el modelo de los horóscopos. Se
interesará en los doce tipos de energía por medio de los cuales la conciencia
de la divina Realidad es lograda a través del medio de la forma. En un cielo no
distante y en un estado no subjetivo llegó Hércules a este conocimiento. En el
cuerpo físico, impedido y limitado por las tendencias conferidas a él por el
mismo signo bajo el cual realizó el trabajo, alcanzó la comprensión de su
propia divinidad esencial. A través de la superación de la forma y de la
subyugación de la materia, se nos da un cuadro de una desarrollada
autorrealización divina. Por consiguiente, en el estudio de Hércules, el
discípulo, y de Cristo, el Salvador del Mundo, tenemos una completa
presentación gráfica de las etapas finales del desarrollo, que están situadas
delante de todos nosotros.
Las
cinco grandes Iniciaciones como están pintadas para nosotros en la historia de
Jesús el Cristo, no son tratadas aquí, sino que forman el tema de otro libro.
(De Belén al Calvario). A medida que estudiamos la historia de Hércules y lo
seguimos a través de sus doce trabajos, pasando alrededor del gran zodíaco de
los cielos, nos aproximaremos desde dos ángulos: el del aspirante individual y
el de la humanidad en conjunto. Es ahora posible mirar a la familia humana como
habiendo alcanzado, prácticamente en masa, la etapa del aspirante, la etapa del
buscador inteligente, la etapa del hombre que, habiendo desarrollado su mente y
coordinado sus aptitudes, mentales, emocionales y físicas, ha agotado los intereses
del mundo fenoménico y está buscando una salida a un reino más amplio de
conocimiento, dentro de una más segura esfera de garantías. Esta etapa ha sido
siempre expresada por los individuos avanzados a lo largo de los años, pero
nunca anteriormente se ha encontrado la propia raza humana con los inicios
testimoniales de esta condición en grupo. Aquí yace la maravilla de pasados
logros, y aquí está la hora de la presente oportunidad.
EL MUNDO DEL DISCÍPULO
Hoy
en Día Las pruebas a las cuales Hércules voluntariamente se sometió y los
trabajos en los cuales a veces descuidadamente se precipitó, son aquellos
posibles para muchos miles ahora. También se volverá manifiesto cuán
curiosamente aplicable a las condiciones modernas, son los variados detalles de
la dramática y a menudo divertida historia de sus esfuerzos en el sendero de la
ascensión. Cada uno de nosotros es un Hércules en embrión, y cada uno enfrenta
idénticos trabajos; cada uno tiene la misma meta que lograr y el mismo círculo
del zodíaco que abarcar. El trabajo a realizar tiene como objetivo principal,
la eliminación de todo temor y el control de las fuerzas naturales de la
naturaleza humana. Estas, Hércules debe enfrentarlas en cada posible combinación,
antes de escalar el monte de la iniciación en Capricornio, y llegar a ser el
servidor de la humanidad. Objetivos de competencia y egoísmo deben ser
completamente cambiados y eliminados, y encontraremos a Hércules aprendiendo la
lección que apoderarse de cualquier cosa para el yo separado, no es parte de la
misión de un hijo de Dios. Él sabe encontrarse como individuo, sólo para
descubrir que el individualismo debe ser sacrificado inteligentemente para el
bien del grupo. Descubre asimismo que la codicia personal no tiene lugar en la
vida de un aspirante que está buscando la liberación, desde el siempre
recurrente ciclo de la existencia y de la constante crucifixión sobre la cruz
de la materia. Las características del hombre inmerso en la forma de la vida y
bajo la regla de la materia son: temor, individualismo, rivalidad y codicia.
Estas tienen que ceder lugar a la confianza espiritual, cooperación, conciencia
grupal y carencia de egoísmo.
Esta es la lección que Hércules nos da, y es la
demostración de la vida de Dios que está siendo forjada en el proceso creativo,
y que florece más hermosamente, cada vez que la vida de Dios hace su curva
alrededor del zodíaco que, nos dicen los astrónomos, toma aproximadamente
veinticinco mil años en cumplirse. Esta es la historia del Cristo cósmico,
crucificado en la Cruz Fija de los cielos; ésta es la historia del Cristo
histórico, dada a nosotros en la historia del evangelio y establecida hace dos
mil años en Palestina; es la historia del Cristo individual, crucificado en la
cruz de la materia, y encarnado en cada ser humano. Dios encarnado en materia.
Esta es la historia de nuestro sistema solar, la historia de nuestro planeta,
la historia del ser humano. Así, cuando miramos arriba los cielos estrellados,
vemos descrito eternamente para nosotros este gran drama, que la historia de
Hércules dilucida en detalle para el aspirante.
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