CRECIMIENTO Y DESARROLLO DE LOS
CENTROS
Recopilado de los libros de Alice A.
Bailey Y El MAESTRO TIBETANO, D.K.
Crecimiento y desarrollo de los
centros.
Nuevamente enumeraré los centros,
considerando esta vez sus correspondencias síquicas, e indicaré los colores y
la cantidad de pétalos.
1. Centro en la base de la columna
vertebral. Cuatro pétalos. Están dispuestos en forma de cruz, irradiando fuego
de color anaranjado.
2. Centro plexo solar. Diez pétalos.
Color rosado con mezcla de verde.
3. Centro cardíaco. Doce pétalos.
Color oro resplandeciente.
4. Centro laríngeo. Dieciséis pétalos.
Color azul plateado, predominando el azul.
5. Los centros de la cabeza son dos:
a. Entre las cejas. Noventa y seis
pétalos. La mitad del loto de color rosa y amarillo; la otra mitad, azul y
púrpura.
b. En la cima de la cabeza. Doce
pétalos principales, de color blanco y oro, y 960 pétalos secundarios,
dispuestos alrededor de los doce pétalos centrales. Esto hace un total de 1068
pétalos, en los dos centros de la cabeza, o sea 356 triplicidades. Estas cifras
tienen un significado oculto.
Esta descripción se ha tomado del
libro "La Vida Interna". Se refiere a los centros etéricos, los
cuales son la manifestación, en el plano físico, de los correspondientes
vórtices en el plano emocional, a través de los cuales actúa la vitalidad
emocional. Tienen su contraparte mental, y al despertarlos, como ya mencioné,
mediante el crecimiento y desarrollo de los mismos, viene la final vivificación
y la resultante liberación.
La conexión entre los centros, el
cuerpo causal y la meditación, está oculta en la siguiente indicación: la
desintegración del cuerpo causal se efectúa mediante la rápida rotación e
interacción de estos centros y la intensificación de su fuerza por medio de la
meditación -la meditación ocultista ordenada. Cuando el fuego interno circula
por cada centro y el kundalini asciende en espiral, exacta y geométricamente, de un vórtice a
otro, la intensificación interactúa en tres direcciones:
a. Enfoca
la luz o conciencia del Yo superior en los tres vehículos inferiores,
haciéndola descender para expresarse plenamente y ampliar su contacto en los
tres planos de los tres mundos.
b. Hace
descender, del triple espíritu, cada vez más fuego, realizando para el cuerpo
causal lo que el Ego hace para los tres vehículos inferiores.
c. Obliga a la unificación de lo
superior con lo inferior, y atrae la vida espiritual. Cuando se ha realizado
esto, cuando cada vida consecutiva percibe una acrecentada vitalización de los
centros y cuando el kundalini, en su séptuple capacidad, hace contacto con cada
centro, entonces, hasta el cuerpo causal resulta inadecuado para la afluencia
de vida que desciende de lo alto. Los dos fuegos se unen, si puedo expresarme
así, y con el tiempo el cuerpo egoico desaparece; el fuego consume el Templo de
Salomón, se destruyen los átomos
permanentes y todo queda reabsorbido en la Tríada. La esencia de la personalidad,
las facultades desarrolladas, el conocimiento adquirido y el recuerdo de lo que
ha ocurrido, forman parte del bagaje
del Espíritu y, con el tiempo, llega al Espíritu o Mónada en su propio plano.
Ahora permítanme enumerar aquello
sobre lo cual no es posible dar mayor información, porque implica demasiado
peligro:
1. El método para despertar el Fuego
Sagrado.
2. El orden de su progresión.
3. Las formas geométricas que adquiere
al elevarse.
4. El orden en que se desenvuelven los
centros, de acuerdo al rayo del Espíritu. La complejidad es excesiva.
Se habrán dado cuenta que cuanto más
se estudia el tema, más abstruso se hace. Se complica por la actuación de los
rayos, por el lugar que el individuo ocupa en la escala de evolución, por el
despertar desigual de los diferentes centros, en relación al tipo de vida que
lleva el hombre; su complejidad aumenta por la triple naturaleza de los mismos
(etérica, emocional y mental), por el hecho de que algunas personas tienen un
centro emocional completamente despierto, el cual se manifiesta etéricamente, aunque la
contraparte mental esté aún pasiva; otros tienen sus centros mentales
despiertos, no el emocional, que etéricamente se halla pasivo. Esto pone de
manifiesto, en consecuencia, cuán grande es la necesidad de instructores
conscientes y clarividentes, capaces de trabajar inteligentemente con los
estudiantes, estimulando los centros dormidos o perezosos, por medio del
conocimiento y los
métodos científicos, alineándolos de
manera que la
corriente afluya
alternativamente entre los vórtices externos y el centro interno. Más adelante
el instructor podrá entrenar al estudiante para que despierte sin peligro el
fuego interno, lo cultive y trasmita científicamente, instruyéndolo sobre el
orden requerido para su circulación por el sendero de triángulos, hasta llegar
a los centros de la cabeza. Una vez que el kundalini haya recorrido esas líneas
geométricas, el hombre es perfecto, la personalidad ha servido su objetivo y se
ha alcanzado la meta. Por eso todos los centros tienen un número de pétalos
múltiplo de cuatro, porque el cuatro es el número del yo inferior, el
cuaternario. La cantidad total de pétalos en los centros (sieliminamos el bazo,
que tiene un fin determinado, y los tres órganos inferiores de la procreación)
es de mil ciento diez, número total que representa la perfección del
microcosmos -diez el número de la personalidad perfecta, cien el número de la
perfección causal y mil el número de la realización espiritual. Cuando cada
pétalo vibra en todas las dimensiones, se alcanza la meta para este manvantara.
Entonces el loto inferior e halla en todo su esplendor y refleja al superior
con precisión.
Efectos de la meditación ocultista
sobre los centros.
Estudiaremos hoy los efectos de la
meditación ocultista sobre los centros y su consiguiente vivificación,
presentando una meditación iniciada siempre con el empleo de la Palabra
Sagrada, pronunciada de acuerdo con la regla.
Nos referiremos también a la
meditación practicada bajo la dirección de un Instructor. Por lo tanto, el
individuo meditará en forma correcta o lo más correcto que pueda; por eso hoy
consideraremos el factor tiempo en relación con los centros, porque la tarea es
lenta y necesariamente gradual. Haré aquí una pausa, para insistir que es
necesario recordar que en todo trabajo realmente ocultista, los efectos
esperados llegan siempre muy lentamente. En el caso de que un individuo, en una
encarnación dada, progrese en forma espectacular, se debe a que está poniendo
de manifiesto algo adquirido anteriormente (la manifestación de las facultades
innatas, adquiridas en pasadas encarnaciones) y se está preparando para un
nuevo periodo de esfuerzo lento, cuidadoso y minucioso.
Las siguientes razones ponen de
manifiesto por qué el sendero es tan difícil de hollar y el
proceso de ascender la escala se hace
(a medida que se alcanzan los escalones más altos) más complicado y difícil. Se
debe:
1. Disciplinar a cada cuerpo por
separado, a fin de ser purificados.
2. Reajustar y alinear.
3. Repolarizar.
4. Reconstruir prácticamente.
5. Dominar cada subplano, del cuarto
en adelante, pues en el cuarto se inicia la vida del aspirante.
6. Despertar gradual, cuidadosa y
científicamente cada centro; intensificar la rotación y electrificar la
radiación (sí se me permite utilizar este término y aplicarlo a los centros), y
manifestar su fuerza a través de la dimensión superior.
7. Vincular magnéticamente cada centro
etérico plenamente alineado con los centros correspondientes de los cuerpos
mental y emocional, de modo que no se entorpezca la afluencia de fuerza.
8. Despertar nuevamente cada centro
mediante el Fuego Sagrado, hasta que las radiaciones, la velocidad y los
colores, se hayan armonizado con la nota egoica. Esto es parte del trabajo de
Iniciación.
Debido a que todo cambio se hace gradualmente,
responde a la misma ley que rige el crecimiento cíclico del macrocosmos:
1. Primeramente se produce el choque
entre el ritmo viejo y el nuevo.
2. A esto le sigue un período en que
gradualmente domina el nuevo, eliminando al viejo y estabilizando la nueva
vibración.
3. Finalmente se produce la
desaparición, y luego la repetición del proceso.
Esta tarea se realiza en los cuerpos y
en los centros por la meditación y el empleo de la Palabra Sagrada, lo que
contribuye a reajustar la materia, a vitalizaría por el fuego, permitiendo al
aspirante trabajar de acuerdo a la ley. Este desarrollo de los centros es un
proceso gradual, paralelo al trabajo realizado sobre los cuerpos, al
refinamiento de los vehículos y al lento desenvolvimiento de la conciencia causal.
Observaciones finales.
Al meditar sobre el centro cardíaco,
imaginarlo como un loto dorado y cerrado. Al enunciar la Palabra Sagrada,
imaginen este loto expandiéndose lentamente, hasta ver el centro o vértice
interno como un radiante remolino de luz eléctrica, más azul que dorada. Formar
allí la imagen del Maestro, en materia etérica, emocional y mental. Esto
implica retraer más internamente la conciencia. Una vez que la imagen esté
completamente formada, emítase otra vez suavemente la Palabra y, mediante un
esfuerzo de la voluntad, retraerse aún más internamente y vincularse con el
centro de doce pétalos de la cabeza, el centro de la Conciencia causal. Hacer
esto lenta y gradualmente, manteniendo una actitud de paz y calma perfectas.
Existe una relación directa entre los dos centros de doce pétalos y la
meditación ocultista; la acción del fuego kundalínico revelará más adelante su
significado. Esta visualización lleva a la síntesis, al desenvolvimiento y a la
expansión causal y, con el tiempo, conduce al hombre a la presencia del Maestro.
El plexo solar es el asiento de las
emociones, y no hay que concentrarse en él durante la meditación. Es la base de
la curación física, y más adelante será mucho mejor comprendido. Es el centro
de la actividad -actividad que más tarde será intuitiva, el centro laríngeo
actúa radiantemente cuando es transferida la polarización del átomo físico al
átomo mental permanente, como ya se ha
explicado. Entonces el átomo mental permanente se convierte en el centro de la
razón pura o pensamiento abstracto. Luego llega un momento en el
desenvolvimiento de la conciencia, en que la fuerza emocional, que rige a la
generalidad, es trascendida y reemplazada por la fuerza del intelecto superior.
A menudo marca un período en que el individuo es guiado puramente por la razón,
y sus emociones ya no lo gobiernan. Esto se puede manifestar en el plano físico
como inflexibilidad intelectual. Más tarde, el átomo emocional permanente cede
su lugar al intuitivo, y la intuición pura y la comprensión perfecta, por medio
del amor, constituyen el poder motivador, además de la facultad de razonar.
Entonces el plexo solar se caracteriza por la preponderancia del color verde de
la actividad, porque el cuerpo emocional es el agente activo de lo superior, y
engendra muy poco el color rosa del deseo humano.
En la rotación de la fuerza, a través
del vórtice (rotación que forma los pétalos del loto), se observará que ciertos
pétalos resaltan sobre los demás, y cada centro manifiesta una cruz de
modalidad peculiar, excepto en los dos centros de la cabeza, síntesis de las
cruces inferiores. La cruz de cuatro brazos del tercer Logos se halla en la
base de la columna vertebral, y la cruz de la cuarta Jerarquía humana en el
corazón.
Cuando el aspirante medio entona la
Palabra Sagrada, lleva la fuerza al etérico a través de todos los centros
internos, y causa un definido estímulo en los pétalos de cada centro. Si el
loto está abierto parcialmente, sólo algunos pétalos reciben el estímulo. Esto
da origen a una vibración (especialmente en el centro sobre el cual el
individuo medita -el coronario o el cardíaco), lo cual da origen a una acción
refleja en la columna vertebral, hasta su base. Esto, por sí mismo, no es
suficiente para despertar el fuego; sólo se puede hacer en forma correcta, en
la clave adecuada y sujeto a ciertas reglas.
Cuando la meditación se hace en el
corazón, mediante la entonación correcta de la Palabra Sagrada, y de acuerdo a
las leyes ocultas, la fuerza llega a través de los centros emocionales, desde
los niveles intuitivos. Cuando se realiza en la cabeza, la fuerza llega por los
centros mentales desde los niveles manásicos abstractos y, más tarde, desde el
átmico. Uno imparte intuición espiritual y el otro, conciencia causal.
Hombre avanzado es aquel que une los
dos centros mayores -coronario y cardíaco- en un instrumento sintético, y cuyo
centro laríngeo vibra al mismo ritmo. Entonces tiene la voluntad y el amor
fusionados en servicio armónico, y la actividad del físico inferior es
trasmutada en idealismo y altruismo. Al llegar a esta etapa el hombre está
preparado para despertar el fuego interno. Sus cuerpos están suficientemente
refinados para resistir la presión y la precipitación; nada contienen que sea
perjudicial para su progreso; los centros son objeto de una sintonización
suficientemente elevada, como para recibir el nuevo estímulo. Cuando esto se ha
realizado llega el momento de la iniciación, en que el servidor, en cierne, de
la humanidad, llega ante su Señor con el deseo purificada, el intelecto
consagrado y un cuerpo físico que es su servidor y no su amo.
Hasta que ustedes no tengan un sabio
Instructor en cuerpo físico, que pueda reunir a su alrededor a Sus estudiantes
para protegerlos con Su aura y vibración estimuladoras, y hasta que las
condiciones mundiales permitan un período de relajamiento de la tensión e
incertidumbre actuales, no será posible enseñar fórmulas, invocaciones o
mántram de carácter específico ni despertar los centros, más allá de lo
necesario para la evolución, excepto en algunos casos individuales de ciertos
discípulos que (quizás sin que ellos se den cuenta) están sometidos a
determinados procesos, cuyo resultado será un gran acrecentamiento del grado de
vibración. Esto sólo se hace con algunos aspirantes en cada país, y bajo la
vigilancia directa de un Maestro, enfocado por medio de H. P. B.
El verdadero estudiante procura
desviar la conciencia de sus cuerpos físico y emocional y dirigirla a las
regiones del pensamiento o al cuerpo mental inferior. Alcanzado esto, procura
trascender su mente inferior y polarizarse en el cuerpo causal, utilizando el
antakarana como canal de comunicación entre la mente inferior y la superior,
siendo entonces el cerebro físico, simplemente, el receptor pasivo de
lo que trasmite el Ego o Yo superior y, más tarde, del triple Espíritu, la
Tríada. El trabajo a realizar consiste en actuar de la periferia al centro y en
la consiguiente centralización. Cuando
se ha alcanzado tal centralización y enfocado en este centro estable -con el
plexo solar y el corazón aquietados- un punto dentro de la cabeza, uno de los
tres centros principales en ella, se convierte en el centro de la conciencia, y
el rayo del Ego del hombre decide cuál será ese centro. Este método es para la
mayoría. Habiendo llegado a este punto, el hombre sigue la meditación de su
rayo, tal como anteriormente se ha indicado en términos generales, en estas
cartas. En cada caso el cuerpo mental se convierte en centro de conciencia, y
más tarde, con la práctica, dicho centro llega a ser el punto de partida para
la trasferencia de la polarización en un cuerpo más elevado, primero el causal
y más tarde, la Tríada.
"Vigila y ora", dijo el
Señor cuando estuvo en la tierra, expresándose en términos ocultistas, que aún
no han sido bien interpretados.
¿Por lo tanto, que debe ser vigilado?
1. La actitud del cuerpo ovoide
emocional y su control positivo-negativo.
2. La estabilidad de la materia
emocional y su receptividad consciente.
3. El alineamiento del cuerpo ovoide
emocional con los cuerpos mental y causal. Si el alineamiento es imperfecto
(como sucede frecuentemente), no permite recibir con exactitud lo proveniente
de los planos superiores, distorsionándose las verdades que descienden vía el
Ego y produciendo una peligrosa trasferencia de fuerza a centros indeseables.
Esta falta de alineamiento es la causa de que las personas de tendencias
aparentemente espirituales se aparten de la pureza sexual. Ellas pueden
establecer algún contacto con los niveles intuitivos, y el Ego puede trasmitir
parcialmente el poder desde lo alto; pero como el alineamiento es imperfecto,
la fuerza de estos niveles más elevados se desvía, sobreestimulando los centros
indeseables, dando como resultado un desastre.
Cada ser humano entra en la vida
equipado con un cuerpo físico y un cuerpo etérico de ciertos componentes,
producto de una encarnación anterior, los cuales reproducen virtualmente con
toda exactitud el cuerpo que el hombre abandonó cuando la muerte lo separó de
la existencia en el plano físico. La tarea de cada uno consiste en tomar ese
cuerpo, conocer sus defectos y necesidades y luego, deliberadamente, construir
un nuevo cuerpo más adecuado para satisfacer la necesidad del espíritu interno.
Ésta es una tarea de grandes proporciones, y demanda tiempo, rígida disciplina,
abnegación y criterio.
El hombre que emprende la práctica de
la meditación ocultista, textualmente, "juega con fuego". Quisiera
que tengan muy en cuenta esta afirmación, porque encierra una verdad que muy
pocos comprenden. "Jugar con fuego" es un dicho vulgar muy antiguo,
que ha perdido su significado debido a su constante repetición, no obstante, es
absoluta y completamente exacto, no una enseñanza simbólica, sino la afirmación
de un hecho. El fuego constituye la base de todo -el Yo es fuego, el intelecto
es una fase del fuego, y latente en los vehículos físicos microcósmicos se
halla oculto un fuego verdadero, que tanto puede ser una fuerza destructora,
consumiendo los tejidos del cuerpo y estimulando los centros de carácter indeseable, como un factor
vivificador, que actúa como agente estimulador y activante. Cuando ha sido
encauzado hacia ciertos canales preparados, actúan como purificador y como gran
vinculador entre el yo inferior y el Yo superior.
Durante la meditación, el estudiante
trata de establecer contacto con la llama divina, su Yo superior, y se
pone en
armonía con el
fuego del plano
mental. Cuando la
meditación es forzada
o practicada muy violentamente, sin efectuar antes el
alineamiento entre los cuerpos superior e inferior, vía el emocional, este
fuego puede actuar sobre el fuego latente en la base de la columna vertebral
{denominado kundalini), y hacerlo circular prematuramente. Esto causaría la desorganización y
destrucción en vez de la vivificación y el estímulo de los centros superiores.
Hay un camino geométrico espiroidal apropiado, que este fuego debe seguir, y
depende del rayo a que pertenece el estudiante y del tipo de vibración de sus
centros superiores. Sólo ha de permitirse que este fuego circule bajo la instrucción
directa del Maestro y sea distribuido conscientemente por el estudiante mismo,
siguiendo las instrucciones verbales específicas del instructor. A veces el
fuego puede ser despertado y ascender correctamente en espiral sin que el
estudiante sepa lo que está ocurriendo en el plano físico, pero en los planos
internos lo sabe, sólo que no ha hecho descender ese conocimiento a la
conciencia del plano físico.
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