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jueves, 5 de junio de 2014

ENFRENTANDO PROBLEMAS, POR VBA.

ENFRENTANDO PROBLEMAS,  POR VBA. 

(Reflexiones tomadas de la conferencia de Vicente Beltrán Anglada “El aspirante Espiritual Frente al Caos Social”, enero de 1983, Barcelona.) 
-¡Un problema! - ¿Cómo lo soluciono?, ¿esquivándolo?, ¿Buscando una forma en el pasado?, ¿Buscando una fórmula religiosa, científica, psicológica, para esa prueba inmediata? 
-¡Todo cambia!, lo que hay es una prueba trascendente; quizás mañana no tenga valor. El mismo problema hoy y mañana cambia fundamentalmente. 
-¿Qué vamos a hacer?. Estar serenamente expectantes. El hecho de estar muy atentos a una situación es lo que trae por consecuencia la liberación del problema. 
-La tendencia es querer enfrentar solos el problema agobiante; pero debemos buscar ayuda, invocando al Ser Interno, que es lo que nos libera. 
-El propio Yo, el Ser Interno, complementa todo cuanto somos y cuanto hacemos; es la actividad suprema y es el poder que puede solucionar cualquier problema. 
-Los mayores problemas se solucionan cuando prestamos atención interna, y no externa, sin la participación del pequeño “yo”, porque él y el problema son la misma cosa. 
-La solución a un problema viene cuando empleamos la serena expectación, la atención concentrada y serena, que no se altera, que no se inmuta, por grande que éste parezca. 
-Hay que darse cuenta de que no hay problema, por grande que sea, que no tenga una solución. 
-La base de la solución de un problema es no rehuir el problema; rehuirlo es no ser consciente del mismo. 
-Buscamos elementos externos para arreglar un problema, sin darnos cuenta que todo cuanto venga de afuera forma parte del problema. 
-Si ponemos el problema como centro de atención, llegamos a formar un “triángulo” entre nuestro pequeño yo, el problema y el Yo Superior; habrá una relación eléctrica que disolverá el problema.
-Un problema siempre es la voz de Dios tratando de hacerse sentir en nuestra vida. 
-El yo inferior ha creado el problema y está interesado en solucionarlo. Por otra parte está aquel Ser, el Yo Superior, más allá de nuestra concepción, que puede solucionarlo de raíz. 
-La solución del problema, de raíz, no es otra cosa que el Yo Superior, que sólo se puede manifestar cuando estemos serenos, cuando estemos muy atentos y observantes. 
-El problema está creado por nosotros y dentro de esta línea horizontal no lo podemos superar; pero si ascendemos, si creamos una vertical y creamos un vértice superior, construimos un triángulo. 
-En el triángulo, creado entre el Yo Superior, el yo inferior y el problema, está la solución completa; no una solución de emergencia, sino aquello que puede curar este problema para siempre. 
-Todos los problemas están concatenados y constituyen una cadena de hechos; si rompemos alguna de las mallas (eslabones) de esta cadena, resultará que todo lo demás se disolverá. 
-Nunca saldamos un problema de raíz, por completo, sino que lo hacemos siempre a medias tintas, de una manera muy personal y al mismo tiempo muy superficial. 
-El yo inferior está dentro del remolino de un problema; él ha creado el remolino y constituye parte del remolino y, por lo tanto, constituye parte del problema. 
-Cuanto más esfuerzo se pone para resolver el problema, éste siempre queda irresoluto; se mitigará sus asperezas, perderá relieve, pero, fundamentalmente, surgirá nuevamente en otra situación.
-Se trata de que quitemos de raíz todo tipo de problemas, gestados dentro de las estructuras del “yo” que hemos creado con el tiempo. Busquemos la solución en el plano superior. 
-El problema, el que sea, es el resultado de la lucha del “yo” contra el ambiente, contra las circunstancias, contra sí mismo o contra quienes les rodean. Hay que surgir triunfantes si nos dirigimos hacia arriba. 
-Si el pequeño yo mira hacia lo alto, sin dejar de ver el problema, pidiendo ayuda diciendo: “dame fuerzas para luchar contra esto”, nos llegará la solución. 
-Invoquemos a nuestro Yo Superior ante cualquier problema y, creando el triángulo, todo se solucionará.

Vicente Beltrán Anglada

"La Verdad ha de presentarse de tal manera que
convenza sin atar y que atraiga aún sin convencer...
y  esto  sólo  puede  realizarlo  el  lenguaje  del  corazón".

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