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miércoles, 25 de enero de 2017

LAS LEYES DIVINAS (Extraído de las enseñanzas del Maestro D.K.)

LAS LEYES DIVINAS (Extraído de las enseñanzas del Maestro D.K.)
Por Ana Castro Valle



Las leyes que determinan la actividad de la Naturaleza y rigen los movimientos de la materia, unas veces destruyendo, otras organizando, y que producen las más variadas formaciones orgánicas e inorgánicas, son eternas e inmutables. Esto forma parte de la “Sabiduría Perenne”

La comprensión de la sabiduría perenne significa superar nuestras  limitaciones  basadas,  tanto  en el desconocimiento de las leyes que rigen el cosmos como en el desconocimiento de nuestro propio ser, el microcosmos. La principal ley que necesitamos interiorizar aquí en este plano material en que habitamos es la ley general de la evolución. No sólo porque ella es la explicación fundamental del universo y de nuestro devenir sino porque nos entrega las líneas centrales del mapa de la existencia.

La existencia así como la vida y la creación no podrían tener cabida sin un orden. El equilibrio es necesario y para eso es imprescindible una intencionalidad.

¿Quién determina las leyes naturales?
La ignorancia tiene un precio, siempre doloroso.
La ley divina es la propia ley natural por la que se rige el universo.

Si somos verdaderos discípulos llegaremos a comprender estas leyes. Si no fuera así nuestro desarrollo estaría pendiente de producirse, ya que estas leyes solo nos representarían palabras y más palabras. Por estas leyes se rige el Universo y quien se rige por ellas lo consigue todo.

No hablamos de conocer las leyes por el simple hecho de conocerlas, sino del conocimiento que necesitamos adquirir, entender y comprender, haciéndolo nuestro,  para poder vivir coherentemente de acuerdo con estas leyes.

Podemos  pensar  que  sí,  que  nos  regimos  por  leyes divinas, que las conocemos y que ya estamos preparados, que no necesitamos ni leer, ni estudiar, ni discernir, ni discriminar, ni servir. O sea que ignorantemente nos sentimos felices pensando que lo sabemos todo y, seguramente, nos puede faltar mucho para salir de tanto espejismo como nos rodea, y uno de ellos podría ser nuestras  propias  creencias,  y  dejaremos  de  tener creencias cuando lleguemos al SER, a nuestra esencia, y eso no se consigue por arte de magia, hay que ejercitar la voluntad y el amor.

Estas leyes esconden el secreto y la esencia de la vida y encierran  un  programa  a  desarrollar: el  progreso  del espíritu que trata de manifestarse. Nuestra misión, a través de las vidas, es desarrollar el espíritu en su plenitud, única manera de conformar la UNIDAD en su perfección y de que se establezca el Plan de Dios en la tierra.

Siempre ha habido seres más avanzados que han sabido lo relacionado con estas leyes o principios, pero ya no son necesarias aquellas organizaciones secretas poseedoras de estos conocimientos. Todavía puede haber quien se otorga esa categoría de poseedor de la verdad, y autoridad, que los demás tienen que seguir porque tal o cual entidad es quien tiene la verdad y nos va a salvar. Sin embargo, la humanidad, cada día más, está desarrollando su mente y va adquiriendo  la  capacidad  necesaria  para  saber  los pasos que tiene que dar para tener acceso a estos principios, entenderlos, comprenderlos y vivir conforme a ellos. Para ello es absolutamente indispensable nuestro trabajo para, por nosotros mismos, llegar a la raíz, a la causa de todas las cosas, sin necesidad de que nadie nos equivoque, incluso con la mejor de las intenciones. Es nuestro deber y obligación explotar nuestros talentos, para que cuando creamos, que sea con absoluto convencimiento, y la creencia será sustituida por el SER.

Cuando se reconozca que el hombre común sólo ha sido hasta ahora plenamente consciente en el plano físico, semiconsciente en el emocional y que ahora comienza a desarrollar la conciencia en el plano mental, se evidenciará que su comprensión de las informaciones cósmicas sólo puede ser rudimentaria.

Este tema podríamos tratarlo desde diferentes ángulos.

Una versión nos habla de una inteligibilidad racional en el cosmos. Puede encontrarse en las leyes de la física, que son las reglas fundamentales por las que se rige la naturaleza.  Y  aquí  nos  podríamos  hacer  una  pregunta:

¿Cuál puede ser la raíz de estas leyes?, que son, que están y que simplemente se nos presentan como una realidad que es, y que como tal hay que aceptarla.

Los físicos se han dedicado a describir fenómenos sin importarles  su  origen.  Se  daba  por  supuesto  que  esas leyes matemáticas inmutables, absolutas y universales existen, sin dar mayor importancia a su raíz, simplemente son, y las razones, aparentemente, no parece que haya que prestarles ninguna atención, porque los hechos son.

Parece ser que en este siglo XXI, el debate entre círculos científicos y espiritualistas pudiera hacerse posible y las posturas son más cercanas, más beligerantes y desapasionadas.  Posiblemente  sea  algo  importantísimo que estemos poniendo en práctica: el desarrollo de la mente, que nos permite dialogar.

Hay un principio fundamental: “Como Es Arriba, es Abajo”. Una ley oculta y clave para la comprensión esotérica del Universo, es la llamada Ley de las Correspondencias o de las Analogías, configurada en el principio “Como es arriba, es abajo”, al que hemos hecho referencia. Esto significa que  el  Microcosmos,  el  Ser  Humano,  es  una  réplica perfecta y completa en la cual se refleja el Macrocosmos. O lo  que  es  lo  mismo,  el  Ser  Humano,  reproduce íntegramente la naturaleza, la constitución y las leyes fundamentales que rigen el Macrocosmos. “En nosotros está la fórmula exacta y sintética del Universo”.  He aquí la justificación de “hombre conócete a ti mismo y conocerás el Universo”

Así también se puede entender el significado profundo de esta frase “Dios creo al Hombre a Su imagen y semejanza”. Es una imagen y semejanza en su sentido más auténtico y profundo. Desde esta luz se pueden comprender las palabras del salmo repetidas en el evangelio de S. Juan: “Sois todos dioses e hijos del Altísimo”. Seguimos hablando de analogías.

¿Cómo llegaremos a conocernos a nosotros mismos; podremos echarnos a dormir, pensar que ya lo sabemos todo, que todo es bien fácil, que solamente tenemos que amar….?   Más bien se tendría que decir que no, y seguramente las palabras de Cristo de “poner la otra mejilla”, podrían referirse a hacer el camino, cayéndonos y levantándonos una y otra vez hasta aprender cada mensaje de la vida. Seguramente que así llegaremos a conocernos a nosotros, las leyes y el Universo. Por otra parte ¿acaso sabemos  lo  que  es  amar,  y  acaso  amamos;  estamos explotando todos nuestros talentos para conocer, entender y comprender, y poder actuar en consecuencia, o nos conformamos con lo que nos cuentan?

Toda la sabiduría formará parte de nuestro haber en la medida que hollemos el sendero de retorno a la casa del Padre; el premio del “ciento por uno” es una realidad, pero no nos tocará en una tómbola, todo hay que ganarlo.


LA LEY

¿Qué es la Ley divina? Es la determinación tanto en las cosas más   insignificantes como en las más importantes,  la voluntad y el propósito divinos. Está más allá del conocimiento  del  hombre,  y  algún  día  la  masa comprenderá que todas las leyes de la naturaleza tienen su contraparte espiritual y que funcionan universalmente, sin elegidos, todos somos iguales y por lo tanto no hay excepciones.

El sabio rige en lo inferior y sirve en lo superior.  Obedece a las leyes que están por encima de él, y en las que están por debajo de él ordena.  De esta manera el hombre forma parte del principio en vez de oponerse al mismo. El sabio se sumerge en la Ley y colabora sin ser un esclavo.

Todo está en el TODO, y el TODO está en todas las cosas. El que esto comprende, ha adquirido gran conocimiento.

Hay muchas leyes que debemos conocer y reflexionar en detalle: Ley de Reencarnación, Ley del Karma o de Causa y Efecto, Ley de Evolución, las Leyes del Alma, etc.,  y todas absolutamente todas rigen el Universo y todos estamos sujetos a ellas y debemos conocerlas, observarlas y cumplirlas.

La violación de la ley, de forma consciente o inconsciente, tiene sus consecuencias.

El cuerpo humano no escapa a esas leyes naturales inmutables.   Toda   enfermedad   es   el   resultado   de   la violación de estas leyes naturales. Las personas se enferman porque en esta vida o en anteriores han descuidado los principios fundamentales que nos rigen.

Algunas personas exigen salud perfecta, bienestar de todo tipo y creen tener derecho a ello, olvidándonos de que todos los efectos tienen sus causas. Todo está regulado por la ley Divina y aprendemos con el cumplimiento de la ley.

Los hombres deciden por sí mismos la acción directa, hacen su propia elección y ejercen sin impedimento el libre albedrío que todos poseemos.

El Cristo y la Jerarquía espiritual nunca han infringido el derecho divino de los hombres a tomar sus propias decisiones, ejercer su libre albedrío y alcanzar la libertad, luchando por ella en forma individual, nacional o inter- nacional. Cuando la verdadera libertad reine en la tierra veremos el fin de las tiranías: política, religiosa y económica. No nos referimos a la democracia moderna como una condición que satisface la necesidad, porque la democracia es en la actualidad una filosofía anhelante y un ideal no logrado. Se habla del período que ciertamente vendrá,   en  que  gobernarán  personas  iluminadas,  las cuales no tolerarán el autoritarismo de la iglesia ni el totalitarismo  de  ningún  sistema  político;  tampoco aceptarán o permitirán que ningún grupo ni “ser” alguno les diga lo que deben creer para ser salvados, ni cuál es el gobierno que deben aceptar. Cuando la verdad sea dicha a los pueblos y éstos puedan juzgar y decidir libremente, por sí mismos, veremos un mundo mejor.

La Jerarquía, debido al divino principio del libre albedrío en la humanidad, no puede predecir cómo actuarán los hombres en momentos de crisis, ni puede obligar a seguir la buena senda de la vida contra el deseo del ser humano, porque las buenas acciones deben llegar desde lo más profundo  del  pensamiento  y  sentimientos  humanos  y surgir como un esfuerzo libre y no dirigido; la Jerarquía no puede dar los pasos que impidan a los hombres cometer errores, pues los hombres por los errores cometidos se dan cuenta "a través del mal, que es mejor el bien".


domingo, 22 de enero de 2017

COMUNICACIÓN DE LOS SECRETOS (D.K. “EL TIBETANO”)


COMUNICACIÓN DE LOS SECRETOS (D.K. “EL TIBETANO”)

Del Libro Iniciación Humana y Solar




Consideraremos ahora los secretos confiados al iniciado en la ceremonia de la iniciación. Por supuesto que, lógicamente, sólo puede mencionarse el hecho del secreto y dar indicaciones respecto al tema referido, aunque ni eso debería mencionarse, si no fuera que un conocimiento del delineamiento general del tema puede inspirar al aspirante a la iniciación a que estudie detenidamente el mismo y que, en forma cuidadosa, acumule información en su cuerpo mental. Así (cuando enfrente a su debido tiempo al Iniciador) utilizará el secreto adquirido sin pérdida de tiempo.

El Séptuplo Secreto

Después de prestar el juramento que compromete al iniciado a guardar un inviolable silencio, el nuevo iniciado se adelanta, acercándose al Hierofante; luego coloca su mano en el extremo inferior del Cetro de Iniciación que el Hierofante empuña en su parte media. Los Tres que se hallan alrededor del trono del oficiante colocan Sus manos sobre el fúlgido diamante que corona el Cetro y, cuando estas cinco personalidades están vinculadas con la energía circulante que emana del Cetro, el Iniciador comunica el secreto al iniciado. La razón de esto reside en que cada una de las cinco iniciaciones que nos conciernen inmediatamente (pues las dos superiores no son obligatorias y están fuera de nuestra presente consideración), afectan a uno de los cinco centros del hombre:

1. el coronario,
2. el cardíaco,
3. el laríngeo,
4. el plexo solar,
5. la base de la columna vertebral,

y le revelan el conocimiento concerniente a los diversos tipos de fuerza o energía, que animan al sistema solar y llegan al iniciado por intermedio de determinado centro etérico. Durante la aplicación del Cetro sus centros fueron afectados en forma especial mediante la comunicación del Secreto, se le imparte la razón del mismo, se le demuestra que esta razón es idéntica a la que produce necesariamente determinada manifestación planetaria, causa de cierto gran ciclo específico.

Podría puntualizarse que:

Cada secreto concierne a uno de los siete grandes planos del sistema solar.
Cada secreto trata y enuncia una de las siete leyes de la naturaleza. Por lo tanto concierne a alguna de las evoluciones básicas de cada esquema planetario. Cada esquema encarna una de las leyes como su ley primaria, y todas sus evoluciones tienden a demostrar la perfección de esta ley con sus seis mutaciones subsidiarias, las cuales en cierto sentido, difieren en cada caso de acuerdo a la ley primaria manifestada.

Cada secreto da la clave referente a la naturaleza de determinado Logos planetario y, en consecuencia, también la clave de la característica de las mónadas que pertenecen a ese determinado rayo planetario. Se evidencia la necesidad de este conocimiento, para el adepto que procura trabajar con los hijos de los hombres y manejar las corrientes de fuerza que afectan a los mismos y que ellos emanan.

Todo secreto concierne a un rayo o color y proporciona el correspondiente número, nota y vibración.

Estos siete secretos son simplemente fórmulas breves y de ningún valor mántrico como la Palabra Sagrada, pero de naturaleza matemática, articulada con precisión para impartir la exacta intención de quien habla. Al no iniciado le parecerán y sonarán como fórmulas algebraicas, sólo que cada una está compuesta (vistas clarividentemente) por un óvalo de matiz específico, de acuerdo al secreto confiado y contiene cinco jeroglíficos o símbolos peculiares; un símbolo contiene la fórmula de la ley respectiva, otro da la clave y tono planetario, un tercero tiene que ver con la vibración, y el cuarto devela el número y el sector al que pertenece el rayo implicado. El último jeroglífico proporciona una de las siete claves jerárquicas, por cuyo intermedio los miembros de nuestra jerarquía planetaria pueden vincularse con la jerarquía solar. Esta información, evidentemente, es muy vaga y ambigua, pero servirá para demostrar que así como en el caso de las Palabras la comprensión involucra dos sentidos, del mismo modo, con el conocimiento de los secretos, entran nuevamente en actividad los dos sentidos, el secreto se oye y aparece simbólicamente al ojo interno.

Se evidencia con claridad por qué se da tanta importancia al estudio de los símbolos y se exhorta a los estudiantes a reflexionar y meditar sobre los símbolos cósmicos y del sistema. Esto los prepara para la comprensión y retención interna de los símbolos y fórmulas que entrañan el conocimiento que les permitirá actuar oportunamente. Estas fórmulas están basadas en los nueve símbolos ya reconocidos:

1.  La cruz y sus variadas formas.
2.  El loto.
3.  El triángulo.
4.  El cubo.
5.  La esfera y el punto.
6. Ocho formas animales: la cabra, el toro, el elefante, el hombre, el dragón, el oso, el   león y el perro.
7. La línea.
8. Ciertos signos del zodíaco, de ahí la necesidad de estudiar astrología.
9. El cáliz o el santo grial.

Todos estos símbolos afines, entretejidos o parciales, se combinan para expresar alguno de los siete Secretos. El iniciado debe reconocerlos al verlos y oírlos, fijándolos indeleblemente en su memoria por un esfuerzo de la voluntad. Para obtenerlo puede ser ayudado de tres maneras: Primero, por un largo y previo entrenamiento de observación, que todos los aspirantes pueden comenzar aquí y ahora, y a medida que aprenden a plasmar con exactitud en su memoria los detalles, cimientan la base de esa aguda e instantánea captación de aquello que les muestra el Hierofante; segundo, cultivando en sí mismo el poder de visualizar otra vez lo visto anteriormente. Será evidente por qué todos los inteligentes instructores de la meditación han puesto el énfasis sobre la facultad de construir cuidadosamente imágenes mentales. La finalidad ha sido doble:

Enseñar al estudiante a visualizar con exactitud sus formas mentales, para no perder el tiempo en transformaciones inexactas cuando empiece a crear conscientemente.

Capacitarlo para imaginar, también con precisión, el secreto confiado, de modo que pueda utilizarlo instantáneamente cuando lo necesite.

Tercero, mediante la fuerte aplicación de la voluntad de las otras cuatro Personalidades que sostienen el Cetro junto con el iniciado. Su intensa y entrenada concentración mental ayuda grandemente su captación.

En el caso de la evolución humana se generan ciertos tipos de fuerza, que se manejan, asimilan y utilizan, al principio inconscientemente y al final con plena inteligencia:

En el Aula de la Ignorancia se emplea principalmente la fuerza o energía de Brahma (la actividad e inteligencia de la sustancia) y el hombre debe aprender el significado de la actividad basada en:

La energía inherente.
La energía absorbida.
La energía grupal.
La energía material, o la que se oculta en la materia del plano físico.

En el Aula del Aprendizaje se hace consciente de la energía del segundo aspecto, utilizándola en la construcción de las formas, en las relaciones sociales y en los lazos familiares. Llega al reconocimiento del sexo y sus relaciones, pero aún considera esta fuerza como algo que debe ser controlado, pero no utilizado consciente ni constructivamente.

En el Aula de la Sabiduría llega al conocimiento del primer aspecto de la energía, al empleo dinámico de la voluntad en el sacrificio, y se le confía entonces la clave del triple misterio de la energía, llegando a conocerla en su triple aspecto en las otras dos aulas. En la tercera, la cuarta y la quinta iniciaciones, se le dan las tres claves de los tres misterios.

 Le es entregada la clave del misterio presentido en la primera aula, el misterio de Brahma, y entonces puede liberar las energías ocultas de sustancia atómica. Le es entregada en sus manos la llave del misterio del sexo o de los pares de opuestos, y luego puede liberar las fuerzas ocultas del aspecto voluntad. Se le muestra la dínamo del sistema solar ?si es posible expresarlo así? y se le revela su complicado mecanismo.

lunes, 16 de enero de 2017

MANEJO DE LAS ENERGÍAS Y DESPERTAR DE LOS CENTROS Enseñanzas del Maestro D.K. “El Tibetano

miércoles, 11 de enero de 2017

Programa 12. Síntesis de la ruta recorrida, Caravana hacia Shamballa

Programa 12. Síntesis de la ruta recorrida, Caravana hacia Shamballa

Publicado el 11 ene. 2017

“Peregrino, amigo, viajemos juntos. La noche está cayendo, los animales salvajes merodean y nuestro fuego está pronto a apagarse. Pero si nos ponemos de acuerdo a compartir la guardia nocturna, vamos a conservar nuestras fuerzas. Mañana nuestro camino será largo y posiblemente nos agotaremos. Caminemos juntos. Tendremos alegría y haremos de ello una celebración. Yo cantaré para ti la canción que cantaban tu madre, tu esposa y tu hermana. Tú me contarás la historia de tu padre acerca del héroe y sus logros. Deja que nuestro camino sea uno. Ten cuidado de no pisar un escorpión y adviérteme de las serpientes. Recuerda, debemos arribar a una cierta aldea montañosa. Viajero, sé mi amigo.”
Analogía de la Caravana con la evolución Espiritual
El camino debe ser único con unidad de los esfuerzos Sendero del Agni Yoga
https://youtu.be/lbbVWH59y8g 

miércoles, 4 de enero de 2017

RELACIÓN ENTRE EL ESPÍRITU Y LA MATERIA EN EL PLAN DIVINO “La Exteriorización de la Jerarquía” Alice A.Bailey & Djwhal Khul


RELACIÓN ENTRE EL ESPÍRITU Y LA MATERIA EN EL PLAN DIVINO
“La Exteriorización de la Jerarquía” Alice A.Bailey & Djwhal Khul
Pag.65-69,edic.electr.



*La venida a la encarnación del ser humano espiritualmente autoconsciente, es la causa incitante del conflicto actual. Si los hijos de Dios no hubieran "penetrado en las hijos de los hombres" (forma bíblica y simbólica de expresar la gran relación entre el espíritu y la materia, establecida en el reino humano), si las enti­dades espirituales, la humanidad misma, no hubiese tomado para sí formas materiales y el elemento positivo espiritual no se hubiera apegado al aspecto material negativo, el conflicto mundial actual no tendría lugar. Pero el Plan divino de la evolución estaba basado en el logro de esta relación entre el hombre espiritualmente cons­ciente y el aspecto forma, y así entró en actividad la gran Ley de Dualidad, dando lugar a la "caída de los ángeles", al descender desde su estado de existencia liberada e inmaculada, a fin de des­arrollar la plena conciencia divina en la Tierra, a través de la encarnación material y el empleo del principio mente. Éste fue el Plan divino, emanado de la Mente de Dios y lanzado a la acti­vidad y al desarrollo, progresivo por un acto de Su Voluntad. En su comienzo, tuvo lugar la original "guerra en los cielos" cuando los hijos de Dios, que respondieron al anhelo divino de experiencia, servicio y sacrificio, se separaron de los hijos de Dios que no respondieron a esa inspiración y eligieron permanecer en su es­tado del ser original y elevado. El Cristo Mismo dio testimonio de esta verdad, en la historia del  Hijo Pródigo y su relación con su hermano mayor, que no había dejado el hogar del Padre. Por esta parábola se evidencia dónde estaba la aprobación del Padre. Un estudio cuidadoso de esta historia y una comprensión intuitiva de sus implicancias, pueden evocar algún día una respuesta al “pecado de la experiencia” como ha sido llamado, y llevar a una comprensión de las dos leyes principales que rigen el proceso: la Ley de Evolución y la Ley de Renacimiento. Aquí está la principal causa iniciadora de lo que está teniendo lugar ahora.

La segunda causa surgió lentamente de la primera. La ma­teria y el espíritu, enfocados en la familia humana, y expresando sus cualidades básicas y naturaleza esencial, estaban eternamente en conflicto. En las primeras etapas y durante el largo ciclo le­muriano, la infante humanidad evolucionó constantemente y, sin embargo, a pesar de las separaciones presentes, no fueron reconocidas. La latente chispa de la mente sólo sirvió para llevar una relativa iluminación a los cinco sentidos y su aplicación puramente física. La vida física era fuerte; la vida deductiva, el propio regis­tro de la vida, era prácticamente nulo. En ese entonces la vida de la humanidad estaba enfocada en el cuerpo físico, y se fortificaba y estimulaba la naturaleza animal, desarrollándose el organismo fí­sico y los distintos órganos internos, por el desarrollo de los cinco sentidos; el hombre se convirtió primordialmente en un animal egoísta y agresor, sin embargo, a veces tenía vagas tendencias hacia algo tenuemente presentido como mejor, y momentos de de­seos elevados, que no eran la aspiración ni el anhelo de progreso, tal como los conocemos, sino sus formas embrionarias.

Al hombre moderno no le es posible visualizar o comprender tal estado de conciencia, pues lo ha dejado muy atrás. El foco de esta fuerza vital estaba también en la región de las glándulas adre­nales, produciendo la bravura animal y la resistencia al choque. Pero el dualismo de la naturaleza esencial del hombre estaba pre­sente como siempre, apareciendo gradualmente las líneas de sepa­ración; lenta, aunque constantemente, las almas precursoras (una minoría muy reducida) trasladaron en forma gradual su concien­cia, elevándola hasta el plexo solar, y se produjo el reconocimiento del factor deseo por lo que era material y también la capacidad de reaccionar emocionalmente. Hasta entonces el deseo y el ins­tinto fueron idénticos en los tiempos lemurianos. Reflexionen so­bre esto, pues es interesante y concierne a un estado de conciencia del cual el hombre moderno prácticamente nada sabe. Pero, en la época atlante, las líneas de demarcación, entre lo que constituía la vida puramente física y lo que —aunque todavía material— podía ser la meta alcanzada por el esfuerzo, empezaron a controlar la naturaleza puramente animal; el hombre empezó así a ser adquisitivo y a rodearse de lo que deseaba. Entonces las líneas de separación entre el animal instintivo y el hombre adquisitivo, empezaron a definirse con más claridad.

Entre estos precursores se desarrolló gradualmente el ele­mento mental, así como se está desarrollando hoy el elemento in­tuitivo entre los tipos mentales; los hombres comenzaron a adqui­rir alguna forma de percepción mental y a utilizar la poca menta­lidad que poseían, en el proceso de acrecentar sus posesiones materiales. Se inició la etapa de la civilización (que básicamente es el reconocimiento de la relación grupal). Un período de exis­tencia urbana reemplazó al de una existencia puramente nómade y agrícola. Los hombres se congregaron para un mayor bienestar y protección materiales e iniciaron los procesos rítmicos de con­centración, extendiéndose mundialmente. Estos ciclos son análogos a los de inhalación y exhalación del organismo físico del hombre. Algún día se hará un estudio de estos factores básicos y contro­ladores de la existencia humana, la dispersión o descentralización de la vida de la comunidad, o la expresión del instinto de rebaño en una vuelta superior o inferior de la espiral de la existencia. Los últimos cien años han visto el surgimiento de un grave pro­blema en la actual tendencia de la humanidad a reunirse en grandes ciudades y a congregarse en vastos rebaños, dejando el campo despoblado de habitantes y creando serios problemas de alimen­tación, salubridad y delincuencia. Este ritmo está cambiando actualmente ante nuestros ojos y soluciona un serio problema: las ciudades son evacuadas y —debido a que los hombres y las mujeres son impelidos hacia el campo por alguna razón— los se­ñores de la evolución están interrumpiendo forzadamente e1 ritmo de esa concentración, y lo sustituyen por el ritmo de la dispersión. Esto contribuirá grandemente al bien de la raza y facilitará el desarrollo de la síntesis subjetiva, que enriquecerá notablemente a la humanidad y dará nuevos valores a la vida.

Las líneas de separación entre la naturaleza animal instintiva y alguna forma de deseo (aspiración embrionaria), aumentaron continuamente durante la época atlante, y esta primitiva civiliza­ción empezó a manifestar su propia nota y a establecer nuevas nor­mas de bienestar material y control egoísta, en mayor escala cada vez, a medida que se desarrollaba la existencia urbana. Quizás sea difícil visualizar un mundo tan densamente habitado como el mun­do moderno, pero lo estaba. Debido a que dominaba la naturaleza animal, la tendencia llevaba a la relación sexual y a la procreación de grandes familias, así como sucede en la actualidad entre las clases inferiores de nuestras zonas civilizadas, pues los campesinos y los barrios bajos producen más hijos que los intelectuales. En esos lejanos días, las únicas personas que tenían cierta medida de inteligencia eran los discípulos e iniciados; guiaban y protegían a la humanidad infantil, similarmente a como los progenitores modernos guían y protegen a sus hijos y a como el Estado asume la responsabilidad por el bienestar de la nación. Entonces la Jerar­quía estaba presente en la Tierra como reyes‑sacerdotes, que actua­ban como puntos focales de energía atractiva, atrayendo hacia sí a aquellos cuyos valores más intangible asumían lentamente un vago control, definiendo con más claridad las líneas de separación entre el materialismo y la espiritualidad.

Cabe recordar que la espiritualidad de entonces era muy di­ferente de la que hoy se conoce con ese nombre. Era una especie de aspiración hacia un presentido más allá, hacia la satisfacción de la belleza y la integridad de la emoción. No había reflexión —tal como la conocemos— en esta actitud, sino sólo una tendencia hacia lo inalcanzable, pero presentido, y lo que era deseable. La Jerarquía fomentó esto en los pueblos, mediante el don de la inven­ción y el empleo de las masas instintivas en la construcción de grandes y bellas ciudades y estupendas estructuras, cuyas ruinas subsisten hoy, y fue realizado bajo la guía experta de los iniciados y adeptos que emplearon los conocimientos que poseían acerca de la naturaleza de la materia y de la energía, para producir muchas cosas que actualmente el hombre trata a tientas de descubrir y hacer posible. Todo lo que posibilitaron los modernos procesos de la civilización y mucho más de lo que hoy se clasifica como descu­brimiento científico, era conocido en la antigua Atlántida, pero no fue desarrollado por los hombres, sino conferido como un don gratuito, muy parecido a como la gente obsequia a un niño cosas bellas y maravillosas con las cuales se deleita y las emplea, aunque sin comprenderlas. En todas partes había grandes y bellas ciuda­des llenas de templos, y grandes edificios (de los cuales las ruinas de los caldeos y babilonios constituyen sus restos degenerados, cuyo vástago es el moderno rascacielos). La mayoría de nuestro conocimiento científico moderno era poseído por estos reyes‑sacerdotes, y constituía para las masas, un maravilloso tipo de magia. La salubridad, la higiene, los medios de transporte y las má­quinas voladoras se desarrollaron, y eran de un orden muy elevado, pero no fueron la realización del hombre sino dones de la Jerarquía, desarrollados o construidos bajo una sabia guía. Eran controlados el aire y el agua, porque los guías sabían cómo controlar y dominar las fuerzas de la naturaleza y los elementos, pero nada de ello fue resultado de la comprensión, conocimiento o esfuerzo humano. Las mentes de los hombres no estaban desarrolladas ni eran adecuadas para semejante tarea, como no lo está la mente de un infante.

*La Exteriorización de la Jerarquía
Alice A.Bailey & Djwhal Khul
Pag.65-69,edic.electr.

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