VALORES Y PRINCIPIOS DEL ESOTERISM0
Extractos
de conferencias, marzo 1927
Alice
A. Bailey
Bajo
las formas exotéricas, ya sea que estén surgiendo a la manifestación, logrando
su desarrollo o desapareciendo, se halla aquello que está oculto o es esotérico,
la vida, la causa de su existencia los
impulsos espirituales que producen lo tangible. Por lo tanto, los movimientos
que se denominan esotéricos son los que se ocupan de lo subjetivo, del alma que
mora en las formas, del aspecto vida como distinto de lo material y objetivo.
El
verdadero esoterismo llega hasta las mismas raíces ocultas del ser del hombre;
concierne a aquello que denominamos lo inmortal y lo eterno de la humanidad. Se
ocupa de lo que causa el pensamiento, la sensibilidad y la acción. Trata de
expresar y poner en primer plano de la conciencia esos constantes impulsos
divinos que hallan su expresión en la actividad y en los intensos cambios que
caracterizan a la naturaleza, incluyendo al hombre mismo. Es aquello que se
encuentra detrás de todas las fórmulas religiosas, de toda investigación
científica, de toda presión económica y de toda orientación fundamental que
pueda seguir el organismo social. En términos del ser humano, el ocultismo o
esoterismo concierne al alma, a medida que ésta se expresa por medio del
mecanismo cerebral, emocional y físico. Tratan de ese aspecto del hombre del
cuál éste sabe muy pocas cosas, pero que hace de él lo que es. El verdadero
esoterismo no es, como frecuentemente se supone, una profunda enseñanza con
rituales ceremoniosos que se practican bajo el juramento de guardar secreto,
sino que es un despertar espiritual interno que reconoce un despertar similar o
espiritualidad potencial en los demás seres humanos, y a la vida latente en
todas las formas.
La
Sabiduría Antigua es esa ciencia esotérica que subyace en todas las formas
religiosas de presentar la verdad. Es el fundamento de todos los credos
religiosos llámense cristianismo, budismo o mahometanismo, etc., es la
enseñanza que subyace en los distintos grupos rosacruces, teosóficos,
metafísicos, ocultistas.
En
toda religión y organización, no importa como se la denomine, los buscadores de
la verdad se abren camino hacia el centro, por la vía más apropiada a su tipo y
temperamento. A medida que va avanzando, se eliminan cada vez más los detalles
y las cosas innecesarias en las que se encuentran todas las diferencias, y
gradualmente se acercan entre si mientras descubren las verdades fundamentales
y los principios fundamentales. Finalmente encuentran un fondo esotérico de
verdades que es el mismo en todas las religiones y credos, y llegan a
comprender las palabras de San Pablo: "Hay un solo Señor, una sola Fe, un
solo Bautismo, un solo Dios y Padre que está por encima de todo, en todo y en
todos nosotros".
El
factor esencial para la búsqueda de la verdad consiste en la necesidad de
poseer sentido común. Por lo general no se tiene en cuenta la necesidad de
emplear sentido común en los asuntos diarios y en la conducción del hogar y de
los negocios, pero si le parece extraño utilizar esa cualidad en el estudio de
las enseñanzas ocultistas, y sin embargo es esencial y donde nuestro sentido
común es contrariado, debemos estar en guardia. Tenemos que comprender que la
aspiración, las buenas intenciones y la devoción no son suficiente protección.
El móvil y el corazón puros podrán
protegernos de muchos
peligros, pero no
podrán contrarrestar los resultados surgidos de las acciones
irreflexivas o de prácticas peligrosas. La pureza, la devoción, la aspiración y
las buenas intenciones deben ir acompañadas de un punto de vista sensato, un
buen sentido común, y de la comprensión.
La gente
quiere saber; está
empeñada en encontrar la
Ciudad de Dios. Investigan y buscan por todas partes
y no descansarán hasta encontrar la respuesta. Este anhelo o impulso subjetivo
afecta a personas de todas clases y condiciones, y la respuesta a este impulso
es quizás tan grande como cualquier otra experimentada hasta ahora en la
historia del mundo.
Por
lo tanto, ¿Cuál es la respuesta del ocultismo y cuál es su propósito?
Las
definiciones han sido dadas generalmente sobre cosas de importancia secundaria
y frecuentemente no esenciales, mientras que el público en general, se ha
quedado con la duda respecto al verdadero
significado de los
términos ocultismo, psiquismo
y magia.
Usualmente
se las asocia con un simulacro de astrología, de buenaventura, de ejercicios
respiratorios y con toda clase de ideas particulares, y a menudo indeseables,
que tanto prevalecen hoy entre nosotros y que son un peligro para el incauto y
el ignorante.
El
ocultismo, sin embargo, no es ni más ni menos que la ciencia de aquello que
está oculto y velado, y la consideración y estudio de lo subjetivo. Concierne
al método de desarrollar el alma. Esoterismo es la forma o técnica mediante la
cual el hombre llega a conocerse a si mismo, como alma pensante y consciente, y
a comprender el mundo de las fuerzas donde tiene que actuar y desarrollarse. En
un sentido más amplio es considerar el alma de Dios Mismo a medida que El crea
y utiliza las formas de los reinos de la naturaleza a través de los cuales esa
alma ha de revelarse. La clave del misterio de la vida de Dios se halla en todo
hombre, estando presente en todo corazón humano. Cuando un hombre conoce a su
alma, ha dado el primer paso hacia el conocimiento de Dios, y ha abierto una
puerta a través de la cual puede entrar en relación con el alma que todas las
formas subhumanas, humanas y superhumanas velan u ocultan. Entonces llega a ser
un ocultista.
En
cada uno de nosotros existe un mecanismo que, cuando se perfecciona y utiliza,
nos proporciona el instrumento necesario para investigar inteligentemente y
llevar a cabo sabiamente la búsqueda de la verdad que estamos considerando. Ese
mecanismo existe, se halla regido por ciertas leyes y debe ser utilizado
correctamente. Cuando esto se realiza, el hombre puede llegar a la percepción
directa de la verdad y a la infalible comprensión de las cosas ocultas y esotéricas.
Esto es parte de la gran ciencia del alma.
¿Cuál
debería ser nuestro acercamiento personal al centro de luz y conocimiento y a
esa realidad subjetiva que deseamos aceptar como hipótesis activa, pero de la
que aún no tenemos un conocimiento directo? Primero,
debemos aprender a
discriminar entre principios
y personalidades; cultivar la capacidad de dirigir el curso de nuestra
vida guiándonos por esas líneas Maestras de vida, creencia y conducta que son
universales, inclusivas y fundamentales. Debemos ver a todas las personalidades
como simples instrumentos transitorios de la Gran Ley, y tenemos que considerar
a todo guía e instructor como el que sirve para cristalizar y expresar algunos
aspectos de la verdad, incorporando algún tipo de fuerza que puede energizarnos
para que pensemos con mayor claridad y progresemos. Recordemos que toda verdad
que se infiltra desde los planos de inspiración al cerebro físico y de este a
la manifestación, es necesariamente limitada y está desfigurada debido a dicho
proceso. Inevitablemente adquiere el colorido y la perspectiva del que la
expone. Por consiguiente, tomemos de cada instructor o guía la luz que él nos
pueda dar, su estímulo e interpretación, y tratemos de asimilarlo y utilizarlo
convirtiéndonos nosotros también en instructores para aquellos que esperan
nuestra ayuda.
Pero
no coloquemos a ningún instructor en el lugar de Dios, no obedezcamos a ningún
guía excepto la voz guiadora de nuestro Dios interno; no nos apoyemos sobre
ningún nombre, ni siquiera ciegamente a nadie.
La
primera condición necesaria es la inquebrantable creencia en nuestros propios
poderes y en la Deidad dentro de nosotros mismos. Poseemos esa creencia?, ¿Nos
sostenemos en el hecho fundamental de nuestra divinidad esencial?, ¿Nos
reconocemos como hijos de Dios, y estamos de acuerdo con el Cristo cuando dijo:
"he dicho: sois Dioses"?, ¿Estamos convencidos que somos tan divinos
como el mismo Gran Maestro de Galilea, y que podemos ser "uno con el
Padre" como Él lo fué y como Él oraba para que así fuera?
Antes
de abocarnos en el estudio de la Sabiduría Antigua y antes de entrar a
considerar la ciencia del desarrollo del alma, es necesario que captemos la
realidad de nuestra divinidad. No importa cuán grande pueda ser nuestra
adoración por las grandes luminarias o instructores de la humanidad, debemos
obedecer el mandado del Cristo: "Sed perfectos como vuestro Padre que está
en los cielos es perfecto". También se nos dice que debemos apartarnos de
toda clase de superstición
exotérica y convertirnos
en hombres cultos
y libres de
todo riesgo de ser
esclavizados por un hombre o una idea.
¿Qué
es la superstición? Literalmente significa ser estático: permanecer quieto. Por
lo tanto. si nos hallamos ligados
a cualquier forma
de pensamiento, estamos
encadenados y somos inflexibles debido, a una presentación
doctrinaria de la verdad, y aceptamos ciegamente los dictados de cualquier
maestro, somos simplemente supersticiosos. Debemos romper totalmente el control
de otras mentes, ya sea la de un sacerdote, un instructor o un guía, si
queremos obtener la verdad.
Aprendamos
a ampliar nuestro punto de vista y a comprender que existe en el mundo Dios,
tiene a Sus Agentes, y que en todo grupo se encuentran almas libres que han establecido
contacto con su divinidad interna y viven por esa luz. De la creencia en
nuestra propia divinidad surgirá la capacidad de mantenernos como almas libres,
emancipadas del control de otras mentes. Así llegaremos a formular nuestras
propias conclusiones y viviremos nuestra vida desembarazados de los dictados de
otros seres humanos. Esto no tendrá como resultado el libertinaje sino el
control ejercido por Dios; no nos convertiremos en seres humanos peculiares
sino que nos haremos divinamente humanos y esto se deberá a que habremos
comprendido que "aquel que desea adquirir el Sagrado Conocimiento deberá
avivar la lámpara de su comprensión interna, entonces con la ayuda de esa buena
luz empleará sus acciones como plumero, y sacudirá toda impureza de la superficie,
el fiel reflejo de su Yo". Podrán observar que aquí tenemos la correcta
acción como resultado del correcto control mental y ese control es el resultado
de la autodisciplina, la eliminación de las impurezas y el fiel reflejo del Yo
Divino en la vida diaria.
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