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Mi lista de blogs y bibliotecas
jueves, 31 de octubre de 2013
miércoles, 30 de octubre de 2013
LA CONSTRUCCIÓN DEL ANTAKARANA
“EL ANTAKARANA”
Relación entre la Personalidad fusionada con el Alma, el
discipulado y el proyecto de
construcción del Antakarana.
ACV
Antes de disertar sobre
el Antakarana puede ser oportuno que nos hagamos una serie de preguntas,
algunas de ellas prácticamente incontestables, pero que en su conjunto nos pueden
aportar una idea del TODO, de LA UNIDAD.
¿Quién es Dios?. Se habla
en los escritos sagrados y en la
Sabiduría Eterna del “Innombrable y Aquél del que nada puede decirse”. A mí me
parece que es una indefinición totalmente sabia porque nos conduce a hacernos
una idea de una entidad grandiosa, inconmensurable, de quien nuestras propias
limitaciones nos impiden hablar y definir acertadamente.
A pesar de todo cualquier
ser humano es capaz de pensar que este universo en el que estamos inmersos y
del que formamos parte, se rige por unas leyes que lo sostienen y que al hombre no se le puede atribuir su
autoría, por mucha capacidad e inteligencia que tenga. ¿Qué nombre podremos
darle a tal Hacedor? Hablamos de Dios.
Podemos hacernos otras
preguntas menos importantes como:
¿Qué produce un
melocotonero?: melocotones
¿Qué son los hijos de los
asnos?: asnos…
¿Qué son los hijos de
Dios?: ….. dejo la respuesta para cada
uno, porque a mí, educada en una religión establecida, en su día, me costó
mucho trabajo aceptar tal respuesta.
¿Cómo está formado el
hombre?: Por un cuerpo físico/etérico, cuerpo astral y cuerpo mental.
¿Qué es el alma?: La
intermediaria entre el espíritu y la materia, entre el espíritu y la
personalidad.
¿Qué función tiene esa
relación alma/personalidad? Que el alma
humana, esa semilla divina en el hombre, con la ayuda de la personalidad,
penetre en las profundidades de la materia, aprenda y se desarrolle. Es algo
que yo no entendí durante un tiempo porque yo me decía ¿pero si el alma es perfecta
cómo se va a desarrollar?. Como ya hemos dicho el alma humana es la semilla
divina y esa semilla, como todas las semillas tiene que germinar y crecer
dentro de su vehículo de expresión que es la personalidad, y ello no es posible
hasta que en el ser humano no se despierte la conciencia.
¿Qué hacen alma y
personalidad hasta que se despierta la conciencia? Se ignoran mutuamente porque
el alma sabe que no tiene vehículo que le responda y la personalidad es
ignorante del alma.
¿Cómo despierta la conciencia?
En esa analogía de la que hemos hablado, de la semilla, y siguiendo con la
misma, sabemos que toda semilla para que germine se tiene que introducir en las
profundidades de la tierra, se pudre, y ya putrefacta echa raíces, tallo,
hojas, flores y frutos. O sea que antes de crecer se ha hecho un gran recorrido
hasta la putrefacción. Trasladándolo al ser humano todos sabemos o deducimos
que hemos ido despertando a fuerza de cometer errores. Son esos errores los que
nos hacen despertar y preguntándonos ¿POR QUÉ?; una y otra vez no encontramos
respuesta. No entendemos que nos ocurran tantas desgracias, tantos
sufrimientos, y es lo único que nos hace despertar, el habernos entregado al
materialismo, a las emociones, a las pasiones, y al egoísmo y como consecuencia
nos llega el dolor. Cuando se inicia el dolor ya va sabiendo el alma que tiene
un espacio en esa personalidad, y sigue dando toques y la personalidad va
respondiendo unas veces mal y otras bien.
¿Cuál es el objetivo de
esta relación? Que la personalidad se sutilice, se purifique, se redima y el alma tome posesión de su
vehículo la personalidad y entonces, después de todo ese trabajo, pasa a ser un
“alma encarnada”.
¿Cómo estaría el mundo
con todas las almas encarnadas, todas las almas expresándose sin trabas a
través de su vehículo la personalidad? Sin lugar a dudas que no tendríamos
problemas, que no habría disputas, ni envidias, ni soberbia, ni rencores, ni
hambre, ni paro, ni enfermedad, y sí
habría absoluto respeto por todas las razas, todas las ideologías, todas las
creencias, porque tendríamos algo mucho más importante todavía que es EL AMOR
SIN SENSIBLERÍA, es decir “EL AMOR”.
Ahora vamos a
preguntarnos
¿Qué es el
Antakarana?. Antes de responder
repetiremos una vez más el principio de
que “la energía sigue al pensamiento”, y ahora de forma muy elemental vamos a
decir que el Antakarana es la denominación que se da al puente de luz que une
la personalidad con el espíritu.
¿Cómo se crea ese puente
de luz? Con la imaginación creadora y la
consiguiente respuesta práctica. La meditación en este trabajo sigue siendo
fundamental porque suele ser en las meditaciones cuando se crean las más
perfectas formas mentales.
Alma, personalidad,
discipulado y Antakarana, son realidades y conceptos de suma importancia en la
vida espiritual.
El ser humano de lo
primero que es consciente es de su personalidad, si bien durante muchas vidas
percibe un concepto erróneo, así como erróneo también es el uso que se hace de
ella, sobre todo hasta que no se llega a descubrir que el hombre no solamente
es el cuerpo físico, el de emociones o astral y el cuerpo mental,
constituyendo los tres la personalidad.
Llega un momento en la vida del ser humano en que descubre que tiene un
componente fundamental que es el Alma. Por mucho tiempo no tiene conocimiento
del papel que el alma humana desempeña, pero el alma está ahí esperándonos
hasta que hace acto de presencia.
La comunicación entre el
espíritu y la personalidad no sería posible sin la intermediación del alma. La
personalidad es absolutamente indispensable para el alma y el alma es
absolutamente indispensable para la personalidad. En la medida en que la
personalidad va siendo consciente, va trascendiendo la materialidad física,
astral y mental y pasa a ponerse a disposición del alma. Son tiempos de
confrontaciones entre personalidad y alma porque no entendemos ni comprendemos
muchas cosas y hay que ir eliminando fricciones. Cuando hemos andado el camino
preciso y hemos adquirido experiencia como aspirantes, nos toca hacer el
trabajo de alineamiento, integración y fusión de la Personalidad con el Alma.
Así vamos hollando el
Sendero y seguimos preguntándonos por multitud de cosas que seguimos sin
entender y por contradicciones que se nos hacen patentes y que tenemos que
resolver. Simplemente estamos dando los pasos necesarios para ser discípulos,
para adquirir el desarrollo que nos permita ser útiles a los Maestros, a la
Jerarquía y al Plan, para lo cual también tenemos que ejercitar la Voluntad y
superar las pruebas que nos reafirmen en el Camino.
Estamos hablando de un
verdadero entrenamiento esotérico que es el
modo de servir porque el esoterismo auténtico nos conduce a la Esencia,
al SER, al reconocimiento del mundo invisible y de los diversos estados de
conciencia, deducidos de la cuidadosa aplicación diaria de la verdad, tal y
como cada uno pueda captarla.
El Antakarana podemos
decir que es el propio Sendero que vamos construyendo paso a paso, así como la
araña teje su hilo. Es el camino de
retorno que desarrollamos en nosotros mismos hasta llegar a nuestra fuente de
origen, al Padre. El Antakarana es el hilo de la conciencia, desarrollado por
el Alma y no por la Mónada. La fusión del alma y la personalidad es la primera
gran unión en el Camino de Retorno a la Casa del Padre.
El proceso es que el alma
del mundo introduce su hilo de conciencia en todas las formas, en todas las
células del cuerpo y en todos los átomos. Igual proceso lo realiza el alma
humana con respecto a la personalidad, y la personalidad ya fusionada con el
alma hace el mismo trabajo con el fin de construir el Antakarana entre la mente
inferior y la mente superior superior.
Quiere decir que hemos
tenido que redimir la materia, desmaterializarla para que las vibraciones de
alma y personalidad sean compatibles y llegue el momento en que sea el alma la
que rija, produciéndose la fusión. Esta fusión se produce a través de
conocimiento, meditación, autodisciplina, autocontrol y servicio, y todo ello
nos va permitiendo el reconocimiento de estados espirituales y mundos de ser
hasta ahora desconocidos. La finalidad de toda la práctica de la meditación
consiste en desarrollar conscientemente los reconocimientos divinos, que
posibilitarán finalmente actuar con inteligencia dentro de los mundos internos.
La recompensa es grande, pero el trabajo interno a realizar es difícil y nadie
lo puede hacer por nosotros.
El trabajo esotérico es
ante todo subjetivo, una actividad consciente dentro de los campos de
conciencia que trasciende todo lo hasta ahora conocido. Concierne al
descubrimiento y comprensión de la naturaleza del alma, por lo tanto a lo
universal y no a lo individual que es lo que habitualmente preocupa a la
mayoría de los seres. Este trabajo hace que la riqueza de la vida subjetiva
interna se exteriorice pura y libremente en forma de servicio. Nada puede
impedir que se proyecte la conciencia ni que sea aprisionada, pues la vida y
sus impulsos están regidos por el alma.
Durante la mayor parte de
su experiencia, el alma humana está sometida al control de las energías
inferiores. La fusión del alma y la personalidad se produce como resultado de
tender el puente entre el cuerpo físico y el etérico, extendiéndose
posteriormente al astral y a continuación al mental. Uno de los extremos queda
anclado en la cabeza y el otro en los pétalos del conocimiento del loto egoico.
Las energías que animan a
la personalidad y al alma se mezclan y se fusionan en una sola, y los tres
aspectos del alma, conocimiento, amor y voluntad y los tres mundos de la
personalidad, se convierten en uno solo, produciéndose la primera gran unión en
el Sendero de Retorno.
El Antakarana es el
resultado del esfuerzo conjunto del alma y la personalidad en la construcción consciente del puente.
A partir de aquí tenemos
pendiente la unión entre la personalidad fusionada con el alma y la Tríada
Espiritual, con lo cual hay una intervención directa entre la Tríada Espiritual
y la personalidad con la colaboración del alma. Una vez fortalecida la fusión
del alma y la personalidad, el hilo creador entra en gran actividad,
fusionándose los tres hilos y la mezcla predomina.
La fusión de alma y
personalidad se hace gradualmente y habiendo llegado a cierto punto se hace
evidente la necesidad creadora de la VOLUNTAD para tender el puente entre la
Tríada y la personalidad a través del alma.
Podemos definir el
Antakarana como la extensión del triple hilo (Tríada Espiritual, personalidad y
alma). Técnicamente el Antakarana es la mente superior, la Tríada Espiritual, más la mente
individualizada del hombre fusionada con
el alma. Es la fusión de los tres hilos y su proyección hacia los niveles
superiores del plano mental, hasta que las mentes abstracta y concreta se
relacionan por medio del triple cordón (el hilo de la Vida, el de la
Conciencia, y el Hilo Creador). Va desde la conciencia de la personalidad hasta
la Tríada Espiritual. Por su intermedio
el hombre comienza a actuar conscientemente en todos los planos.
Al Antakarana también se
le llama comúnmente puente “Arco Iris” porque contiene los colores de los siete
rayos los cuales son radiaciones de luz, y ello es posible porque durante
innumerables encarnaciones de la personalidad ha pertenecido a los siete rayos.
Finalmente el rayo del alma domina, y en el Arco Iris “se escucha la vibración de los rayos del
discípulo y se ve la nota de su rayo”. Debe aclararse que no se introducen
específicamente los siete colores o hilos. Esto sucede en forma automática.
La analogía del
Antakarana la tenemos reflejada en el Nuevo Testamento con la parábola del Hijo
Pródigo. El hijo le pide al Padre todas sus riquezas y el Padre se las entrega
y lo deja en total libertad. Vive todas las experiencias que desea hasta llegar
a arruinarse, y entonces se acuerda de su Padre y decide retornar. El Padre lo
recibe con una fiesta porque ha vuelto el hijo que había perdido. He aquí
nuestra vida con todas las riquezas que se nos entregan y he aquí el amor del
Padre.
El Antakarana simboliza
EL SENDERO
Ana Castro Valle.-
martes, 29 de octubre de 2013
lunes, 28 de octubre de 2013
LAS LEYES DIVINAS
LAS LEYES DIVINAS
Las leyes que determinan la actividad de la Naturaleza y rigen
los movimientos de la materia, unas veces destruyendo, otras organizando, y que
producen las más variadas formaciones orgánicas e inorgánicas, son eternas e
inmutables. Esto forma parte de la “Sabiduría Perenne” La comprensión de la
sabiduría perenne significa superar nuestras limitaciones basadas, tanto en el desconocimiento
de las leyes que rigen el cosmos como en el desconocimiento de nuestro propio
ser, el microcosmos. La principal ley que necesitamos interiorizar aquí en este
plano material en que habitamos es la ley general de la evolución. No sólo
porque ella es la explicación fundamental del universo y de nuestro devenir sino
porque nos entrega las líneas centrales del mapa de la existencia.
La existencia, así como
la vida y la creación no podrían tener cabida sin un orden. El equilibrio es
necesario y para eso es imprescindible una intencionalidad.
La ley divina es la
propia ley natural por la que se rige el universo. Si somos verdaderos
discípulos llegaremos a comprender estas leyes. Si no fuera así nuestro
desarrollo estaría pendiente de producirse, ya que estas leyes solo nos representarían
palabras y más palabras. Por estas leyes se rige el Universo y quien se rige
por ellas lo consigue todo. No hablamos de conocer las leyes por el simple
hecho de conocerlas, sino del conocimiento que necesitamos adquirir, entender y
comprender, haciéndolo nuestro, para poder vivir coherentemente de acuerdo con
estas leyes.
Podemos pensar que sí, que nos regimos por leyes divinas, que
las conocemos y que ya estamos preparados, que no necesitamos ni leer, ni
estudiar, ni discernir, ni discriminar, ni servir. O sea que ignorantemente nos
sentimos felices pensando que lo sabemos todo y, seguramente, nos puede faltar
mucho para salir de tanto espejismo como nos rodea, y uno de ellos podría ser nuestras
propias creencias, y dejaremos de tener creencias cuando lleguemos al SER, a
nuestra esencia, y eso no se consigue por arte de magia, hay que ejercitar la voluntad
y el amor.
Estas leyes esconden el secreto y la esencia de la vida y encierran
un programa a desarrollar: el progreso del espíritu que trata de manifestarse.
Nuestra misión, a través de las vidas, es desarrollar el espíritu en su
plenitud, única manera de conformar la UNIDAD en su perfección y de que se
establezca el Plan de Dios en la tierra.
Siempre ha habido seres más avanzados que han sabido lo relacionado
con estas leyes o principios, pero ya no son necesarias aquellas organizaciones
secretas poseedoras de estos conocimientos. Todavía puede haber quien se otorga
esa categoría de poseedor de la verdad, y autoridad, que los demás tienen que
seguir porque tal o cual entidad es quien tiene la verdad y nos va a salvar.
Sin embargo, la humanidad, cada día más, está desarrollando su mente y va
adquiriendo la capacidad necesaria para saber los pasos que tiene que dar para
tener acceso a estos principios, entenderlos, comprenderlos y vivir conforme a ellos.
Para ello es absolutamente indispensable nuestro trabajo para, por nosotros
mismos, llegar a la raíz, a la causa de todas las cosas, sin necesidad de que
nadie nos equivoque, incluso con la mejor de las intenciones. Es nuestro deber
y obligación explotar nuestros talentos, para que cuando creamos, que sea con
absoluto convencimiento, y la creencia será sustituida por el SER.
Cuando se reconozca que el hombre común sólo ha sido hasta ahora
plenamente consciente en el plano físico, semiconsciente en el emocional y que
ahora comienza a desarrollar la conciencia en el plano mental, se evidenciará que
su comprensión de las informaciones cósmicas sólo puede ser rudimentaria.
Este tema podríamos tratarlo desde diferentes ángulos. Una
versión nos habla de una inteligibilidad racional en el cosmos. Puede
encontrarse en las leyes de la física, que son las reglas fundamentales por las
que se rige la naturaleza. Y aquí nos podríamos hacer una pregunta:
¿Cuál puede ser la raíz de estas leyes?, que son, que están y
que simplemente se nos presentan como una realidad que es, y que como tal hay
que aceptarla.
Los físicos se han dedicado a describir fenómenos sin importarles
su origen. Se daba por supuesto que esas leyes matemáticas inmutables,
absolutas y universales existen, sin dar mayor importancia a su raíz,
simplemente son, y las razones, aparentemente, no parece que haya que prestarles
ninguna atención, porque los hechos son.
Parece ser que en este siglo XXI, el debate entre círculos científicos
y espiritualistas pudiera hacerse posible y las posturas son más cercanas, más
beligerantes y desapasionadas. Posiblemente sea algo importantísimo que estemos
poniendo en práctica: el desarrollo de la mente, que nos permite dialogar.
Hay un principio fundamental: “Como Es Arriba, es Abajo”. Una
ley oculta y clave para la comprensión esotérica del Universo, es la llamada
Ley de las Correspondencias o de las Analogías, configurada en el principio
“Como es arriba, es abajo”, al que hemos hecho referencia. Esto significa que
el Microcosmos, el Ser Humano, es una réplica perfecta y completa en la cual se
refleja el Macrocosmos. O lo que es lo mismo, el Ser Humano, reproduce íntegramente
la naturaleza, la constitución y las leyes fundamentales que rigen el
Macrocosmos. “En nosotros está la fórmula exacta y sintética del Universo”. He
aquí la justificación de “hombre conócete a ti mismo y conocerás el Universo”.
Así también se puede entender el significado profundo de esta
frase “Dios creo al Hombre a Su imagen y semejanza”. Es una imagen y semejanza
en su sentido más auténtico y profundo. Desde esta luz se pueden comprender las
palabras del salmo repetidas en el evangelio de S. Juan: “Sois todos dioses e
hijos del Altísimo”. Seguimos hablando de analogías.
¿Cómo llegaremos a conocernos a nosotros mismos; podremos
echarnos a dormir, pensar que ya lo sabemos todo, que todo es bien fácil, que
solamente tenemos que amar….? Más bien se tendría que decir que no, y seguramente
las palabras de Cristo de “poner la otra mejilla”, podrían referirse a hacer el
camino, cayéndonos y levantándonos una y otra vez hasta aprender cada mensaje de
la vida. Seguramente que así llegaremos a conocernos a nosotros, las leyes y el
Universo. Por otra parte ¿acaso sabemos lo que es amar, y acaso amamos; estamos
explotando todos nuestros talentos para conocer, entender y comprender, y poder
actuar en consecuencia, o nos conformamos con lo que nos cuentan?.
Toda la sabiduría formará parte de nuestro haber en la medida
que hollemos el sendero de retorno a la casa del Padre; el premio del “ciento
por uno” es una realidad, pero no nos tocará en una tómbola, todo hay que
ganarlo.
Dice El Kybalion:
- «Los labios de la sabiduría permanecen cerrados, excepto para
el oído capaz de comprender.»
- «Donde quiera que estén las huellas del Maestro, allí los oídos
del que está pronto para recibir sus enseñanzas se abren de par en par.»
- «Cuando el oído es capaz de oír, entonces vienen los labios
que han de llenarlos con sabiduría.»
Para llegar a la sabiduría y a la comprensión de todas las
leyes, necesariamente, tenemos que tener voluntad y superar las pruebas del
camino, e intencionadamente, purificarnos y redimirnos, o lo que es lo mismo,
eliminar las viejas estructuras para regirnos por las nuevas, lo cual supone, y
no está mal repetirlo una vez más, estudio, análisis, discernimiento,
discriminación y servicio. No podemos cambiar estructuras sin este trabajo y no
podremos realizar mejores trabajos sin mejores estructuras.
LA LEY
¿Qué es la Ley divina? Es la determinación tanto en las cosas
más insignificantes como en las más importantes, de la voluntad y el propósito
divinos. Está más allá del conocimiento del hombre, y algún día la masa comprenderá
que todas las leyes de la naturaleza tienen su contraparte espiritual y que
funcionan universalmente, sin elegidos, todos somos iguales y por lo tanto no
hay excepciones.
El sabio rige en lo inferior y sirve en lo superior. Obedece a
las leyes que están por encima de él, y en las que están por debajo de él
ordena. De esta manera el hombre forma parte del principio en vez de oponerse
al mismo. El sabio se sumerge en la Ley y colabora sin ser un esclavo.
Todo está en el TODO, y el TODO está en todas las cosas. El que
esto comprende, ha adquirido gran conocimiento. Esto queda resumido en siete
principios:
1. Principio del Mentalismo: Todo es Mente, el universo es
Mental. Base del principio creador.
2. Principio de Correspondencia: Como es arriba es abajo. Ley de
las analogías.
3. Principio de Vibración: Todo está en movimiento, todo vibra.
Nada es estático.
4. Principio de Polaridad: Todo es dual. El equilibrio de los pares
de opuestos será nuestro gran trabajo en el camino espiritual.
5. Principio de Ritmo: Todo es cíclico, fluye y refluye, siempre
está el avance y el retroceso.
6. Principio de Causa y Efecto: Ley del karma. Todo efecto tiene
una causa y toda causa produce un efecto. Nada es casualidad y todos los
acontecimientos de la vida tienen su base en esta Ley.
7. Principio de Generación: Es el principio de la creación en cualquier
plano.
La violación de la ley, de forma consciente o inconsciente, tiene
sus consecuencias. El cuerpo humano no escapa a esas leyes naturales inmutables.
Toda enfermedad es el resultado de la violación de estas leyes naturales. Las
personas se enferman porque en esta vida o en anteriores han descuidado los
principios fundamentales que nos rigen. Algunas personas exigen salud perfecta,
bienestar de todo tipo y creen tener derecho a ello, olvidándonos de que todos
los efectos tienen sus causas. Todo está regulado por la ley Divina y
aprendemos con el cumplimiento de la ley.
Ana Castro
domingo, 27 de octubre de 2013
EL SÍMBOLO DE LA NUEVA ERA
EL SÍMBOLO DE LA NUEVA ERA
"QUE LA LUZ LIBERADORA DE BUDA,
EL AMOR INFINITO DEL
ESPÍRITU DE LA PAZ,
Y EL PODER INDESCRIPTIBLE DEL AVATAR DE SÍNTESIS
RESTABLEZCAN
EL PLAN DE DIOS EN LA TIERRA".
El Símbolo de la Nueva Era (explicación del
libro "Los Misterios del Yoga" de Vicente Beltrán Anglada http://www.sabiduriarcana.org/libro-lmdy-esp.htm)
Véase el símbolo de nuestro trabajo que aconsejaríamos fuese
utilizado por todos y cada uno de los miembros que hayan decidido colaborar en
una u otra de las actividades de curación que fueron anteriormente descritas y
como centros de contacto y de proyección de las energías invocadas.
Es el Símbolo de la Nueva Era. Un Disco de color Dorado, que
representa al Sol físico, destacándose de un ilimitado fondo color azul índigo,
que como se sabe esotéricamente es el color distintivo del Segundo Rayo,
característico de la Cualidad de Amor del Logos de nuestro Universo; un Triángulo
de color amarillo claro, símbolo del Plano Búdico o de unidad espiritual, surge
del disco de luz dorada teniendo en cuenta que en forma misteriosa cada vértice
de dicho Triángulo está ocupado por una de la Tres grandes Entidades que
canalizan las energías de la Constelación de Acuario con destino a la Tierra:
el Avatar de Síntesis, el Espíritu de la Paz y el Señor Buda.
Dentro de este mágico Triángulo se halla situada la Estrella de Cinco Puntas de
color azul índigo, como el del fondo dentro del cual se destaca el Disco
Dorado. Es el símbolo precioso del Cristo, Señor de la perfección planetaria
como Dios y como Hombre, tal como reseñan los tratados bíblicos, entresacados
inicialmente del "Libro de los Iniciados".
La Estrella de Cinco Puntas indica exactamente la posición de
Cristo dentro de la evolución planetaria: tres vértices pertenecen a los Reinos
Mineral, Vegetal y Animal, a los tres vehículos periódicos de la evolución
humana y al sagrado Mántram AUM. Los otros dos vértices pertenecen por entero a
la vida espiritual del Ángel Solar, el Gran Intermediario Cósmico, cuya
atención va dirigida simultáneamente hacia el mundo espiritual-divino y hacia
el mundo de evolución de los hombres.
Es el OM, el indescriptible Mántram cuyo secreto de eternidad
tiene que ser revelado por el Ángel Solar en "cierto momento estelar y,
kármico de la vida evolutiva del ser humano" y es una de las infinitas
promesas de Acuario en el devenir de la Nueva Era para muchos hombres y mujeres
de buena voluntad. El OM y el AUM plenamente integrados constituyen la Estrella
Mística del Cristo y su perfecta armonía y conjunción magnética son símbolo del
Hombre realizado.
El color azul índigo de la Estrella indica indefectiblemente la
relación de Cristo con la naturaleza del Logos Solar a través de la misteriosa
línea del Segundo Rayo del Amor Universal, característica o cualidad distintiva
del Señor de nuestro Universo o de Cristo a escala planetaria.
La pequeña Cruz Blanca situada en el Centro de la Estrella es
reflejo y símbolo del Gran Sacrificio Cósmico que se extiende a través del
Cosmos Infinito y que en el dibujo aparece como la Gran Cruz Blanca que surge
del ilimitado Fondo Azul de la Vida del Logos Solar y condiciona el Universo
manifestado. — en Imagen del lìbro "Diario Secreto de un discípulo"
de Vicente Beltrán Anglada http://www.sabiduriarcana.org/libro-dsd1d-esp.htm.
sábado, 26 de octubre de 2013
EL FRACASO
FRACASO
Compilación de textos del Maestro Tibetano
Reconozca el fracaso, si lo hubo, y luego mirando la luz y con
una sonrisa en los labios, dé la espalda a ese fracaso y siga adelante con
firmeza.
No es fácil para los discípulos iniciados identificarse con las
debilidades y los fracasos, sin embargo, deben hacerlo. Constituyen una parte
de la expresión de la humanidad, tanto como la fortaleza o el éxito, y no puede
haber separación en la actitud, ni fracaso en la identificación. Los discípulos
deben aprender a identificarse con la totalidad.
Sólo un pensamiento le daré para que lo repita, siempre que se
sienta desalentado, cansado o débil:
“En el centro de todo amor yo permanezco y nada puede llegarme
aquí, y desde ese centro me exteriorizaré para amar y servir”.
No ha prestado aún un
servicio que sea de valor para el futuro, pues lo ha realizado sacrificándose a
sí mismo, involucrando el sacrificio de su tiempo, intereses y deseos
personales, basado en sus cualidades personales. Ha observado la forma en que
sirven los demás, se ha preguntado por qué y cómo decidieron servir de manera
tan diversa; ha sugerido a los demás el servicio que podrían prestar y a veces
ha hecho posible que lo prestaran; ha hablado con grupos sobre el servicio,
pero sin resultado que justifique la fuerza empleada. ¿Por qué? Porque no se daba
a sí mismo con amor, sino únicamente de lo que le era externo.
De lo único que debe lamentarse es de no aprender las lecciones
del fracaso.
El servicio que prestamos con frecuencia es distinto del que
quisiéramos ver realizado y planeado por los servidores; sabemos además que
prestar servido significa un sinfín de desengaños, incesante lucha, duros
golpes, aparentes e inexplicables fracasos - debido todo a que la fuerza
espiritual de la humanidad aún no guarda proporción en lo que a la atracción
material respecta.
Los fracasos, donde los hubo, no es necesario que se repitan,
porque el amor grupal puede neutralizarlos; las flaquezas de la personalidad,
errores y defectos, se pasan por alto y se olvidan en la urgencia de la
necesidad humana y no penetran en el ashrama. Les pido que recuerden esto y con
corazón humilde persistan en sus esfuerzos, amen a toda la humanidad y sigan su
camino.
Los discípulos aspirantes son mucho más conscientes de los
defectos y atributos de la personalidad de los demás, que los discípulos más
avanzados en los ashramas. El discípulo avanzado puede ser, y lo es, bien
consciente de los defectos, fallas y cualidades indeseables de aquellos con
quienes está asociado, pero su tendencia mental a la crítica no es el factor
determinante, como sucede en la mayoría de los menos evolucionados. Los
condiciona mucho más la aspiración, el esfuerzo y la intención fija, que el
aspecto de la personalidad. Mide el aferramiento del alma sobre el yo inferior,
principalmente desde el aspecto de la estabilidad de ese aferramiento; trata al
aspirante, por lo tanto, de acuerdo a ese reconocimiento, pero no lo hace
analizando su falta de desarrollo. Esto es algo de gran importancia, porque así
lo hacen los Maestros cuando eligen y entrenan a un grupo para la iniciación.
El Maestro no se ocupa de los defectos temporarios sino del aferramiento y de
la intención del alma y de cómo responde habitualmente el aspirante a la
energía del alma, cuando esa energía es aplicada...
...Los Maestros piensan en términos de ciclos y no en términos
de una vida individual; como ustedes no pueden hacerlo, excepto teóricamente,
no les es posible comprenderlo. Observo, por ejemplo, la experiencia, los
fracasos y las realizaciones de los discípulos de mi Ashrama, en términos de
ciclos de mil años. Lo que pueden haber realizado en esta vida, a menos que sea
de destacada significación, con toda probabilidad será totalmente desconocido
para mí; si quiero, puedo saberlo y lo hago en esos casos en que los resultados
de alguna actividad tienen repercusiones sobre mi Ashrama, o sobre una gran
parte del grupo de discípulos.
Permítanme exponerlo así: no observo el mezquino egoísmo, las
pequeñas y tontas vanidades y la inestabilidad que los perturba, las palabras
despiadadas que pueden pronunciarse sobre los demás y el hecho de no amar o
poner un erróneo énfasis en la vida diaria, y tampoco lo hace Maestro alguno.
Son asuntos de su propia alma; los resultados afectan a su familia, amigos o grupo
comunitario, y no nos incumben. Sin embargo son cosas que las ven en los demás
y afectan su juicio, evocan simpatía o antipatía, alabanzas o acusaciones, pero
- como individuos - los coloca inevitablemente en el banquillo de los acusados.
Ningún Maestro se erige en juez. Cuando Cristo dijo: “No juzguéis y no seréis
juzgados”, indicó un estado mental donde la mente y la comprensión controlan de
tal modo, que el aspirante no halaga ni culpa; debido a esta actitud general en
el acercamiento mental hacia las personas, entonces es libre para convertirse
en miembro definitivo de un Ashrama.
El Maestro no ve u observa los pequeños fracasos, los momentos
de angustia o perturbación, las fricciones de la personalidad, que (desde el
ángulo del discípulo observador) parecen empañar la visión. Durante los
intervalos - espaciados al principio, pero más frecuentes cuando el servicio
adquiere mayor importancia- el Maestro es consciente del progreso general
alcanzado, del desarrollo de la estructura que erige el discípulo para servir y
de la amplitud de su luz en el mundo. A menudo nos divierte comprobar que
algunos discípulos (particularmente los entrenados en los primitivos grupos
donde predominaba la personalidad) creen que los Maestros se entrometen en sus
vidas diarias, conocen sus pequeños defectos e ínfimos fracasos y saben todo lo
que piensan y hacen. Nos preguntamos a veces si ustedes creen que los Maestros
tenemos tiempo para ocuparnos de los hábitos mentales, actos y palabras que el
discípulo va superando rápidamente.
A nosotros llega y nos interesa únicamente el bien que hace un
individuo.
Observará que no me preocupo de sus errores o fracasos. Son
inevitables y relativamente sin importancia; un discípulo en su etapa de
desarrollo es siempre consciente de ellos y se puede confiar en que dará los
pasos necesarios para corregirlos.
Fracasó, hermano mío. ¿Por qué continuar año tras año abrumado
por el fracaso, con la mirada fija en el fracasado yo inferior? Todos han
fracasado y fracasarán en alguna línea. A veces les sucede a los Maestros
cuando hacen el primer intento de recibir una de las iniciaciones superiores, y
desde el ángulo jerárquico eso no significa fracasar. Al fracaso casi no se lo
reconoce como tal, sino que se hace el esfuerzo para buscar la causa del
fracaso.
viernes, 25 de octubre de 2013
PRINCIPIOS GENERALES DE TEOSOFÍA .- C.W. LEADBEATER
PRINCIPIOS GENERALES DE TEOSOFÍA
C.W. LEADBEATER
Ardiente deseo tengo de exponer de la
Teosofía una idea tan clara y fácilmente comprensible como me sea dable.
Por lo tanto, no enunciaré más que los
principios generales en cada punto particular. Si al lector Le apetecen informaciones
complementarias, puede consultar obras más importantes y las monografías que tratan
de cada materia especial. Al fin de cada capítulo citaré las obras de consulta
más a propósito para quienes deseen profundizar tan atractivo sistema.
Empezaré, pues, por el simple enunciado de lo más notable de los principios
generales que el estudio de la Teosofía permite establecer. Algunos lectores encontrarán
afirmaciones que acaso les parezca increíbles o absolutamente opuestas a sus ideas
preconcebidas. Recuerden, sin embargo, que nada expongo como simple teoría ni
como especulación metafísica u opinión religiosa de mí peculiares, sino como un
conjunto de hechos científicos analizados y comprobados :muchas veces por mí
mismo y por otros.
Declaro, además, que este conjunto de
hechos puede comprobarlos quienquiera que emplee el tiempo y el trabajo
necesarios para ello. No ofrezco al lector un Credo que haya que tragar como
una píldora. Trato de exponerle un sistema para que lo estudie, y, sobre todo,
una vida para vivirla. No le exijo fe ciega. Únicamente le ruego que considere
la Teosofía como una de tantas hipótesis, aunque para mí sea la más viva
realidad.
Si al lector le satisface esta llamada
hipótesis más que las otras; si le parece que resuelve mayor el número de
problemas de la vida; que responde a mayor número de preguntas, entonces
profundizará más todavía su estudio y encontrará, según creo y espero, la
satisfacción siempre creciente y el íntimo gozo que yo mismo encontré. Si, por
el contrario, juzga preferible cualquier otro sistema, ningún mal le resultará
de ello, pues habrá aprendido algo de las creencias de un grupo de hombres con
los cuales no se ha puesto de acuerdo por de pronto; pero en cuanto a mí toca,
tengo suficiente fe en estas creencias para asegurar que tarde o temprano
llegará la hora en que el lector las admita cuando sepa lo que nosotros
sabemos.
LAS TRES GRANDES VERDADES
Una de nuestras primeras obras
teosóficas establece tres verdades absolutas que jamás pueden
desaparecer completamente, aunque en
ciertas épocas padezcan pasajeros eclipses, porque no haya quien las proclame.
Estas verdades fundamentales son tan vastas y sublimes como la vida misma, y,
sin embargo, tan sencillas como la mente del hombre más ingenuo. No puedo menos
de diputarlas por los más importantes principios generales entre los que he de
exponer.
Luego después formularé algunos
corolarios de estas verdades fundamentales, y en tercer lugar
enumeraré algunas de las ventajas que
necesariamente resultan de estos conocimientos primordiales. En fin, después de
haber bosquejado esquemáticamente las líneas generales del asunto, las
examinaremos una por una y procuraré dar cuantas explicaciones complementarias
quepan en esta obrita para aprovechamiento de los principiantes.
1ª Hay Dios. Es bueno. Es el gran
vivificador que mora en nosotros y fuera de nosotros. Es inmortal y eternamente
bienhechor. No se le puede oír ni ver ni tocar, y, sin embargo, lo percibe
quien percibirlo desea.
2ª El hombre es inmortal. La gloria y el
esplendor de su porvenir no tienen límites.
3ª El mundo está regido por una divina
ley de absoluta justicia, de modo que cada hombre es en
realidad su propio juez, el árbitro de
su propia vida, que a sí mismo se procura gloria o ignominia, premio o castigo.
COROLARIOS
De cada una de las precedentes verdades
primordiales se deducen varias subalternas que las explican y corroboran.
De la primera se deducen las siguientes:
(Hay Dios. Es bueno.)
1ª A pesar de las apariencias, todo está
combinado con inteligencia y precisión para producir el bien. Todos los
sucesos, por deplorables que parezcan, acaecen en realidad tal y conforme deben
acaecer. Todo cuanto nos rodea propende a auxiliarnos y no a embarazarnos; pero
es necesario comprenderlo.
2ª Puesto que el plan del universo
converge a favorecer el progreso humano, deber notorio del hombre es aprender a
comprenderlo.
3ª El hombre que ha llegado a comprender
este plan tiene también el deber de cooperar inteligentemente a su realización.
De la segunda verdad fundamental se
derivan las siguientes: (El hombre es inmortal.)
1ª El hombre real es un alma con cuerpo
accesorio.
2ª El hombre debe tomar el alma por
punto de vista para mirar todas las cosas, y cada vez que en su interior surja
un conflicto, identifíquese con la parte más elevada de su ser y no con la
inferior.
3ª Lo que comúnmente llamamos vida humana no es sino un día de la verdadera y
eterna vida.
4ª La muerte tiene mucha menos
importancia de la que generalmente se le da. No es en modo alguno el fin de la
vida, sino el paso de un estado a otro de la misma.
5ª El hombre tiene tras sí en su pasado
una inmensa evolución cuyo estudio es en extremo interesante e instructivo.
6ª Igua1merife tiene ante sí, en su
porvenir, una admirable evolución cuyo estudio es todavía más interesante e
instructivo.
7ª Es absolutamente cierto que el alma
humana acabará por alcanzar la meta que le está señalada, por mucho que parezca
haberse desviado de la línea de evolución.
De la tercera verdad fundamental se
deducen las siguientes: (El mundo está regido por una divina ley de absoluta
justicia)
1ª Cada pensamiento, cada palabra y cada
obra produce un resultado definido que no es un premio o castigo exterior, sino
consecuencia indeclinable del pensamiento, de la palabra o de la obra con los
que se relaciona, como el efecto con la causa, a manera de dos partes
inseparables de un todo.
2ª Por deber y por interés propio ha de
estudiar el hombre a fondo la ley divina, a fin de resignarse a ella y
aprovecharla como aprovecha las demás leyes de la naturaleza.
3ª Es necesario que el hombre tenga
absoluto dominio de sí mismo, a fin de regular juiciosamente su vida de
conformidad con la ley divina.
jueves, 24 de octubre de 2013
martes, 22 de octubre de 2013
LA CIRCUNSPECCIÓN OCULTA (Por Alice Bailey)
LA CIRCUNSPECCIÓN OCULTA
Por Alice A. Bailey
Publicado en The Beacon, Marzo 1926
“Saber, Querer, Osar y Callar”
Podría ser de utilidad enumerar brevemente
algunas de las razones del porqué se impone la circunspección a todos los
iniciados y, por tanto, por qué todos los discípulos deben cultivar la cualidad
del silencio, como etapa preparatoria para aprehender la naturaleza de la
“Circunspección Oculta”.
En la actualidad ello es muy necesario para
destacar la facultad equilibradora del silencio. Pero, en estos días de
desarrollo de la mente concreta, imponer el silencio resulta de poca utilidad;
más aún, a quienes observan las exigencias, eso les induce a creer que el
silencio, o vela la ignorancia o no es más que la imposición de una orden
arbitraria. De ahí que mi propósito sea dilucidar, de alguna manera, el
problema y mostrar por qué es necesario que quienes estén afiliados a la
Jerarquía —como aspirantes o iniciados juramentados— deban desarrollar esta
restricción oculta.
1. El pensador poco atento o el no-iniciado
no se da cuenta del efecto que produce la palabra hablada y del efecto del
poder atractivo del habla. Cuando un hombre habla, magnéticamente atrae
sustancia dentro de su aura inmediata y afecta —quiera él hacerlo o no— a las
unidades de vida sensibles en los cuerpos, sutiles o densos, de sus semejantes.
Por lo tanto, cuando anuncia a los alumnos que le están prestando atención que
él es un iniciado o un discípulo, haciéndolo con afirmación positiva y, de este
modo, atrayendo la atención hacia su personalidad, inevitablemente actúa sobre
los aspectos atómicos negativos en los cuerpos y así también sobre las vidas
negativas receptivas o aspectos receptivos en los cuerpos de sus hermanos. Sus
palabras no están de acuerdo con el “Yo soy ESE” oculto que produce la
identificación con la vida grupal central y, por lo tanto, con la chispa
central de fuerza positiva en todas las unidades del grupo. Pero, la
declaración — al ser una afirmación de la personalidad— tiene su reacción sobre
las personalidades de todos sus hermanos, actuando a través del aspecto
negativo, y es la imposición (a menudo inconsciente) de su fuerza o del poder
de su voluntad sobre la de ellos la que causa eso; y los efectos de tal
imposición no dejan de producir resultados terribles. Estimula aquello que es
indeseable y desarrolla reacciones o respuestas negativas, como la devoción a
la persona en cuestión y la voluntad de ser guiados por el que habla o enuncia
su posición jerárquica personal, o bien causa repulsa, produciendo así separación,
y ésta engendra odio y luchas.
Este es el motivo, entre otros, por el que
a los discípulos se les enseña a menospreciar su prestigio personal y al mismo
tiempo a exaltar la naturaleza del Dios interno, que es idéntico en todos los
hombres, y se les pide que se abstengan de hablar, a menos que sirva al
propósito grupal. Se presta mejor servicio a los propósitos grupales mediante
el estímulo del aspecto más elevado en cada hombre.
Entonces, ¿por qué los Maestros han dado
a conocer que son Adeptos?
Aunque los Maestros hayan permitido que se
sepa (a través de Sus discípulos) sobre sus servicios, conocimientos y poder
para ayudar y que han trascendido los tres mundos del esfuerzo humano, les
pediría a ustedes que tengan en cuenta que tales admisiones hechas a través de
la palabra o la letra, se han hecho a Sus discípulos juramentados, sobre
quienes recae el karma de pasar la información al público en general. Y sobre
sus hombros recae la responsabilidad de trabajar sobre los resultados, ya sean
buenos o malos. Es un hecho en el desarrollo oculto que cuanto más cerca un
discípulo está del Maestro y de la meta, más discreto es y (como individuo)
busca menos atraer la atención del Maestro o hacia sí mismo como agente de ese
Maestro. El trabajo que debe ser hecho puede lograrse más fácilmente cuando hay
menos formas mentales para ser transmutadas.
¿No debemos, pues, transmitir información
acerca de los Maestros al público en general?
Es necesario que el público sea informado
sobre la naturaleza y el trabajo de los Maestros, porque el momento es
apropiado; pero esto es algo claramente diferente al problema que estamos
examinando, el de proclamar la afiliación personal a un Maestro o a la
Jerarquía.
Por lo tanto, los discípulos e Iniciados
protegen el trabajo por medio de un muro de silencio de la personalidad, que
ellos guardan. También se ha de tener en cuenta (y esto se comprende poco,
aunque es de considerable importancia en este caso) que los cuerpos de
manifestación, a través de los cuales trabajan los Adeptos en el plano físico,
se construyen definitivamente con fines específicos; están compuestos de
materia de los subplanos más elevados de cada uno de los tres planos, y la
impresión se efectúa desde Sus propios niveles, a través de los átomos
permanentes búdico y manásico, directamente en el cerebro físico; para Ellos no
existe unidad mental o átomos permanentes en los tres mundos. Han superado el
dominio de los Padres Lunares, e incluso del Ángel Solar; son puras esencias
espirituales. Por tanto, sólo pueden influir en el aspecto espiritual del
hombre, aunque también controlan las fuerzas infrahumanas si así lo desean.
Ésta es la verdad oculta detrás de la idea de que los Maestros pueden trabajar
solamente con los seres humanos cuando estos hayan “entrado a Su mundo”, o sea,
que se hayan elevado a un tal estado de conciencia donde están en contacto con
su propio aspecto espiritual, al inicio con el principio medio, el Ego, y más
tarde con la Mónada. Por lo tanto, el mandato consiste en que el hombre encuentre
su propio Dios interior, el Iniciador, que despierte y sea más sensible a la
vibración egoica. Después los Maestros pueden trabajar, y lo hacen, para
reforzar esa impresión hasta lograr el vínculo consciente definido en la
primera Iniciación; y así el hombre está en el CAMINO para “ver a su Dios”.
Cuando esto ocurre, el iniciado no debe hablar acerca de ello. Se ha de tener
presente que después de un proceso similar en la vida de su hermano, no habrá
necesidad de hablar, porque el reconocimiento será mutuo aunque no esté basado
en palabras; y tales declaraciones sobre los vínculos, como que ‘soy un
Iniciado’ sólo conducen a resultados equívocos.
2. Asimismo en la vida oculta se ordena
guardar silencio, como es bien sabido, debido al peligro de transmitir
conocimientos a los incautos, los curiosos, los inescrupulosos y a quienes no
están preparados. Por lo tanto, a menos que un discípulo muestre una sabia
discriminación en el uso de los hechos ocultos impartidos gradualmente, se
retrasa el proceso iniciático, en el que le son comunicadas las palabras de las
fórmulas y las claves. No es, pues, por azar que se nos enseña el aforismo
oculto que “La palabra es plata y el silencio es oro”, puesto que el oro es el
símbolo del alma transmutada que funciona con fuerza eléctrica positiva,
mientras que la palabra es plata y se refiere a las vidas negativas; y el
hombre que utiliza la palabra, como normalmente se entiende, está todavía bajo
el dominio de la vida involutiva. La Palabra tiene que ver con los Dioses; el sonido
con Dios. La idea es expresada en la Palabra del Logos, que se lleva a cabo
satisfactoriamente por la “Hueste de la voz”. Desde el punto de vista del Ego,
o Dios interno, en este ciclo manifestado la palabra es una característica de
la personalidad (los dioses en manifestación triple) y el sonido lo es de la
naturaleza del Ego en los niveles abstractos. El Iniciado trabaja en el plano
mental usando las palabras universales; los hombres trabajan en los planos
inferiores a través del discurso o la multitud de palabras y sonidos. El método
para el Iniciado en entrenamiento, para el discípulo que mantiene disciplina,
asimismo como para el Adepto en el trabajo liberado es siempre el mismo: la
meditación, la comprensión, la visualización y el sonido; y quien medita,
siempre permanece como el que emplea conscientemente estos cuatro. El método
para el hombre en su propio plano son siempre las conclusiones de la mente
inferior, la imaginación, las formas de deseo y las palabras fragmentarias; y
el hombre se identifica inconscientemente con las formas que crea y con las
formas mentales inmaduras que visualiza. Entonces, hasta que un hombre no sea
libre o aún esté en proceso rápido de liberarse en el Sendero, no se le puede
confiar el conocimiento de las energías que dirigen y manipulan las fuerzas de
la involución o el aspecto sustancia. Primero tiene que aprender los métodos
del silencio oculto.
3. El silencio consciente también es
encomendado a un discípulo por las siguientes razones:
a. El silencio desarrolla en él el
conocimiento de los motivos, a través de las consideraciones sobre la razón
para hablar y la necesidad de circunspección.
b. El silencio desarrolla en él la cualidad
de la meditación interior y la capacidad para escuchar su voz.
c. El silencio sirve para enseñarle el
proceso de la conservación de energía y cómo acumular fuerza para el servicio a
la humanidad.
d. El silencio engendra en él la capacidad
de conservar el equilibrio y le permite lograr el alineamiento consciente con
el Ego, su propia Divinidad interior.
4. Otra razón contundente para el cultivo
del silencio es que hablar engendra karma y la palabra hablada siempre produce
resultados que tendrán que ser resueltos si las palabras se relacionan con la
personalidad o están basadas en ella. El discípulo o Iniciado debe estar en
proceso de disminuir y resolver el karma, con miras a la liberación. Al mismo
tiempo, la emisión de la palabra de la Hermandad y el empleo del habla con el
fin de ayudar o de enseñar a los hombres EL CAMINO, no engendra karma.
Cuando un hombre hace afirmaciones y llama
la atención sobre sí mismo, bien como un Iniciado o un discípulo, él ata a sí
mismo, ya sea favorable o desfavorablemente, a otras unidades humanas; y debe
resolver con ellos los efectos del uso de tal discurso y liberarse, con el
tiempo, de las formas mentales de devoción o aversión, de ardiente atracción o
rechazo despectivo, y tendrá que “permanecer”, en el sentido oculto del
término, hasta que haya deshecho, lo que sea, los malos efectos de sus mal-evaluadas
palabras. Ésta es una contundente razón para guardar silencio.
Los Maestros trabajan con aquellos que se
acercan a Ellos, que se esfuerzan por abrirse camino hasta Su presencia y
encontrar la entrada que conduce a Su mundo mediante la similitud de la vibración.
Ellos no envían anuncios a todo el mundo, porque conocen la ley, y Sus palabras
se las dicen a los que llegan hasta Ellos y a los que se han decidido a
buscarlas por gran necesidad. Hablan a Su propia gente, a los que conocen a
través de un reconocimiento individual; y Sus palabras son para ellos, para que
puedan ser sus agentes en el plano físico a fin de llevar a efecto los Planes.
ALICE A. BAILEY
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