ENSEÑANZA (D.K. “EL TIBETANO”)
Los iniciados reciben directamente
instrucciones de los Maestros o de algunos de los grandes devas o ángeles.
Estas enseñanzas se imparten generalmente por la noche, en clases poco
numerosas o, si la ocasión lo justifica, individualmente en el estudio
particular del Maestro. Lo antedicho se aplica a los iniciados encarnados o a
quienes están en los planos internos. Si están en los niveles causales reciben
instrucción, en cualquier momento que se considere aconsejable, directamente
del Maestro al ego (alma).
A los discípulos encarnados se los instruye en
grupos, en el ashrama (grupo) del Maestro, o en clases, durante la noche.
Aparte de estas reuniones regulares, y con el objeto de recibir enseñanza
directa por un motivo especial, el
Maestro puede llamar a Su estudio a un discípulo para una entrevista privada, o
cuando quiere ver a un discípulo para alentarlo, prevenirlo o decidir si su
iniciación es conveniente. La mayor parte de la tutela de un discípulo está en
manos de algún iniciado o discípulo avanzado, que vigila a su hermano menor y
es responsable, ante el Maestro, de su progreso, informándolo regularmente. El karma
es, en gran parte, el árbitro de esta relación.
Todos los instructores que aceptan discípulos
para ser entrenados y tratan de utilizarlos en el servicio mundial, emplean el
mismo método: exponen un hecho (muchas veces velado en palabra u oculto en un
símbolo) dejando luego que el discípulo haga sus deducciones. De esta manera se
desarrolla la facultad de discriminar, método esencial que libera al Espíritu
de las ligaduras de materia y le enseña a discernir entre la ilusión y lo que
ella vela.
Hay muchas cosas contra las cuales, deben
luchar los instructores de los planos internos, debido a la lentitud de los
procesos mentales de estudiantes en cuerpo físico. Quienes aspiran a este
difícil trabajo deben observarse a sí mismos con mucho cuidado y mantener la
paz y la serenidad internas y la elasticidad mental, que les permita ser de
alguna utilidad para proteger y guiar a la humanidad.
El desasosiego de la vida diaria pide a los
instructores de los niveles egoicos llegar a ustedes. Procuren permanecer
serenos durante el trascurso de la vida, y obtener la calma interna en el
trabajo y en el esfuerzo, en los planes y en las aspiraciones. Retráiganse
constantemente en el trabajo interno, cultivando la respuesta a los planos
superiores. Los Maestros necesitan un perfecto y constante aplomo interno, de
parte de quienes tratan de utilizar.
El grupo de instructores con quienes pueden
estar en contacto los aspirantes comunes y los discípulos en probación, en el
plano mental, son hombres de pasiones similares, pero con mayor experiencia en
el sendero y un autocontrol más sabio de sí mismos. No trabajan con aspirantes
por sentir afecto personal, sino porque la necesidad es tan grande que buscan a
quienes puedan ser entrenados. La actitud mental requerida es rápida captación,
habilidad de registrarlo y no dudar hasta tener mayor conocimiento. Luego se le
urge al aspirante dudar de todo.
Cuando ha dominado de esta manera una lección,
preparada, y cuando el estudiante sabe una determinada serie de lecciones, se
gradúa y recibe una iniciación. El grupo que él instruye se beneficia por el
paso dado, porque cada discípulo lleva consigo, en forma peculiar e indefinida,
a quienes instruye. El beneficio sobre una unidad repercute en el conjunto. En
forma similar el Maestro lleva consigo a Sus discípulos hacia adelante y hacia
arriba.
A la luz de su propia intuición y mente
iluminada (desarrollados y llevados a la utilidad por la meditación) traten de
extraer para sí ese aspecto de la enseñanza apropiada y que puede ayudarlos,
interpretándola a la luz de su propio progreso y necesidad.
Los días de contacto con la personalidad,
atención de la personalidad y mensajes personales, hace tiempo que han terminado,
excepto en el valle de la ilusión que está en el plano astral. Estas son
palabras duras, pero ningún verdadero discípulo las interpretará mal. Por su
propia y profunda experiencia y lucha, sabe que es así. Lo importante es el grupo de
Maestros, la Jerarquía como un todo y su interacción con la humanidad.
Gran parte de ellas pregonarán su condición de
escuelas esotéricas, pero nada impartirán de carácter realmente esotérico. Sólo
atraerán a los incrédulos y tontos. Ya existen muchas que así se desempeñan.
Otras que impartirán entrenamiento esotérico y ocultista se abstendrán de
promulgar toda indicación al respecto, sin embargo, proporcionarán la enseñanza
necesaria. La Ciencia de la Meditación y la construcción consciente del
antakarana serán las dos etapas preliminares del programa esotérico. La
verdadera enseñanza sobre la meditación y construcción del puente de luz entre
la Tríada y la personalidad, es la enseñanza más avanzada impartida hasta
ahora.
Sin embargo, la humanidad ya está preparada
para un desarrollo extremadamente rápido, y esta preparación se irá demostrando
crecientemente en el período de posguerra, debiendo prepararse para ello los
discípulos del mundo. Los factores que lo harán factible son dos, siendo el
primero el tremendo estímulo de la guerra, sus exigencias y consecuencias, ha
proporcionado a la conciencia humana, y el segundo, la entrada de almas muy
avanzadas desde el año 1925, las cuales estarán preparadas para dar el
entrenamiento e instrucción necesarios cuando llegue el momento propicio;
poseen el conocimiento cuando vienen a la encarnación y saben, en forma normal
y lógica, lo que el moderno estudiante de esoterismo está luchando por captar y
comprender.
Todo entrenamiento esotérico o espiritual, debe
ser auto-aplicado, y esto es tan cierto para el Cristo, como para el más
humilde aspirante.
El verdadero educador debe ser honesto y
sincero con todos los buscadores. Su tiempo (hasta donde está limitado por la
ecuación tiempo en el plano físico) es demasiado valioso para desperdiciarlo en
cortesías sociales o en abstenerse de criticar cuando se persigue un buen
propósito. Debe confiar totalmente en la sinceridad de aquellos a quienes
enseña. Censurar y señalar las fallas y los errores no siempre resulta útil,
porque puede servir no sólo para aumentar la responsabilidad, provocar el antagonismo
o incredulidad, o causar depresión, tres de los resultados más indeseables de
la crítica.
Los que
pertenecen al rayo de la enseñanza deben aprender a enseñar enseñando. No hay
método más seguro, siempre que vaya acompañado de un profundo amor personal,
aunque al mismo tiempo impersonal, hacia quienes deben ser instruidos. Sobre
todo quisiera señalar que se ha de inculcar el espíritu grupal, primera
expresión del verdadero amor.
La información sobre la Jerarquía debería
seguir las siguientes líneas:
1. Poner el énfasis sobre la evolución de la
humanidad y particular atención a su meta, la perfección. No es la perfección
idealista del místico visionario, sino el control del instrumento, el hombre en
encarnación, por el alma interna e influyente. Debería acrecentarse más el
conocimiento de la constitución del hombre.
2. Enseñar la relación del alma individual con
todas las almas y al mismo tiempo reconocer que el tan esperado reino de Dios
es simplemente la aparición en la Tierra de hombres controlados por el alma,
que en la vida cotidiana pasan por sus diversas etapas.
3. Por el reconocimiento de esta relación puede
deducirse la realidad de la Jerarquía espiritual y acentuarse la normalidad de
Su existencia. Será evidente el hecho de que el reino siempre ha estado
presente, pero no reconocido, debido a que relativamente pocas personas pueden
expresar aún su cualidad.
4. Cuando este reconocimiento se haya
generalizado, la idea (permanentemente presente en este momento en la
conciencia humana en todas partes) y el buen sentido, testimoniarán la realidad
de la Presencia de Quienes alcanzaron la meta; la demostración de Su divinidad
será considerada normal, constituyendo un objetivo universal y es la garantía
de la realización futura de la humanidad; entonces podrán ser demostrados los
distintos grados de la divina expresión, abarcando desde el discípulo en
probación, a través de los discípulos, hasta Quienes lograron la maestría y
ascendieron hasta el Cristo, incluyéndolo.
5. Así, gradualmente, la idea o el concepto
sobre la existencia corpórea de los Maestros, será inculcado y paulatinamente
será aceptado; se desarrollará una nueva actitud hacia el Cristo que incluirá
todo lo mejor que el pasado nos ha dado, pero que integrará a los hombres para
que consideren en forma más sensata y aceptable todo el problema.
6. Llegará el momento en que se aceptará la
presencia en la Tierra del Cristo como Guía de la Jerarquía y Regente del reino
de Dios; los hombres comprenderán también la verdad de la actual afirmación
revolucionaria de que en ningún momento Él la ha dejado.
7. Se pondrá también acrecentadamente el
énfasis sobre el Plan en desarrollo, y los hombres tendrán que reconocerlo por
el estudio de la evolución de la familia humana, la detenida consideración de
los procesos históricos y el análisis comparativo de antiguas y modernas
civilizaciones y culturas. El hilo del propósito será observado y seguido siglo
tras siglo, integrando no sólo la historia de un solo y completo relato de la
revelación de las cualidades divinas por intermedio de la humanidad, sino
integrando con ella y en ella, todas las filosofías mundiales, el tema central
de todo arte creador y el simbolismo de la arquitectura y de las conclusiones
de la ciencia.
En realidad, la humanidad nunca ha vivido de
acuerdo a la enseñanza dada. La impresión espiritual impartida por el Cristo,
el Buda o Krishna (transmitida a la masa por sus discípulos), no ha sido
expresada como se esperaba. Los hombres no viven de acuerdo a lo que ya saben;
tampoco utilizan en forma práctica la información que poseen; su luz está en
cortocircuito; no se disciplinan; los controla el deseo codicioso y la ambición
ilegal, y no el conocimiento interno.