EL MAESTRO JESÚS Y CRISTO (ACV)
Todos los buscadores y sabios
que se han esforzado por estudiar y comprender la vida histórica de Jesús, han
utilizado el único material del que disponían, y en una gran parte ha servido
como base la transmisión oral. Podemos decir al respecto, que existe una doble
literatura sagrada, entendiendo por texto sagrado una obra inspirada por el
Espíritu. Esta obra puede ser una
invocación mística o un determinado conocimiento con relación a las leyes
universales del mundo de la forma.
Cuando este conocimiento se expresa de forma escrita se hace con
frecuencia, bajo una forma simbólica, con el fin de protegerlo de un uso
egoísta e inmoral. Esta literatura, llamada sagrada, concierne exclusivamente
al alma. Generalmente está constituida por oraciones y mantras de gran valor
espiritual y su orientación es siempre la búsqueda de la comunión con lo
Divino. Es a esta fuente a la que el gran sabio y poeta Kabir hacía referencia
cuando escribía:
«No tengo ni tinta, ni papel, ni
pluma en la mano.
De era en era, entrego mi
mensaje eterno.
Vedas, Puranas, Corán y libros.
Todos han hablado de Él de
distintas maneras.
Hindú, Turco, Jainista, Yogui:
¡Ninguno ha comprendido el
secreto!»
Kabir hubiera podido ampliar su
lista añadiendo el Antiguo y el Nuevo Testamento. Kabir,
al igual que todos los auténticos sabios, admite que algunos textos han
sido escritos por seres inspirados, por conocedores del Ser, pero estos
escritos no pueden ser, bajo ningún pretexto, la verdad que trasciende toda
expresión conceptual escrita o hablada.
Cuando Pilatos preguntó a
Jesús: ¿Qué es la verdad?» Jesús permaneció en silencio, ya que esta
verdad no puede ser transmitida a través del pensamiento intelectual.
La lectura de los escritos
alegóricos y simbólicos tiene de excepcional
para el buscador, que según sea su grado de madurez interior, encontrará
el alimento que necesite. Para los menos avanzados, el texto será una pauta de
conducta, pero para los más avanzados el mismo texto podrá revelar una ley
universal. Esto es así, tanto para los textos sagrados como para los discursos.
Jesús lo demostró en numerosas ocasiones cuando, por necesidad de ocultar la
sabiduría, enseñó a través de parábolas: «A vosotros os ha sido dado conocer
los misterios del reino de los cielos, pero a ésos no.»
Si la enseñanza esotérica es
velada de esta forma en los discursos, mucho más lo es en los escritos. De ahí que los
historiadores no iniciados en los misterios se hayan visto perdidos en la
interpretación de los textos que evocan la vida y palabras de Jesús.
A través de las muchas
investigaciones sobre la vida de Jesús, se llegó a creer durante mucho tiempo
que ya todo había sido dicho, hasta el día en que fueron descubiertas nuevas
fuentes literarias, tales como los escritos gnósticos encontrados en Egipto y
los escritos esenios del Mar Muerto. Más allá de los textos clásicos el estudio
debe abarcar e integrar también los escritos nacidos del judaísmo, tales como
el Talmud, así como el conjunto de escritos, llamados «apócrifos», descartados,
precisamente, por ser de naturaleza
esotérica. No hay ninguna intención negativa respecto al valor que los judíos y
los cristianos dan a sus respectivas religiones. La crítica podría estar
exclusivamente en el sentido y la interpretación y no en la esencia de cada una
de estas religiones.
Enunciado esto, nos preguntamos
¿Quién es el Maestro Jesús? Y podemos decir que es el punto focal de la
energía que fluye por medio de las varias Iglesias cristianas, pero
fundamentalmente vamos a considerar a Jesús como el medio de encarnación de
Cristo en la tierra. Es decir que Cristo encarnó en Jesús.
Mucho se puede decir de la vida
de Jesús y de Cristo y mejor hacerlo con absoluto respeto y responsabilidad y sin lugar a dudas, cada
uno, desde su propio nivel de conciencia, no puede ser de otra manera, de ahí
las diferencias. A partir de esta consideración, el respeto, la honestidad y la
consciencia deben darse en grado sumo, porque es lo que corresponde y porque
somos conscientes de que nadie puede traspasar ese “círculo no se pasa” ahora
representado por la conciencia, con lo cual no podemos dejarnos invadir por la
conciencia de nadie, ni nosotros invadir la de los demás; no puede haber nada
más que respeto y ojalá que hubiera mucho amor y mucha compasión pues cuando se
dan ambas cosas, hay sabiduría.
Tenemos que decir una vez más
que la verdad absoluta no es propiedad de nadie y solamente nuestra propia
evolución o nivel de conciencia es lo que nos va a permitir esa parte de verdad
y cada cual tiene su propio límite que sería bueno reconocer, conocer y
aceptar, lo cual nos haría mucho más comprensivos.
Se dice que la segunda venida de
Cristo a la tierra ya se ha producido. Yo, honestamente, no puedo pronunciarme
porque no lo sé y a mí, individualmente eso no me hace ni mejor ni peor. En
este sentido sí que he pensado en las distintas posibilidades del retorno de
Cristo a la tierra y una de ellas es que venga en forma etérica, y otra en
forma física. No me representa ningún
problema la forma en que pueda producirse porque entiendo que si hubiéramos
hecho que Cristo naciera y creciera en nuestros corazones querría decir que
ahora mismo cada uno de nosotros seriamos un Cristo en la tierra y seguro que
hacen falta muchos Cristos. Ahora mismo no estoy manejando dogmas ni palabras
de nadie, estoy manejando mis propias palabras con mis propias limitaciones y
tal y como ahora mismo puedo pensar.
Circulan muy distintas versiones
sobre la vida de Jesús. ¿En qué nos puede influir todo esto a nosotros? En primer lugar debo decir que hago mención
de ello porque me parece necesario que seamos conscientes de esas variadas
versiones que circulan con mayor o menor verdad, y con mayor o menor engaño que
de todo puede haber. A mí particularmente todo esto me va diciendo que hay que
poner los pies en el suelo y que hay que profundizar y mucho en lo
verdaderamente espiritual, en la esencia, y que llegar a la divina indiferencia
nos aportará todo lo necesario para no equivocarnos, y hablo de la divina
indiferencia porque es de la mayor importancia. Si nosotros verdaderamente lo
que buscamos es la verdad, los datos históricos nos van a afectar relativamente
porque son datos concretos de mentes concretas, lo cual siempre tendremos que
utilizar, pero también sabemos que va a llegar un momento, cuando ya hayamos
explotado y desarrollado nuestra mente, que tendremos que trascenderla y la
verdad nos llegará por vía directa. ¡Cuidado y no nos confundamos, a ver si
ahora todos nos vamos a creer que ya somos seres iluminados! Tenemos que ser
muy honestos y llegar al “conócete a ti mismo” con su mayor pureza; entonces
llegaremos a saber cuándo estaremos en condiciones de trascender la mente
concreta y llegar a la abstracta, sin intentar imponer a nadie lo que pensamos
que ES. No se produce este proceso de la noche a la mañana, lleva un trabajo y
un esfuerzo, con sus correspondientes crisis.
De todo este tipo de historias,
se apropian personas muy documentadas y que a mí, en ocasiones, hasta me han
alterado, seguro que por mi falta de
madurez espiritual y por no gozar todavía de “la divina indiferencia”, entiendo
que no tenemos que estar ignorantes sino muy alerta para que llegado el momento
cada uno de nosotros, seamos nosotros mismos con conocimiento de causa, para lo
cual debemos tener conocimiento y, quien ya esté preparado, trascender la mente
concreta y que le llegue la luz.
El ser humano es capaz de hacer
infinidad de manipulaciones y generalmente por intereses terrenales e incluso
por ignorancia propiamente dicha, así que podemos pensar que efectivamente,
tanto con la vida de Jesús como con la de Cristo se ha podido manipular desde
los distintos estamentos y que los propios historiadores escriben un mismo
hecho de la historia según ellos lo han visto y también condicionados por sus
preferencias, por quien a ellos les ha contado tal hecho, y a veces, según quien a ellos les ha pagado. Desgraciadamente
así es y no sé hasta cuándo será.
¿Qué pienso yo? Que si todo es energía y todo es espíritu,
cualquier manifestación de energía se puede expresar con formas y nombres
diferentes. Nosotros mismos en las distintas vidas hemos tenido personalidades
y nombres distintos, es lógico. De hecho lo que hoy somos es el fruto del
recorrido de esas distintas existencias y personalidades, ¿qué nombres habremos
tenido y qué profesiones habremos desempeñado?, ¡qué más da, nuestra esencia es
la misma!
Cuando consigamos trascender la
mente concreta para ver desde la abstracta, la verdad se hará patente y
mientras tanto habrá errores (intencionados o no) en las fechas, la geografía y los distintos
nombres, pero de esto debemos ser conscientes.
A través de la historia, cada historiador sitúa un mismo hecho o un
mismo personaje en un lugar u otro, en una u otra fecha y con unas u otras
características según la ideología del propio historiador o del grupo que lo
sustenta, así como y muy principalmente de su “luz”. Ahora bien, los mensajes divinos tienen tanto peso, o la
verdad tiene tanto peso, que pese a todas las posibles manipulaciones la luz
siempre resplandece, pues al fin y al cabo "todo es energía" de
primer Rayo, 2º ó 3º; eso es lo que quizás tenemos que ver en cada caso, que la
manifestación de la energía se expresa de diferentes formas.
No tenemos más remedio que
pensar que en todas esas versiones que circulan hay parte de verdad y parte de
mentira, pero lo realmente importante es esa energía que los distintos avatares
vienen a manifestar, y que en el caso de Cristo (con cualquier otro nombre que
se le pueda dar y que históricamente se le haya dado) su energía es la del
Amor-Sabiduría ¿qué importan los nombres, ni cuántas manifestaciones pudo tener
en la tierra?, porque si una energía se manifiesta en distintas encarnaciones,
lógicamente será con distintas formas y distintos nombres, con lo cual
perfectamente caben ahí errores humanos, malas intenciones, interpretaciones y
manipulaciones, ya que los que escriben la historia no son necesariamente
Iniciados.
A la segunda venida de Cristo
han hecho referencia, aparte de otros muchos,
Maestros como El Tibetano y Vicente Beltrán Anglada y ambos me merecen
gran confianza, sin que por esto quiera decir que seamos o tengamos que ser
copias exactas de uno u otro, pues estaríamos faltando a la lógica espiritual y
a las más elementales líneas del esoterismo. Cada camino es uno, individual e
intransferible, de ahí nuestras propias percepciones según las circunstancias y
características.
Sobre la Cruz del Mártir del
Calvario está definido el Misterio del Cristo con una sola palabra que consta
de cuatro letras, INRI: Ignis Natura Renovatur Integram, es decir, El Fuego
Renueva Incesantemente la Naturaleza. El Advenimiento del Cristo en el corazón
del Hombre, nos transforma radicalmente. Cristo es la vida que palpita en el
universo entero, es lo que es, lo que siempre ha sido y lo que siempre será.
Aunque Cristo nazca mil veces en
Belén, de nada sirve si no nace en nuestro corazón. Aunque hubiese muerto y
resucitado al tercer día de entre los muertos, si no muere y resucita en
nosotros también, de nada sirve. El Cristo Íntimo, el Fuego Celestial, debe
nacer en nosotros, y nace en realidad cuando hemos avanzado en el Trabajo
Psicológico. El Cristo Íntimo debe eliminar de nosotros todo lo negativo. No
sería posible la disolución de nuestros deseos, de nuestros apegos, de nuestra
materialidad, en tanto el Cristo interno
no haya nacido y crecido en nosotros.
Podemos y debemos hacernos
infinidad de preguntas con todas sus dudas, pero muy conscientes de que el
camino lo tenemos que recorrer en soledad, experimentando y superando etapas,
lo cual nos va a crear una absoluta compasión hacia nuestro hermano que al
igual que nosotros tendrá que hollar su propio sendero, con aciertos y con
errores. Hoy vamos a descubrir algo que mañana tendremos que modificar parcial
o totalmente, porque lo que hoy puede
ser una seguridad absoluta para unos, para otros no lo es, y cada uno está en
su derecho y en su deber de ir aclarando todas las dudas, no tanto con las
teorías sino conjugando estas con las vivencias, y para eso, el esfuerzo hay
que hacerlo, no conseguiremos nada sin esfuerzo.
Ana
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