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domingo, 2 de julio de 2017

NATURALEZA DEL DISCIPULADO (D.K.) Del libro “Los doce trabajos de Hércules”

NATURALEZA DEL DISCIPULADO (D.K.)
Del libro “Los doce trabajos de Hércules”


Ha sido creado en la mente del aspirante occidental un sentimiento de que el Sendero es necesariamente un camino de miserias, de autoabnegación y de penas sin fin. Su actitud es de paciencia activa hasta el tiempo en que él, misteriosa y milagrosamente se abra paso a un mundo de paz y plenitud, dentro del cual todas las dificultades llegan a su fin, la carne cesa de molestar y el demonio tiene un intempestivo final. Y esto, como la recompensa de una humilde sumisión a la voluntad de un inescrutable creador.

Del conjunto de hombres, un hombre se adelantó en los días de la antigüedad y sorprendió el ojo vigilante del Gran Anciano que preside eternamente dentro del Concilio de la Cámara del Señor. Se volvió hacia el que estaba de pie cerca suyo y dijo: "¿Quién es esa alma sobre el Sendero de la vida, cuya luz puede ahora ser vista oscuramente?”. Rápidamente llegó la respuesta: "Esa es el alma que, en el Sendero de la vida, experimenta y busca la clara luz que brilla desde el Alto Sitio". "Déjala proseguir sobre su senda, pero vigila sus pasos"

Puede ser de valor considerar aquí brevemente qué es el discipulado, palabra constantemente empleada por los aspirantes, tanto en los países cristianos como en las religiones orientales. El discípulo puede ser definido como la etapa final del Sendero de Evolución, y como ese período en la experiencia de un hombre en el cual él es definidamente autoconsciente. Es la etapa en la cual sabiamente se compromete a imponer la voluntad del alma (que es esencialmente la voluntad de Dios) sobre su naturaleza inferior. En este sendero él se somete a un proceso madurador, para que la flor del alma pueda expandirse rápidamente. La inevitabilidad de la perfección humana tiene su base en la voluntad para hollar el Sendero. Esta perfección puede ser alcanzada en dos formas. 4 Puede ser el resultado de un lento y seguro crecimiento evolutivo, llevado adelante bajo las leyes de la naturaleza, ciclo tras ciclo, hasta que gradualmente el Dios oculto pueda ser visto en el hombre y en el universo. 0, ser el resultado de la aplicación sistematizada y la disciplina por parte del aspirante, produciendo un más rápido desarrollo del poder y vida del alma. En un análisis del discipulado, éste ha sido definido como "un disolvente psíquico que destruye toda la escoria y deja el oro puro". Es un proceso de depuración, de sublimación y de transmutación, llevado progresivamente hacia adelante hasta que finalmente el Monte de la Transfiguración y la Iluminación son alcanzados. 

Los misterios ocultos y las fuerzas latentes en los seres humanos, necesitan ser descubiertos y requieren ser utilizados de una manera divina y de acuerdo con un divino propósito, inteligentemente comprendido. Cuando ellos han sido así utilizados, el discípulo se halla en armonía Con lo universal y las similares energías y poderes divinos que sustentan las operaciones del mundo natural. Así él se convierte en un trabajador bajo el plan de la evolución y un cooperador con esa gran "nube de testigos", que a través del poder de sus observaciones, y el resultado de sus logros, constituyen los Tronos, Principados y Poderes por medio de los cuales la Vida Una guía toda la creación progresivamente a una gloriosa consumación. Tal es la meta hacia la cual Hércules trabajó, y tal es la meta de la humanidad toda, cuyo logro final, en conjunto, será realizado por las muchas individualidades perfeccionadas.

CONNOTACIONES ASTROLÓGICAS

Un propósito secundario de este estudio es presentar un aspecto de la astrología que diferirá del expresado habitualmente. Investigaremos la historia de Hércules a medida que pasaba por los doce signos del zodíaco. En cada signo él expresaba sus características, y en cada signo, lograba algún conocimiento nuevo de sí mismo, y a través de ese conocimiento demostraba el poder del signo y adquiría los dones que el mismo confería. En cada uno de los signos lo encontraremos venciendo sus tendencias naturales, controlando y gobernando su destino, y demostrando el hecho de que las estrellas inclinan pero no controlan. La forma de astrología que, yo creo, reemplazará andando el tiempo, la clase corriente que trata con horóscopos, es esa sintética presentación de los acontecimientos cósmicos que tienen sus reflejos en nuestra vida planetaria, en la vida de la humanidad en conjunto, y en la vida del individuo, que es siempre el microcosmos del macrocosmos. Este tipo de astrología enfoca su atención principalmente en el desarrollo del plan de las edades; esto, la historia lo manifiesta de una manera reducida en cuanto concierne a la humanidad, y un estudio más amplio de los tiempos y estaciones puede traernos una mayor comprensión de los propósitos de Dios. Hay un inmenso pasado detrás de la humanidad; eones y eones han llegado y se han ido, la rueda de la existencia gira continuamente, y siempre la cinta de la vida se desenvuelve, y nosotros somos llevados hacia un nuevo aspecto de la meta, y a una visión y realización más amplias. La concentración en el horóscopo personal y el intenso interés demostrado por los individuos en sus propios insignificantes asuntos puede ser natural y normal, pero es, no obstante, miope. Sólo la conciencia de que somos partes integrantes de un Todo mayor y el conocimiento de la divina suma total pueden revelar el más vasto propósito. Estas son las ideas que pueden eventualmente reemplazar nuestras concentraciones personales. Nuestras pequeñas historias de la vida deben desaparecer en un cuadro mayor. 

Astrológicamente Hércules estableció la historia de la vida de cada 5 aspirantes, y demostró la parte que debe jugar la unidad en la eterna Empresa. Un gran Maestro oriental ha expresado en relación con el zodíaco y la astrología este sugestivo pensamiento: "Que la astrología es una ciencia y una ciencia venidera, es verdad. Que la astrología en su aspecto supremo y su verdadera interpretación, capacitaría eventualmente al hombre para enfocar su comprensión y para funcionar rectamente, es igualmente verdad. Que en las revelaciones que la astrología hará, andando el tiempo, será encontrado el secreto de la verdadera coordinación entre el alma y la forma, es también correcto. Pero esa astrología todavía no ha sido descubierta. Hay demasiadas cosas pasadas por alto y otras muchas desconocidas para hacer de la astrología la ciencia exacta que muchos pretenden que sea. La pretensión será cumplida en alguna fecha futura. El momento no ha llegado todavía. 

“La astrología como es practicada ahora, está condenada a la destrucción debido a la rapidez con que las almas están controlando sus personalidades. El modelo del horóscopo del alma no estará basado en nuestro conocimiento tridimensional, pues las leyes de tiempo y espacio no tienen influencia sobre el alma". (Astrología Esotérica). Por consiguiente, trataremos en este estudio con una astrología que será no matemática y que no tendrá relación con el modelo de los horóscopos. Se interesará en los doce tipos de energía por medio de los cuales la conciencia de la divina Realidad es lograda a través del medio de la forma. En un cielo no distante y en un estado no subjetivo llegó Hércules a este conocimiento. En el cuerpo físico, impedido y limitado por las tendencias conferidas a él por el mismo signo bajo el cual realizó el trabajo, alcanzó la comprensión de su propia divinidad esencial. A través de la superación de la forma y de la subyugación de la materia, se nos da un cuadro de una desarrollada autorrealización divina. Por consiguiente, en el estudio de Hércules, el discípulo, y de Cristo, el Salvador del Mundo, tenemos una completa presentación gráfica de las etapas finales del desarrollo, que están situadas delante de todos nosotros.

Las cinco grandes Iniciaciones como están pintadas para nosotros en la historia de Jesús el Cristo, no son tratadas aquí, sino que forman el tema de otro libro. (De Belén al Calvario). A medida que estudiamos la historia de Hércules y lo seguimos a través de sus doce trabajos, pasando alrededor del gran zodíaco de los cielos, nos aproximaremos desde dos ángulos: el del aspirante individual y el de la humanidad en conjunto. Es ahora posible mirar a la familia humana como habiendo alcanzado, prácticamente en masa, la etapa del aspirante, la etapa del buscador inteligente, la etapa del hombre que, habiendo desarrollado su mente y coordinado sus aptitudes, mentales, emocionales y físicas, ha agotado los intereses del mundo fenoménico y está buscando una salida a un reino más amplio de conocimiento, dentro de una más segura esfera de garantías. Esta etapa ha sido siempre expresada por los individuos avanzados a lo largo de los años, pero nunca anteriormente se ha encontrado la propia raza humana con los inicios testimoniales de esta condición en grupo. Aquí yace la maravilla de pasados logros, y aquí está la hora de la presente oportunidad.  

EL MUNDO DEL DISCÍPULO

Hoy en Día Las pruebas a las cuales Hércules voluntariamente se sometió y los trabajos en los cuales a veces descuidadamente se precipitó, son aquellos posibles para muchos miles ahora. También se volverá manifiesto cuán curiosamente aplicable a las condiciones modernas, son los variados detalles de la dramática y a menudo divertida historia de sus esfuerzos en el sendero de la ascensión. Cada uno de nosotros es un Hércules en embrión, y cada uno enfrenta idénticos trabajos; cada uno tiene la misma meta que lograr y el mismo círculo del zodíaco que abarcar. El trabajo a realizar tiene como objetivo principal, la eliminación de todo temor y el control de las fuerzas naturales de la naturaleza humana. Estas, Hércules debe enfrentarlas en cada posible combinación, antes de escalar el monte de la iniciación en Capricornio, y llegar a ser el servidor de la humanidad. Objetivos de competencia y egoísmo deben ser completamente cambiados y eliminados, y encontraremos a Hércules aprendiendo la lección que apoderarse de cualquier cosa para el yo separado, no es parte de la misión de un hijo de Dios. Él sabe encontrarse como individuo, sólo para descubrir que el individualismo debe ser sacrificado inteligentemente para el bien del grupo. Descubre asimismo que la codicia personal no tiene lugar en la vida de un aspirante que está buscando la liberación, desde el siempre recurrente ciclo de la existencia y de la constante crucifixión sobre la cruz de la materia. Las características del hombre inmerso en la forma de la vida y bajo la regla de la materia son: temor, individualismo, rivalidad y codicia. Estas tienen que ceder lugar a la confianza espiritual, cooperación, conciencia grupal y carencia de egoísmo. 

Esta es la lección que Hércules nos da, y es la demostración de la vida de Dios que está siendo forjada en el proceso creativo, y que florece más hermosamente, cada vez que la vida de Dios hace su curva alrededor del zodíaco que, nos dicen los astrónomos, toma aproximadamente veinticinco mil años en cumplirse. Esta es la historia del Cristo cósmico, crucificado en la Cruz Fija de los cielos; ésta es la historia del Cristo histórico, dada a nosotros en la historia del evangelio y establecida hace dos mil años en Palestina; es la historia del Cristo individual, crucificado en la cruz de la materia, y encarnado en cada ser humano. Dios encarnado en materia. Esta es la historia de nuestro sistema solar, la historia de nuestro planeta, la historia del ser humano. Así, cuando miramos arriba los cielos estrellados, vemos descrito eternamente para nosotros este gran drama, que la historia de Hércules dilucida en detalle para el aspirante.





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