COMUNICACIÓN DE LOS SECRETOS (D.K. “EL TIBETANO”)
Del Libro Iniciación Humana y Solar
Consideraremos ahora los
secretos confiados al iniciado en la ceremonia de la iniciación. Por supuesto
que, lógicamente, sólo puede mencionarse el hecho del secreto y dar
indicaciones respecto al tema referido, aunque ni eso debería mencionarse, si
no fuera que un conocimiento del delineamiento general del tema puede inspirar
al aspirante a la iniciación a que estudie detenidamente el mismo y que, en
forma cuidadosa, acumule información en su cuerpo mental. Así (cuando enfrente
a su debido tiempo al Iniciador) utilizará el secreto adquirido sin pérdida de
tiempo.
El
Séptuplo Secreto
Después de prestar el
juramento que compromete al iniciado a guardar un inviolable silencio, el nuevo
iniciado se adelanta, acercándose al Hierofante; luego coloca su mano en el
extremo inferior del Cetro de Iniciación que el Hierofante empuña en su parte
media. Los Tres que se hallan alrededor del trono del oficiante colocan Sus
manos sobre el fúlgido diamante que corona el Cetro y, cuando estas cinco
personalidades están vinculadas con la energía circulante que emana del Cetro,
el Iniciador comunica el secreto al iniciado. La razón de esto reside en que
cada una de las cinco iniciaciones que nos conciernen inmediatamente (pues las
dos superiores no son obligatorias y están fuera de nuestra presente
consideración), afectan a uno de los cinco centros del hombre:
1. el coronario,
2. el cardíaco,
3. el laríngeo,
4. el plexo solar,
5. la base de la columna
vertebral,
y le revelan el
conocimiento concerniente a los diversos tipos de fuerza o energía, que animan
al sistema solar y llegan al iniciado por intermedio de determinado centro
etérico. Durante la aplicación del Cetro sus centros fueron afectados en forma
especial mediante la comunicación del Secreto, se le imparte la razón del
mismo, se le demuestra que esta razón es idéntica a la que produce
necesariamente determinada manifestación planetaria, causa de cierto gran ciclo
específico.
Podría puntualizarse
que:
Cada secreto concierne a
uno de los siete grandes planos del sistema solar.
Cada secreto trata y
enuncia una de las siete leyes de la naturaleza. Por lo tanto concierne a
alguna de las evoluciones básicas de cada esquema planetario. Cada esquema
encarna una de las leyes como su ley primaria, y todas sus evoluciones tienden
a demostrar la perfección de esta ley con sus seis mutaciones subsidiarias, las
cuales en cierto sentido, difieren en cada caso de acuerdo a la ley primaria
manifestada.
Cada secreto da la clave
referente a la naturaleza de determinado Logos planetario y, en consecuencia,
también la clave de la característica de las mónadas que pertenecen a ese
determinado rayo planetario. Se evidencia la necesidad de este conocimiento,
para el adepto que procura trabajar con los hijos de los hombres y manejar las
corrientes de fuerza que afectan a los mismos y que ellos emanan.
Todo secreto concierne a
un rayo o color y proporciona el correspondiente número, nota y vibración.
Estos siete secretos son
simplemente fórmulas breves y de ningún valor mántrico como la Palabra Sagrada,
pero de naturaleza matemática, articulada con precisión para impartir la exacta
intención de quien habla. Al no iniciado le parecerán y sonarán como fórmulas
algebraicas, sólo que cada una está compuesta (vistas clarividentemente) por un
óvalo de matiz específico, de acuerdo al secreto confiado y contiene cinco
jeroglíficos o símbolos peculiares; un símbolo contiene la fórmula de la ley
respectiva, otro da la clave y tono planetario, un tercero tiene que ver con la
vibración, y el cuarto devela el número y el sector al que pertenece el rayo
implicado. El último jeroglífico proporciona una de las siete claves
jerárquicas, por cuyo intermedio los miembros de nuestra jerarquía planetaria
pueden vincularse con la jerarquía solar. Esta información, evidentemente, es
muy vaga y ambigua, pero servirá para demostrar que así como en el caso de las
Palabras la comprensión involucra dos sentidos, del mismo modo, con el
conocimiento de los secretos, entran nuevamente en actividad los dos sentidos,
el secreto se oye y aparece simbólicamente al ojo interno.
Se evidencia con
claridad por qué se da tanta importancia al estudio de los símbolos y se
exhorta a los estudiantes a reflexionar y meditar sobre los símbolos cósmicos y
del sistema. Esto los prepara para la comprensión y retención interna de los
símbolos y fórmulas que entrañan el conocimiento que les permitirá actuar
oportunamente. Estas fórmulas están basadas en los nueve símbolos ya
reconocidos:
1. La cruz y sus variadas formas.
2. El loto.
3. El triángulo.
4. El cubo.
5. La esfera y el punto.
6. Ocho formas animales:
la cabra, el toro, el elefante, el hombre, el dragón, el oso, el león y el perro.
7. La línea.
8. Ciertos signos del
zodíaco, de ahí la necesidad de estudiar astrología.
9. El cáliz o el santo
grial.
Todos
estos símbolos afines, entretejidos o parciales, se combinan para expresar
alguno de los siete Secretos. El iniciado debe reconocerlos al verlos y oírlos,
fijándolos indeleblemente en su memoria por un esfuerzo de la voluntad. Para
obtenerlo puede ser ayudado de tres maneras: Primero, por un largo y previo
entrenamiento de observación, que todos los aspirantes pueden comenzar aquí y
ahora, y a medida que aprenden a plasmar con exactitud en su memoria los
detalles, cimientan la base de esa aguda e instantánea captación de aquello que
les muestra el Hierofante; segundo, cultivando en sí mismo el poder de
visualizar otra vez lo visto anteriormente. Será evidente por qué todos los
inteligentes instructores de la meditación han puesto el énfasis sobre la
facultad de construir cuidadosamente imágenes mentales. La finalidad ha sido
doble:
Enseñar al estudiante a
visualizar con exactitud sus formas mentales, para no perder el tiempo en
transformaciones inexactas cuando empiece a crear conscientemente.
Capacitarlo para
imaginar, también con precisión, el secreto confiado, de modo que pueda
utilizarlo instantáneamente cuando lo necesite.
Tercero, mediante la
fuerte aplicación de la voluntad de las otras cuatro Personalidades que
sostienen el Cetro junto con el iniciado. Su intensa y entrenada concentración
mental ayuda grandemente su captación.
En el caso de la
evolución humana se generan ciertos tipos de fuerza, que se manejan, asimilan y
utilizan, al principio inconscientemente y al final con plena inteligencia:
En el Aula de la
Ignorancia se emplea principalmente la fuerza o energía de Brahma (la actividad
e inteligencia de la sustancia) y el hombre debe aprender el significado de la
actividad basada en:
La energía inherente.
La energía absorbida.
La energía grupal.
La energía material, o
la que se oculta en la materia del plano físico.
En el Aula del
Aprendizaje se hace consciente de la energía del segundo aspecto,
utilizándola en la construcción de las formas, en las relaciones sociales y en los lazos
familiares. Llega al reconocimiento del sexo y sus relaciones, pero aún
considera esta fuerza como algo que debe ser controlado, pero no utilizado
consciente ni constructivamente.
En el Aula de la
Sabiduría llega al conocimiento del primer aspecto de la energía, al empleo
dinámico de la voluntad en el sacrificio, y se le confía entonces la clave del
triple misterio de la energía, llegando a conocerla en su triple aspecto en las
otras dos aulas. En la tercera, la cuarta y la quinta iniciaciones, se le dan
las tres claves de los tres misterios.
Le es entregada la clave del misterio presentido en la primera
aula, el misterio de Brahma, y entonces puede liberar las energías ocultas de
sustancia atómica. Le es entregada en sus manos la llave del misterio del sexo
o de los pares de opuestos, y luego puede liberar las fuerzas ocultas del
aspecto voluntad. Se le muestra la dínamo del sistema solar ?si es posible
expresarlo así? y se le revela su complicado mecanismo.
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