"EL PLAN
DE DIOS: PERCEPCIÓN DEL PLAN POR EL HOMBRE Y SU IMPLICACIÓN" (CERCEDILLA
2016)
El Plan Divino es la manifestación de la LEY Divina. Tal y como
el sol emite innumerables rayos que son de la misma esencia que la fuente de la
que emanan, asimismo la Ley Divina emite rayos, que son de la misma esencia que
su Fuente, por lo tanto, esos rayos son Leyes Divinas. Estas sostienen el Plan
Divino.
El Plan Divino es algo
impresionantemente coherente y que se realiza, de modo inevitable, a pesar de
nuestros tropiezos, dudas y
equivocaciones, como consecuencia de nuestro libre albedrío y de nuestro
imperfecto e inacabado desarrollo evolutivo.
Este Plan se basa en el reconocimiento
de la guía divina en el pasado, en el reconocimiento del progreso que va de ese
pasado al presente, además del esfuerzo por llegar a ser sensible a la correcta
emergencia de ese Plan – que encarna un aspecto del Propósito – en el futuro
inmediato.
Dicho Plan puede ser únicamente
presentido, visualizado y conocido con certeza por la Jerarquía, y sólo
grupalmente, y por aquellos Maestros que pueden actuar en plena conciencia
monádica. Ellos son los únicos que comienzan
a comprender lo que es.
Para la Jerarquía espiritual, el Plan
involucra esos arreglos o circunstancias que elevarán y expandirán la
conciencia del género humano y, por lo tanto, permitirá a los hombres descubrir
los valores espirituales por sí mismos y hacer los cambios
necesarios por propio libre albedrío y así obtener el exigido
mejoramiento del medio ambiente.
El Plan es la parte de la intención
jerárquica que el iniciado es capaz de
captar, además de la comprensión de la parte que debe desempeñar como servidor
individual.
El plan, según lo perciben en la
actualidad y para el cual trabajan firmemente los Maestros, puede definirse de
la manera siguiente: Es la producción de una síntesis subjetiva que hará asequible a los hombres todas las
realizaciones y conocimientos del pasado, le revelará el verdadero significado
de su mente y cerebro, lo convertirá en el amo de ese equipo, por lo tanto lo
hará omnipresente y, con el tiempo, le abrirá la puerta a la omnisciencia. Este
próximo desarrollo del plan producirá en el hombre una comprensión –
inteligente y cooperativa – del propósito divino, para el cual, Aquel en Quien
vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser, ha considerado inteligente llevarlo
a la exteriorización.
“El Plan para el hombre tiene tres grandes metas. La revelación del amor,
la iluminación de la mente y la evocación de la voluntad.”
EL AMOR: Se nos dice que una vez construido el Antakarana y fusionada la
mente concreta o inferior con la mente
superior o Abstracta, los siete Rayos se sintetizan en uno solo, el segundo de
Amor/Sabiduría. Esto nos hace pensar que el AMOR, el que ES, y el único, lo
manifestaremos una vez alcanzada la Tríada Espiritual, en la cuarta Iniciación.
LA ILUMINACIÓN: Se alcanza cuando hemos redimido nuestra materia y los tres
cuerpos de la personalidad los hemos espiritualizado, entonces la luz se hace.
EVOCACIÓN DE LA VOLUNTAD: ¿Cuándo evocaremos la Voluntad de Dios?, cuando
consciente y libremente asumamos su Voluntad y hayamos dicho: “Padre que no se
haga mi voluntad sino la tuya”.
Puede decirse que el principal objetivo inmediato para el cumplimiento del
Plan es:
Elevar
el nivel de la conciencia humana, absolutamente indispensable para, inteligente y conscientemente entrar en relación con el mundo de las ideas y de percepción
intuitiva, llegando a percibir la realidad.
Esta es por ahora la tarea más importante del Nuevo Grupo de
Servidores del Mundo como catalizador de la evolución humana en este ciclo
mundial. Pero ¿Cuál es la implicación de este mandato y esta demanda? La elevación
del nivel de conciencia no se produce con simples conocimientos. Hay que llegar a la raíz más profunda tanto
en percepción como en manifestación de la unidad que conformamos.
Ya está siendo hora de que percibamos que somos UNIDAD y que
toda nuestra actuación debe ir dirigida al bien común.
El Nuevo Grupo de Servidores del Mundo coopera en este trabajo
por medio de la profunda meditación y el sincero pensar. La elevación de la conciencia humana produce
la manifestación de la luz.
Como hemos dicho “el Plan para el hombre tiene tres grandes
metas. La revelación del amor, la iluminación de la mente y la evocación de la
voluntad.”
Estamos hablando del proceso de perfección del hombre porque nuestra
colaboración con el Plan debe ser desde la perfección, ya que el Plan está
dirigido a la perfección de la creación, y no podemos dar lo que no tenemos.
Para ello es necesario:
Transmutar las emociones y deseos para llegar al Mental.
Derribar las barreras de la separatividad, el aislamiento y el prejuicio,
que mantienen separados a los hombres.
El trabajo de los Ashramas de la Jerarquía y el de los miembros del nuevo
grupo de servidores del mundo que trabajan en forma creadora y bajo la
inspiración de la Jerarquía, lo cual implica:
1. La tarea de poner orden en el caos.
2. La tarea de preparar el camino para la reaparición de Cristo.
Otro objetivo importante del Plan es
el surgimiento de ese grupo de almas que actuará en el plano físico, del cual
el Nuevo Grupo de Servidores del Mundo es el representante externo.
Parte del Plan inmediato incluye la simultánea exteriorización de la
Jerarquía, la Reaparición de Cristo y la Restauración de los Misterios de la
Iniciación para la humanidad.
Una de las condiciones principales que tiene que cultivar un discípulo para
percibir el plan y ser utilizado por el Maestro, es la soledad.
Mucho podríamos hablar de la soledad tanto externa como interna que nos
exige ser conscientes de que como células de la Divinidad tenemos que
desarrollarnos por nosotros mismos, perfeccionarnos, respetar la libertad del
otro y utilizar la nuestra dirigiéndola hacia el bien común, con olvido de
nosotros mismos.
A partir de expresar la cualidad del alma y el segundo aspecto divino, en
el discípulo se desarrolla automáticamente la sensibilidad
superior convirtiéndose en un imán para las ideas y conceptos espirituales,
hasta llegar a ser conscientes del
Propósito planetario.
La Jerarquía prepara a los hombres para la iniciación, ofreciendo a Sus
discípulos la oportunidad de servir en relación con el Plan emergente.
Para facilitar el desarrollo del Plan en la tierra debemos:
Primero, enseñar la ley de la evolución y su corolario inevitable, los
hombres perfectos. Debe enseñarse a los hombres que esas Grandes Almas existen,
y están totalmente al servicio de Sus semejantes.
Segundo, los discípulos y aspirantes deben amar y vivir en todas partes
armónicamente.
Tercero, las organizaciones esotéricas deben defender y promover todo lo
que conduce a la manifestación de la unidad.
Los esotéricos del mundo deberán dar
clases diluyendo la enseñanza para satisfacer la necesidad de todos. Su trabajo
reside en el campo de las rectas relaciones humanas y en sintetizar el esfuerzo
que creará una nueva conciencia intuitiva.
Hay una marcada insistencia del Tibetano en todas sus obras
sobre "el nuevo discipulado". Este énfasis no sólo se debe a las
renovadoras influencias de la Era de Acuario, sino también al nuevo
alineamiento planetario entre Shamballa, la Jerarquía y la Humanidad, que trajo
como consecuencia la reorganización interna de la misma Jerarquía, creando
relaciones y comunicaciones más estrechas con Shamballa y la Humanidad a la
vez. Además, también se debe a la creciente e inesperada expansión de la
conciencia humana respondiendo al estímulo espiritual. El Tibetano dijo: "la oleada de vida espiritual es hoy tan
fuerte y pujante que en los próximos ciento cincuenta años demostrarán la
naturaleza real del Reino de las Almas. Esto producirá cambios fundamentales en
los objetivos inmediatos del progreso humano, en los planes de los Maestros, en
la enseñanza dada y en el entrenamiento presentado". El Tibetano continúa
enumerando los objetivos que tienen ahora por delante los
discípulos que se entrenan para la iniciación, y que se pueden localizar en el
Volumen II de "El Discipulado en
la Nueva Era".
El papel del hombre en el cumplimiento del Plan es fundamental y
no podemos olvidar que la meditación clarifica la mente sobre la
realidad y la naturaleza del Plan, que la comprensión
trae ese Plan al mundo del
deseo y que el amor libera la forma que materializará
el Plan en el plano físico.
En la venidera era acuariana la humanidad establecerá una
cultura sensible a los valores espirituales más sutiles y superiores, más una
civilización libre de espejismo y de gran parte de la ilusión que hoy colora a
los pueblos arios, y traerá una vida racial que será incorporada por esas
formas que eliminarán la brecha que existe en la actualidad, libre de enfermedades, no así de la muerte, ya que el
vencimiento de la muerte no se produce por la eliminación de los males
corporales, sino estableciendo esa continuidad de conciencia que conduce del
plano físico de la vida, a la existencia subjetiva interna.
La fuerza de Shamballa en la actualidad es tan nueva e irreconocible, que le resulta
difícil a la humanidad conocerla por lo que es, “la demostración de la benéfica Voluntad de Dios en una nueva y poderosa vivencia.”
La segunda fuerza
principal que se está haciendo sentir potentemente ahora es la fuerza de la Jerarquía espiritual, el centro planetario
donde rige el Amor de Dios, al entrar en uno de sus principales acercamientos
cíclicos a la Tierra. El problema ante la Jerarquía es ahora dirigir y
controlar de tal manera esas cinco poderosas energías, que el Plan divino pueda
materializarse y al finalizar este siglo se vea que el Propósito de Dios para
la humanidad asume la correcta dirección y proporción.
La humanidad misma
es el tercer centro planetario principal por el cual se expresa uno de los
tres aspectos divinos, la Inteligencia, produciendo sus efectos mundiales.
Estos tres centros están estrechamente interrelacionados y deben
ser considerados como expresiones de la vivencia divina, personificando tres
etapas en el desarrollo del Plan de Dios, y constituyen los tres centros principales –cabeza, corazón,
garganta— en el cuerpo de Aquel en Quien vivimos, nos movemos y tenemos
nuestro ser.
Resumiendo podríamos decir que el Plan de Dios es una realidad y
que está regido por las Leyes Divinas o Naturales.
Que estas Leyes son sabias y justas y que todos debemos
cumplirlas.
Que la creación al completo se rige de acuerdo con las leyes
Divinas.
Que todo cuanto ocurre está dentro del Plan de Dios.
Que el incumplimiento de las
Leyes Divinas ocasiona catástrofes de todo tipo, guerras, crisis y todo
tipo de males, al igual que manifiesta la resurrección y la vida, pero no hay
resurrección sin muerte. Aquí están implicadas directamente la Ley del Karma y
la Ley de Evolución.
Que el Plan de Dios es conocido por la Jerarquía Espiritual, de
quien recibimos ayuda para que nuestra colaboración sea eficaz en el
cumplimiento de ese Plan.
Que en la medida que el hombre vaya alcanzando las Iniciaciones
pertinentes, también llegará a conocer el Plan.
Hay algo muy claro de lo que el hombre necesita ser consciente:
Somos hijos de Dios, la semilla espiritual que tenemos, nuestra
esencia, la tenemos que desarrollar, lo cual es posible en la medida que
redimimos nuestra materia, en la medida que espiritualizamos nuestro cuerpo
físico, astral y mental. El trabajo es nuestro y estamos desarrollando nuestra
auténtica vida, la divina, por eso todo lo que no sea esta vida, es pasajero,
forma parte del proceso que nos conduce de lo irreal a lo real, de la oscuridad
a la luz, de la muerte a la inmortalidad, y así hasta llegar a nuestra fuente
de origen, a la Casa del Padre, y por
eso Jesús dijo: “Mi Reino no mes de este mundo”. Esto se nos olvida y queremos
instalar aquí el Reino, y algún día quedará instalado, pero no el reino de la
materia, pasiones y deseos, sino el Reino del Espíritu.
Aquí todos tenemos un gran trabajo por desarrollar.
A.C.V.
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