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domingo, 22 de diciembre de 2013

ENERGIA Y FUERZA ( D.K. El Tibetano)




ENERGIA Y FUERZA
( D.K. El Tibetano)



1. La vida del estudiante ocultista es vivida  conscientemente en el mundo de las energías, las cuales han estado siempre presentes, pues toda la existencia, en los reinos de la naturaleza, es energía manifestada, pero los hombres no se dan cuenta de ello. No son conscientes, por ejemplo, de que cuando sucumben a la irritabilidad y la exteriorizan con vociferaciones y pensamientos iracundos, extraen y emplean energía astral. El empleo de esta energía los lleva fácilmente a un nivel de vida astral inapropiada para ellos; el continuo uso de esta energía produce lo que el Maestro Morya ha deno­minado "hábitos de residencia que ponen en peligro al residente". Cuando el aspirante reconoce que él mismo está compuesto de unidades de energía ‑ mantenidas en expresión coherente por una energía aún más fuerte, la de la integración ‑ empieza a trabajar conscientemente en un mundo de fuerzas análogamente compuesto; entonces empieza a emplear energía de cierto tipo, y da selectivamente uno de los pasos iniciales para convertirse en verdadero ocultista. Este mundo de energía en el cual vive, se mueve y tiene su ser, es el vehículo viviente organizado de manifestación del Logos planetario. A través de ese mundo, las energías circulan en todo momento y están en constante movimiento, siendo dirigidas y controladas por el centro coronario del Logos planetario; crean grandes vórtices de fuerza o puntos principales de tensión; por todo Su cuerpo de manifestación. La Jerarquía espiritual de nuestro planeta es un vórtice de este tipo, la humanidad es otro y, actualmente, se halla en un estado de actividad casi violento, debido a que se está convirtiendo en un foco de atención divina.  

2. El trabajo del esoterista y del aspirante, es llegar a comprender estas fuerzas y aprender así su naturaleza y empleo, potencia y grado de vibración. Además debe aprender a reconocer su origen y a distinguir entre fuerzas, energías y rayos. El principiante puede hacer una clara diferenciación entre fuerzas y energías, reconociendo el hecho de que las personalidades nos afectan por medio de la fuerza que emana de su aspecto forma, pero estas mismas personalidades purificadas y alineadas, pueden ser trasmisoras de las energías del alma.  

3. Los aspirantes deben comprender que trabajan con las fuerzas y dentro de ellas, y que la actividad correcta o errónea del plano físico se debe simplemente a una buena o mala dirección de las corrientes de fuerza, y no a algo bueno o malo de las energías mismas.  

4. Les recordaré que todo lo que ocurre evidencia la energía y expresa la fuerza, factor que nunca debe ser olvidado. Es esencial que se reconozca su existencia. Como individuos o como grupo poco pueden hacer, excepto procurar que nada pueda convertirlos ‑aun siendo muy insignificantes‑ en punto focal de odio, separatividad, temor, orgullo y otras características que nutren los fuegos que amenazan llevar al mundo al desastre. Cada uno puede ayudar mucho más de lo que puede imaginar si regula sus pensamientos e ideas, cultivando un espíritu amoroso y empleando en forma general la Gran Invocación, por cuyo intermedio estas fuerzas y energías ‑tan extraordina­riamente necesarias‑ pueden ser invocadas.  

5. El discípulo aprende oportunamente a conocerse, sobre todo (mientras está en encarnación) como director de fuerzas, dirigiéndolas desde la altura del divino Observador y mediante el desapego. Estas verdades, son trivialidades del ocultismo, sin embargo, si pudieran comprender el pleno significa­do del desapego y permanecer serenos, como el Director que observa, no harían movimientos inútiles ni erróneos, ni existirían falsas interpretaciones y divagaciones por los atajos secundarios de la vida diaria, ni observarían a los demás con prejuicios y visión distorsionada y, sobre todo, no derrocharían fuerzas.

Repetidas veces, en el trascurso de las épocas, los Maestros han dicho a Sus discípulos (y yo a ustedes) que el ocultista trabaja en el mundo de las fuerzas. Todos los seres humanos viven, se mueven y expresan en, y a través de ese mundo de energías que entran y salen, están siempre en movimientos y hacen continuamente impacto. El ocultista, empero, trabaja allí, se convier­te en un constante agente rector, crea en el plano físico lo que desea, y lo creado constituye el canon de cosas y el diseño realizado por el gran arquitecto divino, en el tablero de la conciencia espiritual.  

6. El hombre se mueve en un vórtice de fuerza de cualquier tipo y cualidad y sus expresiones manifestadas e inmanifestadas están compuestas de ener­gía, hallándose en consecuencia, relacionado con las demás energías.  

7. Las energías y fuerzas afluyen incesante, potente y cíclicamente sobre nuestro sistema y vidas planetarias. No obstante, sólo se consideran hoy no existentes cuando se evoca una respuesta definida. Provienen de innumera­bles fuentes extrañas a nuestro sistema y esquemas planetarios; pero hasta que el hombre no responda a ellas y las registre, los científicos ni los astrólogos las reconocerán, y por ahora es como si no existieran. Esto deben tenerlo en cuenta a medida que les imparto la enseñanza, porque puedo indicarles ciertas fuentes de energía activa, todavía desconocidas para ustedes que actúan sobre nuestro sistema y su contenido. La dificultad se deberá a una inexactitud mía, sino a la falta de sensibilidad del mecanismo de respuesta que actualmente utiliza el género humano y los discípulos.  

8. Todas las enfermedades ‑excepto las que se deben a accidentes, heridas que se infectan y a epidemias‑ pueden ser atribuidas en esta instancia a alguna condición de los centros, y por lo tanto a energía incontro­lada; a la energía excesivamente activa y mal dirigida, o a insuficiente y total carencia, o sino retenida en vez de empleada y trasmutada al correspondiente centro superior de energía.  

9. La energía y las fuerzas constituyen la suma total de todo lo que es. Esta es otra verdad fundamental y trillada, sobre la cual se ha erigido la ciencia del ocultismo, y el arte de curar debe conocer. En la manifestación no existe nada parecido. La enfermedad es una especie de energía activa, manifestándose como fuerzas que destruyen o producen la muerte. Por lo tanto, si nuestra premisa básica es exacta, la enfermedad es también una forma de la expresión divina, porque la conocemos como malo es el reverso de lo que llamamos bueno. ¿No restaremos importancia al tema o causaremos una falsa impre­sión si consideramos al mal (por lo menos en lo que concierne a la enferme­dad) como bien, mal aplicado o mal adaptado? ¿Me interpretarán mal si digo que la enfermedad es energía que no funciona de acuerdo al plan o como sería de desear? Las energías que afluyen son puestas en relación con las fuerzas, dando por resultado buena salud, formas adecuadas y fuertes, y actividad vital; sin embargo, las mismas energías afluyentes, pueden ser puestas en relación con las mismas fuerzas, estableciéndose un punto de fricción, produciendo una zona enferma, dolor, sufrimientos y quizás muerte. Las energías y las fuerzas siguen siendo de la misma naturaleza esencialmente divina, pero la relación establecida produjo el problema. Si se estudia esta frase será evidente que esta definición puede incluir todo tipo de dificultad, y el producto final de la situación (sea buena o mala) es el aspecto relación. Esta afirmación es de gran importancia para toda reflexión.  

10. Siempre debemos tener en cuenta que en el mundo creado sólo existe energía en movimiento, y, que cada pensamiento dirige algunos aspectos de esa energía, pero siempre dentro de la esfera de influencia de alguna energía más grande, pensante y dirigente.  

 11. Nos hallarnos al borde de la entrada en una nueva era de desarrollo científicos, debido al descubrimiento de la liberación de la energía del átomo. Ni siquiera los científicos responsables de este descubrimiento tienen la menor idea de los efectos trascendentes de este importante acontecimiento. Desde el ángulo de la materia y tema de este volumen, se está erigiendo un lenguaje enteramente nuevo relacionado con la energía y la fuerza, la aplica­ción de este descubrimiento, acerca del tratamiento de la enfermedad, será en un futuro inmediato (desde el ángulo esotérico), considerado casi un milagro.  

12. El efecto del impacto de la energía depende de la naturaleza del vehículo de respuesta. El hombre reaccionará a las energías afluyentes de acuerdo a su equipo y a la naturaleza de sus cuerpos.  

13. Debido al esfuerzo de incontables miles de hombres y mujeres de todas partes, las energías que hasta ahora sólo podían penetrar hasta la sustancia jerárquica y los niveles del plano mental superior, hoy pueden, por primera vez, arraigarse exitosamente en los niveles físicos densos o, por lo menos, en los niveles etéricos. Esta realidad es mucho más importante de lo que creen. (13‑542/3)


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