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domingo, 28 de septiembre de 2014

EL DOLOR EN EL RECTO CAMINO, por José Mejía




EL DOLOR EN EL RECTO CAMINO
Por José Mejía





He aquí un texto corto pero suficiente para ayudarnos a reflexionar y a extraer nuestras propias conclusiones sobre el dolor y el sacrificio. 

                                                 EL DOLOR EN EL RECTO CAMINO

Siempre es motivo de discusión el dilucidar si el camino del ocultista o del místico deba conllevar el sacrificio y el dolor. Muchos se inclinan por el lado del placer y la alegría como el acicate para justificar el encuentro con la luz. Tan pronto como una doctrina espiritual demanda disciplina, renuncia y abnegación, lo cual generalmente implica padecimiento y esfuerzo supremos, o en otras palabras el involucramiento y compromiso interno del aspirante hacia un proceso de ascesis, necesarios para domar por medio dela voluntad el belicoso cuerpo de deseos o cuerpo emocional mediante el servicio desinteresado hacia los demás a expensas de la felicidad e intereses personales inclusive, inmediatamente se busca otros espacios que se acomoden mejor a sus inclinaciones naturales. Almas jóvenes son incapaces de soportar dichas cargas y prefieren doctrinas y enseñanzas más acordes con sus tendencias y temperamentos, más afines con sus necesidades y caracteres.


Lejos de mí el criticar ni apuntar a alguien en particular por sus juicios y opiniones, pues de sobra existen frases de ese tenor, pues una actitud así no ayuda al crecimiento del espíritu, es más, creo que cada persona hace lo que mejor puede en su aventura vital. Por ello existen muchas escuelas de pensamiento y de orientación adecuadas para cada desarrollo conciencial y evolutivo. Y en cada encarnación estamos destinados a cumplir un papel determinado y a realizar un compago kármico preestablecido. Los efectos que se produzcan de la generación causal en el tiempo presente de cada vida, como respuesta al libre albedrío de cada alma y las decisiones tomadas en  cualquier  sentido,  son  tema  de  otra  naturaleza.  Por  cierto  que  hay factores exógenos que influencian enormemente en las decisiones que tomamos y que esos influjos se escriben con antelación inevitablemente en cada “mandala” o carta astral particular, empero, es cierto también que el ser humano es más libre y más evolucionado mientras más ejerce su voluntad para liberarse de los grilletes que las circunstancias forjan e impelen en los aposentos vitales del alma. Y aquello demanda casi siempre dolor, oblación íntima, tenacidad y renunciación al placer y a ciertos disfrutes y privilegios propios de la realidad contemporánea consumista y utilitaria. Cuando el estudiante de la Sabiduría Profunda así lo entiende y asume, sin despreocuparse por ello de sus obligaciones y deberes en este plano como integrante activo de la sociedad en la que el destino le ha ubicado para aprender y se compromete con amor y desinterés total, entonces ese alumno acepta con afecto y alegría los frenos que se debe imponer y los desapegos que debe incorporar, por su propia voluntad, para disciplinar su ser. Se está por tanto preparado para tomar el arduo camino del Servicio a la humanidad y convertirse en un Auxiliar Invisible de la magna Obra o Plan Universal del Padre  celestial  en  la  ara  del  sacrifico  personal  diario  y  permanente.


Se nos ha enseñado que los grandes Guías de la raza humana, al igual que los luminosos Fundadores  de  las  Órdenes  Espirituales  y  de  Misterios Occidentales previeron hace mucho tiempo lo que iba a acontecer en esta  época ultra materialista e intelectual y sabían que el “orgullo intelectual, la impaciencia y la intolerancia contra las restricciones” serían los óbices más importantes para el progreso espiritual de la aldea humana., de tal suerte que, como consecuencia y debido a la inercia moral siempre estamos apelando al discurso intelectual para tratar de escapar del verdadero sendero de la realización personal en vez del ejercitamiento del dominio interno.


No me queda duda de que los hombres irán poco a poco entendiendo que el objeto de la vida no es la squeda de la felicidad per se sino el encuentro con la experiencia y el conocimiento verdadero y que, como seres dotados de un  espíritu  eterno,  como  hijos  de  Dios  que  somos,  nuestra  real  misión alcanza cotas mucho más altas que la simple squeda del hedonismo y de la satisfacción epirea de nuestros apetitos. En el ínterin, es una gran responsabilidad para aquellos que creen haber hollado un poco más lejos el Sendero, el de estar siempre prestos a dar la mano y de buscar la preparación necesaria para poder curar en cuerpo y alma a los que lo necesitan, según reza el mandato del Maestro Divino.




José Mejía


Sept-2014

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