CHARLAS A LOS DISCÍPULOS
Por El Maestro Tibetano (D.K.)
Hermanos míos:
Es importante que se den cuenta que hoy está aconteciendo algo
nuevo. Que está surgiendo un nuevo reino de la naturaleza, el quinto, es decir,
el reino de Dios en la tierra o el reino de las almas. Éste se está
precipitando en la tierra y se está formando con quienes van siendo conscientes
del grupo y pueden trabajar en formación grupal, lo cual será posible porque
alcanzarán la perfección autoiniciada (aunque relativa) y se identificarán con
ciertas expansiones grupales de conciencia, y también porque amarán a sus
semejantes, así como en el pasado se amaron a sí mismos. Reflexionen
detenidamente hermanos míos y capten, si pueden, la plena significación de esta
última frase.
Su tarea consistirá mayormente en resumir y hacer efectivo el
trabajo de esos dos grandes Hijos de Dios, el Buda y el Cristo. Como bien
saben, el Buda trajo iluminación al mundo y encarnó el principio de la
sabiduría; el Cristo trajo el amor al mundo, y encarnó en Sí Mismo un gran
principio cósmico, el del amor. ¿Qué podemos hacer para que Su trabajo sea
efectivo? El proceso incluirá tres aspectos:
1. El esfuerzo
individual, por parte del discípulo, utilizando la técnica del desapego, del
desapasionamiento y del discernimiento, que el Buda enseñó.
2. La iniciación
grupal, posible por el esfuerzo autoiniciado del discípulo individual, que
cumpliendo los mandatos del Cristo traerá la completa subordinación de la
personalidad y del ente, al interés y bien grupales.
3. El esfuerzo
grupal, llevado a cabo como grupo, a fin de amar a todos los seres y captar y
comprender la verdadera significación de la técnica acuariana de amor y trabajo
grupales.
He creído que serviría un propósito útil si vincularan sus
mentes con el trabajo del Buda y del Cristo, pues les daría una vislumbre y un
indicio de Sus dos sistemas de desenvolvimiento -uno preparatorio para el
discipulado aceptado y el otro para la iniciación- que serían correlativos e
interrelacionados. La síntesis de Su tarea es evidente para quienes trabajamos
con más amplia visión y una perspectiva más clara, imposible aún para ustedes.
En consecuencia, separo a mis discípulos en grupos, a fin de que
puedan trabajar en diferentes aspectos del Plan; a la vez preparo el terreno
para el trabajo grupal, que ayudará grandemente al individuo, pero sobre todo
hará progresar el trabajo en la nueva era.
Mi intención es, por lo tanto, escribir algo en forma mas
detallada respecto a estos grupos, y aunque mi tiempo es muy limitado, me veré
obligado a impartir a mis discípulos (probablemente en intervalos muy
separados) mucha información en estas charlas e instrucciones individuales. No
escribo fundamentalmente para ustedes, sino para sentar las bases del trabajo
grupal que deberá realizarse en el mundo en los años venideros. Lo que expondré
debe ser leído detenidamente, porque la palabra escrita quizá contiene varios
significados que pueden ser presentidos de acuerdo a la intuición -despierta o
no- del aspirante.
Yo, vuestro Hermano Tibetano, parto de la suposición de que cada
uno de mis discípulos pondrá de su parte, por lo menos, algo esencial y básico,
es decir, un ansia perseverante que nada detendrá. Cada uno inicia su trabajo
con ciertas características fundamentales: cada uno comienza esta definida empresa
de entrenamiento para la iniciación con ciertos defectos, que actúan como
impedimentos y obstáculos; cada uno ha sido reconocido por su luz y sus
potencialidades, con las cuales forzosamente debe hacer todo lo que puede. Por
lo tanto, observarán el difícil problema que enfrentan Quienes guían la
evolución del mundo y buscan a aquellos que pueden ayudarles en Su trabajo.
Les impartiré enseñanza. Si se benefician o no con ella es asunto
de ustedes, algo que los discípulos de la nueva era deben aprender. No existe
tal cosa como la obediencia oculta que enseñan generalmente las actuales
escuelas de ocultismo. Antiguamente, en Oriente, el Maestro exigía de Sus
discípulos esa obediencia implícita que, en la práctica, hacía al Maestro
responsable y cargaba sobre Sus hombros el destino o karma del discípulo. Tal
condición no existe. El factor intelectual del individuo está hoy demasiado
desarrollado para justificarlo, razón por la cual no rige. En la futura nueva
era, el Maestro será responsable de ofrecer la oportunidad y la correcta
enunciación de la verdad, pero nada más. En estos días de mayor iluminación, el
Instructor no asume la misma posición que en el pasado, y yo tampoco. Hablaré
con franqueza. Conozco a mis discípulos, pues ninguno es recibido ni aceptado
en mi Ashrama si el Instructor no ha hecho un profundo análisis de ellos.
Transmitiré por medio de insinuaciones y símbolos lo que debe captarse, que
será observado y comprendido por algunos de mis discípulos que han despertado
el oído Interno y poseen un corazón realmente humilde. Si no reconocen esto, el
tiempo seguirá su marcha y finalmente les llegará la revelación. Por lo tanto,
no exijo ciega obediencia. Sin embargo, si se aceptan mis consejos y
sugerencias y deciden, por propio y libre albedrío, seguir mis instrucciones,
tendrán que hacerlo con exactitud. Tampoco deben esperar constantemente
resultados y fenómenos, que han entorpecido siempre el curso y el progreso de
tantos seudodiscípulos.
Esto constituye también para mí un experimento, pues los que
somos miembros, de cierto grado de la Jerarquía, estamos lógicamente cambiando
los antiguos procedimientos y adaptando los viejos métodos a las nuevas
circunstancias y al progreso de la evolución. Muchos probados discípulos y
aspirantes (quizá debiera decir “cansados”, hermanos míos, pues supongo que
ambas palabras son veraces) serán sometidos a experimentos, lo que implicará la
aplicación de las antiguas reglas, con procedimientos modernos. En la
antigüedad los discípulos eran producto de épocas más pacíficas. La sustancia
metal o “chitta” (como la denominó Patanjali en su famoso Libro de las Reglas),
no estaba muy desarrollada, tampoco matizada por ideas, ni potencialmente iluminada.
Hoy, el conocimiento está muy difundido y muchas personas ya piensan por sí
mismas. El material para el discipulado, que deben emplear los Maestros y el
tipo de personas que deben ser desarrolladas y conducidas hacia la Iluminación,
es de grado y calidad superior, si se me permite emplear un término tan in-adecuado.
Por otra parte, el experimento de cambiar métodos y de complementar la nueva
técnica del trabajo grupal, debe llevarse a cabo análogamente en medio de la
presión y la tensión de la civilización occidental. Esto impone un indebido
esfuerzo a quienes fueron elegidos para participar en esta tarea, pero si es
posible continuar y tener éxito, se templará el material para que adquiera un
grado más refinado de poder. Como se dijo, la selva occidental es distinta de
la selva oriental; demanda paz en medio del tumulto; fuerza en la fatiga;
persistencia a pesar de la mala salud, y comprensión a pesar del clamor de la
vida occidental. Por lo tanto, el progreso continúa en medio de las condiciones
existente y no por ellas. Los discípulos a los cuales voy a instruir no podrán
apartarse del mundo. No existe estado de paz física y de tranquilidad donde
pueda invocarse al alma y realizar un trabajo de poderosos resultados, como en
la quietud del silencio y en el descanso de lo que el hindú denomina “samadhi”
-el total desapego de las demandas del cuerpo y las emociones. El trabajo debe
ir adelante en medio del espejismo. Se debe hallar el lugar de paz en medio del
desorden; adquirir sabiduría en medio del tumulto intelectual y colaborar con
la Jerarquía en el aspecto interno de la vida, circundados por el ensordecedor
ruido de la vida moderna en las grandes ciudades. Tal es el problema de ustedes
y el mío al tratar de ayudarles.
En lo que a mí respecta tengo también el problema del excesivo
desgaste de fuerza, cuando a intervalos intento llegar a ustedes y estudiarles.
Además, tengo la tarea de leer a larga distancia en sus mentes, ver su luz y
vitalizar sus auras. Hasta ahora los Instructores orientales no tuvieron ese
problema, excepto en muy raros casos. Los que ahora trabajan en el mundo
moderno regidos por los Maestros de Sabiduría, durante una encarnación o en
anteriores, han pasado por un proceso preliminar de sintonización y
entrenamiento, para poder ser receptivos. Por lo tanto, recuerden que tengo
también un problema que estoy dispuesto a resolver en bien del mundo
necesitado, como contribución mía a la aceleración del advenimiento de la nueva
y más fructífera era. En consecuencia, debemos ayudarnos mutuamente en nuestros
esfuerzos.
No prometo resultados rápidos y tampoco me comprometo a
proporcionar desarrollos espectaculares. Los resultados dependen totalmente de
ustedes, y éstos dependen de su paciencia, de la exactitud de los detalles, de
la disciplina que estén dispuestos a imponer a sus vidas y del olvido de sí
mismos. Quisiera pedirles que no se preocupen por los resultados y que trabajen
sin apego, puesto que no saben con exactitud las metas que he fijado para
ustedes; también quisiera que abandonen el constante autoanálisis,
característica sobresaliente del místico occidental introspectivo, aunque
ambicioso... Por lo tanto, ¿qué posición adopto? La posición de quien,
perteneciendo a un gran grupo de discípulos -desde el aspirante más humilde
hasta el más elevado Miembro de la Jerarquía, vincula a la humanidad con el
reino espiritual- puede enseñarles las antiguas reglas y hacerles sugerencias
para que recorran más rápidamente el sendero y sean de mayor utilidad a sus
semejantes. En esto no hay la más leve insinuación de una afirmación autoritaria
de parte de un miembro de la Jerarquía que debe ser obedecido y cuya palabra es
infalible. Recuerden esto, de lo contrario no es posible trabajar, pues
entrarían elementos de peligro, y el actual esfuerzo quedaría en la nada. Mi
anonimato se ha mantenido siempre y así continuará, aunque los miembros de este
grupo de discípulos saben quien soy. Me conocen por lo que soy. Me conocen como
Instructor, como discípulo tibetano e iniciado de cierto grado -el grado no
tiene importancia para ustedes. Lo que tiene importancia es la enseñanza que
daré. Soy un iniciado en los misterios del ser. Esta afirmación imparte por sí
misma información a quienes tienen conocimiento. Saben también que tengo cuerpo
humano y resido en el norte de la India. Que esto sea suficiente y no permitan
que la curiosidad les haga perder de vista la enseñanza.
Estamos juntos en una empresa espiritual. Todos voluntariamente
y sin ser presionados han declarado estar dispuestos a ir adelante hacia una
vida espiritual más intensa. Esto deben hacerlo por propia libertad de sus
almas y por el poder de sus propios intelectos. Seguirán las instrucciones que
les parezcan razonables y correctas, pero cuando decidan seguirlas, deben
procurar cumplir con exactitud mis requisitos. Analizarán y considerarán los
requisitos que de vez en cuando les impartiré, y no acepten ni crean en su
inspiración verbal porque vienen de mí. El lenguaje siempre entorpece y limita.
La salud y las circunstancias les servirá de guía en su trabajo, pero recuerden
siempre que para llegar a ser Maestro se debe alcanzar la maestría, no la
obediencia a determinada persona. Deberán tener en cuenta que yo, su
Instructor, no soy siempre consciente de su situación física o de las acciones
diarias. No me ocupo de los asuntos de la personalidad; los aspirantes
desorientados que afirman que los Maestros les dicen lo que deben hacer y les
guían en sus asuntos personales, están aún muy lejos del grado del discipulado
aceptado. Recuerden que la luz brillará en la mente autocontrolada, libre del
predominio mental de otra mente. Con estas prevenciones claramente
comprendidas, pasaremos a enunciar ciertos principios y a considerar lo que es
posible realizar:
Primero, debe recordarse siempre que el nuevo discipulado es
primordialmente un experimento en trabajo grupal y que el perfeccionamiento
individual del discípulo no es su objetivo principal. Considero esta afirmación
como básica y esencial. Los individuos están destinados a suplementarse y
complementarse mutuamente, y el grupo deberá oportunamente constituir un
conjunto de cualidades, capaz de expresarse útil y espiritualmente, a través
del cual pueda afluir energía espiritual para ayudar a la humanidad. La tarea
deberá realizarse en el plano mental. La esfera de servicio de cada discípulo
individual es la misma de antes, pero a los diferentes campos del esfuerzo
individual se agregará actividad y vida grupales, que serán más perceptibles a
medida que transcurra el tiempo. Por lo tanto, el primer objetivo es fusionar y
unificar el grupo, de modo que cada miembro pueda trabajar en íntima relación
mental y en colaboración espiritual con los demás. Esto inevitablemente llevará
tiempo, y el éxito de la Jerarquía en este nuevo esfuerzo dependerá de una
actitud sensata y de una afluencia del espíritu de amor, por parte de cada miembro del grupo. Esto será
relativamente fácil para algunos discípulos, pero muy difícil para otros.
Muchos individuos de gran cultura desarrollaron excesivamente la mente
analítica. Sin embargo, a medida que trascurra el tiempo y se haga un verdadero
esfuerzo, el proceso de unificación progresará grandemente. En consecuencia,
éste es nuestro primer esfuerzo, y también el esfuerzo del grupo de cada
Maestro y la realización de la Jerarquía Misma, la unidad grupal.
Cada discípulo debe aprender a subordinar sus propias ideas,
acerca del progreso personal, a las necesidades del grupo, porque -a fin de
tener un grupo coordinado y activo como unidad de servicio- mientras algunos
discípulos tendrán que acelerar su progreso en determinados líneas, otros
tendrán que aminorarlo momentáneamente para ponerse a la par de la mayoría.
Esto sucederá automáticamente si la identificación grupal es el factor
dominante en los pensamientos de cada discípulo, y si se relega a segundo plano
el deseo de progreso personal y satisfacción espiritual. Los grupos de cada
Ashrama están destinados a trabajar juntos eventualmente, en la misma forma que
los distintos sectores de una gran organización actúan eficazmente juntos como
una unidad. Los grupos deben funcionar armónica e inteligentemente. Esto será
posible cuando los individuos de un grupo y los grupos individuales pierdan de
vista sus propias identidades al realizar el esfuerzo para que este experimento
de la Jerarquía tenga éxito. Los sentimientos, las reacciones, los deseos y los
triunfos de los individuos no cuentan enfáticamente para nada. Sólo es considerado
de importancia lo que promueve el esfuerzo grupal y enriquece la conciencia del
grupo. Lo único, por ejemplo, que atrae mi atención es aquello que proporciona
mayor poder espiritual a mi grupo de discípulos, o lo que intensifica su luz o
amortigua su fulgor. Debe recordarse que considero siempre subjetivamente a mis
grupos de discípulos como un grupo. Veo su fulgor; observo el ritmo unido, el
tono y color unificado; oigo el sonido que emiten colectivamente. Quiero
reiterar que, en cierto sentido, sus individualidades no me interesan ni las
considero de importancia, salvo en la medida que aceleran o disminuyen la
vibración grupal. Para nosotros, los Instructores del aspecto interno, ustedes,
como personalidades, no tienen importancia, pero como almas son de vital
importancia. Cada discípulo en el grupo de cualquier Maestro puede tener muchas
debilidades y limitaciones que actúan como obstáculos en el mismo grupo, pero
como almas, están parcialmente despiertos y vivos y han logrado cierta medida
de alineamiento. Lo mismo sucede con todos los de mi grupo. Como almas les
estimo y trato de ayudarles y elevarles para que alcancen expansión e
iluminación.
Quisiera hacer resaltar un punto, a medida que consideramos al
individuo en el grupo y sus relaciones grupales. Vigilen cuidadosamente sus
pensamientos respecto a los demás, eliminen inmediatamente toda sospecha y
crítica y procuren mantenerse mutuamente firmes en la luz del amor. No tienen
la menor idea de la potencia de tal esfuerzo, ni de su poder para desatar las
ligaduras de cada uno y elevar al grupo a una extraordinaria altura. Por la luz
pura del mutuo amor pueden acercarse más a mí y a los instructores en el
aspecto subjetivo de la vida y llegar más rápidamente al Portal que conduce al
Camino Iluminado. Tienen la oportunidad de demostrar entre sí el valor científico
y el poder del amor, considerado como la fuerza de la naturaleza. Esfuércense
por demostrarlo, así cada uno liberará lo que necesita para establecer cambios
poderosos y vitales en los cánones y propósitos de la vida de los miembros del
grupo. El amor no es un sentimiento ni una emoción, tampoco un deseo o móvil
egoísta para actuar correctamente en la vida diaria. Amar es esgrimir la fuerza
que guía los mundos y conduce a la integración, unidad e inclusividad, que
impele a actuar a la Deidad misma. El amor es algo muy difícil de cultivar,
debido al egoísmo inherente en la naturaleza humana, y difícil de aplicar en
todas las condiciones de la vida, y su expresión exigirá al máximo lo que
puedan dar y el abandono de toda actividad personal egoísta.
Los discípulos del grupo de un Maestro deben amarse mutuamente
con inteligencia y constante fortaleza, así liberan esa luz y poder que hará
oportunamente que el grupo tenga un valor efec¬tivo en el mundo. Para no
herirles cuando trabaje con ustedes en el futuro, no disfrazaré las verdades
que tenga que decirles; tampoco entraré a considerar los sentimientos y las
reacciones de la personalidad, porque cuento con la sinceridad del propósito de
todos ustedes.
Quizá sea prudente recordar aquí que, por regla general, nadie
cree lo que otros dicen -no importa cuán evidente sea la verdad ni por más que
afirmen que la aceptan. Únicamente las verdades forjadas individualmente en el
crisol de la experiencia penetran realmente en la conciencia viviente y
fructifican. Pero en este esfuerzo grupal emprendido, todos los miembros son
conscientes de lo que se le dice a cada uno, lo cual puede ser muy útil y
producir reajustes más rápidos, imposibles de otra manera, siempre que en forma
unida y amorosa ayuden al condiscípulo a cambiar las condiciones indeseables.
Por mi parte, cuento con una sola cosa hermanos míos, y es la profunda
sinceridad de ustedes. Señalar un defecto o un error no es algo negativo -como
algunos creen. A medida que la clara luz del alma afluye, revela a la
personalidad tal cual es. Si se practica verdadero desapasionamiento, los
discípulos de este grupo verán las cosas tal cual son, y permanecerán impávidos
ante la revelación de cualidades deseables o indeseables. Si se sienten
deprimidos, irritados o heridos por tal revelación, indica falta básica de
desapasionamiento y demuestra apego a la personalidad y a la opinión de los
demás.
Segundo, es esencial que los discípulos de un ashrama sean
contemplativos, pero en sentido ocultista, no místico. En el trabajo de
meditación, que están realizando o realizarán en el futuro, el objetivo debería
ser alcanzar lo más rápidamente posible el punto más elevado del proceso de la
meditación, pasando con rapidez por las etapas de concentración, alineamiento y
meditación, hasta lle¬gar a la contemplación. Una vez alcanzado este elevado
punto, procuren mantenerlo, y de esa manera aprenderán a actuar como almas en
su propio mundo, contemplando el mundo de las ener¬gías, en el que todos los
iniciados trabajan y donde algún día, en esta o en otra vida, cada uno de
ustedes tendrá cabida. Este estado (si así puedo llamarlo) deben alcanzarlo con
cuidado, observarlo con exactitud, cuando se logra de alguna manera mantener un
re-gistro preciso de las impresiones. Por lo tanto, deberán constituir un grupo
de contemplativos activos. Los resultados serán mas fáciles si reflexionan y
luchan por alcanzar la primera condición de su existencia grupal, la unidad
grupal.
Tercero, esta unidad grupal, que tendrá sus raíces en la
meditación grupal unida o en la vida contemplativa (donde el alma sabe que es
una con todas las almas), debe demostrarse en alguna actividad grupal que
deberá manifestarse inmediatamente en el grupo, y más tarde -cuando la
unificación sea más completa- en todo el mundo. Así se exteriorizarán en la
Tierra los ashra¬mas de los Maestros, y la Jerarquía actuará abiertamente en el
plano físico, y no tras de la escena como hasta ahora. Entonces se restaurarán
los Misterios.
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