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sábado, 30 de noviembre de 2013

VERDAD ABSOLUTA Y RELATIVA (Carta III) Cartas Rosacruces



VERDAD ABSOLUTA Y RELATIVA  (Carta III)
Cartas Rosacruces 

Toda la ciencia del mundo se funda en que las cosas son actualmente como parecen ser, y sin embargo, bien poco es lo que se necesita pensar para comprender lo erróneo de la suposición, puesto que la apariencia de las cosas no depende meramente de lo que son en la actualidad, sino que además depende de nuestra propia organización y de la constitución de nuestras facultades perceptivas. El mayor de los obstáculos que en el camino del progreso encuentra el estudiante de las ciencias ocultas es el haberse desarrollado en él la creencia errónea de que las cosas son lo que a él le parecen ser, y a menos que pueda elevarse por encima de esta superstición y considerar las cosas, no desde el mero punto de vista relativo de su ego limitado, sino desde el infinito y el Absoluto, no será capaz de conocer la verdad absoluta.  Antes  de  que  adelantemos  más  en  nuestras  instrucciones  respecto  al  modo práctico de aproximarse a la Luz, será necesario que imprimas con más energía en tu mente el carácter ilusorio de todos los fenómenos externos.
Todo cuanto el hombre sensual conoce acerca del mundo externo lo ha aprendido por medio de las impresiones que llegan a su conciencia a través de los sentidos. Recibiendo repetida  o  continuamente  semejantes  impresiones,  comparándolas  unas  con  otras,  y tomando aquello que él cree conocer como base para especulaciones acerca de cosas que no conoce, puede tomar ciertas opiniones referentes a cosas que trascienden a su poder de percepción sensual; pero en cuanto al carácter verdadero o falso de sus opiniones con respecto a cosas internas o externas puede su opinión ser lo que es únicamente con respecto a él y con relación a otros seres que se hallan constituidos lo mismo que él; en cuanto a todos los demás seres cuyas organizaciones son por completo diferentes de la suya, sus argumentos y especulaciones lógicas no encuentran aplicación, y pueden existir en el universo incalculables millones de seres de organización superior o inferior a la nuestra, pero por completo distinta de ella, para quienes el mundo y cada una de las cosas aparezcan bajo un aspecto diferente por completo, y que todo lo vean según una luz enteramente distinta. Semejantes seres, aun viviendo en el mismo mundo en el que nosotros vivimos, pueden no conocer nada, en absoluto, de este mundo que es el único concebible para nosotros; y podemos nosotros no saber nada intelectualmente acerca de su mundo, al desear de ser este uno e idéntico con el nuestro, en el cual vivimos. Para poder lanzar una mirada en su mundo necesitamos de la suficiente energía para arrojar de nosotros todos los errores y preocupaciones heredados y adquiridos; debemos elevarnos a un nivel superior al del yo que se halla atado al mundo sensual por un millar de cadenas, y ocupar mentalmente aquel lugar desde el cual podemos contemplar al mundo bajo un aspecto superior; debemos morir por decirlo así, lo cual quiere decir vivir inconscientes de nuestra propia existencia como seres humanos individuales, hasta que podamos adquirir la conciencia de la vida superior y mirar al mundo desde el plan y el punto de vista de un dios. 
Toda nuestra ciencia moderna es por lo tanto sólo ciencia relativa, lo cual equivale a decir que todos nuestros sistemas científicos enseñan únicamente las relaciones que existen entre las cosas externas y mutables y una cosa tan transitoria e ilusoria como es el ser humano y que no es en realidad más que una aparición externa originada por una cierta actividad interna, acerca de la cual nada sabe la ciencia externa. Todos estos conocimientos tan alabados y encomiados, son, por lo tanto, nada más que conocimientos superficiales, refiriéndose únicamente a uno, quizá, de los aspectos infinitos, por medio de los cuales Dios se manifiesta. 
La ignorancia ilustrada cree que su manera especial de considerar el mundo de los fenómenos es la única verdadera, y se agarra desesperadamente a estas ilusiones, que cree que son las únicas realidades, y a aquellos que realizan el carácter ilusorio de las mismas, los califica de soñadores; pero durante tanto tiempo como se mantenga adherida a estas ilusiones, no se elevará por encima de ellas; continuara siendo una ciencia ilusoria; no será capaz de realizar el carácter verdadero de la naturaleza, y en vano pedirá una ciencia semejante que le demuestre a Dios, mientras cierre sus ojos y aparte de los mismos la luz eterna. 
No  es,  después  de  todo,  en  manera  alguna,  nuestra  intención  el  pedir  que  la  ciencia moderna se coloque en el plano del Absoluto, porque en este caso cesaría de ser relativa para las cosas externas, y con respecto a las mismas se convertiría en inútil. Se ha admitido que los colores no son realidades existentes por sí mismas, sino que cierto número de ondulaciones de la luz los originan; pero este hecho no es impedimento, en manera alguna, para la fabricación de los colores y el empleo útil de los mismos. En cuanto a todas las demás ciencias externas, pueden presentarse argumentos semejantes, y no tienen por objeto las afirmaciones anteriores el desanimar los trabajos de investigación científica puramente externos, sino el instruir a aquellos para los que no es suficiente un mero conocimiento superficial y externo, y también el moderar si es posible, la presunción de todos aquellos que creen saberlo todo, y que, encadenados a sus ilusiones, pierden de vista lo Eterno y Real, y llegan en su presunción y vanidad ciega hasta el punto de negar su existencia misma. 
Se admitirá que no es el cuerpo externo quien ve, oye, huele, razona y piensa, sino que es el hombre interno, y para nosotros invisible, quien desempeña estas funciones por medio de los órganos físicos. No existe razón para que creamos que este hombre interno cesa de existir cuando el cuerpo muere; por el contrario, como veremos después, el suponer una cosa semejante está en contra de la razón. Pero si este hombre interno pierde, gracias a la muerte del organismo físico, el poder de recibir impresiones sensibles del mundo externo, si a consecuencia de la perdida del cerebro, pierde también el poder de pensar cambiarán por completo las relaciones mediante las cuales permanecía en el mundo, y las condiciones de su existencia serán por completo distintas de las nuestras; su mundo no será nuestro mundo, aunque en el sentido absoluto de la palabra ambos mundos son sólo uno. Así es que en este mismo mundo pueden existir un millón de mundos diferentes, con tal de que exista un millón de seres cuyas constituciones difieran unas de otras; en otras palabras, sólo existe una naturaleza, pero puede aparecer quizá bajo un número infinito de aspectos. A cada uno de los cambios de nuestra organización, el antiguo mundo se nos presenta según un prisma distinto; a cada muerte entramos en un mundo nuevo, aunque no es necesariamente el mundo el que cambia, sino únicamente nuestras relaciones con el mismo las que varían gracias a tal suceso. 
¿Qué es lo que conoce el mundo acerca de la verdad absoluta? ¿Qué es lo que realmente sabemos? No pueden existir ni sol, ni luna, ni tierra; ni el fuego ni el aire ni el agua pueden tener existencia real; todas estas cosas existen con relación a nosotros mismos sólo mientras nos hallamos en un cierto estado de conciencia durante el cual creemos que existen; en el reino de los fenómenos la verdad absoluta no existe; ni siquiera en las matemáticas encontramos la verdad absoluta, puesto que todas las reglas matemáticas son relativas y se hallan fundadas en ciertas suposiciones referentes a la magnitud y a la extensión, las cuales en sí mismas no poseen más que un mero carácter fenoménico. Cámbiense los conceptos fundamentales sobre los que nuestras matemáticas se apoyan, y el sistema entero necesitará un cambio completo; lo mismo puede decirse con referencia a nuestros conceptos de la materia,  del  movimiento  y  del  espacio.  Son  estas  palabras,  pura  y  sencillamente, expresiones tan sólo para indicar ciertos conceptos que acerca de cosas inconcebibles hemos formado nosotros; en otras palabras, indican ciertos estados de nuestra conciencia. 
Si miramos un árbol, una imagen se forma en nuestra mente, lo cual equivale a decir que entramos en un cierto estado de conciencia que nos pone en relación con un fenómeno externo acerca de cuya naturaleza real nada sabemos, pero al cual damos el nombre de árbol. Para un ser organizado de un modo distinto por completo, puede no ser lo que nosotros llamamos árbol, sino algo enteramente diferente, quizás transparente y sin solidez material; de hecho, a un millar de seres, cuyas constituciones difieran unas de otras, les aparecerá bajo mil aspectos distintos. Podemos nosotros ver en el sol solamente un globo de fuego pero un ser cuya facultad comprensiva sea superior podrá ver en lo que nosotros llamamos sol algo que para nosotros es indescriptible, porque careciendo de las facultades necesarias para describirlo, no nos es concebible. 
El hombre externo guarda una cierta relación con el mundo externo, y sólo puede conocer del mundo esta relación externa. Algunas personas pueden objetar que debe contentarse con aquellos conocimientos y no intentar en manera alguna el profundizar más. Esto, sin embargo, equivale a privarle de todo progreso ulterior y condenarle a permanecer sumido en el error y en la ignorancia, porque una ciencia que depende por completo de ilusiones externas no es más que una ciencia ilusoria. Además, el aspecto externo de las cosas es la consecuencia  de  una  actividad  interior  y  a  menos  que  el  verdadero  carácter  de  esta actividad  interna  se  conozca,  el  carácter  verdadero  del  fenómeno  externo  no  será  en realidad comprendido. Además, el hombre real e interno, que reside en la forma externa, mantiene ciertas relaciones con la actividad interna del cosmos, las cuales no son menos estrictas y definidas que las relaciones existentes entre el hombre externo y la naturaleza externa. Y a menos que el hombre conozca las revelaciones que le ligan a aquel poder, en otras palabras a Dios, jamás comprenderá su propia naturaleza divina, y nunca alcanzará el verdadero conocimiento de sí mismo. El enseñar la verdadera relación que existe entre el hombre y el infinito todo, y el elevarle a aquel plano de existencia exaltado que debe ocupar en la naturaleza, es y tiene que ser el único y verdadero objeto de la religión verdadera y de la verdadera ciencia. El hecho de que un hombre haya nacido en una cierta casa o en una cierta ciudad no indica en manera alguna que tenga que permanecer allí durante toda su vida; el hecho de que un hombre permanezca en una condición física, moral o intelectual inferior no impone sobre el la necesidad de permanecer siempre en tal estado y que no pueda hacer ningún esfuerzo para elevarse a mayores alturas. 
La ciencia más elevada que es posible que exista es aquella cuyo objetivo es el más elevado de todos los conocimientos; y no puede existir objeto más elevado ni más digno de ser conocido que la causa universal de todo bien. Dios es, por lo tanto, el objeto más elevado de los conocimientos humanos, y nada podemos saber de El que no sea la manifestación de su actividad en el interior de nosotros mismos. Obtener el conocimiento del yo equivale a obtener el conocimiento del principio divino dentro de nosotros mismos; en otras palabras, un conocimiento de nuestro propio yo, después de que aquel yo se haya convertido en divino y despertado a la conciencia de su divinidad. Entonces el yo interno y divino reconocerá, por decirlo así, las relaciones que existen entre sí y el divino principio en el universo, si es que podemos hablar de relaciones existentes entre dos cosas que no son dos, sino que son una misma e idénticas. Para expresarnos con más corrección, deberíamos decir: el Conocimiento Espiritual de Sí Mismo tiene lugar cuando Dios reconoce su propia divinidad en el hombre. 
Todo poder, pertenezca al cuerpo, al alma, o al principio inteligente en el hombre, se origina desde el centro, el espíritu. A la actividad espiritual se debe que el hombre vea, sienta, oiga y perciba con sus sentidos externos. En la mayor parte de los hombres esta fuerza espiritual e interna ha despertado sólo la potencia intelectual y hecho entrar en actividad  los  sentidos  exteriores.  Pero  existen  personas  excepcionales  en  quienes  esta actividad espiritual ha llegado a un grado mucho mayor, y en las cuales se han desenvuelto las facultades más elevadas o internas de la percepción. Semejantes personas pueden en estos casos percibir cosas que para las demás son imperceptibles, y poner en ejercicio poderes que no poseen el resto de los mortales. Si los llamados sabios se encuentran con un caso práctico referente a lo anterior, lo consideran como causado por un estado enfermizo del cuerpo, y lo califican como efecto de una "condición patológica"; puesto que es un hecho fundado en la experiencia de todos los días que la ciencia externa y superficial, que nada conoce en absoluto respecto a las leyes fundamentales de la naturaleza, toma continua y equivocadamente las causas como efectos y los efectos como causas. Con igual razón y con la misma lógica, podrían los carneros de un rebaño, si uno de ellos hubiese obtenido la facultad de hablar como un hombre, decir de este que estaba enfermo, y ocuparse de su "condición patológica". Así es que la sabiduría aparece como locura para el loco; al ciego, la luz le resulta tinieblas; la virtud como vicio al vicioso; la verdad como embuste al falso, y en todo vemos que el hombre no percibe las cosas tal cual son, sino tal como el las imagina. 
Así es que vemos que todo cuanto los hombres acostumbran a llamar bueno o malo, verdadero o falso, útil o inútil, etc., es, a lo más, relativo en su sentido. Puede ser así en relación  con  uno  y  ser  por  completo  contrario  con  respecto  a  otro,  cuyas  opiniones, objetivos  o  aspiraciones  son  distintos.  Es  también  una  consecuencia  necesaria  de  este estado de cosas, el que siempre que comienza el lenguaje la confusión empieza, puesto que diferenciándose siempre en algo las diversas constituciones de los hombres, la manera de concebir las cosas de cada uno de ellos es siempre distinta de las concepciones de los otros. Esto que es verdad en lo referente a asuntos ordinarios, se hace todavía más evidente en cuestiones relacionadas con lo oculto, acerca de las cuales la mayor parte de los hombres sólo poseen ideas falsas, y es dudoso si la pronunciación de una sentencia no daría tan sólo origen a disputas y a interpretaciones falsas. Las únicas verdades que se hallan fuera del alcance de toda disputa son las verdades absolutas, y estas no necesitan ser pronunciadas, pues son evidentes por sí mismas; el expresarlas por medio del lenguaje equivale a decir lo que todo el mundo sabe y que nadie pone en tela de juicio; el decir por ejemplo, que Dios es la causa de todo bien, equivale sencillamente a que simbolicemos al origen desconocido de todo bien con la palabra "Dios". 
Toda verdad relativa refiérese únicamente a las personalidades inestables de los hombres y nadie puede conocer la Verdad en el Absoluto, excepto aquel que elevándose por encima de la esfera del yo y del fenómeno llega a la región de lo Real, eterno e inmutable. El hacer esto es en cierto sentido morir para el mundo; o lo que es lo mismo, desembarazare por completo de la noción del yo, el cual es tan sólo una ilusión, y llegar a ser uno mismo con lo universal, en cuyo seno ni el menor sentimiento de separación existe. Si estás dispuesto a morir así puedes penetrar por la puerta en el santuario de la ciencia oculta; pero si las ilusiones de los mundos exteriores, y sobre todo, si la ilusión de tu propia existencia personal te atrae, en vano buscarás el conocimiento de aquello que existe por sí mismo, y que es por completo independiente de toda relación con las cosas; que es el eterno centro del cual todo procede y al cual todo vuelve, que es el centro flamígero; el Padre, a quien nadie puede acercarse más que el Hijo, la Luz, la Vida y la Verdad Suprema.

5 V 2012 1ª SESIÓN H P Blavatsky y la Doctrina Secreta Ángels Torra

viernes, 29 de noviembre de 2013

LOS GRUPOS Y SU PARTICIPACIÓN EN LA EXTERIORIZACIÓN DE LA JERARQUÍA. Por Ana Castro Valle



“EXTERIORIZACIÓN DE LA JERARQUÍA: EL CONTACTO CON EL MAESTRO”

Ponencia: LOS GRUPOS Y SU PARTICIPACIÓN EN LA EXTERIORIZACIÓN DE LA JERARQUÍA.
Por Ana Castro Valle



-                     El Alma Grupal
-                     Funcionamiento de los grupos
-                     Unidad en la diversidad
-                     Dificultades de los grupos
-                     Consecuciones de un buen grupo

El Alma Grupal

Dice VBA en su conferencia  sobre CONVERSACIONES ESOTÉRICAS, “LA PUREZA DEL GRUPO”, de  27 de Diciembre de 1986, en Zaragoza:

“Un grupo esotérico es un grupo que por su propia naturaleza está tratando de desarrollar la mente. La mente cuanto más elevada, cuanto más desarrollada, mejor será para la estabilidad de este grupo.

¿Os dais cuenta de la dificultad del grupo esotérico cuando dentro del grupo esotérico hay entidades que todavía están pendientes de lo que dicen los médium, cuando cualquier persona ilustrada con ciertos conocimientos esotéricos puede ir mucho más allá que todos esos mensajes?”

Directamente se nos está hablando de la necesidad de desarrollar la mente y elevarla al máximo hasta que pueda ser trascendida. Por otra parte se nos advierte del  peligro que representa para un grupo el estar pendientes de los fenómenos astrales. 

En la era de acuario los grupos son de gran importancia para el desarrollo espiritual en general, para el servicio al Plan y para la colaboración directa con la Jerarquía. La Jerarquía necesita hombres y mujeres que estén dispuestos a trabajar, necesita discípulos  que realicen el trabajo que ellos nos tienen preparado

La importancia de los grupos es tanta que, necesariamente, tenemos que hablar del alma grupal. Ya es importante  que en los hombres se manifieste el alma y no la personalidad, y si esto representa avance en el hombre individual, de mucha más necesidad es que los miembros de un grupo, expresen al alma; pero para que el alma grupal florezca es necesario que el nivel del grupo sea de lo más elevado, y para ello hemos debido trascender el astral (deseos, pasiones,  y emociones), y haber desarrollado la mente para que pueda ser trascendida. No se puede trascender lo que no se ha desarrollado.

Cuando en los grupos afloran las reacciones, no hay alma grupal, porque lo que responde es la personalidad y no  el alma. Todos tenemos que colaborar para que  no se den las reacciones,  y si las hay que haya la suficiente luz y capacidad para que rectifiquemos. Es un esfuerzo el que tenemos que hacer todos los componentes de un grupo para acallar la personalidad y que se exprese el alma.

Funcionamiento de los grupos:

Los grupos esotéricos deberían funcionar como en una verdadera democracia. Todos somos necesarios, pero no indispensables; todos podemos y debemos colaborar; entre todos debemos desarrollar los temas, los que nos parecen más profundos y complejos, y los que podemos considerar que ya están  superados. En un grupo se dan prácticamente todos los niveles de conciencia y todos los niveles merecen atención.

A veces nos puede parecer que a un tema profundísimo se le va a prestar mucha atención, y a otro mucho menos profundo, en el que hemos puesto menos entusiasmo, que va a pasar desapercibido, y sin embargo puede ocurrir todo lo contrario, y aquí está la demostración de que en un grupo nos encontramos prácticamente todos los niveles de conciencia y a cada cual le interesa lo que está necesitando, y que es igual de importante que lo más profundo que necesita otro. Esto vendría a demostrarnos que todos los temas espirituales que se traten son igual de válidos y necesarios, los básicos, los profundísimos, los más técnicos, los científicos y por supuesto y cómo no, los abstractos que podría decirse que son los más espirituales.

En los grupos espirituales suele haber algún líder, pero entre todos hemos de procurar que no haya ningún líder en el sentido tradicional. Los grupos deben gozar de absoluta libertad y jamás se le debe prohibir a nadie que se manifieste desde su conciencia. Por supuesto, se supone que los componentes de un grupo saben mantener el respeto hacia todos y por lo tanto nadie debe hacer un uso incorrecto con sus palabras, ni tampoco abusar del turno de la palabra, y mucho menos imponer criterios. El verdadero líder debe ser el más demócrata y el mejor servidor, lo cual no nos lo va a tener que decir nadie porque ya sabemos que “por sus obras los conoceréis”.

En todo tenemos que usar la inteligencia, que nos dice cosas muy elementales y precisas que debemos observar. Todos nos tenemos que recriminar por el uso de la palabra  en muchos sentidos: exceso de tiempo; intentar imponer que lo que nosotros decimos es la verdad; ser reiterativos; no respetar el turno de palabra….., etc., etc.  Tenemos que aprender por todos los medios a expresarnos  desde el alma porque el alma ni ofende ni se ofende. Esto se podría resumir en una sola palabra “RESPETO”.

Estar atentos es de vital importancia, de manera individual y consecuentemente de forma grupal. Si estamos atentos, incluso en temas que consideramos que no nos interesan, a lo mejor nos damos cuenta de que hay algo que teníamos que aprender y que lo dábamos por sabido, pero que no era cierto. Escuchémonos con atención sin ideas preconcebidas, y si el que habla percibe que su tema no interesa, hagámoslo más breve, que al que sí le interesa seguro que va a captar lo necesario. Resumamos esto en otra palabra, “ATENCIÓN”.

Todos somos necesarios y cada cual debe prestar su aportación. Seguro que nos vamos conociendo y sabemos qué cualidades tenemos y en qué fallamos; pues colaboremos con esas cualidades. Formar parte de un grupo puede ser un servicio interno, y aquí podríamos utilizar otra sola palabra, “COLABORACIÓN”.

Ya hemos dicho que los grupos espirituales hemos de trabajar por el alma grupal. Hagamos que se expresen nuestras almas y supeditémonos todos para que se manifieste el alma grupal, que tengamos una guía común que podría ser el más alto objetivo, “EL AMOR”

Unidad en la diversidad

Nos dice “El Tibetano” en Psicología Esotérica, Vol. II, pág. 149:

“Los nuevos grupos vienen hoy a la existencia y están regidos por las leyes del alma. Por lo tanto, emitirán una nota distinta y formarán grupos fusionados por una aspiración y un objetivo unidos. Estarán constituidos por almas libres, individuales y evolucionadas, que no reconocen autoridad alguna, sino a su propia alma, sumergiendo su interés en el propósito Egoico de todo el grupo”, es decir del alma grupal”

Este texto podría hacernos pensar que es cierto, que en términos generales, los que conformamos un grupo tenemos una aspiración y un objetivo común; sin embargo también es cierto y lo hemos podido observar  que nuestras líneas, en todos los órdenes, son distintas: criterio de vida, línea de enseñanza, métodos, etc., sin contar por supuesto, con los distintos niveles de conciencia. Aparentemente todo esto son divisiones o podría dar lugar a separatividad, pero hoy,  estoy convencida de que ese grupo, con todas esas variantes, es lo que nos va a servir para crecer individual y grupalmente.

El crecimiento individual es el que va a permitir que el grupo crezca, que los componentes del grupo nos ayudemos. No podemos dedicarnos a buscar culpables; hagamos nuestra parte y dejemos que los demás hagan la suya. ¿Quiere decir esto que todos los componentes del grupo deben decir “amén a todo”, con el fin de no crear conflicto?; ni muchísimo menos, nuestro trabajo es expresar nuestra conciencia que no va a coincidir con la de los demás, pero unos y otros vamos a ir recibiendo esa luz que estamos necesitando. Por otra parte, ante algún manifiesto error, siempre habrá otra voz que exponga su criterio, y nadie tiene que molestarse ni darse por aludido, todos sabremos que hay distintas fuentes de las que podemos nutrirnos, lo cual no significa que haya un líder que tenga toda la verdad. Sería un gran error pensar esto. Un grupo hace una puesta en escena de los distintos temas espirituales que fundamentan la vida. Aquí todos tenemos nuestra parte y debiéramos colaborar desde el alma y se nos exige algo importantísimo: no herir a nadie con nuestras exposiciones y si lo hacemos desde el alma, nunca lo haremos; y si lo recibimos desde el alma, tampoco nos sentiremos ofendidos. Tendremos la suerte de estar en un grupo en el que somos capaces de convivir de respetar, de ayudarnos y encontrar los elementos que necesitamos para nuestro desarrollo individual y grupal, y estaremos sirviendo al mundo y a la Jerarquía.

No hay que tener miedo a la acción, ¿cómo podríamos evolucionar si no nos equivocamos? Hay que seguir adelante, con fe y conocimiento. Los “masones” (recordemos que la palabra masón es albañil en francés) necesariamente deben ensuciarse en la obra de construcción del templo, luego cuando terminan se lavan y se cambian de ropa y ya está, pero al menos han construido el templo. De igual modo hay que actuar, el templo interno ha de construirse adecuadamente, y eso sólo puede suceder si trabajamos, nos ensuciamos, y nos comprometemos en el servicio de construcción.

Dificultades de los grupos:
Prácticamente hemos ido exponiendo algunas de las dificultades que se presentan en los grupos y se podría resumir diciendo que todas las dificultades emanan de:
-          Los distintos rayos de cada miembro.
-          La ideología concreta de cada uno.
-          El desarrollo humano.
-          El desarrollo espiritual o nivel de conciencia.
Todas estas causas, pueden dar lugar a dificultades, pero casi se podría decir que no lo son, porque lo que representan son oportunidades de crecimiento:
-          Los distintos rayos nos van a ayudar a ver las distintas cualidades en favor y en contra de cada rayo, y nos van a obligar a reconocerlas y nos van a colocar en la necesidad de respetarnos.
-          Las distintas ideologías también nos ayudan a distinguirlas y podemos ver cualidades que a nosotros nos puedan hacer falta.
-          Los distintos desarrollos humanos (cultura, educación, etc.), nos están enseñando esa gran variante que tenemos que vivir en la vida ordinaria y que tenemos que aceptar y respetar, porque cada cual es y se comporta según el ambiente en que ha vivido, y esto viene ya determinado por el karma.
-          El desarrollo espiritual o nivel de conciencia, únicamente lo podemos captar mediante la intuición, y aquí poco podemos hacer; únicamente saber que el que más nivel tenga, tendrá que dar más: RESPETO, ATENCIÓN, COLABORACIÓN, Y AMOR, porque seguro que tiene más de todo.
Hay unas palabras del Tibetano que dicen:
“No trate de vincular a los grupos con el suyo, sino que reconozca a su grupo y a los demás grupos similares, como parte de un movimiento espiritual mundial que (cuando tome impulso) dará por resultado la unidad de todos. Lo que menos debe desear es establecer una súper organización que acentúe la unidad; lo que el mundo necesita hoy es una multiplicidad de organismos vivientes, libremente unidos por la colaboración, la constante comunicación y la posesión de idénticas metas y propósitos.” D.K.
En Exteriorización de la Jerarquía se nos dice:
“Éste es un período de transición entre la saliente era pisceana, con su énfasis sobre la autoridad y la fe, y la entrada en la era acuariana, con su énfasis sobre la comprensión individual y el conocimiento directo. La actividad de estas fuerzas, que carac­teriza a los dos signos, produce en los átomos del cuerpo humano la correspondiente actividad. Estamos en víspera de nuevos cono­cimientos, y los átomos del cuerpo están siendo sintonizados para su recepción. Los átomos predominantemente pisceanos comienzan a reducir su actividad y a ser "ocultamente retirados o abstraí­dos, como suele decirse, mientras que los que responden a las tendencias de la nueva era están, a su vez, siendo estimulados y acrecentada su actividad vibratoria.”
Vicente Beltrán Anglada también nos dice:
“Podríamos decir que como el grupo constituye o debería constituir un círculo comunicado o en comunicación, cuando existen personas que no pueden seguir, no porque quieran alterar por su voluntad la ley del grupo sino porque su espíritu no da más, están creando cortocircuitos, entonces llega un momento en que la energía positiva del grupo no puede circular y entonces va dando vueltas dentro del grupo sin salir afuera que es lo que interesa, sin que nadie se beneficie de los resultados de la acción dinámica del grupo.”  (VBA. “LA PUREZA DEL GRUPO”)

A mí esto me dice que, efectivamente, en un momento determinado alguien puede actuar de cortocircuito en un grupo, impidiendo que la energía grupal pueda circular con normalidad. La actitud a tomar debiera ser inteligente y sabia por parte de todos.

Consecuciones de un buen grupo:

Del libro “Exteriorización de la Jerarquía:

Todos los verdaderos pensadores y trabajadores espirituales están preocupados actualmente por la proliferación de la delin­cuencia en todas partes, por el despliegue de los poderes psíquicos inferiores, por el deterioro aparente del cuerpo físico, tal como se muestra en la propagación de la enfermedad y por el extraordinario acrecentamiento de las condiciones de insanía, de neurosis y desequilibrio mental. Todo esto es el resultado del desga­rramiento de la red planetaria y al mismo tiempo parte del Plan evolutivo, que proporciona la oportunidad por la cual la humanidad podrá dar su próximo paso. La opinión de la Jerarquía de Adeptos difiere (si puede aplicarse una palabra tan inadecuada a un grupo de almas y hermanos que no conocen sentimiento alguno de separatividad, pero difieren únicamente sobre los problemas que conciernen a la “habilidad de actuar”) respecto a la actual condición mundial. Algunos consideran que la oportunidad es prematura y en consecuencia indeseable, y que produciría una situación difícil; que otros se apoyan en la básica solidez de la humanidad y consideran la crisis actual como inevitable y produ­cida por el desarrollo del hombre mismo, y también como una enseñanza, constituyendo un problema  momentáneo que –mien­tras se va solucionando— conducirá al género humano a un futu­ro aún más glorioso. Pero, al mismo tiempo, no puede negarse el hecho de que grandes y a menudo devastadoras fuerzas han sido liberadas sobre la tierra, y cuyo efecto causa una seria pre­ocupación en todos los Maestros y Sus discípulos y colaboradores.

Todas las etapas de crisis son períodos de enorme poder espiritual y de oportunidad para todos los que recorren los senderos de pro­bación y del discipulado. Todo lo que representa un beneficio, también representa un peligro, y ahí está la amenaza para el incauto y el que no está preparado; para el ambicioso, el ignorante y aquellos que egoísta­mente buscan el Camino y se niegan a hollar el sendero del ser­vicio con móvil puro.

“A fin de evitar que a tantas personas les parezca injusto este general trastorno y el consiguiente desastre, les recordaré que esta vida es sólo un segundo de tiempo en la mayor y amplia existencia del alma y que quienes fracasan y se sienten perturbados por el impacto de las poderosas fuerzas que ahora anegan nuestra tierra, su vibración será, no obstante, "ace­lerada" hacia cosas mejores, conjuntamente con los que llegan a la realización,  aunque sus vehículos físicos sean destruidos en el  proceso. La destrucción del cuerpo no es el peor desastre que pue­de sobrevenirle a un hombre.”  

Quiere decir que a nivel humano y a nivel espiritual, todas las crisis individuales y grupales, siempre han servido para un mayor crecimiento.

Si en esta etapa los grupos nos esmeramos y esforzamos por la construcción del Antakarana, el individual, y mejor el grupal, se generarán suficientes discípulos y servidores de la Jerarquía que aumenten el número del Nuevo Grupo de Servidores del Mundo. Todos sabemos que hacen falta muchos servidores, que el mundo lo está necesitando, y cada cual puede desarrollar sus cualidades para colaborar en la solución de los problemas de la humanidad.




miércoles, 27 de noviembre de 2013

SABIDURÍA DIVINA (CARTA I) Cartas Rosacruces



SABIDURÍA DIVINA (CARTA I)
Cartas Rosacruces

No intentes estudiar la más elevada de todas las ciencias si no has decidido de antemano entrar en el sendero de la virtud, porque aquellos que no son capaces de sentir la verdad no comprenderán mis palabras. Únicamente aquellos que entren en el reino de Dios comprenderán los misterios divinos, y cada uno de ellos aprenderá la verdad y la sabiduría sólo en la medida de su capacidad para recibir en el corazón la luz divina de la verdad. Para aquellos cuya vida consiste Únicamente en la mera luz de su inteligencia, los misterios divinos de la naturaleza no serán comprensibles, porque las palabras que pronuncia la luz no son oídas por sus almas; únicamente aquel que abandona su propio yo puede conocer la verdad, porque la verdad sólo es posible conocerla en la región del bien absoluto. 
Todo cuanto existe es producto de la actividad del espíritu. La más elevada de todas las ciencias es aquella por cuyo medio aprende el hombre a conocer el lazo de unión entre la inteligencia espiritual y las formas corpóreas. Entre el espíritu y la materia no existen las líneas de separación marcadas, pues entre ambos extremos se presentan todas las gradaciones posibles. 
Dios es Fuego, emitiendo la Luz más pura. Esta Luz es Vida, y las gradaciones existentes entre la Luz y las Tinieblas se hallan fuera de la concepción humana Cuanto más nos aproximamos al centro de la Luz, tanta mayor es la fuerza que recibimos, y tanto mayor poder y actividad resultan. El destino del hombre es elevarse hasta aquel centro espiritual de Luz. El hombre primordial era un hijo de aquella Luz. Permanecía en un estado de perfección espiritual muchísimo más elevado que en el presente, en que ha descendido a un estado más material asumiendo una forma corpórea y grosera. Para ascender de nuevo a su altitud primera, tiene que volver atrás en el sendero por el cual descendió. 
Cada uno de los objetos animados de este mundo obtiene su vida y su actividad gracias al poder del espíritu; los elementos groseros hállanse regidos por los más sutiles, y estos a su vez por otros que lo son todavía más, hasta llegar al poder puramente espiritual y divino, y de este modo, Dios influye en todo y lo gobierna todo. En el hombre existe un germen de poder divino, germen que desarrollándose, puede llegar a convertirse en un árbol del cual cuelguen frutos maravillosos. Pero este germen puede únicamente desenvolverse gracias a la influencia del calor que radia en torno del centro flamígero del gran sol espiritual, y en la medida en que nos aproximamos a la luz, es este calor sentido. 
Desde el centro o causa suprema y original, radian continuamente poderes activos, difundiéndose a través de las formas que su actividad eterna ha producido, y desde estas formas radian otra vez hacia la causa primera, dando lugar con esto a una cadena ininterrumpida en donde todo es actividad, luz y vida. Habiendo el hombre abandonado la radiante esfera de luz, se ha hecho incapaz de contemplar el pensamiento, la voluntad y la actividad del Infinito en su unidad, y en la actualidad tan sólo percibe la imagen de Dios en una multiplicidad de imágenes varias. Así es que él contempla a Dios bajo un número de aspectos casi infinito, pero el mismo Dios permanece uno. Todas estas imágenes deben recordarle la exaltada situación que un tiempo ocupó y a la reconquista de la misma deben tender todos sus esfuerzos. A menos que se esfuerce en elevarse a mayor altura espiritual, ira sumiéndose cada vez más profundamente en la sensualidad, y le será entonces mucho más difícil el volver a su estado primero. 
Durante nuestra vida terrestre actual nos encontramos rodeados de peligros, y para defendernos nuestro poder es bien poco. Nuestros cuerpos materiales nos mantienen encadenados al reino de lo sensual y un millar de tentaciones se lanzan sobre nosotros todos los días. De hecho, sin la reacción del espíritu, la acción del principio animal en el hombre rápidamente lo arrastraría al cieno de la sensualidad, en donde su humanidad desaparecería en último resultado. Sin embargo, este contacto con lo sensual es necesario para el hombre, pues le proporciona la fuerza sin la cual no sería capaz de elevarse. 
El poder de la voluntad es el que permite al hombre elevarse, y aquel en quien la voluntad ha llegado a un tal estado de pureza que es una y la misma con la voluntad de Dios, puede, incluso durante su vida en la tierra, llegar a ser tan espiritual que contemple y comprenda en su unidad al reino de la inteligencia. Un hombre tal puede llevar a cabo cualquier cosa; porque unido con el Dios universal,  todos  los  poderes  de  la  naturaleza  son  sus  propios  poderes,  y  en  él  se manifestarán la armonía y la unidad del todo. Viviendo en lo eterno, no se halla sujeto a las condiciones de espacio y de tiempo, porque participa del poder de Dios sobre todos los elementos y poderes que en los mundos visible e invisible existen, y comparte y goza de la gloria (conciencia) de lo que es eterno. Diríjanse todos tus esfuerzos a alimentar la tierna planta de virtud que en tu seno crece. Para facilitar su desarrollo purifica tu Voluntad y no permitas que las ilusiones de la sensualidad y del tiempo te tienten y te engañen; y cada uno de los pasos que des en el sendero que a la vida eterna conduce, te encontrarás con un aire más puro, con una vida nueva, con una luz más clara, y a medida que asciendas hacia lo alto aumentará la expansión de tu horizonte mental. 
La inteligencia sola no conduce a la sabiduría. El espíritu lo conoce todo, y sin embargo ningún hombre le conoce. La inteligencia sin Dios enloquece, empieza a adorarse a sí misma y rechaza la influencia del Espíritu Santo. ¡Ah, cuán poco satisfactoria y engañosa es una tal inteligencia sin espiritualidad! ¡Cuán pronto perecerá! El espíritu es la causa de todo, ¡y cuán pronto cesará de brillar la luz de la más brillante de las inteligencias una vez abandonada por los rayos de vida del sol del espíritu! 
Para comprender los secretos de la sabiduría no basta el especular y el inventar teorías acerca de los mismos. Lo que principalmente se necesita es sabiduría. Solamente aquel que se conduce sabiamente es en realidad sabio, aunque no haya recibido jamás la menor instrucción intelectual. Para poder ver necesitamos tener ojos, y no podemos prescindir de los oídos si queremos oír. Para poder percibir las cosas del espíritu necesitamos el poder de la percepción espiritual. 
Es el espíritu y no la inteligencia quien da la vida a todas las cosas, desde el ángel planetario hasta el molusco del fondo del océano. Esta influencia espiritual siempre desciende de arriba abajo, y nunca asciende de abajo arriba, en otras palabras: siempre radia desde el centro a la periferia, pero jamás de la periferia al centro. Esto explica por qué siendo tan sólo la inteligencia del hombre el producto o efecto de la luz del espíritu que brilla en la materia no puede nunca elevarse por encima de su propia esfera de la luz, que procede del espíritu. La inteligencia del hombre será capaz de comprender las verdades espirituales únicamente con la condición de que su conciencia entre en el reino de la luz espiritual. 
Esta es una verdad que la gran mayoría de las personas científicas e ilustradas no querrán comprender. No pueden elevarse a un estado superior al de las esferas intelectuales creadas por ellas mismas, y consideran todo lo que se halla fuera de ellas como vaguedades y sueños ilusorios. Por lo tanto, su comprensión es oscura, en su corazón residen las pasiones, y no se les permite a ellos el contemplar la luz de la verdad. Aquel cuyo juicio es determinado por lo que percibe con sus sentidos extremos no puede realizar las verdades espirituales. Un hombre dominado por los sentidos se mantiene adherido a su yo individual, el cual es una ilusión, y naturalmente, odia la verdad, porque el conocimiento de la misma destruye su personalidad. El instinto natural del yo inferior del hombre le impulsa a considerarse a sí mismo como un ser aislado, distinto del Dios universal. El conocimiento de la verdad destruye aquella ilusión, y por lo tanto, el hombre sensual odia la verdad. 
El hombre espiritual es un hijo de la Luz. La regeneración del hombre y su restauración a su primer estado de perfección, en el cual sobrepasa a todos los demás seres del universo, depende de la destrucción y remoción de todo cuanto oscurece o vela su verdadera naturaleza interna. El hombre es, por decirlo así un fuego concentrado en el interior de una cascara material y grosera. Es su destino el disolver en este fuego las porciones materiales y groseras (del alma) y unirse de nuevo con el flamígero centro, del cual es a manera de centella durante su vida terrestre. 
Si la conciencia y la actividad del hombre hállanse continuamente concentradas en las cosas externas, la luz que radia de la centella divina desde el interior del corazón va debilitándose poco a poco, y desaparece finalmente. Pero si el  fuego  interno  se  cultiva  y  alimenta,  destruye  los  elementos  groseros,  atrae  otros principios más etéreos, hace al hombre más y más espiritual y le concede poderes divinos. No  sólo  cambia  el  estado  del  alma  (la  actividad  interna),  cambia  también  el  estado receptivo más perfecto para las influencias puras y divinas, y ennoblece por completo la constitución del hombre hasta que se convierte en el verdadero Señor de la creación. La Sabiduría Divina o «Teosofía» no consiste en conocer intelectualmente muchas cosas, en ser  sabio  en  pensamientos,  palabras  y  acciones.  No  puede  existir  ninguna  Teosofía especial ni cristiana. La Sabiduría en absoluto (Sabiduría Divina) no posee calificaciones. Es el reconocimiento practico de la verdad absoluta, y esta verdad es sólo UNA.

martes, 26 de noviembre de 2013

INTUICIÓN




LA INTUICIÓN

Extraído del Libro: Espejismo. Por el Maestro Tibetano Djwhal Khul
(Alice A. Bailey).

La intuición no es un sentimiento de amor hacia las personas que signifique comprenderlas. Mucho de lo que se llama intuición sólo es un reconocimiento de similitudes y la posesión de una aguda mente analítica. Las personas inteligentes que han vivido mucho tiempo, han tenido muchas experiencias, haciendo contacto con un sin número de personas, pueden, siempre que estén interesadas en ello, darse cuenta fácilmente de los problemas y las modalidades de los demás. Esto no debe confundirse con intuición.

La intuición no está relacionada con el siquismo superior o inferior; tener una visión, oír la voz del silencio, reaccionar placenteramente a cualquier enseñanza, no significa que actúe la intuición. Tampoco es ver símbolos, pues esto es un tipo especial de percepción y también implica poseer la capacidad de sintonizar la Mente Universal en ese estrato de su actividad que produce las formas cánones sobre las que se basan todos los cuerpos etéricos. Intuición no es sicología inteligente ni amoroso deseo de prestar ayuda, producida por la interacción entre la personalidad, regida por una fuerte orientación del alma, y el alma consciente del grupo.

Intuición es comprensión sintética, prerrogativa del alma, que sólo es posible cuando el alma, en su propio nivel, va en dos direcciones: hacia la Mónada y hacia la integrada, y quizás momentáneamente coordinada y unificada personalidad. Es el primer indicio de una profunda unificación subjetiva que llegará a su consumación en la tercera iniciación.

Intuición es captar comprensivamente el principio de universalidad; cuando existe, se pierde, por lo menos momentáneamente, todo sentido de separatividad. En su punto álgido se reconoce como ese Amor Universal que no tiene relación con el sentimiento ni con la reacción afectiva, sino que predominantemente se identifica con todos los seres. Entonces se conoce la verdadera compasión y no existe el espíritu de crítica. Sólo entonces puede verse el germen divino latente en todas las formas.

Intuición es luz, y cuando actúa, el mundo se ve como luz y la luz existente en los cuerpos de todas las formas se hace gradualmente visible. Esto trae consigo la capacidad de hacer contacto con el centro de luz de cada forma, estableciéndose así también una relación esencial, quedando relegado a segundo término el sentido de superioridad y separatividad.

Por lo tanto, el desarrollo de la intuición trae aparejado tres cualidades:

Iluminación. Por iluminación no me refiero a la luz de la cabeza. Ella es incidental y fenoménica; muchas personas verdaderamente intuitivas desconocen por completo esta luz. La luz a que me refiero es la que ilumina el Camino, "la luz del intelecto" que significa realmente lo que ilumina la mente y puede reflejarse en el mecanismo mental cuando ella se mantiene "firme en la luz". Ésta es la "Luz del Mundo", realidad que existe eternamente, pero que sólo puede ser descubierta cuando la luz interna individual es reconocida como tal. Es la "Luz de las Edades” que brilla cada vez más hasta que el Día sea con nosotros. Intuición, por lo tanto, es reconocer internamente, por propia experiencia. y no en teoría, nuestra total identificación con la Mente Universal y que somos parte integrante de la gran Vida del mundo y que participamos de la Existencia que persiste eternamente.

Comprensión. Debe ser considerada en su sentido literal, significando la facultad de entender y penetrar las cosas y también el poder de receso o la capacidad de apartarse de la eterna identificación con la vida de la forma. Quisiera señalar que apartarse es relativamente fácil para los que poseen muchas de las cualidades de primer rayo. El problema consiste en apartarse en sentido esotérico, evitando al mismo tiempo el sentido de separatividad, aislamiento y superioridad. Es fácil para las personas que pertenecen al primer rayo resistir a la tendencia de identificarse con otros. Tener verdadera comprensión implica poseer una acrecentada capacidad de amar a todos los seres y no obstante, al mismo tiempo, mantener un desapego personal, que puede basarse fácilmente en la incapacidad de amar o en la preocupación egoísta por la propia comodidad física, mental o espiritual y sobre todo emocional. Las personas que pertenecen al primer rayo temen a la emoción y la desprecian, pero a veces tienen que entrar en un estado emotivo antes de poder emplear correctamente la sensibilidad emotiva.

Comprensión implica hacer contacto con la vida como personalidad integrada, más la reacción egoica a los propósitos y planes del grupo. Supone la unificación alma personalidad, amplia experiencia y una acelerada actividad del principio crístico interno. La comprensión intuitiva es siempre espontánea. 

lunes, 25 de noviembre de 2013

EL CENTRO AJNA PARA LOS DISCÍPULOS E INICIADOS. D.K. “El Tibetano”



EL CENTRO AJNA PARA LOS DISCÍPULOS E INICIADOS
D.K. “El Tibetano”



Aquí tenemos una gran triplicidad de energías de gran po­der actualmente, debido a que la expresión del tercer aspec­to de la inteligencia activa ha alcanzado esas alturas por medio de la conciencia y desenvolvimiento humanos.

Está relacionado con la personalidad por el hilo creador, con el alma por el hilo de la conciencia y con la mónada por el sutratma o hilo de vida. No está relacionado con ninguno de los aspectos divinos por medio del antakarana, pues ese hilo que une directamente la mónada y la personalidad (y por último separado del alma) introduce sencillamente la expresión monádica de la vida en la cabeza, el centro co­ronario. Entonces se establece la conciencia directa entre la mónada y la personalidad y viene a la existencia una gran dualidad. Vida, Conciencia y Forma se enfocan enton­ces creadora y activamente en la cabeza, y su actividad es dirigida desde la cabeza por intermedio de los dos centros de la misma. El centro ajna sólo entra en actividad crea­dora cuando se ha construido el antakarana. En las prime­ras etapas el centro laríngeo es el agente creador, y el centro sacro está activo en los períodos primitivos. Aquí hay algo muy interesante que recordar. La construcción del antakarana sólo llega a ser genuinamente posible cuando la vida creadora del aspirante cambia desde el centro sacro al laríngeo y se hace activa y expresiva. La nuca es el símbolo de este “puente” vinculador, pues relaciona la ca­beza -sola y aislada- con el torso dual, que incluye lo que está arriba del diafragma y lo que está abajo -sim­bolizando el alma y la personalidad unidas, fusionadas y  mezcladas en una. La cabeza es el símbolo de lo que Pa­tanjali describe como el estado de “unidad aislada”.

Es el centro por el cual el aspecto inteligente de la humani­dad se enfoca creadoramente y  por el que fluye la energía creadora de ese gran centro planetario denominado huma­nidad. Los tres centros mayores planetarios son Shamballa, Jerarquía y Humanidad. Cuando se haya alcanzado la per­fección, entonces la energía de la voluntad, del poder y del propósito de Shamballa, afluirá libremente a través del cen­tro coronario; las energías de amor-sabiduría de la Jerarquía afluirán a través del centro cardiaco, y la energía de la humanidad se enfocará a través del centro laríngeo, actuando el centro ama como agente de las tres. Entonces tendrá lugar una nueva actividad por parte de la humanidad, que con­siste en relacionar los tres reinos superhumanos con los tres suhhumanos, estableciendo así la nueva tierra y el nuevo cielo. Entonces la humanidad habrá culminado su meta evo­lutiva en esta Tierra.

El centro laríngeo es específicamente el órgano de la PA­LABRA creadora. Registra la intención o propósito creador del alma, trasmitido por la afluencia de energía desde el centro ama; la fusión así realizada de las dos energías con­ducirá a algún tipo de actividad creadora. Ésta es la analogía superior de la creatividad del centro sacro. En ese centro se encierran las energías creadoras negativa y positiva, personificadas independientemente en los organismos masculino y femenino, los cuales se ponen en relación por un acto creador, conscientemente realizado, aunque todavía sin un propósito muy definido.

La glándula tiroides es la exteriorización física densa de es­te centro. A esta glándula se la considera hoy de suprema importancia para el bienestar del ser humano común. Su propósito es resguardar la salud, balancear el equilibrio cor­póreo en algunos aspectos importantes de la naturaleza fí­sica, y simboliza  el tercer aspecto de la inteligencia y de la sustancia impregnada por la mente. En realidad, tiene vincu­lación con el Espíritu Santo o el tercer aspecto divino en manifestación, “influyendo” (como La Biblia lo expresa) sobre la Madre, la Virgen María. Las paratiroides simboli­zan a María y José y su relación con el influyente Espíritu Santo. Oportunamente se llegará a determinar que existe una estrecha relación fisiológica entre la glándula tiroides y la pineal, entre la paratiroides y los dos lóbulos del cuerpo pituitario, lo cual convierte a la zona de la garganta y de la cabeza en un solo sistema relacionado.

Así como la cabeza simboliza la naturaleza esencialmente dual de Dios manifestado, así el centro laríngeo simboliza la triple naturaleza de la divina expresión. La naturaleza dual aparece como fusionada y mezclada en la cabeza por la relación que existe entre los dos centros y sus dos reflejos físico densos. Las tres grandes energías puestas en acción durante la actividad creadora divina realizan una actividad unificada por la plena expresión de la energía que fluye a través del centro laríngeo, del órgano de la palabra y de los dos pulmones. En esta relación tenemos: la vida o el aliento, la palabra o el alma, y el centro laríngeo de la sustancia en actividad.

Este loto de la garganta está invertido en las primeras eta­pas de la evolución, y sus pétalos se extienden hacia los hom­bros, e incluyen los dos pulmones o parte de ellos. Durante el ciclo de la vida del alma, lentamente se da vuelta, y sus pétalos se extienden hacia arriba hasta las dos orejas, e in­cluyen a la médula oblongada y a la glándula carótida. Esta glándula está más estrechamente relacionada  con la glándula tiroides que con las otras dos glándulas de la cabeza.

En consecuencia será evidente de qué manera zonas enteras del organismo físico pueden ser llevadas a un funcionamiento activo y correcto, y también vitalizadas y conservadas en buena y verda­dera condición, por algún tipo de actividad del centro más cercano a la zona del cuerpo en consideración. Será también evidente que las deficiencias y la enfermedad pueden ser el resultado de la inactividad de un centro.

El Centro Cardiaco. Está localizado entre los omóplatos, sien­do, en estos días y época, el centro que recibe mayor atención de Quienes son responsables del desenvolvimiento de la con­ciencia humana. En verdad, puede decirse que el rápido desarro­llo de este loto constituyó una de las razones por las cuales no pudo evitarse la guerra mundial. En un sentido, fue un aconte­cimiento necesario (dado el ciego egoísmo de la totalidad de la humanidad), porque era imprescindible hacer desaparecer to­das las antiguas formas de gobierno, de la religión y del crista­lizado orden social. La humanidad ha llegado ahora a la etapa de conciencia e interrelación grupales de un tipo profundamente espiritual, y se requerían nuevas formas por las cuales este nuevo espíritu pudiera funcionar más adecuadamente:

-          El centro cardíaco corresponde al “corazón del Sol” y por lo tanto a la fuente espiritual de luz y amor.

-          El centro del corazón funciona activamente después de la segunda iniciación, la cual marca la consumación del  proceso por el cual la naturaleza emocional (con su destacada cualidad del deseo) es puesta bajo el control del alma, y el deseo del yo inferior personal ha sido trasmutado en amor. Es el órgano para la distribución de la energía jerárquica, que afluye por intermedio del alma al centro cardíaco de todos los aspirantes, discípulos e iniciados; de esta manera dicha energía queda disponible y trae dos resultados:

La regeneración de la humanidad por medio del amor.

La relación, firmemente establecida, entre la humanidad que evoluciona rápidamente y la Jerarquía. De esta ma­nera dos grandes centros planetarios, la Jerarquía y la Humanidad, son puestos en íntimo contacto y relación.

Según dice La Biblia: “el amor de Dios se derrama por todas partes” en el corazón humano, y su poder transformador, magnético y radiatorio, es esencial para la reconstrucción del mundo y el establecimiento del nuevo orden mundial. En la actualidad se pide a los discípulos que cavilen y refle­xionen sobre el desarrollo del centro cardíaco y la inteligente relación entre la humanidad y la Jerarquía, con la consiguiente respuesta humana a la energía del amor, porque “como el hombre piensa en su corazón, así es él”. Sólo puede pensar con el corazón cuando las facultades mentales se han desarrollado adecuadamente y han llegado a una etapa bas­tante elevada de desenvolvimiento Sentir con el corazón, frecuentemente se lo confunde con pensar. La capacidad de pensar con el corazón es resultado del proceso de transmutación del deseo en amor, durante la tarea de elevar las fuerzas del plexo solar al centro cardíaco. Pensar con el corazón también indica que el aspecto superior del centro cardíaco, el loto de doce pétalos situado en el centro del loto de mil pétalos, ha alcanzado un punto de real actividad. La refle­xión, como resultado del correcto sentimiento, sustituye a la sensibilidad personal. Nos proporciona los primeros y tenues indicios de ese estado de ser característico de la mónada, que no puede denominarse conciencia, tal como entendemos el término.

El centro cardiaco se relaciona esencialmente con la perso­nalidad, cuando es dominado el proceso de alineamiento con el alma, proceso que hoy se enseña en las nuevas y sólidas escuelas esotéricas y ha sido acentuado en la Escuela Arcana desde el comienzo; éste es el procedimiento (caracterizado por la correcta orientación, concentración y meditación) que relaciona la personalidad con el alma y con la Jerarquía. La relación con la Jerarquía tiene lugar automáticamente en cuanto se lleva a cabo este alineamiento y se establece contacto directo con el alma. La conciencia de la personalidad es reemplazada por la conciencia grupal, y la entrada de la energía jerárquica se produce como consecuencia natural, pues todas las almas sólo son aspectos de la Jerarquía. Esta establecida relación, con su consiguiente interacción (mag­nética e irradiatoria), trae la destrucción final del cuerpo del alma o cuerpo causal, cuando la relación alcanza el punto más elevado de intensificado reconocimiento.

En consecuencia, es ese centro, en el cuerpo físico, por cuyo intermedio actúa la Jerarquía, siendo también el agente del alma. Cuando empleo la palabra “alma” no sólo me refiero al alma individual del hombre sino también al alma del Lo­gos planetario, siendo ambas el resultado de la unión espí­ritu y materia, de los aspectos Padre y Madre. Sólo la iniciación puede revelar este gran misterio.

El centro cardíaco registra la energía del amor. Aquí podría establecerse que, cuando finalmente se ha construido el an­takarana, los tres aspectos de la  Tríada espiritual hallarán cada uno un punto de contacto en el mecanismo etérico del iniciado que actúa en el plano físico. El iniciado llega a ser una fusión del alma y la personalidad, a través de la cual puede afluir la plena vida de la mónada.

1.                              El centro coronario se convierte en punto de contacto para la voluntad espiritual, Atma.

2.                              El centro cardíaco se trasforma en agente de amor espi­ritual, Budi.

3.                              El centro laríngeo es la expresión de la mente univer­sal, Manas.

Durante el trabajo que realiza el iniciado, cuando cumple el propósito divino de acuerdo al plan, el centro ajna se con­vierte en el agente directriz o distribuidor de las energías fusionadas del hombre divino. El centro cardíaco correspon­de al “fuego solar” dentro del sistema solar, siendo de cua­lidad magnética y de actividad radiatoria. Es el órgano de la energía que produce inclusividad.

Su exteriorización física densa es la glándula timo. Poco se sabe en la actualidad respecto a esta glándula, aunque mu­cho se aprenderá cuando los investigadores acepten y expe­rimenten la hipótesis que presenta la ciencia esotérica y cuando el centro cardíaco se desarrolle y la glándula timo vuelva a su actividad adulta funcionante. Esto no ha sucedido todavía. Tampoco se ha establecido aún la naturaleza  de su secreción; los efectos de esta glándula son mejor cono­cidos desde el ángulo sicológico que del físico. La moderna sicología, cuando se asocia a la medicina, reconoce que la excesiva actividad de esta glándula hace que una persona sea amoral e irresponsable. Cuando la raza de los hombres aprenda la naturaleza de la responsabilidad, tendremos los primeros indicios del alineamiento con el alma, de la descentralización de la personalidad y de la conciencia grupal y luego -paralelo a este desarrollo- hallaremos que la glándula timo llegará a actuar correctamente. En la actua­lidad, el desequilibrio general del sistema endocrino, milita en contra del pleno funcionamiento, y sin riesgo, de la glán­dula timo en la persona adulta. Hay todavía una relación no reconocida entre la glándula pineal y la timo, lo mismo que entre ambas y el centro ubicado en la base de la columna vertebral. A medida que la Tríada espiritual entra en actividad por intermedio de la personalidad, estos tres cen­tros y sus tres exteriorizaciones trabajarán en síntesis, ri­giendo y dirigiendo al entero hombre. A medida que la glándula pineal vuelva a desempeñar plenamente su fun­ción adulta (y esto no sucede con el hombre adulto), la divina voluntad al bien se hará sentir y se cumplirá el divi­no propósito; cuando la glándula timo en forma similar en­tre en actividad en la persona adulta, se evidenciará la buena voluntad y comenzará a desarrollarse el plan divino. Éste es el primer paso hacia el amor, las correctas relaciones hu­manas y la paz. La buena voluntad ya está haciendo sentir su presencia en el mundo, indicando que el centro cardíaco inicia su actividad y comprobando que el centro cardíaco de la cabeza comienza a desplegarse como resultado de la cre­ciente actividad del centro cardiaco a lo largo de la columna vertebral.

Es el órgano de fusión, así como el centro coronario es el órgano de síntesis. A medida que el centro cardiaco entra en actividad, el aspirante individual es atraído lentamente a una relación cada vez más estrecha con su alma, entonces se producen dos expansiones de conciencia que él las inter­preta corno eventos o acontecimientos: 


Es atraído al Ashrama de uno de los Maestros, de acuerdo al rayo de su alma, convirtiéndose en discípulo aceptado, en sentido técnico. El Maestro es el centro cardíaco del Ashrama y puede ahora llegar hasta Su discípulo por medio del alma, porque ese discípulo, mediante el alinea­miento y el contacto, ha puesto su corazón en estrecha armonía con el alma. Entonces responde al corazón de todas las cosas, que en lo que concierne a la humanidad actualmente es la Jerarquía.

Es atraído para que sirva y se relacione estrechamente con la humanidad. Su creciente sentido de responsabili­dad, debido a la actividad del corazón, lo lleva a servir y a trabajar. Eventualmente también se convierte en el corazón de un grupo’ u organización -pequeña al princi­pio, llega a ser mundial a medida que su poder espiritual se desarrolla y él piensa en términos de grupo y de hu­manidad. Ambas relaciones por su parte son reciprocas. Así el aspecto amor de la divinidad se hace activo en los tres mundos y el amor se anda en la tierra y ocupa el lugar de la emoción, del deseo y de los aspectos materia­les del sentimiento. Observen esta frase.

En las primeras etapas del desarrollo, tanto del individuo como de la raza, el loto invertido del corazón con sus doce pétalos se extiende hacia abajo al centro plexo solar. Éste, desde la época atlante, se ha dado vuelta y sus pétalos se extienden ahora hacia arriba, hacia el siguiente centro a lo largo de la columna vertebral, el cardíaco, debido a las ener­gías que ascienden lentamente desde el centro plexo solar, las cuales tratan de evadirse de la “prisión de las regiones inferiores” mediante un proceso de transmutación.

 Como resultado de lo antedicho el centro cardiaco comienza a desarrollarse lentamente y a darse vuelta. Esta reversión de los “centros lotos” siempre se produce como efecto de una actividad dual, el empuje desde abajo y la atracción desde arriba.

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